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Capítulo 6

Habían pasado varios días desde que salieron del gremio. Lo cierto es que la capital de Altair quedaba bastante retirada de donde habían salido, pero aun así estaba más cerca que los valles a donde el otro grupo había ido. Eso significaba que probablemente ellos regresarían antes.

La capital recibía el nombre de Ciudad Imperial, ese nombre venía de siglos atrás, cuando Altair aún era considerado un imperio como Cyril. Claro que ahora era un reino, pero el nombre ya se había quedado entre los ciudadanos y no contemplaban otro nombre para la capital.

Era una amplia zona llana y de prados que permitió la edificación de amplias casas nobiliarias y de burgueses, además de por supuesto de todas las personas de clase media que vivían allí. Era la ciudad más rica del reino seguida de cerca por Yantra, la ciudad del comercio, y Daria, la ciudad portuaria más importante. Eran los lugares que más llenaban las arcas del rey por los impuestos y riquezas que generaban.

Al fondo de la ciudad, frente a todo aquel mar de casas lujosas, se divisaba el castillo. Construido estratégicamente en la cima de un pequeño monte que hacía que se alzara por encima del resto de casas, mostrándose elegante e imponente. Al oeste de aquella ciudad también estaba el cuartel general de los caballeros reales que servían bajo las ordenes del rey, y el de las valkyrias no estaba mucho más lejos.

Los cazadores que habían acudido hasta allí debían de andar con cuidado y tratar de cubrir sus rostros con las capuchas de las capas que vestían. Personas como Kirk o Skywalk aún no eran tan conocidos, pero Jude y Bai Long eran reconocidos y buscados por la guardia. Ser cazador de brujas estaba penado en aquel reino, y el castigo por serlo si te pillaban no era precisamente leve.

—¿Dónde decías que estaba el libro? —preguntó Bai Long al entrar a la ciudad.

—Debe de estar en la biblioteca que se encuentra en la plaza central —indicó Jude—. Pero a esta hora ya estará cerrada.

—¿Y qué hacemos entonces? —pregunto en esta ocasión Lucas.

—Propongo buscar una posada discreta para pasar la noche, y ya mañana a primera hora ir a echar un vistazo.

—Solo falla el hecho de que aquí no hay posadas discretas, estamos en la capital —indicó el rubio.

Jude agachó un poco más la cabeza al ver pasar frente a ellos a un grupo de caballeros reales. Como aquellos hombres hablaban entre ellos no les prestaron atención, por suerte.

—Metámonos en ese callejón y tratemos de encontrar algo —señaló Jude encaminándose a aquella calle estrecha y oscura.

—Solo espero encontrar algo asequible a mi bolsillo —suspiró Jimmy.

Todo el grupo desvió su camino para seguir a Jude. Justo en ese momento al grupo de caballeros le dio por cambiar su rumbo también pasando por medio del grupo de forasteros, provocando así que Nicola, al tratar de esquivar a uno de ellos, chocara con otro.

—Viajera, ten más cuidado —escuchó que le decía el caballero contra el que chocó.

—Lo siento mucho —dijo tratando de ocultar su rostro de la mirada del más alto.

Vio por el rabillo del ojo como Jimmy y Lucas la miraban atentos a lo lejos por si debían intervenir, por otro lado Jude y Bai Long, junto a sus respectivas ayudantes, tuvieron que ocultarse en el callejón sin esperarla. Eran tan conocidos entre el ejercito de Altair que el simple hecho de permanecer cerca era peligroso para ellos. También notó que Aitor se había quedado al lado de ella, pero permanecía en silencio.

—Cuando hablas con alguien debes dejar ver tu cara —exigió el caballero—. No sé quien te educó, pero aquí en la capital es pura educación hacia aquellos más importantes que tú.

Nicola frunció el ceño. Él tono de aquel caballero era extremadamente prepotente. Ella aún no era tan reconocida como sus compañeros de rangos superiores, pero si que se hablaba de ella más que de compañeros como Kirk, cazadores que aún no alcanzaban rangos con estrellas.

Sintió la mano de Aitor en su espalda tratando de tranquilizarla, si se ponía nerviosa el caballero sospecharía. Tampoco podía negarse a quitarse la capucha, eso serían problemas.

Sintió que el chico comenzaba a impacientarse, eran tres en total, no podía escapar de ninguna manera por lo que solo le quedaba obedecer y rezar porque ninguno de ellos la reconociera. Llevó sus manos al filo de la capucha y la retiró con delicadeza tratando de mostrar una expresión tranquila.

—Siento mucho mi despiste, caballero real —repitió mirándolo ahora a los ojos—. No se volverá a repetir.

Aquel caballero la miró con seriedad, no quiso mirar al resto para no tentar a la suerte y poner más fácil que vieran su rostro. Después de algunos segundos que parecieron horas para la chica el caballero pareció querer decirle algo, pero otra voz a lo lejos los interrumpió.

—Remington, Yale, Beyond —los nombró a los tres otro chico aparentemente mayor que esos tres, y por el tono que usaba era de mayor rango—. Volved al cuartel, pronto toca hacer el cambio de turno.

Los tres asintieron ante la orden del mayor, el de pelo gris más alto de los tres miró a la cazadora una última vez.

—Mejor vayámonos, Rex —dijo su compañero rubio alejándose junto al de pelo negro.

El caballero que había estado molestado a la chica desde hacía ya un rato, y que parecía llamarse Rex, desvió la mirada siguiendo al fin a sus compañeros. Nicola solo quería gritarle cuatro cosas bien dichas por aquellas miradas de superioridad que no dejaba de lanzarle. Sabía que los caballeros eran desagradables pero aquel tipo se llevaba la palma.

Nicola supo que aún no podía relajarse pues vio al cuarto caballero acercarse a ella. Este era de mayor rango que los tres anteriores y se lo veía mucho más serio, tragó saliva temiéndose lo peor. Pero al llegar junto a ella sonrió cálidamente.

—¿Está bien señorita? —preguntó.

Nikko asintió aún sin entender la situación. Aquel caballero estaba siendo amable con ella y eso le generaba desconfianza. No se fiaba de él del todo por muy agradable y atento que quisiera aparentar ser.

—Siento mucho el comportamiento de mis compañeros, tienen un orgullo demasiado problemático —dijo mirando por un segundo la dirección por donde aquellos tres se habían marchado.

Ahora que lo miraba de cerca aquel chico tenía el pelo corto y de un todo azulado tan oscuro que se confundía con negro. A diferencia de los otros guardias sus ojos marrones reflejaban amabilidad, lo que hizo que Nikko dejara de estar tanto a la defensiva, después de todo ella decía que los ojos eran el reflejo del alma ¿no? Y un detalle que llamaba la atención de aquel chico era aquel lunar que tenía debajo de el labio, que admitía lo hacía lucir bastante atractivo.

—Prometo que no volverán a molestarla, que tenga una buena noche —se despidió con otra sonrisa.

—Igualmente, muchas gracias —terminó de despedirse la pelirroja.

Cuando se aseguró de que el guardia estaba lo suficientemente lejos como para no prestarle atención se giró hacia su ayudante. Tenía el corazón en un puño, por un momento ya se había visto en los calabozos.

—¿Estás bien? —le preguntó Aitor.

—Sí, démonos prisa en reunirnos con los demás.

El chico asintió y juntos aceleraron el paso hasta alcanzar a Jimmy y Lucas, quienes los guiaron hasta donde se ocultaban los otros cuatro compañeros.

—¿Qué ha pasado? —se acercó Evelyn preocupada por la cazadora.

Evelyn Edevane era la ayudante de Bai Long, una chica rubia de pelo largo y ojos azules intensos. Ella era atenta con todos y se preocupaba mucho por los de su alrededor, no era de extrañar que fuera la primera en acudir a ver como se encontraba su compañera.

—Solo un encontronazo con un caballero desagradable —dijo cruzándose de brazos.

Se había quedado con las ganas de contestarle a esos comentarios afilados con otros peores. Que fuera parte de la guardia real no le daba el derecho a ir de chulo molestando al resto de personas, menos mal que el otro caballero había intervenido, sino no la hubiera contado.

—Por favor, andad con mucho cuidado, como nos pillen tendremos muchos problemas —pidió Jude.

—De todas formas será mejor apresurarnos en ir a la posada, no vaya a ser que los caballeros decidan venir a buscarla —indicó Lucas señalando con el pulgar a la pelirroja.

—He visto una posada a la vuelta de la esquina —señaló Bai Long—. Seguro que nos podremos quedar allí. Es un lugar tranquilo y no muy llamativo, justo lo que queríamos.

El grupo caminó por el callejón hasta divisar el edificio de piedra al girar en la primer esquina que encontraron. Era un sitio sobrio en comparación con el resto de lugares de la capital. En la Ciudad Imperial tanto las posadas, como restaurante o tiendas tenían carteles llamativos y estaban en zonas o calles muy concurridas para estar bien a la vista. Era como si aquella posada no quisiera que la encontraran.

Entraron encontrándose con una recepción vacía, no se escuchaba ni a una sola persona cerca. Jude caminó hasta la mesa con el libro de registros y tras la cual había un tablón colgado en la pared con las llaves de las habitaciones. Sobre la mesa había una campana que el de rastras agarró e hizo sonar.

Por el eco del edificio las campanadas se escucharon mucho más fuertes de lo que se pudo esperar. Dejó la campana sobre la mesa después de eso y ni dos minutos después un hombre se asomó a la entrada.

—Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarlos? —preguntó en lo que se colocaba tras el mostrador.

—¿Tiene habitaciones libres? —preguntó Jude.

—¿Sois ocho? Lo siento pero solo me quedan tres habitaciones dobles libres —dijo el hombre.

La verdad es que resultaba sorprendente que aquella posada estuviese tan llena. No daba la impresión de que así fuera, parecía más una posada fantasma.

—Nosotras podemos compartir una habitación —dijo Neferet a Jude refiriéndose a ella, Evelyn y Nicola.

—Y nosotros podemos dividirnos, dos en una habitación y tres en otra —indicó Bai Long.

—Que Jimmy y Lucas compartan ya que trabajan juntos y nosotros nos apañamos con la otra —añadió Aitor a la propuesta de Bai Long.

—Pues nos las quedamos entonces —aceptó Jude.

—Son tres monedas de bronce la noche —dijo el hombre cogiendo las tres llaves y extendiéndoselas al mayor—. Por persona —aclaró al ver que Jude le entregaba tan solo tres monedas por la habitación que él, Bai Long y Aitor ocupaban.

—¡Pero si las habitaciones son de dos personas! —se quejó Nicola al escuchar eso— Eso es demasiado para una sola noche.

—Si no les gusta siempre pueden irse a otro lugar —frunció el ceño el hombre echando la mano hacia atrás con las llaves.

Antes de que ninguno de ellos pudiera reprocharle el precio Jude dejó una moneda de oro sobre la mesa.

—Eso debería bastar para cubrir lo de todos.

El hombre la miró con sorpresa y con una sonrisa satisfecha al fin les dio las llaves.

—Segunda planta habitaciones seis, ocho y nueve —indicó mientras cogía la moneda y la guardaba con el resto de la recaudación del día.

Jude agradeció la indicación y se dirigió a las escaleras. Los demás lo siguieron, aunque Nicola y Bai Long a regañadientes, se sentían estafados por ese tipo.

—Le has dado mucho más de lo que pedía —dijo Nicola.

—Y más de lo que merecía ese estafador —se quejó Bai Long.

Y es que diez monedas de bronce hacía una de plata, y veinte de plata hacía una de oro. Definitivamente las cuentas no salían. Le había pagado como si fueran a estar más noches allí, pero si todo salía como tenían planeado mañana mismo se irían de allí.

—Da igual, lo importante es que hemos encontrado un sitio donde pasar la noche, volver a salir con los caballeros de la guardia dando vueltas era demasiado peligroso —se limitó a decir—. Además así ya tendremos las habitaciones pagadas en caso de que debamos quedarnos un día más. Nunca se sabe.

Las habitaciones eran pequeñas incluso para dos personas, así que para las tres que iban a dormir en dos de ellas ya ni hablar. Meterse todos ellos en la habitación de Jude para tener una reunión fue complicado, lo lograron tras varias maniobras de mover algunos muebles. Era importante que acordaran lo que harían al día siguiente antes de retirarse a dormir.

Jude extendió el mapa en el suelo y señaló con el dedo el edificio que se suponía era la biblioteca de la ciudad. Era mucho más grande que cualquier otro edificio que hubieran visto nunca, solo el castillo y la catedral le ganaban en tamaño.

—Aquí se supone que está el libro. Mañana iremos a echar un vistazo, no podemos ir todos o llamaremos demasiado la atención, así que cuatro de nosotros entraremos y los otros cuatro montarán guardia en los alrededores para entrar a avisar si hubiera algún problema —explicó Jude.

—¡Me pido fuera! —se apresuró a alzar la mano Aitor— Odio las bibliotecas, siempre hay alguien pesado que te manda callar por el mínimo sonido que hagas, me ponen de los nervios.

—Pues esperaremos fuera, a mí me da igual —se encogió de hombros Nicola.

—Nos quedaremos con ellos —señaló Jimmy y Lucas asintió a lo dicho por el de coleta.

—Pues en ese caso Bai Long, Evelyn, Neferet y yo nos encargaremos de buscar el libro.

—Mencionaste que estaba protegido o algo así ¿no? —preguntó Evelyn.

—En principio se supone que el libro tiene asignado un guardián, alguien que se encarga de asegurarse que está a salvo y no cae en las manos equivocadas —explicó Jude—. Ni siquiera la guardia real o el mismísimo rey sabrían encontrarlo.

—¿Y cómo es que tú sí lo sabes? —preguntó Aitor.

—Tengo mis fuentes —dijo sin darle mayor importancia—. Aunque eso no significa que nos resulte fácil cogerlo, si el guardián considera que no somos dignos de él ya podemos olvidarnos de conseguirlo.



















La biblioteca era mucho más grande en su interior de lo que pudieron imaginarse, incluso Jude estaba impresionado, y es que ninguno de ellos había entrado allí nunca. A penas y habían pisado una o dos veces la capital en toda su vida.

Miraran donde miraran veían gigantescas estanterías llenas de libros, donde incluso necesitaban escaleras para llegar a las baldas más altas. Aquellos muebles podían medir perfectamente entre seis y ocho metros de alto y una sola estantería podía tener dos o tres de ancho. Incluso era difícil ver la pared del edificio pues estaban cubiertas por más estanterías, había hasta una segunda planta que se podía ver desde abajo gracias al hueco entre planta y planta que había en el centro del lugar. El techo se veía increíblemente alto con ese tipo de construcción.

—¿Y se supone que aquí tenemos que buscar el libro? —preguntó Bai Long.

—Va a ser como buscar una aguja en un pajar —dijo Evelyn.

—No, va a ser como buscar una aguja concreta en un montón de ellas —suspiró Neferet.

—Dividámonos —dijo Jude—. Neferet y yo revisaremos la planta de abajo, Bai Long, tú y Evelyn iros a la de arriba.

Y así se hizo. A pesar de ello la biblioteca seguía siendo inmensa para revisar libro por libro entre solo cuatro personas, ¿deberían de haber pasado de lo de ser discretos y que el grupo que vigilaba fuera también ayudara a buscar?

Aunque los pasillos estaban divididos por secciones, libros de historia, de geografía, cuentos infantiles, novelas entre otros, no tenían ni idea de donde podría encontrarse un libro como el que buscaban. Además teniendo en cuenta el importante contenido seguro que no estaba ahí a la vista de todos.

Neferet suspiró tras terminar de revisar la tercera estantería completa, tenían que llevar ya varias horas allí y aun así no había mirado ni la mitad del enorme lugar. Estaba cansada de subir y bajar la escalera y de coger y volver a dejar libros. Lo peor es que ni siquiera sabían que aspecto tenía el Libro del Origen, así que no se podían guiar por las tapas o el título, debían abrirlos y ojearlos un poco.

Además a Neferet aquel plan no le terminaba de cuadrar, ¿de verdad un libro así de importante estaría ahí, a plena vista? ¿No se suponía que un guardián lo cuidaba? Era verdad que esconder un libro entre miles de ellos era un buen plan para que fuera difícil de encontrar, pero había algo que no estaba bien con esa idea.

—Señorita, ¿puedo ayudarla en algo?

Collin salió de su concentración en los libros, miró hacia abajo para ver quien le hablaba al estar subida en la escalera casi arriba del todo. Vio a una señora baja y de edad avanzada sonriéndole. Le parecían una señora adorable pues cuando formaba una sonrisa las arruguitas tapaban un poco sus ojos.

La rubia bajó con cuidado por las escaleras hasta estar frente a la mujer que apenas le llegaba a la altura del pecho, era incluso más pequeña de lo que pensó. Su pelo corto y cardado era de un rubio muy pálido entre el que se disimulaban las canas que ya asomaban, era además decorado con un pequeño pasador en forma de corazón. Sus ojos eran pequeños y oscuros la miraban con amabilidad, su aspecto hacía que Neferet se sintiera cómoda a su lado.

—Ah bueno, en realidad no lo sé —titubeó, no podía decirle a aquella señora como si nada que buscaba un libro que tenía cientos de años para matar brujas—. Estoy buscando un libro pero no sé por donde puede estar.

—Entonces soy la indicada para ayudarte jovencita —dijo la señora—. Soy Bobine Apple, la bibliotecaria y encargada de este lugar.

Vale, eso era de ayuda si buscabas un libro normal y corriente. Seguía con el mismo problema que al inició, no podía contarle cual era el libro que ella realmente buscaba. ¿Qué hacía ahora? No podía contestar que no se preocupara, que ya lo encontraría ella, eso sonaría extraño. Sería mejor decir un libro al azar y simplemente ir a por él revisando discretamente por el camino. Pero eso significaba que al encontrar el falso libro tendría que marcharse de la biblioteca, no tendría sentido que siguiera buscando si ya había encontrado el que supuestamente quería.

—¿Entonces? —insistió la mujer— ¿Qué libro buscas?

Bueno da igual, aunque ella se tuviera que ir Jude y el resto seguirían buscando, una vez fuera de la biblioteca cambiaría su puesto con Nicola, Jimmy o cualquiera de los demás.

—Pues uno de... historia, historia sobre el reino de Altair, cuanto más antiguo mejor.

Ya que ese sería el último libro que podría mirar por lo menos que se asemejara un poco a lo que estaban buscando. Aunque dudaba tener la suerte de que justo le indicara el que ella quería de verdad.

Bobine se quedó por unos segundos mirándola fijamente manteniendo su sonrisa, sentía como si la estuviera examinando. Luego miró hacia el fondo del pasillo en el que estaban y señaló con su dedo.

—Lo que tu buscas debería de estar en la sección de historia antigua, creo recordar que hay un libro que transcribieron hace poco, pero que cuya información tiene más de trescientos años. Puede que te sirva —dijo.

Neferet miró donde Bobine señalaba y se topó con una estantería que como todas las demás estaba repleta de libros. La única diferencia con el resto es que los libros parecían mucho más viejos.

—Muchas gracias, voy a mirarlo —contestó dedicándole una sonrisa en agradecimiento.

Bobine se la devolvió y solo se quedo mirándola un poco mientras se fue hacia la estantería del fondo.

A la chica le dio la sensación de que esa parte de la biblioteca estaba mucho más desierta que el resto, cuando ellos llegaron no había mucha gente, pero es que en ese punto directamente no veía a nadie. Giró la cabeza para saber si Bobine seguía por aquel pasillo, pero tampoco estaba. Al menos podría revisar toda aquella estantería con tranquilidad, cogería el libro más interesante que encontrara y se lo llevaría, aunque no fuera lo que buscaban.

Sacó libro a libro todos los que había mirándolos por unos segundos, luego volvía a colocarlos en su sitio con cuidado. Notó que las tapas estaban más pálidas y desgastadas que las del resto y las hojas estaban amarillentas por el paso del tiempo. Le daba miedo romper alguno sin querer así que había tenido que ir más lento para no causar un estropicio al manipularlos.

—Neferet.

Se asustó al escuchar la voz llamándola tan repentinamente y a la vez tan cerca. Casi se le cayó el libro que tenía en ese momento en las manos, menos mal que pudo agarrarlo a tiempo.

—Jude —suspiró al verlo abajo—. Me asustaste.

—Perdona, te llevaba buscando un rato, te has metido en un rincón bien escondido.

—Sí, es que la verdad tengo un problema.

Neferet le contó la conversación con la bibliotecaria, y cómo para no levantar sospechas tendría que coger un libro cualquiera después de revisar esa estantería y marcharse. También le contó su idea de que alguno de los que vigilaban fuera entraran en su lugar para que siguieran siendo cuatro los que buscaran el libro.

—Es un problema —reflexionó el de gafas—. Aun así no creo que seguir revisando libro por libro sea la solución, tardaríamos días y ni siquiera sabemos si lo encontraríamos así.

—Había un guardián del libro ¿no? Quizá si lo buscamos a él directamente podamos pedirle que nos lo dé.

—Tendríamos el mismo problema, no sabemos quién es el guardián, ni si está aquí ahora. Además no podemos preguntarle a cada persona que veamos sin estar seguros.

Sharp tenía razón, estaban en un callejón sin salida y no podían regresar sin ese libro, era muy importante. Esperaba que al menos al grupo que estaba por ir a ver al oráculo le estuviera yendo mejor que a ellos.

Neferet cogió un nuevo libro en lo que Jude estaba aún pensando en lo que hacer abajo. Ya que estaba revisando esa estantería terminaría de hacerlo mientras pensaban en otra solución, lo que pasaba era que el libro no quería salir. Frunció el ceño confundida y volvió a tirar de él, Jude se centro en ella al ver que se movía mucho sobre aquellas escaleras.

—Neferet ¿todo bien?

—Es este libro, creó que se quedó atascado.

—¿Atascado?

La chica ya cansada y enfadada dio un nuevo tirón bastante fuerte, perdiendo así el equilibrio y tambaleándose en lo alto de la escalera. Intentando no caer se agarró del libro y este, para su mala suerte, esta vez sí se movió de una manera extraña. El libro no salió entero de su lugar, pero al estar de la parte superior este se inclinó hacia delante. Jude se puso debajo de ella rápidamente y la cogió cuando perdió el equilibrio, por suerte no se había hecho nada.

—¿Estás bien? —le preguntó por el susto que ambos se habían llevado.

Collin no pudo contestar pues un sonido mecánico llamó la atención de ambos. No podían creérselo cuando la estantería frente a ellos se comenzó a mover dejando ver unas escaleras que descendía tras ella. Se miraron mutuamente sorprendidos y en cuanto Jude dejó en el suelo a la rubia ambos se acercaron a ver.

—¿Qué has tocado? —preguntó Jude.

—Si te digo la verdad; no estoy segura.

Se adentró un par de pasos en aquel nuevo camino, eran unas escaleras en forma de caracol que a saber hasta donde bajaban. Estaba además bastante oscuro pues el camino solo era iluminado por la luz que la puerta dejaba pasar.

—Puede que esto sea lo que buscamos —dijo Jude—. Tú espera aquí, voy a buscar a Bai Long y Evelyn.

Neferet asintió aún sorprendida por aquel descubrimiento. Jude se giró para ir en busca de sus dos compañeros, pero nada más hacerlo el sonido mecánico se repitió y al mirar de nuevo hacia el pasadizo la estantería estaba cerrando el camino.

—¡Neferet! —la llamó al ver que ella seguía dentro algunos escalones más abajo.

Aunque los dos quisieron reaccionar ninguno llegó antes de que la puerta se cerrara por completo, dejando a Jude en la biblioteca y a Neferet dentro del, ahora completamente oscuro, pasadizo secreto.

La chica golpeó nerviosa lo que se suponía que era la parte trasera de la estantería sin escuchar nada al otro lado. No recibía respuesta de Jude y ni sabía si la estaba escuchando a ella tampoco. La oscuridad en aquel pequeño hueco era total, no podía ver absolutamente nada y eso incluía las escaleras para poder bajar. Era peligroso descender sin ver donde pisaba, así que no podía moverse de donde estaba, solo esperar a ver si Jude lograba volver a abrir aquella puerta.

Eso fue al menos hasta que de un momento a otro, y poco a poco, se hizo la luz. No se había dado cuenta hasta ese momento que por la pared de la izquierda había antorchas colocadas que se habían encendido solas una a una. Ahora ya veía el camino, pero seguía dubitativa sobre lo que hacer.

Aunque aquel camino no le daba confianza, ahora que había llegado tan lejos no iba a pararse por miedo. En los años que llevaba trabajando para los cazadores de brujas había vivido cosas mucho peores que solo quedarse encerrada en un pasadizo dentro de una biblioteca. Seguro que Jude lograba volver a abrir la puerta, confiaba en él, era inteligente, por eso solo se adelantaría un poco para inspeccionar en lo que llegaban.

Bajó todas esas escaleras con cuidado, había muchísimas y estuvo bajando en círculos por varios minutos. Cuando llegó al fin abajo solo había un angosto pasillo iluminado por las antorchas y cuyo final apenas podía vislumbrar. Creía ver una puerta de madera al final de este, pero estaba tan lejos que no estaba segura.

Se giró para mirar las escaleras, aún no había escuchado el sonido mecánico de a puerta al abrirse. En ese caso aún podía adelantarse un poco más, no parecía haber peligros por allí de todas formas.

Caminó estando alerta y fijándose bien donde pisaba. Recordaba una misión que hizo con Jude un año atrás en unas antiguas ruinas. Una zona de Altair donde se conservaban aún restos de las antiguas civilizaciones. Al entrar en una de las construcciones, en busca de una bruja que decían haber visto ocultarse por allí, activaron varias trampas sin querer hasta que se acostumbraron a aquel lugar. Fue horrible y estuvieron a punto de recibir un flechazo varias veces.

Aquel pasillo le recordaba mucho a los que había en las ruinas, y no estaba dispuesta a cometer el mismo error dos veces.

Llegó al final del pasillo un rato después y en efecto lo que había era una puerta de madera. Ya estaba muy lejos como para escuchar la estantería abrirse si es que la habían logrado abrir, pero no se veía de todas formas a nadie por el pasillo, o se escuchaban las voces de sus compañeros.

«Jude ven pronto» era en lo único en lo que podía pensar. Tragó saliva y miró la nueva puerta frente a ella. Esperaba que tuviera algún tipo de mecanismo secreto como la estantería de la biblioteca, pero para su sorpresa se abrió con tan solo girar el pomo.

Tomó una gran bocanada de aire consiguiendo valor para abrirla del todo y entrar. Una vez dentro lo primero que hizo fue mirar detenidamente todo lo que había allí. Parecía un estudio, había más estanterías con libros, pero estas mucho más pequeñas que las de la biblioteca. También había varias mesas con un montón de planos, mapas y pergaminos en ellas, tanto extendidos como enrollados y colocados en montones.

Lo último que notó fue una chimenea al fondo de la habitación que daba algo más de luz junto a un par de antorchas en puntos estratégicos de la sala. Además el fuego le daba calidez al lugar, porque al ser de piedra, estar bajo tierra y encima a oscuras la mayor parte del tiempo tenía pinta de hacer frío si no fuera por la chimenea.

—Bienvenida, veo que has encontrado la entrada.

Ante aquella segunda voz a Neferet casi le dio un infarto. De un pequeño salto por el susto miró en la dirección en la que vino la voz y vio para su sorpresa a la bibliotecaria, Bobine Apple. La mujer mayor rió al ver la expresión de completa confusión de la rubia y se acercó a ella con lentitud para no asustarla más.

—Usted es...

—La encargada de la biblioteca, sí —habló manteniendo la cálida sonrisa que ya era parte de aquella señora—. Y también soy la guardiana de los libros prohibidos.

—¿Libros prohibidos?

Bobine asintió y antes de que Neferet pudiera preguntar algo más escucharon una voz que la llamaba desde el pasillo. Reconoció la voz, era Jude, los pasos acelerados se escuchaban cada vez más cerca hasta que la puerta se abrió de golpe.

En efecto como ya había notado vio al de rastas asomarse por la puerta, en cuanto la vio de pie frente a la anciana se acercó a ella con velocidad.

—Por dios que susto, ¿estás bien? Me temí lo peor cuando la estantería se cerró de golpe.

—Estoy bien , no te preocupes —aseguró.

Detrás de Sharp entraron también Bai Long y Evelyn, quienes miraban con gran curiosidad la habitación. Después de que Jude confirmara que su ayudante estaba en perfecto estado también examino de una mirada rápida el lugar, y centró su atención en la anciana frente a ellos.

—¿Quién es? —preguntó.

—Es Bobine Apple, la bibliotecaria de la que te hablé antes.

—¿La que te indicó donde estaba el libro que supuestamente buscabas?

Neferet asintió.

—Como le decía a vuestra amiga, no solo soy la bibliotecaria, también la guardiana de estos libros —señaló con el mentón las estanterías que los rodeaban—. Libros prohibidos que ninguna persona no autorizada debería de leer, libros que sería peligroso que cayeran en malas manos.

—Entonces debes de ser también la guardiana del libro que buscamos —comentó Bai Long—. La que tiene el Libro del Origen.

—Así que eso era lo que buscabais.

—¿Le diste una pista a Neferet de como encontrar este sitio sin saber lo que buscaba exactamente? —Jude parecía extrañado por eso.

—¿Cuantos años crees que tengo? —cambió radicalmente de tema.

El mayor parecía confundido. No sabía a qué venía esa pregunta.

—No lo sé, diría que está entre los sesenta y los setenta —contestó a pesar de todo—. Pero no entiendo a qué viene esta pregunta y qué tiene que ver con la que yo hice.

—Tengo más de quinientos años.

Aquella afirmación sorprendió a todos. Era imposible que aquella señora tuviera tantos años, ningún humano podía vivir tanto. ¿Acaso estaba tratando de tomarles el pelo? No, Bobine no tenía pinta de ser ese tipo de persona.

—Los guardianes de libros prohibidos somos mucho más longevos que cualquier humano promedio —explicó la mujer—. Hay al menos un guardián por cada nación, país y reino de este vasto mundo. He vivido muchos años, pasado por épocas muy difíciles y conocido a personas muy diversas. A este punto para mí las personas o sus intenciones no guardan ningún secreto. Sé leerlas perfectamente. Nada más veros entrar por esa puerta ya supe que lo que buscabais no era un libro normal, por eso es que le di la pista a esta chica para que encontrárais el pasadizo una vez comprobé que no suponíais una amenaza.

Todo lo que Bobine contaba tenía su sentido y a la vez era totalmente increíble. Aunque vivían en un mundo donde había brujas, monstruos, criatura feéricas y magia, ese tipo de cosas siempre eran sorprendentes. Hasta el momento los únicos seres que se creían así de longevos eran las brujas, muchas de ellas, principalmente las de rango S, podían tener perfectamente casi mil años, algunas incluso los sobrepasaban.

—¿Qué son exactamente todos estos libros? —preguntó Jude mirándolos sin acercarse demasiado.

—La mayoría de ellos son libros de magia negra, maldiciones y otra cosas del estilo. Magia muy peligrosa que nunca debe salir a la luz —explicó.

Vio que muchos seguían un patrón, libros con las tapas de un púrpura muy oscuro y adornos en color negro. Ni siquiera tenían títulos o letras en la portada, solo símbolos extraños, runas o signos.

—Otros son libros de historia que deben conservarse, de magia muy antigua de hace milenios o libros sobre objetos mágicos extremadamente raros —terminó de explicar la mujer.

Bobine caminó a una de las tantas estanterías, miró con cuidado libro por libro, hasta que agarró uno y lo sacó. Tenía las tapas de un verde botella algo desgastado, y con los borde y las letras del titulo en un dorado apagado. Se podía leer perfectamente el título a pesar de todo eso, «El origen».

—¿El origen? Espera ¿ese es el Libro del Origen que buscábamos? —preguntó Bai Long al instante.

—Ese mismo —aseguró Bobine y lo extendió hacia Neferet—. Espero que os sirva de ayuda, solo recordad que una vez ya no lo necesitéis debéis devolverlo. No lo perdáis, es muy peligroso que caiga en malas manos, sobre todo que caiga en las manos de las brujas.

Neferet lo cogió y admiró por unos segundos antes de volver a mirar a Bobine. Aquella señora realmente estaba confiándole algo tan importante a ella.

—Prometo que lo cuidaré con mi vida.

Bobine sonrió satisfecha con la respuesta y le dio unos golpecitos cariñosos en la espalda a la chica. Neferet guardó el libro el su bolso y este lo cerró bien para que bajo ninguna circunstancia pudiera salirse de él.

—Bien se hace tarde, como cazadores es mejor que no permanezcáis mucho tiempo en la capital.

—¿Sabe que somos cazadores? —preguntó sorprendida Evelyn.

—Por supuesto, ya lo he dicho, no se me escapa nada —rió la mujer—. Es mejor que partáis pronto y podáis alejarlos lo máximo posible de aquí.

Siendo guiados esta vez por Bobine, salieron de aquel lugar, regresando de nuevo a aquella parte solitaria de la biblioteca. Habían tenido mucha suerte, al final no tuvieron que revisar inútilmente toda aquella enorme biblioteca.

—¡Chicos! —Jimmy se acercó corriendo hacia ellos seguido de sus otros tres compañeros.

Ver a aquellos cuatro allí los sorprendió, se suponía que debían vigilar los alrededores hasta que ellos salieran.

—Tenemos problemas —dijo el de pelo naranja—. Un escuadrón completo de caballeros de la guardia se dirigen hacia aquí.

—Y no tienen pinta de venir en son de paz —añadió Aitor.

Eso eran malas noticias, no ¡eran horribles noticias! Si los caballeros se dirigían directamente hacia la biblioteca era porque sabían que estaban allí, venían a por ellos. El trotar de los caballos y el choque metálico de las armaduras no tardó en escucharse en la puerta. Discretamente se asomaron todos por algunas de las ventanas tratando de no ser vistos.

Cuando Nicola vio que quien encabezaba la marcha era el caballero de la noche anterior, se le paró el corazón. Era aquel chico algo mayor que ella que le había quitado de encima a los otros tres caballeros. Los cuales cabía destacar que formaban parte del escuadrón que estaban rodeando la biblioteca.

—¡Sabemos que dentro hay cazadores de brujas! —gritó el caballero— ¡Salid todos con las manos en alto, estáis arrestados en nombre del Rey Gyan Cinquedea!

—Estamos jodidos —dijo Lucas alejándose de la ventana.

—Ya tenemos el libro, pero no servirá de nada si nos atrapan —dijo Bai Long.

—Seguidme, yo os sacaré de aquí —dijo Bobine caminando de nuevo hacia el pasadizo tras la estantería.

Neferet y su grupo no tardaron en seguirla sin cuestionarla. Los otros cuatro que venían del exterior los miraron confundidos pero también los siguieron.

—¿Quién es la anciana? —preguntó Aitor.

—La guardiana del libro —explicó sencillamente Bai Long.

Bobine volvió a abrir el pasadizo oculto tras la estantería. Algunos se sorprendieron al ver eso pero no dijeron nada, no era el momento de hacer preguntas. Todos siguieron de nuevo las escaleras abajo y el pasillo hasta la sala oculta con todos los libros.

—¿Y ahora qué? Esto es una sala cerrada, ¿esperaremos aquí hasta que los caballeros se aburran y se vayan? —preguntó Nikko.

—No, os iréis sin que os vean —aseguró la mujer acercándose a la pared y empujando un ladrillo que se movió.

Cuando el ladillo regresó a su posición original un nuevo sonido mecánico los sorprendió a todos y una pared se volvió a abrir. Aquel edificio estaba lleno de pasadizos y lugares secretos.

—A parte de la puerta por donde hemos entrado hay otro acceso que va desde la planta de arriba de la biblioteca hasta aquí, y también está esta salida de emergencia —explicó Bobine.

—Por eso estabas aquí dentro aunque no te vi entrar en ningún momento —recordó Neferet.

—Este pasadizo os llevará a las afueras de la Ciudad Imperial, hay unos caballos allí preparados, subiros en ellos y alejaos de aquí lo más rápido que podáis —indicó la anciana.

—¿Qué vas a hacer tú? Si los caballeros descubren que nos ayudaste a escapar te meterás en problemas —dijo Neferet mientras el resto de sus compañeros se adentraban en el nuevo pasillo.

—No te preocupes cariño, me las apañaré, ya me inventaré algo —sonrió y empujó a Neferet hacia el interior del pasadizo—. Suerte.

La pared volvió a cerrarse dejándoles a todos la única opción de caminar por aquel estrecho pasillo iluminado de igual manera por antorchas. Este era mucho más largo que el de la entrada principal y no se veía ni de casualidad el final.

—Tenemos que darnos prisa, en cuanto los caballeros entren y vean que no estamos en la biblioteca saldrán a buscarnos —dijo Jude.

Tuvieron que correr por todo aquel pasillo. Tardaría varios minutos en llegar al final, y en cuanto Jude tocó la pared que les cerraba el camino como si fuera magia esta se abrió, dejándoles salir al exterior y respirar aire fresco. Estaban cansados después de correr ese largo trecho, pero todavía no estaban a salvo, aunque estaban ya fuera de la ciudad seguían demasiado cerca de esta.

—Mirad, los caballos —señaló Jimmy.

Había cuatro de ellos, por lo que tendrían que subirse dos por cada uno de ellos. Cada cazador y su ayudante tomaron uno de ellos, siendo el cazador quien tomaba las riendas del animal y el ayudante quien quedaba atrás.

A galope y todo lo rápido que corrían aquellos caballos, se alejaron de allí esperando que los caballeros no pudieran seguirles la pista.
















Nombre: Neferet.

Apellido: Eskoriatza Collin.

Apodo(s):
La niña bendita (origen muy antiguo)

Fecha de nacimiento y edad: 4 de julio, 17 años.

Altura: 1,60 m.

Ocupación: Ayudante de cazador de brujas.

Cazador al que sirve: Jude Sharp.

Rasgos más característicos: Valiente y autosuficiente. Es buena cuidando niños y los protege como a nada. Cariñosa en el día a día, pero fría y calculadora en el trabajo.

Arma principal: Nigigata.

Arma secundaria: Arco y flechas.

Campo en el que destaca: Emboscada.

Habilidades principales: Rápida y silenciosa, lo que favorece su estilo de pelea. Tiene buena memoria, puede recordar cada pequeño detalle que haya observado. Tiene buena fuerza física, pero esta suele aminorar por la enfermedad que tiene.

Debilidades principales: Sufre de azúcar alta (lo que actualmente se conoce como diabetes), lo que significa que debe ponerse una inyección cada pocas horas. Puede llegar a ser demasiado confiada, lo cual puede causarle problemas.

Magia: (—)

Crush: Riccardo Di Rigo.

Character Song: Arcade — Duncan Laurence.

Extras:

—Tiene de mascota a una pequeña ardilla.

—Lleva siempre consigo varias dosis de medicina (similar a la insulina).

—Aunque le dasagradan los dulces, ya que no puede tomarlos, lleva algunos para sus amigos o los niños.

—Le gusta mucho leer, por ello casi siempre lleva un bolso con al menos un libro para leer durante el viaje.

—Detesta la cebolla, si ella cocina no encontrarás ni un poco en ninguno de sus platos.











Y un día más tenemos un capítulo de Witch Hunters, la verdad es que me he puesto a full con esta historia los últimos días. El viernes pasado no pude actualizar, pero ya os adelanto que este se viene el primer capítulo de Freak Circus.

Ya es momento de que regrese el sufrimiento con nuestros chiquillos del Circo :')

Después de que el segundo grupo ya tenga al fin el libro, y hayan salido a salvo de la capital, ya podemos darnos un respiro. En el próximo capítulo tendremos un nuevo punto de vista que se viene interesante uwu

~Nova/Dreamer

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