Capítulo VIII. Winter's Poem
Mientras veía los patios del palacio a través de su ventana, el golpeteo repentino de un copo de nieve contra el cristal interrumpió los pensamientos de la princesa.
El invierno estaba por llegar de nuevo. Ya habían pasado 10 meses de haber llorado la ausencia de Jack y con cada lágrima, el corazón de Elsa se había hecho cada vez más hermético, como si sus propias lágrimas se hubiesen cristalizado formando una coraza para sus emociones.
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300 days I've counted
Almost a year,
one year of missing you.
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La futura reina de Arendelle había comenzado a sentir un rechazo por el hielo y la nieve, que eran un recuerdo del sueño que había tenido una vez para después perderlo sin aviso previo.
Y ahora el arrastre de nieve entre las corrientes de aire parecían ser una burla de las estaciones... o quizá de Jack. Y la princesa sabía que por los siguientes días la presencia del hielo habría de empeorar. El blanco que pronto cubriría los jardines del palacio serían una pintura desgarradora para ella.
En algún tiempo, la princesa había deseado poder odiar al creador del invierno. Pero pronto descubrió que sus sentimientos por él eran tan grandes que no había cabida para el desprecio hacia Jack dentro de ella.
—Princesa, el rey quiere verla —anunció de pronto una de las doncellas de Elsa.
La chica asintió con la cabeza y salió de su habitación directo al salón real. Cuando llegó con el soberano de Arendelle, éste no se sorprendió de ver ante él a un cascarón sombrío y sin emociones. Hacía varios meses que Elsa se comportaba de esa forma, como si fuese solo un soldado más del castillo, obedeciendo órdenes sin importar sus propios intereses.
Para su padre, había sido una gran mejoría. Ahora Elsa cumplía cabalmente sus obligaciones sin faltar a una sola de sus lecciones. Pronto estaría lista para hacerse cargo del reino de Arendelle. Solo le hacía falta un pequeño paso...
En el castillo, únicamente la princesa Ana se daba cuenta de que el alma de su hermana había sido atrapada en un abismo oscuro, pero no encontraba forma de hacerla regresar a la luz. Había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que la vio sonreír. Ahora ni los chocolates podían alegrarla.
Ana había tratado de hablar con Elsa, mas ésta la evadía. Ya no deseaba acercarse a nadie. No quería volver a caer en la trampa de confiar en alguien para después ser traicionada y abandonada como lo había hecho Jack.
—Buen día, padre —saludó Elsa reverenciando al rey de Arendelle.
—Elsa, me alegra verte. Hoy tengo algo especial que anunciarte. Los consejeros reales y yo hemos estado pensando que, como futura heredera del trono, lo que más te conviene ahora es casarte.
El rey se apartó por un momento de la princesa sin esperar a escuchar su respuesta. No la necesitaba. Ella simplemente debía cumplir las exigencias del reino.
En cambio, el soberano se concentró en buscar entre los cofres de una de las vitrinas de la sala.
—También hemos conversado sobre la oportunidad de formar alianzas con otros reinos gracias a tu boda —continuó diciendo el rey—. Y optamos por unirnos a los vikingos. Ellos le devolverán su poder y grandeza a Arendelle. Además de que estarás bien protegida.
Elsa frunció el ceño. Solo podía imaginar a los vikingos como seres monstruosos y peludos que hacían de la guerra un pasatiempos.
—¡Por fin la he encontrado! —exclamó el rey levantando en lo alto una tiara plateada con zafiros incrustados en ella—. Es la corona que solía usar la reina anterior. Ahora quiero que tú la tengas —dijo mientras se la entregaba—. Es el adorno perfecto para tu belleza.
—Gracias, padre —dijo Elsa sin ningún asomo de emoción en su voz.
La princesa tomó la corona y pidió permiso para retirarse. Una vez en su habitación, y a solas, revivió en su mente las palabras del rey.
Iba a casarse. A condenar su vida con un desconocido. Después de haber perdido a Jack no había considerado la idea de compartir sus días con otro hombre. Y ahora, de golpe, su destino se presentaba ante ella, logrado gracias a su propio padre y el resto de los hombres del Consejo que solo pensaban en las necesidades del reino. ¿Y qué era lo que opinaba su madre sobre esa boda?
De nuevo, Elsa no importaba nada...
Pero sería mejor para ella que pudiera aceptar de inmediato que había nacido con esa carga sobre sus hombros. Era el precio que debía pagar por toda la comodidad que la rodeaba.
Bajó la mirada hacia su nueva corona. Era la joya más bella que había tenido hasta ese momento. Una herencia de su abuela, según le había afirmado su padre. Era una media luna de plata, delgada y con un elegante entramado. En la parte central se encontraba el zafiro más grande de todos los que adornaban la tiara. Y bordeando este zafiro, habían formado la figura de una estrella.
Elsa usó sus poderes para convertir la estrella en un copo de nieve. Era el único detalle que le hacía falta para simbolizar su perdición.
Y es que la princesa vio aquella corona como el pago de Arendelle a cambio de su obediencia. De que olvidara por completo su libertad y su felicidad. Que lo olvidara a él... a Jack, quien por toda su vida había sido su soporte.
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One million crystals
not enough to pay your beauty,
Beauty of your soul.
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Ahora las pesadillas habían vuelto. Más aterradoras incluso que cuando era una niña pequeña. Observó su rostro en un espejo. Lucía cansada. Unos círculos morados se habían alojado bajo sus ojos desde hacía varios meses, símbolo de que no podía conciliar el sueño por las noches, sin importar lo cansada que terminaba después de un día de cumplir con la preparación para la futura reina.
El miedo había vuelto a su vida. Sin embargo, ahora estaba acompañado por la desolación.
Elsa abrió la ventana de su habitación y asomó el rostro para permitir que la brisa refrescara su cabeza. Aún era otoño pero ya comenzaba a nevar. No pudo evitar pensar en Jack Frost. Este año había iniciado a congelar los prados un poco antes. Este año el guardián no había tenido distracciones.
Elsa sintió nuevamente que las lágrimas acudían a sus ojos. Para evitar que fueran derramadas congeló la cima de los árboles que se veían a lo lejos. Éste era el método que le había ayudado los últimos meses para controlar sus sentimientos.
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One million crystals
on the outside of my window,
One single thought,
a thought of missing you.
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La princesa suspiró esperando que con el aire se fuera su miedo para encarar su futuro. Se preguntó lo que diría Jack de la boda arreglada, y pensó que estaría orgulloso de que ella tuviera como prioridad el bienestar de Arendelle.
Por eso Elsa decidió aceptar su compromiso. Se casaría con un vikingo del que no sabía nada y con el que quedaría atrapada.
Pero mientras su pueblo estuviera a salvo, no podía haber sacrificio demasiado grande. Con los puños cerrados se prometió ser valiente por ellos. Valiente para cumplir las expectativas por las que Jack la había olvidado en ese castillo.
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Ice crystals on my window
Hide frozen life inside.
Ice storm outside these walls
But I feel my heart is warm.
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