I
El murmullo de la suave melodía se introducía con dulzura en los oídos de Baekhyun, quien estaba sentado en su sofá de cuero junto al ventanal. Sus ojos celestes estaban fijos en el techo blanco, no pensaba en nada, solo estaba inmerso en los tonos delicados. Inhaló despacio y cerró sus ojos por un momento, dejando salir una lágrima solitaria que se perdió en el viaje.
El color negro de su traje Armani contrastaba con fuerza a la habitación blanca. Acababa de volver del último funeral en su familia, la de su sobrino. No le quedaba nadie más, pero había un mausoleo completo y ya no sentía casi nada. Los gritos, el resentimiento a la vida, la agonía y el llanto incesante se había ido desvaneciendo con cada nueva tumba construida.
Abrió sus ojos un poco y se levantó con pereza, deslizando suavemente su cuerpo fuera del sillón. Metió sus manos pálidos en la seda de los bolsillos de su pantalón. Las suelas de sus zapatos de cuero negro se movieron hasta estar en el centro, mirando por toda la pared de vidrio frente a él, dónde a través se podía vislumbrar el jardín japonés con varias flores exóticas sembradas con el fin de ser estético.
La belleza de la naturaleza era lo único que lo mantenía cuerdo, aún recordaba como había sembrado aquellas flores junto a su madre y sus hermanos, como su padre, a pesar de estar ocupado con sus empresas, sacaba tiempo para ensuciar su rostro y manos con tierra mientras todos sonreían por tonterías que ocurrían, como ver a la pequeña Byun corriendo detrás de alguna mariposa o a la señora Byun gritando al ver algún gusano de tierra.
Las sonrisas comenzaron a ser más escasas a medida que el mausoleo Byun iba llenándose, incluso la familia de su madre. La maldición de una mente codiciosa era la culpable de tantas respiraciones cortadas, sin embargo, Baekhyun no pudo hacer nada más que ver cómo las malas decisiones de otro ser humano tuvieron consecuencias en los más inocentes.
"—Perdoname, yo era tan joven, odiaba a mi familia y jamás pensé en tener una propia... Solo quería... quería lo que todos tenían y yo no podía. Perdóname."
Fueron las palabras de su padre, el señor Byun, antes de su muerte, conectado a unos tubos en el mejor hospital de Alemania. Respiró profundo, aún recordando que él jamás podría tener una familia propia, incluso ser demasiado cercano a alguien como para considerarlo familia podría acarrear otro corazón detenido.
—Espero que haya valido la pena para ti, padre.
Susurró a la nada mientras veía como un poco de viento movía las hojas y pétalos de las plantas. Aún podía recordar como su felicidad murió junto a su tía en su cumpleaños veintiuno. Dejó salir una silenciosa risa sin gracia al recordar que, aunque se sintió triste por el accidente de coche que tuvo su tía, no creyó que fuera algo antinatural. Solo un número más en las estadísticas de tránsito.
Dio media vuelta para salir de la habitación, dejando aún sonar la melodía del tocadiscos. Empezó a caminar por el pasillo ancho y largo, no había fotos, nada más que algunos cuadros de varios millones colgando distantes entre sí. Antes esa casa estaba llena de color, adornos, fotos y ruido, pero ahora todo era blanco, frío, minimalista, porque no necesitaba recordar lo que nunca volvería a tener.
Una familia.
Se suponía que estaba en edad de casarse, quizás lo habría hecho con la chica de su clase de química o con la de su curso de inglés. No lo sabía, nunca lo sabría, porque el motivo de sus desvelos lo hizo alejarse de cualquier persona con la que podría tener algún lazo. Su vida social se limitaba a cerrar tratos con otros empresarios o asistir a eventos figurativos de caridad.
Se detuvo por un momento cuando vio de reojo a la piscina interna, a través de las paredes de cristal. Todavía podía escuchar, de vez en cuando, los chapoteos de sus hermanos menores cuando sus padres les enseñaban a nadar. Quizás su hermano menor debió haber puesto más esfuerzo en ello, quien sabe y las olas del mar no lo hubieran tragado hace dos veranos. No valía la pena pensar en ello.
Suspiró y siguió caminando, escuchando tan solo sus propios pasos sobre el suelo. Sabía que debía ir al comedor para almorzar, pero su estómago se sentía agrio, porque su mente seguía con la imagen vivida de su sobrino destrozado después de haber caído borracho desde la terraza de un hotel. El chico nunca pudo superar la muerte de sus padres.
Necesitaba dormir un poco, así que subió al tercer piso y se internó en su habitación. Tan solo una cama sin cabecera se hallaba contra la pared en la mitad del cuarto, el resto de cosas se encontraban detrás de las puertas corredizas de cristal dentro del cuarto. No tenía ánimos de quitarse el traje, así que simplemente dejo caer su cuerpo cansado entre los suaves y gruesos cobertores. ¿De qué servía tener las mejores telas para calentar su cuerpo si nunca podría haber alguien a su lado que calentará su corazón?
¿Una esposa, hijos? Eso solo era un sueño de fantasía.
Apenas su cuerpo se acomodo lo suficiente en el lecho, sus ojos se cerraron con lentitud para finalmente caer en un sueño pesado dónde fluctuaban las imágenes de lo que una vez lo motivo a sonreír. Al menos en el mundo onírico podía volver a verlos.
**
Las semanas siguientes fueron casi iguales, ir a la empresa, hablar con inversionistas y volver a una mansión vacía. Ese día quería hacer algo un poco diferente, así que decidió pasar por una cafetería para comprar un latte y dar un paseo por el parque que estaba a unas cuadras de su edificio.
Mientras su nariz se inundaba con el aroma a café y su rostro se enfriaba por el viento, Baekhyun miraba con atención a los niños que jugaban en los juegos de plástico. Sonrió un poco pensando en como sería tener a un pequeño vástago, corriendo, jugando y sonriendo. Nunca había sido un amante de las infancias, pero al menos le hubiera gustado tener la opción.
Suspiró y sus pies comenzaron a caminar hasta una silla de cemento junto a una fuente grande. Se sentó por un momento, levantando la cabeza para ver las ramas de los árboles moviéndose un poco por el viento mientras algunas aves revoloteaban.
Era tan pacífico.
—Deja de llorar, estúpido mocoso. Me tienes cansada.
Los oídos de Baekhyun captaron la voz estridente de alguna chica, así que desvió la mirada solo para encontrar la imagen de una mujer con tres niños alrededor quienes sollozaban; vestían ropas viejas y rotas mientras sus cabellos se mantenían desordenados y sus rostros sucios.
—Mamá, tengo hambre —dijo una niña pequeña mientras sostenía a un bebé que lloraba con mucha fuerza.
—Ya cierren la boca. Van a quedarse aquí hasta que vuelva y no me sigan.
Después de eso, la chica se fue, dejando a los niños en una de las bancas del parque. Baekhyun sintió una punzada en el pecho ante ello ¿Cómo alguien podía tratar así a sus hijos? Ver los pequeños rostros llenos de lágrimas mezcladas con polvo y a la niña tratando de calmar a su hermanito. Se veían tan indefensos.
Él decidió sentarse en una banca cerca de los niños, decidió que podría quedarse a vigilarlos un rato.
Pasaron varias horas y la mujer no llegaba, comenzaba a pensar que ella los había abandonado, así que sacó su celular del abrigo para llamar a la policía. No podría quedarse más tiempo ahí y tampoco sería capaz de dejar a aquellos niños ahí, vulnerables.
Después de un rato llegaron dos policías con quienes hablo sobre lo que había pasado, así que ellos se marcharon con los niños. Baekhyun suspiró un poco aliviado, y luego se marchó del lugar.
.
Pasaron varios días desde aquella ocasión, él había ido a la estación unos días después para saber sobre aquellos niños, y, aunque no pudieron revelar información personal, se le dijo que los niños fueron retirados de su familia y llevados a un centro de acogida. Baekhyun no sabía que tan bueno era eso.
Ahora estaba paseando por la vereda, pasando junto a los buses y autos que iban rápido. El viento frío de la noche golpeaba su rostro y levantaba su cabello por algunas direcciones.
—¡Tú! Te he estado buscando, asqueroso imbécil.
Baekhyun detuvo sus pasos de golpe cuando escuchó la voz de una mujer, casi rompe sus tímpanos. Qué tono más molesto, pensaba mientras levantaba su mirada del suelo a la persona frente a él.
Una chica menuda con tacones altos sin correa, falda de corta y un escote tan abierto como para mostrar todo su pecho, los colores de la ropa llamaban mucho la atención por sus tonos chillones. Sin embargo, no pudo evitar hacer una mueca cuando vio su rostro, y no, no fue por el exagerado maquillaje con una base diferente al tono de su cuerpo, sino porque la reconocía como la misma chica que había dejado a sus niños botados en el parque.
—¿Necesitas algo? —Baekhyun dijo en un tono tranquilo mientras levantaba una ceja.
—¿Qué si necesito algo? ¡Tú, gran hijo de p-
—No necesito escuchar la basura que saldrá de tu boca —Baekhyun la cortó de golpe mientras suspiraba.
—¡Devuélveme a mis hijos! —ella tenso sus hombros mientras se acercaba a él.
—Yo no los tengo.
—Pero tú llamaste a la policía —ella chillo mientras lo señalaba con una exagerada uña llena de piedras de colores.
—Y tú los dejaste tirados en un parque —se encogió de hombros.
—¡Iba a volver! Solo los dejé jugando ¡Necesitaba un momento con mis amigas! —ella se quejó furiosa mientras daba un pisotón al suelo.
—Y cualquiera podría haberles hecho daño. Da gracias que fui yo quien los vigilo por más de cuatro horas —su voz se volvió tensa y aguda al final mientras achicaba sus ojos.
—¡No entiendes lo que significa ser madre! Eres un hombre. Es muy cansado, necesitaba-
—No me importa lo que digas, hubieras contratado a una niñera, no haberlos dejado solos-
—¿Qué puede saber un asqueroso niño rico sobre los problemas de la gente común? ¿Una niñera? ¿Sabes lo que cuestan? —ella comenzó a golpear el pecho de Baekhyun con las puntas de sus uñas gruesas.
—Bueno, no soy una mujer, pero hasta yo sé que ese tipo de uñas no son baratas al igual que tus pestañas falsas... —levantó sus cejas—, pero no tienes para una niñera.
—¿Acaso debo ser una fodonga solo porque soy mamá?
—Mira, está conversación no tiene sentido —giró la cabeza y suspiró, dejando escapar un poco de vaho por el frío—. Si quieres a tus hijos de vuelta, ve a protección infantil y demuestra que eres apta para ellos.
—Es tan fácil para ti decirlo. No me los darán y mi marido se irá, solo estaba por esos estúpidos mocosos —al final su voz se quebró y comenzó a sollozar.
—Ni siquiera te importan, eres una maldita bruja —dijo con pesar, sintiendo pena por aquellos niños—. Déjame en paz y reza para que tus niños encuentren a una madre opuesta a ti.
—¿Bruja? Ojalá fuera bruja, porque en este momento te maldijera, sí. Ojalá fueras madre y estés en el mismo lugar que yo, ojalá pudieras entender. ¡Eres un completo esnob sin empatía por las madres sin tu cuenta bancaria! —ella chilló, sintiéndose tan molesta, triste e impotente.
—Lo que digas, bruja —él giro sus ojos y la dejó ahí, temblando en el frío, ella no era su problema.
—Te odio, deseo que te pase lo mismo que a mí —ella dijo entre dientes, apretando la mandíbula y pensando que su marido finalmente la dejaría sola, solo cayó en el suelo, mojándolo con sus lágrimas.
.
Baekhyun sintió unas pequeñas gotas frías en su rostro y al levantar el cuello, pudo ver la lluvia volviéndose más fuerte. Pronto caería un diluvio y él no tenía ganas de enfermarse, así que apresuró el paso hasta su casa. Esa mujer le había estresado y ahora le dolía la nuca.
Esa noche se acostó en su king size, envuelto entre mantas gruesas de seda mientras las luces se apagaban por el comando de voz de él. Todo era tan tranquilo y ni siquiera podía ser interrumpido por la lluvia, ya que las paredes y techos gruesos de la mansión lo repelían.
Todo era tranquilo y pacífico. Incluso ahora más, sabiendo que aquellos niños no tendrían que seguir con aquella bruja de madre.
Dormía profundamente.
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