Capítulo 25
Con un duro día de vigilancia en Yantra sin muchos avances llegó la esperada noche. Los cazadores se reunieron en la pensión que habían podido pagar. Se alojarían allí hasta que buscaran una solución para los ataques de las brujas. Estaba bastante a las afueras de la ciudad y no llamarían la atención indeseada.
Aitor y Nikko fueron los últimos en llegar de su patrullaje por el bosque. La chica estaba agotada. Movía su cuello de adelante a atrás y luego a ambos lados. Un crujido escapó de este, como si sus huesos suspiraran por la tensión acumulada.
—Necesito un buen baño y un masaje.
—Esto no es un balneario —negó Aitor arqueando una ceja—. Estamos trabajando.
—¡Pero me duele el cuello!, y la espalda, y los hombros —se quejó como una adolescente chillona.
Nicola sabía que eso molestaría a Aitor. Y a ella le gustaba molestar a su joven ayudante. Le animaba el día.
—No molestes —se limitó a decir.
—Eres malo conmigo —se cruzó de brazos haciendo como si hubiera cogido una pataleta—. Soy tu superior, me debes obediencia y respeto.
—Obediencia porque no me queda más remedio, no me apetece que me mate una bruja —la acusó con el dedo—, pero el respeto hay que ganárselo.
A pesar de sus duras palabras no consiguió ninguna reacción por parte de la fémina. Eso solo lo desquició más.
—¡Dios! ¿No podía tocarme ser aprendiz de un cazador normal? —llevó la mirada al cielo desesperado— Alguien como David, Bay o Shawn, hasta Byron me servía —movió los brazos de manera dramática como si alguien desde arriba lo estuviera observando.
—No mientas, todos sabemos que me amas y no podrías vivir sin mí —Nikko pinchó con el dedo la mejilla de Cazador.
Aitor rodó los ojos y bufó. No se molestó en apartar el dedo de la chica que seguía pinchando su mejilla.
—Además, siempre podías haberte quedado con Xavier y Jordan, estoy segura de que no les hubiera importado viajar contigo.
Los ojos de Aitor se abrieron horrorizados. Como si la simple mención de la idea fuera el mayor crimen que se podía cometer. Nikko rió por su reacción.
—Nunca. Jamás. Antes muerto.
—Eres un rey del drama.
—Mira quién fue a hablar.
Ahora fue el turno de Nikko de rodar los ojos. Ella conocía de primera mano la historia que había entre Aitor y Xavier y su ayudante; Jordan.
Aitor había quedado huérfano con tan solo cinco años, y no precisamente de una forma bonita. No es que quedarse sin padres pudiera ser bonito en otras circunstancias, pero la forma en la que él los perdió fue particularmente horrible.
Fueron brutalmente asesinados por dos brujas delante del mismo Aitor. Él pudo ver como arrancaban la piel de su padre a tiras mientras agonizaba de dolor, como le sacaban los ojos a su madre aún viva y consciente, como desmembraban y sacaban cada parte del cuerpo de sus progenitores que a esos monstruos les interesaban. Todo para usarlo para su magia, para algún tipo de ritual o hechizo como solían hacer las brujas.
Esas pobres personas estaban vivas y conscientes durante el proceso. Sufrieron algo que nadie desearía ni a su peor enemigo y todo fue presenciado por su hijo. Sería una escena que quedaría grabada en sus peores pesadillas.
A él se lo llevaron consigo vivo. De igual manera para usarlo como sacrificio o fuente de sangre para otros tantos casos en el que usaran su magia.
Aitor lo perdió todo aquel día: perdió su hogar, a su familia, su vida tal y como la conocía, su esperanza. Solo le quedaban la angustia y el miedo a morir, a que ese fuera el último día. Tuvo mucha suerte al ser rescatado pocos días después por un cazador y su ayudante. Uno de los vecinos del pueblo donde la familia de Aitor vivió había dado la voz de alarma ante lo sucedido. Ese cazador de brujas no tardó en acudir a la ayuda al encontrarse cerca del pueblo. Alcanzó con facilidad al par de brujas.
Ese cazador no era otro que Xavier Foster, a quien acompañaba Jordan Greenway. Ellos se apiadaron de aquel niño huérfano y lo llevaron con ellos, cuidándolo, hasta que llegaran a un orfanato donde poder dejarlo para que lo cuidaran.
El plan era dejarlo cerca de la capital. No estuvo en los planes de nadie que ambos se encariñaran con aquel niño y terminaran adoptándolo como si fuera un hijo propio. Jamas pisó un orfanato. Jamás le faltó el calor de una familia aunque aquel día horrible siguiera rondando los rincones más escondidos de su mente. Ellos fueron quienes enseñaron por años a Aitor la profesión. Él mismo decidió ser ayudante de un cazador de brujas también al igual que Jordan para poder seguir aprendiendo, tal vez algún día incluso se convertiría en un cazador independiente, como había sido el caso de muchos que habían empezado como ayudantes.
La elegida por Aitor fue finalmente Nicola Rocco. Conoció a la chica cuando recién se unió al gremio. Además, ella también buscaba un ayudante, era como si el destino le estuviera dando su oportunidad.
Desde entonces habían trabajado juntos. Y aunque Aitor había mejorado mucho, no había sacado nunca el tema de hacerse cazador. No parecía ser una prioridad para él en ese momento.
—Xavier y Jordan son un amor —puso Nikko los brazos en jarra.
—Sí, pero también muy pastelosos —hizo una mueca de asco—. Y estrictos. No me dejan hacer nada, todo el día encima de mi.
—Eres su hijo después de todo.
—Adoptado —matizó.
—Su hijo —Nikko lo miró seria—. Da igual de que manera.
Llegaron a la pensión casi sin darse cuenta. Al entrar saludaron al hombre de recepción y continuaron su camino por las escaleras. Ahí, en los pasillos, encontraron a Ezis e Iggie hablando. Los saludaron.
—Veo que ya habéis vuelto, ¿cómo os ha ido? —preguntó Ezis.
—No muy bien, ha sido un día aburrido sin ninguna noticia —se encogió de hombros Nikko—. ¿Y vosotros que tal?
—Igual si no es que peor —admitió la de pelo rojo.
—No tenemos noticias de las brujas y además hemos tenido que estar huyendo de un par de caballeros a los que les ha dado por patrullar por nuestra zona —explicó Iggie.
—Espero que resolvamos esto rápido. Quiero volver al gremio. Quiero ayudar todo lo que pueda mientras buscamos una nueva sede —Nikko todavía se preocupaba por los que habían dejado atrás, sin un edificio en el que poder protegerse, a la intemperie, sin defensas—. Estoy muy preocupada.
Ezis agarró la mano de Nikko con cariño. Le dedicó una torpe sonrisa para intentar reconfortarla. Surtió más un efecto cómico que uno de calma, pero al menos funcionó.
—Estoy segura de que mañana avanzaremos, no te preocupes —Ezis se veía muy convencida—. Por cierto, ¿Has oído lo de la valkyria?
Nikko y Aitor la miraron curiosos.
—No. ¿Qué ha pasado?
—Hemos oído en la ciudad al volver de un caballero que una de las valkyrias que habían llegado ayer desde Ciudad Imperial había desaparecido en el bosque —les puso al corriente Iggie—. No han tenido noticias de ella en todo el día. Al parecer una comerciante la vio salir de la ciudad, hacia el este. Desde entonces nada se ha sabido de ella.
—Habrá que decirle esto a Njord y Christa también para que estén atentos por si la ven —dijo Nikko llevando sus dedos al mentón pensativa—. Puede que las brujas le hayan hecho algo —miró por una de las pocas ventanas que había en el pasillo. Desde ella se podía observar el oscuro bosque que rodeaba Yantra—. Hay que ayudarla si la encontramos aunque sea una valkyria.
Ezis e Iggie estuvieron de acuerdo con su compañera.
Al día siguiente volvieron a dividirse el terreno para continuar con sus vigilancias. Fue el dúo formado por Christa y Maxim el encargado de ojear la zona por la que se decía que aquella valkyria había desaparecido. El propio Maxim fue quien pidió encargarse de ello.
—Por fin algo de acción —exclamó Millennium alzando sus brazos al aire—. Estaba harto de esconderme entre los árboles observando la nada. Si vamos a donde desapareció la valkyria seguro que encontramos a alguna bruja.
—No estés tan seguro, puede ser que se haya marchado —bajó sus pies a la tierra Christa.
El bosque estaba en calma. No se sentía como si alguien acabara de ser secuestrado por una bruja. Sin embargo, los sentidos de Maxim y Christa estaban completamente alerta.
—Ya sabes que eso no es cierto.
Christa suspiró.
—Ya... Si no han encontrado ya el cadáver de la valkyria es porque las brujas la están usando como cebo —Christa miraba cada rincón con sumo interés, no quería pasar por alto ningún detalle—. Querrán atraer a otras valkyrias o caballeros a ellas. Matar a todos los que puedan de una sola vez.
—O matar uno gordo —Maxim movió el dedo pulgar sobre su propio cuello—. Recuerda que el Capitán General de la Guardia Real Axel Blaze está en la ciudad —mencionó para hacérselo recordar a la cazadora—. Sería un gran trofeo para las brujas matarlo. Y un duro golpe para el rey y los caballeros.
Maxim tenía razón. Christa ya había visto al capitán de la guardia patrullando por la ciudad. Se habían cruzado con él la noche anterior cuando regresaban a la pensión, por supuesto habían mantenido las distancias con él.
—Mira —señaló Maxim el camino que había a unos metros de ellos tirando de su amiga para que se escondiera.
Un par de caballeros caminaban internándose en el bosque. A uno no lo reconoció, era un chico castaño de ojos verdes que, siendo sinceros, era bastante atractivo. El otro era nada más y nada menos que el principal estratega de la guardia real; Damian Laggerfeld.
—Deben de estar buscando a la valkyria —dijo Christa pero cuando miró a Maxim vio que no le estaba prestando atención. Mantenía su mirada fija en uno de los dos caballeros—. ¿Maxim? —por fin captó su atención por un segundo, volvió su mirada a los caballeros de nuevo— ¿Qué pasa?
—Lo conozco.
Christa no comprendió al principio.
—¿A Laggerfeld?
—No, al otro caballero. Caleb Stonewall.
Christa trató de ubicar el nombre sin mucho éxito. No era de extrañar que no le sonara demasiado ya que ella no tendía a recordar los nombres o rostros de los caballeros o las valkyrias. Además, rara vez se había visto obligada a enfrentarse directamente a uno de ellos. Los trabajos de Christa y Maxim se centraban en la costa sur, donde no había tanta vigilancia por parte de la guardia. Añadido a eso ella siempre los evitaba en todo lo posible al punto de marcharse de un pueblo si veía a algún caballero por la zona.
—No me suena... —dijo con lentitud— ¿Nos hemos cruzado alguna vez con él?
Maxim negó para mayor desconcierto de Christa.
—Lo conozco de mucho antes de unirme al gremio de cazadores de brujas. De mucho antes de convertirme en tu ayudante —explicó.
—¿Quieres hablar de ello?
Christa preguntó con cautela sabiendo que Maxim no era de la clase de persona que hablaba de su pasado abiertamente. En todos los años que llevaba acompañándola como su ayudante y que llevaban siendo amigos, nunca había mencionado nada. La infancia de Maxim era un total y completo misterio para ella. Y eso que Christa si había hablado de su propio pasado con él.
No se lo reprochaba. Christa sabía que no era que no confiara en ella, solo que era algo que el chico quería olvidar. Si nunca hablaba de ello tal vez terminaría desapareciendo en el olvido. Ella conocía muy bien esa mentalidad.
Lamentablemente, eso nunca funcionaba porque el pasado siempre iba a estar ahí. Era lo que te forjaba como persona. Las circunstancias moldean el carácter de las personas.
Y el pasado siempre vuelve como un boomerang.
—Yo... no lo sé... —la cara de Maxim mostraba, como un libro abierto, todas las dudas y sentimientos que lo atormentaban en ese momento— Creo que sí.
Christa apoyó sus manos sobre sus hombros, dedicándole una media sonrisa reconfortante.
—Verás Christa, si nunca hablo de esto no es porque no confíe en ti...
—Lo sé, Maxim —lo tranquilizó—. Cada cosa a su tiempo. Cada persona a su ritmo. Puedes hablarme de ello siempre que quieras, yo voy a estar dispuesta a escucharte. Pero no voy a obligarte a nada.
—Gracias.
La sonrisa sincera del chico llenó su corazón. Eran pocas las veces que Maxim mostraba una sonrisa sincera, de verdadera alegría, y no de esa felicidad enturbiada que mostraba a todos al matar, al acabar con una bruja, al hacerla sufrir.
Porque sí, el chico al que todos creían un psicópata, un ser sin sentimientos, una máquina de matar, también sentía y padecía. Christa lo sabía muy bien porque lo conocía como a una extensión de sí misma. Por algo era su ayudante, su mejor amigo.
—Soy huérfano, desde que era un bebé me crié en un orfanato de la capital. Sé que muchos en el gremio se quedaron sin padres a causa de las brujas, o que también eran huérfanos de nacimiento porque a sus padres se los llevó al poco tiempo una enfermedad o un accidente. Pero en mi caso mis padres no murieron, ojalá pudiera decir que murieron noblemente y por eso me quedé sólo. Mis padres me abandonaron, soy un niño no deseado —aunque trataba de permanecer fuerte, haciendo como si eso ya no le afectara, Christa notó un destello de melancolía en su mirada gacha—. Mi madre era prostituta. Se quedó embarazada sin querer de un cliente y la muy zorra ni siquiera tuvo la decencia de dejarme ella misma en el orfanato. Me tiró a la basura, Christa. Una anciana me encontró por casualidad y fue quien me llevó al orfanato.
Escuchar eso le dolió a Christa en el alma. Sabía que a Maxim también le dolía y no quería demostrarlo, seguía siendo una herida profunda en su corazón. Tirado a la basura por su propia madre, la persona que más debió de quererlo en el mundo.
Maxim mantenía la atención en los dos caballeros a los que habían comenzado a seguir a una distancia prudente. Con suerte ellos los llevarían hasta la valkyria y, por ende, hasta la bruja.
—En el orfanato había muchos niños de diversas edades, siempre me ha costado integrarme en grandes grupos así que no tenía amigos, es más, algunos niños mayores se metían conmigo porque decían que era un bicho raro, el niño de la basura al que nadie amaba —apretó el puño hasta sentir sus uñas clavarse en la palma, el dolor físico lo distraía del dolor del alma—. Siempre estaba solo, siendo intimidado por el resto del orfanato, hasta que uno de los niños por primera vez me defendió. Era mayor que yo y había llegado hacía poco. Después de ahuyentar a esos matones se presentó como Joseph King.
—Espera —Christa lo interrumpió sorprendida—. ¿Joseph? ¿Ese Joseph? —repitió.
—Sí, nuestro Joe —afirmó no dejando ninguna duda—. Joe del gremio de cazadores.
La sorpresa no abandonaba la cara de Christa. No sabía que ellos dos se conocían desde niños. Nunca lo mencionó ninguno de los dos y dudaba que nadie lo supiera. A lo mejor solo Mark ser del el líder de los cazadores. No estaba segura.
—Ya sabes que Joe y David se conocen desde niños, pues yo también los conocía. Les pedí que nunca lo mencionara —admitió algo avergonzado—. Joe me invitó a que pasara el rato con él y sus amigos después de eso. David era parte de ese grupo, y también ese caballero; Caleb. Además había una chica, algo menor que yo, era como una hermana pequeña para todos. Tengo entendido que se convirtió en valkyria, aunque nunca me he encontrado con ella, espero que esté bien. Se llama Goldie, Goldie Lemmon.
—Vaya... —dijo impresionada— Así que tú ya conocías a King y Samford, y no solo eso. También fuiste amigo de la infancia de un caballero y una valkyria —la expresión de Christa se entristeció un poco—. Resulta cruel pensar que ahora estáis en bandos diferentes.
Maxim se encogió de hombros.
—La vida avanza, las personas crecen y forman sus propios ideales. Cada uno siguió el camino que le pareció el correcto, no les culpo por lo que eligieron.
—¿Qué pasó para llegar a eso? ¿Por qué no seguisteis juntos si erais amigos? Supongo que lo hablaríais.
—De hecho no —negó Maxim—. Después de que Cinquedea subió al trono recortó el presupuesto destinado al mantenimiento de orfanatos. El nuestro quebró y cerró sus puertas dejándonos a todos en la calle. Nos separamos en aquel entonces y no los volví a a ver —entonces giró su cabeza para mirar por un momento a Christa—. Bueno a David y Joe los encontré después de mucho tiempo en el gremio. Pero no sabía nada de Caleb y Goldie.
—Eso es muy triste.
—El mundo está lleno de historias tristes.
Christa no pudo contradecirlo. Su atención también se centró ahora en Caleb y Damian que se habían parado en medio del bosque.
Damian había desenvainado su espada, Caleb mantenía sujeta con firmeza su mandoble. La marca del ojo en el reverso de su mano quedó al descubierto para la cazadora y su ayudante.
—Tiene la marca.
Maxim asintió.
—La del ojo, igual que David. Goldie también tenía una marca, la del sol.
—Tienes unos amigos muy poderosos —arqueó una ceja Christa divertida.
Maxim soltó una suave carcajada tratando de no ser demasiado ruidoso. No sería bueno que los caballeros los detectaran.
—Atento —escucharon a Caleb—. Está cerca.
Ah por supuesto. El gran sexto sentido de las personas con marca para detectar la magia. Ni él ni Christa contaban con una así que cazaban a la antigua, buscando rastros. Con Caleb haciendo el trabajo de rastreo sería más fácil.
—¡Ahí! —gritó Stonewall.
Movió con un tajo preciso su mandoble en el aire. Pareció al principio que no le dio a nada. El corte producido a desplazó como una onda frente al caballero hasta impactar en un árbol más adelante. El tronco se partió por la mitad y el árbol cayó hacia un lado creando un fuerte estruendo. Caleb frunció el ceño y chasqueó la lengua.
De entre los árboles cercanos salió una figura delgada. Caminaba con tranquilidad y elegancia hacia los caballeros, su ropa se convertía al final en diferentes jirones de tela que alzaban en el aire algo. Parecía otra persona. Una persona amordazada e inconsciente.
La valkyria.
—Maldita, zorra —escupió Caleb.
—Suelta a nuestra compañera o te mataremos —prosiguió Damian.
—Me mataréis de todas forma —dijo la bruja seguido de una risita aguda—. No sois la persona a la que buscó —estiró el cuello como si tratara de mirar detrás de los caballeros—. ¿Por qué no sois unos buenos perros y vais a buscar a vuestro jefe?
La mandíbula de Caleb se tensó tanto que Christa estaba segura que se rompería los dientes de tanto apretarla de un momento a otro. Eso o le iba a estallar la vena del cuello.
—Una bruja de rango A —dijo Damian.
—Lo sé, y voy a arrancarle la cabeza y clavarla en una pica.
El tono con el que habló era terrorífico y aun así la bruja solo se rió.
—Que mono, se cree que me puede matar —habló en un tono como quien hablaba con un adorable cachorro—. Mi nombre es Cherise, no zorra ni bruja. Estúpido perro.
Caleb no toleró su descaro y volvió a lanzar un tajo por el aire que Cherise esquivó sin problema. Un nuevo árbol cayó al suelo a sus espaldas.
Caleb estaba a punto de volver a atacar cuando Damian lo detuvo. Puso su brazo delante de Caleb mirando a la bruja con profundo desprecio.
—Cuidado, podrías darle a Hargreaves.
—¿Y qué pretendes que haga? No voy a quedarme de brazos cruzados escuchando a esta puta.
Cherise le enseñó los dientes como un animal salvaje que gruñía a una posible amenaza.
—Ellos no atacarán, pero... —Maxim alzó lo que parecía una ballesta, pero no tenía cargada una flecha sino una bola gris, parecía una perla, pero bastante más grande— yo sí.
Y disparó.
A Nicola y Aitor les había tocado vigilar ese día la ciudad. Tras la desaparición de la valkyria y un intento de secuestro de un niño en la ciudad, estaba claro que las brujas ya no tenían ningún reparo en entrar a la ciudad. Aunque los caballeros estuvieran encargándose de proteger a los ciudadanos, no estaba de más vigilarla por si localizaban una bruja allí dentro.
—Deja de hacer eso —se quejó Aitor.
—¿Hacer el qué?
—Buscar con la mirada al tipo de la taberna.
Nicola rió sin intención de ocultar que Aitor tenía razón.
—Era guapo —dijo sin mirar a Aitor—. No me molestaría encontrármelo otra vez antes de terminar nuestro trabajo aquí.
Aitor hizo como si le dieran arcadas. Nikko le dio un golpe en el brazo.
—Eres una cazadora, no funcionaría.
—No sabía que había una regla en la que una cazadora no pudiera enamorarse de una persona corriente.
Aitor casi se atragantó con su propia saliva.
—¿Enamorarse?
—Es un ejemplo —rodó los ojos—. ¿O es que acaso tienes miedo de que te cambie? —alzó las cejas repetidas veces insinuante.
—Qué tontería.
—No tanto, todos los cazadores acaban haciendo equipo con su pareja: David y Joe, Enver y Zap, Tori y...
Se interrumpió abruptamente, casi igual de rápido su expresión cambió de divertida a deprimente.
—Nikko... —Aitor puso su mano sobre el brazo de la chica.
—Me sigue pareciendo tan extraño —admitió—. Hace unos días hablábamos sobre hacer un trabajo juntas y ahora Sue ya no está. Tori lo está pasando muy mal. Me gustaría poder ayudarla —suspiró con pesadez.
—Debe superarlo ella a su ritmo, solo podemos hacerle saber que estaremos ahí para ella durante el proceso.
—No puedo creerme aún que no volveré a verla nunca más, y tampoco a Esther.
Aitor lamentaba que la conversación hubiera derivado a ese tema. Odiaba ver a Nicola triste, casi tanto como verla atontada por un tema amoroso. Le parecía una pérdida de tiempo.
Al mirar a la calle frente a él supo que iba a lamentar lo que haría a continuación. Pero haría lo que fuera por animar a su amiga. Incluso eso.
—Mira, tu amorcito está ahí delante —señaló al chico de albino de piel morena que caminaba al final de la calle—. Anima esa cara, no querrás que piense que estás de luto.
Como supuso la cara de Nikko se iluminó. Puso los ojos en blanco cuando le agarró de la muñeca y tiró de él para que caminara más rápido. Estaba decidida a alcanzar a aquel chico.
Iba hablando con otra persona, pero a ella no le importó demasiado. Esquivó a varias personas con una agilidad sorprendente, Aitor tenía problemas para seguirla y tras chocar con un hombre se soltó de su agarre. Estaba a punto de alcanzar al chico y tocar su hombro para saludarlo cuando este paró en seco. A Nikko no le dio tiempo a reaccionar y chocó contra su espalda.
Aimé se dio la vuelta sorprendido, al verla sonrió.
—Tenemos que dejar de encontrarnos así.
Nikko también sonrió, aunque con la nariz algo dolorida.
—Nikko, ¿verdad?
—Vaya, te acuerdas y todo —bromeó—. Tu eras Aimé, ¿no?
Ya estaba junto a él y estaban teniendo una nueva conversación. Aunque ahora Nicola se había quedado en blanco, no sabía muy bien qué decirle. Temía decir algo raro o que Aimé preguntara algo a lo que no pudiera responder.
Tal vez no se lo había pensado bien.
—¿Quién es?
Fue ahí que Nikko recordó que Aimé no estaba solo.
Miró a la persona a su izquierda, al que había reconocido como un hombre por su voz porque la capa que llevaba no le permitía ver su cara. Intentó ver bajo la capucha con curiosidad. Él lo notó y con los dedos la bajó un poco más, impidiendo a Nikko ver nada.
—Una chica que conocí ayer en la taberna —explicó Aimé—. Tenemos la manía de encontrarnos por sorpresa después de chocarnos.
Nikko sonrió avergonzada. Si él supiera que había corrido, literalmente, para alcanzarlo se moriría allí mismo.
—No me había dado cuenta de que estabas con un amigo, no quería molestar, lo siento.
—Aimé, tenemos que irnos —dijo el encapuchado.
Nikko vio a su derecha a un caballero mirándolos demasiado. Eso no era una buena señal.
—Sí... yo también tengo que irme —dijo dedicándoles una última sonrisa—. Trabajo por hacer, ya sabes —le dio un pequeño golpe amistoso en el hombro.
—Claro, ha sido genial verte —le devolvió la sonrisa Aimé—. Espero que tengamos ocasión de vernos de nuevo.
Nikko le guiñó un ojo y colocándose la capucha de su propia capa se fundió entre la multitud.
—¡Por fin te encuentro! —Aitor se reunió con ella casi al instante.
—¿Dónde estabas? —Nikko frunció el ceño— Me dejaste sola.
—¡Tú me abandonaste! —le recriminó indignado.
Nikko movió la mano frente a él suspirando.
—Eres un dramático.
—Encima.
Aitor siguió refunfuñando y quejándose pero Nikko ya no le prestaba atención. Había algo más importante en ese momento.
Nikko sintió la magia.
Gracias a su marca del ojo era capaz de sentirla mucho mejor que una persona común. Un ligero aura flotaba por el aire, se mezclaba entre el olor putrefacto de la ciudad.
—¿Qué te pasa? —arqueó una ceja Aitor al verla mirar en todas direcciones.
—Bruja.
Nicola no necesitó decir nada más para que Aitor también se pusiera en guardia. Caminaron por las calles, vigilando cada rincón de la ciudad, siguiendo el rastro que Nikko había detectado. Llegaron al mercado.
—Esto está lleno de gente —se quejó Aitor—. Va a ser como buscar una aguja en un pajar.
Nikko cerró los ojos. Trató de concentrarse en el rastro de magia que había sentido. Era como un hilo que se mezclaba con los rastros más antiguos de magia, con el bullicio del mercado, con los olores de la comida. Tenía que estar muy atenta y ser muy cuidadosa para no perder su hilo entre tantos otros.
Por fin logró saber a donde llevaba. De donde procedía la magia.
Abrió los ojos y miró al tejado de una de las tantas casas. Allí arriba, observando todo con inmensa tranquilidad, había un chico de piel morena y pelo oscuro.
—Ahí —señaló Nikko para que Aitor también pudiera verlo.
Como si ese ser hubiera notado su movimiento, los miró. Sonrió, una sonrisa de autosuficiencia. Antes de que pudieran hacer algo desapareció.
—¿A dónde ha ido?
—Aún tengo su rastro —dijo Nikko—. Vamos.
La nueva persecución dio comienzo. Un nuevo momento de esquivar personas que a Aitor no le entusiasmó.
—¿Lo hemos perdido? —preguntó Quentin.
Aimé miró de nuevo a su alrededor para asegurarse.
—Sí, lo hemos conseguido.
—Por un momento temí que Silas volviera a alcanzarnos cuando lo vi antes, esa amiga tuya casi hace que nos encuentre —Quentin no parecía nada feliz.
—Silas es un caballero muy eficiente, de hecho no deberíamos quedarnos aquí o nos encontrará de nuevo —dijo Aimé tratando de evadir el tema—. Tenemos que ir al bosque, ¿no?
—Sí, mi padre dijo que allí nos encontraríamos con el emisario de las brujas.
Caminaron saliendo de la ciudad. Era la dirección contraria a la que Lexie tomó el día anterior.
Les había costado mucho darle esquinazo a un caballero como Silas. No les quitaba la mirada de encima por nada del mundo, se notaba por qué Axel lo había dejado a cargo de vigilar al príncipe. Aun así ellos habían sido más astutos y pudieron perderlo en el mercado lleno de gente de un domingo por la mañana.
Lo habían conseguido convencer de ir a pie en lugar de a caballo. Lo que les había ayudado también mucho.
El verdadero trabajo de Quentin en Yantra distaba mucho de simplemente vigilar a los caballeros. Su padre le había ordenado reunirse con una persona de confianza de la princesa Nelly. O más bien de Roleia, la bruja de la envidia.
Muy pocos sabían de la verdadera identidad que se ocultaba tras la apariencia de la princesa de Cyril. Era el disfraz perfecto para poder tener a esa bruja en el castillo sin que nadie sospechara. Y a la vez poder tenerla controlada por el rey.
Cuando por fin llegaron al sitio acordado vieron que ya había alguien allí. Una chica de pelo verdoso y ojos violetas. Era bastante guapa. A Quentin siempre le sorprendería como las brujas podían mostrar esas dos formas tan opuestas. Un cuerpo juvenil y hermoso tanto en hombres como en mujeres, o un aspecto casi demoníaco.
Generalmente solo las brujas de más altos rangos sabían controlar este cambio de forma. Las brujas oscuras de rangos inferiores siempre se mostraban con la apariencia vil y aterradora. Por eso era más difícil para ellas pasar inadvertidas.
—Tú debes de ser el emisario del que mi padre habló —dijo Quentin.
—En efecto, mi nombre es Beta, mis señores me envían para interceptar un mensaje.
Su tono era altanero, demasiado para estar hablando con un príncipe. A Aimé le molestó, a Quentin por su parte no pareció importarle en lo más mínimo.
—Soy el Príncipe Quentin, vengo de parte de mi padre, el Rey Gyan, y una de tus señoras, la bruja de la envidia Roleia —Quentin sacó algo de un bolsillo interior en su ropa—. Este es el mensaje que envían.
Le extendió a la emisaria un sobre. Era una carta.
Beta lo tomó con rapidez, sin ni siquiera agradecerle por dársela. La examinó como si esta fuera a explotar en cualquier momento, una vez se aseguró de que eso no sucedería la guardó.
—La llevaré ante el resto de mis señores —aseguró—. Ellos me han dado esto para mi señora —ahora fue Beta quien extendió un nuevo sobre.
Fue Aimé quien lo tomó con gran precaución. No dejaría que Quentin tocara más de la cuenta algo que venía de un montón de brujas. Podía ser peligroso.
—Con el intercambio realizado aquí termina nuestro encuentro —anunció Beta.
Sin embargo, antes de que pudiera realizar cualquier movimiento, un proyectil de fuego impactó muy cerca de ella. Beta pudo esquivarlo pero su ropa se quemó un poco por la parte de los brazos al cubrirse la cara con ellos.
Aimé y Quentin también se sorprendieron cuando vieron aparecer al mismísimo capitán de la guardia allí. Axel había sido quien había atacado a la bruja y no venía solo. Azul y Silas estaban con él.
Silas debió de avisar a su capitán cuando perdió la pista al príncipe. Era lógico que los dos peces más gordos irían en su búsqueda, tanto el capitán de los caballeros como la comandante de las valkyrias.
—Esa bruja ha estado a punto de atacar al príncipe —alzó la voz Axel—. Aimé saca a Su Alteza de aquí, nosotros nos encargamos.
Por suerte para ellos parece que no se habían percatado de lo que realmente sucedía allí. Habían interpretado la presencia de Beta como un intento de asesinato, y no como un encuentro premeditado.
Aimé no tentó a la suerte y, obedeciendo a quien era también su capitán, se retiró de allí a toda prisa con el príncipe.
—Bruja de rango S, tened mucho cuidado —avisó Axel a sus dos compañeros—. Que no os mate.
Beta bufó, molesta por la interrupción justo al final. Se preparó para atacar a esos molestos caballeros y a esa valkyria. Azul no se lo permitió, se adelantó a la bruja disparando una flecha con su ballesta.
Beta pudo esquivarla, Silas lanzó desde su espalda un cuchillo con la intención de clavarlo en su nuca. Beta lo sintió también y, creando un escudo de aire a su alrededor, bloqueó el cuchillo que rebotó en el aire y cayó al suelo. Siendo una bruja de rango S, aunque fueran tres contra una y uno de ellos el capitán de los caballeros de la guardia real, no sería nada fácil ganar.
Axel desenvainó su espada templaria, se veía mucho más afilada y letal que cualquier espada que usaran el resto de caballeros. También tenía un imponente brillo dorado a su alrededor. Estaba imbuida en magia, la magia mejorada que la marca del ojo le concedía a Blaze.
Azul estaba muy intranquila. No solo por su enfrentamiento a esa bruja, sino porque había algo en toda aquella situación que le olía muy mal. Estaba segura de que el príncipe no estaba siendo atacado por la bruja cuando ellos llegaron, sino que estaba hablando con ella.
El Príncipe Quentin había estado estableciendo contacto con una bruja.
Nombre: Aitor.
Apellido: Cazador.
Apodo(s): (—)
Fecha de nacimiento y edad: 7 de mayo, 16 años.
Altura: 1'59 m.
Ocupación: Ayudante de cazador de brujas.
Cazador al que sirve: Nicola Rocco Deleito.
Rasgos más característicos: Carácter sarcástico y malicioso. Tiene esa doble cara que pilla por sorpresa a muchos, no esperándose que el chico adolescente que parece tan inocente sea, en diversas ocasiones, tramposo y manipulador. No le gusta reconocer que en realidad se preocupa mucho por sus amigos y familia, trata de parecer frío y distante sin lograr engañar a las personas más cercanas a él. En realidad es bastante dependiente emocionalmente de esas personas.
Arma principal: Calles de acero.
Arma secundaria: Veneno paralizante.
Campo en el que destaca: Emboscada.
Habilidades principales: Creativo a la hora de preparar trampas y emboscadas, siendo esta su especialidad. Sigiloso, buen espías e informante. Relacionado con esto último se le da bien la infiltración.
Debilidades principales: No le pidas pelear de manera directa, no va a salir bien. No tiene muy buena puntería y su resistencia no es muy buena, por lo que la actividad física intensa y continua lo deja hecho polvo al poco tiempo.
Magia: (—)
Crush: Desconocido.
Character Song: Bring me to life — Evanescense.
Extras:
—Aunque sus padres biológicos fueron asesinados, Xavier Foster y Jordan Greenway (ambos miembros del gremio de cazadores de brujas), lo adoptaron hace ya una década.
—Nicola es como una hermana mayor para él, son realmente unidos. La aprecia muchísimo aunque nunca vaya a admitirlo en voz alta.
—Su pasatiempo favorito es molestar a Gabriel García, Arion Sherwind y Rowan Ó Gallchobhair. Sobre todo a este primero.
—Sabe tocar el violín.
—No soporta la cerveza, y no es capaz de comprender como hay gente a la que sí le gusta.
Se retraso un día el capítulo pero aquí está uwu
Puede que el capítulo que suelo subir los jueves de Rapsodia o Halley también se retrase y se publique este viernes o sábado. Es lo que tiene la maravillosa existencia de los proyectos y los trabajos ;")
Espero que estéis teniendo una buena semana y nos veremos de nuevo por aquí la semana que viene. Besitos.
~Nova/Dreamer ♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro