Trois
~♪I Against Me♪~
«I'm hurting everyone around me And I'm regretting it profoundly But I finally see that the reason is you»
Pov Omnisciente
-Estúpido universo... -Musitó en español, picando la comida de la bandeja como si la fruta fuera la culpable de sus desgracias-. ¿O es el karma?
¿Cómo es que ha caído tan bajo al punto de envidiar a dos niñas?
¡¿Pero cómo no hacerlo?!
Podían flojear sin límites en la comodidad de un lujoso hotel donde literalmente las tratan como reinas. Cuando ella debía levantarse temprano para sentarse horas y horas, escuchando hablar a los adultos para que al final del día, obtenga más deberes.
-Creó que necesito una limpia -Pensó seriamente.
Ignoró el bullicio de la cafetería con su mal humor y se llevó a la boca otra rebanada de durazno.
-Hey chica, ¿Podemos sentarnos? -Enfocó los orbes con desgana a la morena, acompañada de su amiga.
Saco el tenedor con su boca, dándole igual el resultado.
-Como quieran -Colocaron sus bandejas en la mesa y ella volvió a picar una rebanada que masticó sin prestarles atención.
-Y~, dime, Winter...
-¿Si, presidenta de la clase?
-Solo dime Marinette -le pidió con una suave sonrisa-. ¿Qué te ha parecido la escuela? ¿Ya te familiarizaste con el lugar?
-Más o menos -En el interior, maldijo. Justamente el tema que no encajaba en su lista de conversación-. ¿Querían algo o...?
No se fiaba de que se le acercaran así como así. Existe un motivo para todo. Un motivo que sale con retirar el manto de la amabilidad que cubre el rostro de las personas.
-¿Qué? ¡Claro que no! -Marinette rasco su nuca.
Lo penetrante de la mirada de Winter la ponía nerviosa.
-Te vimos comer sola y quisimos hacerte compañía -Aclaró Alya-. Nunca hablas con nadie así que nos pareció una buena oportunidad de empezar a conocernos.
-Pues~, hablen ahora o callen para siempre -Le echó un vistazo a sus negras uñas-. Estoy apunto de irme.
-Bien, aquí vamos, ¡Primera pregunta! -Dijo la de anteojos similar a un concurso-, ¿Eres hija única o tienes hermanos? En mi caso, tengo una hermana mayor y dos pequeñas gemelas.
La peliazul casi suelta el utensilio. ¿Por que sigue encontrando terroríficas similitudes?
A dónde quiera que vaya, aparece Chloe. Comparte gustos en calzado con un chico y ahora, alguien más sufre lo que ella.
-Igual. Una hermana mayor y dos pequeñas -Noticia que alegró a ambas. Ya tenían un tema en común-. Mis condolencias.
Eso sí que Alya no lo esperaba.
Ella quería a sus hermanas.
-Eso sí que es una gran coincidencia. Hasta las envidio, yo soy hija única.
-Que envidia -Pronunció con ilusión y sinceridad la peliazul. Lo que les pareció un tanto gracioso.
-Entonces, te acabas de mudar, ¿Correcto? -Asintió-. Debe ser difícil comenzar de cero en un lugar desconocido pero Alya y yo, estamos aquí para lo que necesites.
-Ajá.
-Ahora, cuéntame más de tus hermanitas. ¡Deben ser adorables!
-Si, tan adorables como una muela picada.
-Todos los niños son un reto que vale la pena -Habló por su experiencia como niñera de sus gemelas-. ¿Tienes una foto? Vamos, muéstrame -Reticente, Winter busco en su galería y enseño la foto donde Jeune y Demi se colgaron de su cabello.
La forma en que la chica en la imagen disimulaba su mueca de dolor con una postura estoica, las hizo mirarse entre sí.
Marinette busco lo positivo en esa foto de amor apache.
-Si que son... Un par de niñas llenas de energía
-Te arrancarán el cuero cabelludo si te descuidas por un segundo-. Espetó super seria.
Sonó tan convencida que por inercia, Marinette cubrió sus colitas.
-¿Cuáles son sus nombres? -Alya examinó la imagen digital, al notar algo peculiar.
-La más pequeña, Jeune, y la otra, Demi.
-¿Qué hay de tu hermana mayor? -Pregunto la azabache.
-Éclair -Por varias razones, omitió el apellido.
-¿Y cómo es ella?
-Tonta, risueña, ingenua, de temperamento infantil y con cara de drogada cuando piensa en su novio.
Nótese el amour fraternal. Puntos buenos y fortalezas, claro que tenía pero no iba a expresar apreció. Aún seguí sentida por la arbitraria decisión.
¡¿Cómo se atrevía a sacarla de su oscura guarida sabiendo que corre el inminente peligro de convertirse en cenizas por el sol?!
-Estamos peleadas -Confesó ante sus miradas de confusión. Solo ella lo ve así pero tuvo que mentir para dar una excusa creíble-, así que borre sus fotos.
En realidad las puso en una carpeta, aparte y oculta. Muy pronto París la recibiría, por lo que no deseaba tener una atención innecesaria.
-Chica, creo que es muy obvio, pero tus hermanitas... No se parecen en nada a ti.
-Oye, es cierto -Fijándose de igual manera en el celular de cárcasa plateado, Marinette, aparte de notar la atmósfera que desprendían, ellas una cálida y Winter una fría, los rasgos físicos hacían más énfasis en la diferencia.
-Hasta la genética es caprichosa
Corto el rollo de una buena vez.
Suficiente ansiedad le dio con dejar que alguien tocará sus cosas y no quiso continuar hablando de su vida.
Continuaron con meras trivialidades, siendo ellas las más activas en la charla. Hasta qué tocaron cierto punto. Uno con mayor interés para cierta chica.
-Y supongo que... Debes tener algo que te guste ¡Bueno, cualquiera tiene una o dos cosas, algún hobby o, ya sabes, como una mascota o una persona...! -La de coletas parpadeo con lentitud ante su balbuceo-. ¡A-a mi me gustan los hámsters y la moda. También me gusta... Bueno, quien me gusta no es...!
-Ve al grano mujer -le exigió temiendo que para cuando acabará la oración, el sol se ocultaría.
-Tú-tú, ¿Te gusta... No sé... Alguien? Tal vez un chico lindo, amable, de hermosos ojos verdes -Sonrió, a punto de divagar. Esa cara enamoradiza la conocía tan, pero tan bien-, ¡Digo... Quizás, de ojos verdes, o azules o negros! Es solo una suposición.
Nerviosa y atenta a lo que diría la celeste, adoptó torpemente una postura seria. La de gafas suspiro con una sonrisa, sabiendo que su amiga nunca cambiaría.
En lo que acababa de hablar, Winter checó por un momento el celular por si acaso y lo guardó cuándo finalizó el diálogo de nexos confusos. El cual descifró sin necesidad de ser Einstein.
La mitad asiática le resultó demasiado transparente. Tampoco significa que pueda leer su mente solo por su lenguaje corporal y su palabrería.
Cosa que en realidad le daba igual quien le sacaba suspiros, sin embargo... ¿Para eso vino a ella?
-Si me gusta alguien o no... No es mi obligación decírtelo -entendió que Marinette no lo hizo con malicia, si no con temor de que fuera cierto, sin embargo, no tenía por qué darle explicaciones a nadie sobre nada.
Además, no quería verse envuelta en asuntos ajenos. Cualquier palabra genera un chisme. Y los chismes, eran un caminó de pólvora que iba directamente a una bomba. No diría o haría nada que la hiciera el blanco de burlas.
Y cómo prometió, con la bandeja semi limpia abandonó la mesa, obviando lo sucedido.
(....)
Roció en su rostro el agua de la llave que se acumuló en sus manos. Fijamente observó a las gotas deslizarse hasta caer por su barbilla, dejando a la humedad secarse naturalmente y cuando lo estaba, apenas retiró la gorra de su cabeza por un momento, y una de sus coletas se deshizo.
Resopló con desgana y cogió los cabellos sueltos. En momentos así, necesitaba de las manos mágicas de Éclair, que usualmente la peinaba sin tirones de por medio.
A mitad de su objetivo, dos figuras conocidas de vista entraron.
Los ojos de las tres se cruzaron brevemente. La de rosa la saludó con una radiante sonrisa y pasó a uno de los baños. Ella siguió en lo suyo mientras la chica de puntas moradas se plantó en el lavabo de lado para revisar su largo flequillo.
Winter la miró, envidiando su genial altura y que ella sí pudo teñirse. Y no negaría que le gustaba ese estilo gótico. Al volver a su reflejo, ahora Juleka la miró notando la dificultad que experimentaba.
-Uhm... ¿Quieres que te ayude? -De soslayo, la examinó con frialdad. Comenzaba a hartarse de no poder hacerlo y sus brazos pesaban.
Le daba algo de vergüenza admitir que no podía con una simple coleta pero así era.
-Porfa... -Le entregó la liga en la palma y mientras recuperaba su apariencia simétrica, quiso preguntar sobre su perfil ocultó pero escogió morderse la lengua.
Ella igual atravesó la etapa de cubrirse el ojo derecho. Gracias a sus hermanas lo dejó, o más bien dicho, gracias a que le cortaron el fleco mientras dormía perdió la costumbre.
Curiosamente, mientras esperaba, Juleka le recordó a alguien por su apariencia, su forma de vestir y sobre todo, el apellido.
Podría ser una coincidencia. Los apellidos pueden repetirse y, comenzaba a desaparecer de su memoria la exactitud del apellido. Nunca fue buena para recordar nombres
Lo que no salía de su cráneo era, esa inusual mirada. Suave y hasta, amable. Pero claro, un encuentro accidental con alguien que muy posiblemente nunca vuelva a ver en lo que le resta de vida, le daba igual.
-Ya está -Apartándose un poco, la ojiazul no emitió quejas. Quedó bien.
Con la gorra puesta, dio las gracias justo cuando Rose acabó y fue a lavarse las manos.
-¿De qué hablaban chicas?
-Realmente, de nada.
-Simplemente le ayude un poco -Taciturna, quitó su flequillo que regresó a su lugar de inmediato.
-Oh, con que era eso. Me llamo Rose, somos de la misma clase pero aún no nos hemos presentado -Amigable, extendió el brazo, la ojiazul rodo los ojos con hastío y al final accedió. Total, actuaba tan dulce como para ser grosera de la nada-. Y ella es Juleka.
Quiso pasar a retirarse pero la rubia lo impidió verbalmente al darles la espalda.
-¡T-tú chaqueta! -Preocupada, señaló la parte del hombro rasgada. Rápidamente, la nueva encontró la rotura gracias al reflejo del cristal. ¿Cuándo? Y ¿Como? Era un misterio.
Se la quitó con cuidado de no agrandar más el agujero y su mente en blanco no le permitió pensar en una solución.
No compraría otra. Eran irremplazables. Sentimentalmente, claro. Casi nunca vestía otra prenda por la misma razón.
Eso explica en parte el deterioro que volvió a la costura frágil. Lo peor es que, hoy no trajo consigo su kit de costura.
¡Pues por qué no tenía!
-¿Qué tal si le pides a Marinette que lo arregle? Ella es buena en eso -La sugerencia de Juleka apareció y desapareció en la cabeza de la celeste.
Winter rechazó la idea, segura de que no le haría ningún favor después de lo que le dijo.
-¡Hablamos de Marinette! Apuesto a que con gusto lo hace si se lo pides! -Ahí estaba nuevamente, la brillante sonrisa de Rose que le hacía desear tener un par de lentes oscuros.
La ojiazul frunció el ceño y dobló la prenda con cuidado, la cargó en su antebrazo, pateó la puerta del baño con total frustración.
(....)
Escuchando y anotando vagamente las fórmulas dadas por La Srta. Mendeléiev, mientras el síndrome de las piernas inquietas hacía de las suyas, la sensación de vacío no desaparecía por mucho que quisiera detener los espasmos. La ansiedad regresaba al fijarse involuntariamente en la manga oscura que sobresalía de su mochila con estampado de helados.
Sonara tonto pero en la balanza, pesaba más la preocupaciones por esa irremplazable pieza que aprobar la materia. También que la física nunca fue su fuerte, así que no forzó sus límites cerebrales.
Su mente estaba tan saturada calculando las soluciones para reparar la rotura que no oía los discretos llamados de Nathaniel. Desconcertada, bajo las cejas, entendiendo el por qué los ojos turquesa del dibujante señalaron a la inconforme maestra con los brazos cruzados.
-Señorita Éternelle, ¿Está prestando atención a la clase?
-Si pregunta, es porque claramente no lo estoy haciendo -Sabiendo que se iba a llevar una reprimenda, le explicó con sinceridad. A su modo-. Razón: me siento de la patada y como no quiero arruinar la clase con mis problemas personales, me permite, por favor, ir a la enfermería. Y si quiere, de paso voy a la oficina del director.
-¡Bien, si se siente mal retírese inmediatamente! -A regañadientes, para acceder a esa sarcástica lógica, apuntó a la salida con un par de hojas en la mano.
Recogió lo suyo con desesperación colgándose la mochila por el hombro y dirigiéndose a la enfermería con la esperanza de que dispusieran de algún ansiolítico. Andar en círculos con respecto a ese tema la estaba poniendo mal. O mejor dicho, de malas.
Por lo que ignoró lo que Nathaniel quería decirle y se retiró sin más.
(.....)
Finalmente, del cielo, un ángel bajó y se apiadó de ella. La enfermera para abreviar. Al entrar a la enfermería no tuvo que darle muchas vueltas ni excesivas explicaciones, la mujer de cabello perfectamente recogido en un moño, le comento que ya había sido notificada sobre su problema y cuáles eran los medicamentos que podía tomar.
Ahora solo faltaba el agua y pasar el trago amargo.
Quiso buscar por si de casualidad en su mochila había una botella, como nunca limpiaba ahí dentro, nada le costaba probar suerte. Metió la pastilla a su boca sin tragar para tener las manos libres.
-¡Winter, amiga! -la amistosa palmada en la espalda casi le ocasiona la muerte por atragantamiento.
Pero sí ocasionó que su gorra se desprendiera de su cabeza, deslizándose en las corrientes de aire hasta tocar el suelo.
-Lo siento Winter, ¿Te encuentras bien? -quiso saber el rubio que lo acompaña.
-Parece que tú gorra se cayó...-Winter lo fulminó, no por que casi se ahoga, sino por su obviedad-. ¡Enseguida vuelvo, iré por ella!
Bajo las escaleras apresuradamente. La peliazul, incrustó las uñas en la palma, con una expresión de piedra.
-¿Winter? -Incapaz de descifrar la causa de esa mirada perdida. Abrió la boca para volver a disculparse justo cuando el chico regresó.
-¡La tengo! -La ondeó en su mano el sombrero-. Aquí tienes Winter. Por suerte nadie la piso.
-Gracias... -La arrebató y pasó de largo entre ambos. Retomando un poco de seguridad al ponérsela donde corresponde.
Mientras la tuviera puesta, no estaría del todo sola. No lo estaría.
Flashback
Suaves golpes provenientes del exterior lo distrajeron de su lectura e hicieron que bajará el periódico. Distinguió el curioso ritmo de su señal secreta y le concedió permiso de girar el pomo dorado de la blanca puerta. Insegura, la pequeña de two ponytails se asomó por el reducido espacio. El mayor, postrado en cama, sonrió al ver su indecisión de poner un pie dentro. Cómo si tuviera miedo de ensuciar la alfombra con sus pequeños pies.
Con una sonrisa, hizo una seña para que entrará a la vez que se quitó y depositó los lentes en la mesita donde yacía la lámpara, un vaso de agua a un lado de un par de pastillas en su envoltura.
A un costado de la cama, la niña de shorts con tirantes se plantó, queriendo confesar el motivo de su visita. Mordió su labio en cada intento por la timidez que le impedía articular.
-¿Qué traes ahí, copito?
La aludida, con lentitud, desenvolvió los dedos y un redondo y reluciente juguete fue visto. una bola pequeña de cubierta vidriosa con figuras de mariposas aún más pequeñas en su interior turquesa.
-Es para ti, abuelito... -Temió que la rechazara.
-¿Para mí? Muchas gracias-. Sonrió, tomando entre el índice y el pulgar la canica que admiro por su rareza-. ¿A qué se debe el gesto?
Sabía cuánto le importaba su colección de canicas. Sacar una de su lugar debió ser todo un sacrificio.
-Escuche... Que mi abuelito de repente se puso mal -De rodillas, arrugó el borde de la sábana.
-Fue un simple mareo. Elliot exagera -Cuando mencionó a su hijo, le preguntó-. ¿No te lo dijo?
-No... Tenía hambre y cuando baje a la cocina por comida, oí del ama de llaves que te sentiste mal. Nadie me dijo nada -Eric suspiro.
-Y yo que pensé que no querías venir a ver a tu abuelo-Frotó la cabezita.
-Eso no es... Cierto -Dijo, cabizbaja-. Realmente no lo sabía... El ama de llaves me regaño cuando dije que quería traerte una fruta y no me dejó venir más temprano.
-Lo sé, pequeña, lo sé -Dedicándole una mueca comprensiva, su humor empeoró por dentro. Si tan sólo tuviera la salud de antaño, podría poner las cosas en orden con un solo chasquido ya que nadie cuestionaba su autoridad en esta casa. Lamentablemente, ahora el jefe era el necio de su hijo. Y enfermo, era más difícil que alguien lo tomara en serio-. Cambiemos de tema a otra cosa que no sea mi salud, ¿Cómo te fue hoy en la escuela? Escuché que otra vez fuiste la primera de tú clase.
Ella se tensó.
-...Me fue bien -Por su abuelo, forzó una mejor cara, aunque le doliera mentir-. Éclair me ayuda a veces con las tareas y me explica mejor que la maestra lo que no entiendo.
Con disimuló, bajo el dobladillo del short para ocultar lo morado de su piel.
-Me alegra mucho oírlo -Que sus nietos tuvieran una buena relación, nada podía tranquilizar más a su débil corazón-. Ya que me has dado este hermoso regalo, yo también te daré uno. Te lo mereces por estudiar tan duro y por ser tan buena nieta, copito.
Dando claras indicaciones a Winter por sus dificultades para andar, la niña buscó en el fondo del armario, encontrando la circular caja color crema. Sencilla y mediana, la entregó al dueño que retiró la tapa y ambos vieron el contenido. Uno con gran nostalgia.
-Cuando era más joven, alguien muy peculiar me la obsequió en mi juventud. No podía comprender los motivos. Solamente me dijo que la usara en mis días más grises y todo iría bien -esbozó una diminuta sonrisa. De alguna u otra forma esa extraña, acertó-. Usaba ésto siempre en las ocasiones especiales, bueno, casi siempre. No quería ensuciarla.
Disfruto del tacto de la tela negra.
-¿Cómo en una fiesta? -Él río por la ingenuidad con la que habló.
-No es esa clase de especial. Cuando me la ponía, cosas buenas me pasaban. La use cuando conocí a tu abuela, también cuando Éclair nació y también, cuando tú y yo nos conocimos. Es mi amuleto. Pero creo que ahora es tu turno de llevarla -la colocó en su cabeza pero se resbaló al instante por la diferencia en el tamaño-. Algún día será tu turno de llevarla, aún estás creciendo -Soltó una risa mezclada con tos-. Cosas buenas pasaran si la llevas, te lo prometo.
Confío ciegamente en lo dicho. En esa cara tan sincera y cariñosa. Y al pasar los años, aún lo seguía haciendo.
A pesar de que esa fortuna de la que tanto presumía, se volvió una dulce mentira a medida que crecía.
Fin del Flashback
-¿Qué le ocurre? -Raro para Nino que actuará tan efusivamente cuando normalmente era muy directa.
-No lo sé. Tal vez... Deberíamos asegurarnos de que esté bien.
Ella jamás le ha sonreído a ninguno pero preferiría no ver esa expresión de amargura en su rostro. O en el de nadie.
-Si, es lo menos que podemos hacer después de que casi hago que se ahogue.
(....)
-¿Ya te sientes mejor? -al sentarse por igual, la chica agrandó unos cuantos centímetros al distanciarse.
-No es su asunto -Pasó el pulgar por la etiqueta, perdida en la distorsionada imagen de la botella de plástico-. Pero supongo que... gracias. Te devolveré el dinero después. ¿Aceptas efectivo, tarjeta o cheque?
-Descuida, no hace falta ningún método de pago -Habló el ex burbujero, más que relajado-. Es lo menos que puedo hacer por un amigo al que casi asfixió.
-Tu y yo, no somos amigos -Espetó viéndolo de reojo-. Menos, si casi me asfixias sin querer queriendo.
Sus cortantes comentarios no causaron el efecto que quiso.
-No digas eso, vamos en la misma clase y a mi a Adrien nos agradas, ¿No es así, amigo? -La rodeó por los hombros.
-¿Y eso que? No significa nada.
-Tienes razón, somos menos que conocidos... pero en verdad me gustaría que fuéramos más. Entonces, ¿Te parece si empezamos a conocernos como amigos? -Adrien le sonrió con suavidad.
Sabía el sentimiento de ser un solitario y no deseaba que nadie viviera en aislamiento por eso, esperanzado, deseó que estrechara su mano.
-Ni madres. Así estoy bien -a la defensiva se hizo para atrás.
Respuesta que le saco una carcajada a Nino, palmeando su rodilla.
-¡El gran Adrien Agreste es rechazado! Ver, para creer.
-Ni que fuera la última coca cola del desierto -Así de difícil era la chica de impresionar.
-Ríe mientras puedas Winter. Algún día, algún día escúchame bien, dirás con orgullo que somos amigos.
Un semblante de horror es lo que obtuvo en respuesta.
-Si algo te alteró o molesto, aunque creas que no importante, si te hace sentir mejor, puedes decirnos. Te escucharemos ¡Claro, si quieres! -lo antedicho por Adrien, sonó tan parecido a lo que le dijo Miguel que hasta lo pensó.
No le quitaba nada de peso de encima pero lastimosamente, eran muy pocas las personas que cargaban con su confianza. Y ellos no entraban en ese círculo. Sin embargo, cansada de tanta sofocante consideración, separó los labios ya que eran tan insistentes
-Por una estupidez mía-por un segundo planeo contárselo pero como no es de su agrado mostrarse sentimental frente a otros por lo que lo dijo con indiferencia.
-¡A-aqui estás...! Te estuve buscando... Por todas partes... -Apoyándose en sus rodillas, trató de recuperar el aliento.
-¿Nathaniel?
¿Sorprendida porque la buscaba? No. Preguntó porque apenas recordaba el nombre de algunos.
- ...Ten, o-olvidaste esto en el salón -El portafolio negro con una W cursiva en la portada le le fue arrebatado por la dueña que lo estrujó contra su pecho.
-¿Lo viste? -lo miró directamente con suspicacia, a lo que él respondió con nervios.
-¡Claro que...! Si... Un poco -lo admitió con pena-. Mucho...
La ira que la helada creyó iba a desatar, no llegó. Recapacitó sin tomárselo a pecho. La curiosidad yace en todos y se lo devolvió. Pero aún debía asegurarse.
Reviso las páginas y tal como las dejó. Intactas y limpias, sin arrugas.
-¿Tú tomaste esas fotos? Son geniales -Alabó al rubio.
-Nada mal. Aunque prefiero algo más colorido -Mencionó Nino.
De sopetón cerró el portafolio al percatarse de los ojos sobre el mismo. Y aprovechando que las clases finalizaron...
-Quisiera quedarme más con ustedes pero... Eso sería una total mentira -Casi oliendo el reemplazo de la pizza que no alcanzó a saborear y por el que iría, a la hora de ponerse la mochila, el extremo sobresaliente de su chaqueta quedó atorado y el hoyo se agrandó al ponerse de pie y jalarlo.
Un desgarro que más de uno escuchó.
La de uñas negras apretó la mandíbula. Ahora sí iba a hiperventilar como nunca. Adrien notó el tic en su ojo derecho e intervino por si acaso.
-Tranquila, sé quién puede arreglarlo -Miró a su amigo para que lo dijera.
-¡Marinette, claro! -Chasqueo los dedos-. Ella lo dejará como nuevo enseguida.
-Suponiendo que lo haga, ¿Dónde está, Marinette?-derrotada, sucumbió a las sugerencias.
-A esta hora está en el salón de arte -dijo el pelirrojo, agregando que estaba apunto de ir.
-Pues basta de relajo. Llévame ahí... Nathaniel -Casi 100% segura de que era su nombre correcto, lo llevó a rastras al sujetarlo del brazo, decidida a terminar esto lo más pronto posible.
Con Éclair ausente, el deber de cuidar y darles sus tres comidas a las mini fans de Adrien, recaía en ella por lo que no debía tardar más de la hora establecida.
Un calor atraveso las mejillas de Nathaniel por ser tocado sin timidez alguna por la chica con la que nunca hablaba. Pudiendo aún percibir, la frescura de aquellas heladas manos filtrarse a través de su saco gris oscuro.
-¡Adiós, amiga! -Nino agitó el brazo, alzando la voz a propósito.
-¡Que no somos amigos! -Gritó, más avergonzada que molesta por su declaración.
Llevamos tres y contando.
Un día para Winter por muy pacífico que parezca, está lleno de estrés. Y ya vimos lo que le provocó también. Síntomas, mayormente relacionados con su infancia, la cuál fue visto muy poquito en este pero habrá más flashbacks que lo expliquen más a fondo.
También, las interacciones con algunos personajes donde demuestra sus muy, desarrolladas habilidades sociales.
Por último, aquí les dejo una par de imágenes, que vendrían siendo parte del portafolio de Winter, cosa que se vera más en el próximo.
Esta imagen tuve que ponerla si o si, literalmente es Winter de pequeña
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