CAPÍTULO DIECIOCHO
—Voy a sumergirme y veré si puedo lograr ubicarlos. Regresaré en menos de quince minutos.
Link asintió desde la costa mientras apuntaba una flecha por si acaso. El sol se estaba ocultando cuando los pueblerinos habían dicho que los octorocks estaban en su peor momento. Las antorchas se encendieron para proporcionarles algo de luz adicional una vez que cayó la noche y todos ya habían sido conducidos al interior de sus casas por su propia seguridad.
Sidon sumergió la cabeza bajo el agua antes de comenzar con sus poderosas piernas. El coral alrededor de la isla era brillante y próspero, como los de la isla les habían advertido, todo tipo de peces y otras especies marinas habían desaparecido. Eso hizo que se sintiera incómodo. Las sensaciones de desove de octorocks tienden a tener este efecto, pero nunca a este grado. Le hizo preguntarse cuántos eran o si había algo más. Continuó nadando desde la bahía hacia la parte más profunda del océano, pero aún no vio criaturas vivas o en movimiento. No había cangrejos, caracoles, almejas, focas, delfines o tiburones. Se detuvo un momento para orientarse y un cosquilleo frío recorrió su columna vertebral.
Estaba siendo observado, pero no podía divisar nada. Olfateó el agua, pero no había sangre ni rastros de nada sucio. Aun así, sabía que no estaba solo.
Sabiendo que sus quince minutos estaban por acabar, Sidon se volteó para nadar de regreso, pero captó un destello de azul brillante. Nadó rápidamente a su derecha, alrededor de una superficie de roca gigante cubierta por algas y corales ramificados. Levantó su mano con garras listo para atacar rápidamente y sin dudarlo.
Esperaba encontrase con un octorock, no con los sorprendidos ojos lavanda de su prima, la princesa Ruto del Dominio del océano del oeste.
Ruto chilló y retrocedió contra la roca antes de darse cuenta de quién era su atacante. Su boca se abrió en completo estado de shock mientras jadeaba.
—¿Sidon? —Ya sin miedo, nadó hacia adelante y alrededor de él— ¡Sidon! ¡Realmente eres tú! —Se inclinó hacia delante para juntar sus crestas como muestra de afinidad y familiaridad—. Estoy tan feliz de verte. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
—Podría preguntarte lo mismo, Ruto —Sidon se detuvo cuando sintió que el agua cambiaba a su alrededor. Se sentía más espeso y ahora podía oler rastros de tinta. Miró a su alrededor y luego nadó desde detrás de la roca para ver un enjambre de octorocks, azules y rojos, impulsándose a través del océano y dirigiéndose hacia el puerto. Desde las profundidades más oscuras del mas una vibración hizo temblar el agua y el príncipe se cubrió la cabeza mientras el ruido le producía un dolor extremo.
Las luces en forma de domo comenzaron a brillar cuando un tentáculo largo se extendió para agarrar uno de los octorocks más pequeños y luego tirarlo hacia las profundidades.
Nadó hacia adelante hasta que estuvo justo por encima, a pesar de que Ruto le gritó que se detuviera. Ella no era tan rápida como él, pero estaba mejor camuflada. Ella lo agarró del brazo y logró que se detuviera.
—¡Tenemos que irnos de aquí!
—¡No puedo y no lo haré! —Miró hacia las profundidades— ¿Qué es esa cosa?
—No lo... —Otro tentáculo salió disparado y se envolvió alrededor de la pierna de Sidon, arrastrándolo hacia abajo. Ruto se agarró con fuerza y fue arrastrada de igual manera. El zora luchó contra el tentáculo y lo desgarró. Otra de esas agonizantes vibraciones atravesó el agua, pero Sidon lidió con el dolor mientras lograba liberarse. Agarrando a Ruto, nadó hacia la superficie y se alejó lo suficiente antes de dejarla ir. Su mirada se volvió hacia el pueblo. Podía escuchar gritos y chillidos, así como lo que parecía ser un fuego que era demasiado brillante para ser de cualquier antorcha.
—¡Sidon! —Se giró para ver a Ruto mientras ella continuaba hablando—. Tenemos que irnos ahora, ¡estamos en peligro y necesito llevarte de regreso a casa!
—¡No puedo dejar el pueblo! ¡Están bajo ataque y necesito ayudar!
—¿Qué pueblo? —Ruto miró hacia la tierra y una expresión de disgusto contrajo su rostro—¿Los hylianos? ¿De verdad vas a ayudarlos?
—¡Sí! —gruñó antes de sumergirse de nuevo bajo el agua y nadar tan rápido como pudo de regreso a Link.
Link, mientras tanto, había estado esperando pacientemente y escuchando las calmadas olas cuando una roca apareció por el aire y se estrelló contra él. Cayó por la arena y sintió el sabor de la sangre en su boca al ponerse de pie. Siempre había odiado a los octorocks por sus tácticas de emboscada. Agarrando la flecha eléctrica que soltó en la arena, apuntó y disparó al agua. La luz amarilla iluminó el océano oscuro y vio que al menos cuatro de las criaturas acababan de morir de un solo golpe. Corrió a lo largo de la costa disparando flecha tras flecha y flecha y esquivando las rocas que le arrojaban.
A la luz de las antorchas pudo ver que algunas incluso se dirigían sigilosamente hacia tierra- Cambiando a flechas regulares, Link disparó cuatro a la vez y apuntando cada una de ellas a la cabeza del enemigo.
Seguían llegando, saliendo de las olas con un enfermizo chillido. Los rojos formaron líneas y luego tiraron tinta a las antorchas encendidas. De repente, el fuego estalló y, de una explosión, llovieron llamas sobre parte de la vegetación. Los hombres empezaron a salir de sus hogares con baldes de agua para apagar las llamas. Mientras Link corría, se asombró de lo que estaba viendo. Nunca antes había visto a los octorocks actuar de esta manera.
¿Qué estaba pasando?
Disparó a varias de las criaturas mientras iban a atacar a los hombres. Miró hacia el océano y se preguntó dónde diablos estaba Sidon, viendo en la distancia algo rojo brillante y siniestro. Corrió hacia el punto más alto para obtener una mejor vista y su boca se abrió cuando una criatura gigantesca surgió de las profundidades negras. Tenía el parecido a un octorock, pero la superficie de su cabeza brillaba con tres grandes cúpulas rojas como gemas. Sus tentáculos eran enormes y lo sostenían por encima del agua como si fuesen piernas. Un gran pico curvo se abrió y emitió un ruido verdaderamente perturbador que sonó como gritos de angustia y dolor.
Sin perder el tiempo, Link puso tres flechas de electricidad y las disparó al aire. Cuando las flechas aterrizaron, el monstruo gritó y se sacudió. Chocando parte de su cuerpo contra la bahía. Link estaba a punto de preparar aún más flechas cuando vio a Sidon saltar fuera del agua y cortar la cabeza de la criatura solo para luego quedar paralizado por la electricidad y caer de nuevo al agua.
—¡Sidon! —gritó, pero cuando el príncipe no apareció, Link cambió las flechas eléctricas por hielo. Comenzó a correr por la playa para interponerse en el camino del monstruo. Apuntó a los tentáculos que sostenían su gigantesco cuerpo y los congeló. Eso pareció detener su avance por un momento mientras rugía y tiraba de los grandes bloques engorrosos.
Sidon tropezó contra la orilla, jadeando y tosiendo, Link corrió a su lado. Disparando a dos octorocks más pequeños que se acercaban.
—¿Sidon? —Lo agarró por encima del hombro y lo miró de arriba-abajo para evaluar sus heridad.
—Estoy bien —Lo apartó—¿Qué era lo que estabas usando?
—Lo siento mucho. Estaba usando las flechas eléctricas, porque son extremadamente efectivas, pero ni una sola vez se me ocurrió que también te harían daño. ¡Lo siento mucho! —Sidon empujó a Link fuera del camino mientras tomaba un octorock azul y le cortaba los ojos con las garras antes de arrojarlo al mar.
—Mis garras no son suficientes con tantos de ellos, ¿tienes una espada?
—Sí, por supuesto —Casi sonó ofendido por la pregunta, soltando la espada real de su espalda.
Sidon observó la hoja gruesa y supo por su peso que era un arma de dos manos. Bueno, dos manos para un hyliano. Estando de pie, sostuvo la espada en alto justo cuando los trozos de hielo se rompían.
—¡Dispara esas flechas de hielo de nuevo y luego apunta una a su cabeza!
—¡Entendido! —Link respondió a pesar de que el contrario ya estaba corriendo. Tres tentáculos más se congelaron en el fondo del océano y Sidon aprovechó aquella oportunidad para llegar hasta la cabeza de la criatura. El pico se abrió de par en par, girándose para atacarlo, pero otra flecha lo golpeó. La cabeza de la criatura se echó hacia atrás y eso le dio a Sidon la oportunidad perfecta para balancear la espada en alto y caer bruscamente sobre el pico, cortándolo. Tinta y sangre teñida de púrpura se mezclaron con el agua.
Sidon cayó sobre un pedestal de hielo que Link había creado para él. No podía estar más agradecido, ya que intentar nadar con un arma era muy limitante. Al menos ahora podría seguir luchando. Link volvió a disparar y justo cuando el Zora estaba preparándose para otro ataque, un tentáculo se enroscó alrededor de la aleta de su cabeza y tiró de él. Lo arrastró por el fondo del océano y luego lo llevó hacia la boca sangrante, tragándolo por completo.
Link no podía creer lo que estaba viendo y tan rápido como el miedo llenó su estómago, la rabia corrió por su sangre. Gritó algo ininteligible mientras corría. No le importaba si eran menos efectivos contra los enemigos del agua, sacó una flecha bomba tras otra y disparó a cada parte del cuerpo de la criatura. La cabeza, los tentáculos, el pico, todo. Fuego y enormes trozos de carne cayeron sobre los octorocks más pequeños y los aplastaron como insectos. Se acercó a una roca y saltó hacía uno de los tentáculos que se agitaban. La adrenalina corría a través de él tan rápido que todo era un ruido blanco para sus oídos. Sacó una daga y apuñaló la carne debajo de él. Como predijo, el tentáculo se sacudió y lo lanzó hacia arriba.
Giró en el aire y sacó su paravela para aterrizar firmemente en la cabeza de la criatura. Corriendo hacia el centro, usó la daga para abrir un corte bastante grande, apuntó cinco flechas bomba justo en el medio de la carne palpitante.
—Muere.
Fue todo lo que dijo antes que una explosión lo consumiera.
El cuerpo del monstruo se balanceó justo antes de caer al suelo, todavía vivo, pero derrotado y muriendo rápidamente. Link había salido disparado de su cabeza y se había estrellado con el agua a varios metros de distancia. A pesar de que estaba muy desorientado y sabía que probablemente se había hecho un gran daño a sí mismo con ese truco. Débilmente logró nadar hasta la superficie. Respirando pesadamente y a través de una visión teñida de rojo, nadó hacia lo que creía que era la orilla. Sólo había logrado llegar a la mitad del camino cuando un bote se detuvo a su lado.
—¡Señor Link, suba! —Le dijo alguien mientras lo agarraban por la parte de atrás de su túnica y lo levantaban—¿Está herido?
No respondió, simplemente se arrastró hacia el costado del bote para mirar a su oponente todavía vivo justo en enorme ojo. La pupila lo miraba fijamente, desafiándolo a dar el golpe final. Los ojos de Link se endurecieron cuando trastabilló para intentar ponerse de pie, dedos temblorosos tratando de agarrar otra flecha.
Entonces, de repente, el ojo se agrando en terror. Justo debajo de la criatura, la piel del pico desfigurado comenzó a abultarse y moverse erráticamente antes de estallar hacia afuera cuando Sidon emergió de allí, balanceando su espada y liberándose efectivamente. La boca de Link quedó abierta ante la visión de poder y crueldad que hizo. En ese momento, lucía como un feroz tiburón, sediento de sangre. Fue impresionante.
Los ojos del monstruo finalmente se cerraron y luego, para sorpresa de todos, todos los octorocks comenzaron a sufrir espasmos y estallaron en nubes de humo púrpura y negro. Los cadáveres desaparecieron y se desintegraron en la nada. Sido, que había estado parado sobre la criatura, se quedó sin nada bajo sus pies y cayó a las olas. Cuando su cabeza resurgió, observó su alrededor y al ver el bote, nadó hacia él.
—¡Señor Sidon! ¿Se encuentra bien?
—Sí —Su voz parecía un poco tensa, pero sus ojos estaban mirando directamente a Link mientras el hyliano se inclinaba por el costado del bote para tocar la aleta de su cabeza.
—¡Estás herido! —Tocó suavemente con la punta de sus dedos la hendidura en forma de cruz a lo largo de una aleta lateral.
Sidon se limitó a sonreír.
—Las heridas de batalla son insignias de honor. Se curará rápido. ¿Cómo estás? Estás sangrando por el cuero cabelludo.
Link negó, incapaz de sentir ningún dolor por lo aliviado que se encontraba al saber que el contrario no había muerto.
—Estoy bien —Rió—. Estoy bien.
〔Tuve que abrir el juego para saber cómo se llamaba la paravela en español. Traté de avanzar con la traducción, pero como me quedan unos meses para dar la prueba que se da en mi país para entrar a la universidad, tuve que ser intensiva con mis estudios. Pero me estoy relajando por vacaciones de invierno, y me compré el Age of Calamity, así que voy a tener más distracciones aún.
TAMBIÉN ME PUSE AL DÍA CON LOS FICS DE SIDLINK QUE DEJÉ DESDE HACE UN AÑO Y DIOS MIO, TERMINÉ UNO QUE ME DEJÓ MAL〕
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