#22: Promise
Hospital Universitario de Seúl, siete años atrás.
Los minutos corrían al compás del sonido monocorde de la máquina de cuidados intensivos. Detrás de la doble puerta que mantenía el límite con el salón de espera y el área de enfermería Kim Taehyung hacía una llamada telefónica con destino a Busan.
—Comprendo señora Park. No se preocupe él no está solo.
El hilo telefónico muriendo lentamente tal como las esperanzas del en aquel entonces rubio le aseguraron que no podía hacer más. La espera le sabía amarga mientras su mejor amigo se debatía entre la línea que separa un mundo del siguiente.
“Aun no estoy listo para dejarte ir Chim. Por favor no me hagas esto.”
La primera ronda del médico ya había concluido y por más que las enfermeras trataran de convencerlo de abandonar la sala de espera sabía que esas veinticuatro horas después eran cruciales. Que en algún espacio de su camino, el alma de Jimin estaba buscando un punto de anclaje y ese debía ser él por improbable que le supiera.
—Tae, dime qué sucedió. Recién acabo de despertar y me encuentro con dieciséis llamadas perdidas. Yoongi está en los Estados Unidos junto con los otros Kim y desgraciadamente después de lo de la chica Ling no me creo nada de lo que ponen en la televisión.
Un alterado Jung Hoseok alcanzaba el pasillo de la terapia intensiva en dirección al único familiar con el que el chico del eye smile podía contar.
—Sigue inconsciente. Tiene fracturadas tres costillas y la pierna izquierda. El médico dijo que gracias a los primeros auxilios y la ayuda de una muchacha que se arriesgó a sacarlo del coche no sucedió lo peor.
Hoseok observó el temblor en las facciones del más joven y no dudó en acariciarle la coronilla.
—Al menos tuvo la ayuda de alguien en el peor momento. Seamos optimistas. Todo depende de su voluntad.
Aquellas palabras de su amigo solo terminaron de cristalizar las inminentes lágrimas en el rostro de Tae.
—Eso es lo que más me preocupa. El Jimin de los últimos meses se ha cansado de luchar.
Hospital Universitario de Seúl, en la actualidad.
—¿Estás seguro que no es nada grave? ¿Cómo pudo suceder esto?
Jimin tiraba de sus cabellos casi con frustración. Habían pasado tres horas desde que las puertas de emergencias le recibieran con una chica pálida como la nieve entre sus brazos.
—Si no crees en los expertos, qué más valor me puedes dar a mí. Ponte en su lugar hyung, son muchas cosas para una sola persona.
Jungkook tenía razón, pero el influencer se rehusaba admitirlo. Justo ahora que parecía encontrar la paz que por tanto tiempo se le había negado sucedía esto. El grito de Mei en la planta superior de la galería había puesto fin a las celebraciones por su cumpleaños y la inauguración.
Para evitar más conmoción Taehyung se las tuvo que apañar e inventarse una historia en la que el equipo de cáterin había dejado las bebidas fuera de frío por problemas en la dispensadora de la segunda planta y por eso el alboroto de algunos de sus empleados, interludio que aprovecharon los demás para pedir asistencia médica a la castaña directo hacia el Hospital donde Hoseok trabajaba.
El chico hizo su primera valoración, diagnosticando que probablemente fuera una hipoglicemia, pero Jimin no quiso oír o entender nada. Se sentía morir por dentro al notar la palidez de un rostro que minutos atrás le había entregado solo sonrisas.
—¿Y bien?
No dudó en reclamarle al médico de urgencias que a paso cansino se acercaba con Hoseok detrás.
—La joven ya está consciente. Solo fue un bajón de azúcar, probablemente por estrés. Sin embargo le hemos indicado algunas pruebas de sangre para estar cien por ciento seguros de que no existe otra causa. Trate de calmarse señor Park.
Jimin exhaló el aire que contenían sus pulmones. Jungkook musitó un “te lo dije” mientras le enviaba un mensaje a Mei Lin, que por políticas de restricción no podía ingresar al hospital cuando no fuera programada su cita.
—Por cierto, me alegra verlo completamente recuperado. Mi esposa es una gran admiradora suya.
El médico se ajustó los redondos lentes en el puente de la nariz. Jimin comprendió a medias que aquel hombre había sido parte del equipo al que le debía una segunda oportunidad en la vida.
—Le agradezco doctor. Dígale a su esposa que encantado le firmaré una dedicatoria pero ahora me urge ver a mi novia.
—Jiminnie…
—Déjelo joven Hoseok. Puedo comprender la urgencia del señor Park. No se me olvidará molestarle después por lo del autógrafo o no podré dormir en la misma cama que mi mujer.
Los tres hombres tuvieron que reír a pesar de la tensión que los había recibido desde entrada la tarde. Jimin agradeció nuevamente al doctor Woo hasta que tuvo luz verde para atravesar las puertas acristaladas de emergencias. Allí lo esperaba una muchacha de cabellos castaños dorados mientras una enfermera terminaba la extracción de sangre.
—¿Cómo estás, ángel mío?
La enfermera se ruborizó tanto como Leonora. Primero al descubrir que los cotilleos que posicionaban a Jimin en el cuerpo de guardia del hospital eran ciertos y luego que efectivamente, el influencer se encontraba en una relación.
—Mejor de lo que merezco. Aun me duele la cabeza.
Fue la corta respuesta de ella mientras evitaba por todos los medios encontrarse con aquellos ojos color café. Jimin le achacó la reacción al susto que se había llevado la chica al despertar en medio del hospital cuando horas atrás todo parecía estar en orden. La enfermera se despidió con una reverencia y Jimin ocupó su lugar en la silla de plástico frente a la camilla donde estaba su novia.
—Lo siento. Me aseguraré que esto no vuelva a suceder. Me he sentido correr en círculos allá afuera. Sé que es demasiado pronto, pero no te haces una idea de lo importante que eres para mí.
Las cálidas manos del influencer encontraron las suyas y lo que más temía sucedió. En aquella nebulosa nube de pensamientos que habían terminado saturándola, Leonora pudo encontrar los fragmentos que la unían a la historia de Park Jimin aun antes de ser la estrella mundialmente aclamada.
Ella había estado allí siete años atrás como bien le recordara Namjoon, ella le había visto nuevamente en el Café donde trabajaba, en la parada de autobús días después de aceptar el contrato con la señora Choi, en el ascensor antes de extraviar aquel pañuelo que le regalara su madre por su décimo quinto cumpleaños y que el influencer recientemente le había regresado. Ella había cometido el pecado de mentirle y enamorarse de una persona que una vez consciente de la verdad la repudiaría.
—Vamos aprovechar que la promoción de la película de In se realizará en Jeju y nos tomaremos una semana para nosotros. Estaremos solos para dejar las preocupaciones atrás. También podemos llevar a Mei si conseguimos un permiso en su colegio o quién sabe, planear algo con los chicos. No sé, lo que decidas me parecerá bien mientras estés a mi lado. Prométemelo nena, prométeme que no vas a asustarme más de esta forma.
Por qué era más cómodo mentir. Por qué no alejarse ahora antes que la sombra de sus errores terminara engulléndolo a él también. Por qué era tan egoísta y cobarde. Una semana. Era un tiempo considerable para encontrar una forma de acabar con el plan de Choi. Una semana en la que estaría con Jimin y pudiera librarse de aquel peso enorme, pero no podía hacerlo sola.
Pensando como Maquiavelo, si el fin justifica los medios, cómo le dices a tu corazón que se detenga por la persona que amas. Por qué una vez que empiezas a mentir no hay vuelta atrás.
—Veamos cómo está nuestra princesa entonces.
Hoseok la salvó de darle una respuesta a la expresión afligida en el rostro de Jimin. Sin embargo el agarre en sus manos no cedió un instante e internamente Leonora deseó ser suficiente para cumplir semejante promesa.
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