Capítulo 10: "Secretos revelados"
Las noches de Charles Weasley se convirtieron en largas y silenciosas sesiones de autorreproches mientras miraba por la ventana desde lo alto de su habitación en la madriguera.
Acostumbrado ya a la falta de sueño, la presencia de su hermano mayor durante la madrugada no le pareció algo del otro mundo. No fue hasta que notó su rostro cargado de preocupación que se despegó de la ventana, guardó la carta de Cécile en un rincón del alfeizar -él leía las ultimas palabras de la aritmante cada noche- y se acercó a Bill que parecía encontrarse en una especie de limbo. Charlie frunció el ceño, cogiéndolo por los hombros.
—Hermano, ¿estás bien?
—Yo... si—respondió en un susurro, meneando su cabeza de un lado a otro como si quisiera despejarla de una idea absurda. Los ojos de Charlie se entornaron hasta que estuvo seguro de que su hermano mayor le hablaba con la verdad—Si, estoy bien. Sólo venía para avisarte que surgió un asunto con la orden
—¿Asunto?
—Parece ser que los mortífagos han estado muy inquietos últimamente—mencionó, bajando la voz hasta convertirla en un susurro. Charles entendió entonces lo cansado que Bill debía sentirse. No estaba haciéndose cargo únicamente de la orden del Fénix, sino de un niño pequeño y de una próxima esposa irritada por las hormonas del embarazo. El pelirrojo de los dragones sintió asco de si mismo, por encerrarse en su propio dolor y no haberse dado cuenta antes de que un peso muy grande había caído en los hombros de su hermano mayor—Acabo de recibir un mensaje de Kingsley diciendo que les han estado siguiendo la pista durante las últimas semanas. Al parecer los mortífagos tienen asuntos pendientes con alguien dentro del callejón Diagon lo suficientemente importantes como para que hayan montado guardia a lo largo de la calle
—¿Los demás miembros lo saben?
—Van de camino. Ya le he informado a papá y a mamá del asunto, pero ellos prefieren quedarse aquí para cuidar de los chicos. Mañana se irán a Hogwarts y quieren llevarlos ellos mismos al andén. Nosotros tendremos que alcanzarlos en el castillo
—De acuerdo—Charlie examinó el rostro afligido de Bill, intuyendo que algo más estaba detrás de su excesiva preocupación. Aun así, prefirió no preguntar, sino enfilarse junto con Bill hacia las escaleras bajándolas de una en una intentando no hacer ruido—¿Avisaste a Lara de esto?
Bill sacudió la cabeza.
—Oh, William...
—Lo ultimo que necesito ahora es inquietarla. Mamá dijo que el estrés es malo en un embarazo y no quiero que Lara tenga un asunto más del cual preocuparse, ya hice demasiado con decirle que no le llevaría a Hogwarts con nosotros. Como era de esperarse, se puso furiosa
—Me imagino—Charlie soltó una risa suave mientras se colocaba una bufanda tejida alrededor del cuello. Bill frunció los labios—Pero sabes que a ella le preocupa lo que pueda pasar en el castillo. Antes Lara tenía un poco de control sobre la seguridad del colegio, con el asunto de sus poderes y tal, pero ahora que ya no los tiene... es difícil para ella, para todos, en realidad
—Sólo espero que esto termine pronto—Bill se encaminó hacia la puerta, abriéndola despacio. Charles salió detrás de él para luego asegurar la casa para que nadie pudiese abrirla por fuera antes del amanecer. Ambos hermanos bajaron la ladera hasta alcanzar las faldas de la colina y aparecerse justo en la calle inicial del callejón Diagon—Sinceramente creo que estamos en una notoria desventaja
—¿A qué te refieres?
—El número de aurores ha disminuido considerablemente en los últimos días y eso no nos ayuda en nada
—Aún tenemos a los Longbottom
—No podemos dejarles todo el peso de la guerra a Frank y Alice. Ellos apenas se han recuperado de su locura y...
—Están listos para pelear—Le aseguró Charlie enfilándose junto a Bill hacia el callejón que se extendía un par de calles. Cada una de las tiendas se encontraba cerrada, con las luces apagadas y aparentemente solas. Había un silencio profundo, tanto, que la piel de Charlie se erizó—Así como nosotros
Se detuvieron unas cuadras antes de llegar al sur del callejón cuando Nymphadora Tonks los detuvo a mitad de camino. Llegó corriendo hacia ellos, desenfundando su varita y haciendo hacia atrás sus cabellos azul centelleante que le caían por la cara. Bill arrugó el ceño, notando que Remus Lupin se aproximaba también a paso rápido, con la respiración agitada y la frente marcada cubierta de sudor.
—Que bueno que llegaron—anunció Lupin jalando tanto aire como pudo—Necesitamos refuerzos
—¿Refuerzos? ¿para qué?
—Los mortífagos atacaron la tienda de Ollivander—Respondió Tonks con una mirada preocupada—Frank, Alice y Ojoloco lograron detenerlos pero no encontramos a Garric por ningún lado. Tal parece que se lo han llevado
—¿A Ollivander? ¿Para qué lo querrían consigo?
—No lo sabemos, pero debió ser algo sumamente importante para que lo tomaran siquiera en cuenta. No podemos perder más tiempo, vamos
Siguieron a Lupin por las calles hasta que lograron ver un espeso humo negro que se levantaba del techo de la tienda de varitas que yacía hecha pedazos en el asfalto de la calle. Del otro lado del bulevar estaban los aurores, peleando con tres mortífagos cubiertos completamente por túnicas y velos negros mientras que sus caras se escondían detrás de las máscaras que estaban obligados a usar. Los hermanos Weasley desenfundaron sus varitas, esquivando los ataques del mortífago más alto
Charlie imaginó que aquellos tres hombres debían ser no mas que una distracción para que otros mortífagos cumplieran con una tarea más importante, aunque no entendía muy bien de que podía tratarse. Los siete formaron una barrera delante de los mortífagos repeliendo los ataques que hacían llover luces de colores que iluminaron el cielo oscuro del callejón. Frank y Remus se separaron, diciendo que, con un poco de suerte, lograrían encontrar a Garrick Ollivander y llevarlo a la madriguera, ponerlo a salvo y terminar con esos tres mortífagos.
Charlie y Tonks se unieron, luchando contra un mortífago que contratacaba con una facilidad que a ambos les parecía conocida. Otro de los aliados oscuros peleaba contra ojoloco y el más fuerte de ellos estaba librando una fuerte batalla en contra de Kingsley, Alice y Bill.
El segundo Weasley caminó detrás del mortífago atacándolo en esa dirección mientras que Tonks intentaba desarmarlo. Uno de los hechizos de Charlie le golpeó la espalda, arrebatándole un agudo quejido que paralizó la mente de Charlie.
Quizá se había tratado de una mala jugada de su cerebro, pero él estaba casi seguro de que aquella voz era demasiado parecida a la de cierta aritmante que le había abandonado hacía no mucho tiempo. Sus ojos vagaron por el cuerpo tambaleante del mortífago hasta posarlos en Tonks que, aun estando del otro lado, pareció darse cuenta de aquella curiosa casualidad. El enemigo terminó por caer de rodillas en el suelo y los demás se detuvieron de manera sucesiva. El hombre que peleaba con Ojoloco se detuvo, corriendo hasta su compañero para ayudarle a levantarse provocando que el mortífago más alto caminara hacia ellos con la varita alzada, listo para repeler cualquier ataque imprevisto.
—Tranquilo—Charles escuchó de nuevo esa voz melodiosa golpeada detrás de la máscara. Su corazón latió como un loco—Estoy bien
—Es mejor que nos vayamos—le dijo su compañero en un tono de voz tan apagado que todos dudaron si ellos realmente estaban conscientes de a que lado pertenecían. El hombre se retiró la mascara a lo que Charles le reconoció como uno de los Nott; el mayor de ellos hizo lo mismo, tratándose de Laurent Lombard. La respiración de los miembros de la Orden se detuvo, mirando con sorpresa el rostro conocido del ultimo mortífago que se retiró la careta.
Charles bajó su varita, creyendo que en cualquier momento sus rodillas se doblarían
—... ¿Cécile?
Los ojos de Cécile se encontraron con los de Charles en una gama de sentimientos que ninguno supo explicar. Ambos habían dejado de verse desde hacía ya algunas semanas, sin embargo, eso no les detuvo para dejar de pensar en el otro día tras día y noche tras noche. Charlie dio un par de pasos hacia ella, siendo detenido por Laurent quien, tan arisco como sólo él podía serlo, cubrió a Cécile detrás de su espalda, amenazando directamente al pelirrojo de los dragones.
—Un paso más y te mueres, Weasley
—No, déjalo—pidió ella en un susurro. Los ojos de Charlie se cristalizaron porque no entendía nada. Bill se acercó con precaución, tomando fuertemente su varita—No vale la pena
Laurent sonrió con sorna.
—Tienes razón, ¿Qué tanto puede valer la vida de uno de los hijos de Molly y Arthur Weasley? Creo que incluso estaríamos haciéndoles un favor
—No—le detuvo Charlie cuando Bill tuvo intenciones de atacar a Laurent. Su mirada estaba fija en Cécile que lo miraba de vuelta aunque su mano derecha estuviese atada con firmeza a la de Alexander Nott—No, William
—Eres sabio, muchacho. No se equivoquen metiendo sus narices donde no les concierne o toda su familia podría pagar las consecuencias
—Papá—habló Cécile, fijando su vista en el rostro desconcertado de Charlie—Ya basta
Los aurores fruncieron el entrecejo casi de inmediato, sincronizados por el impacto que aquello les causaba. ¿Cécile Brodeur hija de uno de los más terribles mortífagos de Lord Voldemort? La sangre de Bill hirvió, intentando lanzarse encima de Laurent, acto que su hermano impidió más por reflejo que por las ganas de seguir escuchando frases que estaban rompiéndole el corazón.
Ojoloco terminó con la charla al lanzarle un hechizo a Laurent que lo hizo tambalear, luego se le sumó Alice y Kingsley y después Bill, atacando a los tres mortífagos cargados de rabia. Tonks se quedó en su lugar, notando con sorpresa como la mejor amiga de su hermana estaba atacándolos con una sola de sus manos mientras que con la otra ejercía presión en la herida que el propio Charlie le había provocado.
No pasó mucho tiempo para que Charles y Cécile se vieran las caras en la batalla pues tanto Alexander y Laurent, como los magos poderosos que eran, lograron mantener a los demás a raya, mientras que el hombre de los dragones y la aritmante se encerraban en una burbuja de la que solo ellos eran parte.
—¿Por qué lo haces? —le preguntó en un hilo de voz. Ella suspiró—Cez, si lo estás haciendo por Lara...
—No lo hago por ella—mintió lo mejor que pudo aunque en los orbes azules de Charles vio un destello de desconfianza que le estrujó el corazón—Ni por ti, ni por nadie. ¿Qué no te das cuenta? La Orden no podrá vencer jamás a Voldemort aun teniendo a los Longbottom de su lado. Olvídalo, Charles, se acabó. No puedes seguir luchando por una causa perdida
—Cécile, sé que estás mintiendo, cariño
—No lo hago y tú no sabes nada sobre mí. Encontré a mi padre con los mortífagos y no pienso abandonarlo
—¡Charlie! —Bill gritó, lanzando un hechizo directamente hacia Cécile, pero Charles lo desvió, dándoles tiempo a los otros dos hombres para acercarse a Cécile y transformase en una bruma negra que ascendió por el cielo hasta agruparse con otras tantas que escaparon de Borgin & Burkes en el callejon Knockturn. Bill se acercó a él, completamente furioso— ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! ¡Los has dejado escapar!
Pero la verdad era que Charles ya no estaba seguro de nada. En lo único que podía pensar era en el enorme vacío que sentía en el pecho y lo revuelto que se encontraba su estómago. Era incapaz de reconocer a la mujer de la que se había enamorado; no sólo porque ella le hubiese abandonado para unirse a los mortífagos, sino porque jamás tuvo el tacto de mencionarle que su padre -a quien Charlie creyó había abandonado a Cécile desde muy pequeña- en realidad era uno de los aliados mas fuertes de Lord Voldemort y que además, parecía haber encontrado a alguien para llenar su espacio vacío.
Charles Weasley ya no estaba seguro de si alguna vez llegó a conocer a Cécile Brodeur de verdad
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