Too Late
Sonic pronunció aquellas palabras sin pensar dejándolo tan rígido como una piedra, sin poder volver a emitir sonido alguno.
Amy lo vio con sorpresa, retrocediendo un par de pasos para tomar distancia; anonadada por lo que acaba de oír. Ninguno de los dos dijo nada después de la confesión del erizo; y un silencio incomodo se aposentó entre ambos.
–...Creo que deberías irte– musitó al fin la eriza.
–¿Eh?– exclamó Sonic con asombro.
–... Te extrañaran en casa– habló sin poder verlo a los ojos.
–¡¿Es que acaso tú no lo entiendes?!– gritó el erizo azul para tomarla por ambos brazos con fuerza, obligándola a verlo –¡Si tu no estás en mi vida no tengo a un hogar a donde regresar!
–¡Suéltame!– gritó sonrojada intentando liberarse.
–¡Lo que sientes al yo tocarte no es tú imaginación!– exclamó Sonic para acercarla a él, cortando el espacio personal entre ambos –¡Tú sientes algo por mí!
Sus mejillas se sonrojaron con fuerza al él decirle esas palabras. Amy desvió la mirada sin poder sostenérsela más y con insistencia intentó librarse de su agarre, pero sus manos parecían no tener intención de soltarla.
–O es acaso que... ¿Tú en serio prefieres esta vida?– preguntó Sonic con un dejo de tristeza en su voz soltándola con lentitud.
Amy se zafó de sus manos con rapidez para así retroceder de él asustada. Ella no entendía a qué se refería, sus palabras no tenían ningún sentido; y si en algún punto había considerado en tomar en serio al erizo azul, eso había quedado atrás.
–Estás... estás completamente loco– susurró ella por respuesta asustada –¡Vete de una buena vez!– ordenó.
Sonic quedó en silencio ante su mandato, para ver en sus ojos el temor de lo que él decía. Como lo imaginó, ella no estaba lista para escuchar la verdad detrás de sus acciones y era obvio que se resistía en creerle. Su Amy no tenía intenciones de despertar.
Sonic sonrió con tristeza para verla una vez más. Ella no tenía intenciones de regresar a su lado, había tomado una decisión y por dura que fuese para él de admitir su derrota, debería de respetarla.
–Entiendo– habló con una mirada sumida en tristeza –Supongo que al final siempre tuviste razón...– musitó para empezar a caminar con pesar y así salir de su habitación, dejándola sola en la habitación.
Caminó escaleras abajo para divisar la puerta de salida. Sonic había perdido aquello que pensó que hubiese sido mejor si nunca se hubiese topado en su camino, y ahora entendía que de no haber sido por ella, su vida no sería tan buena como era... o como fue alguna vez. Sonic puso una mano en la perilla para dar un pesado suspiro antes de girarla por completo y abrir la puerta.
–¡Espera!– gritó ella haciéndolo voltearla a ver –¡¿En qué tenía razón?!– preguntó para correr escaleras abajo.
Sonic le sonrió con calidez y quedó en silencio por un segundo para apreciarla una vez más, antes de que la olvidara para siempre.
–Sobre que nunca te valoré Amy– respondió al fin –Yo siempre pensé que nunca me dejarías... que siempre te tendría a mi lado.– confesó con tristeza –Pero no fue así– habló en un intento de controlar las lágrimas que intentaban colarse por sus ojos –Al final... decidiste irte– concluyó mientras las gotas saldas rodaban por su mejillas con una sonrisa forzada.
–...¿Decidí?
–Sé que serás muy feliz Amy– habló sin poder verla a los ojos–Adiós.
Cerró aquella puerta tras de sí al salir, para así dejarla sola, parada al inicio de las escaleras alfombradas, en las sombras. Amy sintió su corazón romperse en mil pedazos al verlo pasar por esa puerta ¿Por qué sentía aquel adiós como la más dolorosas de las despedidas?, ¿Por qué sentía que eso no estaba bien?
Amy corrió hacia la salida y así abrió la puerta aprisa para salir descalza a la calle en busca del erizo azul. Sin embargo en las calles no había nadie, él se había marchado.
–Sonic...
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Se mantenía con su vista fija en aquellos tenis rojos con blanco, sintiendo el viento de la nostalgia soplar con fuerza. Movía los pies de atrás hacia delante de manera casi hipnótica, mientras una que otra lágrima se perdía en el vacío a sus pies.
Los recuerdos de esa realidad eran aplastantes, ahora apenas si recordaba algo de su otra vida ¿Es que acaso alguna vez existió algo como amigos inseparables de aventuras?, ¿Realmente Shadow logró sobrevivir y no murió al explotar el ARK?, ¿Realmente alguna vez compartió con una tal Amy Rose?
–¿Sonic the Hedgehog?– escuchó ser nombrado, pero no por eso se movió del borde de aquel precipicio donde yacía sentado –¿Eres tú no es cierto?
–¿Eh?... Knuckles– dijo apagado al reconocer al equidna.
–Vaya amigo, te ves como si hubieras venido de un funeral– habló el equidna al ver esos ojos apagados y sin luz.
–Sí... eso creo...
–Mmm... sé que no es de mi incumbencia pero, ¿Te sientes bien?
–Perdí todo lo que alguna vez fue importante para mí, y por mi estúpido deseo, hice que muchos perdieran lo más importante para ellos, sin ellos saberlo– habló culpable –Como tú...
–¿Yo?– se apuntó el equidna confundido.
–¿Tú conoces a Rouge the Bat?– preguntó volteándolo a ver.
–¿A quién?– cuestionó Knuckles para arquear una ceja.
–Era de esperarse– dijo con un suspiró –Tampoco la recuerdas– habló observar al cielo con aquella mirada que había perdido todo su brillo.
–Creo que necesitas recostarte un rato o algo así, no estoy seguro como tratar a esto de los locos.
–¡Que no estoy loco!– gritó Sonic molesto poniéndose en pie –¡Tú y yo solíamos ser muy buenos amigos!
–Claro...– dijo Knuckles sarcástico –Ven conmigo... te llevaré a un buen lugar donde hombres de batas blancas podrán ayudarte.
–¡Yo no...– pero calló de golpe, tragándose toda su rabia. Sonic se había cansado de pelear, cansado de repetir una verdad que nunca nadie podría recordar –Olvídalo– susurró –Ya no importa... Después de todo, al final del día de hoy ya no seré capaz de recordar nada de esa vida...– murmuró para ver el sol que poco a poco empezaba a ocultarse en el horizonte –De recordarla a ella...
–¿Ella?
–Sí, a Amy– sonrió con tristeza –La ironía de todo esto, es que entre más trataba de hacerla recordar nuestro buenos momentos juntos, y de su amor incondicional hacia mí, más me daba cuenta de lo mucho que ella siempre me ayudó, de lo fabulosa que era conmigo a pesar de lo mal que podía a veces tratarla... de la oportunidad que perdí por sólo ver las cosas malas.– explicó para que de nuevo esas lágrimas saladas se acumularan en sus ojos –Todo este tiempo estuve enamorado de mi mejor amiga y me di cuenta demasiado tarde– habló riendo forzadamente mientras las lágrimas empezaban a bañar sus mejillas –¡Y ahora que por fin deseo tenerla desesperadamente a mi lado debo de renunciar a ella!– dijo cayendo de rodillas al suelo y dejarse consumir por la histeria y llorar –¡PERDONAME AMY!– gritó al cielo.
–Tran-Tranquilizate– intentó calmar el equidna alarmado al verlo desmoronarse –Creo que tienes demasiada presión encima.
–Déjame solo Knuckles...– pidió el erizo sin moverse de su lugar –Sólo quiero olvidar todo... quiero olvidarla, y así dejar ir el dolor.
–Quedarte ahí no te hará olvidar nada– indicó el equidna.
–Sí lo hará– musitó el erizo azul –Una vez el sol se ponga, tampoco te recordaré a ti– sonrió una vez con aquella expresión de tristeza imposible de ocultar. –Ahora déjame solo.
El equidna asintió con tristeza para así dar media vuelta y tal y como el erizo pidió, dejarlo a solas.
Sonic admiró de nuevo el ocaso, sabiendo que todo terminaría pronto, y esa misma noche regresaría al lado de Sally, olvidando aquel amor que ahora lo carcomía desde adentro, sabiendo que la próxima vez que me mirara a Amy, sólo vería a una extraña chica rica que lo miraría con desprecio, obligándolo a desviar su atención e ir a la siguiente misión.
–Te borrare para siempre de mis recuerdos– habló para sí –Pero sé que en mi corazón siempre sentiré que perdí algo...
–¡Sonic!– escuchó alertándolo volteando a ver a sus espaldas.
–¿Amy?– musitó para ponerse en pie y reconocer a la eriza rosa corriendo a su dirección.
–¡Sonic!– gritó ella de nuevo para correr hacia él a toda velocidad.
–¿Pero qué...
Amy corrió a toda velocidad por los verdes pastos de aquella isla que se mantenía suspendida en el aire. Había pasado buscando de manera errática al erizo azul durante todo el día desde que había dejado de su residencia, y luego de horas de búsqueda fallida, el rumor de esa isla y una esmeralda gigante custodiada por un guardián la guió hasta allí.
–¡Por fin te encuentro!– dijo Amy al llegar hacia él, deteniéndose de golpe con su respiración agitada. –He... he buscado por ti... en todos lados– habló con cierta dificultad por la falta de aire.
–Amy, ¿Qué haces aquí?– preguntó el erizo desconcertado.
–Bueno... Es sólo que yo... yo...– murmuró para fijar su vista a los ojos verde esmeralda del erizo azul, quien la miraba con confusión –Es sólo que... ¡No quiero perderte!– gritó con sus mejillas sonrojadas.
–¿Eh?– exclamó Sonic con confusión
–¡No quiero que salgas de mi vida!– exclamó abalanzándose sobre él y abrazarlo con fuerza. –¡Por favor quédate a mi lado!– pidió.
–Pero tú dijiste...
–¡Tú no entiendes!– habló la eriza abrazándolo con más fuerza –¡Toda mi vida he sentido que se me arrebató algo!– reveló –¡Todo este tiempo me he sentido tan sola!– dijo mientras lágrimas empezaban a bañar sus mejillas –Siempre sentí que alguien importante en mi vida no estaba... era una sentimiento tan extraño, una nostalgia imposible de sobrellevar Sonic–relató –Y en eso, apareciste en mi vida de manera repentina, y aquel sentimiento que nadie jamás había logrado arrebatarme desapareció...
–Pero... Tú no me querías cerca de ti– le recordó para tomarla por los hombros obligándola a separarse de él –Tú misma me lo dijiste.
–Es porque... cuando te veía sentía mucho enojo y dolor– explicó entre lágrimas la eriza –Pero cuando saliste de mi casa... cuando supe que ya no te vería más...
–Amy...
–¡Me di cuenta que era a ti a quien he estado buscando todo este tiempo!– completó –A pesar de que no logro entenderte, sé en mi corazón que tú eres quien estuve esperando todo estos años.
Sonic vio de reojo al ocaso, y notó que el sol estaba a punto de ocultarse, y sus memorias de ella empezaban a desaparecer lentamente. El tiempo había terminado.
–Amy– le sonrió para levantar con un dedo su mentón, obligándola a verlo –Se me acabó el tiempo, y es posible que en un par de minutos no sepa quién eres, o por qué eres tan importante para mí.
–¿Eh?... ¿De qué hablas?
–La verdad es, que yo vengo de una realidad en donde tú y yo estamos juntos, en donde todo esto es diferente– intentó explicar, pero ya había olvidado la mayoría de anécdotas –Quiero que sepas que intente regresarlo todo a la normalidad, pero no pude Amy.
–No, espera... ¿Qué quieres decir?
–Que te olvidaré una vez el sol termine de ocultarse.
–No...– musitó ella con temor y así ver el ocaso, en donde los últimos rayos de sol estaban por desaparecer –¡No puedes!– gritó con temor –Yo... yo no quiero perderte...
–Está bien– la abrazó con suavidad para así colocar su mentón sobre su cabeza y ella corresponderle con una manos temblorosas, abrazándole con sutileza –De igual manera, tú no me recuerdas... no pierdes nada.
–¡Mentira!– exclamó soltándose de su agarré –¡Ahora te conozco!– habló con aquellos ojos que no dejaban de derramar lágrimas ante el inminente adiós. –Y no quiero... no quiero...
Él le sonrió con tristeza, para colocar una mano con gentileza sobre su mejilla.
–Sonic...– musitó la eriza, quien no podía detener el río de lágrimas que brotaban de sus ojos. –Por favor... no me olvides– rogó desconsolada. Él la tomó con suavidad para así hacer que sus labios rozaran los suyos y con gentileza robarle un beso. Amy cerró sus ojos al sentir sus labios sobre los de ella, un sentimiento sobreacogedor la invadió...
–¿Acaso no lo recuerdas?, hoy es un día especial.
–¿Un día especial?– repitió el erizo confundido.
–Sí, hoy es el aniversario del día que nos conocimos– habló con una mirada soñadora.
–¿A-Aniversario?
–¡Así es! El aniversario del día en que nuestros caminos se cruzaron apara amarrar nuestro destino para siempre y por siempre Sonic.
–...Sí- respondió con pesadez –Como olvidarlo...
–¿Es que acaso no lo ves?... Nuestro destino es estar juntos Sonic
Un recuerdo entró de golpe a sus pensamientos obligándola a separarse del erizo azul con brusquedad. Amy colocó una mano sobre su cabeza mientras cientos de imágenes diferentes aparecían en su mente, bombardeándola. Recuerdos que no lograba entender, recuerdos que había visto tantas veces en sus sueños y ahora parecían tan reales. "¡Tú no lo recuerdas pero tú y yo somos amigos!" Él se lo había dicho antes, ¿a eso se refería con que él venía de una realidad donde ellos eran amigos?
Amy exclamó un grito al sentir su cabeza doler por la repentina cantidad de información que parecía entrar obligándola a caer al suelo de rodillas.
–¡No sé que hice para darte a pensar que yo quiero casarme contigo, pero desearía nunca haberlo hecho!– gritó molesto. –¡Ya basta de todo esto, me tienes harto!
–¡Eres un gran tonto Sonic!– gritó Amy mientras sus ojos se llenaban de lágrimas que querían desbordar –¡No valoras nada de lo que hago!
–¡Entonces deja de hacer cosas por mí!– respondió molesto. –¡Jamás te he pedido nada!
–¡Bien!– respondió para correr de regreso por aquel sendero.
–Lo... lo recuerdo– susurró recobrando la compostura –Tú... Tú discutiste conmigo... y luego yo... yo...– pero calló al ver al erizo quien la miraba con confusión. –¿Sonic?
–¿Te encuentras bien?– preguntó para estirar una mano en un intento de ayudarla a ponerse en pie.
–¿Eh?– exclamó Amy confundida. Pronto su vista se fijó al cielo y notó que la noche había entrado por fin.
–¿No crees algo tarde para que una estudiante como tú esté afuera a estás horas de la noche?– sonrió divertido –Ven, déjame ayudarte.
–No– musitó con lágrimas en sus ojos –¡Di mi nombre!– gritó para ponerse en pie con rapidez.
–Mmm... ¿Emili?– adivinó el erizo azul divertido. –Lo lamento, pero no te conozco– dijo con una sonrisa.
–No, no, no, no– negó cayendo en el miedo –¡Tú me buscaste ¿recuerdas?!
–¿Yo?
–So...
–¡Sonic!– una voz llamó, obteniendo la atención de ambos.
Una chica ardilla corría hacia ellos junto con Tails, mientras el equidna parecía guiarlos a su ubicación.
–¡Tails, Sally!– saludó con una gran sonrisa el erizo azul –Tiempo sin vernos.
–¡¿Estás bien?!– preguntó la chica ardilla para correr hacia él y abrazarlo con fuerza.
–Claro amor, ¿Por qué debería de estar mal?
–¿Amor?– repitió la eriza rosa con tristeza –¿Quién es ella?
–¿Uh?– exclamó Sonic para de nuevo ver a la eriza con la mirada triste –Ella es mi novia, Sally.
–¿Novia?– repitió para de nuevo sentir sus ojos llenarse de lágrimas.
–Tú eres Amy Rose ¿no?– preguntó el zorro que llegaba –De la prestigiosa familia Rose.
–Tails– reconoció la eriza.
–¿Ella es la chica a la que buscabas Sonic?– preguntó la ardilla.
–¿Yo?– dijo confundido –No lo creo– negó con la cabeza –Aunque...– dijo para verla nuevamente –Se me hace vagamente familiar... ¿Nos hemos visto antes?
Las lágrimas desbordaron sus mejillas mientras aquel corazón roto hacia su pecho doler con gran intensidad. Amy sollozó en la oscuridad de la noche, sabiendo que explicar las cosas sería inútil, que el tiempo para arreglar lo que había salido mal se había acabado. Su orgullo desmedido la habían hecho perderlo.
–Sí– respondió mientras secaba sus lagrimas con brusquedad –Fuiste... fuiste a mi escuela, una vez– dijo entre sollozos –Buscaste algo que perdiste... pero...
–Hey– dijo para soltar a Sally y caminar hacia la chica que lloraba sin consuelo –Tranquila.
–Lo siento– musitó a penas audible –Es hora de irme– se despidió con una mirada vacía –Adiós.
Dio media vuelta con lentitud para caminar de regreso a su hogar. Amy fijó su vista en Tails y en Knuckles quienes no parecían saber quién era ella, pero ahora ella, recordaba perfectamente quienes eran ellos, al menos en esa otra vida.
–¿Y lo encontré?– preguntó el erizo haciéndola detener su marcha volteándolo a ver.
Su cabello bailaba con la suave brisa del viento de la noche y con una sonrisa asintió con la cabeza.
–Sí– respondió en susurro.
–¿Y qué sucedió?– preguntó curioso para caminar hacia ella, pues algo le decía que no debía de permitir que se alejará de su lado.
–Lograste que ella recordara lo que sentía por ti con mucho esfuerzo– explicó caminando hacia él e ir a su encuentro –Fuiste el héroe que la salvó... de nuevo.
–¿A quién?– preguntó confundido.
Amy se acercó a él y con una mano acarició su rostro, haciéndolo sonrojar, y a ella sonreír. –A mí– dijo para colocarse en puntillas y besarlo suavemente en los labios. Por un momento, no importó la realidad en donde se encontraban, pues dos corazones permanecían unidos sin importar el tiempo o la distancia, y eso era algo que nada podría cambiar.
–Desearía... desearía siempre estar a tu lado– le susurró ella al oído.
–Amy...
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