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XXVIII. ¿Quién lo dice?

La curiosidad hace a Jungkook mirar con disimulo a los dos oficiales externos que avanzan por uno de los corredores, intenta mantener varios pasos de distancia e ignorar la conversación que están teniendo. Claro, hasta que escucha "oficial Min" y sus sentidos se agudizan queriendo saber qué tenían que decir acerca de su hyung. Sus dientes se aprietan ante la forma en que lo describen despectivamente como el perrito faldero de Namjoon.

"¿Qué mierda están diciendo?".

Respira pesado, la sangre empieza a arder como lava, no sabe si fue su animal o él quien gruñó. Empuña las manos, haciéndose consciente de que está desperdigando rabia al ambiente y tiene que controlarse.

Uno de los alfa voltea llamado por el olor y Jungkook maldice para sus adentros, acaba de ser tan evidente. El otro sujeto beta no percibe nada inusual y continúa hablando, solo se detiene para mirar a su compañero que acaba de frenar a medio camino.

La mirada desafiante de Jeon se encuentra con la del otro alfa que no entiende, pero mantiene la postura recta a la altura del desafío.

—Oficial Jeon —la voz ronca de Yoongi resuena hasta el extremo opuesto del pasillo haciendo voltear al joven policía.

Los otros dos continúan su camino hacia la salida, Jungkook hace un esfuerzo enorme para dar media vuelta con su lobo exaltado y disconforme. Avanza con pesar en dirección a su pareja, completamente tenso y frustrado.

Su hyung es un oficial asombroso. Es templado y buen estratega, Namjoon es sabio al tenerlo como mano derecha, no quería permitir que alguien se atreviera a mirarlo en menos.

—Yoongi hyung, ellos...

—Lo sé, hablan mierdas de nosotros, los conocemos desde la academia y nunca nos llevamos bien —comenta suspirando con cansancio.

—Aún así, no podía permitir que...

—Sé que mi alfa quiere protegerme, pero esta no es la instancia —dice una vez que doblan por el pasillo y no hay nadie lo suficientemente cerca para escuchar.

"Mi alfa", asiente y la alegría reemplaza a la rabia. Su mayor tiene tanta facilidad para apaciguar todo, solo bastó con que lo reconociera..."mi alfa" y las cosquillas se esparcieron por su vientre. Incluso su lobo se tranquilizó, sacando pecho altivo al igual que Jungkook.

Después de todo es el alfa de Yoongi.

Yoongi confía en que podrá protegerlo.

Para el alfa castaño es de ese tipo de confirmaciones que inflan su orgullo e inyectan euforia. Tiene que reprimir el impulso de querer apretujarlo con un abrazo fuerte y decirle "sí, eso soy, el alfa de Min Yoongi".

—Hyuuung...

—¿Se te subieron los humos a la cabeza con lo que te dije? —bromea con una sonrisa ladina formándose en sus labios rosados siempre tan apetecibles.

—Yah, ¿por qué me arruinas el momento? —se queja con un puchero que no suele fallar en derretir a su mayor por dentro, lo sabe, por más que intente mantener el rostro inexpresivo, a veces su boca quería curvarse.

—Lo que dije no fue una mentira —dice con dulzura, rascando cortito su nuca—, nos vemos más tarde, Jungkook-ah, Namjoon me necesita.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
  
 
Namjoon lo espera frente al volante, revisando la agenda en su celular, Yoongi lo hace brincar cuando con una expresión maliciosa golpea el vidrio antes de entrar y ocupar el lugar de copiloto, desparramándose en el asiento luego de abrochar el cinturón. Bosteza con pereza y no se da cuenta que no logra dejar de sonreír, ignorando las quejas de su amigo que casi sufre un pequeño paro cardíaco.

La cabeza de Yoongi está en la nubes, piensa en su alfa adorable. Tan terco y orgulloso que quería saltar sobre los otros dos sujetos para defenderlo sin necesidad. Menos mal que ese aroma ácido no pasa desapercibido para él y conoce sus matices, una pequeña probada de la rabia expandiéndose y a zancadas llegó a detener lo que pudo haber sido una tonta pelea.

—Solo a ti se te ocurre que es es buena idea poner dos reuniones seguidas —comenta arqueando la espalda tensa, disfrutando del relajo al regresar a su postura.

—No me quedaba más espacio disponible —se lamenta Namjoon igual de cansado que su amigo. Convencido que hay personas que succionan la energía justo como los oficiales participantes de la reciente reunión, que ponían objeciones a cada idea y dificultaban más de la cuenta planificar un trabajo en equipo—. Al menos ahora será más relajado.

—Eso espero —vuelve a bostezar, tallando uno de sus ojos.

Namjoon observa a su mayor que mantiene una pequeña sonrisa asomada en los labios y la vista perdida en la ventana. Seguramente está pensando en un montón de cosas, todos esos detalles que implica una mudanza. Incluso por la tarde irían con Jimin al apartamento de Jungkook a ayudar a empacar.

—Te ves ansioso y feliz —dice el beta sonriendo también. Le gusta ver a su amigo así.

—Estoy ansioso —confirma. También está bastante feliz.

...Aunque el porcentaje de ansiedad es mayor que el de felicidad.

¿Cómo no iba a estarlo? Llevarían a cabo la locura de vivir juntos. Lo empezaron a planificar y antes que Yoongi pudiera dimensionar el tiempo entre un momento de su vida a otro, ya estaba reordenando su armario y distribuyendo cómo repartir tareas domésticas. Jungkook le aseguraba que no sería complejo todo aquello de la mudanza, que cuando arrendó su apartamento venía amueblado, no hay cama, ni mesas, ni sillón que trasladar —y que tampoco habría sabido dónde meter, ya que su piso no es amplio—; pero sí queda ropa y diversos artículos que su menor ya ha empezado a separar entre los que llevaría a su nuevo hogar, los que donaría y los que pretendía que volvieran en una caja a Busan cuando su hermano viajara.

Pequeños y concretos estresores que vienen sujetos a cada cambio.

Un día Jungkook trajo en un bolso otro tercio de la ropa mezclada que incluía las prendes que había dejado en el apartamento ajeno.

Al día siguiente estaban instalando un televisor en la habitación.

—Ahora si queremos ver programas diferentes puedo quedarme aquí en la cama y tú vas a la sala de estar —comentaba Yoongi intentando sonar despreocupado cuando las ansias apretaban su estómago.

—La gracia de ver televisión es hacerlo acurrucados con bolsas de frituritas.

Adorable.

Al subsiguiente la repisa del baño estaba llena entre sus productos faciales y los de Jungkook, comentándole que sus pieles eran diferentes, "me salen más granitos que a ti, necesito otro tipo de espuma limpiadora".

Es tan abrumador y a la vez tan satisfactorio imaginarse todas esas instancias cotidianas que tienen por delante. Técnicamente no son diferentes a otros momentos similares que han compartido, ya sea en su apartamento o en el otro, pero ahora tiene algo...distinto.

Es eso de poder decir "ah, sí, estamos viviendo juntos".

Aunque una parte de su cabeza sigue gritando "va todo muy rápido, espera, frena, ¡vamos a chocar!". Intenta suprimirla con pensamientos lógicos también: "ya me imagino cómo es convivir, hemos compartido bastante tiempo, no es como si la relación fuera a cambiar exactamente..." y así se infunde tranquilidad.

Admite que está influenciado por las muchas veces que ha escuchado que las parejas que dan el paso de vivir juntas terminan frente a dos caminos: lo sortean con éxito o los lleva directo al fracaso.

Necesita darse un golpe en la nuca a ver si eso saca de su mente los pensamientos pesimistas que vienen preprogramados en su sistema.

—¿Qué te preocupa exactamente, hyung? —pregunta Namjoon, estacionándose sin problemas en un espacio estrecho.

—Todo, convivir con alguien es diferente.

—No es como si no lo hubieran estado haciendo.

Y sabe que tiene absoluta razón, pero a veces a su mente le gusta buscar opciones de autosabotaje.

—La última vez que conviví con alguien además de mi familia fue con ustedes —comenta negando suave con la cabeza.

—Como olvidarlo, sobreviviste a un incómodo sillón-cama y al desorden de Jiminnie por un par de meses.

—No me recuerdes esos detalles.

Fueron un poco más de dos meses caóticos, pero tiene una cantidad de agradecimiento infinita a su par de amigos. En aquel tiempo había entrado junto a Nam a la academia, todavía sin convencerse de que terminaría siendo un policía y todo el primer semestre fue un proceso de duelo personal por no haber logrado mediar el tiempo entre estudio y trabajo para sostenerse en una carrera universitaria.

Necesitaba buscar un sitio que arrendar, la mayoría pedían pago de meses por adelantado y el fondo reunido no alcanzaba. Tenía que trabajar y ahorrar un poco más. Sus padres estaban viviendo en Daegu temporalmente y su hermano mayor en una residencial de universitarios. No quería molestar a su familia, tampoco a sus amigos, aunque Namjoon y Jimin insistieron que no sería problema y le ofrecieron el sofá cama en ese pequeño apartamento estudio.

Lo resume como semanas de hacinamiento, mirando con horror cuando Jimin salía temprano por la mañana con una mochila que debía contener al menos un tercio de su peso corporal en libros, cuadernos bajo el brazo y dejando ropa y toallas esparcidas en el proceso matutino. Entendió que Namjoon era la parte ordenada de la convivencia.

Le causaba tanta ternura como el beta repartía post-it pegados por varias partes, desglosando conceptos de los libros de su novio y algunos con mensajes de ánimo. También un poquito de envidia, anhelando llegar a compartir una relación así. Tener a su lado un compañero que le permitiera apoyarse en él en lo momentos difíciles, alguien que lo ayudara a aterrizar cuando se perdiera en sí mismo. Todo mezclado con la complicidad y la intimidad que separan los límites de una amistad convencional a una pareja —o al menos desde su interpretación de esa forma de relación—.

Jimin dejaba libros repartidos, Yoongi trataba de no tropezar con ellos y Namjoon los apilaba sobre la mesa. Cuando se adaptó a la rutina de sus amigos, además del aporte económico —su orgullo le impedía ser un allegado perezoso—, ordenaba y preparaba las comidas para que la dieta grupal no fuera fideos instantáneos todas las noches.

Hasta que encontró por afortunada casualidad un arriendo económico, justo el apartamento en el que vive hasta ahora, de a poco consiguiendo muebles, aceptando de muy buena gana cada regalo o ventas económicas de personas que querían renovar electrodomésticos y remataban los artículos viejos.

Ahora su viejo apartamento tendría bastante más que contar que la vida de un sujeto solitario que esporádicamente llevaba a algún amante alfa o beta a corto plazo a pasar la noche.

Tiene que concentrarse, aún le quedan varias horas para terminar el turno, no debería que estar pensando en todos los recuerdos que albergan las paredes de su hogar y todos aquellos que compartirá junto a su alfa.

Jungkook ya habló con la propietaria para dar por finalizado el contrato de arriendo.

No puede no sentirse ansioso con el revoloteo de un montón de insectos en su estómago.
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Namjoon continúa con excesivo cuidado guardando la loza de la cocina, no es demasiada, pero no quiere ser responsable que quebrar algún tazón con valor sentimental o un platillo. Jimin se encarga de sacar uno que otro cuadro de la pared. El apartamento de Jungkook contaba apenas con decoración lo cual facilitaba la tarea del omega.

Yoongi sacaba los libros e historietas de un estante, sonríe al mirar una colección de tomos con técnicas para dibujantes. Es interrumpido por el alfa castaño que lo abraza por la espalda y deja un pequeño beso en su cabeza.

—Algunos de esos libros los devolveré a Busan —comenta con la nariz enterrada entre las hebras azabache.

Jungkook ha estado repartiendo las cosas en varias cajas, un par de ellas se las entregará a su hermano para que las deje en el sótano de sus padres, las otras van directo a su nuevo hogar.

Cuando anochece el omega pide comida a domicilio. La pizza y las alitas picantes no tardan en llegar, los cuatro se acomodan alrededor de la mesa de centro con estómagos que reclaman y manos que atacan precipitadas.

—Me gusta verte comer —comenta Jungkook sin procesar que ese pensamiento era para sí mismo y no para todos. Sonríe con los labios cerrados cuando Yoongi pone su cara de "salgo con un mocoso de gustos raros" y lo mira con la alita a medio devorar entre sus dedos—. Además me gusta como se ven tus mejillas gorditas —un poco más de sinceridad no viene mal cuando el bonito sonrojo se extiende por la piel nívea.

Yoongi no puede hacer nada para reducir el ardor que calienta su rostro, las expresiones de diversión de sus amigos tampoco ayuda. Piensa que su pareja y esos arranques de sinceridad serán su muerte prematura algún día. Su corazón se agita de modos extraños frente a cada halago, incluso los más absurdos que le dedica Jungkook.

No puede obviar que desde que comenzó a salir con su compañero de estación parte del panorama incluye comida, bastante, ya sea la exploración por la ciudad visitando distintas cafeterías y locales llamativos, las compras para llevar cuando las ganas de cocinar faltaban o hacer experimentos culinarios los días que la creatividad y el entusiasmo los llenaba.

Antes no tenía excusas, ni ganas de comer tanto como lo hace ahora. Incluso no le preocupaba saltarse comidas, pues llegaba a su apartamento vacío deseando únicamente echarse a la cama. Reemplazaba almuerzos, meriendas o cenas por tazas de café durante las jornadas laborales agitadas. Había otros días que se alimentaba mejor, como cuando entrenaba y no sentir hambre era imposible, otras veces Jisoo llevaba comida de sobra para sus compañeros de turno, también había ocasiones en que Jinyoung lo invitaba a almorzar.

Actualmente nunca falta en su escritorio esas barritas de proteínas de distintos sabores que Jungkook va dejando casi todos los días.

Jungkook le ha ayudado a revivir el gusto por cocinar —le pide con sus ojitos grandes que quiere algún platillo en particular y Yoongi intenta replicarlo para él—, recordando que Seokjin mencionaba el placer que puede ser preparar comida para alguien más y la satisfacción todavía más grande cuando a esa persona le gusta el resultado. Entonces le respondía a su amigo omega: "por eso estudiaste gastronomía, ¿para llenarte de elogios?" y Jin agregaba un "también porque me gusta mucho comer".

Nota que su rostro ya no luce tan alargado, que su pecho está un poco más amplio y sus piernas un poco menos delgadas. No tiene quejas, le gusta lo que mira de sí mismo y a Jungkook pareciera gustarle infinitamente más.

—¿Me estás llamando gordo? —bromea intentando mantener el semblante serio.

—Solo digo que tus mejillas están más rellenitas que cuando te conocí —y si no fuera porque la presencia de Namjoon y Jimin tienen un ligero efecto inhibidor habría dicho "y tu culo también, hyung".

—Cierto, Yoongi hyung se ve más esbelto y menos escuálido —concuerda el beta.

—Jungkookie, gracias por hacer que nuestro hyung coma bien y haga más ejercicio —agrega el omega con una sonrisa traviesa que no pasa desapercibida para ninguno de los presentes.

Yoongi sabe que lo dijo con una notoria doble intención, una que excedía el ejercicio rutinario en la estación y las veces que Jungkook lo arrastraba al gimnasio. Carraspea lo más disimulado que puede, tratando que no se note que acaba de atorarse con un pedacito de pollo.

Jungkook ríe tan expuesto que ni siquiera se molesta en negarlo. Es más, para sonrojo de su hyung afirma que es un placer.

Terminan de comer y ordenar. El alfa castaño apila las cajas que mañana le entregará a su hermano, a quien le gustaría conocer a su "amigo, nuevo compañero de piso" y no puede decirle que no. Eventualmente su padres también lo harán...

—Llevaremos estas cajas al auto —anuncia Jungkook sosteniendo una en los brazos, junto a Namjoon llevando otra, siguiéndole los pasos.

Yoongi suspira mirando el apartamento casi desmantelado. Todo su cuerpo vive una revolución por dentro, incluyendo cierta nostalgia anticipada por dejar aquel espacio, pensando que ya no habrían baños de espuma en una tina y tampoco una vista a la ciudad desde la altura.

Quiere saber cómo se siente Jungkook, cuánta nostalgia habrá rondando por esa inquieta cabeza. Hasta ahora solo muestra el entusiasmo y la ansiedad frente a la mudanza, pero necesita ver el otro lado de la moneda.

Yoongi quiere escuchar todas las experiencias que estaba dejando atrás y encerradas entre las paredes y en su memoria.

—Me gusta más tu apartamento porque es más amplio y queda más cerca de la estación —le había confirmado para alivio de Yoongi que estaba demasiado apegado a ese lugar.

"¿Seguro?", necesita preguntarle, aunque ya es tarde y todo está prácticamente listo.

Jimin se para a su lado y sonríe de esa forma en que sus ojos se cierran, infalible arma para tranquilizar a los demás.

—Es divertido verte así de feliz y asustado al mismo tiempo.

—¿Me veo asustado? —pregunta intranquilo, no quería transmitirle eso a Jungkook.

—Un poco, en realidad te delata tu aroma.

—A veces pienso si...no sé —traga saliva buscando las palabras que expresen mejor las razones de su ansiedad—, si quizás estamos yendo demasiado rápido con todo.

—¿Y eso sería malo por...?

—No digo que sea malo, es que tenía esta idea inserta en la cabeza que las personas tienden a llevar más tiempo en una relación antes de cometer la locura de vivir juntas.

—Ya es como si lo hicieran, ahora solo están escogiendo en qué lugar quieren quedarse —dice tranquilo buscando aquella mirada de ojos pequeños y oscuros que brillan inseguros al encontrarse con los suyos—. ¿Acaso hay un manual que diga al cuánto tiempo de relación hay que dar el paso de vivir juntos? Si por mí hubiera sido, habría ido a vivir con Nam enseguida y me habría ahorrado bastante de esas caras de disgusto de mis padres, pero tuvimos que ahorrar antes —agrega esperando ayudar a calmar a su amigo—. Mi punto es que si ustedes pueden y quieren, está bien.

Pueden y quieren.

Porque si bien Yoongi se cuestiona un montón de cosas, entre ellas el tiempo y los resultados a futuro, no cuestiona sus ganas de querer vivir con Jungkook si hasta ha fantaseado con ello.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Jimin baja el volumen de la radio y canta suavecito el coro de la canción mientras conduce a casa. Namjoon va más dormido que despierto, a veces cabecea y lo mira desorientado murmurando que solo necesita descansar los ojos.

Su precioso beta duerme con los labios entreabiertos, tan gruesos que se tienta a delinearlos con la yema del pulgar. Su expresión pacífica y aquella posición como si intentara encogerse le hacen ver más pequeño. Acerca la mano con delicadeza a su cuello, dejando una corta caricia en su nuca.

—Estamos en casa, Joonie —pronuncia con dulzura y apenado de tener que despertarlo.

Nam salta ligero del asiento y mira a su alrededor reconociendo el escenario tan familiar. Bosteza y estira sus brazos largos con pereza.

—Estoy agotado —dice antes de desabrochar el cinturón y emitir un ronco quejido.

—¿Te llevo en brazos?

—Tentadora oferta, pero todavía me quedan fuerzas para caminar —niega sonriendo con pequeños hoyuelos marcándose en sus mejillas.

—Sabes que puedo levantarte.

Para Namjoon es una certeza. Su novio omega ha demostrado que tiene la fuerza suficiente para cargarlo. Para los dos termina siendo una escena divertida cuando un bajito Jimin lleva a un beta de extremidades largas.

Ambos concuerdan que el día termina de forma satisfactoria al segundo que se apretujan en un abrazo bajo el cobertor grueso. Jimin llena de besos su mejilla bajando por la suave piel tostada hasta el cuello. Namjoon se remueve por las cosquillas y lo estrecha un poco más fuerte. El menor se acomoda sobre su regazo antes de buscar sus labios, envuelto en el contacto lento y cálido que le ofrece la boca contraria.

—Estaba recordando cuando nos fuimos a vivir juntos, apenas habíamos amueblado el apartamento con algunas cosas viejas que nos donó una de mis tías —comenta el policía beta enredando los dedos en el cabello de su novio.

Jimin no podría olvidarlo, sus padres estaban furiosos y fue una pelea desde la habitación hasta la salida mientras el omega sacaba una maleta y una mochila llena. Había llamado a Namjoon sollozando, diciendo que sabía que dentro de una semana tendrían las llaves del apartamento que arrendaron, pero que no quería volver a su casa el tiempo que restaba.

Al menos haber cruzado el umbral de esa puerta, pese a la angustia que tensionaba su interior, fue como una gran bocanada de alivio.

—Le compramos una cama vieja a uno de mis primos —menciona Jimin sonriendo sobre los labios de Nam.

—Menos mal el apartamento contaba con cocina y refrigerador.

—Luego compramos un microondas de segunda mano que le dimos más uso que a la estufa.

—¿Te acuerdas cuando Yoongi hyung estuvo viviendo con nosotros? Él usó más la cocina que nosotros dos juntos —añade Namjoon riendo bajito.

Entre caricias y besos hacían un pequeño viaje al pasado, recordando anécdotas a susurros. Las sopas de fideos instantáneas, el tubo del baño que el beta rompió tratando de arreglarlo siguiendo un tutorial de internet, los post-it con apuntes que llenaban el pequeño apartamento para que Jimin recordara conceptos claves de sus libros de anatomía.

—¿Cómo es que tengo un novio tan dulce? Todavía los conservo, o al menos la mayoría, en una cajita metálica de chocolates, ¿quieres verlos?

—Creo que me avergonzaré cuando lea algunos mensajes cursis que dejé en ellos.

—No son cursis, son tiernos —reclama con un puchero—. Llevas años aportando grandes dosis de felicidad en mi vida, Kim Namjoon.

Las mejillas del beta acumulan tanto calor como su pecho. No puede evitar encogerse porque está conmovido y apoyarse en Jimin, dejándose sostener envuelto en un abrazo, murmurando contra su hombro que también se siente enormemente feliz a su lado.

Continúan trayendo a la conversación varios episodios más. Celebraciones de cumpleaños con sus amigos amontonados en la pequeña sala. Los días fríos de invierno apretujados antes de comprar un calefactor. Los intentos desastrosos de cocinar cenas elaboradas y los gritos indignados de Seokjin al teléfono cuando trataba de ayudarles.

Y así como han habido muchos días felices, hubo días oscuros, algunas veces Jimin con la presión de un cierre de semestre era la irritabilidad hecha persona. Otras veces Namjoon frente al estrés se cerraba como una ostra, pero el tiempo siempre les ayudó a buscar formas de ajustar los desequilibrios.

Tiene tantas memorias a lo largo de los años junto a Nam que podrían revivirlas toda la noche. Jimin esperaba que Yoongi fuera creando las suyas y las recordara con cariño, que llegara el punto en que riendo junto a Jungkook, pudieran hablar por horas de todas las locuras que ha atravesado su relación.

Espera que su mejor amigo pueda decir que a veces algo precipitado no es sinónimo que resulte mal y que nadie ha estipulado tiempos universales, que Yoongi junto a Jungkook han llevado los suyos de la mejor manera que les ha sido posible.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
***
Un poco de fluff para el alma.
Espero pronto, hoy mismo o mañana, traer otro capítulo (escrito en paralelo y terminado antes que este en medio de mi desorden de ideas x'D) así que me purificaré en agua bendita antes de reeditarlo -y después también- 🌚💕

Gracias por todo, les adoro >u< 💖

Pd. Amo esos cachetitos, se ve tan precioso. Mi historia necesita a este Yoongi de mejillitas llenas.

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