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XXXIII. El mocoso arrogante y el alfa insufrible

Soobin lleva al menos diez minutos parado frente al clóset mirando la pila de ropa ordenada y colgada. La idea sigue siendo un pantalón y una camisa, pero ¿Cuál? No quiere dar a pensar un "Me visto bien para causar buena impresión a los suegros"... Para qué mentir, eso es lo que quiere lograr, una buena impresión, pero sin que sea tan evidente. Algo que a primera vista les haga decir a los señores Choi: "Qué buen compañero tiene mi hijo a su lado", aunque si su Hyung escuchara sus pensamientos, le recordaría que la ropa es lo de menos, que podrá parecer modelo de portada de revista, pero nada le quita lo mocoso-arrogante de los genes.

Se sobresalta con una pequeña sacudida cuando la mano de Yeonjun se hunde en sus cabellos y deja una caricia corta que envía una sensación grata bajar por toda su columna.

—Soobin-ah, no lo pienses tanto. Se te va a fundir el cerebro —deja un beso en su sien antes de adelantarse y buscar un abrigo.

Soo se queda boquiabierto mirando a su compañero, tan apuesto con la camisa a cuadros y ese pantalón negro. Siempre le ha dicho que resalta su culo y su novio eleva los hombros como si no le importara, pero sus mejillas rosadas delatan lo contrario.

Resistir es imposible para el alfa azabache, cuya mano palmea una de las nalgas que luce tan redondita bajo la tela.

—Lo siento, es el pantalón —Bin sonríe enseñando sus dientes, plena expresión de mocoso travieso.

Opta por algo simple como un pantalón oscuro, camisa blanca y un suéter, porque mira por la ventana y las nubes señalan que sentirá frío, quizá no tanto, pero el invierno no termina aunque hubo días inusuales de calor previamente.

Soobin se acomoda frente al volante y antes de partir emite la duda que además de la ropa estuvo carcomiendo su cabeza durante la mañana: —¿Qué puedo llevar?

—¿Tu presencia?

—Es una pregunta seria —protesta con el ceño que se arruga.

—No es necesario que lleves algo.

—No puedo presentarme con las manos vacías, dame alguna idea —hace un puchero de esos que derriten el corazón de Yeon.

—A mis papás les gustan esos pasteles de crema que venden los Kang —responde tras un suspiro.

Se encuentran con el hermano de Taehyun, quien los saluda con ánimo y atiende a sus clientes especiales particularmente, incluso aplica un código de descuento para el pastel versión familiar que eligió Soobin, pese a que Yeonjun insistía que no es necesario exagerar.

Jun lleva la caja con el pastel de crema sobre las piernas, señalando la ruta más corta a la casa de sus padres, una que les tomaría alrededor de media hora.

—No quiero causar una mala impresión a tus padres —dice interrumpiendo la canción que suena de fondo.

—Me causaste una pésima impresión al principio y ahora te adoro.

Bin traga saliva con las mejillas encendidas y quemando. Ese tipo de frases siempre hacen que algo estalle dentro de su pecho. Hormigueos y calor que le hacen sonreír.

—Quiero decir, eres un mocoso adorable, seguramente ellos también lo notarán —agrega el mayor de inmediato al darse cuenta lo que acababa de decir.

El menor tiene que aguantarse las ganas de parar en cualquier lugar habilitado para sujetar su rostro y besarlo hasta la falta de aire.

Cuando detiene el auto estacionándose frente a la casa de los Choi, lo besa, no hasta la falta de aire, pero si lo suficiente como para degustar lento su boca tibia.

Las manos de Soobin tiemblan ligero al recibir la caja.

—Si se te cae me reiré por horas. No, miento, me reiré por meses.

—Yah, Hyung. Deja de llamar a la desgracia —se queja sosteniendo firme la base y un costado, casi como si abrazara la caja con amor.

El señor Choi es quien los recibe, se suma después la presencia de una mujer de baja estatura que tiene la misma mirada indescifrable de Yeonjun, se siente escaneado por dos personas de pequeños ojos oscuros y se pregunta cuánto es en segundos lo que tardarán sus manos en comenzar a sudar y tenga que secarlas en el pantalón. ¿Diez? ¿Veinte? Ya siente un cosquilleo en las palmas, puede que ya estén húmedas. 

No puede secarlas, sostiene la caja.

Luego de un incómodo y breve momento silencioso —que Soobin y Yeonjun lo experimentaron como eterno— se hacen a un lado para dejarles entrar, intercambiando saludos y "Bienvenidos". Soobin hace un par de venias acompañado a sus "Buenas tardes" y "Gracias".

—Choi Soobin —se presenta agachando la cabeza en un gesto formal—. Gracias por la invitación —trata que la voz suene segura, internamente es un manojo de nervios, quizá su aroma lo delata ya que nota que los Choi suavizan ligeramente sus expresiones serias.

—Sé que ha pasado tiempo desde la última vez que alguien me acompañó, pero no es necesario que nos miren como si tuviéramos tres cabezas —dice Yeon removiéndose incómodo—. Quiero demasiado a este alfa que está conmigo y me alegra que quieran conocerlo, es un mocoso encantador —deja unas cortas caricias en el hombro tenso de su compañero.

Soobin percibe el trayecto de la sangre hasta su rostro y por más que quiere quejarse porque su Hyung lo presenta como "Mocoso" delante de sus suegros, se contiene, ya que está cohibido y no sabe siquiera qué decir. También sabe que es una palabra en apelativo al cariño, como si le dijera "Bebé", "Amor", "Cielo" o eso le ha dado a entender, lo cual no deja de ser menos vergonzoso delante de los Choi.

Están todos sentados en la sala de estar, Soo lucha por reprimir el impulso de tamborilear con los dedos la superficie de su muslo o dar golpecitos suaves en el suelo con su pie inquieto. Esperan a que llegue el hermano de Yeonjun para almorzar y ese lapso le resulta más largo de lo que en realidad es. Parece eterno como cuenta regresiva de microondas, como una muda película tediosa o una clase de aquella materia que tanto desagrada y se mira el reloj esperando que por milagro o causa paranormal se desarrolle alguna habilidad súper fantástica justo como manipular el tiempo.

Ojalá pudiera manipular el tiempo mientras se hunde en la nerviosa incomodidad. La mujer omega se limita a observarlo, a momentos el señor Choi hace una que otra pregunta y su pareja no dice tanto más para romper el hielo.

La madre de su Hyung es silenciosa, aquellos pequeño ojos se dedican a seguir con su análisis, ya sabe de qué parte del árbol genealógico el alfa pálido heredó el encanto felino.

Los aromas mezclados de los padres de su pareja expresan curiosidad y calma, el dulce de los frutos rojos y algo como ahumado que le recuerda a la leña. Templanza que pareciera turbarse con su propia acidez y el amargor de Yeonjun.

El ambiente se anima notoriamente cuando el hermano del rubio llega con su pareja y el par de perritos que dan brincos y ladridos agudos alrededor de cada persona en busca de merecida atención.

La tensión va desanudándose y si su estómago se contrae es por las risas y el hambre en tanto huele la comida que los Choi traen a la mesa. Yeonjun le dedicas miradas que transitan entre el agradecimiento y el cariño. Soobin responde con un empujón suavecito de su hombro contra el de su compañero, sonriendo de vuelta.

La madre de Yeon expresa estar aliviada de no tener que pensar en un postre porque Bin trajo un pastel de crema, aunque al vaciar los platos llegan al consenso de servirlo más tarde junto a un café.

El alfa pelinegro se ofrece a ayudar a limpiar, después de todo su madre le enseñó a ser agradecido y hacendoso.

—No te preocupes —la señora sonríe de aquella forma tan dulce como su aroma. De la misma forma que lo hace su hijo cuando está feliz—, nosotros lo haremos —añade señalando a su alfa que se preparaba para huir de la escena.

—Te daré un paseo guiado por la casa —dice Jun dejando una caricia por la extensión de su brazo.

No es un tour extenso, indica que en el segundo piso está la habitación de sus padres, pero no suben. La primera parada es el patio, donde se encuentra el hijo mayor de los Choi y la mujer alfa jugando con los perritos, no es amplio, pero el pasto y las plantas se encuentran bien cuidadas y bonitas. Incluso Soo pregunta tímidamente si puede sacar un par de hojitas de menta.

Continúan por un angosto pasillo, el mayor le señala que la primera puerta es el baño, las otras corresponden a un par de habitaciones.

Soobin no puede negar que la emoción lo carcome cuando la última parada del mini tour es la habitación de su Hyung, "Técnicamente es una habitación de invitados que conserva alguna de mis cosas viejas", había corregido éste, también le había comentado que por varios años sus padres tuvieron esa casa en arriendo y que los inquilinos no quitaron el par de pósteres que quedaron en su cuarto, "Fue un lindo gesto encontrarlos en su sitio", decía en el trayecto hasta el final del pasillo.

El rubio deja la puerta junta luego de entrar, mirando a su novio dar brincos de un lado a otro, como si de un salto con sus piernas largas pudiera llegar de un extremo al lado opuesto de la pequeña habitación.

El Dongsaeng husmea curioso desde el par de pósteres, libros en la repisa, hasta las fotos enmarcadas. Estas últimas son las que más llaman su atención, hay una de su pareja cuando apenas era un niño delgado y rostro redondito en los brazos de su padre, incluso no se resiste a pronunciar un "Tan tierno", otra de las fotos enmarcadas sobre la repisa es de su mayor junto a Kai, Yoongi y Beom; los dos primeros portan el diploma de graduación en sus manos, debe admitirlo, el cabello platinado realmente le sentaba bien, aunque según el mayor, su madre le dijo que parecía un dumpling hervido con esa tonalidad, arrancándole sonoras carcajadas. Le agrada la señora Choi.

—Tengo un álbum de fotos entre los libros —comenta y no alcanza a agregar nada más antes que Soo salte y diga un apresurado "¿Dónde?"—. El tercero a la derecha —apunta con el dedo desde su posición cómoda en la cama.

El más alto se deja caer sobre el colchón y apoya el álbum en sus piernas. Desde su garganta escapa una melodiosa risa suave vibrando en el aire, la emoción es tangible en cada uno de sus gestos, sus labios se curvan y sus ojos se entrecierran por cada fotografía adorable.

—De niño eras muy tierno, ¿Qué pasó contigo, Hyung? —bromea sin que la sonrisa amplia desaparezca.

—Choqué con la realidad y dejé de serlo —se encoge de hombros para aportarle indiferencia a su respuesta.

—Bromeaba, Hyung. Sigues siendo adorable bajo toda esa capa arisca y seria que pones constantemente frente al común de la gente — Bin está seguro que fue herencia de los señores Choi.

Jun siente que el calor se esparce por su cuerpo y sube directo a su cara, prefiere no decir nada y quedarse con el gusto agradable del cumplido.

—Estaba esperando que apareciera una foto de mi novio tocando piano —comenta con la vista fija en el muchachito con lentes de expresión concentrada frente al instrumento.

Supo que Yeonjun tocaba piano cuando escuchó a un par de sus compañeros mencionarlo en el pasillo, hablando de los talentos escondidos en la estación y no fue hasta que comenzaron a compartir noches juntos que se lo preguntó.

El alfa menor continúa haciendo un recorrido por las fotos que son como una línea de tiempo, viendo la evolución de su pareja, aunque su rostro redondo se mantuvo hasta la adolescencia, edad en la que sus bellos rasgos empezaron a definirse un poco más y su mirada adquirió mayor profundidad, ese par de ojos que transmiten lo insondable. Ahora sus mejillas han vueltos a estar algo llenas y preciosas que se le antoja morderlas.

¿Qué habría pasado si se hubieran conocido más jóvenes? Quizás hasta compartieron un espacio en común, tal vez en ese cumpleaños masivo de Beomgyu cuando cumplió veintiuno y nunca repararon de la presencia del otro entre tanta gente y aromas. Tampoco asistió a muchas celebraciones, Gyu insistía que se sentiría un mal Hyung si llevaba al "Pequeño Binnie" a fiestas, repetía constantemente "Cuando crezcas" y Soo bufaba diciendo que ni siquiera se le notaba que era un año mayor y por eso no lo llamaba "Hyung".

Se detiene unos segundos en las fotos de Huening jugando junto a Yeonjun en el jardín, luego hay otra de los dos niños con sus uniformes de primaria.

—¿Salieron alguna vez? —pregunta con entonación puramente de curiosidad. Ha dejado de sentirse molesto ante la idea de todo lo que Kai significa en la vida de Yeon.

—Claro —contesta a propósito y sonriendo con un poco de maldad—, íbamos a muchas partes juntos.

—Yah, sabes que no me refiero a eso —su labio inferior se abulta.

—No lo hicimos, nunca definimos nada —responde sincero mirando sus fotos con cierta nostalgia—. Las cosas... Solo pasaban, experimentábamos y lo repetíamos, luego llegó Gyu y paramos por un buen tiempo.

—¿Estabas enamorado de él?

—No sé si decir que me llegué a enamorar, pero me gustaba mucho y no puedo mentir y decir que no me dolió que apareciera su predestinado.

—Te gusta, en presente —Soobin extiende su mano para delinear la de su pareja.

—Pero no estoy enamorado de él —especifica entrelazando los dedos con los de su alfa—, estoy enamorado de un mocoso arrogante.

—Y ese mocoso arrogante está enamorado de un alfa insufrible.

—Creo que si alguna vez queremos una cursilería de pareja, deberíamos grabar esas descripciones en anillos o algo.

—Yeonjunnie hyung, no me digas que quieres que compartamos unos anillos cursis —se inclina para alcanzar los labios contrarios, los aprieta con los suyos unos segundos antes de alejarse sonriendo. Su mayor está con las mejillas rojas—. Me gusta la idea.

—¿De compartir simbolismos cursis conmigo?

—Me gusta mucho la idea, en especial porque también quieres, aunque no lo digas directamente —vuelve a dejar otro beso casto en sus labios.

Jun no recuerda en sus pocas relaciones estables siquiera haber pensado en algo como anillos de alianzas. Sí tuvo proyecciones: Viajes, tal vez convivir, celebraciones de aniversarios escapándose a un lugar bonito, pero jamás pensó en todo aquello que consideraba una cursilería, inclusive cuando acompañó a Yoongi a comprar un par de collares a juego, el omega se quejaba diciendo "No te rías, es un gesto bonito. Ya te quiero ver haciendo lo mismo".

—No tiene que ser ahora, es más, no debería ser ahora.

—Y yo que pensaba decirte que mañana fuéramos a una joyería —vuelve a insistir y nota un destello de pánico en la mirada de un Yeon que pareciera librar una batalla dentro de su cabeza—. No tiene que ser ahora —confirma riendo. Será después, algún día, quizás espere que su alfa lo olvide y lo sorprenda con los anillos grabados. Tal vez dentro de años para que éste diga: "¿Todavía te acuerdas?" encogiéndose y cohibido como cada vez que le dedica gestos y regalos imprevistos, mencionándole que no hay que perder la costumbre del cortejo—. ¿Desde cuándo, Hyung?

—¿Desde cuándo qué?

—Eres así, como un gato a la defensiva con el mundo.

—No lo sé, supongo que la adolescencia acentuó algo que siempre estuvo.

Algo que siempre estuvo... Soobin lo medita un poco antes de seguir con el interrogatorio saciador de curiosidad. Hay mucho que no sabe de su mayor.

—¿Y nunca te gustaron los omegas? ¿Ninguno? ¿Siempre te gustaron los alfas? ¿Cómo te diste cuenta? —pregunta acercándose un poco más, buscando su mirada.

—Primero, son muchas preguntas, mocoso curioso —dice sin apartar la vista de esos brillantes ojos oscuros—. Segundo, nunca y siempre suena como a una determinación, también me han gustado betas.

—¿Debería dejar de preguntar? —Y nuevamente usa uno de sus pucheros que ablandan al más bajo, quien en realidad pretende responder todo, quiere ser un libro abierto para el otro oficial.

—Hasta ahora no me he sentido atraído por omegas y es más fácil que un alfa llame mi atención, es así... Bueno, desde que me presenté y un mundo de olores me golpeó en la cara —comienza a explicar mientras los recuerdos aparecen por montones en su mente—. Me acuerdo que cuando en mi clase varios empezamos a presentarnos, una de las conversaciones recurrentes era sobre omegas, en especial acerca de un compañero que olía a caramelo, despertaba deseo en cuanto alfa había en el salón. Era un chico bonito, olía bien, batallaban por cortejarlo, el pobre chiquillo tuvo que comenzar a bañarse en neutralizador...

—¿No te gustaba su olor a caramelo? El caramelo huele y sabe muy bien.

—Insisto, no digo que no oliera bien, me gusta el sabor del caramelo, pero... No despertaba nada en mí, mi lobo no reaccionaba por más que le preguntaba ¿Acaso no te gusta? Era dulce. Demasiado dulce, demasiado empalagoso que debía contenerme de arrugar la nariz, así me sentía frente a un omega, especialmente cerca de su celo. Es como si algo no encajara conmigo y vaya que me sentí raro, es decir, ¿Cómo no me atraía ningún omega? Trataba de decirme que quizás era cosa que apareciera el famoso predestinado que la luna te guarda para complementar tu vida y todo ese cuento mágico.

»Por otra parte. había un segundo problema, el aroma de otros alfas, no entendía por qué mierda me parecían tan llamativos, era completamente desesperante. Algunos despertaban a mi lobo que se agitaba feliz. Recuerdo que tenía otro compañero, un alfa que olía como a curry y arroz, más de una vez se lamentó que no conocía omegas que les gustara su aroma y tenía que contenerme para decirle "¿Por qué? Tu olor me da hambre, te comería si pudiera" y ahí supe que mi caso era toda una desviación, atípico, fuera de la norma.

Soobin asimila la historia relatada, incluso no logra contener la sonrisa porque se pone en el lugar del chico con aroma a curry y arroz, imaginando lo sobresaltado que se hubiera sentido si su compañero de clases, alfa, soltaba semejante frase. Aroma a café muy amargo invadiendo su espacio... Puede que hubiera sucumbido a él, a la intensidad, a la rabia desatándose entre ambos y lo habría besado, entonces su historia se repetiría y nuevamente chocarían con la angustia, compartirían el proceso de no saber qué demonios pasa con ellos. Un par de adolescentes en la misma condición, ya que en gran parte el alfa azabache es el único que sigue sintiéndose así. 

Inexperto, raro, batallando consigo, pero bien.

—Hyung, si se lo hubieras dicho, quizá lo hacías dudar —aprieta un poco más el agarre de sus manos calientes, que llevan unidas casi toda la conversación—. A veces sospecho que harías dudar a cualquiera.

—Yah, me haces sonar como si fuera irresistible... Bueno, de haber sido así, no habría sido tan difícil estar con otro alfa.

—Para mí eres irresistible, y si ninguno de esos alfas se atrevió a pelear por ti, no son dignos —dice sacando el pecho y sonriendo altivo.

—Digamos que fue mutuo, algunos de ellos no tomaban el riesgo o simplemente no querían algo serio, otras tantas era yo quien no sabía cómo lidiar con esto. Entre alfas es difícil.

—No tiene que ser así.

—¿Te recuerdo nuestro comienzo?

—Podrías escribir un libro, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

—¿Qué hay de ti, Soobinnie? ¿Cuántos cayeron rendidos por este mocoso arrogante? ¿Además de omegas hubo betas mujeres, betas hombres? Necesito saber detalles, ya sabes, para cuando escriba el libro.

—Siempre resulté atractivo para los omegas —dice arrogante, incluso sonriendo mentón en alto, pero la mirada profunda de su alfa le dificulta mantener la postura y empieza a reír—. Bien, no siempre, pero desde que me golpeó la pubertad y avanzó la adolescencia comencé a verme más apuesto y recibir confesiones amorosas. Mayormente estuve con omegas y me gustó una chica beta una vez, pero me rechazó cuando me declaré.

—Duro golpe al ego de Choi.

—No bromees, fue un golpe a mi ego. Por lo general me resultaba más simple estar con un omega sabiendo de antemano que le gustaba y así evitaba nuevamente un rechazo, tampoco podría decirte que tuve muchas relaciones serias, mi mamá es un poco entrometida en ese aspecto, en todo, en realidad. De hecho, cuando cursaba el último año de instituto salí con una chica omega que practicaba ciclismo de montaña, era una Noona genial, tenía brazos y piernas muy fuertes... A mi madre no le gustaba para nada porque no era delicada, y la cereza del pastel fue cuando ella dijo durante un almuerzo familiar que no estaba en sus planes tener hijos.

»Mi madre siempre ha querido que esté con algún omega delicado y con devoción innata por la familia, en cambio a mí me gusta la dualidad, omegas que olieran tan dulce y lucieran tan fuertes. Por eso me gustaba Yoongi con su carácter, o Taehyun con sus músculos que me resultan tan atractivos.

"Por eso caí rendido a ti", piensa sin decirlo. Su Hyung tan dominante, amargo, cálido, entregado y dulce. Puede serlo todo.

—Eso no me lo esperaba.

—No me habría atrevido a intentar nada sabiendo que Beomie lo quiere, estuvo vetado desde el principio, así que busqué a otros omega estilizados y ejercitados para sacarme el gusto.

—Puedo asumir estuviste con muchos omegas —afirma con la diversión brillando en sus ojos y labios que se estiran. Soobin es realmente muy apuesto y también un mocoso adorable, no duda que para él es fácil tener a alguien en la palma de su mano, posiblemente si hubiera conocido a Yoongi antes que se enamorara perdidamente de Jungkook, su amigo omega hubiera caído ante los encantos de Choi.

—Así como muchos no, pero sí varios...

—Las cantidades son relativas, para mi puede ser mucho lo que para ti son varios.

—Yah, no pensaba pasar solo mis celos y no me gustan los supresores.

"Lo recuerdo", se tienta a decir el rubio.

—Tengo una pregunta necesaria, para agregarlo en el libro, ya sabes, detalles importantes —puntualiza antes de seguir—, ¿Cómo es que no dejaste embarazado a nadie? ¿Estás seguro que no hay un pequeño Choi dando vueltas por el continente?

—Siempre me cuidé con los omegas que estuve —se defiende.

—Conmigo ni siquiera lo pensaste.

Soobin abre los ojos por la sorpresa. Debe admitir que en medio del calor, la rabia, la tensión y cantidades enormes de deseo... Ni siquiera lo pensó, y el par de neuronas haciendo sinapsis apenas le decían durante sus encuentros: "Mira que no se embaraza" "Ni siquiera se la estás metiendo, ¿Qué puede pasar?", "Mmmh, su boca se siente tan suave devorándome así" y luego cualquier proceso cognitivo complejo entraba en pausa temporal, además nada parecía sospechoso a sus sentidos. Cae el peso de la irresponsabilidad, en ambos. No sabe la razón, pero empieza a reír contagiando al contrario en el proceso.

—L-lo mismo digo, contigo todo fue precipitado, ¿Y tú, Hyung? Pudiste haberme pegado algo —frunce sus labios en una expresión adorable que a Yeon le encanta—. Tuviste aventuras con varios alfas.

—Me cuidaba y hubo pocos desde hace un buen tiempo —responde aún sabiendo que tantas explicaciones no son necesarias. Realmente hubo pocos, y con Hyuka con exámenes en mano decidieron dejar los condones de lado—. Salí limpio en el último chequeo médico que nos cubrió la estación —aclara.

—Debo confesar que asumí como el Hyung responsable que eres que si hubieras tenido algo, hubieras usado una barrera de protección conmigo.

—Lo admito, fui por completo irresponsable, ni siquiera lo pensé mientras te tenía justo donde quería, restregándote entre mis piernas —Yeonjun ríe con la cara sonrojada, negando y rogando que nadie anduviera lo suficientemente cerca como para escuchar su conversación traspasando las paredes.

—También salí limpio, no sería tan irresponsable para querer pegarte algo —dice con las mejillas un poco más calientes—. Me acuerdo que en la estación en la que estuve antes un omega descubrió que su pareja lo engañaba con otro porque le contagió una ETS.

—Creo que es la peor manera de enterarte que alguien te engaña —comenta el más bajo con un incómodo escalofrío bajando por su espalda.

—Conclusión para nuestro libro es que el par de alfas fueron unos irresponsables.

—Tengo varias conclusiones más, como que enamorarse activa el interruptor de la estupidez en ambos alfas.

—No me ofende estar estúpidamente enamorado de ti.

Yeonjun no resiste el peso del enunciado, suelta la mano de Soobin para envolver los brazos en su cuello y empujarlo de espaldas al colchón, sin importarle que el álbum se desliza de sus piernas al suelo, sólo quiere atrapar sus labios y devorarlo con besos lentos. Sólo un poco, la puerta está entreabierta, un par de segundos más, prueba su lengua escurridiza y suspira de gusto.

Se separan justo a tiempo, antes del sonido de los pasos acercándose y los golpecitos en la madera, quienes no esperaron aprobación para entrar invadiendo la habitación fueron el par de pequeños perritos.

—Serviremos el pastel que trajo Soobin-ah —avisa el hermano del alfa mayor, asomándose por el marco.

—Vamos enseguida —responde Jun.


El resto de la tarde es ameno y el tiempo vuela entre risas y conversaciones. El pastel se acaba, pero vuelven a llenar tazas con té y café prolongando la estadía en la mesa. Yeonjun corrobora que a su familia le agrada Soobin y eso le hace sentir jodidamente bien, su padre está más conversador —aquello no es usual— y su madre se permite bromear con el azabache, enganchando mutuamente entre sarcasmos y picarlo a él que se queja y los acusa de bullying.

Al despedirse, los señores Choi dejaron invitado al par de alfas para que hicieran visitas más seguido, "A ver si convences a Yeonjun que no sea tan ingrato con sus padres" había dicho la mujer omega como reclamo a su hijo que muy a distancia acude a casa a verlos.

Cuando caminan al auto mira que su novio trae un libro y un viejo cuaderno que sostiene con una mano. Toma su lugar en el puesto del piloto —por lo general si uno hace el viaje de ida, al otro le toca conducir a la vuelta— y Binnie no puede evitar una expresión de sincera intriga cuando su mayor deja el cuaderno sobre su regazo.

—Léelo cuando quieras —dice sin explicar tanto más, sólo aumentando los niveles de intriga—. Creo que no te conté que hace años en tiempos de necesidad comencé a vender canciones, tengo varias cosas escritas ahí y no sé —rasca su nuca antes de hacer partir el motor y acomodar sus manos al volante—, supongo que quiero que conozcas un poco más de mí a través de algo que me gusta hacer.

—No me lo habías contado —aprieta el cuaderno contra su pecho, ansioso por querer abrirlo lo antes posible.

—Creo que aún falta tanto por contarnos —dice con cariño, sabiendo que tiempo hay y conversaciones perezosas acompañadas de café o acurrucados en la cama intentando dormir prometen estar en cantidades.

Continúan el camino al apartamento, la música suena bajito, el más alto siempre cambia las estaciones de radio, había explicado que dependiendo el día, algún estilo de música se le antojaba más que otro. Por lo general tararea las canciones cuando no las canta y para el mayor su voz es un estímulo placentero que deleita su sentido auditivo.

A veces le recuerda que tiene una voz preciosa.

A veces Bin sonriendo, y sabiendo los efectos que puede causar en su pareja, le canta, mejor aún cuando lo hace cerca de su oído.

—Hyung, tengo una invitación —dice al momento que la canción termina y la voz del locutor comenta la temperatura actual en Seúl.

—Soy todo oídos.

—Mis padres celebrarán su aniversario un par de días antes del año nuevo lunar, ¿Querrías pasar esas fechas conmigo en Ansan?

Ese tipo de invitaciones no deberían llegar así de sorpresivas, menos para alguien que va con las manos al volante. Estuvo impulsado a frenar en seco, voltear y preguntar "¿Qué?" como para corroborar que había escuchado bien. ¿Lo estaba invitando a conocer a su familia? ¿Tan pronto? De reojo logra comprender que la mirada de Choi es determinación pura, de esas que le dicen que batallará por un sí.

—Si es porque hoy...

"...Re presenté a mi familia, no es necesario que te sientas presionado", habría querido decir antes de la interrupción.

—Me gustaría pasar el año nuevo lunar contigo.

Yeonjun afirma con un pequeño movimiento, acompañado de un "Bien", aunque algo le hace sentir incómodo, llámese intuición o lo que sea, pero la tensión encuentra un buen sitio donde albergarse justo en su estómago.

Desde el principio de la relación ha sospechado que la familia de su pareja será una barrera, Soo lo corrobora cada vez que menciona algo sobre su madre, e ir a meterse a su territorio es un viaje directo a la boca del lobo.


°°°


Soobin está sentado con las piernas recogidas en el sofá, tiene el viejo cuaderno en sus manos, las cosquillas se extienden por sus entrañas y sus dedos trémulos por la emoción lo abre con cuidado, deleitándose con el aroma a papel gastado. Su mirada empieza a devorar todo a su paso plasmado en las hojas.

Desde el primer momento que lo escuchó improvisar supo que su mayor es más que sólo tener una lengua ágil —en muchísimos sentidos—, fue la reafirmación que lo llevó pensar "¿Por qué no aprovecha ese talento? ¿Qué hace encerrado en una estación y con un uniforme?". Ahora, a medida que lee, lo vuelve a confirmar. En algunas estrofas escribe ordenado y claro, en otras la caligrafía se torna difícil de leer, trazos rápidos y evidencia que la piel pasó a llevar la tinta, así como también un reflejo de aquella mente tan dinámica.

Su boca se entreabre cuando algunas estrofas ya tienen una melodía de fondo. No hace falta tener una capacidad prodigiosa de inferencia para entender por dónde va esto.

Esa canción la conoce, está seguro.

Y a quien todavía le falta por seguir conociendo mucho más es, en definitiva, a su Hyung.


°°°

Amé a la familia de Yeonjun aquí, es bastante bonito que Soobin al fin se sacara esos nervios de encima ajsksp 

¿Les sorprendió que ofreciera el viaje a Ansan al final? 👀

Me gustó que hablaran más de sus relaciones pasadas e historias de descubrimiento, hay muchas cosas aún que deben aprender del otro.

También me encantó que dijeran en alto que están tan enamorados *gritos gays*

Fotitos de Junnie chiquito con lentes porque es hermoso y sanadoramente adorable uwuwuwuwuwu

¡Voten y comenten!❤️

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