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Anècdotes

El reino vitoreó al ejercito de Park y a los soldados de Jimin. Dentro de una carreta iba yo, entre trastes y comida. Serviría a cada soldado que pudiera si eso significaba quedarme al lado de Park.

No podía negar que un miedo me invadía, porque no conocía el enemigo que existía más allá de las fronteras.

No se descansó hasta llegar al medio día del siguiente día. Jimin opta por dormir a mitad de día, porque era necesario estar alertas de noche. Se turnaban y cada soldado durmió 7 horas. Yo ayude en la preparación de los alimentos y en servir. No pude tener una platica con Jimin, él estaba concentrado. Seokjin era mi vigilante el mayor tiempo, después venían a cuidarme otros soldados conocí a Jaebum que estaba emparejado con Jackson Wang.

— Y cuando tenia doce años, comencé a combatir con verdaderos gladiadores, tuve que ser muy audaz, no era la fuerza era mi rapidez y coordinación — probé mi comida mientras escuchaba el relato de Wang.

— Lo recuerdo, y después te enfrentaste a mi en el pozo de serpientes —

— Supe que nuestra amistad duraría mucho tiempo — reímos y seguimos comiendo.

El ambiente era cómodo y seguimos nuestro recorrido de noche.

— ¿Necesitas una frazada suga? — Jin paseó a lado de la carreta con su caballo.

— No es necesario — me acosté, no teniendo nada que hacer.

La luna estaba en su esplendor y nos ayudaba a movernos, los campos eran pan comido, aun estábamos lejos y eso tranquilizaba mi mente. Me estaba acostumbrando a los soldados y su forma de ver la vida. No me impresionaba saber que ir a batalla y luchar hasta la muerte no les atemorizaba, pasaron por escarmientos mucho peores en Grecia y Roma, salieron adelante por su fuerza y se unieron con la única persona que podían confiar.

El deseo surgió, como una consecuencia de su vínculo, pero si no existiera una relación física seguirían peleando al lado de su pareja.

— Después de conocer a Jimin la vida fue mas sencilla, teníamos comida asegurada y un techo. Al diablo la demás personas, solo por Jimin he enfrentado batallas — relataba Lay.

— No hay nadie que nos detenga y cuando acabemos con los Jeon, tendrán que atendernos como reyes — otro mas se unía.

— Estoy bastante interesado en su ejercito y que sucederá cuando les clavemos estas espadas — mostró un soldado su nueva arma.

— La plata mata a los licántropos, espero que recuerden en el futuro nuestros nombres y que fuimos los primeros en enfrentar a un batallón de licántropos —

— O a un reino completo — Jimin se mostró entre las sombras, acercándose a la fogata — combatiremos con una parte de ellos en los campos de Diber y si Ia situación se extiende, ellos vendrán por nosotros. Estoy seguro que su pueblo es igual que su rey —

— Podemos con ellos —

— Por eso cada uno llevara dos espadas para que puedan combatir, en estos momentos todos portaran armas, arcos y escudos. Ya estamos cerca de nuestro encuentro —dictó Jimin.

Otra tarde de descanso, me aleje para tener un momento de soledad. No me aleje tanto del grupo y detrás miraba a veces como Jin estaba pendiente de mí. En si, solo estaba sentado en medio del campo contemplando el paisaje y la calma que muy pronto desaparecería.

— ¿Puedo hacerle compañía, dulce criatura? — la voz de Jimin se escuchó. Lo mire y tome su mano para hacerlo sentar a mi lado — por fin un tiempo a tu lado, extrañaba esto —

— Solo ha sido un par de días, además debes dirigir a un batallón — tenia un poco de vergüenza que me vieran de esta forma con Jimin, él solo podía acelerar mi corazón.

— Si, es correcto, pero no me impide decirte cuanto te quiero — sonrió de manera coqueta. Evite su mirada, observe que detrás de nosotros algunos soldados curiosos eran espectadores de nuestro momento — Hey, estoy aquí. Ellos pueden esperar — Jimin pidió mi atención y reí por lo celoso que se había escuchado.

— General Park ¿Qué son esos modales? — jugué.

— Soy Jimin para ti y estamos en receso — tomó mi mano y dejamos que el silencio nos acompañara.

Éramos solo nosotros en un lugar desconocido. Ahora en confianza y debido a lo que había compartido con los soldados quise preguntar.

— Jimin, ¿Por qué los aldeanos no los aceptan? — él pensó su respuesta unos segundos más.

— Aunque entreguen su vida, mis hombres no serán aceptados por ellos, porque su forma de amar no coincide con la doctrina que tienen. No esta de mas decir, que mis soldados no les importa lo que el pueblo piense. He intentado que mi pueblo se abra a la idea de otra forma de amar, al menos que respeten su individualidad, se que será difícil, pero lograre eso —

— Son personas maravillosas que han pasado por tanto dolor — coincidía con Jimin.

— Cumplo mi palabra y ellos después de esta encomienda, serán llamados héroes, igual que tú. Me acompañaras a reinar y viviremos en un reino tan prospero, y nuestro amor será inmortalizado en leyendas y canciones — acaricie su rostro por lo feliz que se veía.

— Yo también lo espero —

Tres días mas y habíamos llegado a nuestro destino. Por fin. Un simple sirviente como yo no podía creer hasta donde había avanzado, en que lugar se encuentra. Los trotes son constantes, la tensión se presenta. El ánimo amenaza con ser un cruel recuerdo.

Se oye el refuerzo en sus armas y escudos. Cada joven se somete al personaje que deben jugar esta tarde. Ya no hay mas palabras o canciones.

Orgullo y lucha, se grita en sus rostros. Miro la espalda recta de Seokjin y me duele pensar que con quien he compartido mi comida y anécdotas no le volveré a ver.

Se alza el asta con el símbolo del Rey. Los soldados se despliegan de forma estratégica y arman su campamento.

— Jimin — llama Seokjin — Jeon ya ha llegado se encuentra al otro lado de la montaña, ¿Qué procede? —



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