Capítulo 1:"La otra cara de Severus Snape"
Cécile no le tuvo miedo a la noche ni aun cuando esta llegó acompañada de una lluvia torrencial que mantuvo alerta a toda la ciudad. Las calles estaban inundadas de cabo a rabo mientras caminaba a través de las calzadas estrechas y adoquinadas, su capa negra rozaba en el piso levantando charcos de agua enlodada, pedazos de hierba y sanguijuelas que se arrastraban hacia la orilla del río. Cécile cubrió con más insistencia su rostro con la capucha oscura esperando a que nadie –o que las pocas personas que osaban salir con ese clima- la reconocieran.
Ya no podía volver, la decisión estaba tomada sin posibilidades de arrepentirse, ella todavía recordaba el dolor de su partida anticipada, de la manera en que aquella carta le había hecho sentir la mujer más miserable del planeta. Abandonó la madriguera justo después de que la familia Weasley cerrara las puertas para echarse a dormir, aprovechando que una de las ventanas de su habitación permanecía abierta para saltar fuera, no sin antes colocar su carta en la mesa al lado de su cama lo más cerca de Charlie para que fuera eso lo primero que viera al despertar por la mañana.
El camino hasta Spinner's End le tomó gran parte de la madrugada a pesar de que era una calle relativamente fácil de encontrar, el problema fue descender por la colina lejos de la madriguera para luego tomar la carretera que conduciría a Cokeworth. Los pies le ardían terriblemente, sin embargo, ese no fue impedimento para que Cécile continuara corriendo.
Dio vuelta en una esquina y se dio la oportunidad de respirar por escasos segundos antes de que notara movimiento en una de las tantas casas escondidas detrás de columnas y columnas de ladrillo rojo. La lluvia se intensificó obligándola a coger la aldaba de la puerta y golpearla contra la madera tantas veces como pudo.
El agua que caía del cielo le nubló los ojos negándole el distinguir la figura que se dibujó a través del pequeño mosaico, tallando sus fanales con el dorso de sus manos, Cécile dio un respingo al encontrarse cara a cara con Severus Snape
—Lamento haber venido a estas horas—se disculpó Cécile notando las ropas de dormir del hombre—No es apropiado de mi parte, pero era de suma importancia que hablara con usted
—No creo tener asuntos de los cuales tratar contigo—habló Snape aun aturdido por la presencia de la chica que, entrando a la casa sin una invitación, se deshizo de su capa empapada—Ni tampoco creo haberte invitado a pasar
—Necesito su ayuda
—Eso es evidente—Snape alzó una ceja y chasqueó los dedos, Cécile no supo que era lo que esperaba hasta que notó a un hombrecillo con cara de roedor acercarse con una bandeja con dos vasos y una botella de lo que parecía ser vino—Aunque lamento informarte que no podré ayudarte
—Ni siquiera sabe a qué he venido
—Cierto, pero aun si lo supiera seguiría negándome
—Por favor—Cécile se avergonzó de lo suplicante que su voz sonó—Usted es el único que sabe lo que hay más allá de las puertas de la Orden, es la única persona que puede salir bien librado de un mundo viciado por la maldad
La espalda de Severus se tensó, caminando hasta la mesa de centro donde el hombrecillo dejó la bandeja. Él le hizo una seña para que se retirara a lo que el desconocido chilló en indignación antes de alejarse.
— ¿A qué te refieres?
—Frank y Alice Longbottom nos contaron todo—Cécile lo vio llenar ambas copas con el líquido rojizo—Lo que pasó en la primera guerra mágica, la manera en que los torturaron... su participación en el bando contrario, profesor. La manera en que usted no movió un solo dedo para derrotar al señor tenebroso... sé que es un doble agente, no puede negármelo
—No, no lo haré—Severus se giró hacia ella, entregándole la copa rebosante de vino. Cécile la aceptó bebiendo el líquido de un solo golpe—Pero eso sigue sin decirme nada sobre el asunto por el que has venido
—Todos en la orden sospechan de usted, sabe que ninguno confía cien por ciento en su supuesta regeneración, que incluso Sirius estaba convencido de que era una completa mentira. Yo lo creo
—Y si es así... ¿Por qué ninguno me ha impedido seguir en la Orden?
—Dumbledore fue quien le otorgó el perdón, fue él quien les aseguro a los miembros que usted era de fiar, que sus errores habían sido perdonados. La razón por la que ninguno le ha impedido continuar con su labor dentro de la Orden es porque ellos confían en Albus Dumbledore, pero yo no. Y ese es el motivo principal que me ha traído hasta aquí—Cécile tomó un gran respiro antes de continuar—Esta noche abandoné oficialmente el cuartel general de la Orden del Fénix, señor, con la intención de... de unirme a los mortífagos
—Esa es la estupidez más grande que he escuchado—Snape frunció el ceño—Vuelve a casa antes de que la noche te trague como a un insecto
—Hablo en serio
—No podrías ser un mortífago ni aunque volvieras a nacer—le advirtió, dándole un sorbo a su copa—Necesitas tener un carácter más fuerte, no dejarte llevar por sentimentalismos y ya ves, eso es justamente lo que te trajo aquí
—Sé que existe una manera de ayudar a Lara—añadió, mirándole fijamente—La serpiente succionó sus poderes, clavó sus colmillos en los ojos de Lara como si supiera a la perfección que esa era la fuente de sus habilidades. Hay algo más en todo esto, profesor, algo que necesito descubrir
— ¿Y que si no lo haces? ¿si te das cuenta de que los poderes de Lara se han ido para siempre y no puedes volver a lo que dejaste atrás? Puedes convertirte en un mortífago, vivir rodeada de ellos y asesinar a personas inocentes, todo eso con la intención de salvar a una chica ciega que no podrá recuperar la vista a menos que sus poderes le sean devueltos. Si te vuelves uno de ellos, pero no logras encontrar lo que buscas... ¿entonces qué harás?
—No lo sé y no me importa—Cécile se llevó ambas manos a la frente, desesperada—Estoy segura que el señor tenebroso ha hecho algo, que ha resguardado esa luz en alguna parte... debo intentar al menos ayudar a Lara, devolverle la vida que se le ha arrebatado
—Antes dijiste que no confiabas en Dumbledore, sin embargo, hoy estás aquí pidiéndome favores sin importar que trabaje para ambas partes, ¿a qué se debe tremenda tontería?
—Durante la última batalla en el departamento de misterios varios mortífagos me vieron peleando con la Orden, a raíz de eso no me permitirán ser parte de ellos, descubrirán mis propósitos. Estoy pidiendo que me ayude a ganarme su confianza, lograr entrar en su círculo y descubrir a donde han enviado la vista de Lara
Severus lo meditó por un segundo bebiendo copa tras copa de vino. El sol comenzó a salir por el horizonte provocándole a Cécile unas tremendas ganas de vomitar al pensar que para esas alturas Charlie ya debía haber leído su carta.
—Puedo hacerlo, si—Cécile suspiró—Pero antes me gustaría saber qué es lo que gano yo con ayudarte
— ¿Qué es lo que quiere?
—Lara Lexington tiene en su poder un collar muy peculiar, quizá no es el mismo que reconocí hace varios años atrás, pero es muy parecido al de alguien muy cercano a mí y por alguna razón, ella lo posee. Quiero que me lo entregues
— ¿Qué?
—Ya oíste
La cabeza de Cécile comenzó a dar vueltas sin saber si aquello que estaba haciendo era lo correcto o si todavía estaba a tiempo de arrepentirse, volver a la madriguera y decirle a Charlie que lo ocurrido había sido una broma, no obstante, esa ya no era una opción, su tarea principal era unirse a los mortífagos, descubrir sus planes y volver a la Orden tan pronto como pudiera.
No estaba segura de querer quitarle su más preciada posesión a su mejor amiga, pero la verdad era que para esas alturas Cécile ya no estaba segura de nada. Al final suspiró, asintiendo.
—Lo tendrá
— ¿Cuándo?
—Pronto, tanto como usted me ayude a formar parte de los mortífagos
—No será fácil, tendrás que hacer sacrificios. Dime, ¿estás dispuesta a enfrentarte a pruebas tan complicadas que tu propio cuerpo no aguantaría?
— ¿Pruebas? ¿Cómo cuáles?
—Aceptar la marca tenebrosa es una de ellas—dijo, mostrándole su brazo izquierdo— ¿Estás preparada para eso?
—Yo... yo no...
—Severus
Ambos guardaron silencio porque la voz de Bellatrix Lestrange inundó el salón tan pronto como ella y su hermana Narcissa aparecieron frente a la puerta con las ropas mojadas y el cabello agolpándose en sus rostros. Cécile se tensó cuando, de la misma manera en que un depredador lo haría, Bellatrix comenzó a rodearla, observándola de arriba abajo con la varita en alto, apuntando directamente a su rostro. La francesa arrugó los labios intentando ignorar el hecho de que en ese momento su suerte estaba echada
—No seas maleducada Bella, no se intimida a las visitas
— ¿Visitas? —Chilló indignada— ¡Ella es parte de la Orden! Yo misma la vi en el departamento de misterios, estaba peleando al lado de Alice Longbottom, ¡Es una espía! —Bellatrix se paseó por el salón mientras su hermana tomaba asiento frente a ellos— Si el Señor Tenebroso supiera que tienes a un auror en tu casa, Snape, entonces él por fin se daría cuenta que has estado traicionándolo todos estos años
—Es curioso que lo menciones, ¿crees que el mismo Señor Tenebroso no se ha detenido a pensar eso mismo? Por supuesto que sabe que mi actuación ha sido impecable pues he logrado engañar a uno de los magos más grandes de todos los tiempos. Sólo un tonto subestimaría el poder de Dumbledore—mencionó al notar la mueca de disgusto de Bellatrix—Por otro lado, no estoy obligado a explicarte lo que haga o deje de hacer. Si no le rindo cuentas a mi Señor, mucho menos lo haré contigo, Bellatrix
— ¿Por qué no regresaste de inmediato cuando él renació? ¿Dónde estabas hace unas semanas, cuando luchamos para recuperar la profecía para el Señor Tenebroso? ¿Y por qué sigue Harry Potter con vida, Snape, si lo has tenido a tu merced durante cinco años?
—No volví por la misma razón por la que no lo hicieron Avery, Yaxley, los Carrow, Greyback, los Augury, Lucius...—Snape inclinó la cabeza hacia Narcissa—Y también muchos otros
— ¡Yo habría estado ahí en segundos! —Chilló, mostrándole los ennegrecidos dientes a Cécile. Snape dio un paso adelante, levantando uno de sus brazos para que la francesa quedara totalmente cubierta por su capa de dormir—Si mi Señor me necesitaba... yo habría estado ahí sin dudarlo
—Pero no lo hiciste
— ¡Porque estaba en Azkaban!
— ¿Y eso fue lo que te detuvo? —Sentenció Snape— ¿A quien es según tú misma, el mejor y más leal mortífago de todos? De haber sido así, unas cuantas paredes no hubiesen correspondido problema alguno, pero ya ves, tardaste años para lograr salir de ese lugar nauseabundo mientras yo cumplía con mis tareas a la perfección
—¡Mientras yo soportaba a los dementores, tú estabas muy cómodo en Hogwarts haciendo de mascota de Dumbledore!
—No exactamente —la corrigió Snape con impavidez—. Dumbledore no quería darme el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, ya lo sabes. Por lo visto, temía que eso pudiera provocarme una recaída, tentarme a volver a las andadas.
—¿Fue ése tu gran sacrificio por el Señor Tenebroso, no enseñar tu asignatura favorita? —se burló ella—. ¿Por qué te quedaste allí tanto tiempo, Snape? ¿Seguías espiando a Dumbledore para un amo al que creías muerto?
—No, nada de eso. Y el Señor Tenebroso está muy satisfecho de que no abandonara mi empleo porque, cuando regresó, yo poseía dieciséis años de información sobre Dumbledore, un regalo de bienvenida mucho más útil que un sinfín de recuerdos de lo repugnante que es Azkaban...
Cécile se quedó parada en su lugar escuchando cada palabra que salió de sus acaloradas bocas. Sus ojos se pasearon por todos lados hasta que en un momento cayeron en Narcissa para darse cuenta de que ella también la observaba. Más allá de que sintieran la incomodidad del asunto, Narcissa se mantuvo en silencio, sin quitarle la vista de encima a Cécile quien se rehusaba a perderse de aquél encuentro tan extraño. Narcissa Malfoy hizo un asentimiento con la cabeza, sonriéndole de lado sin que los otros dos se dieran cuenta.
Bellatrix Lestrange parecía estar loca de furia.
—La protección de Dumbledore me benefició, no voy a negarlo, sabes que en el tiempo en que la guerra terminó el ministerio comenzó a cazar a los mortífagos y el hecho de que Albus me hubiese concedido el perdón me favoreció tanto como lo perjudicó a él. Fue un arma de doble filo, supongo yo
—Todos hemos hecho sacrificios más grandes que los tuyos—Bellatrix dio una patada levantando un nubarrón de polvo—Y sin embargo él sigue prefiriéndote a ti, contándote todo, haciéndote participe de sus más importantes planes... sin saber que has estado traicionándolo no sólo haciéndole creer que sigues de su lado, sino admitiendo a un miembro de la Orden en tu propia casa
Por primera vez en lo que iba de la mañana Cécile vio a Snape rodar los ojos sin tener la disposición de seguir escuchando a la mujer que no dejaba de chillar de indignación. Se sirvió una copa más de vino pidiéndole a Cécile con la mirada que no se apartase de él.
—Ya te he dicho que no tengo porqué explicarte mis asuntos y respecto al porqué ella está aquí no te incumbe, tú misma lo has señalado, ésta es mi casa y estará en ella cualquier persona que a mí se me pegue la gana, ¿entendido? Ahora—Severus suspiró luego de que Bellatrix berreara una vez más en su dirección desde una de las esquinas de la sala—Será mejor que me digan a que han venido antes de que me tome la molestia de pedirles que se vayan. Nuestro Señor ha dado órdenes estrictas sobre no dejar el cuartel
—Lo sé, Severus, y no habría hecho lo contrario de no ser algo de suma importancia. Es sólo que estoy convencida de que eres el único que puede ayudarme. Lucius está en prisión y...—Cerró los ojos y dos lágrimas le rodaron por las mejillas—El Señor Tenebroso me ha pedido que no lo comentara con nadie, pero...
—Si él te lo ha prohibido será mejor que guardes silencio
— ¡Es lo mismo que yo dije! —Bellatrix emergió de nuevo, saltando sobre Cécile—Y más cuando hay una espía en el mismo salón
— ¿Qué hace ella aquí, Severus? —preguntó Narcissa— ¿Por qué la tienes en tu casa?
—Cécile Brodeur es quien me ha ayudado a obtener más información acerca de la Orden durante los últimos meses—Mintió. Cécile sintió su sangre helarse—No es un miembro de la Orden, es mi aliada. Ella sólo se hizo pasar como tal para ayudarnos en nuestros propósitos
—No te creo
—No me interesa que lo hagas—Severus encogió los hombros—Será mi Señor quien decida eso. Cécile sabe que ahora somos más fuertes que toda la Orden del Fénix junta, por lo que no necesita seguir fingiendo lealtad a donde no pertenece
—Así que... ¿fue ella quien reveló la condición de Lara Lexington?
—Es la responsable de todo nuestro progreso hasta ahora. Gracias a su oportuna ayuda es que hemos logrado despojar a Lara Lexington de sus poderes—Cécile lo observó con horror—Cécile Brodeur es mi espía y me gustaría que la recibieras en tu casa por mí, Narcissa
—Eso no será un problema—Ignoró los chillidos furiosos de su hermana mientras miraba los ojos de Cécile fijamente—En tanto pagues mi favor con el tuyo
— ¿Qué deseas?
—La misión que se le ha dado a Draco... él todavía es un niño, Severus—La mujer parecía estar a punto de llorar—Es demasiado peligroso y estoy segura que es una especie de venganza por el error de Lucius en el departamento de misterios. Voldemort... nuestro señor... él quiere castigar a mi único hijo, es por eso que lo ha elegido para...
— ¡Draco debería estar orgulloso! —opinó Bellatrix—El Señor Tenebroso está concediéndole un gran honor
—Tiene dieciséis años, aún no sabe las repercusiones que puede traerle el cumplir con esa absurda misión. Severus, él confía en ti... ¿Podrías convencerlo? Hacer que cambie de opinión
—El Señor Tenebroso no se dejará convencer y no soy un idiota para intentar hacerlo
—Tú podrías hacerlo. Tú podrías hacerlo en lugar de Draco, Severus. Lo conseguirías, claro que lo conseguirías, y él te recompensaría mucho más que a cualquiera de nosotros...
—Narcissa...
—Por favor Severus, estoy suplicándote—dijo, cayendo de rodillas ante el hombre mientras lloraba. Snape la tomó por los brazos, levantándola
—No es necesario que lo hagas, Cissy. Por favor, no te arrodilles nunca jamás. Yo... protegeré a Draco, eso es todo
— ¿Cumplirás con el cometido? —Le apuró—Si Draco falla... ¿tú terminarás el trabajo por él? ¿Lo harás?
—Si
—Júralo
—Lo juro
—Así no—Bellatrix sonrió, acercándose paso a paso—Hazlo con el juramento inquebrantable
—No creo que sea necesario
— ¿Porqué? ¿Por qué de esa manera no estarás obligado a cumplir con tu palabra? Nos hemos conocido por años, Severus, todos en casa sabemos que la palabra de un Snape no vale nada
—Cierra la boca—Cécile lo vio aproximarse hacia Narcissa, ofreciéndole su brazo. Bellatrix dejó de sonreír—Haz algo útil y saca tu varita, Bella. Terminemos con esto de una vez
La mujer saltó en su lugar un par de veces antes de hacer lo acordado y unir sus manos en una maraña de luces doradas que se aferraban a sus muñecas como esposas. Cécile observó todo desde el lado contrario de la habitación sin convencerse del todo si aquello valía la pena. Bellatrix se carcajeó para luego susurrar:
—Digan sus términos y el pacto quedará sellado
—¿Juras vigilar a mi hijo Draco mientras intenta cumplir los deseos del Señor Tenebroso, Severus? —preguntó Narcisa.
—Sí, lo juro —respondió él. Una delgada y brillante lengua de fuego salió de la varita y se enroscó alrededor de las dos manos como un alambre al rojo.
—¿Y juras protegerlo lo mejor que puedas de cualquier daño?
—Sí, lo juro.
Una segunda lengua de fuego salió de la varita, se entrelazó con la primera y formó una fina y reluciente cadena.
—Y si es necesario... si crees que Draco va a fracasar... —susurró Narcisa (la mano de Snape temblaba en la de ella, pero no la retiró)—, ¿juras realizar tú la tarea que el Señor Tenebroso ha encomendado a mi hijo?
Hubo un momento de silencio. Bellatrix los observó con los ojos muy abiertos y la varita suspendida sobre las unidas manos.
—Juraré eso último con una condición
— ¿Cuál? —La mano de Narcissa tembló. Luego, la mirada de Snape fue a parar a Cécile
—Que tú hagas lo mismo con Cécile Brodeur
Narcissa sonrió
—Lo juro
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro