XIII. ¿Qué estamos haciendo?
Yoongi se ha estado anteponiendo al escenario a enfrentar, espera que no sea una sacudida a sus emociones —que hasta antes del mocoso estaban bien templadas—, pero cuando Jungkook le esquiva la mirada es inevitable el breve apretón en su pecho. Traga en seco y decide mostrar como si no le afectara. No quiere que le afecte.
Le afecta de todas formas, aún sabiendo de antes que la respuesta contendría la palabra desliz para redefinir su encuentro y eso sería lo máximo que obtendría.
Ahora es cuando recuerda porqué siempre evitó las relaciones con personas que comparten su lugar de trabajo. No suelen haber buenos resultados, aunque una de las omegas de la estación lleva años de noviazgo con otro compañero alfa, los problemas entre ambos en rara ocasión se han mezclado con el desempeño y siguen luciendo felices.
Piensa que retrocedió todos esos pequeños avances con Jeon. Antes reían, antes de reír había provocaciones mutuas e incluso aquel agotador tira y afloja resultaba mejor que no hablarse.
—¿Qué pasó con ustedes ahora? —le pregunta Jennie caminando a su lado en dirección a la sala de interrogatorio.
Un sujeto acaba de entregarse y deben recabar toda la información posible.
—Hemos cometido un error tras otro y no sabemos cómo demonios resolverlo —comenta vagamente asediado por la tensión.
—Y yo que pensaba que hablar es la solución a la cosas —alza los hombros y se adelanta unos pasos.
—No es como si él quisiera hablarme.
—¿Y tú, sunbae? ¿Lo has intentado?
No, ni siquiera sabe cómo acercarse, ni de qué hablar exactamente cuando el mocoso le dejó bastante claro el panorama.
Incluso la frustración lo lleva a responder molesto el mensaje que acaba de enviarle Seokjin para saludar. Es consciente de lo que su hyung quiere averiguar, Tae debió haberle contado a la ciudad entera, quizá no tanto, pero al menos a una parte considerable de su pequeño círculo social. De paso comete el error de escribir "fue solo un desliz en mi apartamento" que hará que su mayor saque las conclusiones de los detalles omitidos de las frases con información parcial, arrepentido y sin posibilidad de poder eliminarlo.
¿Tanto necesitaba conversar con alguien? Sentía que contarlo era como recordarlo, justamente lo que no quería.
Tampoco sabe si decir que el día siguiente va mejor, le satura el encierro, cuenta los minutos para su turno de almuerzo y escapar de la estación, sabiendo que ver a Jimin será sinónimo de explicar lo que ya debe conocer, si no fue Taehyung quien le contó primero, entonces lo hizo Hoseok o ambos. Sus amigos pueden ser unos chismosos algunas veces.
Confirma sus sospechas cuando el omega lo mira con sus ojitos sonrientes y su voz dulce alarga las vocales al pronunciar un: —¿Y bien?
—¿Y bien qué?
—Quiero escucharlo de ti antes de armarme ideas.
Yoongi quiere decirle que seguramente ya tiene ideas armadas en esa cabecita imaginativa. Suspira resignado y resume todos los hechos recientes, el primer beso, el coqueteo que a momentos creyó que malinterpretaba, otros besos más y de cómo acabó entre sus piernas —con ropa— en su apartamento. Un desliz, concluye citando al otro alfa.
—¿No estarás subestimando a Jungkookie?
Con eso corrobora que Jimin se ha estado armando ideas erróneas.
—Solo tuvimos un desliz —repite antes de sorber los fideos, la comida mantiene ocupada su boca y así evita quejarse más de la cuenta.
Intenta convencerse que no pesa y que no duele siquiera un poco.
—¿Un desliz? —cuestiona con entonación suave.
—Un desliz.
No quiere seguir tocando el tema, no por falta de confianza, Jimin es una de las personas más valiosas de quien puede sentirse honrado de ser amigo, por lo generar las inhibiciones no existían entre ambos, sabían uno a uno los detalles de diversas experiencias, incluso conocía pormenores —algunos obscenos— respecto a Nam que no quería ni esperaba saber. No quiere hablarlo porque continúa reviviendo cada imagen, cada sensación y es demasiado, su corazón se agita y se llena de calor con la figura de su compañero bajo su cuerpo y el sonido áspero de los gemidos.
Y resulta peor todavía dejarse influenciar por las ideas optimistas del omega que lo invitan a ilusionarse, le está sugiriendo esperar más de lo que Jungkook pareciera estar dispuesto a dar. No, totalmente prohibido.
—¿Cómo estás tan seguro? —Jimin insiste pronunciando cada sílaba con suavidad, poniendo a prueba la paciencia de su hyung.
—Literalmente dijo que lo que pasó fue un desliz —aclara nuevamente, conteniendo el bufido de molestia. No tiene idea qué fantasías construye Jimin, pero quiere asegurarle que no es así.
—Compréndelo un poco, seguramente está asustado, debe ser la primera vez que se enfrenta a sentir este tipo de afecto por un alfa.
"Jimin, creo que no me estás escuchando", quiere reclamar, "no me estás entendiendo".
—¿Afecto? El mocoso estaba enojado con las hormonas alborotadas —resopla frustrado—. Podría hablar de deseo temporal y posterior arrepentimiento, pero no de otro tipo de afecto.
—No puedes saberlo.
"¿Por qué insistes?", su mandíbula está tensa. Jungkook no ha hecho nada por volver a dirigirle la palabra.
—Tampoco quiero saberlo, pero está fingiendo bien que nada pasó, es mejor dejarlo así, Jimin-ah —se encoge de hombros y vuelve a llenarse la boca para dejar de hablar. Su comida está al límite de enfriarse y se transforma en otra frustración adicional.
—¿Qué pasó con el hyung que luchaba y me instaba a no rendirme?
—Ese hyung sabe qué batallas pelear y cuáles son causa perdida —explica después de tragar, siente como si su garganta se cerrara y pasar la comida por ella fuera algo tortuoso, tanto como pensar en Jungkook. Está molesto, no quiere sentirse de esa forma junto a su amigo, pero la paciencia no es su aliada en ese segundo—. No hay nada que pueda sacar de ahí que no sean problemas.
Espera que con ello el tema se dé por concluido y agradece en silencio que el omega no agregue nada más y proponga compartir un postre.
A Jungkook le desesperar estar nuevamente en la misma maldita situación. Ni siquiera sabe cómo acercarse y qué demonios decirle, menos todavía qué fórmula seguir para que la tensión entre los dos no sea tan evidente, definitivamente lo es, porque hasta su jefe les está permitiendo tener espacio en lugar de ponerlos en labores juntos, aunque quizás eso es lo que necesita para tener el contexto propicio que fuerce una conversación.
¿Cómo iban a tener una conversación si no sabe ni siquiera de qué hablarle?
Primero necesita partir por sincerarse consigo respecto a qué espera de su compañero. ¿Solamente una relación amena de trabajo? ¿Podía optar a eso cuando la sensación fantasma de los besos bruscos y las manos sujetándolo no desaparecía?
El día anterior había llegado a saltar por el alivio cuando Yugyeom le escribió que tenía la noche libre. Pensaba que sería un buen distractor, sin embargo, la dulzura de su aroma y su hermoso cuerpo montando sobre su regazo no fueron suficiente. Quiso creer que no pensaba en el otro alfa que acababa de pasar como huracán desordenando su mundo interno, pero se dio cuenta que subestimaba a su mente caprichosa cuando buscó un beso hambriento y los dedos se hundían sin medir la fuerza en sus caderas, se detuvo al escuchar un quejido y se disculpó avergonzado.
Observó al omega estirar sus extremidades largas con pereza, acomodándose en su cama y sonriéndole a Jungkook. El chico era un agrado visual, figura estilizada, piel blanca y suave, cabello oscuro y odia darse cuenta que también pensaba en Yoongi, una vez más, aunque no exista mayor parecido entre ambos y abunden las personas pálidas y de cabello negro en el mundo.
Yugyeom es alto, bastante más de lo que suele desearse en un omega, pero le parece precioso. La mayoría de omegas que le han parecido atractivos a morir no encajan con los cánones de exceso de dulzura y fragilidad. Probablemente de haber conocido a Seokjin sin saber que Taehyung estaba enamorado —y claro, omitiendo que sus posibilidades ahí eran nulas— habría puesto su interés en él, deseando aferrarse a sus hombros anchos. Jimin, por su parte, lucía aparentemente suave, pero quedó embobado cuando lo vio con una camiseta ajustada y los bíceps se marcaban tan firmes como su abdomen cuando alzó los brazos después de bostezar. Perfecto.
Y luego está Yoongi, que su primera impresión fue cuestionar su estatus de alfa, hasta corroborar que podía ser pura fuerza y determinación. Cuando la rabia efervecía en su estómago cada vez que lo miraba con sus pequeños ojos afilados. Constantemente desafiado. Constantemente en un tira y afloja.
Yoongi encima, aplastándolo, sometiéndolo con besos duros. Su lobo inquieto queriendo domarlo.
Yoongi...
—Tan distraído —le comentó su amigo, apoyándose en su codo para mantenerse semi erguido.
—Un poco.
—Puedo distraerte un poco más.
Yugyeom había sujetado su rostro para besarlo con suavidad y lentitud.
Demasiada suavidad.
Recordaba que lo conoció en el periodo de instituto, pero fue solo hasta hace cerca de dos años que iniciaron los encuentros esporádicos cuando necesitaban un desahogo. Nunca han exigido nada del otro y por eso les ha resultado tan bien hasta la fecha.
Por otra parte, tiene que confesar que al final no se trataba únicamente de necesidades que aplacaría junto a un omega, ya que su deseo por su compañero alfa seguía sin extinguirse.
Entonces tiene dos aspectos que mirar: primero dilucidar qué sucede con todo ese deseo que lo calienta por dentro y qué hará al respecto. Segundo, algo resulta bien si se tienen los términos claros, así como sus encuentros casuales con su amigo.
Si no tiene claridad respecto a lo primero, entonces ¿cómo enfrentará a Yoongi?
No sabe qué mierda quiere y con esas mismas palabras le responde frustrado a Taehyung cuándo le pregunta qué pretende hacer tras contarle que nuevamente besó a Yoongi. "Es que me dijo que fue un buen beso, sabes el efecto que tienen en mí los halagos", se había quejado en tanto su amigo reía al otro lado de la línea.
Tiene que intentarlo. Así como lo inicia necesita revertirlo. Está viviendo la misma situación y está recurriendo a la misma excusa cuando pone el café molido para más de dos tazas, pensando en que podrá aparecer otro compañero y pedir una.
Inhala profundo y camina lento al escritorio del mayor con una taza humeante en una de sus manos. El café siempre es una buena excusa para acercarse a un compañero de trabajo, ¿o no? Espera que Yoongi no lo rechace, porque a tales alturas no sabe quién exactamente evita con más fuerzas a quien.
—Pensé que querrías café —dice con la entonación tranquila, hablando bajito al tender la taza en su dirección.
—Gracias —responde con notas roncas que retumban con agrado en sus oídos.
Yoongi sujeta la loza evitando rozar sus dedos. No es como si esperara que lo tocara.
Querría que lo tocara. Y no entiende qué pasa con esos pensamientos que se mandan solos.
Yoongi deja de mirarlo y pasa saliva por su garganta. Trata de ocultar lo nervioso que lo pone la interacción y se da cuenta que no tiene éxito alguno cuando Namjoon en vez de determinar sus labores de la tarde, le pregunta si hay algún problema en enviarlo junto a Jungkook y Jennie a compartir un turno de vigilancia en el centro comercial.
Y resulta una tarde caótica justo cuando dos tiendas rivales deciden hacer remate de productos electrónicos y se arman largas filas desordenadas. Aunque es menos caótico que lo que Yoongi siente que ocurre en su interior lleno de pensamientos y emociones amontonadas aplastando su pecho, haciendo nudos en su estómago cada vez que cruzan miradas, más si intercambian palabras con su compañero alfa.
—Debí pedir justo para hoy mi día libre, me estoy perdiendo del remate —se queja la beta resignada— y ustedes dos me están contagiando la tensión, con permiso, iré a vigilar lejos de sus problemas.
—No sé de qué problemas habla —dice Yoongi haciéndose el desentendido.
—Ni yo —continúa Jungkook en la misma sintonía.
Se mienten para sostener una frágil seguridad.
Yoongi se termina de convencer que la interacción es más rara que nunca, intercambiando sonrisas tensas, intentando bromear a momentos, pero nada parece funcionar.
También comienza a creer que Jungkook sobrelleva la situación mejor que él y confirmar que Jimin está equivocado intentando mostrarle ilusión donde no la hay.
Para Jungkook es tan incómodo, tan forzoso y no quiere que las cosas sean así, de nuevo, y por su culpa, porque hizo todo lo que se supone que no haría, partiendo por besarlo una segunda vez. Siguiendo por la visita a su apartamento...
Evitar a Yoongi es incómodo.
Intercambiar palabras es incómodo también.
No hay forma de librarse.
Está mentalmente cansando, rogando que el poco tiempo que le queda antes de terminar su turno acabe a la cuenta de "ahora ya".
—Iremos a entrenar, ¿te unes? —pregunta uno de sus compañeros alfa con ojos brillando de entusiasmo.
Jungkook no siente ganas de entrenar, piensa en lo mucho que quiere volver a su apartamento o quizá salir, visitar a algún amigo y mantener su mente ocupada en algo lejano a su trabajo y sus compañeros. En especial si estaba el oficial Min de por medio.
—Vamos —le dice Yoongi a Jinyoung haciendo tintinear las llaves del pequeño gimnasio entre sus dedos, seguido de Namjoon a pocos pasos.
—Le preguntaba a Jungkook si viene con nosotros.
Su mirada se encuentra con los oscuros ojos del mayor de los alfas. No debería decir que sí. Debería alejarse, seguir su plan inicial, despejar su mente nublada. Entrenar junto a Yoongi podría ser peligroso para cada uno de sus sentidos.
—Claro —pronuncia su lengua traidora y se fuerza a mantener la expresión tranquila.
Jungkook saca el buzo limpio que guarda en su casillero, no puede evitar un par de miradas de reojo a Yoongi que se cambia a un par de metros de distancia. Le da la espalda, pero se sorprende a sí mismo deleitándose con su figura delgada y esbelta, con su piel pálida, con los músculos que se tensan con cada movimiento, su cintura pequeña, el pantalón que baja por la curvatura del culo, ese mismo que estrujó entre sus manos hace unos días atrás.
Traga saliva y se detiene, el alfa de cabellos oscuros voltea y Jungkook se gira brusco y con los dedos trémulos por los nervios, también tienen a su corazón latiendo desembocado. Se preocupa de desabrochar los botones y quitar con cuidado el uniforme, batallando para no mirar a Min de nuevo.
Jinyoung es quién más desborda energía, lo nota por su aroma fuerte y alegre. Namjoon nunca deja de parecer templado y Yoongi... está igual de tenso que él, puede olerlo bajo ese semblante que intenta mantener neutro.
—Entrenas conmigo, Jinyoung —demanda Yoongi al otro alfa.
Jungkook no sabe si aliviarse o molestarse. Acaba de sentirse desplazado, cuando ni siquiera debiera haber algo que exigir, no es como si existiera un pacto que dictara que todos los entrenamientos serían juntos. Era tonto, como si volviera a la época de escuela cuando alguno de sus amigos hacían el trabajo junto a otro compañero.
—Por supuesto, hyung.
¿Hyung? ¿Deja que otros oficiales más jóvenes lo llamen hyung y sin que su rostro se arrugue?
Bien, sí, está molesto. No debería, pero lo está y no quiere explorar en las razones absurdas, sino más bien se concentra en suavizar sus emociones o su esencia ácida terminará por delatarlo.
Quizás es porque está enojado lo que tiñe su percepción cuando Yoongi lo mira y lo interpreta como un par de pequeños ojos severos, un regaño, como si le dijera "cálmate" y no puede. También atrae la mirada curiosa de Jinyoung y quiere bufar ya que se expone sin pretenderlo.
—No te lo pondré fácil, no te contengas conmigo —dice su jefe con menos formalidad y una sonrisa que marca ligero los surcos en sus mejillas.
Jungkook postura recta asiente y avanza tras el moreno alto al centro vacío. Intenta mantenerse concentrado, pero el calor quema en su estómago cuando percibe los aromas fuertes de ese par de alfas picando en su nariz. Su lobo se remueve inquieto en su interior mientras los mira pelear. Su hyung es pequeño, pero tan ágil que se escabulle de las larga extremidades que intentan alcanzarlo. Patada en el tobillo y el golpe en el piso resuena. Una baja cantidad de dolor atraviesa su espalda, Jinyoung no fue el único en caer, el beta acaba de tumbarlo.
—No te distraigas —pide Namjoon extendiendo su mano para ayudar al menor a levantarse.
El castaño asiente tragándose la vergüenza, agachando las orejas. No puede mostrar esa imagen frente a su jefe, debe ser un adversario digno y no estar al pendiente de hasta los mínimos movimientos de Min Yoongi que ahora se remueve bajo el otro alfa para zafarse del agarre que lo mantiene apegado al suelo.
Resopla bajito y concentra su mirada en Namjoon antes de arremeter contra él. El beta resiste y forcejea para no retroceder, aprovechando la primera abertura para golpear su costado. Jungkook aguanta, es un alfa después de todo, su condición física es envidiable, pero debe admitir que el beta compensa la falta de fuerza física con la paciencia y la estrategia, como si calculara costo-beneficio detrás de cada ataque.
Es tan diferente entrenar con Namjoon, con otros alfas se reducía a lucha de fuerza y ego, con Yoongi es esto y más, porque también en los cortos tiempo entre un ataque y otro calcula qué hacer. Escurridizo y ágil. El olor a café y sudor inunda su olfato.
Debe concentrarse en su oponente, se exige. En Namjoon que tiene adherida la esencia dulce y ácida de las frambuesas de Jimin, impregnada sutil en su piel, un agradable perfume. Lo envidia, quisiera que sus aromas estuvieran mezclados. Quisiera volver a su apartamento y que hubiera un tierno omega feliz de verlo.
—Buena pelea —Namjoon le sonríe y los hoyuelos le dan ese aire joven y dulce que Jungkook debe admitir que hacen de su jefe un hombre atractivo.
Si lo mira con la cabeza fría entiende porque ambos se atraen. Ese beta además de guapo, es brillante, a veces se siente tonto por pensar que podría competir y le duele aceptar que Yoongi tenía razón y era la ingenuidad misma personificada al creer que Jimin se fijaría en él solo por ser un alfa.
Tal vez se le subió mucho a la cabeza los halagos de su madre sobre su fuerte y precioso hijo alfa o de su padre que le aseguraba que estaba hecho para conquistar cada espacio que pisara, así como los tantos otros que ha recibido de otros omegas que se han interesado en él y le aseguran mil cualidades que a veces ni él mismo se convence de poseer.
Su jefe es todo lo contrario, destila humildad, pero se ha ganado su lugar a costa de perseverancia y serenidad. Demuestra que no todo es una pelea a fuerza como tienden a batallar los alfas en busca del dominio.
Alza la mirada hacia el moreno alto y hace un movimiento afirmativo agradecido, un poco avergonzado también. Se siente como un chiquillo frente a la amena autoridad del beta.
—Yoongi hyung, deberías entrenar más seguido conmigo —escucha su compañero, no quiere voltear y encontrarlos interactuando tan cómodos juntos.
—Podríamos.
Jungkook acaba de notar que su mandíbula está tensa y sus dientes apretados. Su enojo incrementa principalmente consigo mismo, porque se siente como un mocoso y de no ser consciente de ello, seguramente habría reclamado que el policía pálido ya tiene un compañero, entrenaba con él, que se consiguiera a alguien más.
"¿Quieres marcar territorio como un animalito?", hasta sus pensamientos se burlan. Y no, no quiere marcar a Yoongi como su propiedad. Ni siquiera debería mirar aquello como una posibilidad.
Traga saliva y decide ignorar, parte a las duchas, quiere quitarse el sudor de encima, quiere volver a su cómoda habitación y olvidarse de esos fuertes aromas mezclados que saturaban su olfato. Termina por admitirse que está molesto y su animal también.
No debería, pero lo está. Respira pesado y restriega duro las manos enjabonadas por su piel como si pudiera tallar esas crecientes cuotas de rabias no justificadas. Un crío enojado porque su compañero acaba de reemplazarlo.
Sospecha que es más que eso. Su lobo se lo da a entender con un gruñido cuando Yoongi camina a la regadera contigua, conversando con Namjoon y Jinyoung, con su piel blanca que huele a café especiado.
Jungkook se siente abrumado, ha sido así desde que todo escaló a otros niveles con su compañero alfa. Todas sus emociones están revueltas y no sabe qué hacer con ellas, vuelve a esos años de torpe adolescente. Como las cosquillas de la primera vez que se enamoró, la incertidumbre de la primera vez que se confesó y la angustia de la primera vez que fue rechazado.
No está enamorado, no de Yoongi, eso puede asegurarlo, pero sí es la primera vez que todas sus hormonas entran a punto de ebullición frente a un alfa. Lo desea y está en la completa incertidumbre del rumbo que le está dando a su vida en general.
El mayor se sienta al otro extremo de la banca a cambiarse. Sus miradas conectan y se escrutan en silencio. Jungkook coge la camisa y su vientre hormiguea al notar que lo observa, esos ojos afilados y oscuros exploran cada centímetro. Traga duro y sus dedos desisten de la labor de continuar.
—Me gusta más cuando puedo golpearte a ti —el alfa castaño decide romper el hielo y de a poco liberar todos esos pensamientos y deseos que son como un peso que duelen en su espalda.
—¿Perdón? —Yoongi lo mira aparentemente ofendido, pero como si quisiera reservar la sonrisa que amenaza con estirar sus labios.
—Fue difícil entrenar esta vez —confiesa sin bajar la vista.
—¿Te acobarda entrenar con tu jefe beta? —ahora no oculta esa sonrisa socarrona que Jungkook desea borrar a besos y mordiendo su boca.
—Yah, hyung, no es tan así —se queja, negando con la cabeza, sonriendo también.
—¿Cómo es entonces?
—Me gusta entrenar contigo.
Yoongi siente como si acabara de escuchar una de las declaraciones más importantes del último tiempo. Puede rendirse, exhausto de luchar y convencerse que puede dominar lo que siente por ese alfa joven que sonríe y juguetea con sus dedos con los botones de la camisa abierta. Tan hermoso, tan tentador.
—Lo mismo digo —confiesa, cansado de las barreras que viven levantando, derribando y de vuelta en reconstrucción cada vez que están juntos—, me gusta aventarte contra el suelo —y está seguro que sonó con un deje de coquetería que no logró controlar.
—Me gusta más cuando quedas abajo mío —Jungkook se encoge de hombros y hay una pequeña sonrisita en sus labios y esos ojos grandes brillan ansiosos.
Esa sonrisa...
Ese mocoso.
Su perdición.
Tiene todas las señales, tiene que arriesgarse, Jeon siempre ha dado el primer paso. No puede frenar el "ahora es mi turno". Se acerca a él, se sienta a su lado y sujeta su rostro, aproximándose lento, como si esperara que lo rechace y así convencerse de que todo ha sido un error.
Jungkook lo acepta cerrando los ojos. Yoongi se termina por rendir y caer en la búsqueda de sus labios que se abren apenas entran en contacto.
A diferencia de los besos anteriores llenos de ansiedad, es uno lento e intenso, destila hambre, pero a la vez es como tener ese platillo favorito que fuerza a disfrutarlo, a querer que no se acabe nunca degustando con devoción cada bocado, haciéndolo durar.
Yoongi acaricia su rostro al separarse, las emociones lo están desarmando, porque es como un maldito sueño tener a Jungkook tan entregado a él, recargando el peso en la mano que reposa en su mejilla.
—No debería gustarme que me beses —dice sin abrir los ojos, disfrutando del dedo que se desplaza por su piel hasta llegar a sus labios— pero es tan adictivo —atrapa su pulgar, apenas delinea con la punta de la lengua la yema tibia.
Jungkook examina a Yoongi. Por fin puede decirse que le gustan sus ojos oscuros y pequeños siempre tan indescifrables. Lo intenta, pero no logra dilucidar que más esconden a parte del evidente deseo.
Yoongi de nuevo se acerca y Jungkook lo espera con los labios entreabiertos, preguntándose "¿qué estamos haciendo?", teniendo claro únicamente que quiere volver a besarlo y llegar a más. Sujeta sus hombros y dejando de pensar, trepa a su regazo. Los brazos contrarios envuelven su cintura.
Si se lo hubieran preguntado meses atrás jamás pensaría que su hyung es tan cálido y que estarían haciendo una locura como esta en las instalaciones del trabajo.
—Pueden entrar...—susurra Yoongi contra su boca, apretándolo. No quiere soltarlo, no quiere que se vaya diciendo que fue otro desliz.
—Tu apartamento está más cerca que el mío —responde bajito antes de morder su labio inferior.
Para Jungkook es como si repitiera la escena, condenado a equivocarse una y otra vez en lo mismo, proponer impulsivo, hacer lo que dicta el deseo y no estar preparado para lidiar con consecuencias. Ahora solo es consciente de lo mucho que anhela sentir esa piel pálida y caliente contra la suya y besarse hasta el dolor.
Yoongi asiente, no le quiere preguntar "¿qué estamos haciendo?", teme a esa respuesta que reevalúe y retroceda. No quiere que Jungkook se aleje.
Aunque todas las preguntas terminan por desaparecer a medida que los besos continúan. Ya no está en su sofá con la mirada que transitaba entre el deseo y la confusión, ahora el mocoso luce como un animal hambriento y demandante, tironea de las ropas para quitarlas, Yoongi contiene el temblor de sus manos ansiosas y batalla con la hebilla del cinturón. No importaba donde caían las prendas, lo único de vital relevancia para ambos era terminar sobre el colchón con la piel expuesta para cada exploración curiosa.
Sus bocas se alejan solo para recobrar el aire perdido y volver a encontrarse, se turnan entre forcejeos para ver quién acaba arriba del otro. Cada empuje y cada roce se traduce en descargas placenteras que arrancan gemidos roncos.
Dejan que los dedos tracen caminos por cada relieve, que las palmas amasen cada músculo firme. Sus aromas son tan fuertes que lo aturde. Tan ácido, tan amargo. Empuja más fuerte entre sus piernas y Yoongi las separa más para darle todo el espacio disponible. Lo siente tan duro y grueso contra el suyo. Su lobo está eufórico y ansiosos con la novedosa experiencia de tener a un alfa fuerte bajo su dominio. Se ha acercado a su cuello blanco a olfatear y repartir besos, percibiendo el palpitar en sus labios, comienza a dejar mordidas controladas, pero su animal quiere hacerlo todo, quiere hincar sus colmillos...
La mano de su mayor aprieta su cuello, frenándolo de inmediato y la mirada es un "no" rotundo, pero en lugar de una queja o un reclamo, tira de él para reclamar un nuevo beso.
Yoongi puede leer sus intenciones e impulsos, sabe lo fácil que es dejarse llevar y acabar heridos, después de todo sus propias naturalezas los instan a luchar y así como eso es lo que siempre le ha parecido excitante de los alfa, también puede ser un arma en su contra y una sentencia.
Su compañero se desploma sobre su pecho al terminar, Yoongi ha apretado los párpados cuando el orgasmo llega como un placentero azote que lo deshace. Tiene el peso de Jungkook encima y está seguro que ya no podrá rearmarse, no cuando desea fundirse en un abrazo.
—¿Qué estamos haciendo? —pregunta tan bajito más a sí mismo que a momentos cree que despertará y nada ocurrió y todo es producto de su mente anhelante. Necesita abrazarlo y lo hace, envuelve sus hombros, se aferra.
—No lo sé —susurra arrimado a su hyung, pensando en que debería levantarse, recoger sus ropas y volver a su apartamento, pero continúa apoyado cómodamente, deleitándose con el café con cada inspiración.
Jungkook prefiere quedarse en lugar de volver a su cama vacía.
Es tan extraño despertar junto a Yoongi...tiene que repetirlo en su cabeza para convencerse que es real. Su hyung duerme con esos labios rosados ligeramente entreabiertos y se ve tan apacible que no quiere moverse y despertarlo, aunque también quiere besarlo y se pregunta si puede. Es decir, ayer se tocaron por todas partes, ya se han besado antes también, van quedando pocas barreras entre los dos, no sería raro si se acerca a su boca.
—No pensé que te quedarías —murmura con la voz rasposa por el cansancio.
—¿Creíste que me iría? —y esa mirada que ve en su hyung oscilando entre la somnolencia, la sorpresa y cierto rastro de dolor, causa un corto retorcijón en su pecho, no entiende por qué, tampoco qué es lo que duele, seguramente en plena mañana está todo su sistema expuesto, sin fuerzas para poner esa expresión neutral e impenetrable habitual—. Estaba cansado —se excusa con las mejillas que acumulan el calor de la sangre hirviendo— y jamás pensé que serías una almohada tan cómoda.
Yoongi quiere asentir y preguntarle si fue otro desliz. Necesita saber a que se enfrenta y es tan difícil cuando tiene a ese adorable mocoso desnudo, apegado a su cuerpo y la cara roja.
—Jungkook-ah...
Al castaño no le gusta esa mirada que intenta ocultar preocupación. ¿Su hyung está igual de abrumado que él? ¿También estaría arrepintiéndose? No quiere que lo haga, no cuando por fin puede admitirse que lo desea y que no quiere que los besos y las nuevas exploraciones se terminen.
—Permíteme ser un buen dongsaeng y recompensar tus servicios de almohada invitándote a desayunar.
Jungkook deja escapar un pequeño puchero cuando Yoongi no propone una ducha de a dos, por su parte la frase se corta, no alcanza a salir por su garganta antes de entrar al baño con la toalla que acababa de entregarle.
Debió besarlo al despertar tal y como exigían las ganas. Quizás estarían juntos ahora bajo el chorro de agua en plena fricción de las pieles mojadas.
Caminan en silencio a una cafetería a pocas cuadras del apartamento de su hyung. Yoongi se siente viviendo en un mundo paralelo, procesando todo lo que sucedió ayer y que ahora se suma un desayuno como lo haría en lo cotidiano un par de amantes con algo de tiempo libre.
Hace una excepción de su café habitual —en su turno de trabajo bebe más tazas de las recomendadas— y pide un té junto a un cheesecake.
—Me gusta esto... —pincha un pedacito de fruta de su tarta.
Yoongi disfruta de como su dongsaeng muerde un trozo del durazno y relame sus labios.
—Los bollitos y pasteles de aquí son bastante buenos, después de todo los Kim los distribuyen a varias cafeterías del sector.
—Estoy de acuerdo, pero no me refería a eso —se atreve a decir, tiene que intentarlo, su hyung lo desea, es mutuo, ¿por qué no seguir? Hasta el momento no se ha encontrado con ningún rechazo, pero aún así hay un nudo en su estómago y las ansias lo carcomen.
Yoongi traga un sorbo de té, su garganta está seca. El alfa frente a él tiene esa mirada tan oscura, como si pudiera devorar el universo. Se siente pequeño e indefenso ante esa expresión.
—¿Entonces a qué?
—A todo lo que hemos hecho —confiesa jugueteando con el pequeño tenedor, picando una y otra vez las frutas. Realmente le han gustado mucho los besos, los toqueteos y las emociones vibrantes—. Podríamos repetirlo de vez en cuando.
Yoongi medita en la posibilidad de negarse que le sugiere la lógica, le expone varias razones de cómo y por qué acabará herido, pero su instinto, su animal feliz solo lo empujan a dar un sí, disfrutar y después lidiar con lo que se venga por delante.
—Bien —afirma en voz baja con el estómago lleno de cosquillas anormales. Internamente lo sacude un sismo.
Su hyung está loco, piensa sonriendo y con los recuerdos recientes del cuerpo desnudo bajo el suyo, había disfrutado de sus labios, de restregarse y tocarse, pero la curiosidad y miedo surgían al preguntarse hasta qué punto podrían llegar. Hasta ese momento Jungkook tiene certeza de no querer "ocupar el puesto de un omega", su cuerpo no está hecho para eso, está seguro que no cabría y un escalofrío baja por su espalda.
No.
¿Sería su hyung entonces quien adoptaría un papel sumiso? ¿Y si Yoongi no está dispuesto? ¿Y si aquel alfa intentara marcarlo?
Solo quiere un poco más, no está dispuesto a rebajarse y perder su estatus por algo de placer adicional en su vida.
—Por nada del mundo quiero volverme un jodido delta —comenta en un murmullo.
Yoongi asiente, tampoco lo desea y si van a empezar algo sin forma, al menos necesitan establecer ciertas reglas.
Necesita limitar a ese chiquillo alfa que ayer quería morderlo.
—No te preocupes, mocoso, no seré yo quien te vuelva uno.
***
He vuelto ;u;
Muchas gracias por leer a este hijo, les adoro 💕
jiminshiah eres un sol, montones de agradecimientos por la portada y el separador ;A; 💖
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