Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cuando eres un imbécil vs cuando eres adolescente, por Draco Malfoy

Debo confesar que este es uno de mis capítulos favoritos, lo reescribí dos veces en los diálogos y me encantó el resultado. Draco lo aprendió por las malas. Yo igual. A veces uno es idiota, pero...



Todo aparentaba estar bien en Godric's Hollow, hasta ese fatídico día de agosto en que Harry abrió una puerta sin tocar antes.

Por lo general, a él le gustaba presumir de ser el tipo de padre que tocaba la puerta y esperaba una respuesta para entrar, sobre todo si era el cuarto de Lily. Sin embargo, iban con prisa, estaba por empezar el juego amistoso de Quidditch que verían y en que participaba Scorpius, y era James de quien se trataba. Harry ya lo había visto vestido y comiéndose un panecillo en la sala minutos atrás, y gracias a Merlín, la única persona en la casa que se cambiaba de ropa dos veces antes de estar lista era Lily.

Jamás se habría esperado encontrarse a Scorpius sentado al borde de la cama, con el rostro ligeramente levantado. Y en definitiva, no a James parado frente a él, sosteniéndole la barbilla y besándolo.

Harry soltó un "yo no vi nada" y cerró la puerta. No se movió de ahí, sino que permaneció mirando la dichosa puerta que tantas veces había sido azotada en los arranques de su hijo, haciéndose preguntas e intentando asimilar lo que acababa de ver.

James besaba a Scorpius. James. A Scorpius. Beso. Besar. Besaba. Se besaban. James y Scorpius. Scorpius y James. James. ¡Scorpius! ¡Se besaban!

Lily lo llamó desde la sala para que se apresuraran y Altair buscó a su hermano, caminando por el pasillo. Harry escuchó sus pasos, la voz de Draco diciéndole algo, y entró en pánico. Estaba a punto de distraerlos, cuando la puerta se abrió.

Scorpius estaba tan rojo que podría haberse hecho pasar por un Weasley. Abrió la boca, la cerró, lo repitió tres veces, terminó por balbucear algo incomprensible y huyó, rodeando a Harry para ir con su mellizo.

James se colocaba una gorra en el trayecto hacia la salida y lucía mucho menos preocupado por lo que había sucedido. Incluso tomó uno de esos chicles que George le pidió que probase durante el verano; se suponía que podían llevarse a cabo más de mil bromas con el y su sabor cambiaba a medida que lo mascaba.

—¿Hay algo que quieras decirme o...? —Harry gesticuló de forma desordenada y aguardó.

Por unos segundos, James sólo masticó su chicle y formó una "bomba".

—Ah, sí —bufó—, me parece que soy bi.

—Bi- eres bi- eso- bien —Harry comenzó a asentir—, bien, eso-

Su hijo se cubrió a medias la boca y falló al contener la risa.

—Ay, papá —Le puso una mano en el hombro y creó otra burbuja de chicle—, respira.

Harry inhaló profundo y exhaló. Cuando abrió la boca, James negó.

—No empieces con uno de los discursos de los folletos de sexualidad que la tía Hermione te da, yo sé que no tienes ningún problema, no es algo que me preocupe, probablemente un día se lo diga a mamá, si hay una razón para hacerlo, y sino, estoy seguro de que ella se va a dar cuenta sola, o ya lo notó —Se encogió de hombros—. ¿Ya nos vamos?

—Sí, sí- nos- nos- —Harry se pasó una mano por la cara, moviendo los lentes por accidente—. Sobre Scorpius...

Esa sonrisa burlona de James habría sido digna de un Merodeador. Formó otra burbuja mientras Harry seguía balbuceando y esperó a que hubiese acabado para hablar.

—Scorpius estaba preocupado porque va a invitar a salir a la persona que le gusta si ganan el juego, y no sabía besar, así que me lo preguntó y le enseñé. Ya, ya, papá —James le palmeó la espalda y lo hizo girarse para que caminaran hacia la sala con el resto—, te estás haciendo un lío de nada.

—Pero no eres tú quien le gusta-

—No.

—¿Y a ti...?

—No, no.

Harry exhaló.

—A mí me gusta alguien más —añadió James, divertido—, alguien...un poco mayor.

—¿Qué tan mayor? —Harry se alarmó.

—Tanto como para pensar en mí como un niño —James estalló una burbuja de chicle con un ruido claro—; trabajo en eso, no te preocupes. Con algo de suerte, me prestará atención en unos años. Será un ejercicio constante de paciencia, según Altair.

—¿Altair lo sabe?

—Se dio cuenta hace poco, no me importa que lo sepa.

—Está bien, está bien...

—Respira —repitió James, dándole otra palmadita.

—Gin ya nos está esperando allá —Le avisó Draco, tan pronto como ingresaron a la sala. Le trenzaba un par de mechones artificiales de colores en el cabello a Lily—, Astoria está buscando algo de comer, y nuestra estrella de Quidditch ya está en su uniforme. ¿Falta algo, Harry?

Harry negó a la pregunta silenciosa en sus ojos. No encontraba la forma de explicarlo sin palabras frente a todos los chicos Potter y Malfoy.

Deberían haber creado un código para eso.

0

—...así que le preguntó a James si le podía enseñar a besar —completó, apoyando su cabeza en el regazo de Draco—. Probablemente quería un consejo o algo así, y James siendo James, sólo se inclinó y lo besó-

—Suena a algo que James haría —admitió Draco.

El equipo de Scorpius había ganado el juego y los mellizos se fueron con su madre y Ginny al final de la comida. James pasaba la noche en casa de los Scamander, con los que volvió a ser muy unido los pasados meses, y Lily debería estar dormida. El único que deambulaba por ahí era Albus, que pensaba que ninguno de los adultos en casa notaba que se robaba leche y galletas de la cocina para comer mientras leía en su cuarto.

—Y todo para "saber besar" antes de invitar a salir a Rose.

Draco resopló.

—¿Sabes qué es lo más extraño? He pasado un año bastante seguro de que a Scorpius le gustaba Albus —Se encogió de hombros cuando Harry lo observó—, me sorprende haberme equivocado.

—¿Más que el hecho de que James lo haya besado?

Él lo sopesó un instante y asintió.

—Sí, más que eso.

Harry todavía se sentía un poco aturdido por ese suceso.

—¿Por qué creías que le gustaba Albus? —indagó, arrugando el entrecejo—. Pensé que Scorp te hablaba sobre esa persona.

—Y lo hace, mucho más seguido de lo que me gustaría —añadió lo último en voz baja. Harry gesticuló un "malvado" con los labios, sin emitir sonido alguno, y los dos se rieron—, es que, no sé, a veces decía cosas como que era la persona más inteligente que conocía, o que le encantaba su cabello desordenado, pero en general, sus comentarios sobre esa persona eran más...profundos.

Harry arqueó las cejas y él chasqueó la lengua.

—Me refiero a que es algo que esperarías de una persona que tiene una estrecha relación con quien le gusta. Además, está su amistad con él, y la forma en que Albus lo trata, y sólo...—Draco meneó la cabeza—. Bueno, Scorp sabrá lo que siente mejor que yo, supongo.

—¿En serio hay un adolescente que sepa lo que siente?

—Espero que al menos salga bien su cita, o tendré que aprender a consolar a adolescentes con el corazón roto —refunfuñó Draco, arrancándole una risita.

Harry pensó que no era para tanto. Draco los llevaría a la heladería del Callejón Diagón al día siguiente, les daría su espacio, y con suerte, a Ron no le habría dado un ataque para el final de la semana.

Sí, no podía ser malo.

0—

Sólo que era malo, muy, muy, muy malo.

El cambio se produjo a finales de agosto, por lo que Harry no tuvo tanto tiempo para apreciarlo en persona, antes de que los chicos volviesen al colegio. La primera "cita" de Scorpius y Rose pareció ir bien, porque tuvieron otra, y luego otra, cosas sencillas como un paseo, un juego de Quidditch uno a uno. Ron sí se quejó sobre los Malfoy y el mal gusto de su hija durante un rato, pero nunca en presencia de Rose, o de Draco, y Hermione le dio una reprimenda en una ocasión, alegando que Scorpius era un chico muy dulce, y eso no era para menos a su edad.

Esa discusión se zanjó con un "no me hagas hablar de cómo te comportabas conmigo a los catorce años, Ronald Weasley". Incluso Ron sabía rendirse cuando la batalla estaba perdida. Harry se rio de la expresión mortificada de su mejor amigo, comió en la "pequeña madriguera" con ellos, e ilusamente, creyó que el mayor problema de ese verano había sido arreglado.

Un hecho interesante sobre ser Harry Potter es que cuando se equivocaba, solía hacerlo en grande.

Ocurrió durante las compras de materiales para el colegio. Los Weasley-Granger, Potter y Malfoy iban juntos por el Callejón Diagón. Hermione tenía atrapados a Draco, Ginny y Astoria en una de las charlas de paternidad que tanto le encantaba dar. Ron cargaba los materiales de su hija y hacía un excelente trabajo fingiendo que no preferiría ir al almuerzo en La Madriguera que acordaron tener más tarde.

Harry contó cabezas cuando entraron a la librería. James se les escapó apenas divisó a uno de los Scamander y Ginny le indicó que ella iba por él. Lily iba prácticamente colgada de Altair, escuchando algo que le explicaba como si se tratase de Merlín mismo aconsejándola. Rose se aseguraba que Hugo tomase también los libros que no le gustaban y Scorpius tenía una sonrisa enorme cada vez que ella le hablaba.

Albus destacaba por el aura de irritación que desprendía y el que nadie se le acercase. Excepto Harry, por supuesto.

—Eh, Al —Le rodeó los hombros con un brazo e ignoró su bufido—, ¿necesitas ayuda para buscar los libros?

No apartaba la vista de cierto punto, y al seguir esa dirección, se percató de que lo que observaba con insistencia era a Scorpius ofreciéndose a cargar el caldero de libros de Rose y Hugo.

—¿No está actuando como un tonto?

—Así se comportan los chicos cuando les gusta alguien, Al, se le pasará o se acostumbrará y será un poco menos...así.

—Es lo mismo —Albus volvió a resoplar.

—Sobre los libros...

Albus se quitó el brazo de su padre de encima y le aseguró que podía buscarlo solo. Desapareció detrás de uno de los estantes, con el caldero en una mano y la lista de útiles en la otra.

Ginny se paró junto a él al instante y le indicó que James seguía con los Scamander, pero Luna lo vigilaba. O Lorcan, más bien.

—¿Por qué Albus está en código violeta de "odio a todo el mundo"? —Ginny arrugó el entrecejo al fijarse en su segundo hijo—. Bueno, más de lo normal, sabes a lo que me refiero...

Harry suspiró y se encogió de hombros.

—Creo que no es la persona más feliz con la relación de Scorpius y Rose.

—Por supuesto que no —Ginny bufó—, era de esperarse.

Debió haberle preguntado a qué se refería con eso.

La situación no fue tan clara para Harry durante ese verano. Algunos quejidos de Albus, ese ruidito frustrado que hacía cuando no quería tolerar algo, y más tiempo a solas en Godric's Hollow, podían significar cualquier cosa. Harry se ofreció a hablar del "tema", fuese el que fuese este, en vano. Ginny decía que, a menos que Albus estuviese muriendo, era poco probable que quisiera conversar con ellos de un asunto como aquel.

Así, los chicos partieron a Hogwarts con un James que no se despegaba de los Scamander, un Albus más irritado de lo usual, y una Lily cada vez más preocupada por su apariencia.

0—

A ese mes de diciembre lo llamaban el "armagedón adolescente".

Albus fue el primero en bajar del tren. Daba zancadas y apenas se detuvo para responder al saludo de su madre, porque Ginny prácticamente lo jaló a sus brazos. James caminaba sin prisas con los Scamander, Lily se despedía de sus compañeras con abrazos y chillidos, y Altair ponía la misma cara de fastidio de cada año cuando su única amiga le decía adiós con un beso en la mejilla.

—¿Y Scorpius? —Le preguntó Astoria a su hijo.

Altair arrugó un poco la nariz e imitó un sonido de besuqueo, apuntando el tren.

—Son un asco.

Ron empalideció.

—Alti, espero que no le hayas dicho eso a tu hermano —mencionó Astoria—, hemos hablado de esto; las cosas que no te agraden a ti pueden ser importantes para alguien más...

—Claro que se lo he dicho, madre, son un asco, y no sólo lo pienso yo. ¿Verdad que es horrible, Albus?

Albus contestó con un sonido frustrado. Ron pasaba a un color todavía más pálido del que conocía, y Hermione le pedía que no fuese a armar un alboroto cuando viese a Rose.

Quizás fuese una broma de Altair, quizás no. Cuando los Weasley-Granger bajaron del tren, Hugo hablaba sin cesar, Rose lo regañaba por algo, y Scorpius cargaba el bolso de mano de la chica.

Harry sintió un ligero codazo que llamó su atención. Draco, a su lado, señaló de forma disimulada a Albus, quien rodaba los ojos y evitaba ver a su mejor amigo y su prima.

—¿Podemos ir a casa de una vez, papá? —gruñó Albus.

—Sabes que vamos a almorzar en La Madri-

Albus lo interrumpió con un sonido de protesta, se dio la vuelta, y se alejó, arrastrando a Altair consigo. Lily los siguió.

—¿Debería preocuparme por eso? —cuestionó Harry, en voz baja.

Draco pareció considerarlo.

—No estoy muy seguro —admitió—, pero no creo que salga bien, con tu intervención o sin ella.

Al final de esas vacaciones, Harry le diría que se merecía un premio a la clarividencia.

0

Ignorando sus claras expresiones de irritación y los soniditos que hacía cuando no pensaba contestar con más que monosílabos, el humor de Albus en verdad no enturbió las vacaciones. El chico era reservado, y sin duda, preferiría lidiar en privado con lo que fuese que le sucediese, así que la rutina en Godric's Hollow continuó normalmente. James iba con sus primos o los Scamander, Lily se la pasaba leyendo revistas y preguntándole por la ropa que usaría para las fiestas, los horarios se alternaban y todos estaban acostumbrados a moverse de una casa a la otra.

Albus comenzó a pasar más tiempo con Altair que con Scorpius. Sospechaba que influía que Scorpius estuviese un poco ocupado dedicándole su atención a Rose. De cualquier modo, ambos eran tan tranquilos que Harry solía verlos compartiendo un sillón en la sala, usando los mismos audífonos, o hablando en voz baja, tendidos sobre la cama de Albus.

Lo de esa noche fue un accidente. En su defensa, podrían no haberlo intentado en la sala. Tuvieron una cena familiar, todos los demás estaban en el jardín, bajo una barrera para la temperatura, ya era de noche, y a Harry le tocó buscar la nueva ronda de bebidas para los adultos. Por precaución de Draco, ninguna bebida alcohólica en la casa podía ser llamada con un accio.

—...no te va a funcionar —Escuchó que advertía Altair, recostado en el reposabrazos del sofá, ya que estaba de frente a Albus, que ocupaba el otro extremo.

—Tal vez sí.

—No, créeme, no funciona así.

—Altair —protestó Albus, dándole una patada sin fuerza.

—Está bien, mira —Altair respiró profundo y negó—. Sólo uno. Verás que tengo razón en cuanto lo intentes.

Albus asintió y se inclinó hacia adelante. Vaciló, se echó hacia atrás, volvió a estirarse, y colocó una mano en la parte de atrás de la cabeza de Altair.

Harry se dio la vuelta y se preguntó qué tenían sus hijos con besar a los Malfoy. No necesitaba ver aquello. Un poco aturdido, sirvió las bebidas.

—...te lo dije —Oyó de Altair cuando iba de vuelta al jardín—, no nos parecemos tanto.

—Creí que no existiría tanta diferencia mientras tuviese los ojos cerrados.

—Si fuese tan fácil, cualquiera lo resolvería con alguien que se le parezca, ¿no?

De nuevo en el jardín, Harry repartió las bebidas, se despidió de Scorpius que iba a entrar para dormir, apartó un vaso de un ansioso James que no tenía edad para el alcohol, y se sentó junto a Draco. Se preguntó si debería contarle.

0—

Claro que un beso no se comparaba a lo que vino después. Una mañana, Albus le preguntó si lo llevaba a comprar algo de ropa. Lily se les unió en cuanto se enteró. Harry no creía que pudiese resultar mal.

Cuando regresaron a casa, Lily tenía una nueva pintura de uñas y broches, y Albus unas botas con pinchos que hacían juego con un brazalete punk idéntico. Le recordaba un poco a la forma de vestir de Teddy.

Bueno, a él no le importaba. Albus se veía cómodo usándolos.

Otro día, Ginny irrumpió en la cocina para saludarlo, después de regresar a los chicos a Godric's Hollow. Harry se giró y se fijó en lo que tenía en el rostro.

—¿Qué es eso...?

Albus entró a la cocina en ese instante, buscó un vaso de agua, y Harry se percató de que él también tenía un punto plateado en la nariz. Miró a Ginny, a su hijo, y a su ex esposa de nuevo. Arqueó las cejas.

—Al quería un piercing en la nariz, así que fuimos y nos hicimos unos a juego —Le contó Ginny. Su sonrisa decía "me encanta la idea", pero los ojos eran un "no tengo idea de cómo acabé en esta situación, hablemos cuando no estemos frente a Al".

Esperó a que Albus hubiese abandonado la cocina para dirigirse a Ginny.

—¿Un piercing?

—Creí que se acobardaría —Ginny lució aturdida—. Eso duele, ¿sabes? No tanto como una maldición, pero duele- y lo llevé, y lo vio, y estaba tan seguro- y después me dije "Ginevra, estuviste en un campo de batalla de adolescente, hazte el maldito piercing con tu hijo" y aquí estamos —Se abarcó el rostro con un gesto—. No le armes un escándalo, ¿sí? Te recuerdo que tú acompañaste a Teddy con sus primeras tres perforaciones y el primer tatuaje.

Harry alzó las manos, en señal de rendición.

—No pensaba decirle nada.

—Bien —Ginny adoptó una nueva sonrisa, emocionada—, ¿no te parece que es lindo? A mamá le dará un ataque, pero si superó que Victoire tenga un tatuaje, seguro que no arma un alboroto por Al...

Esa fin de semana, Molly Weasley soltó un "¡oh, Merlín bendito!" e intentó tocarle la cara a su nieto varias veces. Teddy, en cambio, se echó a reír, encantado por el piercing y los picos de su ropa. Se pasó todo el día abrazando a Albus y diciendo que eran gemelos.

0

Una noche, después de la cena, Albus lo ayudaba secando los platos, cuando se le ocurrió soltar un:

—¿Qué harías si fuera gay, papá?

El hechizo levitatorio de Harry sobre los vasos se tambaleó, pero recuperó el control de inmediato, y carraspeó para disimularlo.

—¿Tendría que hacer algo? —indagó, un poco confundido—. No es diferente a que seas hetero, sólo sabría que quizás vas a traer un novio a casa un día.

—Sí, lo imaginé.

—¿Lo eres?

—Ah, no —Albus acomodó los platos donde correspondía—, no sé, no, sólo...era una pregunta.

Harry aguantó alrededor de dos minutos enteros. Los vasos estaban siendo secados para entonces y no quedaba nada más por lavar.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar, Al? —preguntó, en tono suave—. Si algo te molesta, o te incomoda, o...

—No —replicó su hijo, enseguida.

—¿No?

—No —Albus puso los vasos en su sitio también y bufó—. Bueno...—titubeó.

Harry se giró para encararlo.

—¿Qué pasa?

—Digamos que podría hacerle una pequeña e inofensiva broma a alguien —comenzó Albus, balanceándose sobre sus pies—, y quiero que parezca que no fui yo. ¿Hay una forma de que no se note que fue mi varita?

—¿Completamente inofensiva, Al?

—Sí, papá —Rodó los ojos—. Es una tontería, una especie de juego, nada que importe.

—Y no le dirás el hechizo a James, ¿cierto?

—Nunca —juró Albus, llevándose una mano al pecho.

Harry suspiró.

—Yo no te lo enseñé —advirtió, deslizando la varita fuera de su bolsillo.

Albus sonrió.

—Eres el mejor.

Por esas palabras, valió la pena alrededor de medio segundo. Luego se diría que tenía que aprender cuándo sus hijos tramaban algo que acabaría en desastre.

0

Sucedió el último almuerzo semanal en La Madriguera antes de volver a Hogwarts. Todo aparentaba estar bien, hasta que escucharon un ruido de choque en el piso de arriba, y tres personas rodaron escaleras abajo. Albus quedó tendido en el suelo, Rose encima de él, y Victoire al lado, ambas chicas con el cabello de un horrible y desteñido verde.

—¡Voy a matarte, Albus Potter! ¡Sabías que iba a ver a Scorpius hoy...!

—¡Que no sé de qué estás hablando, loca! ¡De tanto besuqueo se te debe haber dañado el cerebro...!

—¡Hijo de...!

—¡Rose, ya déjalo! —Victoire rodeó a su prima con los brazos e intentó jalarla hacia atrás, antes de que golpease a Albus en la cara— ¡es algo que tiene solución, ven aquí! Debió ser uno de los chicos, o el tío George con una broma tonta, mi madre lo podrá arreglar, hay muchos hechizos y productos que-

—¡Lo pusiste en mi acondicionador, sé que fuiste tú! ¡¿Quién más iba a estar tan enojado y celoso de que yo...?!

—¡Cállate, Rose!

—¡Rose! —Intentó frenarla Victoire, con un chillido impropio en ella.

—¡Seguro que no le has dicho al tío Ron que...!

Ocurrió muy rápido. Rose se zafó del agarre de Victoire y se lanzó sobre su primo, haciendo uso de toda la fuerza y habilidad que podía tener la única chica (y Golpeadora) del equipo de Gryffindor. Ni siquiera vieron bien lo que sucedió, hubo un golpe, un quejido, y luego ambos rodaban por el suelo en un enredo de extremidades y gritos incomprensibles. Victoire se metió en medio y los separó enviándolos a puntos diferentes del pasillo con un hechizo, antes de que los adultos hubiesen llegado a ellos.

—¡Rose Weasley-Granger!

—¡Albus Severus Potter!

Hermione y Ginny no estaban muy contentas.

Un rato más tarde, un hechizo de Victoire sobre el bote de acondicionador de Rose reveló que no parecía modificado con magia. Y Harry tenía la impresión de que era su culpa.

0—

En realidad, fue Draco el que pudo acercarse. Con Ginny terminó discutiendo y a Harry le cerró la puerta en la cara, de esa manera dramática en que creyó que sólo James lo lograba.

Draco entró sin tocar ni esperar permiso, y se sentó en el borde de la cama. Ginny y Harry observaban desde una abertura mágica en la pared, preocupados por tener que intervenir si Albus tenía uno de sus arranques con un adulto diferente a ellos.

Para ese momento, Albus era un ovillo en su cama, de espaldas a la entrada. Ni siquiera se había quitado las botas.

—Puedo curarte el golpe, si quieres, Al.

Albus no le respondió.

—Una vez —mencionó Draco, en voz baja—, le dije a dos de mis amigos que me subieran a un árbol sólo para llamar la atención de alguien. Pero terminé insultándolo, porque no podía decirle algo lindo.

—Qué idiota —masculló Albus.

Ginny tuvo que jalar a Harry para que no entrara a decirle que no le respondiese así a Draco.

Draco, en su lugar, se rio.

—Si hubiese podido teñir a su novia de verde, lo hubiese hecho —aseguró—. Por Merlín, si hubiese sabido convertir su cara en la de un sapo, hubiese estado encantado de hacerlo.

Albus titubeó y acabó por girarse para verlo.

—Normalmente los padres no alaban eso, Draco.

—Yo no lo estoy alabando, estoy diciendo que lo hubiese hecho, y mi "yo" adolescente no es un buen ejemplo para nadie. Estuvo mal. Estarás castigado —aclaró, gesticulando. Albus se sentó lentamente, dirigiéndole una mirada cautelosa—. ¿Pero qué logro con mentirte y hacerte creer que fuimos perfectos a tu edad? No, yo era un idiota. Hice cosas peores. Pero saqué algo bueno de eso.

Ya que Albus no lo interrumpió, Draco se inclinó hacia él y le acomodó el cabello con cuidado. El chico ni siquiera se movió cuando le tocó la cara con la varita para sanarle el golpe que Rose le dejó.

—A tu edad, hay quienes son malas personas desde jóvenes, y quienes sólo son idiotas inmaduros; es difícil darte cuenta de cuál es cuál, porque se parecen mucho. A veces incluso es difícil saber cuál eres tú —indicó Draco—. Durante mucho tiempo, yo fui un idiota un inmaduro, y luego estuve durante años sintiéndome miserable, una mala persona. Pero esto tiene un secreto, Al: las malas personas no se sienten culpables.

Utilizó un especial énfasis en la última palabra y Albus apartó la vista de inmediato. Cuando tuvo el golpe sanado, Draco continuó peinándole el cabello con movimientos suaves.

—Mientras tu estupidez no haya sido muy grande, todo tiene solución; basta con que no lo repitas. No querrás eso para ti. Las malas personas son las más infelices.

—¿Incluso los magos oscuros?

Albus debía querer replicar para eliminar su argumento. Y Draco le contestó con la misma calma.

—Sí, sobre todo ellos. Las personas que están bien consigo mismas no necesitan hacerle daño a otros —Le tocó la frente a Albus, sacándole un vago quejido—. Entonces, ¿qué está mal contigo estos días?

Él no dijo nada por un rato, en que pareció sopesar cómo responderle.

—Rose me golpeó.

—Sabes que te lo merecías, Albus.

—No estuvo bien —Albus le frunció el ceño.

—¿Y lo que tú hiciste sí?

—Ella debería-

 deberías corregir tu tontería —Lo interrumpió Draco—. Si ella no quiere arreglarlo, es su problema, pero que no quede así por tu parte. Que nos hicieran algo malo no nos da derecho a hacérselo a otra persona, y tú empezaste. Y más que eso, lo entiendes. No estarías aquí, sintiéndote mal, si no lo hicieras.

Albus apretó los labios.

—Eres muy maduro y muy listo, y a veces, incluso los chicos así se equivocan y actúan por impulsos estúpidos —Draco se encogió de hombros—. ¿Estás celoso? Comprensible. ¿Estás enojado? Está bien. ¿Te frustra? Claro, y estar frustrado es una mierda. Pero no puedes, no debes, hacerle algo a otra persona para que se sienta igual. ¿Quieres ser ese tipo de persona? ¿Tienes alguna idea de lo que pasa con los que son así?

Albus se talló los ojos y siguió mirando algún punto lejos de Draco.

—Cuando- cuando vi la cara de Rose después de que estaba así- —Sacudió la cabeza.

—¿En qué estabas pensando cuando hiciste eso?

—No sé —La voz se le quebró a Albus y pareció tan enojado consigo mismo—, sólo quería...quería...

Ahogó un sonido frustrado y hundió el rostro en sus manos.

—La odio. Odio no odiarla. Odio haberle hecho eso, odio odiarme a mí por habérselo hecho...—murmuraba entre dientes, demasiado rápido.

—¿Te sentías como si fueses a estallar?

Albus sorbió por la nariz y levantó un poco la cabeza. Asintió, vacilante.

—La próxima vez que te sientas así, iremos a dispararle a objetivos de madera, conozco un hechizo que hace que griten, es muy relajante.

Draco le pinchó un costado con el índice, un punto de cosquillas, y Albus se apartó con un débil quejido.

—¿Y si pasa mientras estoy en Hogwarts?

—Puedes ir por un objetivo a la Sala de los Menesteres —contestó Draco, pensativo—, puedes volar en la escoba, golpear una almohada, o encerrarte en tu dosel con un silencio y gritar hasta quedarte sin voz.

—¿No sería muy idiota si tengo que huir para hacer algo así?

—¿Es mejor hacerle algo a una persona que quieres, Al?

—No —masculló Albus, seguido de un resoplido—. Ya entendí, ¿bien? Voy a pedirle disculpas a Rose, sólo...agh, en serio no quiero verla estos días.

—Discúlpate con los ojos cerrados si te hace sentir mejor, yo tuve que hacerlo un par de veces...

En el pasillo, Harry y Ginny intercambiaron miradas.

—Eso fue...interesante de ver —reconoció Ginny, en un susurro—. Creo que nunca había escuchado a Albus hablar de cómo se sentía, fue...fueron muchas palabras y emociones para el Albus normal.

—Sí, yo tampoco lo había oído —contestó Harry, igual de aturdido, desvaneciendo la abertura unilateral de la pared.

Unos minutos más tarde, Draco abandonó el cuarto, y suspiró al verlos afuera.

—Intenten no ser tan duros —pidió—, va a hacer el contrahechizo y darle una poción que lo quite la próxima vez que se lo lave. También le pedirá perdón. Seguramente hará más tonterías, pero no de este tipo de tonterías.

—Bueno...—Ginny lo sopesó un instante—. ¿Quién no cambió el color del cabello de un familiar alguna vez? Yo le afeité la mitad de la cabeza a George mientras dormía cuando éramos adolescentes. Y luego culpé a Fred, y él lo encontraba tan divertido que no lo desmintió. Mamá nos envolvió con una cuerda mágica hasta que nos disculpamos; pensaba decirle a Ron y Hermione que hiciéramos lo mismo. Supongo...que ya no hace falta.

Ginny le dirigió una mirada confundida y Draco casi le pedía que no se enojase con una expresión vacilante.

Harry se rindió.

—Si pide disculpas, lo arregla y no lo repite, supongo que no necesita un castigo enorme...

—Voy a decirle a Hermione que Al hará la poción y el contrahechizo, eso podría ayudar a calmar a Rose —indicó Ginny, antes de marcharse en dirección a la chimenea.

Draco sujetó la mano de Harry y le dio un leve apretón. Él bufó.

—Voy a malcriar a tus hijos también, ya verás.

Su novio le enseñó una pequeña sonrisa.

—Sabes que es un buen chico, Harry. Necesita corregir su idiotez por su cuenta.

Sí, lo sabía. Había recordado su quinto año cuando lo escuchó hablar con tanta rabia a la que no sabía cómo llamar.

Al menos, Albus no intentó destrozar ninguna habitación.

Harry suspiró.

—Le gusta Scorpius, ¿cierto?

Draco asintió, despacio.

—¿Desde hace cuánto lo sabes?

—Unos meses, un año...—Se encogió de hombros.

En verdad, ¿qué ocurría con sus hijos y los Malfoy?

0—

El día en que los chicos regresaban a Hogwarts, aquel asunto no había sido del todo olvidado. Rose hablaba con su primo, pero las disculpas por golpearlo fueron forzadas por Hermione, y se notaba la tensión entre los dos. Ginny estaba segura de que lo superarían. A su tiempo.

Mientras el primer llamado del expreso sonaba, Albus no paraba de hablar con Draco en susurros contenidos. Lo había apartado en cuanto se despidió de sus padres, y parecía decidido a conseguir algún tipo de respuesta.

Viéndolos así, Harry tuvo una idea muy curiosa. Draco miraba a Albus con ese peculiar cariño con que veía también a los mellizos. Le entregó algo y Albus tuvo que correr para subir al tren.

Vieron el expreso alejarse.

—Realmente espero que no causen otro desastre —murmuró Astoria.

—Es la sangre Potter —alegó Ginny, ganándose un quejido de Harry.

Cuando se alejaron unos pasos, notó que Draco se quedaba rezagado. Tocaba la superficie de un cristal, del modo en que un muggle teclearía un teléfono.

Harry se acercó y le dedicó una mirada curiosa. Su novio le dejó ver el artículo un instante y terminó su respuesta.

—Es un prototipo de George —explicó—, utilizó la idea del espejo que tienes en casa con la función de mensajes de los aparatos muggles.

—¿Eso fue lo que le diste a Albus?

—Sí.

Cuando intentó ver el mensaje, Draco le frunció el ceño y negó.

—Oye, es mi hijo —protestó Harry.

—Hoy me dijo "papá Draco", así que lo siento, Harry, pero no te voy a contar sus secretos —Le palmeó el hombro y siguió a Ginny y Astoria, mientras tecleaba algo más en el espejo mágico.

Harry pensó en cómo hubiese reaccionado años atrás, cuando Albus era apenas un bebé, si hubiese sabido que le estaría contando esas cosas a Draco. No pudo evitar reírse.

—0—

Un detrás de escenas de las curiosas reacciones de Harry:

Harry, cuando Albus lo saca de su cuarto y da un portazo: estás molesto, Al, creo que debemos tomarnos un momento y calmarnos. Estaré en la sala por si quieres hablar, y luego vendré para que...

Harry, cuando Albus le dice a Draco que actuaba como idiota: ALBUS SEVERUS POTTER, NO TE ATREVAS A HABLARLE ASÍ A DRACO.

Y un breve resumen de los mensajes intercambiados por Draco y Al:

Albus: el-que-no-debe-ser-nombrado se quedó dormido con la cabeza en mi hombro.

Draco: ¿cómo te sentiste?

Albus: en pánico.

*

Albus: Scorp me preguntó si quería que me consiguiese una cita con una de sus amigas.

Draco: ¿le dijiste que te van los chicos?

Albus: lo intenté.

Draco: ¿y...?

Albus: entré en pánico.

*

Draco: ¿cómo te sientes hoy?

Albus: bien.

Draco: ¿sin pánico?

Albus: ya me acostumbré al pánico 24/7.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro