Sept
~♪Every breath you take♪~
«Every breath you take
Every move you make
Every bond you break, every step you take
I'll be watching you
Every single day
And every word you say
Every game you play, every night you stay
I'll be watching you»
Pov omnisciente
—Eso fue lo que dijo mi padre después de que te fueras...
Ella escuchó la larga confesión sin dejar de sorber el jugo de manzana de cajita.
—¿Y... qué?
—¿No estás molesta? Ni siquiera un poco... ¿Ofendida?
—Nah. No fue dificil suponer lo que buscaba. Le dije mi apellido, dos veces y la cara hasta le cambió.
—Lo supiste desde el inicio entonces —rasco su nuca algo avergonzado.
—Seh. Cualquiera que este a la vanguardia debe haber oido el apellido Éternelle, o el nombre Elliot y Éternelle en sociedad —comentó—. Con eso ya tienen una idea muy clara de con quien estan tratando.
—No me considero exactamente una persona de "sociedad" y ciertamente he oido en algún lugar sobre el reconocido magnate.
Solo que en su momento no imagino que se tratara de una auténtica Éternelle el día que se conocieron. Las coincidencias existen tales como la repeticion de los apellidos.
—Bien por tí.
—Así que... eres rica.
—Elliot lo es. Yo solo soy su hija ile-... Segunda hija.
—Si, quién lo diría. No te ves como ese tipo de gente.
—Leyendo entre líneas... dices que no me veo refinada, ni educada. Ni bonita —complemento con apatía.
—¡Sabes bien que no lo dije con esa intención! —se excusó—. Tienes tú, ya sabes, ¿Encanto propio?
—Con la intención que haya sido. La neta, me da igual verme o no como una persona de abolengo —prefería pasar desapercibida del público. Con un techo, comida caliente e internet, eran más que suficientes para subsistir—. Aunque yo sí pensé que eras de ese tipo de gente. Al principio.
—¿De verdad?
—¿Puedes culparme? Dudo que haya alguien que no sepa quien es tu padre, eres famoso modeló, te llevan a todos lados en limusina, tienes tu propio guardaespaldas. Cualquiera que no te conozca pensará que quieres todo en bandeja de plata y usas el nombre de tu padre para satisfacer tus caprichos.
—¿Solo a mí me llevan a todos lados en limusina con mi propio guardaespaldas? —divertido porque compartían ciertas similitudes, enarco una ceja.
—En mi caso lo hacen porque temen que escapé arrojándome a la carretera con el vehículo en movimiento. Porque créeme que si me atrevo.
—Bueno, al principio fue algo muy parecido a lo que dices —sonrió con pasajera nostalgia.
¿Cómo podría olvidar su primer día de clases y la forma en que lo miraron por el mero hecho de ser amigo de Chloé?
—Normalmente no me gusta catalogar a las personas por la primera impresión pero fue lo primero que pensé al verte en cada espectacular, banca, autobús y cartel de la ciudad —dijo con hastío.
—¿Y ahora?
—Ahora que ya confirme que no eres Chloé 2.0 —puse una mueca burlona—. Me queda claro que más bien eres la rubia princesa encerrada en la alta torre.
—¡Jaja, que graciosa! ¿Acaso tú eres el príncipe azul que sube la torre para rescatarme?
—Mi cabello es azul y puedo ayudarte a salir más seguido de la torre si es a lo que te refieres —Adrien temió arrepentirse de preguntar el cómo lograría eso—. Sencillo. Hay que hacer justo lo que tú padre quiere, o mejor dicho, hacerle creer que hacemos lo que quiere. Aprovechamos el tiempo de las tutorías para demostrarle que soy una niña buena y santa, que ama, honra y obedece a sus padres. La típica amistad que quiere para ti.
Si no fuera porque la está conociendo, sería imposible de ver el halo de luz en su cabeza que simulaba tener frente a los adultos.
—No lo sé... Mi padre no es alguien que se deje engañar o crea así de fácil en las personas —contradijo, consternado—. Se sabe todas las excusas del libro.
—Para que te quede claro ¡Yo invente el libro de las excusas! El truco es primero ganarse la confianza y demostrar que no soy mala influencia para tí... Cosa que dudo mucho —fue sincera—. Mientras esté interesado en formar conexiones con mi familia tendrá que recibirme en su mansión con los brazos abiertos. Simular interés por sus deseos hará que pueda ir ganando un poco de su confianza y progresivamente la aceptación de algunas peticiones.
—Creo que eso es ir muy lejos, incluso para ti. Realmente no me siento bien jugando de esa forma con los demás.
Winter, fastidiada de tanta honradez y lamentos, probó tentando el terreno.
—Adrien... yo tampoco deseo hacer esto. ¡Creeme que lo estoy pasando muy mal al pedirte que mientas! —frunció la cejas con aflicción—. Yo solo ... sufro y me duele porque no estas disfrutando tú adolescencia a plenitud, como el chico de nuestra edad qué eres.
Los ojos se le aguaron penosamente con probabilidades de llanto.
—¡No, no tienes porque disculparte! Entiendo tus intenciones, solamente que... —detuvo sus intentos de calmarla al comprender a qué estaba jugando—. Oye, eso es muy chantajista de tu parte.
—La culpa causa sumisión. Cómo tú, comprenderás —sonrió con leve arrogancia. Agradeció a Eclair por mostarle algunos trucos de actuación.
—Bien, supongamos que tus tácticas funcionan. En todo caso de que empiece a creer que no eres mala influencia, ¿Que sigue después?
—Ya después si todo sale de acuerdo al plan, me mostraras una enorme gratitud el resto de tus días —dijo a modo de broma.
¿O no lo dijo a modo de broma? Solamente Winter lo sabría.
—Sigo teniendo mis dudas.
—Soy de una buena familia adinerada con una impecable reputación. ¡Con eso ya la hicimos!
Lo de la buena reputación era cuestionable sin embargo no le comentará sobre los asuntos ajenos que se llevan a cabo en la mansión Éternelle.
—Al final puede que no te deje hacer lo quieres y gozar de una desmedida libertad, como yo lo hago pero terminará siendo un tanto más permisivo contigo si ve que estamos juntos —un foco en sobre su cabeza se encendió—. ¡Como excusa primeriza podrías decirle que te estoy ayudando a mejorar tu habilidad con el piano! Desconozco con que clase de sinceridad lo dijo pero me alabó mucho durante la cena.
—Y en caso de que mi padre quiera, ya sabes, quiera conocer al tuyo, sin oportunidad de alargar más la espera, ¿Que harás? —se mostró expectante.
—Tendrá que conformarse con saber que soy su sangre y no una mentirosa —saco su celular—, porque si a mí no me soporta en absoluto, me da risa pensar que va a querer reunirse con tú padre solo porque yo se lo pida.
—Winter, claro si no te molesta, tengo curiosidad sobre la forma en que...
—¿En que habló? pues son mexicanismos que...
—¡No! ¡Bueno sí, pero no ahora! —pensó bien lo que diría a continuación púes no quería arruinar el ambiente de comodidad entre los dos que tanto le costo crear—. Es más sobre, tú padre.
—¿Elliot qué?
—A eso me refiero. No disfrutó inmiscuirme en tú vida privada ni nada pero, ¿Por qué lo haces? —la de hermanas problemáticas lo miró sin entender—. ¿Por qué hablas como si te odiara y él a ti?
Ella rodó los ojos a la izquierda, duró segundos en silencio en lo que iba a su lista de contactos. Marcó y esperó a que el tono finalizará.
—¿Allô?... Si soy yo. He regresado de entre los muertos.
El breve intercambio de palabras causó que Adrien la mirará confundido hasta que activó el altavoz.
—Si necesitas dinero dilo de una buena vez. No estoy de humor para perder el tiempo oyendo tus lamentables problemas de adolescente.
—Que ojete...—murmuró—. Nada en realidad. Aquí, reportándome. Quería saludarte como hace tiempo no nos vemos las caras. Tener comunicación, celular a celular.
—Si no es un tema de importancia mejor no me llames. Hay asuntos de mayor prioridad que cualquier cosa que te suceda.
—Óyeme, comprendo bien que estés estresado por eso de la crisis de mediana edad y eso, pero el simple hecho de querer hablar contigo no sig-
—¡Suficiente tengo con que en lo único que te destaques es en crear problemas! ¿Encima crees que tus ridículas bromas son adecuadas? Hazme un favor y abstente de interferir en mi horario de trabajo que aún tengo mucho por hacer.
—¡Uy perdón rosa, te pise!
—Escúchame bien, niña impertinente, si crees que soy tú burla estás muy equivocada. Tampoco voy a rebajarme a discutir contigo, únicamente te diré que si tú tienes el tiempo para desperdiciar en estas innecesarias llamadas, hagas algo de provecho para que me evites la vergüenza de tener una hija inútil, ¿Entend-?
Colgó sin más que una expresión que decía... que sus palabras no fueran la gran cosa.
—¿Ya te quedó más claro que no exageró? ¿O quieres que haga una videollamada?
—Yo... no pensé que fuera de ese modo —dijo arrepentido de sacar el tema.
—Despreocúpate —se encogió de hombros—. Ya me acostumbré a su lindo trato.
—¿Siempre es así?
—No, como crees.
—Ah, ya veo.
—A veces está de malas y usa palabrotas.
—Oh...
—¡Adrien, amigo!
—Hey, Nino —chocaron los cinco.
—¡Winter! —al contrario de sus expectativas, no lo dejó con la mano colgando como otras veces—. Debo estar soñando. Es la primera que no me rechazas.
—Ni te emociones. Correspondí el saludo solamente porque me evitaste que me atropellara ese autobus.
—Te ayudaré a buscar mas pokemos y evitar que te accidentes si con eso dejas de ignorarme —ocupo en lugar cerca de ambos—. Y ¿De qué estaban hablando hace un momento? Se ven muy serios.
—De como salvar a la princesa Adrien de su torre custodiada por un feroz dragón —conto, terriblemente sarcástica.
—Ah, eso. Si, Adrien ya me contó todo lo que pasó el día que fuiste a su casa.
Winter ocultó su ansiedad al oírlo y miró mal al Agreste que se hizo el desentendido.
—Oye tranquila, llamarse Adelaide no es un delito
—¡Para mi es como recibir la pena capital!
—Pues dime, ¿Cómo prefieres que te llamé, amiga o Adelaide?
—Invoco mi derecho a permanecer en silencio —así dió por concluida la plática.
Colgó la mochila en sus hombros dirigiéndose al salón para tener calma antes del inicio de las clases. Sin embargo, la voz de Nino, frenó sus pies como si una mano hubiera salido del suelo agarrando su tobillo.
—¡Adiós, Adelaide!
—¡Que no me digas Adela-...!
El balón de basket que no vio venir hacia su cara, la interrumpió. Dolorosamente.
(....)
—Buenos días Winter, ¿Que... —la media sonrisa de Nathaniel se borró al ver la gasa en su nariz—te pasó?
—La falta de coordinación de una persona. Eso me pasó.
Cuando Bustier entró saludó alegremente como siempre a todos. Durante la clase, ella continuó leyendo el manga con el cel, hábilmente escondido bajo el libro.
—¡Muy bien chicos, antes de que la clase acabé, recuerden que su proyecto de literatura y arte multidisciplinario es para este viernes! Deben crear la estructura general de un libro de su elección a partir de un proceso artístico de otra disciplina. En este caso de las artes plásticas —revisó su portapapeles, viendo los nombres de los integrantes de cada equipo—. Winter, debido a que recién ingresaste no alcanzaste a integrarte con nadie el día en que los equipos fueron decididos. Si quieres unirte a uno, eres libre de escoger.
A lo que respondió de inmediato.
—Puedo hacerlo yo sola.
—¿Estás segura? Es para esta semana sin contar qué aún debes escoger y leer el libro.
—¡Señorita Bustier! ¡Señorita Bustier! —saltó en su asiento con la mano arriba—. ¡Con nosotras! Será un placer poder trabajar juntas.
—Que lindo de tú parte querer incluirla, Rose —con el bolígrafo agregó el nombre completo de Winter al lado del de Rose y Juleka.
—Ey, parece que ya tienes equipo. Lastima, pensaba juntarte en el mío.
Debido a que escogía trabajar de manera individual... en casi todos los proyectos escolares, considero que estar con Nathaniel no sería del todo malo al tratarse de cosas artísticas, por lo que miró sin entender el propósito de las chicas que arbitrariamente la juntaron.
Durante el almuerzo es cuándo se relajo un poco.
—¿Qué estás leyendo?
—¿Qué estás dibujando?
—Te pregunté primero.
—Y yo segundo.
—Bien, si no quieres no me digas —cerró la libreta y empezó a comer.
—No es que no quiera decirte, es que es de género gore, ya sabes, tripas por doquier y estás comiendo —apagó el teléfono y lo metió en su bolsillo—, y luego me culpan de asquear a la gente.
—¿Qué tan fuerte puede ser? Son dibujos al fin y al cabo.
—Se llama Corpse Party, y en esta escena le están cortando las piernas con un hacha a una chica y sacándole la lengua con un par de pinzas.
—¡Olvídalo, así estoy bien!
—Lo suponía —a punto de morder su sándwich, una lata de refresco fue puesta al lado de su bandeja.
—Esto es por lo de ésta mañana —enfocó sus inexpresivos azules en el enorme chico de camisa negra que se encogía ante su mirada—. En verdad siento haberte lastimado. El balón iba hacia Mylène, así que yo...
—¡Por favor, no te enojes con Iván, no fue su intención! —intervino poniéndose al lado de su novio.
—¿Quién les dijo que estoy enojada? —anonadada por la disculpa que nunca pidió, interrogó.
—¿No lo estás? —incrédulo lo repitió.
La mayoría claramente recordaba el hilo de sangre que salió de su nariz por el fuerte golpe y como los chicos tuvieron que llevarla a la enfermería de prisa. El descuido de arrojarselo era suficiente motivo para cualquiera.
—Estoy... familiarizada con el dolor. Es algo pasajero.
—Eso es un alivio —Kim hizo el amago de retirar el sudor de su frente—... ¡Y que quedé claro que todo fue culpa de Alix!
—¡¿Mi culpa?! —ofendida por su acusación, lo confrontó —. ¡Tu fuiste quien comenzó con otra de tus tontas competencias sobre quién es mejor!
—Lo hice, pero... pero ¡No me hubiera tropezado y arrojado accidentalmente la pelota a Mylène, que Iván arrojó accidentalmente a Winter, si no hubieras hecho trampa!
—¡Yo no hice trampa!
—¡Usar patines durante un partido de basketball lo es!
—La única condición para ganar era obtener más puntos, nunca dijiste que no podía usarlos —vio sus uñas, orgullosa de su decisión hasta que alguien resultó herido.
—Vamos chicos, no tiene por qué discutir así —el grupo se enfocó en Nathaniel—. Winter no es tan mala como parece. Nunca se enojaria por una razón como esa.
—Depende. Si lo hubiera cometido, no sé, alguien con gafas, gorra y auriculares alrededor del cuello con gusto le regresaría el golpe —Nino silbó como si no supiera que hablaba de él por mencionar su segundo nombre.
Y sin saberlo, esa se convertiría en una larga plática.
—¡Uno de estos días tienes que prestarme tú vídeojuego de Mortal Kombat! —exclamó Kim con las manos tras la cabeza—. Mis padres no me dejan comprarlo. Dicen que es muy violento y nada adecuado para mi edad.
—El 1 de diciembre de 1993, Lieberman llamó a una rueda de prensa en Washington para exponer lo que consideró como la influencia corruptora de los videojuegos en la mente de los jóvenes —añadió Max, subiendo sus gafas—. Cinco meses después, la industria del videojuego estableció la pionera Junta de Clasificación de los Software de Entretenimiento. Una de sus primeras decisiones fue asignar a Mortal Kombat y otros juegos similares la clasificación M, lo que significaba que a partir de ese momento era ilegal venderlos a menores de edad.
—¿Te cae? —Winter no comprendió por qué tanta exageración y política.
En el juego los combatientes podían arrancarle el corazón y la columna a un contrincante derrotado o decapitar a un opositor y mostrar la cabeza como trofeo, ¿Que tiene eso de perturbador?
—Creían que esa clase de juegos glorifican la violencia y llevan a los jóvenes a disfrutar de actos de crueldad inimaginables —sugirió con una sonrisa cómplice—. Pero si, tienes que prestarnoslo alguna vez, aunque juntarnos un día de estos también sería bueno. Hace tiempo que busco un digno contrincante.
—Lo pensaré.
—¡Y si la próxima quieres ir a ver la exhibición egipcia del Louvre de forma totalmente gratuita, llámame. Mi hermano es el encargado! —Alix agitó la mano en señal de despedida al irse en su skate.
—Ivan y yo debemos ir a la biblioteca —Mylène le entregó un paquete de curitas con monitos kawaii—. ¡En serio lo sentimos! Ojalá esto pueda compensarlo aunque sea un poco.
—¡Adiós Winter! —Ivan entrelazo la mano con la de su novia y se despidió con la otra—. Espero que ya no te duela.
Fue difícil procesar que haya convivido tanto con sus compañeros sin morir en el intento.
La pelea de Kim y Alix naturalmente atrajo la atención, haciendo que al final todos ocupen un espacio en la mesa. La charla que se iba construyendo sacó risas e intereses en común. Salvó a ella. Pero no es porque le disgustara en sí.
Le pareció un acercamiento raro.
¿Será porque se reían de su sarcasmo en lugar de ofenderse, o por el simple hecho de que la escucharon respetuosamente?
Ya sé había adaptado a la presencia del de cabellos rojos por tenerlo al lado de lunes a viernes. No le caía mal después de conocerlo un poco, lo admitía. Aún padecía cierta ansiedad al estar rodeada de más de dos o tres personas por lo que asoció lo sucedido, con que el propósito inicial fue la sincera disculpa que le debían a su nariz.
—¡Winter! —volteó con las manos en los bolsillos a ver a la enérgica rosita.
—¿Que transa?
—¿Harás algo después de la escuela? —En base a la pregunta, en su cabeza enumeró las cosas que usualmente hace al salir de la qué aún consideraba prisión, resumiendo todo, a nada.
—Nada urgente. Si quieren discutamos sobre ese proyecto de literatura.
Seguía convencida de que podría sola pero ya que este fue el resultado, al menos ayudaría a que el promedio de ellas no bajará, ya que tuvieron la "amabilidad" de añadirle.
—¡Fantástico! —y ante la pregunta de dónde lo harían, la rubia contestó después de replantear sus opciones—. Normalmente nos reunimos en la casa de Juleka.
—Pero hoy está hecho un desastre, más de lo normal. Mi mamá sacó todos los instrumentos para limpiarlos. Cómo no quiere venderlos con la excusa de que nadie que no sea un músico puede tenerlos, los reorganiza para que ocupen menos espacio.
—¿Entonces...?
—Podemos ir al café al que vamos de vez en cuando. Es un lindo lugar cerca del Museo de Louvre. ¡Y tiene deliciosos postres!
La palabra postres, me convenció.
De camino al Louvre, ignoró el hecho de que caminar viendo el celular era peligroso y mandó un mensaje a ambas niñas de que llegara un poco tarde. Pero les llevaría un dulce.
—¡Ya casi llegamos! Es aquí en frente.
Honestamente, estuvo de acuerdo con lo que la risueña Rose mencionó antes. Si que está bonito. La fachada de color negro sencilla y sobria contaba con mesas y sillas blancas fuera, rodeadas de verdes plantas que le daban ese toque de vida .
En el interior igual. Grandes ventanas que aportan buena iluminación en conjunto con los múltiples focos que colgaban aleatoriamente por el techo como estrellas. Algunas mezcladas con las enredaderas esparcidas dentro del local sin obstruir el espacio de los comensales.
Lo que más le gustó fueron esos inexplicablemente cómodos sillones de piel estilo vintage pegados a la pared. Casi enseguida de acomodar sus cosas un chico de su edad les entregó el menú a cada una.
—Rose, Juleka, hace tiempo que no venían por aquí —saludó cortésmente.
—Lo siento Jerome, la escuela y los ensayos nos han tenido bastante ocupadas —contó la gótica—. La próxima traeremos a todos los chicos... si no te molesta claro.
—¿Cómo podría? Ni siquiera soy el dueño. Por supuesto él estaría feliz de tener más clientela —preparó el lápiz y libreta para anotar el pedido—. Veo que también trajeron a alguien nuevo hoy. Espero que un cliente recurrente.
—Si, es nuestra nueva amiga. Estamos haciendo un trabajo escolar juntas—. Pasando por alto lo de "nueva amiga" porque ni sus apellidos recordaba muy bien, Winter se adelantó en darle la mano.
—Esmeralda.
—Un gusto Esmeralda, soy Jerome el mesero, aunque eso es algo que ya debiste deducir —señaló su corbata de moño negra—. Estoy bastante seguro de que las chicas ordenarán lo de siempre —el dúo se miró entre sí y asintieron—, por lo que me gustaría oír en que te puedo servir especialmente a tí.
—Una rebanada de pastel de helado de menta y chocolate... Por favor.
—¡Anotado! Enseguida vuelvo con sus pedidos.
—¿Esmeralda? —entre divertida y confundida por lo mentira que dijo con esa cara inexpresiva, Juleka preguntó.
—Es divertido confundir a la gente —paso a la sección de bebidas de la carta—. Y si Jerome es tan listo como parece pronto se dará cuenta de que no tengo cara de "Esmeralda".
Una risa vino de ellas al decirlo tan seriamente aún siendo una clara broma.
En medio de la espera, avisó que iría al tocador. Quería ver si la hinchazón había bajado ya y así deshacerse de la molesta gasa que atraía las miradas.
Segundos después, las amigas que veían los cambios en el nuevo menú con curiosidad, oyeron el tintineo de la campanita sobre la puerta. No sabían quien entró hasta que se dirigió a su mesa con esa suave voz suya.
—Con que al final vinieron aquí sin mí.
—Perdón Luka, pensamos que estabas ocupado. De lo contrario te habríamos llamado.
—Descuida Rose, de hecho si lo estoy. Solo las ví y quise entrar a saludar.
—Siéntate con nosotras, debes estar cansado después de ayudar a mamá todo el día.
—Gracias Juleka pero no puedo, aún me faltan entregas por hacer. Es menos cansado que desempolvar viejos instrumentos —al ver tres sillas y solo dos personas en la mesa, la cuestión surgió—. ¿Hay alguien más aquí con ustedes o esperan a alguien?
—Una chica de nuestra clase. Fue a revisar su nariz, no debe tardar.
—¿Revisar su nariz? —Juleka le resumió lo que escuchó del incidente de la pelota—. Auch. Espero que esté bien.
—¡Aquí tienen su...! ¿¡Luka?! —De la impresión de verlo ahí de pie, casi se le cae la bandeja de las malteadas.
—Jerome, no sabía que aún trabajabas aquí —saludó con normalidad.
—¡Si, yo... e-es un lindo lugar! La paga no es mucha ¡Pero tampoco es mala! —cuidando no derramar ni una gota por culpa de sus manos temblorosas, logró dejar las bebidas, pegando la bandeja contra el pecho—. Lo que quiero decir es... Me gusta este sitio porque la gente que me gusta... ¡Agrada! Viene seguido, y yo... ¿Quieres pastel?
—Otro día será. Tengo algo de prisa —por precaución, observó que su bicicleta aún seguía donde la dejó.
—Si quieres te pido algo para llevar —ofreció su hermana.
—Eso me gustaría —agarró el menú, escogiendo al instante—. El pastel de helado de menta y chocolate de este lugar es de mis favoritos, ¿Podrías traerme una rebanada?
—¡Cla-claro! ¡La más grande! —por poco tropezó por caminar en reversa—. ¡Digo, todas son iguales pero podría si encuentro, yo... Solo la traeré!
—Puedes irte si se te hace tarde —más personas entraron por lo que Juleka asumió que el único mesero estaría lleno de pedidos—. Te la llevaré a casa.
—Cuento contigo entonces —se despidió de ambas subiéndose en su bicicleta.
Ocupando el asiento segundos después de su ida, la de coletas.
—¿Está bien tú...? —la pelinegra apuntó a su tabique nasal.
—No está rota que ya es ganancia.
—¡Esmeralda, aquí tienes tu rebanada de menta y chocolate! ¡Y para...!— sin señales del chico de puntas turquesa viera por dónde viera, la hermana de éste le explicó.
—Se acaba de ir. Tenía prisa pero yo se lo entregó— decepcionado, Jerome lo comprendió y se dedicó a atender las otras mesas.
—¿Quién se acaba de ir?
—El hermano de Juleka, estuvo aquí hace poco.
—¿Tienes un hermano?
—Si, es mi gemelo aunque es mayor que yo. Un día quizás lo conozcas.
—Veremos.
—Winter, ¿Qué hay de ti? ¿Tienes algún hermano?
—... Ninguno.
(....)
Caminando con las manos dentro de su chaqueta y el estómago estaba lleno, repasó en su cabeza los pendientes que tenía, incluyendo lo de verse mañana después de leer el libro que Juleka le prestó.
Entonces, se detuvo un segundo, notando el tremendo silencio que la rodeaba. Avanzó de nuevo dos pasos, cinco pasos, siete pasos y gritó.
—¡Uno, dos, tres, por Marinette, que está escondido detrás de ese bote de basura!
El supuesto bote se sacudió y detrás del mismo, una torpe jovencita salió cayéndose sobre una cáscara de plátano, mostrándole una sonrisa de vergüenza por su acecho que quedó al descubierto.
Nuevo cap e inicio de maratón, en conjunto con la aparición de un nuevo personaje que aunque se vea secundaria, claro que tendrá más apariciones e influencia en la historia, ¿Ustedes qué opinan de él?
Hoy Winter si que tuvo mala suerte pero como ella a aclarado, está acostumbrada al dolor y lo aguanta con una cara de piedra, además de su gusto por las cosas violentas y con sangré, y un poco de anime y manga.
Y no solo eso, sino que por primera vez hace acto de presencia, o vía telefónica Elliot, ¿A qué es todo un amour su papá?
Quizás también aparezca físicamente más adelante y con el mismo bonito humor, ustedes dirán.
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