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Mort

Me mantuve en silencio hasta que lo vi conveniente, no me sentía bien, quería regresar a mi hogar.

Has hecho este viaje tan largo, mira a tu alrededor, ¿es bello o no? — era verdad, existía un brillo en el planeta — déjame mostrarte más — y de inmediato el planeta cambio de tamaño y de color, aparentemente mostrándome más de un planeta.

Todo es tan bello — conteste a la voz extraña.

¿Ahora confías en mí? — hizo aparecer una espiral de rocas en este lugar, que se movían lentamente hacia una misma dirección.

Si — mire con asombro, queriendo tocar algunas de ellas.

¿Quieres conocerme? — su voz se volvió profunda, con un acento gutural.

Eso creo...— Sali de mi ensoñación, no sabía si esto era malo o bueno.

Muy bien, mi pequeño... repite lo que yo te diga, no te preocupes no hay nada de malo, soy tu amiga — comenzó a tararear como lo hacía mi madre, sentí una caricia en mi mejilla. Esa familiaridad era la que me dio confianza para repetir sus palabras — Yo era movimiento, antes de convertirme en un humano. Yo era el hielo antes de derretirse. Yo era el árbol antes de caer. Acércate, arrástrate bajo la tierra, para sentir el hambre y sed. Ve el bosque arder. ¿Quién me llama? Acepta, inhala y exhala. Acepto inhalo y exhalo. No tomare más de otro mundo, la luz será nuestro adiós y solo ella será quien nos pueda separar, si es que así lo deseo. Muéstrate... aurora.

Por fin pude conocer a la dueña de tal voz, era cierto los ángeles existían: tenía cabello gris y vestía con túnicas del mismo color como si de una perla se tratara. Daba la impresión que sus alas se podían romper fácilmente por lo cristalinas que eran. A su alrededor se concentró una niebla que me helo la piel. Era tan mágico.

Ahora te acompañare para siempre y por siempre si así lo deseas, yo te cuidare — sus ojos eran de un azul tan ligero pero que se podía apreciar los destellos marinos. Me sentía asustado y a la vez maravillado.

En un instante, ella irradio tanto que me cegó por un instante. Y pronto desperté de ese bello sueño.

Aquel mismo día tuve mi primera premonición, mis padres morían en ella, a causa del fuego.

...

Despierto al percatarme que me encuentro varado en un lugar desconocido. El cielo es aún oscuro y las estrellas siguen brillando. Noto el olor del bosque y el sonido del río.

Me permito caer de rodillas y sentarme.

— ¿Qué fue lo que paso? — siento mi cuerpo cansado, adolorido y manchado en mi cara, manos y pies. Siento como la grava se incrusta en mi piel, camine descalzo por estos rumbos. ¿Cómo soporte tanto?

Toco mi mejilla y la luz de la madrugada me deja ver lo que en realidad era. Abrí mis ojos en sorpresa y miedo.

Esta cubierto de sangre.

El agua esta helada, pero por más que quisiera evitarlo, necesito lavar todo lo que el líquido cubría de mi cuerpo. Es una sensación desagradable ¿Qué he hecho? ¿De quién es esta sangre?

Sumerjo mi cuerpo entre las aguas, está muy frio, demasiado. Mis sentidos se despiertan y trato de no quejarme tanto, soy un adulto, no lo tengo permitido. Presiono mis labios y sin poder manejarlo, mi respiración se acelera. Para evitar estar más tiempo dentro del río, rasguño mi piel para poder quitar toda la sangre de mi cuerpo. Puedo sentir que he llegado a mi limite, salgo rápidamente en dirección a una pequeña zona, donde el sol comienza a mostrarse. Estoy temblando, me abrazo a mí y espero a que el calor pueda darme un poco de descanso.

Un poco de paz, es lo único que pido.

— Por favor — susurro a mis dioses, que no me dejen desamparado, estoy sólo en este mundo.

Mi cuerpo tiembla, mis labios no dejan de doler y los dientes se golpean con cuidado unos con otros. Me concentro para que el calor se manifieste y recorra mi piel. Me quedo inmóvil, abrasándome a mí mismo, mirando un punto fijo entre los árboles.

No quiero renunciar a la vida, sé que aún hay esperanza, muy en el fondo confió en que así sea. Quiero que llegue Jimin y me diga que todo estará bien, que ha sido una pesadilla y que debemos regresar con el agua para su padre.

Cierro mis ojos. Si yo me hubiera encargado de escoltarlos y a mí me hubieran atacado, al menos mi tía sabría qué hacer. Quisiera verla otra vez.

De pronto unos pájaros bajan a mi lado, posando sus patitas en una rama de un arbusto. Uno es de alas negras con su pecho rojo, otro similar, pero con su pecho amarillo, me miran por ser lo único extraño del lugar.

Alterando su paraíso. 

Mueven sus cabezas desconociendo que soy y que hago aquí.

El frío aun no desaparece de mi cuerpo, por más que trate de guardar todo el calor corporal no es suficiente. La frialdad del lugar sólo me presagia como moriré.

— Vamos suga — hablo conmigo mismo, como mi mama me llamaba — deja de luchar, es el final —

Quiero creer que esto pasara, pero si sobrevivo ¿a dónde iría? No tengo hogar y muy probablemente, los hombres lobos me estén cazando. Mi muerte es definitiva, me encontraran y me mataran despedazándome si es posible, a ellos les gusta jugar con sus presas.

No puedo regresar al pueblo, ni siquiera puedo cruzar la maldición y puede que me maten también.

Si es el caso, esta situación es la mejor forma de morir... en tranquilidad, sin tortura. Miro de nuevo al ave.

— Al menos no moriré en soledad — quise ser positivo. Una muerte en paz me satisfacía: a causa de la misma naturaleza, con ella crecí y con ella me curé. Era momento de regresar el favor.

No tengo energías, mi cabeza se balancea hacia arriba, miro el cielo despejado. La cima de los pinos cubiertos por nieve y siendo acariciados por la luz natural, el brillo que generan es bellísimo, como si fueran miles de diamantes pequeños. Los sonidos de las aves hablándose en su propio idioma, me generan tranquilidad, el olor de todo lo que me rodea se junta y me recuerda a la vida.

Nacer para morir.

Sonrió como despedida a las únicas dos criaturas...

Cierro los ojos y dejo de luchar por encontrar calor. Me dejo llevar y solo me queda quedar consciente hasta donde me permita mi sistema.

Es mi imaginación o algo o alguien ha venido por mí. ¿Acaso así se siente la muerte?

— ¿Aurora? — pronuncio. Alguien tararea.

— Shh... yo te cuidare — una suave voz se escucha.

— Luka... — susurro y por fin duermo.

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