XXXII. Curiosidad y un poco de obstinación 2/2
Soobin no deja de pensar en los ojos de Yeonjun. Tan pequeños y oscuros. En como su pareja ha pasado por una serie de transformaciones, ampliándose cada vez más la forma en que lo conoce, como si cada día encontrara un nuevo adjetivo para definirlo a él y su relación —consciente que las definiciones nunca terminan—.
Su cabeza es un cúmulo de recuerdos, transportado por completo a diversas escenas en que esa mirada profunda le ha hecho temblar, ya sea de rabia o sucumbiendo al placer antes de ser tocado o estremecerse al notar que su mayor le quiere demasiado y que sus orbes casi negros destilan cariño.
Intenta apretar los labios y mantener su expresión inmutable para que su cara no delate que está a millas de distancia, atrapando frases puntuales, agarrando sólo a momentos el hilo de la conversación. Piensa en Yeonjun y en la fantasía que se arma en su cabeza de dos personas adultas con los mismos rasgos de su alfa.
Dos personas que pensarán: "¿Así que este es el compañero de nuestro hijo?".
Parpadea y logra conectar cuando Taehyun muestra la foto de Beomgyu, Kai y Toto. Se convence que en algún momento debieran tener un perrito —o más de uno—, tal vez igual de pequeño que el de sus amigos, para que no sufra de estrés en el apartamento.
Mejor que sean dos e imagina a esos cachorritos peludos sobre la cama, repartiendo lamidas en el rostro malhumorado de Yeon cuando despierta muy temprano por la mañana.
Nuevamente arranca a kilómetros y tiene que volver a la realidad.
Tae les cuenta en plan de queja que tendrá que trabajar el primer día de celebración del año nuevo lunar, pero también destaca que le pagaran el doble y no puede negarse a una jugosa ganancia.
Soobin se acuerda de la reciente conversación con Beomgyu y el gasto que ha implicado los exámenes y el tratamiento. Su mejor amigo está nervioso ante el procedimiento de embarazo asistido, aunque no sería justo decir que es el único, las ansias carcomen a los tres en casi la misma medida.
También recuerda algo en particular que llamó su atención, muchas veces Gyu no tenía filtro para contarle lo que pensaba, por lo mismo terminaba escuchando hasta secretos ajenos —claro, excepto lo bien que guardó la relación entre Kai y Yeon—; el omega hablaba de muchas cosas sin mayor hilo conductor entre los trámites médicos y el viaje de trabajo, aunque de repente comentó: —No sé si es mi idea o Taehyun hyung me mira como si se sintiera culpable de algo —lo dijo inseguro y confundido, jugando con sus dedos. Luego le restó importancia agregando que eran ideas suyas.
Bin intenta leer al mayor del grupo, buscar ese algo que no ve, pero Beom sólo continúa hablando y gesticulando, llenando la boca con mucha comida. No encuentra nada particularmente llamativo que le dé pistas, supone que no tiene esa habilidad intuitiva tan desarrollada a diferencia de Yoongi.
Antes habría dicho que es cosa de omegas, pero Jun también tiene una intuición fuerte y una vez le dijo que, si no fuera un mocoso egocéntrico, podría darse cuenta de muchas cosas —antes, cuando la presencia del otro era un tormento, entonces lo interpretó como un insulto—.
Se pregunta si acaso tendrá que ver con la conversación respecto a Huening que tuvieron la noche que lo acompañó a la fiesta.
Al terminar el almuerzo, Taehyun apresurado se despide porque va tarde a la academia. Yoongi comenta que tomara el autobús, Soo no tiene problemas en pasar a dejarlo antes del trabajo. El omega agradece y se sienta en el puesto de copiloto.
El alfa canta bajito el coro de las canciones que le gustan, además la que está sonando los acompañó una tarde de baile improvisado encerrados en la habitación mientras le decía a Yeon que podría dedicársela, y su hyung arrugando el ceño contestaba que era demasiado cursi.
—Si es que mañana estás libre junto a Yeonjun hyung, tengo una invitación para ustedes —el mayor propone con entusiasmo captando su interés de inmediato—. ¿Quieren ir a una clase de baile de prueba conmigo y Jungkookie?
No puede evitar asentir. Responde que sí enseguida por los dos, aunque luego procesa si su novio querrá, si ambos se sentirán cómodos con varias personas alrededor, más de alguno notando que son un par de alfas desviados que no conocen lo que es el recato —o eso dirían sus padres si estuvieran presentes—.
—No será.... No sé —relame sus labios frenando la oración antes de pronunciar un "incómodo".
Lo último que quiere permitirse sentir es el peso ajeno sobre su relación con Yeonjun. De a poco han tenido citas en espacios abiertos y juguetean a tomarse las manos como un par de críos, obviando cualquier juicio que puedan armarse de ellos.
Y cuando cree que se ha convencido que al carajo todo y nada de eso importa, se da cuenta que todavía guarda cierto recelo y temores que se niegan a desaparecer.
—Estamos junto a una pareja de chicas omegas y nadie les dice nada —comenta Min con esa intuición tan desarrollada que le perturba y tranquiliza a la vez.
Choi afirma nuevamente, porque quiere ir y bailar con Junnie, no sólo dentro de la privacidad que les otorga el apartamento. Quiere la sensación de libertad completa a su lado y sus miedos son una atadura todavía.
Yoongi se despide con una sonrisa amplia y alegre que resulta contagiosa. Ahora sólo le queda insistirle a su mayor hasta escuchar un sí. Incluso está dispuesto a negociar.
Llega a su turno, tenía la esperanza de toparse con Yeonjun a la salida justo al recambio, pero no alcanzó. Aún le quedan varias horas por delante antes de verlo.
Horas y agitadas situaciones que enfrentar que no le dejan tiempo ni siquiera para responder los mensajes de Yeon preguntando qué quería para cenar.
°°°
Yeonjun llega cuando el cielo está oscuro y el viento sopla frío. Agarra una de las sudaderas de Soobin y se abriga con ella, han tomado la costumbre de usar ropas del otro. Al policía rubio le gusta cuando en sus prendas queda adherida la fragancia ácida del limón y el jengibre. A su lobo le gusta acurrucarse envuelto en ese aroma.
Mira el refrigerador, pronto tendrán que ir por las compras semanales. Se debate qué preparar para la cena e intenta ahorrarse la elección preguntándole a Bin, aunque no recibe respuesta y termina por hacer un estofado que alcance para hoy y mañana.
Piensa en la conversación con Jungkook. No la parte de los políticos que quisiera ver tras las rejas como a veces fantaseaba cuando se topaba con sus rostros de sonrisas mentirosas en los titulares de los periódicos, sino en la frase que resuena en su cabeza: "¿Acaso no crees en él?".
Es una pregunta que duele. No es que no quiera. No cuando ha visto que Soobin busca avanzar, enfrentando mucho de lo que alguna vez estuvo inserto en su sistema de creencias.
Están viviendo juntos, ¿Qué más necesita para convencerse?
Luego piensa en el miedo que no expresa directamente, pero puede olerlo cada vez que menciona a sus padres.
Yeon teme que ellos sean la barrera con la que choque Soo y lo reconsidere todo. Porque una cosa es tener un miedo como monstruo de armario, alimentado por la imaginación, fantasías ansiosas de resultados nefastos, y otra es tenerlo de frente, real, directo y con palabras dolorosas.
Y más que sólo no querer que su relación —una que ha sido una carrera y ha notado con asombro todo el trecho que han recorrido en tan poco tiempo— termine por hundirse, no quiere que Soobin tenga que darle cara a un rechazo. No quiere verle herido.
El celular vibra sobre el mesón y emite un ruido fuerte a través de la superficie. Piensa que debe ser el Dongsaeng quien contestó el mensaje cuando ya tiene todos los ingredientes cocinándose.
Es su madre.
Directa como siempre, sin preámbulos y "Buenas noches", le pregunta si necesita algún tipo de consideración especial para su invitado: Alergias, régimen, ¿Vegetariano?, ¿Sin gluten?
No puede evitar sonreír, sabe que es la forma de su mamá de mostrar interés. De dejar en claro que siempre le ha estado apoyando.
Apaga la estufa, mira la hora y asume que su mocoso llegará pronto. Suposición acertada cuando escucha la puerta al abrirse, cerrarse y pasos precipitados que le dan a entender sin la necesidad de voltear que su compañero está cada vez más cerca.
Su aroma cítrico llena su olfato. Su presencia es cálida, tanto como el abrazo que aprieta su cintura.
—La comida está lista —dice bajito, besando su frente.
—Muero de hambre —se queja con una pequeña sonrisa, buscando la mirada profunda y cariñosa de Yeon. Le gusta perderse ahí, como si a través de esos ojos oscuros traspasara a su cuerpo un torrente de emociones tibias. Cree que podría temblar, pero orgulloso y terco se mantiene firme.
Cada instante cotidiano sigue siendo un pequeño placer para ambos. Tramos de paz, como le gusta pensarlo. Dejar que las horas vuelven en conversaciones largas, desahogo de los días pesados, bromas, un poco de humor negro compartido y risas.
A Jun le cuesta decidir un momento favorito dentro de la rutina, aunque cuando están a nula distancia en un colchón estrecho, se convence que la cama y una sesión de caricias es su instante predilecto.
Bin abraza una de sus piernas, sintiendo el peso de los muslos gruesos comprimir. Las manos calientes del menor realizan un trayecto, subiendo por su espalda hasta enredarse en su cabello y deja cortos besos por su rostro pálido de mejillas rosada. Tanta cercanía y calor arden directo en su cara.
—Hyung, mañana iremos a bailar —dice a modo de afirmación.
—¿Qué?
—Yoongi hyung nos invitó a una clase gratis —explica sin detener las caricias que rascan su nuca. Yeon se deshace.
—¿Dijiste que sí por mí? —intenta que suene como una demanda, pero su mocoso es un manipulador porque los mimos drenan la potencia de su queja.
—Sí, quiero bailar contigo —ahora pone esos ojitos de cachorro y esa voz suavecita—. Es sólo una vez, si es que no te gusta no tenemos que volver a repetirlo.
—Bien —termina cediendo. No sería ni la primera ni última vez que lo hace.
Soobin lo abraza con más fuerza, sonriendo alegre, repitiendo "Gracias" y "Hyung" entre un beso y otro.
°°°
Despierta solo, bueno, no tanto, el peluche de Nick envuelto con la bufanda que alguna vez le regaló pareciera observarlo desde la repisa, y el aroma a café inunda la habitación. Entierra su rostro en la almohada cerrando los ojos nuevamente y se queda unos minutos más, buscando razones para levantarse y vencer a la pereza que le dice que la cama es muy cómoda, que incluso conserva la esencia amarga de su pareja, "No deberías salir de aquí". Su animal está de acuerdo.
Hay una nota en la mesita al costado, extiende el brazo como si supusiera un esfuerzo monumental y la pone frente a su mirada somnolienta. Es una lista de materiales que faltan para avanzar en la casita de muñecas, al final de la hoja y escrito pequeño, su Hyung deja un mensaje afectuoso: "Aliméntate bien", que sabe que es su forma de decirle "Te quiero y me preocupo por ti".
—Traeré sopa, si te alimentas bien, vas a estar sano y feliz —dijo su pareja con las manos acunando sus mejillas aquel día que estaba enfermo tapado hasta el cuello rogándole a su cuerpo que no trajera de vuelta la fiebre—. Quiero que estés sano y feliz.
Sonríe con esas palabras entibiando su pecho.
Guarda la lista en su billetera, piensa qué más necesita comprar, revisa si ya usaron o todavía está intacto el tubo de lubricante. Queda, no mucho, pero como es mejor que sobre a que falte, hará una visita rápida a la farmacia también. No quiere que nada impida sus planes para esta noche.
Se mete a la regadera, hace espuma en su cabello y cerrando los ojos siente el agua caer por su rostro. Enreda sus dedos entre las hebras y cada tironcito se siente bien.
Todo se siente bien porque su mente sugiere ideas e imágenes interesantes.
El ritmo de su respiración cambia y como preámbulo baja lentamente en una caricia continua por su cuello, arañando ligero con las uñas cortas sobre el pecho, delineando un pezón justo como lo suele hacer Yeonjun cuando le gusta tentarlo. Desciende por su abdomen firme hasta acunar su pene semi endurecido. Un corto masaje, descubriendo el glande tan delicado que apenas es presionado por su pulgar envía una agradable descarga circulando por sus nervios.
Pronuncia el nombre de Yeonjun, ya que lo imagina justo a su lado, mirándolo tocarse.
Quiere seguir, empuña su mano y la mueve con vigor por toda la extensión, su cuerpo reclama lo bueno que es un pequeño orgasmo para iniciar bien el día. No aún. El objetivo es otro.
La obstinación siempre ha sido su arma de doble filo. Cuando algo se le pone entre ceja y ceja roza lo imposible que alguien le haga desistir. A veces es un buen ingrediente para la motivación de logro, consigue metas en menos tiempo y se ha ganado felicitaciones. En otras ocasiones en un desastre que consume su ánimo y energías.
Se ha estado preparando para recibir a su alfa justo de la forma que quiere. Lo quiere todo. Así que cada ducha se transforma en una instancia de práctica, de largos y placenteros minutos con los dedos dentro.
Y en cada instancia evoca un recuerdo o una fantasía distinta.
Hoy recuerda el día que su hyung perdió una apuesta. El muy traidor —como le había reclamado Bin—, puso sus fichas en Beomgyu argumentando que tenía mejores estrategias, el alfa azabache, indignado como nunca y competitivo como siempre, tomó el control mascullando "Ya verás, Hyung traidor", obstinado en conseguir su triunfo en la partida.
Ganó.
El resultado fue un pequeño castigo. Yeon con las manos atadas a la espalda, quejándose de lo humillante de la posición, con el rostro en el colchón y el vientre sobre los muslos de Soo. Reemplazó las palabras por un par de ruidos de sorpresa cuando golpeó con la palma la carne blanda. Una caricia y otra nalgada que lo hizo respingar sobre su regazo, mascullando "Maldito mocoso", recibiendo una tercera nalgada.
—¿Me detengo?
—No.
Chupó dos de sus dedos, cuando su hyung lo miró curioso, hizo de la succión algo obsceno con sonidos mojados y saliva escurriendo por su índice y medio. Trazó un círculo en el agujero estrecho que se contrajo involuntario. Empujó hasta hacerlos entrar, masajeando con lentitud y paciencia. Quería a su alfa suplicando, hacerle terminar sin estimular nada más que aquella zona tan sensible.
La escena mental lo tiene gimiendo apoyado en los azulejos fríos, con las piernas débiles y cada nervio receptivo al tacto y la presión. Las paredes calientes aprietan tres de sus dedos, cuidadosamente intenta agregar uno más.
Siente la tensión en su vientre, el cosquilleo intenso en cada músculo pélvico, acompañado de la secuencia de imágenes de su pareja removiéndose, restregándose contra su regazo y alzando el culo hacia sus dedos.
El orgasmo detona con bruscas contracciones, calor y hormigueos viajando por su cuerpo.
Deja que el agua limpie el líquido viscoso que salpicó su vientre y enjuaga sus manos antes de cerrar la llave. Se envuelve en la toalla con una pequeña sonrisa de satisfacción. Le espera un buen día. Un turno que terminará pronto, una clase gratis junto a su Hyung y finalizar la noche de forma agitada.
Está de tan buen humor que durante el patrullaje, Lisa no duda en mofarse al respecto. Soobin sonriendo le dice que hay buenas estrategias para mejorar el ánimo, que le vendría bien intentarlas de vez en cuando, recibiendo un pequeño golpe en el hombro de la joven oficial beta sonrojada.
Mira la hora, se acerca el final de su jornada y tiene que resistir la impaciencia por la lentitud de una pareja de ancianos, quienes divagando reportan un robo reciente. Respira profundo, conteniendo decirle bruscamente al señor: "¡¿Pero le vio la cara o no?!".
Se cambia en la estación, metiendo sin doblar prolijamente el uniforme a su casillero. Corre a su auto dejando con cuidado las bolsas de compras. No está a una distancia considerable de la academia y acorta camino tomando atajos por las calles con la aplicación que Tae le recomendó —la misma que alguna vez lo mandó directo a cruzar el mar—.
Observa embobado a su Hyung parado a un costado de la entrada, concentrado en la pantalla de su teléfono. Si bien luce muy atractivo llevando el uniforme, vestido casual, con el cabello un poco más desordenado, pantalones rasgados y suéter ancho le hacen ver genial —no se imaginaría que es un pulcro policía, pensaría que es algún idol, porque su novio es precioso—.
Se acuerda cuando vio una foto que Gyu le mostró de Jun en sus tiempos de instituto con el cabello color rosa, luciendo como todo un bad boy, o it boy.
—Qué alfa tan atractivo, ¿Te han dicho que hueles muy bien? —susurra cerca de su oído cuando se apega a su espalda—. Deberías tener una cita conmigo.
—¿De qué mala películas sacaste esas frases de ligue tan desastrosa? —responde con una sonrisa y alzando las cejas.
—Lo importante es que esa desastrosa frase te acaba de hacer sonreír.
Yeonjun niega aún con los labios que se estiran en una curva feliz. Acaricia cortito la nuca de Soobin, quien sujetando su brazo lo arrastra consigo hasta los carteles que empapelan una de las paredes.
Bin se distrae mirando los afiches, hay clases que llaman su atención, la última vez que participó en algún tipo de taller de baile fue en la escuela junto a una ex novia omega. Jun distribuye su atención entre su compañero, la gente que pasa por su lado entrando a la academia y el teléfono en su mano.
—¿Preparados? —pregunta Yoongi desbordando entusiasmo, a diferencia de Jungkook, que luce agotado, pero tratando de sacar sus últimos restos de energía.
La verdad es que no está preparado. Soobin sí, puede olerlo. Muy ácido, fresco, agradable, le gusta su aroma cuando está feliz.
Deja algunas palmaditas de ánimo en la espalda de su amigo beta, especialmente cuando le cuenta que anduvo un largo trayecto en bicicleta junto a Yoon.
Soo sujeta su brazo y le da ternura, porque pareciera que tiene al lado a un pequeño mocoso que no quiere perderse entre la gente. Yeon sigue a Kook y Gi, iban a entrar a una sala, pero avisan que irán a otra más amplia cruzando al extremo del corredor.
La voz de la profesora suena amable y cálida al dar una bienvenida. Los murmullos van desapareciendo, dejando únicamente la música sonando de fondo y las instrucciones, acompañado de las demostraciones de los pasos básicos.
El azabache los asimila tan rápido. El rubio demora un poco más, pese a que la secuencia es simple, supone que algo tiene que ver la tensión de estar en un espacio rodeado de gente y aromas tanto alegres como ansiosos que le impiden concentrarse. Hay un exceso de estímulos atacando su mente.
Su Dongsaeng se aferra a su cintura y no puede evitar el sobresalto. Luego se relaja, notando que el calor de esa mano se traspasa a través de la ropa.
Rezonga y maldice en varias oportunidades, Binnie suelta sonoras carcajadas, cada vez que se enreda y se pisan mutuamente. Incluso Yoongi y Jungkook acompañan con sus risas.
Ni tan temprano ni tarde, se acomodan a los pasos. El alfa rubio lleva el conteo en su mente para ir realizando las variaciones en la secuencia, el menor sólo fluye al ritmo de la canción. Se turnan, a momentos Soobin guía, en otros es Yeonjun quien sujeta a su menor, riendo al pensar que su relación podría ser representada como esa torpe pieza de baile.
Es tranquilizador notar que no hay miradas encima, salvo la profesora y sus ayudantes que se pasean entre las parejas o la de sus amigos que sonríen.
Se siente cómodo, bien, feliz. ¿Cómo no estarlo cuando la música es alegre y sus movimientos se acompasan junto a los de su pareja? Yeon tiene que admitir que no fue una mala idea aceptar.
"Di que fue una buena idea", se habría quejado Soobin de haber leído sus pensamientos.
Incluso de vuelta a casa, lo admite y le dice a su compañero que fue divertido.
—¿Lo repetimos? —sugiere el alfa más alto.
—Podríamos.
Yeonjun se apodera del baño primero, incluso llama a Soobin por si quiere hacerle compañía en la ducha. El último responde desde la cocina un "Voy después de ti", bebiendo agua como si estuviera deshidratado.
El menor entra cuando el alfa rubio sale con las mejillas rosadas y el cabello a medio secar, vistiendo una de sus camisetas y ropa interior. Deja una nalgada rápida y sin fuerzas antes de encerrarse.
Yeonjun lo espera en la cama, sus ojos están atentos a la pantalla, haciendo un recorrido por los canales. Soobin demora, a momentos se tienta a tocar la puerta y preguntar si sigue vivo.
Lo está. Su aroma es fuerte, se filtra fácil y tan intenso, más de lo habitual y basta con esa pequeña brisa para que sea un hormigueo directo en su estómago.
Está tendido en la cama con unas ganas enormes de tocarse, ajeno al televisor encendido y a los gritos de la película o serie que emiten, no tiene idea, su atención está puesta en la sensación caliente que circula por su cuerpo y en el alfa que todavía no cruza la maldita puerta.
Soo ni siquiera se preocupa de vestirse cuando sale del baño, avanza como depredador con una mirada oscura y hambrienta. Yeon no tarda en despojarse de la ropa, esperando ansioso esos segundos que lo separan de sentir la piel directo con la suya.
—Mañana es mi día libre, puedes hacerlo tan duro como se te antoje —sonríe sobre la boca contraria y presiona directo entre sus piernas.
Soobin se restriega sin un ápice de vergüenza, respirando errático, dejando besos cortos sobre los apetecibles labios apetecibles y rosados de su alfa. Yeonjun aprieta las nalgas de su pareja, empujando brusco contra su pelvis antes de deslizar sus dedos entremedio, está mojado y tan resbaladizo que resulta sencillo hundirlos sin forzar.
—¿Te estuviste preparando sin mí? —pregunta metiéndolos, sacándolos y agregando un tercero.
—Me adelanté un poco —responde sin borrar la sonrisa de chiquillo travieso, balanceándose a la par del movimiento de los dedos.
Jun entre forcejeos lo empuja de espalda a la cama, sujeta sus piernas y, tomando la palabra del otro alfa, entierra su erección con una sola estocada, escuchando como respuesta un ruido rasposo de parte de Bin que lo recibe complacido.
El alfa pelinegro se aferra al cobertor, sintiendo el peso de cada embestida brusca, pieles chocando y el rostro hermoso de su novio, cuya expresión desborda deseo. Cierra los ojos y se sumerge en el placer vibrando hasta el último rincón de cuerpo cuando los labios del más bajo se unen a los suyos.
—E-espera —pone una de sus manos como barrera sobre su abdomen para frenarlo. El mayor se detiene a medio camino y lo mira expectante—. Déjame seguir, quiero montarte —añade estirándose para alcanzar el tubo de lubricante.
El Choi mayor obedece, tendiéndose en la cama, se reincorpora un poco apoyando los codos y observa encandilado al contrario cuando peina su cabello negro que se pega a su frente húmeda, despejando su rostro de labios hinchados y mejillas encendidas. Le recuerda a esas pinturas de ángeles o dioses, a las esculturas que hacen oda a la belleza.
Ese alfa es arte. Cada forma. Un placer visual.
Su mirada viaja por su cuello, disfrutando de la nuez que resalta, sigue en descenso por el ligero relieve de los pectorales, llegando a los abdominales que se pronuncian en pequeñas curvas en la piel que luce tan tersa. Más abajo su pene se alza rojizo y su boca se hace agua antes la imagen de lo que desea probar. Y sus muslos... Tan gruesos, firmes —activador de fantasías cuando nota que estiran forzosa la tela de los pantalones—, que se marcan a medida que flexiona las piernas al sentarse.
Soobin se concentra en cómo esa erección hinchada se abre camino y empuja contra su próstata. Lo quiere así, hundido en lo profundo. Lo quiere hasta el final. Se había estado preparando. Lo haría, porque es un alfa obstinado que ansía vivir cada experiencia nueva junto a su pareja.
—Soobin-ah, suficiente —lleva las manos hasta sus caderas para frenarlo.
El mencionado no escucha y continúa sumergido en el placer, subiendo y bajando, ignorando la presión que ejercen los dedos que agarran sus costados.
—M-Más —demanda apretando la erección caliente deliberadamente con sus músculos—, lo quiero todo.
—Quítate ahora, estoy cerca...—insiste tratando de apartarlo, pero su terco Dongsaeng se niega y aferra los dedos alrededor de sus muñecas.
Yeonjun intenta quitarse al alfa que tiene montando su regazo, sacude sus manos queriendo liberarse del agarre, pero siente el tirón en sus brazos, las paredes estrechándose con cada forcejeo y exige a su concentración evocar ideas desagradables para no acabar, no así, no dentro de él, aunque Soobin está empecinado en llevarle la contraria. No obedece, se mueve enérgico.
Yeonjun no puede...
Todo es demasiado intenso y rápido. La bruscas contracciones del interior de Soo, la sensación viscosa del semen en su abdomen, ese chico alto y terco gimiendo, arqueando la espalda y mordiendo su labio, hermoso como siempre.
Jun no resiste, por más que quiere.
La tensión que hormigueaba desde sus testículos y se concentraba en su vientre termina por expandirse como los efectos de una explosión. Todo se reduce a calor, una descarga intensa que lo hace jadear ronco y temblar, sintiendo que apenas logra sostener el peso sobre sus codos.
Ambos conectan miradas, los ojos de Soobin se agrandan en sorpresa, su mueca se contrae en señal de dolor y sus labios se abren apenas para emitir un ruido ahogado. Maldición, acaba de correrse dentro. Ahora está atrapado hasta que el nudo se desinflame, pero no puede mentir y decir que la presión de los músculos no se siente exquisita.
"Mocoso terco".
—No te muevas brusco, quédate quieto —pide con la entonación suave.
—T-tampoco es como si pudiera moverme —responde apenas y con la sensación desgarradora enviando múltiples señales de dolor.
Sí, lo admite, lo había estado subestimando. Se sentía grueso cada vez que lo acunaba entre sus manos, pero nunca pensó que tanto, después de todo los músculos se estiran...Y se desgarran, maldición.
Yeon acaricia sus muslos y evita decir "Te lo dije, Mocoso tonto", en lugar de ellos susurra lo más ameno que puede frases como "Pasará pronto", "Solo un poco más"; recibiendo en respuesta el agarre de Bin que lo comprime con fuerza y le asusta el quejido que escapa de su boca.
—Respira lento —pide sin dejar de repartir caricias reconfortantes—, me estás aguantando muy bien, pero respira profundo y bota lento, mientras más tranquilo, mejor —añade sin detener el suave masaje en sus piernas notando como de la poco la tensión dura va aflojándose.
—Me dueles, y lo digo de la forma más literal posible —Soobin dice intentando no reír en medio del dolor, haciendo una súplica muda a su cuerpo para que se adapte—. Puedo decir por fin que mi Hyung es un dolor en el culo —bromea tratando de reprimir un jadeo lastimero.
—Tonto, te lo repetí tantas veces —Yeonjun se incorpora lento, sujeta su rostro y besa su frente.
—Sabes que soy terco.
—Demasiado —deja otro beso en la punta de su nariz—, no quería lastimarte, mocoso tonto y terco.
Tozudo, terco, perseverante —para bien y para mal—.
Tan obstinado.
—Quería tenerte al menos una vez hasta el final, quiero probar cada cosa nueva contigo —confiesa sincero, no pudiendo ignorar el dolor que le hace respirar entrecortado. "Esto es terrible", ¿En qué momento se le ocurrió pensar que era una simpática idea?—. ¿Cómo fue la primera vez que aguantaste un nudo?
"Maldito mocoso", que dice esas frases que lo ablandan. Sabe tan bien su punto débil y dispara sus flechas con precisión, lo mira con sus lindos ojitos y las palabras exactas que lo hacen sentir especial y excepcional en su vida. Yeonjun no sabe cómo cargar con eso.
—Similar a la tuya, estaba montando a un alfa —a Hyuka, pero no especificará ese detalle—, no quería detenerme por más que mi compañero me lo pedía —recuerda que en aquel momento estaba ensimismado en su propio placer, en ese cosquilleo delicioso cada vez que bajaba brusco y recibía el certero estímulo en su próstata—. Llegamos al punto inevitable —agrega encogiendo un poco sus hombros con la escena tan clara en su cabeza, el haberlo vivido como en cámara lenta cuando lo sintió engrosarse y un dolor intenso lo paralizó justo después de correrse sobre el abdomen de su amigo.
Los siguientes minutos se habían percibido como algo doloroso y eterno. Cada músculo tenso desde la cara a los pies.
—¿Qué hiciste?
Además de ver la expresión de terror de un Kai asustado preguntándole varias veces "¿Estás bien?" No. "¿Duele mucho?" Sí. "¿Tendremos que ir al hospital?", lloriqueaba su amigo extremadamente preocupado y él respondía que no, que mejor llamaba a Yoongi primero y que todos sus años de estudio de medicina evaluaran el riesgo.
Trató de mantener la cabeza fría, de recordar cada vez que algún alfa o delta comentaban haber experimentado anudar por casualidad o por gusto —"¿En serio?" preguntaría frente a esto último— y si bien afirmaban que dolía —montones, lo confirmaba—, ninguno había muerto, ni quedado con un daño irreparable o lesión considerable —físicamente, porque uno de ellos decía que su dignidad cayó bajo suelo cuando fue al médico por el dolor en el culo—.
—Esperar, si me movía estaba seguro que me desgarraría, pensaba en lo patético que sería ir a un médico y recibir una incómoda charla recordando los riesgos que ya conocía, pero fui tan terco y curioso como tú.
—¿Fuiste a un médico? ¿Tendré algún desgarro? —pregunta alarmado.
—No fui, llamé con toneladas de vergüenza a Yoongi hyung, sólo estuve poniéndome una pomada y privado de cualquier práctica sexual o actividad física violenta—explica finalizando con una inevitable sonrisa, le causó gracia como Soobin gimió en desaprobación apenas terminó la frase.
—¿Serás un buen Hyung y me pondrás la pomadita en el culo? —pregunta buscando sus labios— Tu nudo me está lastimando, es muy grueso.
—Lo haré—dice sobre su boca, besándolo superficial—. Me estás resistiendo tan bien, Soobinnie, siento que me aprietas tanto.
—Tu gran pene gordo es demasiado para mí —susurra sonriendo contra sus labios. Al azabache le gusta como las mejillas pálidas del otro se tiñen cada vez que suelta esa frase.
—¿Notas cómo cada parte de mi gran pene gordo presiona por dentro? —añade, tragándose la la vergüenza, no quiere darle el gusto a su mocoso de verlo cohibido, aunque siente que la sangre se concentra en su rostro. Ocupa la atención de Soo en algo más, succiona su labio inferior, acariciándolo con la punta de la lengua.
¿Cómo no sentirlo? Duele y estira. Ya no tanto, ya no siente que se rompe. No sabe si es por el beso, por la mano que ciñe su cintura dejando pequeñas caricias con el pulgar o por que sencillamente su cuerpo se ha adaptado a la expansión forzada. Sin meditarlo, se mueve muy ligero hacia delante y el placer vibra mezclado con el dolor todavía pinchando agudo.
Su Hyung lo invade, siente cada milímetro de aquel grosor ardiendo sobre sus nervios sensibles, pero si ha de ser sincero, Yeonjun está dentro constantemente. Ataca sus pensamientos, su esencia la siente como si fuera omnipresente.
Basta con recordar su sonrisa que desaparece sus ojitos adorablemente como lunas, y la imagen pareciera activar algo en su memoria que le hace evocar el aroma tostado. Tiene que censurarse cuando los pensamientos quieren tomar tintes lascivos porque el hormigueo y el calor se concentra entre sus piernas.
"¿Qué me has hecho, Hyung?". Se metió por completo y profundo en su vida. Sintió que su presencia llegó forzosa y ahora se ensamblan como piezas.
Yeonjun está muy metido en él. Literal, ahora. Metafórico, prácticamente desde que se conocieron. Molesto e invasivo al principio, placentero y cálido después.
—Hyung, aunque no te tuviera partiéndome el culo, me invades constantemente. Te siento dentro todo el tiempo, respiro y el olor a café está adherido en mi memoria —intenta explicarse—. Te pienso y vuelvo a sentir tu esencia tan amarga, pero me fascina.
—También te siento tan metido en mí, Soobin-ah —susurra con una especie de nudo que se desarma en su pecho.
El más alto recarga el peso de sus brazos en los hombros del otro alfa, acercándose a su cuello para buscar un espacio reconfortante justo donde se concentra el aroma.
—Pensé que me había preparado bien para esto —comenta dejando besos breves en la piel al alcance de su boca.
—¿Cómo te preparaste? Cuéntame cada detalle.
—Dedos, cada vez que entraba a la ducha practicaba pensando ti, los metía imaginando que eran los tuyos.
—Es uno de los halagos más dulces que me has dicho —bromea apoyando los labios sobre su cabeza—. ¿Sólo dedos?
—Casi me tiento a probar con algún objeto —admite con las mejillas quemando rojas, entre risas, pero negando—. Todavía recuerdo cuando Yoongi hyung nos contaba de personas que llegaban a urgencias con cuerpos extraños insertos, y no, gracias. Mejor pensé en comprar algún juguete a futuro, ¿Te gustaría verme usar uno —pregunta balanceándose muy suave.
—Necesitamos comprar algunos —asiente con los dedos que se enredan en los pocos vellos gruesos, subiendo por el tronco hinchado.
—Y lencería, ¿La usarías para mí? Puedo vestirla para ti —dice antes de jadear con agrado cuando la mano contraria lo envuelve.
Las paredes se contraen y Yeonjun suelta un ruido ronco, la sobreestimulación hace eco en sus terminales sensibles. Soobin está duro, su glande brilla húmedo y delicioso, de no estar atrapado no habría resistido a guiar su boca para una larga degustación.
—Todo, podemos probarlo todo —afirma convencido. Lo dijo antes, está dispuesto a descubrir qué ideas guarda en su cabeza—. Tan sucio, Soobin-ah, tienes a un alfa anudando contigo y mírate —presiona la pequeña hendidura con el índice.
—Quiero correrme, alfa —pide manteniendo los movimientos lentos, meciéndose con absoluto cuidado—. Tócame así.
Yeon lo hace, asciende y desciende por la extensión, masajea la base abultada con una mano y con la otra concentra las caricias en la punta. Vuelve a llenar a Bin cuando los músculos comprimen y la humedad gotea por sus dedos.
El menor respira agitado sobre su hombro, al cabo de un par de minutos empieza a sentir que la presión dentro de su cuerpo va cediendo y es un alivio.
—Alfa tonto, aguantaste anudar conmigo, ¿Por qué eres tan obstinado? —menciona buscando un espacio contra su cuello, frotando su mejilla con cariño.
—Pero te gustó, ¿No quieres ver el resultado?
No responde, pero su mirada curiosa baja para observar cómo al instante de retirarse, el líquido blanquecino gotea sobre el cobertor.
—Yah, estás ensuciando —se queja avergonzado, pero no aparta la vista hasta que su alfa junta lentamente sus piernas.
—Mi Hyung puede limpiarlo —sonríe amplio—, no sería la primera vez que ensuciamos la cama.
Va por una toalla húmeda para limpiar, mañana cambiará ese cobertor. Soo lo observa con sus ojos bonitos y brillantes, esperando que llegue a su lado.
—Mañana no te muevas de la cama —exige buscando una posición cómoda sobre el pecho de su novio, quien hace un gesto afirmativo—. Claro, ahora sí eres un mocoso obediente.
—Mañana mi alfa me traerá una pomada y cuidará de mí.
—Tan consentido.
—Te gusta consentirme.
Es verdad, Yeonjun lo acepta.
—Te quiero tanto —pellizca su mejilla sin fuerza. A veces necesita decirlo en voz alta, que sea una certeza para ambos. Sacarlo de su pecho y respirar aliviado unos segundos.
—Te quiero —estira sus manos para atrapar sus mejillas y atraerlo a su boca— mucho —agrega antes de presionar sus labios, repitiendo "Mucho" entre cada beso fugaz.
Una declaración que lentamente apacigua las ansiedades de Yeonjun. Cada toque cortito de sus labios reafirma —contra cualquier pronóstico que alguna vez tuvo— que ese alfa lo quiere y está dispuesto a más de lo que creía.
°°°
Episodio hot 6u6
A mi siempre Soobin me dará ternura TuT Incluso en este tipo de situaciones subidas ajsksm
¿Qué tal va su año? El mío de la kk, pero al menos tengo a mis Tannies y Tubatus u,w,u
Sigue siendo gracioso que Jungkook y Yeonjun no sean expertos en baile en este fic JAJAJAJAJ
¡Voten y comenten!❤️
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