
♡‧₊˚𝐩𝐞𝐭𝐢𝐭𝐬 𝐦𝐨𝐫𝐜𝐞𝐚𝐮𝐱; 𝐩𝐫𝐞𝐦𝐢𝐞𝐫.
Antes de iniciar quisiera explicarles lo que serán los "petits morceaux" este será el nombre de los capítulos extra de WAWO. Todos estos capítulos son canónicos dentro de la historia, es decir nada de esto será un What if? o algo por el estilo. Ninguno de los capítulos extra tratará temas futuros por lo que no hay posibilidad alguna de encontrar spoilers, todos los extra hablarán de temas pasados que rodeen a alguno de los protagonistas (Amélie, Charles y Eliane) La extensión de los capítulos extra puede variar, pero en general son más cortos que los capítulos normales que siempre van de las 4k a las 5k de palabras.
Tengo ya algunos extras planeados en su mayoría son cositas que le pasan a Eli en su día a día, sin embargo, si hay algo que les gustaría ver pueden dejar sus sugerencias aquí, o pueden enviarme un DM por instagram.
Sin más por el momento los dejo con el primer extra ^^
petits morceaux; premier.
❛❛ last christmas❜❜
🗓️ Diciembre 8 de 2018
🌍 Montecarlo, Mónaco.
Había decidido dejar sus preocupaciones a un lado, al menos por aquellos días, por más que tuviera la cabeza hecha un lío no podía negar que la navidad era su festividad favorita y, después de todo, aún tenía 19 años y la ilusión de festejar con su familia estaba más que presente.
Estaba en el departamento de Charles, recostada en el sofá mirando la televisión, esperando a que su novio regresara de la calle; había salido un par de horas antes diciendo que le tenía una sorpresa y ahora la tenía ahí esperando a que algo sucediera pues Amélie no tenía la más remota idea de que tenía Charles entre manos.
Se levantó del sofá cuando la imagen mental de los roles de canela que había preparado más temprano llegó a su mente, abrió el horno y sacó la bandeja, cortando uno y sirviéndolo en un pequeño plato para comerlo, mientras lo hacía caminó cerca del enorme espejo que se encontraba en la sala y echó un vistazo a su vientre, se colocó en todos los ángulos posibles y se miró una y otra vez.
Nada.
Su pequeño pollito, como ella llamaba al bebé que crecía en su vientre, no se había dignado a aparecer ni una sola vez. Tampoco esperaba ver un gran cambio pues apenas cumpliría los tres meses, pero su vientre estaba tan plano como hacía un año, Arthur solía decir que pollito estaba confabulando con ellos para cuando Amélie se atreviera a decirle a Charles.
Amélie no sabía si se atrevería a decirle a Charles.
—Me has puesto en una situación difícil, pollito— murmuró acariciando el bulto inexistente —Aun con todo ya te quiero mucho y prometo que pasaremos una bonita navidad con tu papá ¿De acuerdo? Tus tíos también estarán ahí, Lorenzo Arthur y Matteo ¡Y tus abuelos! Será una buena navidad, pollito.
El ruido de la puerta la hizo darse la vuelta de inmediato y retirar las manos de su vientre con rapidez.
Charles apareció en la sala de estar, con un montón de cajas en sus brazos, mismas que Amélie miró con curiosidad, pudo notar algunas esferas en una de las cajas, cosa que únicamente incrementó su curiosidad.
—¿Qué es todo esto, Charlie? — preguntó al tiempo que él dejaba todo en el piso.
—Decoraciones para nuestra navidad juntos— dijo abriendo los brazos, sonriendo de manera orgullosa.
Amélie frunció el ceño, bastante confundida y es que, hasta dónde ella tenía entendido, pasarían la navidad con las familias de ambos en Italia. Ni sabía si había algún cambio de planes, pero se moría por saber lo que había ocurrido.
—Pensaba que como en navidad estaremos todos juntos y no tendremos momentos a solas deberíamos celebrar la navidad hoy. Incluso traje comida.
Amélie sintió un nudo en la garganta e inmediatamente se lanzó a los brazos de su novio para agradecerle, Charles soltó una risita mientras la abrazaba y cuando se separó de ella notó su rostro lleno de lágrimas, preocupándolo de inmediato.
—¿Por qué lloras, bonita? — preguntó tomándole el rostro con delicadeza mientras limpiaba las lágrimas de sus mejillas —¿Qué sucede?
La rubia no fue capaz de hablar debido al nudo que tenía en la garganta y simplemente negó con la cabeza mientras sollozaba. Aquellos últimos días sus hormonas estaban vueltas un desastre, la navidad la ponía aún más sensible y Charles no paraba de hacer cosas lindas por ella y se sentía tan mal por esconder aquél gran secreto.
—Te amo— dijo simplemente haciendo un puchero, Charles sonrió suavemente y reprimió la pequeña risa que quería abandonar sus labios
—También te amo, corazón— susurró antes de dejar un suave beso sobre sus labios —¿Quieres que pongamos el árbol?
Amélie asintió, con un brillo especial en la mirada que únicamente hizo que el corazón de Charles se acelerara, él sabía que quería pasar su vida entera con esa mujer.
En años anteriores habían decorado el árbol de navidad en sus respectivas casas; Charles había ayudado a decorar la casa de Amélie y viceversa, esta era la primera ocasión que tendrían un árbol para ellos mismos y se sentía como el inicio de una etapa nueva.
—¿Te gustan las esferas rojas? — preguntó mientras sacaba todo de las cajas.
Amélie corrió de inmediato a poner algo de música navideña que le dio al lugar el toque perfecto.
—Me gustan rojas, es una manera de celebrar el paso a Ferrari ¿No crees? — preguntó la rubia sentándose cuidadosamente sobre el suelo mientras sacaba el enorme árbol de navidad de la caja —Escogiste uno grande.
—Sé que amas los árboles de navidad enormes así que busqué el más grande que cupiera en el apartamento— dijo encogiéndose de hombros, haciéndola reír.
Pasaron el resto de la noche armando y decorando el árbol, Amélie hizo que Charles la cargara sobre sus hombros para poder decorar apropiadamente cada rincón de este y mientras lo hacían, ambos reían a carcajadas, incluso llegaron a romper un par de los ángeles dorados que Charles había comprado, cosa que no les pudo importar menos.
—¿Está listo? — preguntó Charles cuando Amélie se alejó unos pasos del árbol y lo miró de arriba a abajo
—Creo que sí, es momento de verlo encendido— habló emocionada mientras caminaba a apagar las luces
—¡No, espera! — exclamó él, deteniéndola de inmediato —Quiero que cierres los ojos.
—¿Que cierre los ojos? — Charles asintió —¿Por qué?
—Solo hazlo— pidió rodando los ojos y Amélie soltó una risita antes de asentir y cerrar los ojos con fuerza —Bien, no hagas trampa.
—No lo haré.
Charles corrió a apagar las luces y luego a conectar el cable de las luces del árbol, sonriendo inmediatamente al verlas brillar, luego se paró junto a Amélie y la tomó por los hombros.
—Ya puedes abrirlos— le susurró al oído, provocándole un escalofrío que intentó ignorar mientras abría los ojos con lentitud —¿Qué piensas? ¿Te gusta?
Amélie vio con emoción la manera en que las luces doradas iluminaban cada uno de los elementos puestos en el árbol, colándose delicadamente entre el cristal cortado de los ángeles, proyectando en todo el lugar pequeños destellos que daban la impresión de ser diminutos diamantes. Los listones rojos que ella había dispuesto a manera de moños caían con gracia sobre las ramas del árbol, dándole un aspecto mucho más sofisticado y Amélie sonrió de manera orgullosa.
Y aunque el árbol era una belleza, Charles no podía apartar su mirada del rostro de su novia. Le parecía fascinante la manera en que las luces iluminaban las facciones de Amélie, haciéndolas lucir aún más perfectas de lo que ya eran, sus ojos de un profundo color azul se volvían aún más hipnotizantes con aquellos destellos dorados que en aquél momento se reflejaban con claridad.
—Es hermoso— habló, aún asombrada por la belleza del árbol.
—Tú eres hermosa— dijo Charles en voz alta, haciendo que Amélie lo mirara con una sonrisa —El árbol no está mal, creo que nos quedó bastante bonito, pero no se compara con lo hermosa que te ves con estas luces.
Una risita se escapó de los labios de la rubia y Charles los miró por un par de segundos, resistiendo las ganas de besarla.
—Nos faltó algo— recordó de pronto, caminando hacia una de las cajas, de dónde sacó una caja más pequeña que abrió con cuidado.
Amélie lo miró con curiosidad mientras sacaba y colgaba una pequeña planta sobre la puerta entrada de la sala de estar, se acercó lentamente y se dio cuenta que se trataba de un muérdago.
—Dicen que si recibes un beso bajo el muérdago encontrarás el amor— contó Charles mientras terminaba de colgar el arreglo —Y si ya lo tienes entonces lo conservarás por mucho tiempo.
—¿De verdad? — preguntó sonriendo, acercándose más al lugar, Charles asintió —Oh... ¿Será que alguien me ayudará a encontrar el amor?
Charles rodó los ojos divertido y soltó una risita que contagió a Amélie.
—¿Quién puede besarme? De verdad quisiera encontrar el amor este año— siguió bromeando y Charles la tomó de la cintura con firmeza, atrayéndola hacia sí, haciéndola reír a carcajadas.
—Prefiero la parte de conservarte por mucho tiempo— habló mirándola a los ojos, Amélie sonrió suavemente y pasó sus brazos alrededor del cuello de Charles —¿Qué te parece eso?
—Suena bien— murmuró asintiendo Charles dejó salir un ruidito de aprobación y ella sonrió —Gracias por hacer esto hoy, mi amor.
—No tienes que agradecer, se cuánto te gusta la navidad y quería que pudiéramos celebrar solo tú y yo— Charles se inclinó y dejó un pequeño beso sobre la mejilla de Amélie —Así que espero que te haya gustado mi sorpresa.
—Me encantó, muchas gracias— esta vez fue el turno de Amélie para pararse de puntillas y besar los labios de Charles de manera fugaz —Te amo, Charlie. Feliz navidad adelantada.
—Y yo te amo a ti— dejó otro suave beso sobre los labios de la rubia y sonrió —Feliz navidad adelantada, ma petite lune.
🗓️ Diciembre 16 de 2019
🌍 Milán, Italia
La música sonaba a un volumen aceptable, si la situación fuera diferente la tendría a todo volumen, sin embargo no podía dañar los oídos de su hija de esa manera así que había optado por mantenerlo bajo.
Amélie iba y venía trayendo cajas llenas de decoraciones mientras Eliane la miraba completamente atenta a cada uno de sus movimientos.
La pequeña de cuatro meses estaba recostada en su silla mecedora, observando las luces doradas que resaltaban en el árbol cual diminutas estrellas, su sonrisa se ensanchaba cada vez que estas parpadeaban y Amélie no podía evitar sonreír también cuando su hija lo hacía.
—Me gusta mucho nuestra elección de color este año, mon petite soleil — dijo sacando las esferas cuidadosamente.
Aquel año, Amélie había optado por decorar el árbol con colores rosa pastel y azul marino, creando un bonito contraste que parecía complacer a ambas Dupont.
Había pensado, por un momento, en colocar las esferas rojas que impulsivamente había comprado la tarde anterior; sin embargo, decidió no hacerlo y cambiar por completo su esquema de colores para la primera navidad de Eliane.
Para la monegasca fue imposible no recordar la última navidad que había pasado junto a Charles y no precisamente la reunión familiar que los Dupont y los Leclerc habían tenido en Val-d'Isère, que también había sido hermosa, sino la privada navidad que ella y el ahora piloto de Ferrari habían compartido en el apartamento de este.
Le parecía increíble la manera en que las cosas habían cambiado de la noche a la mañana y es que, aunque había sido ella quien decidió terminar las cosas y huir a otro país, no podía negar que la ausencia del que era padre de su hija le estaba pesando mucho más de lo que hubiera pensado en un principio. Los primeros meses, en especial durante el nacimiento de Eliane, habían sido un martirio en ese aspecto; día tras día se preguntaba qué tan buena idea sería solamente llegar y decirle la verdad, un momento después desistía pues sabía que Charles no merecía eso... Tampoco era que mereciera vivir en la ignorancia acerca de su paternidad, pero de aquellas dos opciones esta última parecía la más conveniente, sobre todo considerando la increíble primera temporada que había tenido con Ferrari, obteniendo su primera victoria en Bélgica y llenando de felicidad a los seguidores de la escudería al ganar en Monza.
Amélie había perdido la cuenta de cuantas veces había sostenido el teléfono con su contacto en la pantalla, dispuesta a llamarlo, pero por alguna razón, con la llegada del último mes del año y las preparaciones para las fiestas su nostalgia no hizo más que crecer y crecer; estaba completamente segura de haber querido llamarlo muchas más veces en lo que llevaban de diciembre que en todo el año que había estado lejos de él. Sabía que la época navideña la ponía especialmente sensible así que trató por todos los medios de mantenerse al margen para no terminar haciendo algo que no quería hacer.
Suspiró pesadamente mientras terminaba de colocar los adornos alrededor del árbol, alejándose unos pasos para admirarlo, sonriéndole a su hija que también le regaló una hermosa sonrisa.
—¿Qué opinas, bonita? ¿Te gusta? — preguntó y aunque sabía que no recibiría una respuesta concreta, tomó los torpes aplausos y los balbuceos de su hija como una positiva —Me alegra que te guste, ya verás que pasaremos una navidad muy linda.
Le gustaba hablarle a Eliane como si ella de verdad entendiera todo lo que decía, sabía que su hija era muy lista, pero estaba segura que había algunas cosas que la pequeña no entendía; por ejemplo, Amélie sabía perfectamente que Eli no entendía el concepto de la navidad, aun así, disfrutaba de verla sonreír y de ver la emoción en sus ojos cuando miraba las luces o las brillantes esferas y ni qué decir de las dulces carcajadas que soltaba cuando algún muñeco de nieve aparecía en su campo de visión
—Falta algo muy importante— recordó y sacó de una pequeña caja el muérdago decorado con un lazo rosa —Tu papá compró uno de estos para mí la última vez que celebramos navidad juntos.
La ojiazul miró con nostalgia aquel adorno por un par de segundos, pronto sintió sus ojos picar y tuvo que apresurarse a limpiar las lágrimas traicioneras que se resbalaron por su mejilla, recordó vívidamente la manera en que Charles la besó cariñosamente una y otra vez bajo el muérdago en aquella ocasión, prometiendo un sinfín de cosas que claramente no le había dejado cumplir.
Eliane seguía mirando de manera atenta a su madre, podía no entender la mitad de las cosas que aquella increíble mujer le decía, pero disfrutaba en demasía de las cálidas sonrisas y la manera tan cariñosa en la que le hablaba; sin embargo, la pequeña solía quedarse muy quieta cuando escuchaba aquella palabra.
Papá.
No sabía que era o quien era, pero sabía que el corazón de su madre se aceleraba cada vez que lo mencionaba, pero también la había visto llorar y aunque no comprendía la mayoría de las cosas, el ver triste a la persona que era literalmente su mundo entero no le gustaba para nada.
—Vamos a colgarlo, mon petite soleil— la sonrisa regresó al rostro de Amélie y Eliane volvió a sonreír también, sobre todo cuando su madre se inclinó para tomarla en brazos, cosa que la hizo muy feliz.
La acomodó con delicadeza entre sus brazos, Eliane se acurrucó en su pecho al sentir el calor de su madre. Amélie se las ingenió para colgar el muérdago mientras sostenía a su hija en brazos y, cuando lo logró, sonrió ampliamente.
—Dicen que si recibes un beso bajo el muérdago encontrarás el amor y si ya lo tienes entonces lo conservarás por mucho tiempo— repitió las palabras que Charles le había dicho hacía apenas un año antes —Deseo tenerte conmigo por mucho tiempo, mi amor, no hay nada que me haga más feliz que tenerte como mi hija.
Amélie dejó un suave beso en la frente de Eliane, haciéndola sonreír ampliamente, le acarició el rostro sin poder evitar notar la obvia similitud entre ella y Charles, luego besó sus mejillas y la apretó son suavidad contra su cuerpo.
—Te amo, Eli y te prometo que un día tendremos una navidad junto a tu papá y todo será perfecto.
Quizás no podía estar con Charles en esos momentos, pero al menos siempre tendría una parte de él con ella a quien podría amar y cuidar y que también la amaría siempre.
Recuerden dejar sus votos y comentarios si les gustó el capítulo ^^
Y les vengo a regalar una foto de la Eli de cuatro meses; un amor, toda piciosa.
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