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Capítulo 1

La leve brisa cálida, indicio de que la primavera se acercaba, revolvió sus mechones azules como si fueran pequeñas ondas en el mar. Desde su balcón podía observar todo lo que era su hermoso reino, o bueno, lo que alguna vez fue el reino que sus padres protegieron.

La puerta de su habitación fue golpeada con delicadeza y una voz aguda y dulce sonó a través de ella.

—Princesa Skie, ¿puedo pasar? —Skie suspiró alejándose del barandal de piedra blanca de su balcón.

«Princesa Skie» se le hacía extraño aquel título en su mente. Hacía años que dejó de ser la princesa heredera para ser un simple adorno dentro de la familia real. Honoríficos como; Su Excelencia, Su Alteza o incluso Su Ilustrísima, ya no serían necesarios para referirse a ella.

Pocas eran las personas que aún le hablaban con respeto en aquel castillo más allá de los sirvientes.

—Adelante —dijo finalmente tomando asiento al borde de su cama.

La inmensa puerta de madera de nogal de su habitación se abrió con un chirrido. Lo siguiente fue el sonido de pasos acercándose a ella. Para ella el sonido que aquellos zapatos producía era tan conocido que no necesitó mirar a su visitante para identificarlo.

—Hola, Señorita Silvia —saludó tratando de ser educada, pero sin muchas ganas de mantener una conversación en ese momento.

—Buenas noche, Princesa —saludó la mayor, tras hacer una reverencia que Skie no quiso mirar.

—Señorita Silvia, ya sabes que no hace falta que me trates tan formalmente —aclaró—. ¿Qué necesitas?

Trató de mirar a la cara de la recién llegada y ser menos cortante con ella. Skie solo quería estar sola en ese momento, pero su sirvienta, a la que veía como mucho más que eso, no tenía la culpa de que ella estuviera de mal humor. No se merecía un mal trato.

—Su Majestad el Rey pide que acudas a la cena —dijo Silvia con un tono dulce que su expresión no acompañaba.

La mujer se veía angustiada. Eso preocupó a la menor, Silvia normalmente no expresaba aquello que pensaba para no intervenir con su labor de obedecer al rey. Pero esta vez era diferente, no parecía poder ocultarlo.

—¿Quiere que vaya a cenar con ellos? —preguntó Skie confundida y Silvia asintió

Era extraño que el rey requiriera su presencia, de hecho el adulto siempre prefería verla cuanto menos mejor.

—Me pidió a mí expresamente que viniera a buscarte.

—¿Ha pasado algo? ¿Hice algo que le molestó?

—No, no parece ser nada de eso —negó rápidamente al ver la preocupación de la princesa—. Parecía bastante animado a decir verdad.

Skie no podía evitar tener un mal presentimiento de todas formas acerca de todo eso. En su interior brillaba la esperanza de que realmente fuera por algo bueno, pero conociendo al Rey Gyan nada era seguro. Lo único que aquel hombre hizo por ella desde que lo conoció eran cosas horribles que la desesperaban.

—No te preocupes, Skie.

La peliverde se acercó a ella y se sentó a su lado en el filo de la cama acariciando su cabeza. Skie la apoyó en el pecho de la mayor cerrando los ojos y dejando sentir las caricias y la tranquilidad que Silvia le transmitía.

Cuando decía que Silvia era mucho más que una simple sirvienta o criada para ella es porque era como una madre. Desde que sus padres; el Rey y la Reina Blue murieron, ella se convirtió en su único apoyo emocional. En la única persona que contaba con su total confianza, que la consoló en las largas noches en la que su propia impotencia la hacía romper en llanto y que estuvo para escucharla siempre, pasara lo que pasara.

—Princesa...

—Silvia —la cortó y la mayor entendió.

—Skie —la princesa se veía conforme con la corrección—. Hay algo más que debes saber. Anoche llegaron a Altair los embajadores del imperio vecino, y tomaron habitaciones de huéspedes mientras todos los demás dormíamos.

—¿Embajadores? ¿Del Imperio de Cyril? —preguntó Skie confundida— No estaba informada de la visita, aunque tampoco creo que el rey me dijera algo, ¿El Rey Gyan está planeando una reunión o alguna celebración?

Silvia no supo qué contestar. Normalmente alguien del servicio siempre se enteraba de lo que pasaba. Los rumores volaban en aquel castillo. Pero en esta ocasión nadie parecía saber nada, y si alguien sí lo sabía tendría órdenes estrictas de cerrar la boca.

Las posibilidades se multiplicaban en la cabeza de Skie, ninguna tenía la suficiente consistencia. Solo quedaba ir a la cena y esperar a que el propio Gyan Cinquedea explicase lo que sucedía.

—Yo creo que el rey sí está planeando algo, pero dudo que sea del agrado de todos —fue lo último que dijo Silvia antes de hacerle una seña para que, por favor, la siguiese hasta el comedor.

Caminó delante de Silvia, porque así lo dictaba el protocolo. A Skie personalmente no le gustaban demasiado esas estúpidas reglas, pero sabía que Cinquedea hacía a todos seguirlas a raja tabla y si Silvia tuviese problemas con el rey por su culpa no podría perdonárselo.

El comedor estaba completamente vacío a excepción del rey y su hijo, el Príncipe Quentin Cinquedea, que se sentaban sobre sus asientos en la mesa como si fueran el centro del universo en aquel momento. Skie tragó saliva, pero se negó a sentirse intimidado por ese hombre, que resultaba ser su tío, y su hijo, su primo en este caso.

—Skie, sobrina —saludó Gyan con su voz grave, fingiendo calidez y cariño—. Te estábamos esperando para hablar de algo importante.

Silvia hizo una reverencia antes de tratar de marcharse, pero el mismo rey se lo impidió.

—No, sirvienta, quédate.

Aquella orden sorprendió a las dos féminas, pero ninguna dijo nada al respecto. Gyan era consciente de lo importante que aquella mujer era para Skie. Quizá lo que el hombre pretendía es que estuviera presente cuando le diera una gran noticia a la menor.

Tratándose de ese rey lo dudaba.

Skie sentía el corazón latiéndole desbocado, la boca seca y la garganta tan cerrada que ni una sola palabra era capaz de salir.

Era extraño que el comedor estuviera tan vacío, normalmente Cinquedea siempre quería a los caballeros montando guardia o a los sirvientes cerca por si tenía que ordenarles algo. Estaban aquella vez solos ellos cuatro, los tres miembros de la familia real sentados en la mesa con los platos de comida frente a ellos, y Silvia Woods unos pasos por detrás de Skie cerca de la pared.

—La Señorita Silvia me dijo que tenía especial interés en que viniera a la cena de esta noche, Majestad —se atrevió Skie a hablar después de varios minutos en completo silencio.

Se había mantenido mirando fijamente su plato de comida, moviendo con el tenedor el puré de patatas sin verdadero apetito. La pregunta de qué hacía allí seguía rondando su mente. Su tío jamás fue tan considerado con ella, no al menos después de la muerte de sus padres, los anteriores reyes de Altair.

Gyan tomó una de las servilletas de tela de la mesa y limpió la comisura de sus labios con delicadeza. Cuando la dejó alzó la cabeza mirando fijamente a la chica con media sonrisa.

—Seguro que ya has oído hablar de los embajadores de Cyril que se alojaran en el castillo por un tiempo.

—Sí, ya estoy enterada.

—Verás ese grupo de embajadores no está solo compuesto por simples representantes del imperio vecino, también la propia princesa de Cyril está aquí.

Eso sorprendió tanto a Skie como a Silvia, por otra parte Quentin continuaba comiendo como si nada. Seguro que él, como era lógico, ya estaba enterado de ello.

—Y... ¿y necesita que yo haga algo? ¿Qué ayude a la princesa tal vez o...?

—No, no —negó—. No te preocupes por nada de eso. La Princesa Nelly ya está bien atendida.

Eso confundió aún más a Skie. ¿Qué era lo que quería su tío entonces de ella? Nunca ejerció su papel como miembro de la realeza, y hacia acto de presencia en pocas celebraciones públicas, las justas y necesarias. Dudaba que le fuera a pedir su participación en alguna reunión.

—Verás Skie, tus padres, el Rey Morgan y la Reina Violet fueron monarcas muy queridos por todos los ciudadanos del Reino de Altair. La familia Blue fue quien gobernó por muchos años, pero los Blue tan solo son una especie de rama principal de nuestro inmenso árbol genealógico.

Skie asintió lentamente sin saber a donde quería llegar.

Por supuesto que ella sabía todo acerca de su familia tanto de sangre como política. Lo estudió por años en los libros de historia de su reino y en los registros familiares. Era su deber como próxima monarca.

—La familia real se divide en varias ramas siendo la rama principal la familia Blue, pero hay otras ramas secundarias dentro de la familia, la segunda rama más importante de la realeza en este caso es la familia Cinquedea.

—En efecto —asintió complacido Gyan—. Mi bisabuela y el bisabuelo del tu padre, tu tatarabuelo, eran hermanos. Pero tu tatarabuelo era el primogénito y por tanto el heredero al trono y por ello la familia Blue es quien ha dirigido el país todos estos años hasta que ambos reyes murieron sin tener un heredero.

En la habitación se había formado una extraña atmósfera que incomodaba tanto a la princesa como a su sirvienta. Era difícil de explicar, pero ambas sentían lo mismo en ese momento: peligro.

—Aunque eso no es del todo cierto —se contradijo a sí mismo—. Los reyes sí que tenían un heredero, una heredera en este caso: La Princesa Heredera de Altair Skie Blue. La cual era aún muy joven para hacerse cargo del trono y por ello llamaron a la rama secundaria para encargarse de todo. Yo, Gyan Cinquedea, sería rey hasta que la princesa cumpliera los dieciocho años, la madurez requerida en nuestro reino para gobernar.

A cada palabra que salía por su boca ella estaba aún más segura de que algo pretendía. Gyan era un hombre astuto, si algo había observado en su tío todos esos años es que él era capaz de llegar lejos, y cuando pensabas que su mano ya no te alcanzaría ¡sorpresa! Estaba justo detrás de ti.

—Los nobles, los ciudadanos, los burgueses, todos ellos en casi su totalidad apoyan a la Princesa Skie Blue, son insuficientes los que apoyan a los Cinquedea.

—¿Los que... os apoyan?

En ese momento Quentin terminó su comida y se levantó de la mesa colocándose al lado de su padre, quien continuaba sentado con una sonrisa satisfecha.

—Digamos que no podríamos hacer un cambio de linaje por las buenas, pero si la princesa a la que todos aman desaparece... o abdica y renuncia a reinar, tendrían que aceptar el cambio sin remedio, no quedan más personas para cumplir ese papel.

Esas palabras espantaron a Skie y a la propia Silvia. La mayor, que estuvo congelada todo ese tiempo en su sitio al fin reaccionó y trató de acercarse rápidamente a la menor temiendo lo que el rey se traía entre manos.

—¡Guardias! —gritó el hombre.

De repente dos de las puertas que daban al comedor se abrieron de golpe y al menos media docena de guardias entraron por el llamado del rey. Nada más entrar se dirigieron a las dos chicas y las apresaron para que no pudieran moverse o huir.

—¡¿Qué está pasando?! —gritó Skie asustada.

Gyan por fin se dignó a levantarse de su asiento caminando bien erguido y sin prisa hacia la menor. Sin que el guardia la soltara la miró desde arriba, Skie sintió como si aquel hombre la mirara con superioridad y desprecio. Como si en ese mismo momento solo estuviera viendo a un insecto molesto.

—Resulta que la Princesa Heredera Skie acaba de renunciar a su puesto —la chica no entendía nada.

Su pulso estaba por las nubes y no podía dejar de temblar. Su garganta se había cerrado por completo e incluso tragar saliva hacía que le ardiera.

—¿Qué?

—Parece que no eres muy lista.

El miedo ni siquiera dejaba lugar a que se sintiera ofendida. ¿De verdad su tío estaba planeando usurparle el trono? Esa simple posibilidad le hacía querer vomitar.

—La Princesa Skie, mientras cenaba junto al Rey y el Príncipe, decidió voluntariamente abdicar. Esta fue una decisión tomada debido a que ella ya no soportaba el peso de la corona, la presión de ser la sombra de sus padres. Por ello a partir de hoy yo seguiré desarrollando mi papel como rey y mi hijo pasará a ser el nuevo Príncipe Heredero de Altair. Aunque insistí mucho en convencer a la princesa de lo contrario ella huyó del castillo junto a su persona de más confianza, su sirvienta Silvia Woods, quien fue como una madre para ella.

—¡Eso es mentira! —comenzó a gritar tratando de deshacerse del agarre del caballero— ¡Yo no he renunciado a mi puesto como futura reina! ¡No he huido de mi deber junto a la Señorita Silvia! ¡Jamás abandonaría a mi pueblo de esa forma!

—Pero querida, nadie tiene por qué saber eso —sonrió ampliamente el mayor—. Lleváoslas a los calabozos y que nunca salgan de allí.

Entre gritos e intentos de escapar los caballeros de la guardia sacaron de allí a las chicas. Lo último que vio Skie de su tío fue una enorme sonrisa de satisfacción mientras que la puerta del comedor era cerrada después de sacarlas a ellas de allí.

Dejó de forcejear al comprobar que no servía de nada. Solo pudo resignarse mientras que la conducían a aquellos calabozos oscuros, fríos y tenebrosos bajo el castillo. Aquel lugar que servía de cárcel para los peores criminales de la capital sería ahora su nuevo hogar.

Sin ningún cuidado el guardia la empujó al interior de una de esas celdas y cerró con llave la reja, su única salida. Cayó al duro y frío suelo de piedra manchando su vestido, pero eso era lo de menos. Se levantó corriendo para tratar de convencer al guardia de que la soltara pero fue inútil, el hombre se fue sin siquiera mirarla.

Estaba completamente sola en aquel lugar, no sabía dónde estaba Silvia, no sabía cómo salir de allí, no sabía qué sería de ella allí abajo. Tenía miedo, por primera vez en su vida había caído en la más absoluta miseria, en lo más bajo que una persona podía llegar.

Sin saber qué hacer, y solo con ganas de llorar, se acercó a ese amasijo de madera podrida y telas desgastadas que parecía ser su cama. No se atrevía a sentarse en esa cosa, así que se apoyó en ella sentada en el suelo. Abrazó sus piernas llevando sus rodillas a su pecho y escondió la cara entre estas.

«Por favor, que alguien me ayude».



















Al final se había quedado dormida sin darse cuenta, ¿habrían pasado minutos? ¿Horas? No estaba segura. Le dolía un poco la espalda y el cuello por esa postura tan malditamente incómoda.

En eso recordó poco a poco todo lo que había sucedido ese día y el miedo volvió a invadir su cuerpo. Trató de buscar algo que le indicara qué momento del día era, pero como la celda no contaba con ningún tipo de hueco que dejara entrar luz no podía saber si era de noche o de día.

El pánico la hizo levantarse al fin del suelo trastabillando en el intento. Sus piernas se habían quedado dormidas, pero eso no le impidió agarrarse a los barrotes y tratar de ver a través de ellos algo; un guardia al que preguntarle o con suerte a Silvia, a quién no había vuelto a ver desde que la encerraron ahí.

—¡Señorita Silvia! —gritó para ver si con suerte la mujer la escuchaba.

Los calabozos del castillo eran inmensos y tenían varias plantas hacia abajo. Si se llevaron a la mujer a otra planta no la escucharía y solo estaría gritando en vano.

—¡Guardias! ¡¿Hay alguien?! ¡Señorita Silvia!

—Ya cállate, me das dolor de cabeza.

Aquella segunda voz la sorprendió. Era una voz masculina por lo que no podía ser Silvia, y por el tono desganado tampoco era un guardia.

Se fijó entonces mejor y vio que en la celda de enfrente había alguien, no lograba distinguir bien la figura por culpa de la oscuridad que solo era aliviada por la escasa luz de las antorchas.

—¿Quién eres? —preguntó curiosa recibiendo tan solo un bufido como respuesta.

—¿Por qué todo el mundo en este lugar es tan jodidamente ruidoso?

Lo dijo casi susurrando para sí mismo, pero Skie tenía buen oído y alcanzó a escucharlo. La chica frunció el ceño un poco ofendida, pero aun así no se dio por vencida. Esa persona era al parecer la única que estaba en esa zona de los calabozos, su única compañía. Lo malo es que si estaba encerrado es porque era un criminal y eso no le hacía mucha ilusión.

Aunque si lo miraba en retrospectiva ella también estaba encerrada en aquel lugar y no era una criminal. Mantendría la esperanza de que él también estuviera encerrado allí por error.

—Yo me llamo Skie —decidió ser más educada presentándose ella primero.

—Sí, lo sé, la Princesa Skie Blue —dijo el otro con tono cansado—. Bienvenida al infierno, princesita.

—Espero que ya te hayan dicho que eres muy amable —Skie no quería ser grosera, pero el chico no ponía mucho de su parte.

—Vaya, la princesita siendo sarcástica. Nunca pensé vivir lo suficiente para ver algo así —eso también parecía ser sarcasmo.

Skie rodó los ojos. El chico era un poco desagradable, pero al menos ya no se sentía tan sola como antes y esa sensación de pavor y desesperación había desaparecido.

—Bueno, tú ya sabes quién soy yo. Ahora me gustaría saber a mí con quién estoy hablando.

Pasaron algunos segundos en silencio. La chica estuvo a punto de volver a hablar, no se daría por vencida fácilmente, cuando sintió movimiento en la celda de en frente y como esa figura sentada en la oscuridad se levantaba. El chico caminó hasta que la luz de las antorchas iluminó su rostro.

—Syo Kurosaki —se presentó al fin—. Un vil ladrón al que el rey condenó a cadena perpetua tan solo por robar comida en el mercado.

—¡¿Cadena perpetua?! —se sorprendió demasiado.

El chico no parecía ser mucho mayor que ella. Tal vez rondaría los veinte años. Su pelo era de un plateado casi blanquecino y era bastante largo, llegaba hasta prácticamente su cintura. Entre eso, el color gris claro de su ojos y su piel extremadamente clara parecía ser casi de porcelana. No estaba segura si el color casi enfermizo de su piel siempre fue así o se debía a no estar recibiendo la luz del sol desde hacía ya bastante tiempo. Porque por el aspecto desaliñado y la ropa desgastada se notaba que debía de llevar ahí encerrado ya por lo menos varias semanas, si no es que meses.

—Pero eso es demasiado, jamás se le da una condena así a un simple ladrón de comida.

—Al parecer tu tío no piensa igual —comentó de una forma afilada.

Todo el mundo sabía que Gyan Cinquedea era su tío, eso no le sorprendió, lo que lo hizo es que aquel chico se refiriera al rey de esa forma tan despreocupada. Todo el mundo temía al rey, su poder y su alcance. Nadie en su sano juicio se atrevería a dirigirse de forma descortés hacia él.

Quería ayudar a aquel chico que definitivamente no debería de estar allí. Pero no estaba en posición de ayudarlo, ni siquiera estaba en posición de hacer algo, en ese momento ya no sería la Princesa Heredera, no era nadie.

Se sentía miserable. Una princesa encerrada bajo su propio castillo en una celda que sería su tumba ya que muy probablemente moriría allí.

—Lo que no alcanzo a entender —continuó el albino sin que ella se lo esperara— es por qué la Princesa Heredera está aquí abajo. ¿Qué has podido hacer tan malo como para que te encierren?

—Ya no soy la princesa —dijo confundiendo al otro—. O al menos eso pensará ahora mismo todo el mundo. El rey... mi tío se encargará de ello.

—Un momento, ¿me estás diciendo que el rey...?

—Me ha usurpado el trono —asintió ante la sospecha del mayor—. Mi supuesto abandono servirá como cortina de humo para que no sepan que estoy aquí encerrada. Además si yo desaparezco no quedará más remedio que cederle a la familia Cinquedea el reinado. No queda ninguna otra opción para los opositores.

—¿Opositores?

Syo quedó pensativo por algunos segundos. Era como si miles de preguntas y a la vez respuestas para estas pasaran por su cabeza a toda velocidad.

—Princesa creo que de verdad has estado muy desconectada del mundo por años, no sales mucho del castillo ¿verdad?

Skie negó siendo ella la que ahora estaba confundida.

—Hace años que Cinquedea ya se ocupó de las familias nobles que se oponían a él en Altair, ha estado hostigando a la nobleza y a la iglesia para que estuvieran de su lado a cualquier precio, creo que tu desaparición solo es una tapadera de cara al extranjero.

Esas palabras hicieron que ante sus ojos se abriera un nuevo mundo. Su tío había estado haciendo cosas a su espalda, cosas horribles. Mientras que ella simplemente trataba de ignorar la realidad para no sufrir, era su pueblo el que lo hacía. ¿Qué clase de princesa era? ¿Qué clase de reina hubiera sido con esa clase de comportamiento?

Gyan había puesto muy probablemente a su pueblo en su contra y ella ni se había dado cuenta. Era una estúpida, solo una cría, por eso estaba allí abajo, por eso Silvia también lo estaba. De repente que el rey decidiera fingir que ella huía justo ese día había cobrado mucho más sentido. La visita de la princesa del Imperio de Cyril. Si la Princesa Nelly se hubiera enterado de todo lo que pasaba allí y se lo hubiera contado a su padre, el Emperador Sonny Raimon, cualquier tipo de alianza que Gyan tuviera pensada se habría roto.

Pero si todos estaban consternados por su fuga la princesa no haría preguntas, y el hecho de que todos apoyaran a Cinquedea cobraba sentido cuando acababan de quedarse sin heredera. Ese capullo era muy listo.

—Lo siento, lo siento mucho —Skie no pudo evitar que algunas lágrimas salieran para sorpresa de Syo.

—¿Qué demonios?

—Mientras yo solo trataba de esconderme y protegerme de la realidad todos habéis sufrido tanto... Soy una princesa horrible y jamás sería capaz de igualar a mis padres, lo buenos que ellos fueron, soy tan estúpida.

—¡¿Estás de broma?! —ante aquel grito enfadado Skie se asustó.

El albino parecía arder en rabia mientras agarraba con fuerza los barrotes de su celda.

—¿Eso es todo lo que vas a hacer? ¿Llorar como una niña? ¡Eso no va a ayudar a nadie!

—Pero...

—¡Nada de peros! Si quieres hacer algo útil ayúdalos, ayuda a todas las personas que lo están pasando mal ¡Haz algo maldita sea! ¿Crees que solo con llorar y arrepentirte será suficiente? Madura, hazte cargo de tus errores, de tus fallo, aprende a vivir con ellos y sigue adelante para corregirlos ¡Eso es lo que hace una auténtica reina!

Esas palabras despertaron algo en su interior. No estaba segura de sí era valentía, orgullo o culpa, pero fuera lo que fuera había hecho que no quisiera rendirse y esperar la muerte en aquel lugar. Era verdad, ella se equivocó y ella debía ser quien lo arreglara todo.

Un sonido atronador se escuchó a lo lejos seguido de una luz brillante que cegó a los dos presentes. Después de que eso pasara Skie trató de mirar por el pasillo, en dirección a las escaleras que llevaban a otras plantas subterráneas, para ver qué pasaba, pero como era lógico no descubrió nada.

—¿Es común que pase eso por aquí? —preguntó a Syo.

—No.

Algo se escuchaba por las escaleras, los choques metálicos se acercaban aún más y eso dio mala espina a ambos. Por las escaleras pudieron ver un poco lo que parecía ser un guardia real, su armadura es lo que provocaba ese ruido metálico, pero eso seguía sin explicar el estruendo y el resplandor de antes.

El guardia dio un paso más al frente, y como si de repente se le hubiera gastado la energía cayó a plomo al suelo. Skie miró a Syo que también la miró a ella, su cara en efecto reflejaba que esas cosas no solían suceder por allí.

Nuevos pasos se escucharon subir por la escalera, pero esta vez más rápidos y menos ruidosos. Cuando Skie vio a Silvia aparecer su cara se iluminó. La mayor parecía alterada y respiraba rápido por culpa de la carrera que se había dado.

—¡Señorita Silvia! —gritó llamando la atención de la peliverde que corrió hacia ella— ¿Qué ha pasado? ¿Qué es todo ese ruido? ¿Cómo es que estás libre?

—Lo siento Skie no hay tiempo de explicaciones.

Para sorpresa de la menor la mujer puso sus manos sobre la cerradura de la celda y esta se oxidó al punto que de un golpe con el hombro de la mayor la reja se abrió de golpe.

—¿Cómo has hecho eso? —preguntó sorprendida.

—Skie —la mujer agarró de los hombros a la más joven y se agachó un poco para estar a su altura—. Necesito que me escuches muy bien y obedezcas cada indicación que te dé.

Skie asintió sin atreverse a interrumpir a Silvia. Jamás la vio así de nerviosa.

—Tienes que huir del castillo, irte lejos, muy lejos para que el rey no pueda atraparte. Ve hacia los Valles de Oxia, allí hay un templo, el Templo de la Luna, allí vive el oráculo. Tienes que hablar con él y preguntarle sobre lo que debes de hacer a partir de ahora.

—Espera un momento —pidió Skie confundida—. ¿Huir? ¿Valles de Oxia? ¿Oráculo? No estoy entendiendo nada. Además, ¿tú no vendrás?

—Me quedaré aquí ganándote algo de tiempo y siendo una distracción para que puedas escapar. Por favor, visita al oráculo, tengo un mal presentimiento desde que los embajadores de Cyril llegaron, me temo que algo malo va a pasar.

Entonces la mujer miró hacia atrás y se irguió yendo hacia la celda del otro chico presente. Repitió el mismo proceso que con la cerradura de la celda de Skie y lo liberó.

—Sé que lo has escuchado todo, necesito que la acompañes y la protejas hasta que todo esto acabe.

—¿Por qué debería de hacerlo y no marcharme y abandonarla en cuanto te des la vuelta?

—Porque es la Princesa de Altair —Syo alzó una ceja—. Y porque si todo esto sale mal todos estaremos muertos, incluido tú. Además te será recompensada debidamente tu ayuda.

El albino suspiró. Silvia se volvió a centrar en la princesa sabiendo que el chico cumpliría con lo que le había pedido. No era un criminal peligroso, lo podía ver en sus ojos, en su aura.

—Skie ve con él hasta los valles ¿de acuerdo? Si puedes busca cazadores de brujas por el camino, necesitarás su ayuda. Las brujas son muy peligrosas, creo que están detrás de todo esto y no dudarán en matarte.

—¿Ahora brujas? Silvia de verdad que no lo estoy comprendiendo...

Los gritos de los guardias se escucharon en la lejanía, ya se acercaban.

—Lo siento, no hay tiempo.

Silvia creó lo que parecía luz blanca entre sus manos, Syo se acercó a Skie agarrándola del brazo para que no fuera hacia Silvia cuando esta se alejó de ellos.

—¡Espera, Señorita Silvia!

—Tened mucho cuidado —fue lo último que dijo antes de lanzar hacia ellos aquella luz.

Una vez más quedaron cegados por unos segundos y para cuando la peliazul abrió los ojos se encontraban dentro del castillo, en uno de los pasillos de la planta baja ya fuera de los calabozos. Skie miró en todas direcciones buscando a Silvia sin éxito. No podía ser, había vuelto a separarse de ella.

Ya era de noche y por tanto lo único que daba luz al castillo eran las numerosas antorchas colocadas en las paredes. El silencio nocturno era tan solo roto por el sonido metálico de las armaduras y el grito de los guardias del castillo. En eso sintió de nuevo que le agarraban del brazo y tiraban de ella comenzando a correr.

—Rápido, aún están lejos pero los guardias se acercan.

—Espera, tenemos que volver a por Silvia.

—No, ella dijo que huyamos y eso vamos a hacer.

—Pero...

—¿Quieres volver acaso a esa celda y que los esfuerzos de esa mujer sean en vano? —al escuchar eso calló y no siguió protestando.

Corrieron por los pasillos del castillo buscando una salida. Los guardias cada vez se acercaban más a ellos y algunos gritos los alertaron de que ya los habían visto e iban tras ellos, tenían que apresurarse.

—¡Maldita sea, esto es un laberinto! —se quejó Syo al no encontrar la puerta de salida.

—Es por ahí — dijo Skie señalando el final del pasillo en el que estaban—. Este pasillo finaliza en la entrada principal.

—Me hubiera gustado salir por un lugar más discreto, pero no hay tiempo.

Corrieron y al fin llegaron a la ansiada salida, pero no se encontraron con lo que se esperaban. La puerta estaba siendo defendida por un escuadrón de valkyrias, y por desgracia a una de ellas Skie la conocía muy bien.

—¡Princesa Skie, termine con su huida de inmediato! —ordenó una valkyria de larga melena pelirroja y ojos esmeralda.

Los dos prófugos se dieron media vuelta para intentar volver por donde habían venido, pero ya era tarde, los caballeros de la guardia real ya habían llegado y cortado del todo su camino de huida.

La comandante Jade Greene y su fiel mano derecha, Glacia Vessal, habían empezado a acercarse a la princesa. Syo miraba en todas direcciones desesperado buscando una vía de escape, por su parte la princesa parecía bastante desconcertada.

—¡Alto! —Skie se armó de valor y dio un paso al frente hablando con firmeza, tanto las valkyrias como los caballeros se quedaron estáticos— Ahora mismo estoy muy confundida —admitió—. Mi ti... el Rey me ha encerrado en los calabozos ¿y no os parece extraño?

Jade analizó la situación. Skie se sentía intimidada por la mayor cuando la miraba con seriedad, como si estuviera muy enfadada con ella por alguna razón.

—El Rey Gyan ya nos habló acerca de tu traición —aclaró la chica para sorpresa de la princesa—. Nos dijo que en cuanto viste que tu coronación estaba cerca entraste en pánico y actuaste de manera impulsiva. Querías huir y pensábamos que solo era un capricho de adolescente, pero ¿con un criminal? ¿En serio?

—¡Eso... eso no es cierto! —Glacia desenvainó su espada ante el grito de la princesa, pero Jade la frenó dejando a la chica hablar— Yo no quería renunciar a ser reina, el rey me obligó, me encerró para usurparme el trono.

—¿Y cómo explicas esto? —la valkyria lanzó una carta abierta a la menor, Skie la cogió y comenzó a leerla por encima— En esa carta escribes al rey diciéndole que no puedes soportar la presión de ser reina. Que no quieres ser como tus padres y que te da igual lo que pase con este maltrecho reino. Que no quieres continuar ni un minuto más aquí y que escaparás con Silvia Woods. Pero parece que en el último momento cambiaste de acompañante.

—Yo jamás... —trató de desmentir lo que esa carta decía, pero notó algo muy raro.

Era su letra. Sus expresiones. ¿Cómo era posible? Incluso ella misma se lo hubiera creído de ser otra persona, no podía culpar a la valkyria.

—Incluso amenazas al rey con darle los secretos militares del reino a otros si trata de impedirte ser feliz y libre.

—Jade, nos conocemos desde niñas, hemos crecido juntas en este castillo siendo muy buenas amigas, eras como una hermana mayor para mí —dijo con sinceridad—. ¿De verdad me ves capaz de hacer algo así?

—Que ahora mismo estés huyendo junto a un criminal apoya bastante la versión de la carta —ahí la valkyria tenía su punto, pero ni de lejos tenía que ver mínimamente con lo escrito en esa extraña carta—. Crecimos juntas, pero desde hace años no sé si realmente te conozco.

Eso para ella fue un golpe bajo, pero no podía culpar a Jade. Desde la muerte de sus padres ella se había alejado de todo y de todos, se había aislado en una burbuja donde solo dejaba entrar a Silvia y ella ahora no estaba ahí para ayudarla. Aun así le dolía que Jade creyera que realmente ella podría hacer algo así.

—Princesa entrégate por favor, termina con esto.

—Syo, ¿Confías en mí?

El chico miró alzando una ceja a la menor, pero no le quedaba más remedio, o confiaba en ella o volvía a la celda. Y después de ayudar a la princesa a huir no estaría simplemente encerrado, muy probablemente su castigo sería mucho peor. Por ello simplemente asintió.

De un momento a otro Skie lanzó la carta hacia Jade sorpendiéndola por un segundo, el segundo que necesitaba para agarrar la muñeca de Syo y tirar de él para tomar carrerilla.

—Lo siento comandante, pero no puedo rendirme ahora.

Sin esperar ni un solo segundo más Skie corrió en dirección a una gran vidriera que cerraba una ventana y saltó junto a su nuevo compañero rompiendo la vidriera en pedazos y cayendo.

Jade y Glacia corrieron hacia la ventana y miraron hacia abajo. Por debajo de esa ventana pasaba un río, los dos debieron caer en él y ahora estarían bastante lejos debido a la fuerza con la que llegaba el agua.

—¡Maldición! —Jade golpeo la pared con la palma de su mano— ¡Quiero a todas las tropas movilizándose para buscar a la princesa!

Tanto las valkyrias como los guardias salieron inmediatamente para cumplir la orden de la comandante de aquel escuadrón de valkyrias.

—Glacia ven conmigo, tenemos que avisar al Rey Gyan.

La chica de pelo verde asintió y siguió a la pelirroja hacia la sala del trono, donde Cinquedea mantenía una reunión con sus extraños invitados.

No iba a estar feliz cuando se enterara de que habían escapado.

















Nombre: Skie.

Apellido: Blue.

Apodo(s):
Daisy (dado por su madre).
Princesita (dado por Syo).

Fecha de nacimiento y edad: 4 de abril, 17 años.

Altura: 1,58 m.

Ocupación: Princesa Heredera de Altair.

Rasgos más característicos: Es una persona amable y comprensiva. Siempre busca la forma de ayudar a los demás y es terca cuando decide algo. Es leal a sus ideales y a sus amigos. Su positivismo es envidiado y siempre trata de animar el ambiente cuando este está decaído.

Arma principal: (-)

Arma secundaria: (-)

Campo en el que destaca: (-)

Habilidades principales: Buena adaptación. Facilidad para aprender cosas nuevas. Inteligente. Buena al coordinarse en equipo.

Debilidades principales: No tiene grandes habilidades atléticas. Puntería nefasta. No sabe manejar armas.

Magia: (-)

Crush: Desconocido.

Character Song: Daisies — Katy Perry

Extras:

—El apodo "Daisy" es porque Skie de niña estaba obsesionada con estas flores, siendo aún a día de hoy sus favoritas.

—Muestra un gran interés por todo lo relacionado a lo mágico.

—Sufrió de depresión severa tras la muerte de sus padres aislándose de todo el mundo excepto de su sirvienta, Silvia Woods, que era como una segunda madre para ella.

—Es una gran lectora habiendo llegado a leerse más de la mitad de todos lo libros de la biblioteca del castillo, y no hay precisamente pocos.

¡El capítulo 1 de Witch Hunters al fin está aquí!

Este capítulo es más una introducción a este mundo de fantasía, para saber un poco lo que está pasando y cómo se organizan. También comenzamos a saber sobre un tema tan importante como lo es la familia real, porque os digo desde ya que este va a ser uno de los eventos más importantes de la historia.

Como ya avisé WitHun no tendrá una fecha de actualización definida, simplemente algunas semanas decidiré publicar capítulo de esta historia de manera aleatoria. Por esto también los capítulos serán un poco más largos ya que tendré tiempo de desarrollarlos mejor al contar con más tiempo.

Los diferentes personajes de esta historia irán apareciendo con el tiempo, así que sin prisas uwu y al final de cada capítulo habrá una ficha de presentación como esta. También en algunos capítulos, no todos, habrá un pequeño edit adicional de otros personajes que no contarán con una ficha tan detallada pero que al ser medio importantes creo que es necesario presentarlos debidamente. 

Nos veremos pronto, porque el segundo capítulo ya está escrito así que no creo tardar demasiado en publicarlo ewe

~Nova/Dreamer

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