Capítulo 12
[LEER NOTA FINAL] (Ah y Corey en multimediaJFKAKFKSK) 2/2
Llevo un minuto entero riéndome, y no me he atragantado con el batido de milagro. Corey me mira atentamente, con la cabeza recargada en su puño cerrado y un gesto de diversión plasmado en el rostro.
Siento las lágrimas picarme en los ojos, y las dejo salir, mientras sigo riéndome como una niña pequeña.
Acaba de contarme una de las historias más absurdas que he escuchado en mi vida, pero lo ha contado de una manera tan graciosa que me tiene aquí, riéndome exageradamente e impidiéndome tomarme tranquilamente el batido.
—¿Y qué pasó después?— le miro con cara de idiota, cuando se me ha calmado la risa tonta, y espero con la boca abierta su respuesta.
Corey se ríe entre dientes y mira hacia su batido, con la sonrisa aún plasmada en el rostro, mientras juega con la cucharilla de su café.
—Me mandó a la mierda—. Confiesa entre risas.
Me vuelvo a reír, tapándome la boca con la mano porque me estoy riendo exageradamente. Este tío es la hostia.
Intento controlar la risa de nuevo, sin mucho éxito, porque de nuevo un ataque de risa me hace echarme hacia adelante en la silla y reírme con ganas. Corey mientras tanto se dedica a mirarme con su sonrisa tan particular.
Cuando ya he terminado de reírme y me estoy secando las lágrimas con los dedos, suspiro, y Corey vuelve a hablar:
—¿Para qué habías venido a la ciudad?
De repente lo recuerdo, ¡las compras!
—¡Joder! Casi se me había olvidado... había venido a comprar comida, porque me estoy quedando sin nada.
Corey mira su reloj y luego me mira a mí.
—No pasa nada, aún estás a tiempo.
Asiento y sonrío. No entiendo por qué estoy sonriendo tanto, no suelo (o al menos, no solía) ser así con alguien a quien acabo de conocer. Ni siquiera soy así con alguien que ya conozco. Pero Corey transmite confianza y seguridad. Es eso.
—Bueno Heather... cuéntame algo más de ti, anda. Pareces una tía interesante.
Me río, pero aún así arqueo una ceja.
—Ligar se te da de pena, Corey. Deberías dejar de intentarlo.
Corey se ríe gustosamente y se rasca la parte trasera de la cabeza.
—Probablemente—. Coincide—. Pero cuéntame más de ti, venga. Algo general, aunque sea.
—Bueno...— me entretengo revolviendo el batido con la pajita, sin evitar el contacto visual— tengo muy mala hostia.
Corey pone un gesto de obviedad, y deja caer la cabeza hacia un lado.
—¿No me jodas?
Ahora soy yo la que se ríe.
—Vale, vale... mmm... veamos...— intento pensar algo que todo el mundo sepa de mí. Pero es que no hay nada que alguien sepa de mí, sólo Kelsey y bueno, Harry—. El color naranja—. Suelto de repente—. Odio el color naranja.
Corey intenta adoptar una postura seria, como si lo que le estuviera contando fuera interesante, pero termina riéndose.
— Vale, vale me calmo—. Contesta— ¿Naranja?¿Por qué?
Me encojo de hombros.
—Me recuerda a las zanahorias. No me gustan nada.
—Oh vaya—. Ahora se hace el triste, y me río. Me estoy riendo por todo. Debo de ser subnormal—. Y yo que quería cautivarte con mi pastel de zanahoria...
—Bueno—, me encojo de hombros, con aire confidente— siempre me puedes cautivar con un pastel de chocolate.
Corey me guiña el ojo y me río. Otra vez.
—Pero ya sabes lo que dicen de los tíos que cocinan...
—¡Heather venga ya!— me lanza su servilleta y vuelvo a reírme con ganas.
Se levanta y le miro con atención.
—¿A dónde vas?— me echo hacia atrás en la silla, apoyando un brazo en el respaldo.
—Al baño. Tardo dos minutos.
Corey me guiña un ojo y esta vez sí que aparto la mirada.
¿Qué coño te pasa Heather?
HARRY
Llevo media hora mirándolos. Media puta hora sin probar un sorbo de café porque este par de gilipollas ha decidido entrar en la misma puñetera cafetería que yo. De todas las cafeterías que había en la ciudad.
¡En la puta misma cafetería!
El retrasado de Corey Langdon se levanta de su silla, y veo cómo Heather se gira para mirar cómo se va en dirección a los baños. Ella no me ha visto, tampoco creo que Langdon lo haya hecho, pero este es mi momento de pillarlo a solas.
Una parte de mí me quiere matar. Me estoy muriendo de rabia, viéndola con otro, viendo cómo se ríe a costa de otro que no soy yo. Y eso me enfada. Estoy cabreado, porque ella es mi chica.
Y nadie puede quererla como yo lo hago.
Deshecho ese pensamiento rápidamente de mi cabeza. Es egoísta pensar que la quiero después de todo. No la quiero. No es verdad.
Pero este Corey Langdon me va a comer la polla. Casi me quitó un combate, y no me va a quitar a Heather. Lo único que quiero hacer es separarlos. Que se jodan los dos. Si yo estoy sólo ellos también.
Me levanto de mi silla, bebiéndome el café frío de una vez. Y me escabullo entre la gente, evitando a toda costa que Heather me vea. Casi tiro a una chica en mi camino a toda leche hacia el baño, pero ni si quiera me disculpo. Me la suda.
Encuentro el baño rápidamente, y giro hacia la izquierda, abriendo la puerta del baño de hombres. Me fijo en las puertas. Sólo una está cerrada, y es Langdon.
Con una sonrisa sádica me acerco a la puerta, y la aporreo.
—¡Está ocupado!— es él. Es su voz.
—Ya sé que está ocupado. Gilipollas.
Se escuchan plásticos siendo arrugados y sonrío. La última pelea que tuve con él, le dejé las costillas tan jodidas que tiene que inyectarse una mierda para que el dolor no lo consuma.
—¿Sigues inyectándote esa mierda?— me burlo cuando sale del cubículo.
Me mira con rabia, pero no dice nada. Me echo varios pasos hacia atrás, apoyándome en el lavabo.
—¿Qué quieres, Rude?
Echa la aguja desechable a la basura, y me quedo quieto, mordiéndome la mejilla por dentro. Quisiera partirle la cara ahora mismo, pero no me voy a arriesgar a un escándalo público.
—¿Quién es esa rubia?— hablo al fin— ¿Otra puta a la que te tiras?
Corey niega con la cabeza, y se cruza de brazos, al igual que yo.
—¿Por qué coño te importa quién sea la rubia? Pensaba que querrías hablar del combate, ¿te pareció injusto perder tantos puntos? A mí me pareció injusto que ganaras haciendo trampas. Menudo campeón de mierda.
Aprieto los puños. No voy a perder los estribos. No me voy a arriesgar. No como la última vez.
—Cierra la puta boca, Langdon. Y aléjate de ella.
El gesto de Langdon se transforma de repente. Sonríe, de forma sarcástica, y se me aprieta el estómago.
—¿Y ese interés repentino por la chica? ¿A qué viene? ¿No pretenderás robármela, no?
Me hierve la sangre en las venas.
—No es como si la chica fuera un objeto que te pueda robar.
Langdon se ríe, y eso sólo hace que mi rabia aumente. Me estoy evidenciando demasiado.
—¿¡Es que te interesa!?— se ríe más fuerte— Primero el combate, ¿y ahora pretendes que deje en paz a la chica? ¿Pero te crees alguien con poder sobre ella? Lo llevas claro, tío. Déjame en paz ya. Ya me has ganado una vez, no lo vas a hacer de nuevo.
Tardo un segundo en echarme hacia adelante y agarrarle por el cuello de la camisa, apretándolo contra la pared.
—Yo gano cuando quiero, y como quiero, ¿me has entendido?
Corey intenta deshacerse de mi agarre, pero le presiono con fuerza, y con la mano libre le meto un puñetazo en las costillas. Corey chilla del dolor, pero le tapo la boca con la misma mano.
—Sshh...— me río — No queremos montar un espectáculo aquí.
La puerta de fuera se abre, y me quedo en silencio cuando escucho una voz familiar. Mierda.
—¿Corey?— la voz suave de Heather se escucha amortiguada tras la puerta — Si pretendes que yo lo pague todo lo llevas muy claro, gilipollas—. Sin embargo. No suena enfadada—. Venga Corey que sé que estás ahí. Voy a asomarme, ¿eh?
¡Mierda!
La puerta se abre, y me giro con rapidez, soltando a Corey, pero ella ya me ha visto.
El gusano de Langdon se agarra las costillas y respira hondo, renqueando cerca de ella. Maldito imbécil.
Heather me mira con rabia y desaprobación. Sus puños se cierran y se acerca a mí. Por puro instinto me protejo la cara con los brazos, pero me golpea en el estómago, con fuerza, he de admitir.
—¡Déjame tranquila, imbécil!¡Es que no me vas a dejar vivir!
Me golpea una y otra vez, y yo me intento proteger, aunque sé que me lo merezco.
—Heather... ¡Heather!
Los golpes cesan, y veo cómo el subnormal de Langdon la agarra por los hombros, acercándola a él.
—No. La. Toques—. Las palabras salen lentas y separadas, y no puedo evitarlas.
Heather se separa bruscamente de él, se ve claramente que también está enfadada con él. Y eso me alegra en cierto modo.
—A mí me va a tocar quien yo quiera—. Escupe—. Pero vosotros dos, ahora mismo. Me vais a explicar qué cojones está pasando aquí. Y por qué tú — señala a Corey acusadoramente— conoces a este—. Me señala a mí, pero no me mira.
—Tiene explicación Heather, claro que la tiene—. Corey intenta alcanzarla de nuevo, pero ella se aleja.
Me río.
Heather me mira con cara de mala hostia y dejo de reírme.
—Este gilipollas es boxeador—. Le señalo con el brazo, el asco goteando en cada una de mis palabras—. Lo que pasa es que no lo conocen ni en su casa.
Corey me mira, y su mirada ha cambiado a una de puro desafío, como la que tenía en el ring.
—¿Ah sí? Pues muchos parecían corear mi nombre la noche en la que te partí la cara, Rude.
Heather mira a Corey con gesto de asombro, pero aún así es capaz de detenerme cuando me abalanzo hacia adelante, con intención de cruzarle la cara al tío este. Su mano en mi pecho es suficiente como para que quiera pararme y tranquilizarme. Me quedo mirando esa pequeña mano hasta que la retira, y la descubro mirándome.
—¿Es por eso que te has empeñado en joderme el momento?¿Porque te dio rabia perder ante Corey?¿Es eso, Harry?
Que ella me llame por mi nombre hace que el gesto de Langdon se torne a sorpresa. Nunca nadie me llama por mi nombre. Pero Heather sí.
—No perdí—. Respondo, sin embargo.
—Claro que no—. Se burla Langdon—. Hiciste trampas, que es peor.
Heather me mira de nuevo, la decepción es visible en sus ojos, y aparto la mirada. Eres un cobarde. No eres capaz ni de mirarla a los ojos.
La tensión en el ambiente es palpable. No sé qué hacer a estas alturas. Quiero hablar, pero no sé qué voy a decir, ¿disculparme? Ni de coña. Con ninguno de los dos. Ni muerto. Sin embargo, sí tengo ganas de decir algo, aunque me quedo en silencio.
Heather se gira hacia Corey, y posiciona su mano sobre la de él, a la altura de las costillas. Qué cojones...
—¿Estás bien?— la oigo susurrar.
Langdon asiente, y no despega sus ojos de los de ella.
Me siento impotente, y la rabia consume cada parte de mi ser. Me cago en la puta. Por qué te da rabia esto, gilipollas. Contrólate.
Heather se gira de nuevo en mi dirección, aunque no me mira.
Luego, con la mano aún sobre la de Langdon me mira, a los ojos, directamente. El corazón se me agita violentamente en el pecho. Me quedo mirando sus ojos pardos, por lo que parecen horas, y horas, y horas. Una eternidad. Parece que quiere decirme mil cosas con la mirada, pero sea lo que sea que quiera decirme, no lo hace.
Las únicas palabras que salen de su boca me dejan con la misma rabia de antes:
—Vámonos ya, Corey. Vámonos.
Vámonos Corey. No Harry. Corey.
POBRE HARRYTO BEBITO:((( nah en realidad es un idiota xddd
Pero en serio, ¿creéis que va a poder aguantar con el rollo "me importa una mierda Heather"? JAJAJAJJAAJAJ VERÉIS, VERÉIS. Porque menudo capítulo tengo planeado para dentro de poco.
Ah por cierto, DARLE DURO A LOS COMENTARIOS QUE ME ENCANTA LEEROS, A VER SI PODEMOS LLEGAR AL MISMO NÚMERO QUE EN EL CAPÍTULO 10!
#putoharry xdddd
Loveyou!
No tardaré en actualizar, I promise bbys!<3
Gin xx.
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