Capítulo 9: "Los misterios del universo"
—Esto te emociona mucho, ¿no es así?
—Por supuesto, ¿A ti no?
—No—La mirada del hombre se mantuvo fija en Cécile hasta que ésta hizo una mueca con los labios mientras levantaba los hombros —Quiero decir, no lo estoy como debería porque me siento un poco nerviosa
—Ah, el miedo de las primeras misiones—Laurent sonrió, con sus manos arreglando la larga capa negra de su hija—También lo experimenté, ¿sabes? Puedes verme como todo un experto ahora, pero en mis primeros días como mortífago me moría de miedo. Esto, como el dolor de la marca, desaparecerá pronto
— ¿Tienes mucho tiempo siendo mortífago?
Los ojos de Laurent se achicaron y en sus labios apareció una sonrisa pequeña, casi temerosa. Cécile entendió que, en sus ojos tan claros como el mismo cielo, se forjó una melancolía tan profunda que ella misma pudo sentir la tristeza que emanaba de los ojos de su padre. Laurent apretó su hombro subiendo lentamente por su cuello hasta acunar la mejilla de la aritmante entre sus ásperas manos.
—Casi desde que eras una bebé
—Entonces, ¿me abandonaste únicamente para formar parte de esto? ¿Esa fue tu verdadera razón?
—Sé que mis motivos pueden llegar a ser incomprensibles para ti y quizá estés en lo correcto, pero sólo quiero que sepas que hice lo que tenía que hacer
—Mamá mencionó una vez que nos habías abandonado por alcanzar tus sueños—Laurent suspiró—Que tus deseos eran más profundos que el amor que tenías por tu familia. ¿Este era tu sueño? ¿Convertirte en un mortífago y aterrorizar a las personas?
—Es difícil tener una vida al lado de una persona que no apoya tus decisiones, Cécile. Tu madre no podía apoyarme en esto simplemente porque no lo entendía siendo muggle. Estudié los pasos del señor tenebroso durante años antes de dejarlo todo y unirme a él. Eso te incluyó a ti
— ¿Te sientes culpable? —preguntó ella en un susurro— ¿En tu mente hay aunque sea un poco de arrepentimiento?
—No existe un momento en el día en que no me arrepienta de ello, Cécile—Laurent sacudió la cabeza, separándose un poco para colocarse su propia túnica—Todos los días antes de tu llegada me preguntaba en dónde estabas, si te encontrabas bien o si la vida te había convertido en un espécimen tan maravilloso que me daría la oportunidad de mirarte entre las sombras, pero jamás supe de ti hasta hace poco tiempo cuando Lara Lexington apareció en el mapa. Escuché tu nombre ser murmurado entre nuestras filas, planes creados para derrotar a la Orden del Fénix en dónde tú te encontrabas, sin embargo, nunca creí que en verdad estuvieras tan cerca de mí, así que imaginé que debía tratarse de una curiosa coincidencia.
» Pero luego sucedió la tragedia en el departamento de misterios donde mi esposa murió y aun entre la conmoción pude ver tu cara del otro lado del salón mientras Sirius Black cruzaba el velo de la muerte. Supe que aquella mujer de cabello naranja y ojos de diamantes era la misma pequeña que yo había abandonado años atrás. Aun entonces intenté negarlo porque la pena por la muerte de Bree me hizo delirar, o al menos era lo que quería creer, fue cuando, después de meses y de la boca de Narcissa Malfoy escuché que estabas aquí, que habías sido una espía de la Orden y que cada información que recabamos acerca de los aurores provenía de ti. Fue el mejor día de mi vida porque supe que cada una de nuestras acciones tomó el tumbo correcto porque el destino nos puso donde deberíamos estar; tú llegada me hizo ver que esto es lo mejor, que el señor oscuro logrará sus propósitos y podremos ver el amanecer de una raza de magos de sangre pura.
—Tú no eres sangre pura
—Lo sé y tú tampoco, no obstante, nuestro señor me ha concedido el perdón, ese mismo que te ha concedido a ti
—Dices que escuchaste de mí varias veces, pero yo no pude saber de ti en mucho tiempo, ¿por qué?
—Mantuve un bajo perfil durante mucho tiempo, Cécile, las cosas en este lugar no son tan fáciles como imaginas—Él se paseó por el salón, nervioso de que alguien escuchara sus palabras—Esto es lo que quiero, no tengo ninguna duda, pero en este lugar no encontrarás más que enemigos, personas que no se tentarán el corazón para terminar contigo si con eso pueden ser más afines a Lord Voldemort
» Poco antes de la llegada de Lara Lexington tuve una misión, era lo que había esperado desde hace mucho tiempo porque hasta ese momento mis actividades se mantenían a raya cumpliendo con misiones tan sencillas que parecían absurdas. Muchos aquí dudaban de mis capacidades, sin embargo, eso no me detuvo para demostrarles que el señor tenebroso podía confiar en mí. Entonces se dio la oportunidad.
» Durante mucho tiempo Lord Voldemort estuvo buscando un objeto, quizá el más valioso que existe. Yo no sabía que es lo que quería hacer con él, pero eso no me detuvo de ofrecerme a buscarlo pues, vaya coincidencia, el objeto se encontraba en Francia.
» Tal objeto resultó ser el grial de los tiempos—Cécile comenzó a sentirse enferma—La copa que salió de la tierra a causa del choque de las placas tectónicas en el centro de Francia. Busqué por todos lados, juro que no existió un lugar donde no hubiese buscado, no obstante, la copa jamás apareció. Tuve que comer en lugares aberrantes y dormir en sitios de mala muerte, pero a raíz de eso obtuve información que, si bien no me llevó al grial, al menos me dio la esperanza de que Voldemort no me asesinara ni bien pusiera un pie delante de él
» Resultó ser que la mayoría de las personas en Francia creía que la copa estaba sellada, de alguna manera el grial encontró la forma de protegerse a sí mismo de los forasteros, personas que intentaran robarlo o cualquier cosa de esas. No eran más que leyendas, secretos a voces que mantenían viva la popularidad del grial. Luego escuché que la copa mantenía vida propia incluso dentro del magma, una vida que le pertenecería a la primera persona que lograra descifrar el misterio del universo
— ¿Cuál es? —preguntó en un susurro. Laurent soltó un suspiro que le hizo temblar
—El universo está poseído de fuerzas oscuras, distintos tipos de oscuridad revisten el cosmos de una manera interminable; se alinean, circunscriben la tierra y eso es lo que tenemos. La magia oscura, la magia blanca son resultado del universo, nuestros poderes son un regalo del espacio, Cécile
» El misterio del cosmos es algo que no todos pueden resolver, es casi imposible, nuestro señor lo sabía perfectamente, es por eso que se molestó muchísimo cuando las palabras salieron de mi boca. Sólo un mago muy temerario podría realizar el encantamiento sin temer a las consecuencias. Luego supimos atar cabos y después de la llegada de Lara Lexington lo supimos: sus poderes, aquellos que aletargaban la oscuridad... eran la respuesta al misterio del universo
Los ojos de Cécile se ensancharon recordando que, hacía muchos años atrás ambas habían tenido un encuentro cercano con el grial de los tiempos. Cécile sabía dónde estaba y sabía también que su sangre y la de Lara, tan mezcladas como sus lazos lo permitieron, permanecía impregnada en el oro mágico del grial. Sus hombros se tensaron al pensar que, contra todo pronóstico, Lara Lexington se había convertido en la dueña del grial y, por lo tanto, la persona más poderosa del mundo.
—Por supuesto que a mi regreso tuve un castigo—Continuó su padre, sorbiendo la nariz—Y ha terminado hace apenas unos años, por la magnitud de mi falta. Con todo, nuestro señor sabe que el grial está ahí, pero no donde
—Oh. Entonces... ¿Intenta tenerlo para...?
—Bueno, ahora que tiene los poderes universales sería más sencillo poseer la copa, pues es lo único que le falta para que se convierta en el ser más poderoso y poder derrotar al niño que vivió.
—Los poderes... ¿Sabes dónde los conserva?
—Nadie lo sabe, aunque intuimos que debe estarlos conteniendo en un objeto muy poderoso que mantenga los poderes vivos y listos para usarse
—Vaya
—Sí, creo que es demasiada información para digerir —Él le dio una sonrisa pequeña mientras le pasaba su máscara—Los chicos vuelven mañana a Hogwarts y no podemos perder más tiempo. Debemos conseguir a Ollivander y traer con nosotros el armario evanescente antes del amanecer, ¿Sabes que es lo que tienes que hacer?
—Si—respondió intentando no hacer notar sus nervios. Laurent sonrió
—Perfecto. Estoy muy orgulloso de ti, pequeña
Cécile nunca supo lo que era que alguien se sintiera orgulloso de ella, por lo que las palabras de su padre le hicieron incluso tambalearse por la sorpresa. Cécile se aferró a sus hombros mirándole directamente a esos ojos tan azules que le recordaban a los de Charlie. Fue entonces que entendió lo parecida que era a su padre; ambos habían viajado hasta ahí con la esperanza de cumplir con un propósito abandonando a los que hasta ese entonces eran su familia. Laurent les abandonó a ella y a su madre y Cécile hizo lo mismo con Charlie, Lara y todos los Weasley.
Pero en ese momento, luego de meses, tenía su primera pista concreta, el primer paso de la lista interminable del viaje que debía emprender. Estaba decidida: luego de arreglar el armario tomaría sus cosas y volvería a Beauxbatons en busca del grial de los tiempos; lo escondería en una parte tan remota del mundo que Voldemort no lograría encontrarla ni en sus más remotos sueños, después le devolvería sus poderes a Lara y haría que la magia oscura desapareciera para siempre. Sí, eso sonó bien en su cabeza, ignorando totalmente el hecho de que en una parte de su viaje tendría que encontrarse cara a cara con la Orden del Fénix y lo que era peor... con Charles Weasley.
Cécile se apartó de su padre con los labios apretados
—Esto no hace que nuestra relación cambie, ¿sabes? Aun no confío en ti
—Me extrañaría si lo hicieras hija, pero no te preocupes, antes de que el curso termine, prometo que podrás perdonarme y formaremos esa familia que yo sé que necesitas
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