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Byrek

— Es por ello que no hemos parado de trabajar... eso es bueno ¿verdad? — inocente pregunte.

— Me gustaría decir que si, solo me hace sentir incomodo pensar que pertenecemos a un nuevo reino. Eres muy joven para conocer las consecuencias de una guerra, se supone que este pueblo ha sido dado como ofrenda de paz a un reino extranjero, no sabemos las costumbres o lo que nos puede llegar a pasar — se quedó meditando un poco — hace años este mismo pueblo fue entregado al viejo rey y mi familia sufrió por acoplarse a los mandatos de un nuevo reino, pensé que no tendría que volver a caer en esto —

— Señor Tsubasa, no debe preocuparse, haremos todo lo que está en nuestras manos para agradar al nuevo reino. Servir al general Park significa un paso a la cordialidad y bienvenida, cumplamos con nuestro papel y no habrá quejas — mencione colocando los panes en las canastas designadas.

— Gracias muchacho, es verdad, nuestro rol es servir — más motivado seguimos con nuestra labor.

Para el atardecer nuestra orden estaba lista y nos dirigimos con ayuda de una carreta hacia el palacio. No estaba vestido para la ocasión por lo que el señor Tsubasa me prestó una vestimenta más adecuada, nada como la vestimenta de los soldados o de los caballeros o damas que se encontraban reunidos, pero era más que decente.

Al entrar nos dirigieron al comedor central, me maraville por lo grande y lujoso que todo se veía, entre más cerca nos encontrábamos la música y risas se comenzaron a escuchar. Tanto era los sonidos que lograron intimidarme, me puse nervioso cuando varios ojos se posaron en nosotros y la persona que se encontraba en el centro de la mesa se paró y con gozo aclamó nuestra llegada.

Todos callaron para poner atención a lo que el mismo rey anunciaba — el Byrek ha llegado —

Se escucha la sorpresa por parte de los soldados y sus miradas estaban expectantes a la llegada del postre. Con ayuda de los sirvientes es como se consigue entregar a cada invitado una pieza. Al recorrer la mesa noto la simpatía de los presentes, cada uno agradece por su platillo. Además, aprecio como los soldados están de alguna manera en parejas, cada uno está sentado en sillas acolchonadas y compartiendo miradas o comportamientos más que amistosos con su compañero de alado. Veo la forma en que cada pareja da una muestra de cariño, uno abraza a su acompañante, otro le sirve la comida, se miran entre si con cariño o se dan de comer, se toman de la mano, etc.

No profeso como tal una fe, pero ya veo porque los del pueblo se alteraron tanto o porque se ven tan incomodos a su alrededor. La señora Marsh tenía cierta razón, los soldados son amantes.

— Muchacho — mi atención se dirige a la voz demandante — requiero dos raciones — el rey pide indiferente, asiento y entrego con mucho cuidado la ración — este es un platillo no puede faltar en cada hogar de este pueblo, es un platillo que ricos y pobres disfrutan de su sabor general Park, deléitese con este manjar — pronunció mientras prueba un bocado.

El General Park es el siguiente a quien ofrezco el platillo, es el único que se mantiene neutro en sus acciones al contrario de sus caballeros. A diferencia de ellos, él no tenía una pareja. Sentado con un inmaculado uniforme, adornado de medallas y artilugios dorados se mostraba. Parecía imperturbable a lo lejos, pero al acercarme pude comprobar que sus ojos decían algo más.

— Disculpe señor, ¿desea más de una ración? — pregunte inclinándome en manera de respeto.

Al levantar la mirada él seguía mirándome, pero parecía sumido en sus pensamientos, me atrevería a decir que por un segundo note una muestra de sorpresa. Sea lo que sea, algo dentro de mí me puso en alerta. ¿Qué era este sentimiento? Me sentía en peligro...

Dejó de mirarme y su vista se fue en dirección a sus hombres — yo también querré dos raciones... si no es mucho pedir —

— Por su puesto —

Pude sentir como mi cuerpo empezó a calmarse después de alejarme del General Park, sin embargo, tuvimos que mantenernos en este lugar por órdenes del rey. Sin más que decir parecía que nuestro trabajo fue un éxito. Muy pronto el cansancio hizo acto de presencia entre los presentes.

— Señores — se oyó hablar al General Park — debo de agradecer a nuestros dioses por la cálida bienvenida y agradecer a cada una de las personas que nos recibieron con este maravilloso banquete — levantó su copa de oro y todos repitieron la acción — bendecido será cada uno de estas personas que han cumplido con cuidar de su prójimo — otra vez sus ojos se posaron en mí, aparentemente nadie lo notaba pero yo estaba seguro que mis ojos conectaron con él — pero más bendecido será aquel que guarde en su corazón nobles sentimientos a sus amigos como a sus enemigos — fue una sensación algo familiar la que no me hacía avergonzar — benditos sean — el semblante cambio y una mirada triste se reflejó.

Todos brindaron y rieron hasta comenzar a moverse para poder salir.

Pero Park aún se mantenía erguido y saboreando el vino. Desde lo lejos no quitaba la mirada de él, ¿qué conexión fue esa? ¿Por qué sentía que no era la primera vez que veía esos ojos?

Mi jefe se acercó con una sonrisa — la noche fue un éxito, el rey ha quedado encantado, es momento de retirarnos suga —

Asentí y juntamos todas las charolas que habíamos traído, se acercó un sirviente y nos mostró la salida. Solo fue un segundo que mire hacia atrás y note como Park seguía mirándome, mi piel se crispo y me sentí de la misma forma que él me miraba. Me sentí afligido.

Mientras bajábamos al pueblo el señor Tsubasa me llamó — hijo sé que esta noche fue inusual, y aunque me gustaría que se repitiera, si te sientes incomodo de acompañarme de nuevo lo entenderé —




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