Sus dedos se aferraron a la pared y con un gran impulso logró sentarse en una pequeña esquina que quedaba libre de la ventana, había cambiado de lugar por uno mejor ahí nadie la podría ver y no estaría sintiéndose con tanto miedo, aunque era complicado bajarse no estaba pensando ahora mismo, lo único que hay en su cabeza es la sonrisa que me regaló Tzuyu en el partido, no se la ha podido quitar de la cabeza y no puede negar que la enamoró mucho más.

Mordió su labio inferior, se había vuelto una costumbre, y apoyó la espalda en la pared, sus ojos se fijaron directamente en la puerta cuando entró, tenía un corte de cabello nuevo, ahogo un grito en su mano al ver que ahora tenía flequillo y se veía tres mil veces mejor, llevaba su típica coleta pero ahora decorada con un lazo de color rosado y mantenía una sonrisa sin mostrar los dientes que provocó miles de cosas en su corazón.

Tragó saliva y se mantuvo en la misma posición de siempre respirando profundo, intentando controlarse por lo que sus ojos acaban de ver, sin duda es la mujer más hermosa del mundo.

No entendía muy bien qué era lo que hacía para verse tan hermosa todo el tiempo, le gustaría preguntarle pero eso sería muy imprudente, miró la pequeña hoja de papel en donde debía escribir yal hacerlo sus mejillas se sonrojaron exhalando todas las emociones que ahora mismo eran todo el combustible que la mantenía en ese lugar, sin importarle si alguien la veía o si se caía con tan solo estar un momento viendo a la mujer más bella de ese mundo estaba más que satisfecha.

Cada que no sabía cómo expresarse golpeaba la ventana con el bolígrafo repetidas veces tanto así que llegó un punto hasta que ella sentía que alguien podía estar observándola. Con algo de miedo volteó y estaban jugando, Tzuyu parecía más feliz de lo habitual y eso la hacía sentir bien, una sonrisa de Tzuyu era una gran felicidad para Minatozaki Sana.

Se podía decir que vivía en las nubes del amor gracias a la taiwanesa, aquellas nuevas que nos hacen volar por los cielos. Nos mantienen expectantes buscando la mínima atención de la causante de nuestro vuelo y cuando lo obtenemos somos capaces hasta de componer una canción completa hablando de nuestros sentimientos.

O sea, Sana estaba flechada.

Cupido había hecho una buena elección solo que con un poco de mal ángulo ya que ella no es la típica lanzada que le dice a la persona que le gusta de frente, no, ella prefiere escribir pequeña cartas que las manda con mucho amor en las cuales se abre y poco a poco va dando señales del amor que tiene además de que tratan de alentar a Tzuyu, esa chica que ahora mismo se limpia el sudor y acomoda su flequillo.

— ¿Puede ser más linda? —Susurró sin dejar de verla, porque Sana estaba cayendo en un profundo hoyo, uno lleno de amos esperanzas y miedo a la vulnerabilidad.

Tal vez y solo tal vez la peli gris ya se estaba enamorando.

Tzuyu rodó los ojos por la felicidad de Momo cuando terminaron los entrenos, parecía que había hecho de todo cuando en realidad sólo hicieron algunos ejercicios y practicaron como siempre lo hacen con la única diferencia de que corrieron una vuelta más por la cancha, a veces no entendía como tenía tan buen cuerpo si era tan floja.

La mayor se acercó a ella y apoyó el brazo en su cuello incitándola a que la ayude a caminar, no le quedó de otra más que aceptar y poco a poco dirigirse a su vehículo el cual estaba más cerca de lo habitual.

— ¿Por qué no puedes caminar bien? —Indagó y Momo bajó la mirada— ¿Hay algo que no me estás queriendo decir? —La japonesa se mordió con fuerza el labio antes de apoyarse de la puerta de salida y mirar a Tzuyu tan seria que le dio miedo, parecía que había algo malo en sus preguntas y eso le aterraba.

— Me lesioné —Chou al escuchar eso la ayudó a caminar sin problema y Momo rió— Buscando las cartas que me daba Dahyun cuando me estaba cortejando —Tzuyu se detuvo.

— ¿Es en serio? —Sus párpados bajaron y su cara de incredulidad era la perfecta señal de que le parecía la cosa más estúpida que ha hecho en su vida.

— Todo tiene una explicación —Se adelantó a la próxima pregunta que de seguro haría la menor— En el partido de la semana pasada —Tzuyu asintió y le abrió la puerta— A una chica se le cayó el teléfono y yo lo agarré, la perseguí para dárselo; sin embargo, no daba la vuelta, no me hacía caso solo caminaba como si no tuviera rumbo.

— ¿Ahora dirás qué es un fantasma? —Se estaba burlando y eso a Momo no le gustó para nada así que le dio un fuerte golpe en el mismo cuando se sentó.

Tzuyu dio la vuelta en el auto y agarró la hoja, no sin antes sonreír hacia todas partes esperando que la persona la estuviera viendo, al entrar se tuvo que morder el labio para no reírse, Momo estaba con un puchero y cruzada de brazos.

— Sigue contando —La empujó un poco y encendió el auto.

— Cuando se lo di la chica estaba llorando y en el preciso momento en el que hablo sus ojos se conectaron con los míos pensé en que... —Tzuyu estaba viéndola sin expresión— ¡No me gusta la chica ni nada por el estilo! —La conocía tanto que sabía que eso tenía en mente— La conozco de alguna parte y era verdad, es compañera de trabajo de Dahyun —Puso el auto en marcha— Cabello gris, ojos grandes y su mirada te da paz de alguna manera pero a la vez te hace sonreír inconscientemente, le gusta a todas las chicas de aquí pero ella es muy reservada, parece que le gusta alguien más —Leyó la carta a la que le había tomado foto.

Tzuyu frunció las cejas, esa descripción le recordaba a la chica que había visto en el partido.

— Estaba sentada arriba a la derecha —Dijo sin pensarlo— Es que también la vi —Momo suspiró y luego de unos segundos se golpeó la frente.

— ¡Ella es Minatozaki Sana! —Exclamó— La misma chica a la que le tenía celos porque era muy cercana a Dahyun —Hirai no llevaba muy bien eso de los celos— Recuerdo que una vez le escribió a Dahyun en la mano esto —Tzuyu desvió un poco la mirada y su sonrisa se borró por completo, esa letra la había visto de alguna parte— ¡Exacto, sus iniciales! —Frenó en seco y le arrancó el teléfono— Cuanta agresividad —Se quejo acariciándose la mano.

— No nada... —Sintió vergüenza por su reacción así que le devolvió el teléfono— Pensé que Dahyun estaba usando mi ropa, pero no es así —Se rió y apretó el volante— Es que estoy ciega —Se mordió el labio, eran muchas coincidencias, de seguro ya se estaba volviendo loca y había visto la letra que no era.

— ¿Puedes llevarme a un Starbucks? —Tzuyu asintió y con todos los nervios que presentaba siguió su camino— Me parece que son muchas coincidencias en una —Habló y apoyó la cabeza en la ventanilla— Tantas que ya me dio hambre, apresúrate —Aceleró un poco más y frenó justo al llegar, en su cabeza no habían nada más que cientos de pensamientos que la estaban ligeramente ahogando.

— Tráeme algo —La puerta se cerró y a toda velocidad abrió la pequeña nota.

Sus ojos brillaron al ver la letra de color morado, la acercó un poco a su rostro e inhaló, no podía describir lo bien que olían siempre.

"Te veías tan hermosa en el partido que no pude dejar de mirarte o sonreír, me hubiera encantado tener la valentía para poder acercarme y felicitarte pero cuando mis músculos reaccionaron tú ya no estabas, Dios cómo me dolió...

Aún así déjame decirte que eres la mejor jugadora de todos los tiempos, créeme, nunca había visto a alguien que fuera tan rápida y saltará tan alto, lo tienes todo, te admiro mucho y pasala bien en la celebración...

Hola, soy M.S, este es otra parte de la carta que te quería hacer porque te estaba viendo y me di cuenta de que realmente me gustas, tengo miedo de que esto haga que te asustes y te vayas, tuve que haberlo guardado pero me es imposible, antes cuando lo decía sinceramente tenía dudas y se han ido, hoy lo compruebo.

Me gustas Chou Tzuyu".