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#11: Comunión silenciosa

Jimin aún seguía insatisfecho con la respuesta de Hoseok. No se tragaba que la primera reacción del Pediatra al ver a Leonora fuera puro reconocimiento o que la chica también evitara el tema cuando evidentemente se conocían de antes.

—Sabes que conozco muchas personas a diario. Mi trabajo depende de cuan bien pueda reunir información para diagnosticar a mis pacientes. No seas mal pensado, Chim.

Jimin había disfrazado su disgusto con una mueca. Tampoco podía armar un alboroto por algo insignificante. A fin de cuentas su nueva asistente seguía siendo una completa desconocida que compartía su techo y horario alrededor de unas veinticuatro horas. Así que cosas como aquel encuentro en el centro comercial se harían parte de la cotidianidad.

Por otro lado, el resto de los asistentes a la especie de junta informal comandada por Namjoon tampoco se había quedado fuera del ambiente tenso alrededor de Leonora. La chica era bastante transparente o al menos eso dejaba de impresión, mientras evitaba cruzar palabras con Hoseok, como si ambos compartieran un terrible secreto.

Sin lugar a dudas el karma no estaba a su favor. El resto de la tarde, la chica de ojos dorados se dedicó a repasar la agenda de Jimin para la ceremonia a la Celebridad del Año en el Hotel Plaza. Como asistente personal debía verificar que el traje que usaría el influencer y que con un día de antelación había sido ajustado a medida, llegara en perfecto estado a la residencia actual de Jimin, así como que no existieran percances en la entrada al hotel y el equipo de seguridad que los escoltaría todo el tiempo. Ese era otro punto bastante curioso en la vida de Jimin.

Aun siendo la celebridad del momento, no le gustaba estar rodeado de guardaespaldas que velaran hasta por su respiración. Algo que Yoongi le había criticado varias veces, pero con lo terco que podía llegar a ser el influencer, había quedado en un segundo plano. Alegando que sus fanáticos no eran del tipo acosador y hasta ahora había tenido razón.

Leonora no pensó lo mismo cuando una masa de personas y reporteros rodearon la limosina que los trasladaba hasta donde se efectuaría la alfombra roja en la entada del Plaza.

El traje gris que llevaba Jimin solo resaltaba su irreal tono de cabello y los armoniosos rasgos en su rostro. Esta vez solo llevaba un reloj y un pendiente en forma de media luna. No eran necesarios los lentes de sol puesto que pasaban las nueve de la noche. Así que Leonora no pudo evitar encontrarse con aquellos ojos color chocolate más veces de las que podía admitir.

Nunca había estado tan cerca de cubrir un evento de esa naturaleza. Descontando las veces que había sido fiel asistente de las entradas traseras de lujosos restaurantes y hoteles para capturar con su cámara el momento exacto donde se cometía una infidelidad o se cerraba algún acuerdo indecoroso.

Uno muy similar al que ella misma había aceptado por dinero”. Apostilló la lejana voz de su conciencia. Esa que a veces le recordaba que no tendría perdón verdadero, y por si fuera poco, las palabras de consuelo de Jimin y esa sonrisa donde desaparecían sus ojos y unas finas líneas contorneaban sus comisuras, solo la hacían descender otro peldaño en la escala de la culpa.

—Bueno, es ahora o nunca. Deséame buena suerte.

Leonora trató que la rígida sonrisa en su rostro fuera suficiente para Jimin. El chico camuflajeó el sentimiento de inestabilidad que lo había perseguido toda la tarde con la imagen del profesional merecedor de los lauros en ese momento.

Aun dentro del coche Leonora pudo percibir cómo la realidad se tornó diferente con la presencia del influencer en la alfombra roja. Como los gritos de la fanaticada y los flashes de las cámaras envolvieron la esbelta figura que con elegancia le dedicaba una mirada agradecida y humilde a cada persona.

La sonrisa de Jimin, aquella que cubría gigantografías alrededor de todo Seúl y marquesinas en la mayoría de los cines de la ciudad, solo era parte de la máscara.

Detrás de esa imagen de seguridad y etérea belleza, el ser humano temblaba ante las miradas despiadadas de la prensa y lo que serían comentarios exageradamente adornados con palabras vacías. Un sueño de cristal, una mentira como la misma vida podía ser algunas ocasiones y lo que recordaba aquel joven de veintisiete años en esos instantes era una casa en la playa en su natal Busan. Un columpio vacío y sus manos sobre la cálida arena, intentado recuperar tiempo…intentado encontrar a alguien…

Las luces volvieron a enfocarle en aquel intervalo de tiempo que solo le supo infinito a él. La presentadora de la alfombra roja intercambió una broma sin sentido dirigida a realzar su apariencia esa noche. Jimin contestó con algo jocoso y aun siendo parte de aquel juego, se esforzó por cumplir con la vieja promesa de ser siempre sincero y fiel a sí mismo.

Leonora por su parte ya estaba dentro de aquel hotel, formando parte del agitado equipo de producción que se desplazaba de un lado a otro como abejas en una cronometrada colmena.

—Supongo que ser asistente de la estrella mejor cotizada de Asia no es tan emocionante después de todo.
Una voz conocida por poco hace que la chica tropiece con otra persona del staff. Hyunjin, por su parte sonrió con inocencia.

—Quieres que me dé un infarto… ¿cierto? ¿Y qué se supone que haces aquí? Tú jefe no se interesa por este tipo de eventos…

Hyunjin estuvo tentado a decirle que él también tenía un trabajo nuevo desde que ella había decidido darle el sí a la señora Choi en su macabra estrategia contra Park… Solo tentado, porque como si de la voz de la misma insidiosa mujer fluyeran las palabras en su memoria, se mordió el labio inferior y le regaló una pequeña sonrisa cómplice a Leonora.

—Estamos cambiando la estrategia con tal de crecer. Mei te extraña.

La mención de la más joven pareció ensombrecer la expresión de Leonora. Aun cuando se había comunicado con su hermana en todas las pequeñas ocasiones que su nueva y agitada vida le otorgaba, no se sentía del todo cómoda con la idea de abandonarle de alguna forma.

—Sabes que cuento contigo en ese aspecto. Por otro lado, no creo que sea oportuno que hablemos mucho…alguien podría…

— ¿Vernos? —completó Hyunjin esta vez con una sonrisa de perfectos y blancos dientes.

—Descuida, Leo, seguimos siendo tan invisibles como siempre. Solo mira, nuestro Park Jimin ocupa el centro de atención…Se pudiera decir que nació para atraer a la gente.

Lo último había sido susurrado sobre su oído izquierdo, pero Leonora estaba acostumbrada a esa complicidad con su mejor amigo. En aquellos instantes no podía sacar conclusiones cuando la belleza del chico del cabello platinado la envolvía como una cálida oscilación sobre las aguas de su propio mar.

Solo esas horas a su lado y la chica se había convencido de lo que intuyó tardes atrás en el despacho de la señora Choi. Qué prueba irrefutable podría existir como para poder derrumbar la sólida presencia de Park Jimin. Dónde estaba la falsedad en sus ademanes educados y amables. Dónde hallaría la culpa que tanto quería aplicarle la señora Choi aquel hombre, cuando evidentemente la movían los celos y el rencor por una razón que no le convencía del todo.

Y otra vez el mazo del arrepentimiento golpeaba a Leonora. Si tan solo hubiera encontrado otra salida a su situación…si tan solo Mei estuviera saludable y ella tuviera un empleo real…

Encontrarse con el doctor Jung solo había empeorado sus nervios. Estaba segura que aquellas alturas Jimin había percibido que ella y el Pediatra compartían algún tipo de conexión, y eso solo complicaba más el futuro éxito del sórdido plan donde ya no podía echarse atrás.

—Como sea, nos vemos después, Leo. Recuerda que te estoy cuidando también.

La despedida de Hyunjin consistió en un apretón en los delgados hombros de la chica. Era lo más que podía demostrarle mientras la multitud se dejaba arrastrar por el paso decidido de Park Jimin camino al salón donde el resto de las celebridades transitaban de un sitio a otro en busca de su lugar en las mesas que habían habilitado para la ceremonia.

Leonora sacudió su flequillo como si de esa forma lograra despertar de la especie de trance que últimamente la asaltaba cada vez que reparaba en Jimin y su personalidad. Como a veces le parecía la exaltación de la seguridad y otras, demasiado solitario entre la multitud.

Otra persona también opinaba lo mismo. Solo que Anne Choi celebraba desde su reservado en la planta alta del salón mayor del Plaza lo que a la chica castaña le causaba dudas y sin sabores. Segundos antes la mujer le había encargado a Hyunjin, su nuevo asistente personal, que le hiciera aquella visita de sondeo a Leonora y el joven después de un ligero ataque de moral había cedido ante el comentario de que su mejor amiga se sentiría sola en medio de aquel huracán.

Ya no le quedaba dudas de que esa chica sería una mina de oro si lograba manipularla al son de su música. Mataría dos pájaros de un tiro. Por un lado obtendría la rendición de Jimin y por el otro un perro fiel con el adorable rostro de un príncipe.

—Hasta ahora le va mejor de lo que pensaba. Por lo visto el tal Park se preocupa por su personal.

Hyunjin regresó al reservado que media hora antes había ocupado junto a Anne. Presentarse con la excusa de cubrir el evento para su jefe había sido una buena idea. No estaba seguro de cuál sería la reacción de Leonora si descubría que ahora él también había firmado un contrato con Anne Choi. Uno que tenía una discreta cláusula incluida donde el joven sabía que tarde o temprano tendría que caer.

—Me alegra que mi pequeño Chim siga siendo tan noble como siempre o al menos tan excelente actor como demanda la industria…

Hyunjin torció el gesto antes de humedecer sus labios con el vino en la lujosa copa frente a él. No le agradó la idea de que Leonora fuera a vivir con Park, pero en el fondo solo deseaba que el tipo fuera tan cerdo como describía Anne y ella abandonara el trabajo lo antes posible.

Solo había pasado un día desde la mudanza y aunque le revolvía el estómago haber empujado a su mejor amiga a ese precipicio, ahora juntaba los dedos porque la mujer frente a él tuviera al menos una pisca de razón y la mirada anhelante en el rostro de Leonora minutos atrás no fuera parte de su imaginación.

Haciendo memoria solo había presenciado esa expresión cuando se trababa de Mei, pero hoy…mientras le hablaba sobre Park Jimin y su habilidad para manejar los medios…

Algo cáustico y descompuesto, con el lejano nombre de celos, se había manifestado en su pecho. Así que ahora estaba más convencido. Si Leonora no encontraba las pruebas en un mes, él mismo la sacaría de ese juego. Por eso había aceptado la propuesta de Anne.

Aun corriendo el riesgo de sufrir en la telaraña que tejía esa mujer, su recompensa no tendría precedentes. Por fin tendría el valor de confesarle sus sentimientos a Leonora y con un poco de suerte el dinero que le sacaría a Choi bastaría para empezar desde cero lejos de su madre alcohólica y esa realidad donde lo único que parecía calmar su corazón era la sonrisa de la chica de los ojos color ámbar.

—Oh… parece que tienen mucha prisa hoy. Deseémosle lo mejor esta noche a Jimin y su escuadrón de lambiscones.

La copa de vino que sostenía Anne Choi chocó con la que portaba Hyunjin.
Ambos intercambiaron sonrisas que significaban razones totalmente opuestas. Como si dos estrategas planearan la guerra en una comunión silenciosa. Mientras tanto del otro lado del cristal que resguardaba el reservado, las luces y los aplausos envolvían la presentación al Premio Celebridad del Año.

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