#12: Lluvia en Octubre
El tiempo nunca se detiene, por mucho que nos esforcemos en contenerlo, la cruel realidad es que siempre va hacia adelante, mientras intentamos correr tras él. Leonora Wang ahora estaba segura de ello, pues las últimas semanas se le habían escapado entre los dedos, llegando a instituir una rutina donde todo se concentraba en solventar las necesidades de Park Jimin y su apretada agenda.
Lo normal hubiera sido quejarse de la estrella si fuera del tipo quisquilloso y dramático, pero aquí ocurría todo lo contrario. El epíteto de señor Park la había abandonado solo unos días atrás cuando en medio de la sesión fotográfica en Min’s Over Clothes le llamó por su nombre de pila consiguiendo una de aquellas sonrisas donde los ojos del influencer se convertían en dos tiernas medias lunas.
Desde entonces era Jimin, el chico que sin importar cuan alto estuviera en las listas de rendimiento seguía destilando humanidad y comprensión hacia los más ínfimos detalles.
—Debes estar cansada…yo no podría con tanto papeleo.
Kim Taehyung se dejó caer sobre el sofá del despacho de Jimin en la KHJ. Su hobbie permanente mientras preparaba la exposición para la bienal que se desarrollaría en Seúl a mediados de octubre y que coincidentemente era parte de la sorpresa para el cumpleaños de su mejor amigo.
—Debo tenerlo todo listo antes de las once. Jimin debe estar saliendo de su reunión con el señor In dentro de media hora.
Taehyung chifló ganándose los hombros alzados de la castaña. También se había acostumbrado a estar rodeada de aquellos chicos que aunque les gustaba interpretar el papel de molestos mejores amigos, al final eran como una especie de familia.
Una de la cual Jimin se nutría para evitar salir lastimado la mayoría de las veces. Esa era otra cosa que le agradecía al tiempo. Estar codo a codo en su trabajo con el influencer la había enseñado a observarle y escucharle. No solo ver su aura cargada de magnetismo y sensualidad, o sus tiernas sonrisas impregnadas de bondad en los días luminosos.
Las noches en el ático de Jimin le habían servido para descubrir el insomnio que atacaba al influencer o sus preocupaciones cuando cometía un pequeño error en la filmación. No le había demostrado nada en palabras, pero últimamente procuraba que Jimin encontrara alguna taza de té en esas noches o el desayuno cuando el cansancio le pasaba factura a sus músculos y el chico apenas tenía ánimos para abandonar su habitación y comenzar la jornada. Silenciosamente se estaban acercando o al menos eso sentía Leonora, cuando ya no podía ver algún indicio de maldad o falsedad en su supuesta víctima.
—Estoy pensando seriamente en robarme la asistente de mi Jiminnie. Piénsalo bien preciosa, yo te pagaría mucho mejor.
Tae elevó sus perfectas cejas para acompañar su maliciosa expresión que solo semanas atrás hubiera espantado y ruborizado a la chica. Pero esa primera etapa de malos entendidos y travesuras protagonizadas por Tae y Jungkook parecía tan lejana como un sueño.
—Jimin no piensa lo mismo y yo tampoco. Por cierto, he de verificar que nos suban el almuerzo. Cuídate Tae.
La melena castaña dorada de Leonora onduló frente a los ojos de Taehyung una vez la chica abandonara el despacho para ir a la recepción del piso. El pintor negó con la cabeza y retomó su chat con Jimin.
“Has hechizado muy bien a la princesa. Yo diría que falta poco para que caiga en tu red”👍
La respuesta de Jimin no demoró mucho en llegar.
“No empieces con esa broma ridícula otra vez. Y respeta a mi asistente que es bastante profesional”.
Tae ahogó una ligera carcajada antes de contestar.
“Miénteme que me gusta. Deja de babear en la distancia por ella y da el primer paso. Retener a Jungkook me está costando un millón. También me debes eso”
La respuesta demoró un poco más de tres minutos esta vez.
“No estoy en una competencia y es probable que yo no le interese en ese sentido. Creo que ella tiene a alguien más.”
Contando lo que su mejor amigo le había confiado en los últimos días, Taehyung también sospechaba que alguien como Leonora no podía estar sola. La chica era bastante estricta con su trabajo y solo empleaba sus descansos para hablar por teléfono con su familia.
“Una hermana pequeña, eso me dijo que tiene.”
Fue lo que le dijo Jimin cuando Tae le cuestionó pero luego apareció aquel tipejo arrogante que a veces pasaba por ella los fines de semana. Ninguno se atrevió a hurgar en el asunto, pero, ambos chicos pudieron observar que aquel tipo y la castaña no podían ser solo amigos. Punto que Tae no se había cansado de exponer a fin que Jimin abriera los ojos de su terquedad y dejara de soñar despierto cuando tenía a la cura de su insomnio del otro lado del salón.
“Sí, creo que tienes razón. De todas formas es muy poca convivencia para que ya sean cercanos. Tú eres un esclavo del trabajo y ella va por el mismo camino. Por eso hoy tengo la excusa perfecta. Olvidaré ciertas entradas para el cine sobre el escritorio de tu despacho y quién sabe…a lo mejor despejas la duda del posible novio de tu amor platónico”😁😉
Taehyung no tenía remedio. Jimin lo conocía lo suficiente para saber que el pelinegro no se detendría hasta juntarlos a la fuerza. Una parte de él se regocijaba en su fuero interno. La otra quería correr y esconderse en Alaska.
Un rechazo por parte de Leonora sería mucho que digerir contando el hecho de que por su trabajo lo compartían casi todo. Continuar su plática con Tae solo lo haría divagar sobre el mismo punto y en cierta medida se sentía como el peor de los estafadores.
Cada segundo de esta última semana se había visto envuelto en la calidez de Leonora. Esa preocupación casi maternal por adelantarse a lo que pudiera necesitar, incluso en sus frías noches de insomnio cuando se obligaba atender las líneas que debía memorizar para su aparición en la película que se estaba por rodar en breve o para el programa de variedades de ese mes en el que tendría que asumir la conducción.
Por mucho que quisiera engañarse con la racionalidad de su cerebro, solo bastaba la imagen mental de aquellos ojos ambarinos y su mundo dejaba de girar. Agradecía las lesiones de actuación y la experiencia en el medio, o de lo contrario la chica se hubiera percatado de su comportamiento errático a su alrededor.
Cómo podía calmar el bombeo desesperado de su corazón cada vez que se encontraba reflejado en sus pupilas con un sentimiento cercano a la admiración y el respeto. Cómo podía evitar no aspirar su discreto perfume cuando ella comprobaba el trabajo del estilista o las veces que le dejaba la taza de té en los lugares más accesibles para no molestarle, y qué decir de la comida casera.
El servicio a domicilio ya no lo echaría en falta cuando Leonora se empleaba en crear un menú acorde a la vorágine de trabajo del influencer. Habían casi llegado a una pequeña discusión por ese detalle, una en la que Jimin se mordió la lengua porque descubrir ese lado de ella solo le había impulsado hacerla callar con un beso y confesarle todos sus tormentosos sentimientos desde ese día en el Café. Desde la primera vez que estuvo seguro que ella era real y no un burdo espejismo de sus sueños.
Ese era otro terreno minado, sus sueños…Seguía teniendo esas imágenes oníricas, pero algo había cambiado. La mujer que solía dibujar y ahora convivía bajo su techo ya no se acercaba a acusarle o reír con desdén.
Ahora era él quien la perseguía hasta el mismo sitio. Aquella playa desierta donde el Sol se escondía en una línea color vino y el olor a salitre le acariciaba las mejillas. Allí terminaba siempre, perdido en el que pudiera ser…y por eso Taehyung se había empleado en trazar una especie de plan donde pudieran resolver ese inconveniente.
—No quiero engañarte…pero…
Un mensaje de la razón de sus dudas hizo parpadear la pantalla de su móvil.
“Espero que la reunión haya ido bien. Tuve que pedir el almuerzo, es tres capas de cerdo…como hoy no tendrás actividades en la noche, pensé que no estaría tan mal romper un poco la dieta. Tae está aquí también”.
Y bastó solo eso para que una sonrisa gigante se instalara en el rostro de Jimin y el día lluvioso en el parabrisas de su coche no contara para nada. La decisión ya la había tomado en cuestión de segundos.
“Aun cuando esté arriesgándome a que descubras la verdad. Voy a intentarlo.”
Se prometió a sí mismo mientras tomaba otro carril rumbo a la empresa.
Mientras tanto las fachadas de Seúl se cubrían de la fina llovizna que anunciaba el invierno en un tierno mes de octubre. Leonora acababa de marcar otro punto en su agenda electrónica cuando la puerta del despacho de Park Jimin fue abierta dejando bajo el marco la sonrisa y la presencia del CEO de aquel plantel.
Kim Seok Jin y sus icónicos trajes de diseñador envolvieron la estancia en una combinación de ademanes sofisticados y profesionalidad, una que arrugó la nariz al contemplar al descuidado hombre que con pereza consultaba el teléfono móvil sobre uno de los sofás de la estancia.
— ¿Cuántas veces tendré que decírtelo Tae? Aquí se viene a trabajar pero tú ni siquiera formas parte de la plantilla. No me digas que se ha pasado toda la mañana dando la lata…
Lo último iba para Leonora que no pudo ocultar un leve sonrojo ante la expresión casi severa del CEO. Taehyung por su parte se estiró como un gato y les obsequió una sonrisa cuadrada a sus interlocutores.
—No culpes a la eficiente princesa. Yo solo vine a dejarle algo a Chim, a fin de cuentas parece zombi por tú culpa, Jinnie-ah.
—No pruebes mi paciencia, Kim, hoy no estoy de humor.
—Es notable querido, echas humo por los oídos y no soy el único que sufre por eso. Trata bien a la princesa. Nos vemos.
El pintor le guiñó coquetamente a Leonora antes de calzarse sus cómodas sandalias y cerrar la puerta del despacho. Jin negó un par de veces mientras murmuraba entre dientes, la junta con los accionistas no había ido del todo a su favor. Saber que en el último mes habían perdido en el mercado a nombre de un comprador que no daba el rostro lo traía de los nervios. Aun no era nada grave, pero un escándalo económico no sería lo más saludable para mantener el prestigio de la KHJ.
—Si le apetece señor Kim, hay expreso en la cafetería, puedo hacérselo llegar si me lo permite.
El hermoso moreno de carnosos labios lo solucionó despeinando su flequillo en un gesto atractivo y varonil a partes iguales que para Leonora no pasó desapercibido.
—Te lo agradecería mucho aun cuando esa no es tu prioridad.
— ¿Día complicado? —cuestionó Leonora ya de camino a la puerta.
Jin le dedicó una contemplación al cristal empañado donde Seúl parecía tener el mismo aspecto plomizo que sus pensamientos.
—Sí, pero va a pasar. A fin de cuentas siempre sucede.
La chica asintió intentando brindarle algo de apoyo aquel hombre que disfrazaba sus responsabilidades con una estridente risa solo para proteger a todos los que tenía a su cargo. Jin por su parte, peleó contra el nudo de su corbata hasta que los tres primeros botones de la camisa quedaron libres. Iba a descubrir a quién fuera que estuviera alimentando la competencia. Solo tenía que observar bien a su alrededor y entonces atraparía al culpable.
De camino a la cafetería de la segunda planta Leonora pensaba en una manera de apaciguar a Hyunjin. El chico le había recalcado que si no existían avances en un plazo de un mes, cuando Anne Choi se volviera a reunir con ellos, lo más prudente es que abandonara el barco. Pero luego estaba Mei, desde que había aceptado aquella especie de pacto con el diablo, su hermana había tenido acceso a un mejor tratamiento.
Esa era otra parte difícil, el doctor Jung seguía llevando el caso de la familia Wang bajo un juramento silencioso donde no se mezclaría la vida personal de sus pacientes con la suya propia. Pues evidentemente Jimin y Hoseok se conocían de antes y para el Pediatra era un asunto espinoso reservarse lo que por secreto profesional podía poner en peligro el empleo de Leonora y en el peor de los casos, su amistad con Jimin.
Por eso Leonora se devanaba los sesos intentado encontrar unas pistas falsas que entretuvieran el hambre de venganza de Anne. Al menos mientras Mei cumplía con la primera etapa del primer tratamiento y ella se hacía más cercana a Jimin.
Más cercana…aquel pensamiento le trajo un molesto escalofrío. Antes solo veía al influencer de las pantallas desfilar delante de su nariz y ser tratado como la realeza. Ahora dudaba de tener la fuerza para destruir al hermoso ser humano que Park Jimin podría ser.
“Si un día puedo pedirle disculpas por esto dudo que me pueda perdonar. Soy tan despreciable.”
Se abrazó a sí misma cuando las puertas del elevador dejaron ver la segunda planta de la KHJ. No había terminado de abandonar el lugar cuando otra persona casi tropieza con ella.
—Disculpa…
Dijeron los dos al mismo tiempo y aun cuando sabía que estaba totalmente equivocado, Jeon Jungkook cambió su expresión adusta por una tierna sonrisa.
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