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Dures

Mis recuerdos van en descenso, primero vienen a mí los licántropos, después Luka y después Jimin. Este último toma mas tiempo desaparecer, lo recuerdo como si estuviera con él en este preciso instante. Lo amable que fue y su agradable compañía. Vaya ¿qué hubiera pasado si nos hubiéramos conocido de otra forma?, sino fuera una herramienta para curar y fuera un simple humano.

Si moría, solo podía pedir a mis dioses que me concedieran vivir en esa noche.

...

— Algo horrible ha sucedido, distintas personas han sido asesinadas — una voz se escucha.

— En lo que respecta, esas personas no tenían nada que ver, estaban en lugares distintos y si recuerdo todos eran personas que podían defenderse, hombres corpulentos, uno que otro anciano, pero que pruebas puedes tener para negarme lo que te pido —

— No ves lo que sucede puede que también a él lo estén buscando para asesinarlo —

— Con más razón, nuestro deber como cristianos es ayudar al desprotegido, es un niño —

— No lo conocemos, no sabes si agradecerá tus acciones altruistas Rose... —

— Es por lo mismo que no espero de él nada, lo hago porque no podía dejarlo en ese estado, sólo quiero saber si ¿me ayudaras o estarás en mi contra? —

Las voces se dejan de escuchar por un tiempo y vuelven en susurros.

— Sabes que te amo y que hare todo por ti —

Mis sentidos se dispersan y vuelvo a la oscuridad.

...

El dolor me despertó de mi letargo, primero inhale profundo y después suspire hasta que una tos comenzó a atacarme, todas aquellas acciones fueron las que me sorprendieron. Algo tan insignificante como respirar y sentir fue lo que me dejo en shock.

¿Así se siente la muerte?

— Con calma, estas a salvo — la voz de la muerte nunca pensé que fuera tan dulce. Mis sentidos exploran más y ya no siento frio, me siento arropado y un dulce aroma me rodea.

Mi mente aun no descifra donde me encuentro y con quien, son mis ojos quienes quieren conocer la verdad y es así como lucho con el dolor de abrirlos y el miedo de conocer que hay más allá.

Lo primero que veo es una luz blanca, parpadeo para corroborar si tengo control en mi vista, así lo es. Comienzo a observar lo que hay alrededor y grande es mi sorpresa al ver a una mujer frente de mí.

¿En dónde estoy?

— Tranquilo, quiero ayudarte, no te hare daño. Mi nombre es Rose — la bella mujer habla con cautela.

Intento hablar, pero mi boca no es tan sencilla de manejar como lo son los ojos. Raspo mi garganta e intento pronunciar algo, lo que sea. Agradezco que ella no me haya interrumpido o se haya incomodado.

— ¿Dónde estoy? — susurro.

— En Dures. Te encontré cerca del río...— parecía controlarse sobre lo que iba a decir — tienes que descansar, recuéstate por favor — acomodó mi almohada y dejó caer mi cuerpo de nuevo.

Lo poco que vi antes de caer dormido fue a ella cerrando la ventana y dirigirse hacia su bracero.

Con un poco de energía volví a despertar, mi estomago me demandaba algo de alimento y en ese momento mi mente comenzó a pensar como pedir comida a la gentil señora, aunque me haya traído aquí no significaba que podía pedir como tal comida o refugio.

Mi cuerpo ya podía moverse, comprobé mis brazos, piernas y cabeza. No estaba Rose, así que me quede mirando la luz que traspasaba la tela de la ventana y puerta. Era un bello color amarillo, por inercia sonreí al escuchar el trino de un pájaro. También sonreí por lo cómodo que me sentía, la cobija era caliente y la almohada muy cómoda. La casa estaba limpia, que satisfactorio se me hizo mirar todo el hogar en calma: los muebles de madera gruesos y con olor agradable como lo que parecía ser una olla de comida en el bracero.

Afuera comenzaban a acercarse voces.

— Solo pon un poco de estas hojas en agua, cuando pueda levantarse tu hermano se lo das a beber, ayuda mucho con su fiebre — una voz de más edad que la de Rose se escuchaba.

— Muchas gracias, ¿cómo se lo puedo pagar? — esa era la voz de Rose.

— Es nuestro deber como cristianos, seguiré mi camino, rezare por tu hermano. Nos vemos Rose —

— Gracias, señora Klein —

Pronto la puerta se abrió y entro Rose a la casa. Miró en mi dirección.

— Que bendición, ya has despertado ¿cómo te sientes? — se acercó con una canasta posada en su antebrazo. Lo colocó en la mesa y se sentó a lado de la cama.

— Bien — susurre mi garganta se sentía seca y la energía se me acababa.

— ¿Puedes moverte? Necesitas comer — ese fue un alivio para mi corazón, en verdad temía que quisiera que me fuera de su casa.

Asentí, ella me ayudo a sentarme, aunque me costó lograrlo, después me dio de comer por lo débil de mi estado. Me encontraba avergonzado, no sentía que mereciera tantas atenciones. Al contrario de mi pensar Rose se miraba tranquila y contenta, parecía ser su naturaleza el cuidar a la gente. Algo que se sentía familiar.

Rose tenía su cabello rubio, una piel blanca, parecía una doncella. Sus ojos eran amables y su sonrisa sincera. Ella temía tocarme porque aún estaba herido. Me dio a probar la última cucharada del estofado, recogió el plato y regreso a acomodar mi cojín. Estaba feliz y lleno, Rose era un ángel.

— Una vecina me entrego unas hojas para tu fiebre, te veo mejor, pero en unos minutos lo podrás tomar. No quiero que recaigas —

Asentí agradecido. ¿Por qué está haciendo esto por mí?

En vez de alejarse, tomó de una mesita cerca de la cama una tela y una aguja y comenzó a bordar. Todo era nuevo para mí, porque pareciera que ella se sentía cómoda a lado mío.

Después de un tiempo en silencio hable por fin: — ¿Por qué me... ayudas? — ella levantó su mirada

— Es mi deber... — dejó de prestar atención a su tejido y se concentró en mi completamente — estabas herido, a punto de morir, no pude darme la vuelta y seguir mi camino — habló mirándome a los ojos — el señor me dio la encomienda de ayudarte, él quería que caminara por aquellos lares y te encontrara —

Su mirada mantenía la seguridad de sus palabras, ella creía que dios había dispuesto que nuestros caminos se cruzaran.

Su faceta cambio a la inseguridad y continuó — no quiero que creas que soy una entrometida, pero ¿puedo saber cómo te llamas? —

Esa pregunta me dejo en shock, es verdad. Yo tengo un nombre, pero...

— No...— ella abrió sus ojos — no ... lo sé — me sentía confundido.

— ¿No recuerdas que hacías en el río? — quise recordar, cerré los ojos y nada vino a mi mente.

— No... — tenía el presentimiento que era algo importante, pero no sucedía nada en mi cabeza para recordar.

Mi cabeza comenzó a doler, Rose se preocupó y veló toda la noche conmigo para quitar el horrible dolor.

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