Capítulo OO1: Aquella tarde de verano
Una chica de cabellos grisáceos paseaba por las calles de seul con un helado en su mano derecha y bolsas de compras en la izquierda, no había nadie solo ella en esa gran ciudad pero, hey, no se sientan mal por ella, era alguien que a pesar de la soledad que traían los días de verano podía sobrellevarlos, sin importar el calor infernal y las grandes olas de personas que pasaban a su lado, aún con todo eso se sentía extrañamente solitaria, lo ha estado toda su vida, hubiera deseado tener a alguien a quien sonreírle o saber que la esperara en su casa; sin embargo, solo es ella contra el mundo.
Uno que no le ha regalado a alguien a quien amar, o bueno si, ella ha conocido a una chica de lejos a alguien que la hace sonreír incluso cuando sabe que tiene que estar seria, que la hace suspirar incluso cuando debe guardar silencio y una que la ha llevado a pasar todo los días por la misma calle para ponerse de puntillas y verla desde ese gran ventanal, jugando con sus amigas y riéndose, no se veía para nada solitaria aquella chica que hace a su corazón latir y eso la alivia.
En esos pequeños instantes que tiene para apreciar su belleza no se siente tan mal y de la nada todo el universo para ella se detiene, la tierra deja de moverse y las personas se esfuman, solo son ella y a quien ama, esa morena que hace brillar sus ojos e incluso llorar de emoción por verla feliz, nunca ha hablado con ella, ya que siente que no está segura de ello en estos momentos, pero si que la conoce de una forma que no puede explicar, solo sabe muy bien cada una de sus expresiones e incluso suspiros, sabe cuando está cansada o demasiado feliz, triste o asustada, comprende cada una de las cosas que para muchos son invisibles.
Así que se puede decir que la conoce de una forma en la que nadie llegaría a conocer a otra persona, de una forma que inunda a su corazón de alegría, tanta que a veces chilla cuando ya no puede reprimir lo que siente, amar de lejos nunca había sido tan hermoso, nunca había lo había experimentado, pero sin duda si se sentía de la forma en la que ella lo sentía era lo mejor del mundo, aunque no pudiera abrazarla sabía que la tenía a su lado.
Suspiró y no pudo evitar reprimir una sonrisa al divisar la ventana a lo lejos, sus pasos se volvieron más rápido al punto de que las personas voltearon a verla, sentía que estaba volando, no sentía como el suelo estaba tocando sus pies, de la nada una bocanada de aire chocaba contra su cabello y el tiempo se aceleró hasta llegar a donde ella quería estar, la chica de nombre Tzuyu, lo sabía porque lo habían gritado una vez que se distrajo en el entrenamiento parecía estar con la cabeza en las nubes. Ese día Sana rió con las amigas de Tzuyu, más bajito para que no la descubrieran pero lo hizo.
— Vamos Tzuyu, esfuérzate más —Apretó un poco los labios cuando vio a la peli corto hablarle de esa forma, no le gustaba cuando la trataban así.
— Tonta —Susurró y lamió el helado.
— Estoy haciendo lo mejor que puedo —Se quejó tan alto que retumbó en la cabeza de Sana, debía ayudarla de alguna manera así que miró a todas partes y con mucho cuidado abrió la ventana.
Agarró una pequeña piedra y la lanzó a la puerta provocando un golpe que las detuvo a todas, se escondió rápidamente y pegó la espalda a la pared, tapando su boca y exhalando como si estuviera al borde de un ataque.
— Descanso —Escuchó a Tzuyu celebrar y sonrió para sus adentros había logrado lo que ella quería.
— No sé de dónde vino esa piedra pero si que te salvo —Casi se le salen los ojos cuando se dio cuenta de que estaban cerca dea ventana.
Supuso que la que hablaba era la de flequillo.
— Un ángel del cielo hizo que cayera ahí —De la nada su corazón comenzó a latir tan fuerza que era lo único que escuchaba, Chou la había llamado ángel indirectamente.
— Debes agradecerla —Hubo un silencio y luego otra vez aquel silbato que la hacía rodar los ojos.
Con cuidado se asomó levemente y vio como Tzuyu se acomodaba el cabello en una coleta provocando que sus mejillas se volvieran tan rojas como los tomates que llevaba a su casa, con cuidado acerca el helado a su cara para tratar de enfriarla.
— Es tan hermosa —Tragó saliva cuando parecía que la morena estaba viendo hacia la ventana pero no era así, lo que veía era la parte de arriba en la que había una gran pintura de un pájaro.
Sonrió y eso hizo que Sana chillara tan fuerte que asustó a varias personas que iban pasando por la calle, se dio la vuelta lentamente e hizo una reverencia, siempre le pasaba lo mismo.
— Estamos a media hora de terminar —No entendía muy bien cómo era el voleibol, lo único que sabía era que la pelota no tenía que caer en el suelo, aún así, se podía quedar por horas viendo cómo Tzuyu jugaba por más que no entendía absolutamente nada.
— Media hora... —Metió lo que quedaba de helado en su boca y miró la libreta que acababa de comprar, luego aquel bolígrafo de color morado y tuvo una idea.
Con cuidado abrió la bolsa para no hacer tanto ruido y la sacó, tomó el bolígrafo y luego de un largo suspiro supo lo que iba a decir, por algo tan simple como las pequeñas notas se comenzaba ¿No?
— Espero que mañana te vaya mejor —Tzuyu rodó los ojos al escuchar a Jeongyeon ordenarle una vez más que debía hacerlo bien.
— Tú deberías ser más rápida y yo no digo nada —Murmuró entre dientes y se dispuso a caminar hacia su auto, parecía que estaba más lejos que antes y el calor hacía que caminara aún más lento, cada paso era una gorda de sudor resbalando por su piel y un gruñido para intentar calmar el enojo.
— Hey —Escuchó una voz detrás suya y se dio la vuelta, Momo llegaba casi corriendo al borde de un paro respiratorio, Chou abrió los ojos en grande cuando casi le cae encima provocando risas en la mayor— Muchas gracias por lo que me prestaste —Le dio un sobre de color blanco que la hizo fruncir los labios.
— Te dije que no quería que me lo devolvieras —Hizo una seña de que no lo tomaría entre sus manos.
— Gracias al dinero pude hacerle una cena digna a Dahyun —La morena asintió claro que lo sabía, Dahyun no había dejado de hablar de ello.
Con una sonrisa le respondió— Me alegra que hayan comenzado una relación pero no aceptaré el dinero y ya —Momo movió la cabeza de un lado a otro e hizo una reverencia— Momo... —Colocó dos dedos en el puente de su nariz— En público no, pensaran que soy muy estricta contigo —La japonesa sonrió y se reincorporó.
— Te lo agradezco inmensamente, te comprare la cena un día de estos —Tzuyu no tuvo de otra que aceptar, no quería quedarse más tiempo y mucho menos llevarle la contraria a la persona más insistente que conoce— Hasta luego —Momo salió corriendo, pudo divisar que estaba con tanta prisa porque su novia la esperaba en el auto.
Negando con la cabeza se dio media vuelta y fue a abrir la puerta del auto, al hacerlo una nota cayó al suelo y la pisó para que no se fuera, viendo de un lado a otro la tomó y guardó el bolso en el asiento, un tanto confundida le dio la vuelta y notó la linda letra de color morado.
"Sé que no me conoces, pero yo a tí si, soy tu gran admiradora jugadora del número catorce, me hace muy feliz verte y saber que te encuentras bien, no olvides comer y descansar, tus ojos son muy lindos sobre todo cuando sonríes así que hazlo más seguido, por favor".
Suspiró y se sintió algo mejor, el cansancio se fue esfumando e infló el pecho, ya tenía a alguien que confiaba en ella aunque no fuera tan buena y eso la hizo extrañamente feliz.
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