Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

#8: Lo que pienso yo

Jungkook daba vueltas sobre sí mismo para matar el tiempo mientras Jimin se concentraba en una interminable serie de llamadas telefónicas entre las que destacaba la de la compañía a cargo de organizar la premiación a la celebridad del año.

Ya no le sonaba tan genial su idea de “ayudar” con la mudanza de la nueva asistente de Jimin. Dicho sea de paso, había tenido la impresión de que a su hyung le incomodaba el hecho de que la plaza de Jae fuera cubierta por otra chica.

—Deja de dar vueltas como un trompo, te vas a dar de bruces contra la ventana.

Jimin le requirió sin apartar el oído del auricular del teléfono fijo. Kook iba a replicar que el mayor se comportaba como un gruñón cuando el sonido del interfono hizo a ambos chicos mirar en la misma dirección.

Jungkook tenía el presentimiento de que el momento tan esperado en su mañana estaba ahí y antes de que Jimin pudiera decir o hacer algo ya el más joven se apresuraba abrir la puerta del departamento para descubrir a una chica cargando una maleta y una caja. Fue como si sonaran campanas de victoria para el menor.

—Disculpe… ¿este es el número 726…?

Leonora cuestionó a medias al descubrir a un sonriente Jungkook del otro lado del umbral.

Lo que faltaba, el chico de la tienda nuevamente.

Tuvo ganas de salir corriendo de allí o de comprobar nuevamente si no se había equivocado de piso. Jungkook seguía mostrando su más adorable sonrisa cuando Jimin apareció en el umbral y con una ligera inclinación de cabeza saludó a Leonora.

—Ah señor Park, por un segundo pensé que me había equivocado… es que este chico…

—Es un metiche natural. No te preocupes, sé bienvenida e ignora a Jungkook, parece que hoy anda desocupado y decidió hacerme la visita.

—No estoy desocupado, vine ayudar. Si me permites, preciosa.

Y sin poder reaccionar muy bien al cumplido o al hecho de que el pelinegro le había quitado la maleta y caja de ambas manos, Leonora terminaría de ingresar en el departamento que sería su casa en los próximos meses. Lo primero que agradeció fue la vista.

Seúl parecía una isla irreal recortada en los amplios ventanales de cristal cobijados por finas cortinas de color blanco. Un librero se extendía más allá para dar paso a la encimera de la cocina y una repisa donde descansaban figuras de cerámica y algún que otro recuerdo.

Un total de tres sofás de cuero de color blanco, crema y negro respectivamente, se acomodaban a modo de herradura frente a la televisión de plasma y una especie de área para juegos.

Más cercano al segundo ventanal, una cinta de correr y equipo deportivo descansaban para remarcar que en aquel lugar vivía un chico y no otra mujer, como estaba acostumbrada. Ese hecho pareció encender un bombillo en la mente de la chica, que en aquellos momentos era interrogada por Jimin.

— ¿Disculpe, qué?

—Que por allí queda el baño y que más adelante estará tu habitación…eso decía mientras te quedabas congelada mirando la sala de estar.

Por primera vez el influencer se dirigía a ella con una especie de sonrisa avergonzada que hizo que a la chica se le calentaran las mejillas.

—Qué vergüenza, señor Park, me quedé divagando de más y…

—Está bien, es normal. Jae me comentó que es la primera vez que trabajas como asistente. Ella no pudo venir hoy a recibirte así que me lo encargó todo a mí. Lo mejor es que empecemos de cero.

Jimin dio un paso hacia atrás antes de hacer una pequeña reverencia a modo de alguna especie de príncipe. Leonora estaba a punto de preguntar de qué iba todo aquello cuando la sonrisa deslumbrante que había hecho ganar al influencer el premio a celebridad de año se hizo presente.

—Hola, mi nombre es Park Jimin pero prefiero que me llamen solamente Jimin. Soy de Busan y tengo veintisiete años. Es un placer conocerte.

Ahora la distancia era de menos de un metro y por unos instantes la chica se olvidó de todos los propósitos que la llevaban aquel sitio o del ajetreo del tráfico en la ventana del departamento. Por unos segundos infinitesimales, lo único que pudo llenar sus pensamientos fue Park Jimin y su sonrisa amable carente de segundas intenciones.

En esos exiguos instantes el chico de la cafetería, el modelo aclamado internacionalmente y el objeto de su último trabajo, confluyeron en la persona de carne y hueso frente a ella; trayendo una mezcla de sentimientos encontrados que la hizo sustituir el inicio de su sonrisa por una ligera mueca.

—Soy Leonora, pero eso usted ya lo sabe. Disculpe señor Park, pero por el momento lo seguiré tratando con formalidad.

Jimin iba a decir que eso no existía entre los integrantes de su staff a los cuales consideraba su familia, pero Jungkook fue más rápido.

—De eso nada, solo llámalo por su nombre. Yo nunca he usado los honoríficos con él ni de broma.

El azabache había puesto un brazo alrededor de los hombros de la chica logrando que el rubor acabara de colorear sus mejillas. Jimin tenía ganas de golpear a Jungkook en la frente.

—Solo déjalo estar Kookie. Espero que nos llevemos bien, Leonora.

Era la primera vez que Jimin pronunciaba su nombre con todas las letras y quizás eso bastó para que ella se deshiciera del brazo amable de Jungkook y la sonrisa verdadera aflorara en su rostro.

—Yo también espero que nos llevemos bien, señor Park.

Kim Taehyung había pasado de un día al siguiente a fuerza de té verde y música clásica en su reproductor. Lo normal es que le doliera la cabeza o sintiera una somnolencia descomunal pero ni lo uno ni lo otro embargaba al autor del lienzo que orgulloso se extendía sobre el atril de su estudio.

En los últimos años el arte abstracto se había ido ganando un espacio en las preferencias del artista. Por eso los minutos que se escapaban dentro de su estudio eran muy cercanos a la eternidad. Nada lo complacía más que terminar con ese sentimiento de euforia y asombro que lo impulsaba a seguir adelante, en el camino que había escogido desde su adolescencia.

Atrás quedaban los complejos y la vergüenza. Prefería interpretar el papel del tonto en lugar de fingir ser alguien quien realmente no era. Con un último asentimiento a sí mismo dejó en penumbras el salón que se había convertido en su estudio de arte. El día anterior él y Jimin habían dado un importante paso al hacerse con una de las pequeñas galerías de arte del centro de Hongdae. Ahora solo era echarle todas las ganas del mundo y esperar porque el destino estuviera de su parte.

Con paso relajado se dirigió hacia la cocina y comprobó que la despensa estaba casi vacía. Mal momento para hacer la compra. Sin dudas Jin tenía razón y ya era hora de contratar a alguien que se ocupara de lo básico en su hogar.

Pero he aquí el problema, no le gustaba que alguien ajeno a su burbuja personal invadiera el delicado refugio donde crecían sus ideas. O sea que tenía dos opciones solamente: abrazar la vida de quehaceres hogareños, por la cual solo sentía indiferencia, o contratar a un futuro intruso que pudiera darle spoiler a sus colecciones como había sucedido reciente a su debut como artista plástico.

—No queda de otra. Vayamos a la tienda de conveniencia más cercana.

Se dijo así mismo antes de sacar el último paquete de galletas para perro que habitaba en sus estanterías. El pobre Yeontan, tendría que conformarse con ello.

De vuelta al departamento de Jimin, este y Jungkook, ya habían terminado de explicarle lo básico de dónde quedaba cada cosa a Leonora y ahora la chica solo le quedaba desembalar el poco equipaje que se había traído.

—Esta tarde tenemos que ir al ensayo del Plaza, como es tu primera vez Jae va ayudarnos, pero a partir de mañana que es la premiación, tendrás que encargarte. Ah… y esto es para facilitarte la planificación. A Jae le gustaban los blocs de notas, pero en lo personal las agendas electrónicas son más rápidas, así que creí mejor tenerlo todo en el celular.

Con habilidad el influencer desdobló lo que a simple vista parecía una pequeña cámara de video, pero que no era más que la última edición de móvil que pregonaban las gigantografías del centro de la ciudad. Leonora no pudo evitar abrir de más los ojos.

—Es parte de mi trabajo dar cobertura a los nuevos productos de Samsung, así que no te asustes, tu contrato cubre esto.

Terminó de colocar el dispositivo móvil sobre la mano de la muchacha y en cuestión de segundos se lamentó de haberlo hecho. Fue como si esa patética situación cliché de recibir una pequeña descarga eléctrica por estar en contacto con otra persona creciera en su interior y lo obligara alejarse esquivando con todas sus fuerzas aquellos ojos color ámbar.

—Te encargo que lo configures a tu modo, y ahora sí debemos ponernos en marcha. Se nos hace tarde para el ensayo en El Plaza.

Jimin no esperó una respuesta por parte de la chica. Parecía más bien que fuera él quien estuviera en la condición de asistente. En silencio Leonora le siguió fuera de la habitación que a partir de ese momento sería considerada suya. Tampoco quería reparar en las dimensiones o en el hecho de que no se podía sacar de la mente como unos pocos tenían tanto y la mayoría nimiedades.

No estaba para juzgar a los demás cuando su verdadera misión era tan oscura como ese lado cruel de la sociedad.

Decidió no recriminarse de más e incorporarse a la sala de estar donde Jimin y Jungkook parecían enfrascados en una especie de discusión compuesta por gruñidos y susurros. Estuvo tentada a decir que llevaban prisa, como el propio influencer le había recordado minutos atrás, pero se mordió la lengua solo al comprobar las expresiones de ambos chicos. Jungkook enfurruñado y Jimin mortalmente serio.

—Ya me voy hyung. Hasta la próxima, Leonora.

Una reverencia terminó de completar el conjunto antes de que Jungkook abandonara el departamento del influencer.

— ¿Qué ha sucedido? —preguntó ella finalmente a lo que Jimin se hizo el sordo terminando de colocarse una bufanda sobre su abrigo color marrón.

—Tenía una entrevista con Seok Jin y la ha olvidado por venir acá. Kookie es como un niño pequeño cuando tiene un nuevo juguete. Se apasiona demasiado y olvida las responsabilidades que tiene. Pero no te preocupes, no ha sido tan grave. ¿Estás lista?

De vuelta aquella sonrisa encantadora, que aunque no le alcanzaba los ojos del todo, servía para suavizar el ambiente beligerante con el que la chica se había encontrado. Leonora prefirió guardarse su opinión. No quería pensar ni por un segundo que el juguete nuevo fuera ella.

—Sí, por supuesto.

Dijo para volver a colocarse el abrigo de botones dorados que le había recomendado usar Jae el día anterior. Lo cierto es que no había pegado el ojo en toda la noche. Después de su pequeña discusión con Mei se había quedado con la chica hasta que el cansancio había terminado por agotar sus lágrimas.

Luego había tenido que estudiar nuevamente cada uno de los aspectos de la vida de Park Jimin que podrían constituir indicios para encontrar la supuesta calamidad que en realidad era su reputación, quedándole solo unas horas antes del amanecer para alistarse en la interpretación de una persona que ni en mil años lograría ser.

Sí, la vida podía ser una soberana mentira la mayoría de las veces y aunque esos pensamientos de culpa la persiguieran como garras imaginarias debía mantenerse fuerte por Mei.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro