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Quatre

~♪Photograph♪~

«We keep this love in a photograph
We made these memories for ourselves
Where our eyes are never closing
Hearts are never broken
And times are forever frozen still»

Pov Winter

—¿En dónde está el dichoso salón de arte? —lo solté para que caminará por sí mismo.

—Ya casi llegamos, es por aquí derecho y subimos las escaleras —sobando su brazo, avanzó, abrazando su libreta.

Lo seguí sin emitir sonido.

—Winter... Ese portafolio...—suprimi uno de mis gruñidos. Me desespera cuando la gente habla con tantos espacios—. Así que, ¿T-te gusta la fotografía?

—No, como crees. Solo me gusta sostener la cámara, presionar un botón y luego acomodar cuidadosamente cada imagen resultante de forma simétrica dentro de un plástico para que no sufrieran ninguna mancha o doblez.

¿Por qué hace preguntas tan obvias?

—Lo siento, fue una pregunta tonta... —desvió la mirada algo avergonzado.

Iba a ignorarlo para que el transcurso siguiera en silencio, pero ya que al menos hizo el esfuerzo de romper el hielo...

—Oí que puedes exhibir tus trabajos artísticos si el profesor está de acuerdo y quise probar suerte —dije dejándome de la ironía y el sarcasmo.

Éclair se está esforzando en su trabajo, y yo no quiero quedarme atrás tampoco en cuanto a cosas por hacer en este nuevo inicio.

—¿Crees que lo acepten? Siento que no son lo suficientemente buenas.

A mí me gustan porque son mías pero también necesito de una opinión crítica. Y las únicas a las que pueda consultar, ya que no conozco a nadie más, son dos niñas y una adulta con mentalidad de niña que no saben de ese tema.

—Bueno yo, tampoco se mucho de fotografía pero en mi opinión son realmente buenas. Son agradables a la vista sin necesidad de ser muy complejas ni coloridas —expresó—. Deben gustarte mucho las flores.

Si dice por qué casi todas las imágenes son de la flora, se equivoca un poco.

—En realidad, prefiero fotografiar cosas como la naturaleza muerta y así. En cuanto a las flores, son hermosas pero el mayor problema para mi es la velocidad de obturación para captar cada detalle —le conté sin usar términos complicados—. Intenté ampliar mi zona de confort. ¿Qué hay de usted?

—¿De mi?

—Te la pasas dibujando en clases. Absorto en tu mundo de trazos como si tú alrededor no existiera —refresque su memoria—. No es que sea mi asunto o me moleste, simplemente es raro ver a alguien tan apasionado por el arte estos días.

Que hace lo que adora sin importar lo que le digan me recuerda a alguien y por eso de algún modo es gracioso ver lo celoso que es cuando se trata de sus pasatiempos.

—¿Puedes enseñarme tus dibujos? —parando el andar al pie de las escaleras, él dudo, y resguardo más su libreta—. Tú viste mi portafolio sin pedir permiso, es lo justo.

Resignado, me la pasó.

Dejá de mirarme como si la fuera a quemar, Na... Na... Nathaniel. La pirómana es Éclair que se le quema hasta el agua.

Hoja tras hoja, aparte de impresionarme su habilidad de crear dibujos tan vividos, cierto personaje fue el que abarcó el primer plano.

—¿Ladybug? —plasmada en papel con un realismo increíble, pero... ¿Por qué tanta Ladybug? Chatnoir también tiene protagonismo, sin embargo aquí hay alguien más—. ¿Quién es este tercer superhéroe?

Pegando el hombro con el suyo, mantuve el índice sobre el mencionado. Tartamudeo y me arrebató la libreta.

—¡Él no es nadie! ¡Nadie importante!

Si claro, y por eso está tan bien diseñado y en casi todo los cuadros.

—Nathaniel... —achine los ojos, escéptica—. Voy a empezar a contar y cuando llegue a cero...

Y nadie quiere que llegue a cero.

—¡Es un superhéroe que inventé! —Con las mejillas rojas, se encorvo.

Yo creí que este truco únicamente funcionaba con las enanas.

—¿Nombre?

—El Ilustra Magnífico...—lo oí bien a pesar de que murmuró.

—¿Y El Ilustra Magnífico...?

—Ayuda a Ladybug y a Chatnoir a salvar París.

—Y a El Ilustra Magnífico... ¿Siente aprecio por Ladybug?

Por algo la salva como princesa, ¿No?

—Sabía que no debía contártelo. Tú también vas a burlarte —arrugó el borde de su cuaderno.

¿Burlarme?

—¿Qué te pasa? Pregunto por qué me gusta como dibujas. Es un personaje bien diseñado tanto en apariencia y desempeña un buen rol en la historia—le digo con sinceridad pues yo apenas llegó a monitos de palo—. Me interesa, eso es todo. No lo hago con el afán de menospreciar tú trabajo.

Lo que sí hago es burlarme de las pinturas abstractas de las zanahorias. Es tan divertido darles críticas destructivas a las niñas mimadas.

Cómo sorprendido de que no dijera nada negativo, me miró escasos segundos antes de volver a evitar el contacto visual.

—¿Puedo terminar de leer? —más bien de ver—. Si no quieres no. Tampoco es a fuerza.

Nada de palabras al pasarme la libreta. Creía que se negaría, la verdad. A los segundos es que me arrepentí de poner mi atención en una sola cosa.

A la mitad de los escalones, tropecé y me golpeé la rodilla.

—¿Estas...?

—¡Estoy bien!—Descarte cualquier ayuda y retomé el andar normal. Como si no me doliera y fuera a quedar un horrible moretón—. Ten. Es más seguro si lo llevas tú...

(....)

Que alguien me pellizque si estoy soñando. ¡No mejor que nadie me despierte! Al fin... he encontrado mi lugar feliz. El salón de arte de mi anterior escuela, a pesar de ser más grande, no se compará a lo que tengo frente a mí. Era todo blanco y desabrido

Parece que una bomba de pintura explotó aquí dentro. Y, me gusta...

—¡Marinette! —Nathaniel llamó a la chica concentrada en la máquina de costura.

Ella giró sobre la silla y nos vio, primero confundida y luego nerviosa.

—W-winter, ah yo... —se aproximó jugando nerviosamente con los dedos—. Verás yo, sobre está mañana... —soltó un pesado suspiro— Si-siento si lo que dije te molesto. Aunque no se ni que parte te molesto. ¡Cuando estoy nerviosa mi boca y mi cerebro se desconectan y acabó inventando palabras y no paro d-...!

—Déjalo así. Yo tampoco soy buena hablando con los demás —menos si no estoy de humor—. Vine por ésto —saque de mi mochila la chaqueta, mostrándole la parte rota—. He oído que eres buena en la costura. Claro, si no estás ocupada.

La tomó con cuidado y sonrió.

—¡Para nada, será un placer hacer desaparecer ese agujero! Aquí y ahora no tengo los materiales necesarios, ¿Que te parece si pasas por ella en la tarde? La tendré como nueva a esa hora.

Por consiguiente, anotó en un papel de color rosa su dirección y la hora exacta.

—Ahí estaré —con todo el dolor de mi corazón, me dirigí a la puerta, sin mi preciada chaqueta.

—¿Si quieres puedo ajustarla también?

—¡Ni se te ocurra Dupain-cheng! —Gasp* soné como su eminencia...—. Digo, me gusta tal y como esta así que no le hagas ninguna mejora.

—Entiendo que te guste pero, ¿Estás segura? ¡Esta chaqueta es de hombre!

—Y es del tianguis, posiblemente marca pirata pero aún así, me gusta —a un paso de abandonar la sala me acordé de esa cosa—. ¡Espera!

La encontré al abrir el cierre del bolsillo internó. Lo saque. Es más seguro si me lo quedo yo.

Bajando las escaleras después de despedirme de ellos, entre el pulgar y el índice, examiné la cuña plateada que mi tía me confío en mi cumples y la asegure en mi bolsillo. Revisé la dirección, llevándome una grata sorpresa.

Con que una panadería... se que nos es época pero, ¿Tendrán pan de muerto?

Hace años que no lo pruebo.

(....)

—¡Pelos de zanahoria, ya llegué! —por suerte no compartí el elevador con la princesita de París. Nadie vino a recibirme así que...—. Les traje chuches.

—¡Dame! — Jeune vino corriendo.

—¡Ya quiero los de chocolate! —seguida de Demi.

—Que lástima, ya me los comí —pasaron de pelearse a empujones, a verme como el peor ser humano que ha pisado el planeta—. Si van a estar de berrinchudas, no las voy a llevar a ningún lado.

Dado que no pueden salir sin la supervisión de su servilleta, deben estar desesperadas por correr libres y jugar al aire libre.

—¿Cuándo? —preguntó la zanahoria mediana.

—¿Cuando, que?

—¿Cuándo vamos a ir al parque? Dicen que hay un carrusel —habló la zanahoria menor.

—Cuando se me dé la gana, si es que, aunque lo dudo mucho, no me hacen enojar.

—¡Eres la hermana más mala del mundo! —chillo la de pequeñas colitas.

—¡Te voy a acusar con Éclair! —amenazó la de suaves caireles.

—¿Saben que? Mejor voy a ver Tokyo Ghoul toda la tarde. Quiero ver a Kaneki darle una cucharada de su propia medicina a Jason

No di ni un paso cuando...

—¡Eres la mejor hermana del mundo!

—¡Le diré a Éclair que te traiga un regaló!

Milagrosamente llegué al sofá con ellas aferrándose a cada una de mis piernas y como me quieren mantener de buen humor; Jeune me paso el control y Demi una lata de coca cola bien helorias.

Presione el botón y la pantalla se encendió justo en el canal de noticias. Veamos qué memorables tragedias han ocurrido en el mundo.

Al regresar de comerciales, Nadja Chamak estará acompañada de la nueva estrella del cine en ascenso; Éclair Éternelle, para una entrevista exclusiva.

—¿Qué habrá en Discovery Chanel? —presione otro botón.

Es más interesante un documental sobre la migración de las aves.

—¡Nooo!

—¡Regresale! ¡Queremos ver a Éclair!

—¿Para qué? La conocen de toda la vida. Si quieren preguntar algo háganlo cuando esté aquí.

—¡Winter!

—¡Demi!—. Le arremede.

—Por favor...

—Así si —regrese al primer canal. El programa ya está en medio de la introducción—. Aprende de Jeune, Demi.

Efervescente, talentosa, un pródigo,
Así se han referido su creciente número  de fanáticos para describir al genio de la actuación. Cuya dedicación y habilidad la han levantado en la industria del entrenamiento como una de las actrices más prometedoras de la época.

Bla, bla, bla. Después de los halagos, siguieron las fotos tomadas por los paparazzi

—¿De verdad quieren ver a Éclair contestar un cuestionario? —Están chidas las tomas pero literalmente la he visto tantas que hasta se que va contestar antes que ella misma.

—Si/Mucho.

—¿Cuánto creen que los medios me den por una foto de Éclair cuando se levanta por las mañanas y parece zombie ojeroso? —ambas me miraron mal pero yo solo bebí cómodamente de la lata como si fuera champagne.

(....)

—Dijiste que iríamos al parque —quejó la niña que sostenía mi mano izquierda.

—Y lo sostengo.

—¿Entonces a qué vinimos a una panadería? —se quejó la niña que sostenía mi mano derecha.

—Yo, a recoger una cosa. ¿No sé si ustedes quieran un bizcocho? —dicho eso me arrastraron al interior.

Al momento en que la campanita sobre la puerta tintineo, una mujer bajita, asiática y de cabello corto salió al mostrador. Se parecen, debe ser su mamá.

—Bienvenidas a la panadería Dupain-cheng. ¿Buscan algo en especial?

—Huh, vengo a ver a Marinette...

—Con que tú debes ser la compañera que mencionó que vendría —abrió el mostrador—. Vamos pasa. Marinette está arriba en su cuarto.

Antes de entrar mire a las niñas, babeando en las vitrinas.

—Escojan una sola cosa —si por ellas fuera, comprarían la panadería completamente—. Y espérenme aquí. Tranquilas.

—Si/Ajá.

Seguí las indicaciones de la señora Dupain y al final de las escaleras. Toqué, una especie de puerta en el techo y al oír un "adelante" subí.

Asomé la cabeza y efectivamente, rosa por todas partes.

—Winter, llegas justo a tiempo —me miró de soslayo—. Ya casi termino. Puedes sentarte donde quieras.

En vez de hacerlo porque tenía cierta prisa de dejar dos adictas a la azúcar allá abajo, curiose la habitación tratando de no ser grosera.

Todo normal. Un escritorio, computadora, maquina de coser, cosas relacionadas la diseño de modas, la cama arriba, un espejo, un biombo, una alfombra en medio, fotos de Adrien...

Muchas... Muchas fotos y pósters... De Adrien.

Que pinche miedo.

No más falta que sepa su horario al pie de la letra

Abrí más los ojos de la impresión pero no exageré tanto porque estoy acostumbrada a las locuras de mis hermanas. Recuerdo lo de esta mañana y creo tenerlo en la punta de la lengua. Probemos suerte.

—¿Te gusta Adrien?

—¡¿Q-que?! —perdió el control del lápiz que sostenía y lucho por agarrarlo pero terminó en cayendo— ¡¿Yo, amar a  Adrien?! ¡Claro que no!

Yo no dije amar.

—¿Y por qué tus paredes están tapizadas de sus fotos? Que no es que te juzgue, de verdad.

Abajo del escritorio intentó agarrar el lápiz y se pegó contra el mismo al querer levantar la cabeza.

—¡Eso es... po-porque él es modelo, y a mí me gusta la moda!

—¿Entonces lo sigues para estar al tanto de las tendencias?

—Así es. Él es solo un amigo...

¿A quien cree que engaña? Esa tonta sonrisa es la misma que tiene Éclair cuando piensa en Edmund.

—Es un verdadero alivio saber que no te interesa más allá de lo visual.

—¿Verdadero alivio? —medio giró con la silla.

—Si, me alegra oírlo, porque yo... Amo a Adrien y voy a preguntarle si quiere ser mi novio —lo dije con severa monotonía, pero no sabía si reír porque es la mentira más grande que he dicho en mi corta vida, o por la épica cara que puso. Digna, de ser fotografiada.

—T-t-t-tu, ¿A ti... Adrien te...? ¿Cuánto es que...? Digo ¡¿Cuándo?! —cubrio su boca con vergüenza—. Noo... No te importa que te pregunté, ¿O sí? Apenas se conocen así que...

—Siento que nos conocemos de toda una vida —dramática, pero no mucho—. Desde el momento que lo vi, supe que estábamos destinados a estar juntos por todas eternidades —es lo que alega Demi—. Ver su hermosa sonrisa todos los días hace que mi corazón salte cuál canguro las praderas —es lo alega Jeune—. Ya decidí que nos casaremos en Acapulco y la luna de miel será en un crucero.

Es lo que ha dicho Éclair de su boda.
Seguiría fingiendo pero al ver su cara del fin del mundo me da a entender que si me pasé de lanza

—Nah, no es cierto. No te asustes no me voy a robar a tu crush. Yo prefiero a alguien con aire más maduro. Como a Sebastián Yatra.

Adrien no es feo pero, es muy principesco para mí gusto. Y como no me importa ni un cacahuate la vida privada de Marinette, ni atormentarla con falsas declaraciones, volvimos a la que vinimos.

—¡Aquí tienes, como nueva! —me la entregó y debo decir que hizo un gran trabajo. Hasta parece nueva—. También reforce el cierre por si acaso y arreglé el hoyo del bolsillo derecho.

¿Tenía un hoyo? Con razón perdía el dinero. Creí que siempre me lo robaban y por eso uso la chequera.

—Gracias —me la puse—. ¿Cuánto va a ser? Y, ¿Aceptas efectivo, tarjeta o cheque?

—No necesitas pagarme —agitó las manos en señal de negación—. Es lo que me gusta así que tómalo con un favor.

—Supongo que algún día tendré que devolverte este favor. En caso de ser asi, pídemelo un día que lo necesites.

—Te tomaré la palabra entonces—nos dimos un apretón de manos y nos despedimos. Apunto de salir de su habitación, tuve que preguntarle—. Marinette.

—¿Si?

—¿Has visto a Ladybug? Me refiero a que tan cerca, y... ¿Qué tanto sabes sobre ella y Chatnoir?

Ya me leí casi todo lo que hay en el internet sobre ellos y sigo teniendo un montón de dudas. Pensé que alguien que ha vivido aquí más tiempo podría saber algo.

—Pues... Ella, ella siempre derrota a los villanos y captura a los akumas. Claro que Chatnoir también ayuda mucho, son un equipo, es su compañero, aunque a veces es muy molesto y... ¡¿Por qué preguntas?! —Sonrió exageradamente...

—Me llaman la atención.

—Mi amiga Alya escribe un blog sobre ellos, el Ladyblog, tal vez te sirva visitarlo

¿Alya escribió el Ladyblog? Mi respeto hacia ella ha subido.

—Le echaré un vistazo. Chao.

—Cuidate, nos vemos en la escuela.

Pov Omnisciente.

Marinette esperó un par de segundos y se asomó en las escaleras. Respiró nuevamente dejándo caer de sentón su cuerpo cuando supo con certeza que se había ido.

Su bolsa se abrió por voluntad del pequeño ser mágico que habitaba en esta, volando cerca de la cara de su portadora.

—¿Ya se fue?

—Creo que sí.

—Se nota que empezaron con el pie izquierdo —la de pequeñas colitas se acomodó como los indios—. ¿Será porque es como tu opuesto?

—¿Mi opuesto?

—Ella es muy directa pero por lo que he visto, es indiferente a casi todo, y tiene una intuición aguda. Tú eres torpe al hablar pero eres muy empática con los que te rodean, aunque también un poco despistada.

—Oye, me pongo nerviosa y lo sabes.

—Creo que lo único que tiene en común es que a ambas les gusta Adrien.

—Tu también lo oíste, Tikki. Era solo una broma —flexiono la rodilla al levantarse despacio—. ¿Pero cómo supo que me gusta Adrien?

Sostuvo su mentón, analítica, sin poder encontrar lo que la inspiró a llegar a tal conclusión. Es obvio que metió la pata en la escuela pero nunca dejó nada explícitamente en claro.

El kwami voló a los diferentes sitios cubiertos con la cara del modelo parisino marcadas con corazones.

—Es todo un misterio.

—Como sea, no parece del tipo que vaya a contarlo así que no voy a preocuparme por eso  —exhausta, estiró sus extremidades—. Por cierto, ¿Soy yo, o hace frío aquí?

Frotó sus brazos por el repentino escalofrío que le dió. Volvió a llamar a Tikki quien se encontraba pegada a la ventana.

—Tierra llamando a Tikki.

—Marinette... Creo... Que la he visto —le comento, viendo a la chica de cabellos celestes cruzar la calle

—¿Visto? ¿A quién?

—A Winter —giro a ver a su portadora, segura y a la vez insegura de lo dicho.

—¿Estás segura? Es nueva en la ciudad—.

Recordaba en su mayoría a quienes rescataba de los desastres y por supuesto que recordaría haber ayudado a alguien tan llamativa, sin embargo, este no era el caso. Pero considerando que los kwamis tiene siglos de existir, era difícil opinar sobre la memoria del ser mágico.

—Yo... Creo que la he visto pero no... No estoy... tal vez...

—Tranquila Tikki —la acunó entre sus dedos de costurera—. Si es un viejo recuerdo, eventualmente vendrá. Además, estamos en la misma escuela y clase. Seguramente podrás verla más seguido para averiguarlo.

Confiando en las palabras de su actual dueña, observó a través del cristal. Esperando que esa gélida sensación de familiaridad, sea un error.

Solo un error que no se convierta en otro... invierno eterno.

(....)

—Dame.

—¡Es mío! —Demi protegió su rosquilla rellena de jalea.

—El dinero que usaste para comprarla, era de mua —replicó—. Así que dame una mordida... O yo te la daré a ti.

Asustada, acercó el panecillo a la boca de la peliazul que abrió grande, llevándose la mitad consigo.

—Le doy un once de diez —habló masticando—. ¿Y tú?

—¡También! —contestó la pelinaranja menor, saboreando lo último de su brioche.

Un tanto decepcionada por que el establecimiento no disponía de pan de muertos, Winter les permitió alejarse un poco para que exploren en el parque. Tal vez no se llevó lo que quería pero, no olvidaría la impresión que tuvo Sabine al mencionarle su pedido. De perdido, compro una bolsa de mini bolillos para la semana.

—¡Hey, Winter!

—Magnífico ilustrador, ¿Qué tranza?

Nathaniel ocultó la vergüenza que sentía porque aún se acordaba de eso, señalando la prenda.

—Veo que ya arreglaste ese problema.

—Dale todo el crédito a Marinette —metió la manos en los bolsillos—. Corrígeme si me equivocó pero imagino que está coincidencia se debe a qué viniste a este lugar por inspiración.

—Eso mismo. Estoy a mitad de terminar un proyecto y pensé que algo de aire fresco me ayudaría. ¿Y tú?

—¡Winter! —lanzándose contra ella, le abrazó de la cadera.

—¡Ya no te voy a comprar más dulces, Jeune! Aguántate.

—Ata mis cordones —ordenó, enseñando su diminuto pie derecho

—Aprende a hacerlo tú —se agachó, comenzando a hacer el nudo—. ¿O que? ¿Qué vas a hacer el día que me muera?

—Pedírselo a Éclair.

—Que linda, ¿Es tu hermanita? —Nathaniel se acercó y por miedo, la pequeña se escondió detrás de su hermana.

—No, es un homúnculo al que le di vida con un círculo de transmutación —exagero—. Salió defectuoso por cierto.

—¡No soy un homúnculo! —le pegó un puñetazo muy débil para Winter—. ¿Que es un homúnculo?

—Luego te explico— le despeinó sin tacto.

—¡Winter, dame más dinero para comprar algodón de azúcar! —gritó, tacleando a su hermana.

—Otra vez la burra al trigo...

La de puntas onduladas paró de pedir en al ver al chico a su lado.

—¿Es tú novio? —apuntó con el dedo al dibujante.

—Eso depende. Nathaniel, ¿Quieres ser mi novio? —lo miró con total calma.

—¡¿Y-yo...?! Verás... E-eso, yo... —al instante desvió la mirada de ambas, escondiendo sus mejillas coloradas con el silencio.

—Tomaré eso como un, no —conecto sus azules con los verdosos de su hermana—. ¿Lo ves? Ni te emociones y pienses pedirle dinero como a Edmund.

(....)

—Me gusta este —indicó al pasar las hojas de la libreta púrpura donde el pelirrojo tenía dedicada a dibujos inspirados en la naturaleza.

—Si lo quieres puedes quedártelo —borró las líneas más tenues de la hoja en la que trabajaba.

—¿Seguro?

—Claro. Estaba pensando en comprar otra libreta de todos modos. Esa es vieja y ya no tiene espacio para más.

—Mejor después. Ahora no tengo en qué guardarla —podría doblarse o ensuciarse si se la llevaba así—. ¿Sabes dibujar animé?

—Lo normal, ¿Por qué?

—Es que últimamente estoy enganchada con un personaje pero, no quiero desfigurarlo —no le importo decir que era medio Otaku—. ¿Podrías? Te pago de una vez. ¿Aceptas efectivo, tarjeta o cheque?

—Si me das el nombre creo que... Estará listo para la próxima semana —sonrió—. No es necesario que me pagues. Es lo que me gusta hacer.

—¿Seguro?—. Nuevamente preguntó con desconfianza por si se arrepentía de su decisión.

¿A nadie de esta ciudad les gustaba el dinero o qué?

—Tu carácter y aura fría me han dado una idea para una pintura. Eso es más que suficiente.

—Si tú lo dices...

Apoyó los codos sobre las rodillas, cuidando a las menores que jugaban a perseguirse no muy lejos de la fuente donde ellos estaban.

—Nathaniel... Si te hace revivir una mala experiencia no tienes que contestar —haciendo una breve pausa con la vista en la pura y amplia sonrisa de esas hiperactivas chiquillas—, ¿Que se siente ser akumatizado? O como se diga.

El lápiz dejó de moverse sobre el papel abruptamente. Tomando su tiempo para contestar.

—En realidad... No recuerdo mucho de esa vez —confesó, rascando su nuca y bajando la libreta—. De lo poco que me acuerdo es que ese día estaba muy molesto por culpa de Chloé y después... Oí una voz.

—¿Una voz?

—Sí... Exactamente no recuerdo lo que me dijo solo que le prometí hacer algo pero en realidad, era una sensación como la de ser una marioneta. Además, creía haber visto una mariposa. Algo como esto —Le mostró el dibujo del misterioso insecto en cuestión que recién dibujó—. Cuando volví en sí, Ladybug y Chat noir estaban ahí. Ellos me salvaron y evitaron que cometiera una locura.

Su rostro se iluminó al agregar lo increíble que le pareció la superheroína llena de motas y cuál agradecido estaba por eso.

—Con que eso te paso.

Sonaba tan bizarro y la verdad no quería involucrarse a ese nivel. Una buena foto es lo máximo que pedía.

—Hasta podría decirse que es algo común en esta ciudad convertirse en un villano. A muchos de la clase les ha sucedido —expresó con normalidad.

Winter iba a hablar al respecto cuando el ruido de un fuerte aleteo la obligó a ver el cielo.

Una parvada de palomas, sobre ellas, un hombre de traje raro con comportamiento aún más raro, y pisándole talones, un gato y una catarina.

—Nathaniel... —golpeó con su dedo sutilmente el hombro del nombrado y después apuntó hacia el ejército de aves y quiénes saltaban de techo en techo como acróbatas profesionales.

—A veces pasa —y siguió con lo suyo sin inmutarse.

—Ya quiero ver la cara de Éclair cuando se lo cuente.

Para decirle "te lo dije" con gran regocijo acerca de su decisión sobre la mudanza.

Ella quería mudarse a España ya que el español era su lengua materna, pero no, la señorita no quiso estar tan lejos de su amorcito.

—¿Dijiste algo?

—Nadita de nada.

Hace mucho que no actualizo y por eso no quiero hacer más largo esto 😇

¿Tikki conoce a Winter?

¿Cuál es el personaje de animé que le gusta a la peliazul?

¿Algún día Jeune y Demi conocerán a Marinette? De ser así, serán amigas o rivales amorosos XD

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