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Capítulo 12

El viaje desde la Ciudad Imperial había sido cuanto menos calmado, por no decir aburrido a más no poder.

Víctor había sido uno de los caballeros a los que habían enviado a aquella aldea a las afueras de Altair. Un lugar a donde los caballeros no irían en circunstancias normales puesto que estaba demasiado lejos de la capital del reino donde ellos vigilaban. De hecho su hermano más de una vez había puesto una queja respecto al abandono de la guardia real y las valkyrias hacia los pequeños pueblos exteriores, lamentablemente esas quejas jamás llegaron a prosperar y todos sabían perfectamente por qué.

No había suficientes efectivos para cubrir cada cada parte de terreno que componía el reino, además dado a lo difícil que era en algunos casos el acceso a dichos pueblos y la poca gente que allí vivía no había muchos problemas. Destinar tropas a esos lugares tan remotos sería una perdida de tiempo y una mala gestión del potencial de la guardia. Gyan Cinquedea no tenía intención de dedicarle tiempo a ese asunto.

Solo se vieron obligados a mandar un pequeño escuadrón allí después de recibir un aviso del alcalde de que una quimera había atacado a unos ciudadanos. Seguramente esa bestia había salido de los Valles de Oxia, ese lugar tan solo daba problemas, pero no había nada que hacer al respecto por el momento.

Algunos caballeros que estaban por la zona recibieron ordenes de ir a la aldea para ver que sucedía y pedir la calma a las personas que vivieran allí. También tendrían que asegurarse de que ningún otro bicho parecido rondara por la zona.

Víctor había sido uno de los seis caballeros a los que se les encomendó dicha tarea. El escuadrón estaba compuesto por un caballero de primer rango que era el líder del escuadrón, Damian Langgerfeld, dos caballeros de segundo rango como lo eran el propio Víctor y otro compañero, y tres de tercer rango en los que destacaba Zeke Valanche.

No se había asignado a ningún caballero raso en esta ocasión dado que la mayoría operaban en la capital o ciudades cercanas por su inexperiencia o bajo rango. El camino ya había durado tres días y de haber tenido que esperar a esos caballeros seguramente se hubiera alargado por más de una semana.

—Capitán, esa debe de ser la aldea —señaló Zeke informando a Damian que asintió.

—En cuanto hable con el alcalde y nos indique donde está la quimera Blade y Valanche os quiero conmigo, los demás peinaréis la zona para aseguraros de que no hay más amenazas, ¿entendido? —ordenó Damian y nadie dijo lo contrario.

Víctor no podía decir que tuviera una relación muy unida con ellos. Conocía a Damian bastante, no solo por ser su superior, también por ser amigo de Vladimir, pero nunca fueron demasiado cercanos. En cuanto a Valanche, bueno, era prácticamente un hecho que pronto ascendería del tercer rango al segundo siendo asía un compañero más suyo.

El albino contaba con todo lo necesario para llegar lejos en la guardia real; era eficaz en su trabajo, rápido y tenía una buena técnica en combate, además venía de una familia noble que hacía grandes donaciones a la fuerza militar de Altair, lo que eta muy agradecido por Cinquedea. Ya, como si eso no fuera poco, tenía buenos contactos entre sus superiores, siendo el más conocido Dave Quagmire, que era conocido de la familia Valanche y un buen amigo de Zeke.

Aunque eran dos buenos caballeros, al igual que el resto que habían venido con ellos, no podía entablar una conversación demasiado larga con ninguno por la falta de comunicación entre ellos. No eran tan cercanos a él como Michael, no tenía ese aura de amabilidad y cercanía de Vladimir y no había trabajado tan a menudo con ellos como con Claude Beacons o Doug McArthur.

Esto fue lo que hizo que durante los tres días de viaje cruzara las palabras justas y necesarias con los demás, logrando que las horas pasaran lentas y tediosas. Esta situación no parecía que fuera a mejorar durante el camino de vuelta.

—Bienvenidos caballeros —saludó un hombre de edad avanzada al llegar frente al ayuntamiento.

Esa aldea no solo estaba perdida a las afueras del reino, sino que también estaba bastante despoblada siendo que había tan solo una docena de personas que superaban los cincuenta años viviendo allí. Ya era un logro que siguieran vivos a tan avanzada edad, los ciudadanos de las afueras no solían tener una esperanza de vida tan larga como los ciudadanos de la capital y alrededores.

La vida tan lejos de la protección de los caballeros era dura, y si no morían de alguna enfermedad lo hacían atacados por bestias o brujas. Eran pocas las aldeas que seguían existiendo y eran como aquella, la capital estaba cada vez más poblada y los fronteras cada vez más solitarias. Lo único malo que el Rey Gyan veía en esto era que facilitaba el camino a posibles invasores.

—Buenos días alcalde —saludó Laggerfeld—. Recibimos un aviso de esta aldea hace unos días, algo relacionado con el ataque de una bestia.

—Sí verá, hace unos día llegaron unos forasteros a reabastecerse de suministros, uno de ellos, una chica, se separó del grupo y fue atacada en los caminos por una quimera —explicó lo mejor que pudo aquel hombre, por su voz dubitativa se notaba que le faltaba información como para saber con exactitud lo sucedido—. Otro de esos forasteros abatió a la bestia y sigue tirada en medio del camino. Me gustaría que la retiraran de ahí y dieran una vuelta por la zona para asegurar que no hay más, mis vecinos han estado muy preocupados desde el incidente.

—¿Dónde se encuentran los forasteros? —preguntó entonces Damian— Nos vendría muy bien que nos contaran de primera mano lo sucedido.

—Se fueron el mismo día que llegaron, a las pocas horas —el hombre intentó hacer memoria—. Eran diez personas, nueve chicos y la chica que atacó la bestia. Llegaron poco a poco por separado, imagino que usaron la aldea como punto de encuentro. El susto y el hecho de que la chica salió herida seguro que hizo que no quisieran quedarse por aquí mucho más.

El castaño no indagó más en el asunto, era normal que aquellas personas quisieran marcharse después de que uno de ellos casi muriera entre las garras de una quimera. Lo que le extrañó un poco es que fueran un grupo tan numeroso, los viajeros o comerciantes de paso no solían ir en grupos tan grandes. Lo más que se podía encontrar era una familia de cuatro o cinco miembros, ya que las familias más numerosas no se dedicaban a viajar por el claro problema que suponía hacerlo con muchos niños.

—Muchas gracias, iremos a investigar en seguida —Damian se giró haciéndole un ademán al otro caballero de segundo rango que acompañaba al grupo.

El chico no dudó en ponerse en marcha junto a dos de los caballeros de tercer rango. Los tres se marcharon para iniciar la ronda de vigilancia que su capitán les ordenó antes de llegar.

—Sería bueno que a pesar de todo se pensaran la posibilidad de marcharse de aquí —continuó—. Esta aldea está demasiado cerca de los Valles de Oxia y también muy lejos de la Ciudad Imperial como para que la Guardia Real o las Valkyrias puedan protegerles.

—Lo sabemos, pero no es una opción mientras estas tierras sigan siendo habitables —negó el alcalde—. Todas las personas que viven aquí nacieron y se criaron entre estas calles. Es verdad que en los últimos años la población se redujo bastante, pero no kos imaginamos viviendo en otro sitio.

Damian asintió no muy conforme con esa respuesta, pero no iba a discutir con aquel hombre. Todos aquellos ancianos terminaría por marcharse en algún momento si no querían pasar a ser comida de bestias.

Si una quimera ya había sobrepasado el límite que marcaba el Río de Oro, nada impedía que otras hicieran lo mismo. Las quimeras eran lo más inofensivo que podías encontrarte en aquellos valles.

—En cualquier caso tengan cuidado cuando nos vayamos, aunque no encontremos nada —dijo Damian antes de despedirse del hombre.

Víctor y Zeke seguieron a su capitán hasta el lugar donde el alcalde les indicó, como este había dicho el cuerpo del animal seguía tirado en medio del camino. Se notaba que el cuerpo llevaba allí varios días por el aspecto, el olor y los insectos que lo acechaban constantemente.

—Dios, que mal huele —Zeke se llevó la mano a la nariz tratando de disminuir la inhalación de ese fétido olor.

La verdad es que aquel cuerpo olía mucho peor que cualquier otro animal muerto que hubieran visto en sus vidas. Puede que el hecho de que una quimera no fuera un animal común tuviera algo que ver. A cualquier persona le darían nauseas.

—Voy a examinar los alrededores —se excusó Zeke para alejarse todo lo posible de la quimera muerta.

—Blade, ayudame a moverla —dijo Damian—. No podemos dejarla aquí en medio, entorpecerá el camino de los viajeros.

No es que Víctor tuviera especial gana de tocar esa cosa, pero no podía negarse a la orden de un superior. Además Damian tenía razón, la economía en aquella aldea dependía casi al completo de los comerciantes o personas que llegaban de paso, si esas personas encontraban esa asquerosidad en medio del camino darían media vuelta sin dudarlo.

No estaba dispuesto a tener parte de la culpa de que aquella aldea se arruinara.

Damian agarró al animal de las patas traseras y Víctor de las delantera. Movieron el cadáver medio a rastras, esa cosa pesaba demasiado para cargarla entre solo dos. Si tan solo Zeke no hubiera huido... En cualquier caso lograron llevar el cuerpo más hacia el bosque y lo taparon con algunas ramas y hojas. No se iban a entretener en también cavar un hoyo, eso que lo hicieran los aldeanos si querían.

—Voy a ver la zona donde estaba la quimera, cuando termines regresa.

—Sí mi capitán.

Laggerfeld desapareció entre los árboles regresando de nuevo al camino. Víctor estaba colocando las últimas ramas sobre la bestia cuando notó algo, había sangre de dos tipos, una más oscura que pertenecía a la quimera, casi de un color negro. La otra era más clara y se encontraba principalmente en sus garras.

El alcalde había dicho que la quimera había atacado a una chica. En ese momento toda la historia de los diez viajeros se le hizo aún más rara, ¿por qué un grupo tan grande viajaría hasta allí? ¿Por qué hasta esa remota aldea? Si mal no recordaba el alcalde dijo que habían llegado poco a poco y usaron aquel lugar como punto de encuentro, lo que quería decir que habían llegado o desde puntos diferentes o tuvieron que separarse en algún momento.

Además nunca mencionó que llevaran carruajes con ellos, lo que quitaba la posibilidad de que fueran comerciantes. ¿Qué hacía un grupo de civiles viajando hasta allí? Lo único que podía haber que les interesara era...

Los Valles de Oxia.

Entonces Víctor recordó los rumores que había escuchado semanas atrás. Había gente que tenía la teoría de que un oráculo se escondía en aquellos valles. ¿Y si no era una teoría, sino que de verdad había un oráculo viviendo allí? Entonces tal vez aquellos civiles eran más relevantes de lo que pensaron en un inicio, lo malo es que no tenía forma de averiguarlo.

A no ser.

Víctor desenvainó su espada y cortó de un tajo una de las enormes garras de la bestia. La envolvió en un paño y la guardó dentro de la alforja que llevaba con él. Lo intentaría al menos, estaba casi seguro de que ella no le ayudaría, pero no tenía nada que perder de todas formas.

—¿Ya está? —preguntó Damian cuando lo vio regresar.

—Sí, no debería de seguir dando problemas, los insectos y carroñeros se encargarán del resto.

—Pues en ese caso vayamos con Valanche, yo ya he terminado también por aquí —dijo mirando la tierra aún cubierta de manchas de sangre—. Se limpiará cuando llueva.















Después de algunas horas ya habían terminado su labor en la aldea. Se despidieron del alcalde y algunos otros ciudadanos que salieron de sus casa para agradecerles que viajaran hasta allí.

Los caballeros subieron a sus caballos y se alejaron de allí al galope. Damian llevaba consigo el informe de la misión que había escrito él mismo y que debería de entregar al llegar a la capital a Axel Blaze. Ya era un hecho que sería nombrado como capitán general de la guardia en unas semanas, ahora él sería el jefe de todos ellos, aunque ya lo trataban como tal la gran mayoría desde antes.

Víctor no dijo nada a los demás sobre la muestra que había tomado de la quimera, ni siquiera a Laggerfeld. Si aquella loca idea que había tenido resultaba bien conseguirían más respuestas respecto a lo sucedido, e incluso puede que todo lo acontecido tuviera relación con la fuga de la Princesa Skie.

Hablaría con su hermano al respecto si así fuera.

El viaje de vuelta fue más ameno de lo que pensó debido a la ida. Había ayudado a Damian con algunos detalles del informe y se toparon con unos bandidos por el camino que tuvieron que arrestar. Eso hizo que estuviera activo y no tan aburrido como lo estuvo en un inicio, además su mente no paraba de divagar acerca de las posibilidades que aquella uña con sangre humano podía traer consigo.

A la mañana del cuarto día la Ciudad Imperial ya se veía en el horizonte. Sus gentes caminaban ocupadas por las calles haciendo el mismo jaleo de siempre, ajenos a cualquier cosa que pasaba en el exterior de la capital, como él vivió alguna vez. Ahora al fin era consciente de lo que realmente pasaba en el mundo, y aunque no siempre era bonito de conocer, ya no se sentía como un ignorante.

Aunque para muchos provenir de una familia noble como lo era la familia Blade sería una bendición, el hecho de nacer rodeado de lujos no era siempre lo más indicado. No se le permitió hacer muchas cosas durante su infancia que otros muchos niños hacían como si nada, se le mantuvo ajeno a todo lo que pasaba ahí fuera. Y de hecho que a día de hoy pudiera ser un caballero de la guardia real era un milagro.

Sus padres entendían que el primogénito de la familia tendría que dedicarse al ejercito, como la familia lo había hecho por años, como lo fueron su padre y su abuelo. Pero que el segundo hijo también quisiera eso no estaba en los planes. Se suponía que el segundo hijo debía dedicarse plenamente a llevar la fortuna de la familia y sus negocios, ser la cara pública y quien llevara las relaciones con el resto de nobles.

Sino hubiera sido por la intervención de Vlad, Víctor estaría en ese momento preparándose para alguna aburrida reunión de ricos o mirando hastiado las hojas de cuentas con la fortuna que sus padre manejaban. Ese mundo no era para él.

—Iré a llevar esto al Capitán Blaze  —indicó Laggerfeld al llegar al interior de la ciudad—. Los demás podéis volver al cuartel a descansar o ir a donde lo necesitéis si tenéis trabajo pendiente.

Vio como Zeke y otros dos caballeros regresaban al cuartel junto a Damian, mientras que el otro caballero se retiraba en dirección al mercado. No tenía nada que hacer, y dado que aún era bastante temprano el cambio de guardias apenas acababa de hacerse por lo que no lo llamarían por ahora para eso.

Ese era el momento perfecto para seguir con su trabajo sin que nadie lo molestara.

Sin bajar del caballo tiró de las riendas para hacerlo girar completamente, dirigiéndose así hacia los caminos de nuevo. En poco más de media hora llegó al bosque más cercano por el que se internó por un camino secundario que, por culpa de la maleza, casi había quedado oculto. De hecho el camino llegó a estrecharse en un punto debido a toda la vegetación y el caballo yo no podía pasar, solo le quedó dejarlo pastando en la zona y seguir el camino a pie.

Por suerte no tuvo que caminar mucho, en unos pocos minutos llegó a un claro donde lo único que había era una pequeña y solitaria casa de madera rodeada por un cuidado jardín. Se podía ver que a los laterales habían hecho un huerto con diferentes tipos de hortalizas y frutas, mientras que en la zona más cercana a la casa había muchos tipos de flores y, principalmente, plantas medicinales. Todo ello rodeada por una valla blanca no más alta que su cintura.

La pequeña puerta estaba abierta por lo que se limitó a seguir el camino hasta la entrada de la casa. No se escuchaba ni un solo ruido, solo el canto de los pájaros y el sonido del viento. Era un lugar que transmitía paz y tranquilidad, siempre le había gustado visitar aquella casa por eso, desde que era un niño que tenía que escapar de casa sin que sus padre le descubrieran. Vlad siempre le cubría cuando eso pasaba.

Tocó a la puerta y esperó. No hubo respuesta.

Volvió a tocar una segunda y hasta una tercera vez, pero nada. Parecía ser que los dueños de la casa estaban fuera. Suspiró dándose por vencido, parece que la solución al problema iba a tener que esperar, pero cuando estaba por marcharse escuchó un fuerte golpe en el interior.

Sonó como un metal que caía al suelo, le siguió otro ruido así y luego pasos apresurados hacia la puerta. Esta se abrió de golpe sobresaltándolo, pero antes de que pudiera hacer nada una mano salió el umbral y tiró de él cerrando la puerta. Fue como ver una Dionaea muscipula atrapar a una muscidae en el mundo salvaje, siendo que la pobre presa sabía que no tenía oportunidad de huir desde el primer momento.

Maravilloso.

Una vez dentro de la casa soltaron el brazo del chico que aún trataba de recobrar la compostura tras el inesperado secuestro. La chica frente a él enarcó una ceja mirándolo fijamente, como instándolo a que hablara y contara la razón que lo había llevado a aquella casa.

—Necesito pedirte un favor —fue directo al grano.

—Hola Alicja, cuanto tiempo sin verte Alicja, ¿Cómo has estado? —dijo rodando los ojos— No era tan difícil.

Víctor no supo qué contestar, pero la chica tampoco le dejo.

—Ven —ordenó caminando ella misma por el pasillo.

Víctor no objetó nada y la siguió por este hasta llegar a unas escaleras por las que bajaron para llegar a un sótano. Este era bastante más oscuro que la planta de arriba que contaba con una perfecta iluminación. En aquel lugar la luz apenas llegaba de algunas velas colocadas en lugares estratégicos.

—Este lugar sigue igual —comentó llamando la atención de su compañera.

—Es la organización que más me funciona —contestó— ¿Cuánto ha pasado desde la última vez que estuviste aquí? ¿Tres años?

Víctor asintió mirando a su alrededor. Había estanterías llenas de libros que nunca antes había visto, ni siquiera en la gran biblioteca de la Ciudad Imperial. También había manuscritos, papeles sueltos aquí y allí, plantas y botes con ungüentos y líquidos que ni se imaginaba para lo que servían.

En el centro de la sala lo que más llamaba la atención era un atril con un libro mucho más grande que los demás, abierto casi por la mitad. Y enfrente una mesa con más de esos líquidos extraños y ollas con las que seguramente los preparaba, además de un montó de objetos y botes de vidrio con más contenidos no clasificados.

—Una visita no te hubiera matado ¿sabes?

—He estado bastante ocupado.

—Ya, imagino, he escuchado que ya eres caballero de segundo rango.

Un silencio incómodo se hizo presente por algunos segundos en los que ninguno de los dos habló. Viendo que al parecer la chica no tenía nada mas que añadir sacó de su bolso el paño que abrió mostrándole la garra de quimera.

—Necesito que analices esto, concretamente necesito saber de quien es la sangre —explicó cuando la chica tomó el paño con la garra entre sus manos—. Se que se te da muy bien todo lo relacionado con este tipo de cosas, ¿cómo era que lo llamabas tú?

—Biología.

—Eso —asintió recordándolo también—. Con tu magia estoy seguro de que podrás hacerlo, si pudieras averiguar a quién pertenece y tal vez descubrir alguna forma de localizar a esa persona... Me sería de mucha ayuda la verdad.

—¿De dónde has sacado esto? —preguntó sin mirarlo mientras se dirigía directamente a la mesa fonde tenía todos aquellos utensilios de vidrio.

—Es la garra de una quimera, atacó a unos viajeros en una aldea cercana al Río de Oro. Al parecer hirió a alguien y esa debería ser su sangre.

—¿Por qué tanto interés en saber de quién es esta sangre? —Víctor no supo, o más bien no pudo contestarle— Déjalo —negó Alicja sabiendo que no obtendría una respuesta real de él—. Será difícil, no te voy a mentir, la muestra está contaminada y no está fresca.

—¿No puedes hacer nada entonces?

—Yo no he dicho eso —negó—. Un rato, puedes esperar sentado por ahí, no tardaré demasiado.

—Muchas gracias, Alicja —agradeció Víctor con sinceridad haciendo que la chica asintiera—. Y siento mucho no haberte visitado antes.

—No te preocupes —movió la mano quitándole importancia al asunto—. Al menos me alegro de verte y saber que estás bien.

Como la chica de mechones rubios y verdes dijo, tomó asiento en una de las pocas sillas que había en aquel sótano.

Alicja Kowalski era el nombre al que respondía la chica, quien era amiga de Víctor desde hacía años, y en efecto era una bruja, pero no era ni de lejos como esas brujas que atormentaban el reino y a sus ciudadanos. Alicja era una bruja blanca, una aprendiz de hechicería que usaba la magia para el bien de otros, una de las tantas brujas que existían que se negaban a usar magia negra, de sangre o de cualquier tipo que requiriera sacrificios o dañar a otros.

Vivía en aquella casa junto a su padre, que seguramente a esa hora estaba fuera trabajando. Su madre lamentablemente había muerto ya muchos años atrás. Cuando Víctor la conoció ya no estaba entre ellos.

No se atrevió a hacer ruido o molestarla mientras trabajaba tan concentrada. No paraba de ir de un lado a otro con tofo tipos de objetos y libros. También la escuchó decir varias frases en un idioma que no conocía y que solo había escuchado de la boca de la propia chica. Verla practicando magia siempre había sido sorprendente.

Como prometió en un rato había preparado una sustancia de un tono rosáceo que para su sorpresa vertió en un trozo de papel que más tarde descubrió que era un mapa. Lo movió en el aire para que se secara, lo miró satisfecha y se la extendió enrollado.

—Este mapa os mostrará en todo momento en tiempo real donde está el dueño de la muestra de sangre que me dijisteis, la marca que indica su ubicación se mueve igual a la persona —le explicó cuando Víctor tomó el mapa—. No sé por cuanto durarán los efectos, pero deberían durar sin problemas al menos unas tres o cuatro semanas.

—Increíble —dijo al ver como en efecto un punto se movía lentamente por el mapa aparentemente siguiendo un rumbo fijo.

—Espero que algún día me expliques por qué dejaste de hablarme de repente —añadió Alicja para sorpresa del caballero—. No me creo que estuvieras tan ocupado como para no poder ni enviar una carta.

—Alicja...

—Y sobre el dueño de la sangre —cambió radicalmente de tema—. También me gustaría que me dijeras en algún momento por qué una quimera en la frontera del reino tenía restos de sangre de la Princesa Skie.















—Y con eso creo que podemos dar por finalizada la reunión —dijo Axel—Revisaremos los cambios de guardias que Bianchi nos ha pedido y también revisaré yo mismo los informes que Laggerfeld trajo de la frontera.

Con eso dicho todos los caballeros comenzaron a levantarse y dejar la mesa. La sala de reuniones se cubrió por un murmullo por las conversaciones que se dieron entre caballeros, muchos satisfechos por los problemas que aquella reunión había resuelto y otros no tan contentos.

La reunión que había tenido que ser cambiada varias veces de los caballeros de primer rango por fin se pudo llevar a cabo tras haberla tenido que retrasar varias veces. Tuvieron que esperar a que Damian Laggerfeld regresara de la misión de último momento que le adjudicaron, pero pudieron tratar ese tema también de paso.

Vladimir se despidió de Paolo después de comentarle una última cosa y fuera se encontró con Doug apoyado en la pared. En cuanto vio al Vlad salir se reincorporó y se acercó a él.

—¿Qué tal la reunión? —preguntó.

—Bien, al menos hemos podido hablar sobre los ataques de la bruja de Termes, aunque ahora se nos ha abierto otro frente.

—¿Qué ha pasado?

—Al parecer las bestias de los Valles de Oxia están dando problemas también, una quimera cruzó el Río de Oro y atacó a unos viajeros que estaban de paso —Doug se sorprendió—. Como si no tuviéramos ya suficiente con los cazadores de brujas y las propias brujas como para que se nos junte esto también.

Caminaron alejándose de aquel pasillo, lo mejor sería salir a los jardines para poder hablar con tranquilidad. De camino saludaron a los caballeros con los que se encontraban, la mayoría de menor rango que buscaban a algunos superiores de los que habían estado en la reunión anterior.

—¿Y qué hay de... ese tema? —bajó Doug su tono de voz— Ya sabes, sobre la princesa.

—Al parecer se encargarán de eso las valkyrias, pero no será inmediato, ahora están más ocupadas haciendo de escoltas para los embajadores de Cyril.

—Seguro que Jade estará furiosa —soltó una leve risa McArthur—. No le gusta que usen a las valkyrias para trabajos así. Es fiel a la idea de que el cuerpo de élite de las valkyrias debe usarse solo en momentos críticos, no para hacer el trabajo de los caballeros.

—Ya, pero su comandante en jefe parece tener otros planes —se encogió de hombros—. Es mejor no meterse en los asuntos de las valkyrias si no quieres salir escaldado.

—Vlad —llamó una voz a lo lejos.

Ambos caballeros frenaron su paso al ver al hermano menor de Vladimir acercarse a ellos a paso ligero. Parecía ser algo urgente.

—¿Ha pasado algo, Víctor? —preguntó preocupado Vladimir.

—¿Podemos hablar un momento? Es muy importante —pidió.

Vladimir miró a Doug y este asintió alejándose un poco para dejarlos hablando a solas.

—Imagino que en la reunión Laggerfeld os habrá hablado sobre la misión ¿cierto?

—¿La de la quimera del Río de Oro? —Víctor asintió— Sí, queremos organizar un escuadrón para que haga una limpieza por allí. Han pasado muchos años sin que nadie vaya y las bestias se han multiplicado demasiado.

—Bueno no es de eso exactamente de lo que quería hablar —Vladimir lo miró con curiosidad—. Damian seguramente no lo comentó, porque no le dio importancia  pero a parte de la sangre de la quimera había sangre humana.

—Bueno si no mal recuerdo él comentó que la quimera había atacado y herido levemente a una chica.

—Sí, pero me pareció raro, ¿qué hacía un grupo de diez personas en una aldea de la frontera? Definitivamente no eran comerciantes porque no llevaban mercancías, ni siquiera contaban con transporte. Y por allí lo único que hay son valles plagados de bestias, no hay otra nación a la que cruzar.

Vladimir escuchó con atención a su hermano. Se hacía una leve idea de a donde quería llegar, pero no sabía que pretendía.

—Entonces recordé que no solo hay bestias en los Valles de Oxia —dijo al fin—. Hay rumores de que en alguna parte de los valles vive un oráculo.

—¿Unos simples civiles arriesgarían sus vidas solo por un rumor? Ir a ese lugar lleno de monstruos es casi una sentencia de muerte si no tienes experiencia en batalla.

—Ahí quería llegar —apuntó Víctor—. No creo que fueran civiles comunes, menos si tuvieron la capacidad de matar a la quimera.

Víctor le tendió el mapa que Alicja le dio un rato antes. Vladimir tomó el mapa y lo miró viendo el punto que mágicamente se movía en él.

—Le pedí ayuda a Alicja, ese punto que se muestra en el mapa es la dueña de la sangre, la Princesa Skie Blue.

Vladimir abrió los ojos sorprendido, miró a su hermano, luego al mapa y por último de nuevo a su hermano.

—Si eso es verdad tenemos mucho trabajo por delante, pero no podemos contar esto a cualquiera, vamos —hizo un gesto el mayor a su hermano—. Tenemos algunas personas a las que buscar.

















Nombre: Víctor.

Apellido: Blade.

Apodo(s): (—)

Fecha de nacimiento y edad: 2 de febrero, 18 años.

Altura: 1,75 m.

Ocupación: Caballero de la guardia real.

Rango: Segundo rango de caballero.

Rasgos más característicos: Su personalidad contrasta bastante con la de su hermano mayor Vladimir. Aunque también es responsable, obediente y leal a la guardia es mucho más solitario y serio. Es difícil entablar una conversación con él y aún más ganarte su respeto.

Arma principal: Espada templaria.

Arma secundaria: Puñal.

Campo en el que destaca: Ataque.

Habilidades principales: No duda a la hora de ejecutar una orden que le han dado. Es más veloz, ágil y letal que su hermano mayor. Es de los caballeros con una mejor técnica con la espada ligera a pesar de su juventud.

Debilidades principales: Se deja provocar demasiado fácilmente por otros. Tiene problema a la hora de trabajar en equipo, más con personas con las que no se lleva bien, le cuesta dejar los problemas personales de lado. No tiene tanta fuerza física bruta.

Magia: Veneno.

Crush: ¿Desconocido?

Character Song: On my own — Ashes Remain.

Extras:

—Mantiene una relación muy unida con su hermano mayor, Vladimir Blade, al punto de ser demasiado sobreprotector a pesar de ser el menor de los dos.

—El último año fue condecorado por ser el caballero más letal de la guardia, siendo que es quien más muerte llevó ese año.

—No se lleva demasiado bien con sus compañeros caballeros, no habla con mucha gente más allá de Michael, Vladimir, Silas y Doug, este último más porque es cercano a su hermano que porque sea cercano a él.

—Fue el primero de su promoción, el que mejor quedó en el examen final para ser caballero. Tenía habilidades muy destacables incluso en su etapa de adiestramiento.

—Tiene una relación algo tensa con sus padres ya que no les hace mucha gracia que sea caballero de la guardia real.

Aquí está el capítulo que no pude traer ayer.

Ya hemos podido ver que tal va todo con los caballeros y alguna mención a las valkyrias. También se nos han presentados dos nuevos OC, Damian y Alicja, siendo Alicya la primera bruja blanca, pero no la única.

Lo malo de todo esto es que los caballeros ya parecen tener localizada a Skie y la pobre no puede huir porque la siguen con el mapa embrujado. F por ella. Ya veremos que va pasando a raíz de esto en los siguientes capítulos.

~Nova/Dreamer

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