C12: El Trato
Mi corazón latía con fuerza, golpeando mis costillas como si quisiera escapar de mi pecho. El altar estaba frente a mí, Taewook a un costado, y las miradas de todos los presentes me perforaban como cuchillos. ¿Tan importante era esta boda para las manadas? Vi a muchos jefes de grandes manadas entre los invitados, incluso reconocí a algunos vampiros cerca de Taemoon. Mis pies avanzaban sin que yo pudiera evitarlo. Los nervios eran tan intensos que ni siquiera era consciente de mi propio caminar. Todo parecía irreal, como un mal sueño del que en cualquier momento despertaría, y al abrir los ojos encontraría mi vida tranquila en Red, como solía ser. Pero no estaba soñando. Todo esto era real.
Entre la multitud, pude ver a SeoJin y Dylan conversando animadamente, pero lo que más me impactó fue la ausencia de Richard. Me preguntaba si tal vez era lo mejor. Después de todo lo que pasó entre nosotros, sería incómodo para ambos vernos de nuevo, especialmente en una situación como esta.
Cuando llegué frente a Taewook, no pude evitar abrazar a mi padre con fuerza, como si fuera la última oportunidad de sentir algo familiar, algo que no me hiciera sentir tan sola en este momento. En mi oído susurré un "por favor", pidiendo con toda mi alma que me ayudara a escapar de esto. Pero él no podía, no quería. Después me separé de él y tomé la mano de Taewook, sintiendo cómo mi cuerpo se llenaba de incertidumbre. La ceremonia comenzó, pero yo no podía concentrarme en nada. Mi mente estaba en otra parte. Miré la mano que tenía entrelazada con la de Taewook, y un nudo se formó en mi garganta. Mi mirada se fijó en un punto al frente, pero realmente no veía nada. Solo sentía el vacío, la desesperación.
De repente, la voz del oficiante resonó en el salón.
-Si hay alguien que se oponga a esta unión, que hable ahora o calle para siempre.
El silencio fue abrumador. El peso de esas palabras cayó sobre mí, y con ellas se esfumaron todas mis últimas esperanzas de que algo podría cambiar. Ya nada podía detener esto, pensaba. La boda debía continuar. Mi padre estaba tan entusiasmado, había puesto todo su empeño en que este matrimonio se llevara a cabo. No había vuelta atrás.
Pero entonces, algo inesperado ocurrió.
-¡Yo! -La voz de mi padre retumbó en el salón, y todas las miradas se giraron hacia él.
La tensión que se acumuló en el aire fue insoportable. El rey Min no tardó en responder, su voz llena de furia.
-¡Teníamos un trato! -su tono de indignación me hizo estremecer.
La reina Min, rápidamente, se acercó a él, tratando de calmarlo, pero yo solo sentía cómo el miedo me envolvía.
-No puedes anular el matrimonio -dijo, visiblemente molesta.
En ese instante, Taemoon, quien había estado callada hasta ese momento, intervino con una calma que me desconcertó.
-Podemos arreglar esto de otra manera -su voz era suave, pero firme, como si tuviera el control total de la situación. Señaló al altar-. Una boda no es la única forma de una alianza.
Su padre, sin embargo, no estaba dispuesto a ceder.
-¡Pero es una de las mejores! Es más difícil de romper de esta manera -el tono de su voz era cada vez más fuerte, más desafiante.
Taemoon, sin embargo, no retrocedió.
-Pero ellos dos no se aman -dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo.
-Ya tendrán tiempo para enamorarse después -Taemoon miró directamente a mí, y por un momento sentí que sus palabras estaban dirigidas solo a mí. No entendía lo que pasaba en mi cabeza, pero algo en su mirada me calmó.
Mi padre, sin embargo, no dejaba de insistir.
-¡No voy a permitir que mi hija continúe con esto! -la furia de su voz era palpable, y yo solo quería que todo terminara. Estaba agotada. No quería seguir con este papel que me habían asignado.
Entonces, escuché la voz de Taemoon elevarse aún más fuerte que las de los dos alfas que discutían.
-¡YA FUE SUFICIENTE! -su grito resonó en toda la sala, callando a ambos. Incluso mi padre se quedó en silencio, sorprendido por la autoridad en las palabras de la alfa. Yo, paralizada, observaba cómo todo esto se desarrollaba, sin poder reaccionar.
-Ambos están dañando la reputación de sus manadas, pero más tu padre -dijo Taemoon, mirando a su padre con una intensidad que me sorprendió.
El miedo que había sentido hasta ese momento comenzó a desvanecerse, al menos por un momento. Me acerqué a mi padre, con los nervios al límite, pero algo en mi interior me decía que ya era hora de actuar. Ya no quería seguir siendo un peón en este juego de intereses.
-Encontraré la manera de que Red siga en pie -dije con más determinación de la que sentía en ese momento, mirando al rey Min directamente a los ojos. -Mientras mi padre permanezca como rey, nuestra manada perdurará.
El silencio que siguió fue aplastante. El rey Min y la reina se miraron, y en sus ojos vi la derrota. Ya no había marcha atrás. El acuerdo que los había unido en un matrimonio político se desmoronaba frente a nosotros.
Pero antes de que pudiera siquiera procesar lo que acababa de ocurrir, un sonido irrumpió en el aire. Las puertas del salón se abrieron de golpe, y un guardia entró, visiblemente agitado.
-¡Son demasiados! ¡Eurus está siendo atacada! -La alarma en su voz me hizo darme cuenta de que, tal vez, ni siquiera el destino quería dejarnos en paz.
Un grito colectivo se levantó en el salón. El pánico comenzó a desatarse. Los presentes corrían de un lado a otro, algunos se transformaron en lobos para escapar más rápido. Mi mente no podía procesarlo. No podía entender lo que estaba pasando.
Pero cuando Dylan y SeoJin se acercaron a mí, su expresión me hizo reaccionar de inmediato. Sabía que tenía que hacer algo.
-Dylan, sube y entra a la habitación del final del pasillo, allí está la espada de mi madre -dije, mi voz temblorosa pero urgente.
-¡Enseguida, Amber! -respondió Dylan con rapidez.
Un nudo se formó en mi estómago, pero ya no había tiempo para dudas. Era hora de hacer algo, y lo haría. Lo haría por mi manada, por mi familia... y por mí misma.
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