First.

La fría y gran manzana que es New York era fascinante, sus edificios iluminados le daban el mejor toque que él pudo ver en cualquier ciudad, motones de gente pasan de aquí para allá contestando de manera algo irritada las llamadas telefónicas de su posible jefe o del arruinado matrimonio que un día se juraron amor y respeto, pero que por desgracias terminaron con hijos, deudas y peleas.
Seokjin le importaba solo un chico que veía desde la otra acera, alto, moreno, radiante ante sus ojos, perfecto y educado, pero por alguna razón él no podía ser feliz junto a él, no entendía el por qué no podían estar juntos, él de corazón intentaba estar a su lado, pero esa cara perfecta escondía todo lo que de verdad era. Todo lo contrario, a lo que los demás decían de él, Jin lo conocía de maravilla y desde que salieron juntos no entendía por qué el contrario simplemente caminaba lejano, quería una razón para poder quitarse el estrés que su amado le causaba, pero los once holas de su conversación no daban interés por parte del alto.
Diez dedos jalaban sus preciosos cabellos por no saber qué hacer, nueve días fueron suficientes para saber qué era lo que estaba pasando, ocho psicólogos bastaron para salir del capricho y cobardía que tenía al no soltarse de aquella toxicidad llamada Kim NamJoon, siete meses llorando en su cuarto solo para poder tomar fuerzas y escribir como se sentía, seis días a la semana eran los que la luna tenía que soportar sus cantos mal alineados por su fuerte llanto, cinco días en los cuales pudo descansar ya que NamJoon no estaba todo el rato en su mente, cuatro tragos bastaron para volver al mismo punto de siempre, tres regaños lo hicieron volver en sí, dos páginas estaban listas para revelar lo que sentía y un día fue el propuesto para poder soltar sus sentimientos.
Ese era el día, como siempre Jin veía como NamJoon caminaba desde la otra acera, sonriendo a otra persona que no era él, pero no le afectaba, fueron muchos los días, semanas y meses en los cuales estuvo perdiendo la cordura, mares de lágrimas bajaban por su cara como para volver a caer y seguir sus anteriores pasos. Él no estaba dispuesto a caer más y con la valentía que tenía, agarro fuertemente la carta y viendo a su desgracia caminando con su presuntamente nueva pareja, se pasó a la otra acera y se la tiro en la cara.
Algunos insultos por parte de la acompañante del moreno, la cara de confusión de NamJoon y un Jin corriendo lo más lejano posible fue lo que se presenció en ese espacio, aunque no todos lo vieron ya que no perderían el tiempo viendo un amorío roto en la gran manzana.
Sin más interrupciones la pareja retomo su camino entre risas y alguna que otra mirada, llegaron a la casa de Namjoon y sin despedirse ambos compartieron una tarde larga y algo apasionada.

Su acalorada tarde había terminado y con la chica fuera de su rango, NamJoon decidió organizar aquel chiquero que habían dejado, su ropa se encontraba regada por casi toda la habitación, las sabanas delineadas y mojadas se encontraban aún sobre su cama y el olor a sexo inundaba la pieza. Limpiar y aromatizar es la manera, pensó NamJoon.
Después de quince minutos de limpieza, lo único que faltaba por recoger era una calceta, ante sus pies cayó aquella carta que el chico le había tirado en la cara, se debatió en si abrirla o no, le interesaba, pero el chico no le importaba. Sin más decidió abrirla y en ella pudo ver un montón de hojas, las primeras estaban destrozadas, algunas cuentas de psicólogos y un sin fin de marcas de alcohol se podían observar dentro del sobre.
Pensando en lo raro que era aquel joven, decidió matar su curiosidad y el tiempo que le quedaba para distraerse en algo y empezar a leer aquel montón de hojas, las cuales eran la vida para Jin pero basura para él.
En las otras hojas podía ver dibujos deprimentes y canciones no terminadas, les dio la más breve atención y las dejó sobre su cama, luego las leería, podría ver si podía sacar algo de ellas. La tercera y última era un cumulo de dos páginas, se podía ver letras trazadas sobre ellas, una hermosa caligrafía y una cara feliz al final.

"wish you were gay"
"No me siento bien, son cuatro palabras que no pudiste entender, cinco fueron las horas que te espere bajo la lluvia, tres personas fueron los que esa noche observaron la luna, dos de ellas estaban juntando su cuerpo hacia la otra y una fue la que lloro bajo aquel diluvio. A tu lado tenía la sensación de que finalmente la vida volvía a permanecer bien y solo seis aplausos pude obtener, me siento solo en estos momentos y siete semanas te tomo entenderlo, ocho regalos recibí en San Valentín, pero ningúna por parte vuestra, nueve fueron los chocolates que recibiste, y el décimo lo botaste.
Dime, ¿Cómo hago para que te sientas bien conmigo? Si tres son multitud, ¿Nosotros que éramos?, las lágrimas dejaron de brotar al ver que eran las cuatro y no llamabas, cinco fueron mis desgracias y seis fueron tus carcajadas. Si te dejo ir espero que sea para siempre, me conozco lo suficiente para saber que a la una estaré quejándome con la luna, me siento tan bien a tu lado, que dos abrazos no son bastos, quisiera morirme así, pero tres caricias no fueron suficientes, cuatro botellas he besado hoy y cinco días en los cuales las devuelvo por completo, mientras seis de aquellas baladas me recuerdan a ti.
¿Dime cuál es tu orientación sexual?, confundido estas a tal punto de dejarme de hablar. Las cosas no funcionaran si uno sostiene los corazones de ambos, los brazos de la depresión me llamaron y los recibí a las once, doce horas fueron las necesarias para dejar marcarte y la denominada llamada numero trece se quedó en la calle, catorce fueron las rosas que te di y cinco madres te importo a tí.
Rapear es tu profesión, pero amar te queda en cero, diez grados fueron suficientes para derretir mi corazón, pero bastaron menos seis de estos para poder bajarlos, quince fueron las peleas y nueve tus cogidas, pero ninguna se quedó en nuestro entorno que había. Cuatro cuerdas de mi ukelele fueron afinadas, pero nada me puedo llegar a afina en tu alma, el verano me agrada, pero tu frio invierno me mata.
La primavera fue grata, a excepción del otoño que tanto me daña, las estrellas se ven cercanas, pero lo que no sabes es que desde lo lejos están más que olvidadas. Ceno a las siete y estabas a seis minutos de mi casa, pero solo bastaron cinco mensajes de ella para que nuestro avanzado romance se fuera a la mierda.
Un hola no se responde con un adiós, los besos no se limpian y los amores no se olvidan. Veinte fueron los engaños si no es que subieron a treinta, diecinueve son tus personalidades junto a sus dieciocho baratas explicaciones, diecisiete son tus palabras, dieciséis son tus caricias, quince tus besos, catorce tus toques y trece tus mentiras. Verte desde la otra acera no es tan satisfactorio como doce de mis amigos decían.
¿Cómo hago para que te sientas feliz conmigo?, son bastantes los números de tu engaño que los cuarenta reclamos no son exactos, ocultas están las fechas de tus revolcones que se te hace difícil adivinar, los meses no son suficientes para olvidar, las semanas pasan, los días corren, las horas te observan y los minutos me desprecian.
Tu entendimiento para las matemáticas me dejaba nulo, mientras tu meta era dar el cien por ciento de carisma a los demás, yo solo me quede con un cincuenta, sin saber si de verdad cual era el porcentaje real que me respectaba, por eso comienzo desde acá para poder finalizar nuestra perdida.
Fueron cincuenta los me gustas que jamás pusiste atención, cuarenta y nueve los te odio que más me dedicaste, cuarenta y ocho vistos consecutivos que tengo en mi celular, cuarenta y siete malas vistas que nos dimos, cuarenta y seis besos quemando mi cuerpo, cuarenta y cinco gemidos solté con tu nombre, cuarenta y cuatro ovejas conté y la numero cuarenta y tres fue la que más lejos se fue, la rosa cuarenta y dos estaba vieja como los cuarenta y un libros dentro de tu biblioteca, por un momento pienso que los cuarenta para ti fueron la mejor década.
Treinta y nueve veces te esperé bajo la lluvia, pero fueron solo treinta y ocho los que te pude acompañar bajo la luna, treinta y siete velas se derritieron ante ti, treinta y seis de ellas en mis manos, treinta y cinco enfermedades inventé por ti para ser recompensado con treinta y cuatro lo siento, fueron treinta y tres ocasiones en la que estaba mal y solo atendiste treinta y dos malestares de alguien más. Treinta y dos es la avenida perfecta para poder encontrarme con tu presencia y tu preferiste la troncal treinta y uno con numero treinta.
Veintinueve bebidas tomé para poder olvidarme de ti, veintiocho días en coma no fueron para ti, veintisiete agujas se trazaron en mí y veintiséis dolores se clavaron en lo más profundo de mi ser. Veinticinco gritos asustaron mi cabeza, veinticuatro horas de tortura, veintitrés fuera de sí, veintidós llorando en silencio, veintiuna alucinando viéndote feliz con alguien más fueron las veinte horas más largas de mi vida.
Diecinueve demonios caminaban conmigo mientras dieciocho ángeles se alejaban de mí, diecisiete dioses fueron a los que les rece, dieciséis brujos pague y quince amarres fueron fallidos, me dijeron que catorce arcángeles te protegían, pero yo veo solo trece demonios brincado encima mía, a las doce es la hora de tu lujuria, las once son de tus amarguras, las diez de mi fortuna y las nueve de nuestra aventura, ocho razones para olvidarte son ciertas, más siete de ellas no son mi estrategia, seis son las parejas reemplazadas y yo cuento con ser el número cinco, cuatro duraderos, tres pasajeros, dos fallecidos y uno mal agradecido.
¿Cómo no puedes mirar mi acera?
No te cuesta voltear la cabeza y verme, pero no gastaré más mis neuronas en alguien que ni siquiera las tuvo para mí, espero mi poema te haga entender como me siento y empecemos desde cero, con amor..."
-Kim SeokJin.
Aquel deforme beso hecho al final de la carta junto con la cara feliz fue la despedida de su larga alianza, el lector de aquella carta no sabía si reírse y olvidar el tema o publicar lo ridículo que fue perder el tiempo leyendo aquello, pensó que sería una gran distracción, pero aquello en un dolor de cabeza. Sin ganas de volver a tener algún tipo de contacto o pertenencia de aquel chico con corazón roto que él mismo provoco, se asomó por su balcón y con una sonrisa sínica y la mayor fuerza que pudo obtener en su momento, lanzó sin pudor aquel viejo sentimiento que habitaba en el corazón del otro chico.
Sin darse cuenta que Seokjin lo miraba desde una esquina con sus ojos llenos de lágrimas, todas sus dolencias, traumas y adicciones que fueron plasmadas desde lo más hondo de su corazón en dos simples paginas fueron lanzadas en menos de un minuto sobre la fría y solitaria calle, con enojo y orgullo recogió con ira las hojas, raspando un poco sus nudillos en el proceso y arrugando lo que más caos paso en su momento. Mirando la ventana de su amado y viendo como solo la sombra de este parecía dar un extraño estiro, solo el viento frio y la cansada luna escucharon su ultimo lamento hacia NamJoon.
- desearía que fueras gay.

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