Sus palabras me regresaron al presente — no se preocupe, no hubo alguna acción que llegara a incomodarme, solo es la impresión de ver al rey y al General Park — sentí un sabor agridulce al pronunciar su nombre — personas de gran renombre, no lo esperaba —

— Ese es nuestro trabajo, mi familia comenzó este negocio y hemos sido llamados por la corte muchas veces... — con tranquilidad comenzó su relato hasta que nos despedimos y yo regrese a mi hogar.

Al llegar mi familia ya estaba dormida, gracias a dios tenía un momento de paz y silencio. Todavía seguía pensando en que fue lo que paso en el palacio y a que se debía que el General Park no apartaba sus ojos de mi... analizando sus acciones y el actuar de su gente, solo habia una respuesta.

Me sonrojé y quise evitar ese pensamiento...  he llamado la atención del General.

— Suga debes de descansar — negué con la cabeza y me fui a dormir. Era ridículo pensar eso.

A mi mente llegaron sueños macabros. Soñé con una especie de hada y un hombre lobo acechándome entre un bosque muy espeso, corría entre arbustos espinosos y árboles cuyas raíces sobresalian de la tierra. Los ojos de aquellos personajes me miraban como lo hizo Park en la velada de ayer. Sin otra opción, estuve despierto e inmóvil hasta el alba, me levante, prepare y me dirigí a la panadería.

En las calles se encontraban uno que otro soldado rondando con su armadura, parecían estar alertas y vigilando, pase de lado y no me mortifique como lo hacían los residentes de este pueblo. Yo aun no conocía que tan malo era la llegada de los Park, de alguna manera soy igual que ellos, soy nuevo en este lugar.

Mi jefe ya se encontraba en el establecimiento y comenzamos a trabajar, todo volvió a la normalidad hasta que al atardecer un invitado llego.

Sus soldados rodearon nuestro lugar de trabajo, los vimos desde dentro gracias a las ventanas. Llegando en un caballo pura sangre, bajó y se encamino hacia nosotros. Los demás trabajadores del lugar hicieron una reverencia hacia él.

Con asombro mi jefe habló — General Park, que agradable sorpresa — veía lo nervioso que estaba — por favor dígame en que puedo ayudarle —

Park miro a su alrededor y volvimos a hallar nuestras miradas. Y de nuevo observe esa sorpresa y aflicción que acompañaban a sus ojos cafés oscuro.

— Nos dio una buena impresión ayer en el banquete de bienvenida, solo quise externar mi agradecimiento y no pude evitar dejar de pensar en su postre, fue una delicia — sus hombres asintieron.

Me agradaba la manera en cómo los soldados mostraban respeto, pero a la vez compañerismo con su capitán.

— Estaré feliz de dar a conocer mi trabajo a ustedes, mis obreros son los mejores trabajadores del pueblo, y cada día trabajamos para sacar a la venta postres de primera calidad — orgulloso habló el señor Tsubasa.

— Estoy contento de escuchar eso, he traído a mis hombres para poder probar más delicias. Estamos maravillados, en nuestro lugar de origen no tenemos un platillo como el de anoche —

Un artillero se acercó a ellos y coloco una bolsa en la mesa.

— ¿Esto será suficiente? — el señor Tsubasa miró dentro de la bolsa y por su expresión, dejó a entender que era muy valioso lo que hubiera en ella.

— Por favor tomen lo que quieran de la tienda, por supuesto que si —

Los estantes fueron vaciados, me encontré preguntando a ellos si necesitaban algún costal para poder llevárselo. Auxilié a los que me preguntaban sobre que eran nuestros postres o si sabían bien, además de explicar de que estaba hecho.

Escuche unas pisadas cercanas a mí, mientras yo ayudaba a meter los panecillos a una canasta.

— Disculpe — su voz grave me asustó.

— General Park, ¿en qué puedo ayudarle? — hice una reverencia.

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó en seco, una advertencia volvió a surgir en mi interior y al mismo tiempo asombro, ¿a qué se debía su interés?

— Mi nombre es suga, señor — sus ojos se abrieron como si mi respuesta lo haya impresionado. Yo no entendía su reacción ni su silencio.

— Me recuerda a un amigo... — sonrió nostálgico — vivía sobre las praderas con su tía — dejó de hablar para mirarme. Algo en él pedía que yo actuara, sin embargo, por más que esperara alguna reacción mía, no existió. ¿A qué se debía el relato? — bueno, eran unas personas muy amables y poderosas — siguió mirándome, y preguntó — dime chico ¿crees en la magia? —

Sus ojos brillaron, la pregunta me desconcertó. Que tema más extraño ha elegido el señor Park.

Su aspecto se veía complacido, lo que ha dicho me ha hecho reaccionar.

— Disculpe, ¿ha dicho magia? — estaba incomodo.

— Así es, magia blanca y negra — intente reflexionar sobre aquello, ¿yo en que creía? Ciertamente no me conozco o no puedo recordar.

— Me parece que no, señor — negué con la cabeza — sin ofender, solo aun no logro caer en alguna creencia o religión —

— ¿No crees en la magia? Y ¿tampoco crees en un dios? — negué.

— Mi familia profesa la religión del pueblo, pero aún me mantengo neutro ante las ideas de un ser de luz y uno de oscuridad —

— ¿Tu familia...? — se escucha sorprendido, pero es interrumpido por un soldado.

— Estamos listos señor —

— ¿Tienes más familia? — se acerca y me toma de los hombros asustándome y al caballero.

— Suélteme, por favor — Park por fin actúa como lo indica su mirada, su cuerpo tiembla y su cara se deforma en un semblante triste e impotente, sus ojos se cristalizan.

Park tiene un momento de lucides y es así como se compone, suelta mis hombros y alza la mirada.

— Yo... discúlpame — se dirige a su caballero — olvidemos lo ocurrido, es momento de retirarnos — se alejan rápidamente del lugar.

Miro aun en shock a mi alrededor, suspiro aliviado porque los estantes son lo suficientemente grandes para que nadie nos haya visto.