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#5: Percepción

La fila para convertirse en el asistente personal de Park Jimin era enorme. Tanto hombres como mujeres, de todas las apariencias imaginables y edades a juego, se sumían en una absurda competencia por llegar al umbral donde serían entrevistados por el manager de la super estrella del entretenimiento mejor pagada en los últimos cinco años. Leonora deseó esfumarse de veras.

Una de las cosas que trae esperar en la fila, por muy cómoda que fuera la espera, era estar expuesta a toda clase de cotilleos. Deseó tener una ropa más formal para la ocasión que aquel vestido color violeta pálido que no usaba desde su graduación de la secundaria y que la hacía ver más aniñada que el resto de sus congéneres.

Una mujer de cabello lacio y platinado no paraba de retocarse el maquillaje mientras le dedicaba miradas despectivas a la pareja de chicas que sin disimulo alguno hablaban de los beneficios que podía traer obtener la plaza como asistente personal del señor Park. Casi todos, a juzgar por las apariencias, se dedicaban a algo relacionado con la industria del entretenimiento.

Los atuendos coloridos, a veces rocambolescos, y las expresiones juzgadoras así lo atestiguaban. Para alguien como Leonora, acostumbrada a no encajar en ninguna parte, aquel variopinto grupo le resultaba extrañamente cómodo.

No tenía necesidad de hablar con nadie y tampoco de devanarse los sesos con la posibilidad de ser aceptada o no.
No tendrás ningún contratiempo, querida, en cuanto termines la entrevista, el señor Kim le notificará a nuestra Hada Nacional que eres su nueva asistente.

La seguridad de Anne tras una sonrisa merecedora de un Tony le había dejado los pelos de punta a Leonora. En realidad esperaba que todo fuera al revés. Que por una cábala del destino otro fuera elegido antes que le tocara el turno de mentir descaradamente.

— ¡Demonios, sí que hay gente hoy!

Alguien se dejó caer descuidadamente al otro lado del sofá que ocupaba Leonora, sacando a esta de sus interminables cavilaciones.

—Menudo rollo. Ah…estás cosas suceden porque Nam Joon sigue ignorando mi idea de hacer las solicitudes de aplicación por internet.

Un hombre con un traje de raya diplomática escrutaba a Leonora con expresión adusta. Lo primero que resaltaba en todo el conjunto era su rostro digno de una portada de revista. La sonrisa desenfadada que se fue formando en sus facciones terminó de coronar el marco, provocando que Leonora pestañeara a fin de salvar el incómodo silencio que se había instaurado en el sofá.

—Disculpe, suelo pensar en voz alta. Kim Seok-Jin, ejecutivo de KHJ. —dijo ofreciéndole una mano de ágiles y hermosos dedos. Ella dudó unos instantes antes de corresponder con timidez.

—Encantada de conocerle, Leonora Wang.

—Oh, una extrajera más en la lista. Aunque creo que Nam Joon está tan desesperado por salir de esta que no importará para nada el origen. Solo el visto bueno de Park y problema resuelto. Perdone que hable tanto sobre esto, es que cada vez que el asunto involucra a nuestra estrella mejor pagada, las personas hacen campañas propias y este es el resultado. Solo mire, ni el propio Park está en la entrevista y parece una convención de fans. Le apuesto a que el noventa y cinco por ciento es rechazado después de un simple Hola. Eso es lo más tedioso de este negocio.

Era increíble lo rápido que hablaba y juzgaba el panorama a su alrededor. Leonora pensó que estaba frente algún magnate que cuidaba el negocio de cerca y al momento recordó parte del dossier que llevaba estudiando en las últimas horas. Kim Seok Jin era uno de los puntales en la ascensión de Park Jimin como estrella del momento.

Era su mecenas desde que el influencer había abandonado a la familia Choi, y eso significaba palabras mayores.
Recompuso su pose en el sofá tratando de ocultar la repugnancia que le producía mentir tan descaradamente. Una cosa era trabajar tras bambalinas y otra tener frente a frente al objeto de su estudio y futura campaña difamatoria.

—Creo que solo es parte de cómo se observe la situación. A usted puede asquearle el hecho que las personas casi peleen físicamente por este puesto, a ellos solo les preocupa escalar hasta lo más alto y en estos momentos la marca la lleva el señor Park.

Por primera vez su voz le sonó más convincente. Seok Jin la observó con curiosidad cruzando una pierna sobre la otra como si estuviera meditando en alguna especie de respuesta a la argumentación de la chica.

—Pero bueno, solo es una opinión. A fin de cuentas la mayoría debe tener fuertes razones para luchar por el empleo.

— ¿Y cuáles serían las suyas? Digo, si me permite saberlas.

La pregunta no la tomaba por sorpresa, lo difícil era mantener la expresión impasible bajo los escrutadores ojos morenos de su interlocutor.

—Sí, le permito conocerlas. A fin de cuentas son demasiado comunes. Solo busco un trabajo a largo plazo antes del próximo proyecto. Nada más.

— ¿Entonces solo es un peldaño en su carrera? Perdone el atrevimiento, pero qué la haría diferente de esta banda de hienas que quiere convertirse en la sombra de Park solo para sacarle una tajada al pastel que es su fama. Ser asistente es como convertirse en el grano que está en su trasero. No es nada agradable, créame.

—Y tiene razón, por supuesto que existen muchas desventajas, pero a fin de cuentas es solo un trabajo como otro cualquiera.

Ahora se habían mirado a los ojos por primera vez en lo que llevaban intercambiando palabras. Seok Jin ladeó la cabeza al tiempo que una sonrisa perezosa aparecía en su agraciado rostro. Leonora no vaciló y le sostuvo la mirada unos instantes más. Solo hasta que alguien abrió la puerta que separaba la sala donde se realizaban las entrevistas, llamando la atención de la muchedumbre.

—Jang Hee Jin.

Dijo la chica que llevaba una tableta en la mano derecha. Al instante una menuda muchacha de cabello color rosa salió de en medio de otro de los sofás de la sala de espera y cruzó el umbral sin percatarse en la serie de comentarios que levantaba a su paso. Seok Jin chasqueó la lengua cuando la puerta se volvió a cerrar.

—Entonces buena suerte, señorita Wang. Sea cual sea el resultado de hoy.

El hombre se irguió en toda su estatura repasando las mangas de su traje sin quitarle los ojos de encima a Leonora. Esta le dedicó un pequeño asentimiento. No importaba cuán difícil se lo pusiera el CEO de KHJ, la suerte había sido echada por las artimañas de la señora Choi y su ferviente odio hacia Park Jimin.

Los minutos se fueron deslizando sobre Leonora y los demás aspirantes tal como la persistente llovizna sobre el cielo de la ciudad.  Del otro lado de la puerta y en un nivel por encima de la sala donde esperaba la chica, otra persona contemplaba las mismas gotas de lluvia adherirse como manchas en el cristal.

El papeleo nunca había sido su fuerte. Jin se había escapado de la reunión a propósito. Aun siendo el manager, en los últimos años el pelinegro era experto en sacarse de encima cualquier trámite tedioso y estas eran las nefastas consecuencias. Si Yoongi hubiera estado del otro lado de esa mesa, lo más seguro es que ya tendría un problema de menos.

Era casi la hora del almuerzo y Jimin llevaba más de cuatro oyendo las razones de la agencia al frente de la próxima película a comenzarse a rodar en el mes siguiente y donde le prometían el protagónico bajo una docena de insólitas cláusulas que le traían de los nervios. Nam Joon había dejado a la propia Jae Hyun a cargo de las entrevistas que se llevaban a cabo en el piso de abajo puesto que no podía dividirse entre su estrella mejor cotizada y el posible nuevo asistente de esta.

—Entienda que le hemos guardado este papel solo a usted señor Park, las cláusulas del contrato son nimiedades en comparación con el éxito que reportará el filme. Estoy seguro de que no solo conquistará las taquillas asiáticas sino que tiene el camino hecho en Hollywood…

La palabrería del señor In le atiborraba el cerebro y este no era el único. Nam Joon tenía ganas de mandarlo a freír espárragos con tal de quitárselo de encima. Si no fuera por toda la campaña que cubría el futuro filme y de la que no se podía prescindir no participar, la respuesta habría sido no. Jimin necesitaba un descanso después de tanta actividad de un continente a otro, pero decirle no al mejor director de cine coreano del momento o las grandes multinacionales del rubro era lo mismo que sepultar la compañía con la carrera del influencer dentro.

Jin los ahorcaría a ambos en un solo pestañazo. Y hablando del diablo. El castaño acababa de hacer su aparición por el umbral con tres vasos plásticos con el logo de Starbucks en medio.

—Señor In ¿aún sigue atormentando a todos con su perorata? Pensé que ya estaba satisfecho con nuestra respuesta.

Jin terminó su recorrido hacia la mesa semicircular donde se desparramaban carpetas y ordenadores abiertos y alguna que otra asistente legal le echaba una mirada evaluadora a su desgarbada pose contra el escritorio.

—Ah…señor Kim, siendo esta una cuestión tan delicada he querido que el señor Park y todos los presentes estén al tanto de la importancia de aceptar este y los futuros acuerdos de nuestra cinematográfica con su compañía, por eso…

—Por eso a todos les duele el trasero de escuchar una y otra vez lo mismo. Ya hombre, aceptamos si quitan la mitad de las estúpidas cláusulas del final, las otras las pretendo discutir con nuestro departamento jurídico. Jimin tiene otros compromisos que atender y nosotros pensamos que los minutos y el dinero son equiparables así que aproveche este regalo de tener la presencia del pleno de la compañía, firme y déjelo todo en nuestras manos ¿Macchiato Nam?

Eso iba dirigido al director ejecutivo de la KHJ que en aquellos momentos se quitaba los lentes con gesto cansado. In masculló unas palabrotas que se quedaron en su garganta mientras el resto de la sala agradecía con una sonrisa la clarividencia del moreno.

Minutos después el segundo contrato de la agenda de la mañana y que involucraba la campaña publicitaria sobre medio ambiente en Seúl, era cerrado con un apretón de manos y la sonrisa coqueta de la activista medioambientalista, Lee Soo Young. Gracias a la competencia de Seok Jin y un poco de suerte, Jimin estaba a tiempo para su cita del almuerzo en el restaurante de la primera planta de la compañía.

—Hey, a dónde crees que te largas…aun tienes algo más que hacer antes de ir a ver a ese desagradecido de Taehyung…
Seok Jin apareció como una sombra frente a un cansado Jimin para solo ser las doce del mediodía.

— ¿Y ahora se puede saber que te hizo? —Respondió el rubio—Ya sabes cómo es de olvidadizo con las citas, de hecho he tenido que insistirle hasta el cansancio para lo de hoy.

—Sí, pero que no crea que se escapará de la cena de este sábado y lo que te digo es que la pobre Jae Hyun está del otro lado escogiendo a su reemplazo y que tú tienes que ayudar.

— ¿Jae vino? ¿Y por qué no me dijo nada? —preguntó el rubio frunciendo el ceño.

—Nam Joon utilizó sus encantos para variar.

En los años que llevaban trabajando juntos Jae Hyun se había convertido en el mejor complemento para el influencer. Capaz de predecir los pensamientos de Jimin incluso antes que él mismo, le conocía muy bien, por eso no pudo negarse cuando la chica le pidió su liberación para dedicarse por completo a su familia. Si su sueño era convertiste en la esposa de un director de cine, Jimin no era quién para interponerse.

— Vamos, hombre, seguro que la eficiente de Jae ya ha despachado a la mayoría de tu séquito. Había de todo en los candidatos, aunque…

La imagen de una chica de ojos color ámbar volvió a la mente de Jin, perdiendo el hilo de la conversación por unos instantes.

— ¿Aunque? Hyung, últimamente te gusta dejar las conversaciones a medias y matarme de suspenso. ¿Acaso estaba Medusa entre los candidatos a asistente?

Una sonrisa burlona achinaba los ojos de Jimin cuando el ascensor frente a ellos dejó abiertas las puertas magnéticas de par en par solo para descubrir a una chica menuda con una melenita pelinegra y lentes redondos haciendo malabarismos en su perfilada nariz, junto a otra de pálida tez que usaba cierto vestido color púrpura.

Ambos hombres callaron cuando las recién llegadas les dirigieron la mirada.
En orden de repasar, Jin esbozó una sonrisa condescendiente en dirección a la más pálida de las chicas. Jimin por su parte mordió su labio inferior para ocultar su nerviosismo. Su antigua asistente iba acompañada de la misma chica que había robado sus pensamientos y dudas en las últimas doce horas.

La chica del café, la chica de la parada, la chica que vagaba por sus sueños como una caprichosa valquiria envuelta en seda púrpura y que lo condenaba a padecer de inseguridad todo el tiempo.

Por su parte las mujeres intercambiaron una mirada hasta que la más baja se decidió a chasquear la lengua y romper el incómodo silencio que se había instaurado allí.

—Al menos podrías decir algo Seok Jin. Primero me embaucas para que asuma la responsabilidad de Nam Joon o la tuya propia y ahora te quedas como un idiota plantado allí. Merezco una compensación extra.

Con los brazos en jarra y una evidente sonrisa que delataba la extraña broma, Jae Hyun se había colocado entre los dos hombres y la misteriosa jovencita de la cual Jimin desconocía su nombre.

—Extrañaré esa lengua viperina tuya, Jae. Pero si es lo que estoy pensando, he de premiar a mi sexto sentido. Sabía que la señorita Wang era la indicada.
Jimin no pudo contener más su curiosidad. Intuía que la presencia de aquella chica se relacionaba con el puesto que ocupaba Jae Hyun anteriormente y el escalofrío que había recorrido su espalda se lo confirmaba como si de una terrible certeza se tratara.

No, no puede ser cierto.

Por qué una parte de su alma se sentía feliz y la otra miserable. Por qué tenerla cerca las veinticuatro horas del día sería más que una bendición un problema. Cómo iba a convencerse de que sus ensoñaciones solo eran producto del estrés y la sobrecarga de trabajo cuando la protagonista de estas estaba a centímetros de distancia.

Apretó los dientes haciendo que la línea de su mandíbula destacara. Jae Hyun y Jin seguían bromeando mientras él se preocupaba por controlar el impulso de negarse aquella locura. Aun así, aun dudando y maldiciendo para sus adentros, se las arregló como pudo para esbozar algo parecido a una mueca y encaminarse en dirección de la chica que evitaba mirarle a los ojos por todos los medios.

— ¿Entonces es cierto? ¿Usted será mi nueva asistente?

La voz le salió más grave de lo normal y gracias a su cercanía a la chica, Jin no pudo encontrar el evidente nerviosismo del que era presa el influencer. Ella, por su parte decidió encararlo finalmente con una sonrisa cortés.

—Lo seré si usted está de acuerdo señor Park o al menos eso me comentaba la señorita Jae Hyun…

—Oh, qué formal eres, demasiado formal para este trabajo. Ya le dije que aquí es como una gran familia. Pero creo que se acostumbrará. Me causó simpatía en cuanto la vi. Me recuerda a ChimChim cuando llegó de Busan y reverenciaba a cada dos segundos ¿No es así Jin-shi?

Por otro lado Jimin se había estancado en el momento en que Leonora había pronunciado las palabras señor Park. Algo turbulento se había agitado en su interior, algo oscuro y peligroso que ponía su corazón a correr un maratón en dirección a ella.

No, solo estoy sobreactuando. Debería rechazarla ahora mismo. No me va hacer bien tenerla cerca, sin embargo…

— ¿Entonces qué dicen? Yo invito…

— ¿Qué?

Parpadeó Jimin desconcertado. Por lo visto la conversación seguía su propio ritmo y a él se le escapaban palabras por pensar demasiado las cosas.

—Que ya es hora de almorzar y que no sería educado dejar a Jae y a Leonora fuera de esto. Después de todo, hay motivos de sobra para celebrar. A partir de mañana no tendrás que ir a más reuniones aburridas. Leonora se encargará de tu agenda y por qué no decirlo, presiento que todo será más divertido por aquí a partir de ahora…

Jimin quiso refutar las palabras de Jin pero no tuvo valor suficiente.
Nueva asistente, vivir juntos como lo había hecho con Jae…
Solo que Jae era su mejor amiga desde que llegara a Seúl, había sido novia de Tae y finalmente se iba a casar con Sung Woon, su compañero de estudios en la facultad. Era dos años mayor que él y la veía como su hermana, no como un posible y peligroso interés amoroso.
Pero qué estaba diciendo, apenas sabía su nombre y ya pensaba como un pervertido. El color granate que iba adquiriendo sus mejillas lo delataba flagrantemente.

— ¿Te encuentras bien, Chim?

Jae Hyun acudió a palparle la frente a lo que Jimin actuó a la defensiva murmurando que necesitaba refrescarse después de la reunión con el equipo de producción, que él les alcanzaría en el restaurante en unos minutos.

Jin observaba aquel escenario atento a la mirada escrutadora de Leonora sobre el influencer y la agitación que había experimentado este nada más estar cerca de ella.

Iba a añadir algo más cuando el influencer casi se dio a la fuga con una insulsa excusa que lo ponía en mayor evidencia. Esperaría para ver cómo se llevaban esos dos antes de una posible intervención. Hasta ahora la chica se mantenía serena y cortés, quizás demasiado ceremoniosa, pero como decía Jae pronto perdería eso si se quedaba como parte de la familia que era la KHJ.

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