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#6: Sakuranbo

El restaurante de la planta baja del edificio de la KHJ, era por cuanto el lugar más formal al que había asistido Leonora en mucho tiempo. Obviamente trataba de controlar sus nervios después de la entrevista con Jae Hyun y la impresión que le había causado estar cerca del influencer a quien tenía que desenmascarar. Solo ese pequeño acercamiento inicial y ya se había percatado que Jimin le tenía alergia.

Por mucho que Seok Jin y Jae Hyun quisieran disimular, al platinado no le había hecho gracia la idea de que ella se convirtiera en su nueva asistente personal a tiempo completo. Por otra parte estaba el hecho de que ya no podría regresar a casa y ocuparse de Mei como era debido.

Tranquila, el plan médico de tu hermana está cubierto. Así como su seguridad, quiero que te concentres al 120% en esto, querida.

Recordar las palabras ponzoñosas de la señora Choi contribuía a que el nudo dentro de su estómago se apretara violentamente. Leonora no le tenía tanta fe al plan de Hyunjin y aquella mujer, menos ahora, al darse cuenta de cómo lucían las cosas en la KHJ. Pero bueno, hay veces que las apariencias engañan y unas horas no serían nada en comparación al plazo que pretendía cumplir.

Se infundió algo de valor y decidió atender a la conversación que en aquellos momentos versaba acerca del menú para el almuerzo, tratando de ignorar el hecho de que Jimin aún no se reunía con ellos tal como había prometido minutos antes de su presentación frente al ascensor.

—Después del almuerzo, debes dirigirte a recursos humanos para que firmemos el contrato. Creo que eso te dará tiempo para que Jae te explique las condiciones de alojamiento en el departamento de Chim y esas cosas.

Leonora asintió mientras tragaba duro. Esa era la peor parte, la convivencia, aun cuando Jae Hyun le dijo que ocuparía la habitación de huéspedes del departamento de Park, se sentía nerviosa. Era evidente que el influencer conocía muy bien a las personas que le rodeaban, al punto de considerarlas parte de su familia. Luego estaba ella, una extraña total que por si fuera poco tenía segundas intenciones.

Suspiró intentando que no se notara el cansancio que las últimas horas había impuesto en ella. Justo en ese momento una figura esbelta que podría haber sido comparada con una escultura apareció entre las mesas del lugar.

Llevaba lentes de montura oscura sobre una nariz recta y hermosa. Las manos de largos dedos se enroscaban en un fular de seda azul a juego con la chaqueta y la camisa que vestía sobre pantalones holgados de un azul más intenso. El cabello despeinado y con las puntas húmedas le enmarcaba la frente y corría hasta la nuca un poco más largo de lo normal.

Con un aura que gritaba ser la de un artista, quizás un músico o pintor, Kim Taehyung se detuvo frente a la mesa que ocupaban Jin, Jae Hyun y Leonora.

—Buenas tardes. He de asumir que Jimin trae retraso esta vez.

Esas palabras las había pronunciado con un tono grave y aterciopelado en dirección a Leonora haciendo que esta parpadeara con incomodidad y con las cejas enarcadas se dirigiera a Jin. Este por su parte reprimió las ganas de golpearse en la frente. Tae no cambiaría jamás, ni aunque la Tierra se congelara.

—El desagradecido a tu lado es Kim Taehyung, pero prefiere que lo llamen V. Como puedes ver, señorita Wang, abunda el inadaptado por este lugar.

Leonora abrió los ojos y estaba a punto de añadir algo cuando sintió la mano del recién presentado Taehyung sobre la suya.

—No le hagas caso, princesa. Eres más hermosa en la realidad que en esos dibujos que…

— ¡Kim Taehyung! Hasta que por fin llegas…

Jimin apareció frunciendo el ceño justo para impedir que su amigo continuara con la sesión de coqueteo excesivo que había impuesto sobre la pobre Leonora que a esta hora miraba de un lado a otro de la mesa intentado comprender qué rayos pasaba allí. Taehyung por su parte soltó su mano para dedicarle una atractiva sonrisa cuadrada a Jimin.

—Me alegro de verte, Chim, fueron dos semanas de ausencia y así me recibes…

Aquellos dos parecían una pareja de lo más extraña. Pensó Leonora concentrándose en el menú frente a su nariz. Jimin no contestó hasta que ocupó el otro asiento justo en frente de Taehyung.

—No debes haberme echado en falta teniendo en cuenta lo poco que contestaste a mis llamadas. Tenemos que ir a ver lo de la galería ¿Ya revisaste el papeleo?

Jimin se las arregló para desviar las pretensiones de su mejor amigo fuera de la nueva adquisición de su staff. La sonrisa jovial que lo caracterizaba se había esfumado y Leonora se descubrió varias veces contemplando el rostro serio del hombre a quien tramaba arruinarle la vida. Era cruel su propósito, pero como un demonio cuchicheándole al oído recordaba las palabras de la señora Choi.

Él no es tan franco como parece. Cuanto más cerca estés de él notarás su verdadera naturaleza.

El almuerzo se debatió en cuestiones de trabajo y más planificación para el horario de la tarde. Tae se empeñó en tomar el postre con té negro, a lo que Jin negó alegando que llegaba tarde para la reunión con los ejecutivos de la campaña de lanzamiento de su segunda estrella mejor cotizada ese año, Jeon Jungkook.

Jae Hyun por su parte tomó del brazo a Leonora para ir derecho a Recursos Humanos como había sugerido Jin y de paso rescatar a la pobre chica de la batalla de miradas que llevaban Jimin y Tae durante todo el almuerzo. Ya se encargaría de advertirle a ambos de no molestar de más.

—Por fin libre de esos dos. Son tan molestos como dos niños pequeños peleándose por un juguete. No les hagas caso. Jimin es tímido a su manera y le da un poco de trabajo empezar a conocer a las personas que estarán cerca de él. Solo dale tiempo y no pienses mucho. Ah y ahora sí. Tenemos mucho que hacer. Primero revisemos el contrato y luego de compras.

— ¿De compras? ¿Tiene algo malo mi atuendo?

Leonora no pudo evitar expresarse de esa manera. Jae Hyun se ajustó los lentes dándole una mirada concienzuda a su nueva pupila.

—No, cariño, ese vestido te hace ver adorable y por eso aquellos tontos no paraban de producir testosterona, lo que sucede es que como parte del mundo del entretenimiento necesitas un guardarropas adecuado. Créeme es un dolor de cabeza, yo lo aprendí después de llevarme varios tropezones. No permitiré que pases por lo mismo. Ya me entenderás. No te preocupes.

Jae Hyun puso otra sonrisa en su pequeño rostro de muñeca de porcelana. Leonora por su parte rezó internamente por no haberse equivocado como jamás en su corta vida. Por otro lado en la mesa del restaurante, Jimin observada a las dos chicas desaparecer detrás de su taza de té con aire meditabundo.

—Y después dices que los ángeles no existen. Solo mira nada más, esa chica es igual a la mujer de tus dibujos Chim. ¿Coincidencia? No lo creo, para el destino eso no existe.

Taehyung había fracturado el delgado velo que envolvía la mente del influencer haciéndolo parpadear en su dirección.

—No tenías que irle con esas ideas nada más verla. Sí, se parece bastante pero…

— ¿Se parece bastante? Bah, es la misma que no te cansas de psicoanalizar. Deja de pensar tanto y háblale de tus sueños. No me mires como si se me hubiera ido un tornillo. Para bien o para mal tienes un curioso don con las personas. No seas terco y escúchame.

—No voy hacerlo esta vez Tae. Lo que quiere mi corazón es imposible. El amor no existe, no en nuestro mundo Tae, no voy a comerme la cabeza con esos sueños sin sentido. Solo se parece como te parecías tú a mis sueños antes de que nos conociéramos. Sigo soñando despierto, eso es todo.

El de cabello moreno chasqueó la lengua con gesto desaprobador.

—Entonces consúmete sufriendo como un idiota. Va estar justo al lado de tu puerta, va a acompañarte a cada sitio que vayas en lo adelante porque Jae se va casar. Tarde o temprano se convertirá en tu confidente y con un poco de suerte entrará a tu habitación y verá…

— ¡Puedes callarte de una vez! Me duele la cabeza de tanto parloteo. No será así, me aseguraré de ello, y ahora si me disculpas quiero revisar el contrato de la galería con Namjoon, así que…

—No tienes que ser tan frío Chim. Sé cuándo sobro. Solo te advierto que si por casualidad alguien se te adelanta en lo que evidentemente sientes por esa chica, después no vengas quejándote cuando desde el inicio sabías que deberías ser tú y no otra persona.

Jimin no contestó. Deseaba esconderse en su habitación a contemplar el lienzo que él mismo había llenado con el rostro de una mujer que ahora ocuparía su mismo espacio. Taehyung se despidió con un apretón en el hombro, dejando a Jimin en medio de una tempestad creada por sus miedos e inseguridades.

La llovizna que se había convertido en chaparrón decidió detenerse para que un tímido sol se colara entre las nubes grises del cielo de Seúl. Jae Hyun resultó ser una guía excelente y poco a poco la tensión fue abandonando los músculos de Leonora al hablar más sobre agendas, horarios y eventos en los que Jimin tomaría parte esa semana.

Si su trabajo no tuviera otro trasfondo, disfrutarlo sería hasta una necesidad. Leonora comprendió que podría utilizar mucho de lo que aprendiera para crecer como periodista si estaba en contacto con la flora y nata de la industria del entretenimiento.

Una rápida vuelta por el centro comercial que albergaba el edificio en la décima planta y un surtido apreciable de jeans, cazadoras de mezclilla y cuero, vestidos coctel y de noche, Vans, converse y Louboutins, algunos productos de maquillaje y dos mochilas para cargar con toda la indumentaria que pudiera necesitar el modelo.

A Mei le hubiera encantado esa excursión de shopping como cuando su madre estaba viva y ambas añoraban los fines de semana de algodón de azúcar en Lotte World.

—Nos falta un bolso para el vestido de noche. Creo que esos de allá estarán bien.

La energética de Jae Hyun ya iba camino a otro departamento de la tienda en la que se encontraban mientras Leonora sonreía con timidez y se las ingeniaba para cargar con tantas bolsas a la vez.

— ¿Puedo esperarte aquí? No me malinterpretes pero creo necesito un respiro.

Dijo la castaña refiriéndose al ajetreo que las había absorbido desde que dejaran Recursos Humanos en la planta baja.

—Por supuesto. Prometo que esto es lo último hasta que veamos lo de la mudanza mañana.

Dijo Jae para encaminarse directamente al escaparate de los bolsos de mano. Leonora asintió más convencida. Decidió esperar en uno de los sofás de cuero negro junto a la especie de invernadero que reinaba en medio de la tienda.

Un cerezo japonés exhibía lo que en unos días serían flores maduras y orgullosas. Estaba ensimismada contemplando cómo habían podido llevar la naturaleza entre tanta modernidad cuando el flash de una cámara impactó en su rostro, haciéndola agitar la cabeza a fin de librarse de la indiscreta lente.

— ¿Pero qué…?

La luz la volvió a impactar dos veces más hasta que pudo encontrar al culpable, apostado como francotirador detrás del cerezo. Era un chico de cabello color azabache que cámara en mano había sido tan imprudente como para atraparla en un momento de introspección.

—Lo siento, es que tenía una expresión tan… ¿especial? No, creo que usaría otra palabra para ello…soñadora quizás, no sé, simplemente no pude resistir y acabé tomando estas fotos ¿Me disculpa?

El chico había salvado la distancia entre el cerezo y el lugar donde se encontraba Leonora y ahora ella podía contemplar lo alto que era o el hecho de que fuera vestido de negro de arriba abajo.

Lejos de parecer un fotógrafo, como quería aparentar según lo anterior, era mejor compararlo con esos chicos malos amantes del rock and roll, llenos de piercings, tatuajes y ego.

Aunque eso último no era parte del conjunto, la sonrisa dulce e inocente, que lo hacía similar a un conejo curioso, logró contagiarse al rostro de Leonora que aun tratando de superar la sorpresa inicial y el sonrojo de sus mejillas le hizo un gesto para que ocupara el espacio cercano a ella en el sofá.

—Ahora entiendo a Seok Jin. Descuida, no me molesta si me dices que harás con la fotografía.

—Solo mi colección personal. No me mires así, no soy tan lunático como parece, solo es un pasatiempo. Por cierto, soy Jungkook, Jeon Jungkook.

Una mano donde se mostraban pequeños tatuajes fue ofrecida. Leonora la esperó un instante antes de corresponder con un gesto similar.

—Leonora Wang. Estará bien mientras pueda ver el resultado.

Por alguna extraña razón Jeon Jungkook inspiraba confianza y la chica decidió no pensar mucho si estaría expuesta a ese ambiente en lo adelante. El chico amplió la sonrisa y no dudó en acercarse más para que ella pudiera comprobar la toma registrada en la cámara.

Leonora se asombró al contemplar el conjunto. Había capturado el momento exacto en que miraba hacia el cerezo. La expresión ensoñada pero al mismo tiempo tierna, la desarmaba por completo. No se creía ser la protagonista de semejante escena y tampoco comprendía cómo aquel chico de ademanes descuidados había convertido su mundana contemplación de la vida en un adorable recuerdo.

—Sin dudas, debes ser fotógrafo profesional. Esta persona de ninguna manera creería que fuera yo—dijo ella aun contemplando la cámara sin percibir los ojos marrones de Jungkook sobre su rostro.

—No soy tan bueno, por otro lado la modelo ayudó mucho. Esto es una locura pero…quisiera saber mucho más de ti…

El aliento cálido de Jungkook le rozó la mejilla. Hasta ahora era consciente de cómo la distancia se había esfumado entre los dos y los ojos color chocolate del chico estaban ahora sobre los de ella. Leonora se aclaró la garganta y le devolvió la cámara evitando que los dedos de ambos se tocaran.

Era la segunda vez que sucedía en el día. Quizás la tercera aunque había descartado que Jin le coqueteaba después de ver como se llevaba con los demás. Sin embargo, el mejor amigo de Jimin, y ahora este chico Jungkook habían iniciado un coqueteo directo nada más acercarse a ella. Aunque Jungkook había sido cuanto más atrevido que Taehyung.

—Disculpa, Jungkook, aunque no lo creas es mi primer día de trabajo y estoy un poco fuera de lugar. Normalmente no cruzaría una palabra con ningún extraño. No te ofendas pero yo…

— ¡Este es el adecuado! —una eufórica Jae Hyun regresaba con un pequeño bolso de mano en terciopelo negro para mirar con extrañeza el cuadro que representaban su pupila y el chico azabache.

— ¡Jae- chan! ¿Por qué nadie me dijo que estabas aquí?

Jungkook se levantó del sofá dejando la cámara sobre este y corriendo a levantar en volandas a la pequeña y asombrada Jae Hyun. Leonora se resignó a que le doliera aún más la cabeza. Era peor que una novela donde todos compartían lazo familiar o una pequeña villa donde evidentemente la mayoría se conocía.

Después que el azabache, no sin antes ser requerido por Jae Hyun dejara a esta en el suelo, ambos se dirigieron a Leonora. Jae Hyun ya pensaba que la pobre chica en cualquier momento decidiría abandonar el empleo ante tanto encuentro fuera de lugar.

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