#14: Y.O.U.T.H
El irreal color turquesa del techo de la habitación solo le recordaba a Hyunjin la dimensión de sus ambiciones. Justificarse ahora sería casi un insulto, cuando sus aspiraciones más antiguas se vieron reflejadas en la invitación de Anne.
Cómo la cena de negocios con su nueva jefa se había convertido en un juego de aquella magnitud. Si era honesto consigo mismo, solo era cuestión de tiempo para que aquella mujer le enseñara los colmillos como la vampiresa que solía ser e hincara sus fauces en su cuello y con ello lo arrastrara a esa oscuridad que se había acumulado en su corazón por años. A fin de cuentas no podía echar el tiempo atrás.
Con una mueca en su agraciado rostro se decidió abandonar el mullido colchón cuyas sábanas se arremolinaban alrededor de su cuerpo como una segunda piel. Aun encandilado por la opulencia de aquella habitación de hotel, Hyunjin trabajó por encontrar su ropa antes que la mujer en la ducha hiciera su aparición. No quería explicaciones, a esas alturas lo único que deseaba era encontrarse con Leonora y hablar de nada en particular. Solo comprobar que la chica estaba bien aliviaría el peso en su conciencia.
Ese era el plan del pelinegro pero Anne no opinaba lo mismo. Solo terminaba de calzarse las botas militares cuando la figura menuda y bien cuidada de la señora Choi hizo acto de presencia en el marco que separaba el baño de la habitación. El albornoz color crema con las iniciales del hotel bordadas sobre uno de los generosos y modificados pechos de la mujer solo atestiguaban sus intenciones de no dejar escapar su nueva presa.
Si lo pensaba con la cabeza fría, no tenía esas grandes expectativas cuando las señales en la cena de la noche anterior la llevaron a cambiar una posible aventura con él. Se burló varias veces del chico, firme en la teoría de que solo era otro rostro atractivo con un alma frívola y vacía, pero la noche le demostró otra cosa. Una que utilizaría a su favor.
Varias veces, mientras exploraba el cuerpo contrario o aquellos labios carnosos rozaban los suyos, supo que lejos de ser ella la que llevaba el control, era él. Había visto la mirada retadora en el rostro de él y había caído en la ilusión de tener ese tipo de contacto con un hombre joven y ambicioso, del cual podría sacar mucho provecho.
En varias ocasiones había olvidado quién era y se había sentido como una tonta adolescente bajo las manos grandes y posesivas que recorrían cada curva de su cuerpo. No había sido solo una salida de una noche. No para ella, y aunque él le había dejado bien claro que solo sería aquella vez y que no significaría más que eso, ahora Anne comprendía que la destinataria de aquel arrebato de pasión y frustración nunca sería ella y sí la razón por la cual Park Jimin estaba cayendo en sus manos lentamente.
Ya había consultado las noticias de esa mañana mientras el agua de la ducha adquiría la temperatura adecuada para su sensible piel adornaba con marcas provenientes del joven frente a ella. Ya sabía que los medios más hambrientos de Corea del Sur colocaban la imagen de Park Jimin abrazando una chica en el mismo corazón de la Plaza Myeongdong. Solo era elegir bien las cartas para que el chico con el que había pasado la noche explotara complicando más la situación.
—Señora Choi yo…
—Olvídalo, cariño. Sé cumplir mi palabra y a pesar de las copas de ayer lo dejaste demasiado claro. Pero qué te costaría acompañarme a desayunar…aún es temprano para enfrentar las frías calles de Seúl.
La distancia entre ambos había desparecido y el albornoz terminó de abrirse para revelar los blancos pechos de la mujer y colocar cierto rictus nervioso en la postura de él.
—Como sabe mis hermanos esperan por mí y ya lo hemos alargado más de lo que debía ser. Me disculpo si estoy siendo irrespetuoso, pero lo de ayer no debía suceder y por mi parte no volverá a ocurrir. Nuestra relación es solo profesional y así debe mantenerse por el bien de esto.
Anne sabía a lo que se refería y disfrazó su mal humor con una sonrisa que más parecía una mueca. Hyunjin aprovechó ese gesto para imponer distancia y recuperar la cazadora de cuero que lo había acompañado desde la tarde anterior en la oficina de Choi.
—Entonces supongo que fingiremos que no sucedió nada. De todas formas ya estoy acostumbrada a este juego, pero no me importaría acompañarte cuando te sientas solo. Esa chica no sabe lo que se pierde.
Hyunjin no quiso encontrarse con la afilada mirada que estaba recibiendo. Comprobó que no le faltaran sus documentos o el móvil antes de abandonar la habitación, dejando atrás a Anne y sus obscenos pensamientos carentes de moralidad. El trayecto en el elevador solo incrementó su dolor de cabeza. Era tan hipócrita consigo mismo. Parecía que él era la víctima cuando en realidad bien podía llevarse el crédito de la culpa en aquella situación.
—Maldita sea, debo llegar a casa cuanto antes…
Torció el gesto mientras contemplaba las llamativas marcas en su cuello en el espejo del ascensor. Era muy difícil que sus hermanos y la propia Mei no las notaran. Que rayos lo había poseído para caer tan bajo en la telaraña de esa mujer.
No lo sabía o mejor no lo quería admitir, la verdad…toda la noche pensó en Leonora. Deseó como otras ocasiones en la soledad de su habitación cerrar sus manos en el dorado cabello y respirar el mismo aire mientras compartían un beso interminable.
Dejar las marcas en lugares imperceptibles donde la castaña solo pudiera recordar que era suya y de nadie más, hacer el amor de la forma romántica y cliché que hablaban las novelas y no tener solo sexo de una noche con una desconocida.
—Estoy harto de esto.
Le habló a la soledad del ascensor cuando el tintineo de las puertas dejó ver a una elegante mujer en traje de raya diplomática y lentes de Sol. La chica ignoró su presencia ocupando la otra esquina libre del ascensor antes de que este retomara el descenso hasta la planta baja del hotel.
El hilo musical en el sitio hablaba de Bruno Mars y el pegadizo Marry Me. Min Ji Soo, solo admiraba de reojo al apuesto joven a su derecha mientras una idea loca atravesaba su cabeza, que acababa de recibir un rotundo no segundos atrás en las oficinas de CELINE que ocupaban la séptima planta del aquel hotel.
La campaña otoño invierno seguía en proceso aun cuando no había conseguido todo lo que se proponía. Jimin le estaba ayudando a recuperar el liderazgo en ventas, pero CELINE no estaba interesada en un modelo e influencer cotizado por otras casas como Dior y Tiffany.
Querían una cara nueva, algo que no estuviera en el mercado y por tanto por lo que no tuvieran que pelearse. Algo joven y refrescante, pero al mismo tiempo peligroso y esa era la imagen del chico a solo unos metros de Ji Soo.
Era más alto que Jimin, con la tez color porcelana y unos rasgos faciales algo grandes para un rostro tan delicado. El cabello le llegaba casi hasta los hombros, aun cuando intentaba mantenerlo acomodado en una rebelde coleta en lo alto de la cabeza que solo lo hacía más atractivo. Luego estaba esa actitud de chico malo y pretencioso. Era el concepto que le acababan de pedir y del que no había podido nombrar nada; o la vida le estaba presentando una oportunidad en bandeja de plata o ya tenía alucinaciones.
El sonido de las puertas abriendo en la planta baja rompieron la burbuja en la que estuvo sumida la pelinegra todo el tiempo. Casi pegó un salto en su sitio cuando la espalda ancha de Hyunjin se retiraba de camino a la salida del hotel. Un impulso la hizo casi correr tras el desconocido.
No podía permitirse perder aquella posible oportunidad que le gritaba su instinto de empresaria y experta en el área de la moda. Si obtenía una respuesta de aquel chico, cuánto crecerían las ventas de su marca…simplemente no podía permitirse una duda tan grande de no internarlo primero.
—Hey… espera…espera solo un momento…
Hyunjin se giró al encuentro de una voz que no podía asociar a la pretenciosa mujer que le había acompañado en el ascensor. Casi frunciendo el ceño se encontró con el rostro angelical de Min Ji Soo y un extraño movimiento en su corazón, que luego le achacaría a la prisa, comenzó a direccionarlo hacia la sonrisa que le regalaba la mujer.
—Esto te sonará loco pero trabajo en el mundo de la moda…este no es sitio adecuado. Podemos hablar mejor en el Café. Si no estás muy apresurado. Soy Min Ji Soo.
Una tarjeta plateada fue extendida en los blancos dedos de la chica y Hyunjin descubrió que hablaba con la CEO de Min’s Over Clothes, la famosa empresa especializada en moda que había estrechado los lazos con costosas marcas europeas y demostrado hasta donde podía una mujer llegar en un área tan compleja como los negocios de esa parte de la industria.
—Ahora estoy algo contra reloj…
—Al menos acepta mi tarjeta y no dudes en contactarme si te interesa. Eres muy guapo y cumples casi con todo lo que queremos invertir en estos días. No deberías decir no antes de escuchar todo lo demás.
Por una razón aquella actitud arrogante le recordó a Anne Choi solo que unos años más joven y con cara de ángel. Hyunjin tomó la tarjeta solo para romperla en dos fragmentos sin valor y colocarla en las manos de aquella chica prepotente.
—Quería ser amable pero usted me lo ha complicado todo con ese ego. No estoy interesado en ser el próximo Park Jimin, aunque mirando quién es usted estoy seguro que nada le es suficiente. Tenga buenos días señorita Min.
Esa fue la intención del pelinegro mientras despedía a Ji Soo con una sonrisa cínica, solo que no contó con que la morena se aferrara a su muñeca y lo hiciera devolverle una mirada cargada de enojo. Parecía una niña pequeña a punto de hacer un berrinche, ganándose las miradas indiscretas de los ocupantes del lobby.
—Quién no comprende eres tú. Si ya sabes quién soy notarás que no me doy por vencida. Recuérdalo bien niño bonito, serás mi empleado antes de lo que tu hermosa y vacía cabeza puede pensar.
— ¿Me estás amenazando? ¿Siquiera te has mirado bien?
El honorífico podía irse al tragante. Ella no había dudado en saltarse el protocolo al insultarlo y acosarle como una lunática. Hyunjin sonrió más grande mientras se liberaba del contacto de Ji Soo como si de una molesta mosca se tratara.
—Si te hace sentir mejor, trabajo para Anne Choi. Creo que eso te lo explicará todo, muñeca de porcelana…
Y ahora la que quiso distancia fue ella. El maldito apodo le había recordado las bromas de su hermano cuando era pequeña o cuando su padre solía subestimarla por ser mujer. Hyunjin aprovechó esa confusión para abandonar el lobby, ganándose la momentánea atención de la clientela y los de servicio.
Mientras Min Ji Soo se prometía a sí misma que ganaría el juego que acababa de empezar. No importaba cuánto tiempo le tomara o quién estuviera en medio. Nadie se burlaba de ella.
Mientras el Sol terminaba de envolver a Seúl en un cálido abrazo, despertando los crisantemos que Park Jimin cultivaba en la especie de terraza que coronaba el ático donde vivía desde los últimos tiempos. Esa mañana había despertado más animado de lo común.
Al punto de hacerse cargo del desayuno y continuar sus actividades en el improvisado jardín que utilizaba para pintar cuando el estrés le ganaba a todo lo demás. Leonora había despertado casi al mismo tiempo para compartir los buenos días y luego pedirle permiso para visitar a Mei.
Ahora la hermana menor de la castaña tenía nombre para Jimin, así como había quedado solventada la duda de que Hoseok hubiera reaccionado de aquella forma a la presencia de Leonora.
El bueno de Hobi era el Pediatra a cargo de la salud de la hermana menor de su asistente personal. Jimin no quiso preguntar de más ante un tema que obviamente se le hacía muy delicado a la chica, pero después de aquella explosión de sentimientos la tarde anterior en Myeongdong, la chica no había reparado en contarle muy superficialmente que su hermana menor estaba enferma y que Hoseok llevaba el caso.
Jimin se ofreció acompañarle en alguna de sus visitas a Mei y ella le agradeció con una imperceptible sonrisa. Después cada uno había hecho su camino a la tierra de los sueños en soledad. Compadecerse era lo menos que deseaba hacer. En su propia piel había experimentado que le observaran con lástima.
Por eso no quería cometer el mismo error con la castaña. Estaría allí para apoyarla y brindarle sus hombros si lo necesitaba. Sería lo que ella deseara que fuera pero nunca le dedicaría una mirada de ese tipo, el sentimiento de lástima no es saludable si quieres ayudar a alguien más.
Así que aun extrañando a Leonora esa mañana particularmente soleada en Seúl, se prometió darle el espacio suficiente para visitar a su hermana y por qué no para tomar un respiro y acomodar sus pensamientos referentes a ella. Había pasado del frívolo deseo a algo más con demasiada rapidez y era preciso que digiriera todo eso para no pecar de ignorante después. Ir rápido en cualquier cosa tenía sus inconvenientes y él no se podía permitir perder a alguien especial otra vez.
— ¿Qué crees de este hombre lleno de sueños inútiles? ¿Eh?
Le habló a los recién abiertos crisantemos que se dejaban mecer por la corriente aire en la azotea. Una sonrisa satisfecha llenó su rostro.
—Creo que aún me falta mucho por descubrir de mí mismo. Tengo que hablar con Tae.
Decidió comprobando la hora en su móvil. El día estaba más desocupado de lo común, por lo que tomaría el almuerzo con su amigo en aquel Café donde casi un mes atrás conociera a Leonora y luego se prepararía mentalmente para un día de sesión fotográfica en la campaña que compartía con Kook.
Ese era el plan mientras los ojos color chocolate de Jimin contemplaban el movimiento que dominaba Seúl en una mañana de octubre, ajeno totalmente a la noticia que hacía estragos en Naver en ese momento. Esa en la que él y una chica castaña se convertían en el plato fuerte de una voraz prensa amarillista interesada en recortar con sus propias normas la esencia de su juventud.
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