Anomenat
No comento lo que había pasado, mi familia no tiene que saberlo. En el fondo se que esto es una mala señal, desde que nos vimos ese hombre me ha hecho sentir incomodo, pero algo no me permite dejar de mirarlo. Tal vez es su buen parecer o la admiración de ver a un General de un reino muy poderoso.
Los días pasan y no ha vuelto a entrar a este establecimiento, aunque si sus soldados, pero ninguno era tan raro como él.
Un mes se cumple, voy caminando por el atrio de la iglesia, la misa a acabado y aunque la nieve se hace presente solo llevo un abrigo delgado conmigo. Rose me regañó al no tomar una bufanda o guantes, pero le explique que no me afecta tanto el frio como a todos los demás, me siento cómodo y feliz.
Me cuesta creer que no podremos disfrutar de la nieve por mucho tiempo, pues la primavera debe llegar. Se escucha el relinchar de los caballos. Vienen dos filas de 20 jinetes y en medio resalta el General Park. ¿Cómo no mirarlo? Su presencia es intimidante y a la vez se siente un ambiente de seguridad. Inclinan la cabeza como muestra de respeto. Siguen su rumbo hacia el palacio.
— Sigamos caminando — Rose menciona incomoda, mientras nos da un pequeño empujón. Toma el brazo de Taehyung.
— Tenia entendido que el General Park regresaría a su reino — susurró mi cuñado.
— Muy pronto lo hará, como príncipe no puede estar lejos de su puesto y deberes — agrega Rose.
— ¿Eso quiere decir que ya no regresara más aquí? — pregunto.
Rose me mira tranquila — exacto, pondrá un delegado en esta ciudad, guardias y más personal, pero es un hecho que regresara a su reino —
Suspiro por la noticia. Eso quiere decir que ya no lo volveré a ver... que alivio.
— Por cierto... — interrumpe Rose mis pensamientos — no nos contaste como te fue en el banquete del rey —
Evito mostrar algún gesto de desagrado, no quiero que lo malinterprete.
— Todo estuvo bien, por ser un principiante estaba nervioso. Pero todo salió de acuerdo a la orden —
— ¿Pudiste observar a los soldados? — Tae pregunta curioso.
— Si, se portaron de acuerdo a la ocasión. Respetuosos —
— ¿Alguna conducta extraña? — sabia a que se referían, pero hablar de ello con mi cuñado y hermana no me parecía cómodo.
— No observe nada fuera de lo normal —
— ¿Y él? — todos nos detenemos permitiendo el paso de un carruaje.
¿Qué diría? ¿Sería correcto decir la verdad? Tengo un presentimiento.
— Nos trató a todos con respeto y cordialidad, es amable pero estricto con sus soldados —
Rose me mira con esos ojos azul claro, le he dicho que sus ojos pueden ver más allá del cuerpo, pareciera que pueden ver el alma de una persona. Sus ojos son penetrantes, pero no amenazadores. Son amables.
Toca mi mejilla — es bueno saberlo, disculpa por preguntar a estas fechas los cambios en el pueblo me han mantenido ocupada, pero siempre tendré tiempo para ti suga —
— ¡Muchacho! — se escucha la voz del señor Tsubasa. Mi familia lo ve acercarse — muy buenos días Rose, Taehyung, suga — a mí me sorprende lo emocionado que se escucha —
— Muy buenos días señor Tsubasa, ¿a qué se debe tanta alegría? — Taehyung responde
— Son muy buenas noticias, de hecho, las mejores que he tenido —
— ¿De qué se trata? — Rose desconfiada pregunta.
— Es una gran noticia para el muchacho y para mi... —
Al anochecer mi familia se reúne para conversar y poder despedirnos en privado y a nuestra forma. Taehyung enciende la fogata y Rose calienta una infusión de hiervas, me siento en una de las tres sillas para poder calentarme.
— Suga, prométeme que, si en algún momento te sientes atacado, tomaras un caballo o lo que sea que encuentres en tu camino y regresaras a casa — Rose toma mis manos mientras se sienta a mi lado.
— Claro que sí, aunque sé que el señor Tsubasa cumplirá con su palabra, regresaremos — empaque en una bolsa de piel un poco de ropa. Abrace a mis hermanos y juntos esperamos el momento en que mi jefe viniera por mí, para dirigirnos al reino Park.
— Rose, regresare — dije mientras acariciaba fraternalmente sus manos, ella estaba temblando y muy probablemente después de mi ida comenzaría a llorar.
Unos golpes interrumpieron nuestro ambiente familiar, afuera mencionan mi nombre un caballero del General Park.
— A sus órdenes — digo y me dirijo hacia la carreta donde se encuentran mis compañeros de trabajo.
El General Park nos mandó a llamar personalmente, para dar a conocer nuestra gastronomía a su reino y como orden real no podíamos negarlo, a diferencia del señor Tsubasa la mayoría estaban temerosos de lo que nos esperaba. No era secreto que las prácticas de sus soldados incomodaban al pueblo. Aun así, Park nos eligió.
Hacemos ciertas paradas para descansar, estirarnos y comer. Los soldados están más que felices con nuestra comida, por otro lado ninguno de los cocineros o panaderos han dicho algo despectivo para los soldados y esa es una mejor noticia, no quisiera que comenzara una pelea donde nosotros terminaríamos perdiendo.
— General Park, ¿desea otro plato? — pregunto, el señor Tsubasa me ordenó servir como mesero al comandante por tratarlos con cortesía la otra noche.
— Muchas gracias suga, estoy lleno — continúo revisando si algún soldado requiere algo más.
Ahora comprendo por qué Park gana sus batallas, todo soldado es completamente ordenado y educado. A diferencia del banquete, se encuentran en guardia la mayor parte del día, se turnan para cuidarnos mientras seguimos el recorrido y no existe alguna actitud lasciva.
Llega la noche y muy pronto nos encontramos en una pradera a rebosar de maleza. Con sus espadas tanto el General como sus soldados limpian el lugar, finalizan y comenzamos a montar una fogata para té y para sopa. Para el término de la velada tenemos las carpas hechas y solo quedamos pocos despiertos a causa del insomnio.
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