Capítulo 9
Después del extraño encuentro con aquel chico que resultó ser una bruja, y que aparentemente estaba relacionada con la que atacaba la ciudad de Termes, los chicos pudieron reagruparse. Se dieron cuenta que las cosas en la ciudad también se habían calmado. El ruido y los constantes rayos purpuras ya no estaban.
Pocos minutos más tarde Mark y el resto del grupo del que se habían separado se reunieron nuevamente con ellos. Habían venido corriendo, algo entendible ya que sin la bruja para crear el caos, que los pillaran era mucho más probable.
—¿Cómo os ha ido todo? —preguntó Njord en cuanto llegaron.
—Digamos que hemos podido ver al aguijón escarlata en acción —explicó Nathan.
—Muy impactante todo y lo que tú quieras, pero prefiero no repetir la experiencia próximamente —Zaphod miró entonces a su alrededor notando la hierva quemada y el olor a ceniza—. Por otro lado ¿qué ha pasado aquí?
Enver, Nathan y Mark también notaron a lo que Zaphod se refería. Estaba claro que mientras ellos observaban como los caballeros se enfrentaban a una bruja ahí abajo, sus compañeros habían tenido sus propios problemas.
—Había otra bruja más —dijo Syo esta vez.
—Dijo algo de que su compañero, la bruja que vosotros fuisteis a ver, era solo una distracción —habló ahora Usher.
—Este sitio es de locos —negó Tet a quien parte de su atuendo se le había chamuscado, no le hizo especial gracia—. Vayámonos de aquí de una vez.
—¿Por dónde vamos ahora?
Ante la pregunta de Syo, Tet sacó un mapa de la mochila que llevaba consigo. Después de unos segundos en los que trató de situarse señaló uno de los caminos que salían de lo que parecía ser Termes en el mapa.
—Hemos huido por la salida este y tenemos que ir al norte, lo más sensato es rodear la ciudad por el bosque ya que los caballeros estarán buscando rastros de la bruja por la zona —indicó el pelirrojo—. De ahí seguiremos este camino secundarios hasta llegar al Río de Oro.
—¿Río de Oro? —preguntó Skie a lo que Tet asintió.
—Es el río que marca la frontera con el Valle de Oxia. Se le conoce por ese nombre porque hace cientos de años se logró sacar mucho oro de sus aguas que abastecieron al reino y lo hicieron prosperar.
—¡Oh sí, ya me acuerdo! Leí algo sobre eso en la biblioteca del castillo. Al parecer hay una mina de oro río arriba, en las montañas, y el agua que se filtraba por la tierra arrastraba el oro.
—Exacto —asintió Tet—. Pero algunas de las bestias del valle viven cerca de ese río así que después de recoger oro allí y ver que era peligroso, optaron por ir directamente al yacimiento.
—O sea que desde el momento en el que lleguemos al río ya nos van a atacar —bufó Zaphod.
—¿A cuantos días de viaje está el río? —preguntó Mark.
—Andando a casi seis días —admitió Tet.
Muchos se horrorizaron por lo que el pelirrojo había dicho, sobre todo Nathan que se apresuró a hablar de eso.
—Es demasiado, a parte de esos seis días seguramente aún tendremos que echar uno o dos más buscando el templo del oráculo. Por no hablar de que luego debemos hacer el camino de vuelta.
—Estoy seguro que el grupo de Sharp ya habrá llegado a la Ciudad Imperial y estarán buscando el libro, sino es que ya lo han encontrado y se han marchado de allí —dijo Njord sabiendo que Nathan tenía razón.
Se instaló un largo el silencio en el lugar mientras pensaban en algo mejor. Una idea se hizo clara para todos, la única posibilidad pero no por ello una buena opción.
—Hay que buscar transporte —dijo al fin Mark.
—Termes está demasiado revuelta como para volver a robar algunos caballos —negó Enver—. Por no hablar de que está plagada de caballeros y valkyrias.
—Sabes que no me refiero a eso, sino a pedir que nos lleven los carruajes que pasen por el camino.
—Somos un grupo muy grande, los pocos comerciantes o familias que pasen por aquí no podrán llevarnos a todos. Además nadie se atreverá a llevarnos hasta el Río de Oro —Nathan parecía estar poniendo escusas que sabía que no iban a funcionar con Evans.
Mark le pidió a Tet el mapa, este se lo cedió y el castaño señaló un punto cercano al río, donde terminaban los caminos que aparecían en el papel.
—Aquí hay una pequeña aldea dedicada a la ganadería y la agricultura —señaló Mark—, es común que los comerciantes vayan allí a abastecerse de carne, hortalizas y frutas a un precio más bajo, para tener suministros para sus viajes. Podemos pedir que nos lleven hasta allí e ir andando hasta el río que está a tan solo medio día de camino a pie.
—Si vamos en carruaje y a buen ritmo serán solo dos días y medio de camino, sumándole la parte a pie estaremos en tan solo tres días en los Valles de Oxia, es la mitad de lo que tardaríamos andando —hizo las cuentas Usher dando a entender que estaba de acuerdo con el plan de Mark.
Nathan seguía sin estar convencido, y no era porque no le pareciera bien ir en carruaje o que los dejaran en el pueblo. Era porque para poder seguir ese plan no iban a poder ir todos juntos, eso fue de hecho lo siguiente que explicó Mark.
—Para eso nos separaremos en grupos de dos o tres personas e intentaremos que nos lleven por separado hasta ese pueblo.
—Una vez allí volveremos a reunirnos e iremos juntos hasta los valles, ese es tu plan ¿verdad? —preguntó Enver recibiendo un asentimiento por parte del mayor.
Nathan suspiró, no le gustaba el plan, pero sabía que era la única opción y los demás parecían más convencidos que él. Si convencer a Mark de que cambiara de idea ya era difícil, hacerlo con todo aquel grupo en el que estaban las personas más cabezotas del gremio, como Zaphod, Usher o Terry, ya sería una batalla perdida.
—Bien nos dividiremos por cazador y ayudante —dijo Mark—, Syo acompañará a Tet y Usher, mientras que Skie vendrá con Nathan y conmigo.
—Espera, separarnos a nosotros no era parte del trato —se negó Syo.
No era como si realmente le importara mucho separarse por dos días de la princesita. Pero si le pasaba algo y él no había estado para protegerla como acordaron, aquella mujer amiga de Blue no le daría la parte que le correspondía por la ayuda prestada. Y después de haberse jugado la vida escapando de la mazmorra y haber llegado hasta allí, no se iba a quedar sin el dinero que la familia real pudiera darle por proteger a la princesa heredera.
—¿He de recordarte que casi le cortas el cuello a uno de los nuestros? —se cruzó de brazos Mark.
Syo no pudo decir nada para negar aquello.
—Es mejor manteneros por separado por si se te ocurre alguna idea brillante como esa de nuevo —arremetió Terry.
—No te preocupes, Skie estará bien con ellos —aseguró Tet colocándole una mano sobre el hombro.
—Y nosotros te mantendremos bien vigilado a tí también —aseguró Usher que no parecía muy feliz de tener que ser él quien lo vigilara.
Syo no se lo reprochó, después de todo a él tampoco le haría gracia ir junto a la persona que lo amenazó con un cuchillo sobre la garganta.
—Hazles caso Syo, estaré bien, ellos son gente experimentada en combate y saben lo que hacen —trató de convencerlo la propia chica con una cálida sonrisa.
Si la propia Skie estaba de acuerdo ¿quien era él para negarse?
—Con esto decidido nos veremos de nuevo en un par de día —dijo Mark—. Mucha suerte a todos.
El grupo formado por Usher, Tet y Syo tuvo bastante suerte. Se toparon con una pequeña familia de comerciantes que estaba dispuesta a llevarlos hasta el pueblo que ellos querían. La verdad es que tenían que agradecerselo a Tet, quien con su encanto natural pudo convencerlos de que no eran gente peligrosa y solo necesitaban que les acercaran a su destino.
Porque sí, en un principio ninguno de los dos adultos se atrevía a aceptar pues Usher y Syo no tenían apariencia de gente amigable. Los habían tomado por ladrones de caminos o prófugos. Cosa que si Tet se ponía a pensar era cierto, Syo era ladrón y los tres prófugos de la justicia, pero no tenían por qué saber ese detalle.
El matrimonio no viajaba solo, iban junto a las dos hijas de este, una niña de tan solo dos años que estaba durmiendo dentro del carro sobre una pila de mantas, y otra de unos seis que se entretenía jugando con Tet. Al principio ella no quería acercarse mucho a los extraños, incluso estuvo a punto de echarse a llorar cuando Usher le dirigió la palabra.
Mientras que el pelirrojo se entretenía con la niña y Syo se había echado a dormir también, Usher sacó de su bolso la carta que Celeste le entregó antes de que se marcharan de Termes. Ya había pasado casi un día de eso y no había tenido tiempo de leerla aún.
Ese era un buen momento.
Con cuidado abrió el sobre con su mano, rompiéndolo un poco en el proceso. Sacó la carta doblada de dentro y notó como esta parecía oler a flores silvestres. Suspiró sabiendo que Eliza le había echado un poco de perfume innecesariamente, parecía de hecho la clase de mujer que hacía esas cosas.
"Usher, Skie, espero que lleguéis a leer esta carta. Pido por favor que una vez la terminéis de leer la quemeis, esta información no puede llegar a manos de la guardia, las valkyrias o cualquier otra persona.
Después de interrogar al miembro del clan de los cuervos negros conseguimos que nos dijera algo. No creo que nos haya sido cien por ciento sincero, por ello no os toméis esto al pie de la letra. Al parecer los cuervos han sido contratados por gente del Imperio de Cyril para capturar a la princesa.
Además tienen ordenes de vigilar de cerca a las brujas por parte de esas mismas personas. Parece que sí que traman algo grande si incluso Cyril está preocupado por ello. Aunque sigo sin entender por qué buscan a Skie, algo aquí me huele mal.
Lo mejor es no averiguarlo.
Manteneos lo más lejos posible también de ellos. Aunque tengan la orden de atrapar viva a Skie, a los demás sí podrían mataros. Concretamente les han ordenado acabar con un tal Syo Kurasaki. Al parecer es un chico con el que escapó del castillo unas dos semanas atrás.
No sé si viaja con vosotros o no. Si no es el caso deberíais buscarlo y ayudarlo por si acaso.
Un saludo.
Eliza Manon."
Así que el Imperio de Cyril también estaba metido en todo eso. Era un problema, un gran problema.
Lo que seguía confundiéndolo era como habían podido contactar con un clan de asesinos de Altair desde su imperio. La buena noticia es que Syo estaba a salvo con ellos, menos mal que el chico había decidido viajar junto a Skie.
Guardó la carta de nuevo en el bolso para poder dársela a Skie cuando volvieran a reunirse. Lo comentarían con todos los demás y la quemaría. En efecto si Cyril estaba compinchado con los cuervos negros, eso no podía llegar a oídos de la guardia real, por primera vez iban un paso por delante.
—¿Todo bien, Usher? —preguntó Tet.
Al levantar la mirada vio que la hija mayor ya no estaba, había salido fuera junto a sus padres para preparar la cena de esa noche. Tet y Syo por otro lado lo miraban, su ayudante con una mayor preocupación en su mirada.
La niña que permanecía dormida hasta aquel momento despertó al fin. Tet la ayudó a salir del carro para que fuera con sus padres. Syo siguió examinándolo con la mirada. Su mirada comenzó a ser incómoda para el azabache que la desvió mirando a la salida en lo que regresaba su amigo.
—Perdón, ya estoy —dijo al regresar dento—. Cuéntanos, ¿qué decía la carta?
—Al parecer los cuervos negros trabajan bajo ordenes, tiene la misión de capturar a Skie... y matarte a tí —admitió mirando ahora sí al albino.
Tet se horrorizó, pero Kurosaki solo se encogió de hombros sin darle mucha importancia.
—Yo la ayudé a escapar, aunque realmente fue ella quien más hizo, es normal que sea un estorbo para ellos si quieren atraparla —admitió—. Otra cosa es que lo consigan.
—Dices que siguen ordenes, ¿de quién? —preguntó Tet.
—El Imperio de Cyril.
—¿Cyril? —preguntaron los otros dos chicos a la vez.
Usher hizo una pausa reorganizando sus ideas. Había cosas que no tenían sentido en la información que Eliza les habían conseguido, pero no era descabellado, simplemente tenían algunas piezas del puzzle, pero les faltaban otras muchas.
—Creo que lo mejor será esperar a hablar con Skie —dijo finalmente—, seguramente ella podrá aclararnos algo más.
—¡Chicos la cena está lista!
La voz de la mujer se escuchó a lo lejos. Ya había caído la noche una vez más y comenzaban a quedarse sin luz ahí dentro, fuera aún se veía el resplandor del fuego que la familia había encendido.
—¡Ya vamos! —avisó Tet y tan pronto como lo dijo salió del carro.
Usher estaba levantándose para salir también cuando Syo le agarró de la muñeca para detenerlo un momento. Su gesto era más serio que antes.
—Me da igual que vengan a por mí, sé defenderme —empezó a hablar—, pero estoy acostumbrado a ir solo, por mi lado, no sé luchar protegiendo a otros. Si tengo que enfrentarme a esos asesinos no puedo prometer que podré proteger al mismo tiempo a Skie.
—No te preocupes, ahora viajáis con nosotros, y créeme, somo expertos en luchar y proteger a la vez. Ese es nuestro trabajo.
Syo le dedicó una mirada indescifrable por unos cortos segundos antes de asentir y soltarlo finalmente. Syo y Usher no se conocían de hacía mucho, ni siquiera empezaron con buen pie, pero era claro para cualquiera incluso par el azabache que ese chico apreciaba mucho a Ski, aunque tratara de esconderlo bajo capas de sarcasmo e indiferencia.
Entendía su preocupación, él había pasado por lo mismo en más ocasiones de las que le gustaría. Querer proteger a alguien, cuidarlo y que estuviera a salvo pero no ser capaz de hacerlo. El destino era cruel muchas veces, pero le darían la ayuda que muchos otros no pudieron recibir en su momento.
Ambos salieron entonces del carro sentándose alrededor del fuego junto a Tet, quien ya tenía algo de carne y pan entre las manos.
—Tomad, estos trozos ya están —dijo el hombro extendiéndoles otro trozo de carne y pan a cada uno.
Desde que el matrimonio vio que sus hijas se acostumbraron a la presencia de los tres chicos, e incluso la mayor jugaba con Tet alegre, se habían relajado respecto a ellos. Resultaron ser bastante amables.
Syo tomó el trozo que le extendieron a él. Eso de comer junto al fuego rodeado de gente empezaba a ser una costumbre. Desde que salió a los caminos y se metió en la profesión de ladrón, comer sólo era el pan de cada día. Ahora sin embargo parecía algo muy lejano desde que se unió a la loca aventura de la princesa.
No lo iba a decir en voz alta, pero le gustaba la sensación de estar en compañía de otras personas. Aunque a veces aún echara de menos la paz y tranquilidad que traía consigo la soledad.
Un par de días después el primero de los grupos llegó a la pequeña aldea. Skie miraba cada rincón con curiosidad, ese lugar era aún más pequeño y humilde que Termes o cualquiera de las otras ciudades que había visitado hasta el momento. Para ella, que estaba acostumbrada a las vistas de la Ciudad Imperial, desde el castillo, era un lugar como mínimo adorable.
—Muchas gracias por todo —decía Nathan a los dos hombres que les habían acercado hasta allí.
—No ha sido nada, nos pillaba de camino de todas formas —dijo uno de ellos—. Aunque sigo sin entender qué os lleva a venir a una aldea tan perdida.
—Visitamos a unos familiares —se adelantó a decir Mark—. Unos abuelos.
Nathan asintió dándole la razón a Mark, allí vivían mayoritariamente ancianos cuyos hijos y nietos se habían mudado a pueblos o ciudades más grandes y cercanas a la capital. No era una idea descabellada que fueran a aquel lugar para hacer una visita a unos supuestos abuelo.
Los dos hombres, aparentemente satisfechos con la respuesta, y la idea de que aquellos tres forasteros eran hermanos o primos, se despidieron y se alejaron. Desaparecieron entre los caminos y el polvo que levantaba el carro y los caballos que tiraban de este. A los pocos minutos ya no se escuchaba tampoco el trote de los animales.
—¿Y ahora qué? —preguntó Skie mirando a los dos adultos.
—No veo a ninguno de los nuestros por aquí, así que imagino que somos los primeros —observó Nathan.
—Separémonos y echemos un vistazo por la aldea y alrededores —dijo Mark—. Nos reuniremos de nuevo aquí en un rato. Con suerte ya habrán llegado los demás también.
—¿Separarnos de Skie? No lo veo claro.
Nathan dudó mirando a la chica, esta al contrario que él parecía mucho más segura del plan. Mark apoyó su mano en el hombro de su ayudante y le sonrió tratando de transmitirle seguridad.
Nathan suspiró dándose por vencido, eran dos conta uno. Además uno de ellos era su jefe y la otra la princesa del reino.
—Ve con mucho cuidado —advirtió el de coleta.
Skie sonrió ampliamente sabiendo que eso significaba que podría ir sola. Esto era posible gracias a que estaban lo suficientemente a las afueras del reino, allí no habría caballeros y mucho menos valkyrias. En cuanto a los asesinos de los cuervos negros dudaban que andaran por allí. Se movían más por las ciudades con más habitantes, donde sabían que podrían robar y trabajar como sicarios con mayor facilidad.
Skie se centró en visitar con tranquilidad la pequeña aldea. Le pareció un lugar muy bonitos, como los pequeños pueblecitos de los cuentos de hadas.
Había poco más de diez casas, pero también tenían ayuntamiento y hasta una pequeña tienda con lo indispensable. Esta tienda funcionaba como taller también, para que pudieran enviar sus herramientas o muebles a reparar.
Todo lo que rodeaba el pueblo era campo, en algunas partes ya estaban recogiendo la cosecha y en otras apenas estaban creciendo ahora pequeños brotes verdes. Caminó tanto por aquel lugar que por un momento perdió la noción del tiempo y del espacio. Se había alejado más de lo que debía de la aldea al punto de que las zonas de cosecha habían llegado a su fin sin que se diera cuenta.
«Debería volver o Nathan y Mark se preocuparan», pensó al darse cuenta de que el sol estaba también bastante más alto. «Seguro que los demás han llegado ya».
Estaba a punto de dar media vuelta y regresar por el mismo camino, cuando escuchó el sonido del agua fluir. Se asustó pensando que había llegado al río sin darse cuenta, pero al mirar mejor vio que tan solo era un pequeño afluente.
Seguramente más adelante se uniría al Río de Oro, pero allí el agua solo cubría sus tobillos y su anchura era de poco más de un metro y medio. Se acercó mirando su reflejo en la cristalina agua. Se vio tan diferente que por un segundo no se reconoció.
A diferencia de cuando vivía en el castillo su piel estaba ahora menos tersa y más sucia por la falta de tratamientos adecuados. Su pelo estaba más desordenado y su brillo de antaño había desaparecido, aunque por suerte aún se veía bien, y luego estaba el tema de su ropa; una falda marrón que llegaba poco más abajo de sus rodillas, una camiseta de manga larga pero fina en verde pardo y unos zapatos planos también marrones que le facilitaran el caminar por horas.
Ese tipo de vestimenta hubiera sido impensable mientras vivía en el castillo. Tet y Zaphod se habían esforzado por elegir algo que además de práctico fuera bonito. Lo agradecía aunque claramente estaba lejos de ser lo que ella acostumbraba a usar. Aun así le gustaba, obviamente los vestidos del castillos eran más bonitos y elegantes, pero por fin se había desecho del exceso de pomposidad y esos molestos corset que tanto odiaba.
Fue un extraño gorjeo lo que la trajo de vuelta a la realidad y la hizo levantar la cabeza. Miró nerviosa de un lado a otro hasta que encontró de donde provenía.
Era una extraña bestia que nunca había visto antes. Su cabeza y cuerpo eran iguales a los de un felino, concretamente un león, pero sus patas traseras eran más similares a los de una cabra que combinaban con los cuernos que el animal tenía en la cabeza. Y como si eso no fuera ya suficiente, donde debería estar la cola había en su lugar una cabeza de serpiente que parecía moverse por voluntad propia.
Se asustó. Mucho más que cuando Cinquedea la encarceló o esos asesinos trataron de secuestrarla. Porque a diferencia de aquellas veces, donde lo que la aterraba era lo que pasaría después, en esta ocasión sabía con certeza que si esa cosa se acercaba más no habría un después. Era ese hecho lo que hizo que sus piernas temblaran.
La cabeza de serpiente la vio primero, y con un siseo amenazante advirtió al león. En su mirada vio que la había elegido como su presa y eso la llevaría a ser devorada. El miedo por un futuro incierto no era nada en comparación con el miedo a saber que podía morir.
Cuando la bestia dio un paso hacia ella no se lo pensó dos veces antes de echar a correr por el camino de vuelta. No sabía si eso sería peor o no, su mente estaba paralizada y su cuerpo se movía por sí solo. Esa debía ser una de las tantas especies de bestias que se ocultaban en los Valles de Oxia. Ese ser no debería de estar tan lejos del río y a la vez tan cerca de la aldea, se suponía que jamás cruzaban al otro lado.
No pudo correr por mucho tiempo más pues algo golpeó su pierna haciéndola caer y rodar por el suelo. Sintió el ardor en la zona que había recibido el golpe, pero no se paró a mirar porque la bestia estaba casi a su lado y seguía acercándose.
Fue ahí que recordó que aún llevaba encima la daga que Enver le había dado durante sus entrenamientos todos esos días. No creía estar preparada para saber usarla aún a la perfección pero ya no quedaba de otra. Cuando el animal se abalanzó hacia ella con un rugido, aprovechó que aún estaba en el suelo para rodar a un lado esquivando el zarpazo, y sin siquiera reincorporarse, por miedo a que durante ese tiempo volviera a atacar, Skie le clavó la daga en la pata delantera izquierda.
El animal soltó un alarido de dolor y retrocedió con la pata ensangrentada. El ataque más que asustarlo lo enfureció aún más. Skie se levantó a toda prisa manteniendo la daga ahora sujeta fuerte con las dos manos y apuntando a depredador.
El híbrido volvió a avalanzarse una vez más hacia ella, con la mirada decidida volvió a alzar la daga, pero antes de que pudiera hacer nada una espada llegó desde su espalda impactando en el abdomen del animal que volvió a soltar un rugido de dolor. Skie retrocedió sorprendida viendo como otra persona llegaba velozmente y le asestaba puñaladas certeras en patas y cuello.
La bestia al final cayó entre un charco de sangre al suelo y Syo se quedó mirándola con gesto severo. Skie después sintió unos brazos rodeándola y alejándola de ahí.
—¡Menos mal que llegamos a tiempo! —era Mark quien había tirado de ella.
En su expresión podía notarse el susto que seguramente se había llevado al verla en aquella situación. Fue ahí cuando se sintió culpable, él había confiado en ella y la había dejado ir sola. Mientras que a cambio solo había logrado casi ser comida por un león mitad cabra.
Syo sacó del abdomen del animal muerto la espada, sacudió el filo para quitarle un poco de sangre y se la extendió a Mark, quien la había lanzado para alejarlo de Skie. Dándole así tiempo a él a llegar y acabarlo.
—Una quimera —afirmó—, no sé que hace aquí, al otro lado del río y tan lejos del valle —habló el albino.
Skie notó que ahora esa mirada severa que le lanzó a la quimera recaía en ella. Seguramente él también se asustó por la situación.
—Avisaré al alcalde para que dé parte a los caballeros —dijo Mark—. Ellos se ocuparán de dar una ronda por aquí para controlar a las bestias cuando nosotros ya nos hayamos ido.
Mark soltó a Skie para dejarla respirar y que se tranquilizara después de su pelea. Pero sin la adrenalina del momento y el punto de apoyo que había sido el de banda naranja, el dolor en su pierna la hizo trastabillar.
—Estas herida... —Syo se agachó viendo que tenía un leve arañazo de la quimera en su pantorrilla— No es grave, pero te sangra.
El albino se quitó la chaqueta y la rompió ante la mirada atónita de Skie. Usó los jirones para vendar la herida temporalmente.
—Habrá que curarte mejor esto, por ahora servirá para que al menos no sangre —explicó el chico.
—Gracias —respondió en un susurro la princesa, sintiéndose demasiado culpable como para mirarlo a la cara.
—Volvamos a la aldea, los demás nos están esperando —Mark formó una sonrisa para quitarle tensión a la situación—. ¿Puedes caminar?
Skie dio un par de pasos de prueba. Le dolía un poco, pero era soportable y no quería ser una carga mayor de lo que ya era. Asintió y Mark agrandó su sonrisa.
—Perfecto, vamos entonces.
—¿Qué tan lejos ha podido ir? —preguntó Njord— No hace tanto que os separásteis ¿no?
—Seguro que solo se ha despistado y se ha alejado más de lo normal —aseguró Tet al ver que Nathan a cada minuto que pasaba estaba más preocupado.
Cuando él, Usher y Syo llegaron, se encontraron primero con Mark que les explicó que se habían separado para explorar un poco la aldea y ver si era seguro. No mucho después se reunieron con Nathan que estaba acompañado de los también recién llegados Enver y Zaphod.
Esperaron por un rato, pero Skie no llegaba y eso comenzó a preocupar tanto a Nathan como a Syo. El mayor empezaba a pensar que no debió dejarla ir sola, mientras que la expresión del albino indicaba que estaba enfadado, probablemente con la poca preocupación de los dos mayores al dejarla ir sola.
Al final Mark preguntó a un anciano si había visto a la chica y este asintió indicándole el camino por el que había ido. Así él y Syo se marcharon para buscarla, por si se había despistado, perdido o había tenido algún contratiempo. En ese rato llegaron también a la aldea Terry y Najord encontrándose con todo el percal.
—Mira, ahí están —señaló Enver.
En efecto los tres regresaban por el camino a paso tranquilo. Nathan fue el primero en darse cuenta de que algo no iba bien y cuando vio que Skie traía una pierna vendada supo con certeza que algo había sucedido.
—¿Qué le ha pasado? ¿Por qué tiene la pierna vendada?
—Tranquilo, está bien —aseguró Mark tratando de tranquilizar a Swift en vano—. La atacó una quimera en el camino de vuelta, pero Syo se ocupó de ella a tiempo.
—¡¿Cómo?!
Si Nathan ya estaba nervioso antes ahora parecía que se desmayaría en cualquier momento.
—¿Una quimera? —preguntó Njord— Pero eso es imposible, las bestias nunca cruzan el Río de Oro y mucho menos se alejan tanto de él.
—Pues está muerta en mitad del camino, por si quieres ir a verla por tí mismo —señaló Syo.
—Voy a avisar al alcalde para que de parte a los caballeros, atended mientras la herida de Skie, por favor —pidió Mark alejándose en dirección al ayuntamiento.
—Aquí tengo algunos ungüentos y agua para limpiar la herida, déjame ver —Tet fue el primero en atender la demanda del castaño.
Usher miró en silencio a su ayudante mientras limpiaba la herida de Skie, Enver se unió a él indicándole como debía hacerlo adecuadamente para que no se infectara y empeorara después. El azabache vio por el rabillo del ojo como Syo tensaba la mandíbula y apretaba los puños. Podía sentir su frustración desde ahí, prefirió no decir nada al respecto temiendo recibir un bufido por su parte. Era mejor esperar a que se le pasara el enfado primero.
Mark volvió pocos minutos después y Skie ya estaba lista para emprender el camino de nuevo. Con la herida limpia y el ungüento echado ya le dolía bastante menos, solo sentía un leve escozor que poco a poco desaparecería.
—Bien, vayámonos, aún tenemos un largo día de camino hasta el templo del oráculo —dijo Mark.
—¿Qué te ha dicho el alcalde? —preguntó Enver.
—Va a enviar una paloma a la guardia real para avisar de lo sucedido.
—¿No podría eso exponernos? —preguntó preocupado Tet.
—No te preocupes, en la carta dice que unos forasteros que estaban de paso descubrieron la quimera por casualidad. Además mientras que la paloma llega a la capital y los caballeros aquí pasaran días, casi semanas, y nosotros estaremos ya bien lejos, llegando a la sede del gremio con suerte.
Tet y Enver asintieron satisfechos con el resultado. Lo último que necesitaban es que los pillaran y arrestaran ahora que habían llegado tan lejos.
Sin añadir nada más el grupo emprendió el camino hasta el Río de Oro. Como Mark había mencionado previamente, tardaron poco menos de medio día en llegar. Cuando vieron el enorme río y los verdes Valles de Oxia tras él, se alegraron de por fin haber llegado a su destino. Pero no bajó la dificultad de la aventura al llegar allí, de echo ahora empezaba.
Para empezar debían encontrar una forma de cruzar el río de más de dos metros de profundidad y dos metros y medio o tres de ancho. Como nadie iba nunca allí y tampoco había ningún motivo para querer cruzar al otro lado, no había puentes ni barcas. Ademas luego estaba el punto de las bestias que había en los valles, la quimera de antes no era nada en comparación con lo que podían encontrarse allí.
Se separaron para buscar algún lugar por el que poder cruzar o algo que les ayudara a hacerlo. Fue Njord el primero en avisarles de que gracias a unas enormes rocas que había río arriba el cauce del río se estrechaba, así podrían cruzar de un solo salto.
Así que allí que fueron todos.
—Bueno es cierto que aquí el río es más pequeño... —admitió reticente Tet— Pero siguen siendo casi dos metros de largo. Yo no sé vosotros pero yo capaz y caigo justo en medio del río.
—En el peor de los casos te sacaremos de ahí con alguna rama —se burló Terry.
—Dejadlo ya —advirtió Nathan—. Es lo mejor que tenemos, aprovechemoslo.
—¿Y Skie qué? —preguntó Zaphod— Con esa herida no va a poder saltar tanto.
—Yo me ocupo de eso —aseguró Mark.
El primero en saltar al otro lado, tomando carrerilla, fue Nathan. Llegó tan fácilmente que eso le dio más seguridad a todos los demás.
El siguiente en cruzar fue Enver, quien recibió a Zaphod al otro lado y entre los dos agarraron a Tet, que había resbalado al llegar al otro lado del río y estuvo apunto de caer de espaldas dentro. Terry se rió del chico, Aqua se limitó a fulminarlo con la mirada.
El siguiente en saltar fue Usher, seguido de Njord y Terry. Como si fuera el karma el albino también estuvo a punto de caer dentro del río, lo hubiera hecho de no ser por los reflejos de Njord que le agarró del brazo y tiró de él.
—¿Seguro que puedes saltar así? —preguntó Syo viendo como Mark subía a Skie a su espalda— Podemos tratar de buscar un tronco o algo para que lo use como puente.
—Perderíamos mucho tiempo. Así está bien.
Syo miró a Mark unos segundos en silencio. Saltó sin decir nada más llegando sobrado a la otra orilla.
—Bien Mark, ahora vosotros, ten mucho cuidado —pidió Nathan.
A pesar de su petición el peliazul no parecía preocupado. Tenía máxima confianza en que el cazador iba a llegar junto a ellos sin problema, y así pasó. Tomó distancia, corrió hacia el río y apoyando un primer píe en la piedra dio un gran salto con el que llegó sin problemas junto a sus compañeros, era como si Skie ni siquiera estuviera en su espalda.
—Por algo es el jefe del gremio —dijo Enver encogiéndose de hombros cuando Syo miró sorprendido la escena.
—Me imagino que en el mapa no vendrá la ubicación del Templo de la Luna... —dijo Riker y Tet negó.
—No os preocupéis, mi abuelo me hizo un pequeño croquis con unas indicaciones de como llegar —Mark rebuscó entre los bolsillos interiores de su chaqueta hasta sacar un trozo de papel que desdobló y enseñó a sus compañeros— ¡Tadá!
—¿Qué es eso? —preguntó frunciendo el ceño Terry.
—¿Eso es un mapa? —se unió a las preguntas Enver.
—Solo son garabatos sin sentido —sentenció Syo.
Mark se escandalizó ante las palabras de los chicos y llevó el mapa hacia su pecho exagerando una mueca de dolor, cimo si una flecha hubiera atravesado su corazón.
—Lo siento Mark, pero ellos tienen razón esta vez —le dio unas palmadas de apoyo Nathan—. Tu abuelo no tiene la mejor letra y tampoco hace los mejores dibujos.
—Pues yo sí lo entiendo... —se quejó por lo bajo.
—Perfecto, guíanos tú entonces —dijo sin más Njord.
—Yo iré haciendo otro mapa a medida que avancemos, por si tenemos que volver —propuso Tet y todos estuvieron de acuerdo.
Definitivamente en cuanto a cartografía Aqua era un millón de veces mejor que David Evans.
Caminaron por un buen rato subiendo y bajando colinas. Solo pararon en un par de ocasiones para descansar un poco los pies y beber agua, luego seguían sin más. A Skie seguía molestándole la herida hecha por la quimera, mucho menos que cuando estaba recién hecha, por supuesto, pero estar caminando sin parar por medio del campo no la ayudaba a mejorar
En el camino les salió algún que otro lobo más grande de lo común e incluso un nuevo par de quimeras algo diferentes a la que atacó a Skie. Ambas mantenían el cuerpo y cabeza de león, pero una tenía las patas de un águila y las alas a conjunto en el lomo, con una cola enorme de escorpión.
Fue mucho más complicada de vencer que la que les atacó en el camino de la aldea ya que volaba, por no contar con que si te picaba estabas jodido. En cuanto a la otra tenía patas de lagarto y cola igual, su piel era más dura ya que el pelaje de felino se mezclaba con escamas verdes y azuladas que la protegían.
El sol ya estaba casi desapareciendo en el horizonte cuando al fin encontraron un templo. Era el único que habían visto en horas, estaba donde indicaba el mapa hecho por el abuelo de Mark y encima de la entrada tenían pintadas en orden las fases de la luna. Solo le faltaba un cartel que dijera: Templo de la Luna pasen y vean al oráculo a la vez que huyen de las bestias del valle.
—Menos mal que ya lo hemos encontrado, Skie casi no podía andar ya —comentó Syo ayudando a la chica a sentarse en una roca para que descansara un poco.
—No os preocupéis por mí, dadme un par de minutos y podemos seguir —aseguró.
—Mientras voy a echar un vistazo abajo —dijo Enver acercándose al camino que descendía para ir hasta el templo.
El lugar estaba muy tranquilo, tal vez demasiado. No se habían encontrado con ninguna bestia desde hacía un buen rato, como si a medida que se acercaban al templo temieran seguirlos. Enver mantuvo la espada en su mano todo el tiempo por si algo o alguien lo atacaba de repente.
Inspeccionó todos los alrededores alerta, frente al templo y detrás de este, incluso llegó a asomarse por la puerta. No logró ver demasiado pues solo había dos antorchas iluminando la entrada y los pasillos del interior estaban totalmente a oscuras. Afinó el oído por si escuchaba algún sonido procedente del interior, pero nada, ni el triste sonido del viento.
Cuando creyó que estaba despejado y no había peligros al acecho regresó junto a sus amigos. Skie ya estaba mucho más repuesta y lista para continuar el camino.
—¿Todo bien ahí abajo? ¿Has visto algo? —preguntó Mark y Enver negó.
—Hay un silencio total e inquietante en el templo, más allá de eso no he visto o notado nada raro.
El castaño asintió encabezando él esta vez la marcha. Como le había pasado a Mirzayeva, debido a la oscuridad del interior, que se sumaba a que el sol se escondía también, y la poca iluminación que proporcionaban las antorchas, no lograban ver más allá de algunos metros por el interior del pasillo.
—Mirad, podemos cogerlas —señaló Tet agarrando una de las dos antorchas de la entrada.
Parecía que no formaban parte de la pared, solo estaban en un soporte del que se podían sacar. Njord siguió a Tet agarrando la otra antorcha, y ahora sí con algo más de luz, se internaron por el oscuro pasillo.
—Este lugar da escalofríos —dijo Tet agarrándose del brazo de Usher.
—No te pegues tanto, vas a quemarme con la antorcha —se quejó Sena al ver la excesiva cercanía de la llama a su ropa.
—Dame eso —le arrebató Terry la antorcha.
—¡Ey, eso es mío!
—Sssh —los mandó callar entonces Nathan—. ¿Qué ha sido eso?
—¿También lo has escuchado? —preguntó Enver en respuesta.
—¿Que pasa? —por la forma de actuar de ambos chicos Tet se asustó aún más y clavó las uñas en el brazo de su compañero que puso una mueca de dolor.
Antes de que el azabache pudiera regañar a Aqua por lo que había hecho sintió como el suelo desaparecía bajo sus pies. Con un grito y un sonido mecánico todos cayeron a peso por la oscuridad que se abrió bajo ellos.
Nombre: Mark.
Apellido: Evans.
Apodo(s):
El guardián (dado por el gremio).
El cazador legendario (origen desconocido).
Fecha de nacimiento y edad: 22 de agosto, 28 años.
Altura: 1,76 m.
Ocupación: Cazador de brujas.
Rango: Tres estrellas.
Ayudante: Nathan Swift.
Rasgos más característicos: Es el pilar emocional y que mantiene unido y en perfecto equilibrio el gremio de cazadores de brujas. Es optimista y alguien en quien se puede confiar para que cuide tu espalda. Es un poco torpe y despistado a veces.
Arma principal: Espada y escudo.
Arma secundaria: redes de caza.
Campo en el que destaca: Defensa.
Habilidades principales: Le es sencillo localizar y atrapar brujas, siempre se asegura de que no puedan huir. Si él se ocupa de defender una zona o a una persona es casi imposible sobrepasarlo. Consigue que aquellos que trabajan junto a él y lo escuchan nunca se derrumben en batalla y siempre saquen el 120% de ellos.
Debilidades principales: Se centra tanto en animar a los demás y protegerlos que a veces se olvida de sí mismo. No es tan bueno en el ataque directo. Es un pésimo estratega, a pesar de que se le da muy bien analizar al enemigo.
Magia: Barrera de diamante.
Crush: Anteriormente Nathan Swift, en la actualidad es desconocido.
Character Song: Feel invincible —Skillet.
Extras:
—Se sabe que mantuvo una relación amorosa por unos meses con Nathan Swift.
—Su abuelo le heredó el puesto como jefe de gremio después de que se retirara. Por supuesto se hizo una votación para saber si el resto de cazadores estaban de acuerdo con la decisión y ganó el sí por un 97%.
—Posee la marca del sol, lo raro es que nadie más de su familia la tiene.
—Se sabe que durante su juventud, en sus primeros años en el gremio, rechazó a Victoria Vanguard (actual esposa de Suzette Hartland). Pero eso no afecto a la estrecha amistad que mantenía y aún mantienen.
Y dejo este capítulo por aquí, justo en medio de la intriga por qué pasara en el templo del oráculo. Lo sé, soy malévola, que se le va a hacer.
En el siguiente capítulo habrá bastantes revelaciones, o leves menciones, que serán importantes para la trama a largo y medio plazo. Es importante que estéis atentos a los detalles *emoji de ojos*.
Nos vemos de nuevo el jueves que viene, porque como ya avisé por el muro a partir de ahora serán jueves de WitHun.
~Nova/Dreamer ♥
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