Dix-sept
~♪Bad Habits♪~
«My bad habits lead
To late nights ending alone
Conversations with a stranger
I barely know
Swearing this will be the last
But it probably won't
I got nothing left to lose, or use, or do»
Pov Omnisciente
Los cadáveres se apilaban con caras de agonía kilómetro tras kilómetro por el globo.
Uno tras otro los humanos fueron engullidos por el frío que tocaba hasta sus huesos.
El sol se perdió para siempre entre las oscuras nubes que tiraban nieve y granizo. La tierra quedó tan cubierta de blanco que ni un retoño volvió a florecer y los mares se volvieron un sólido y oscuro irrompible.
El único sonido vuelto a escuchar en un mundo ya inerte, es el de un constante repiqueteo.
Largos y afilados dedos de una coloración glacial rasparon las paredes del santuario que creó para proteger, una caja.
Su caja.
Esa cristalina pieza que guardaba un inconmensurable poder en las joyas de su interior.
Pues ese era su propósito. Ese era el motivo por el cuál había trascendido las eras de la humanidad.
El motivo por el cuál nació
Eliminando a aquellos que se atrevieron a usarla indebidamente.
Desapareciendo la vida del globo con su hielo inderretible.
Incluso acabando con los de su propia especie para sonreír al final con sus labios ennegrecidos.
Aleteo con sus fuertes alas al pedestal rodeado de carámbanos, verificando que siguiera ahí.
Y ahí seguía.
Las heladas figuras de los que fueron una vez los portadores de las piezas centrales, extendían sus manos para alcanzar el tesoro.
A menos de un centímetro de conseguirlo, congeló sus arterias sin piedad. La piel se les volvió de un duro azul cuando sus corazones dejaron de latir. Perdieron, y les quitó el anillo y los pendientes cuando fracasaron.
Cuando todos los héroes existentes perdieron irremediablemente. Una prueba más de que los humanos no eran dignos de su legado.
Ahora permanecían como meros objetos decorativos formados en una hilera. Símbolos de su victoria.
Pero de eso ya...hace tantos siglos.
No había más que estatuas en la tierra. Todos murieron.
Menos ella.
(....)
-Me muero... -dijo en un moribundo tono, luego de caerse de cara de la cama-. Y de una vez te aviso que no iré a la escuela.
-¿Pero quién te obliga a desvelarte toda la noche? -una frustrada Éclair, se desquitó golpeando continuamente el suelo con la punta de su tacón-. Luego no te quejes de no pudiste desayunar.
-¡Esas condenadas chamacas tienen la culpa! -al levantar la mitad de su cuerpo, señaló a las niñas desparramadas sobre la cama-. Todavía que pongo la condición de que a las doce y ni un minuto más.
-Por favor, si a las nueve ya están cabeceando. Dime, ¿Qué es lo que hiciste en realidad? No creo que rezar.
-¡Bueno ya! ...estuve leyendo...
Éclair mordió sus labios color granada antes de volverse una vulgar bomba de risas.
-¡T-tu...! ¡JAJAJAJAJA!
-Lo digo enserio -ligeramente colorada por su incredulidad, eligió guardarse los detalles.
Aunque fuera insultante, Éclair la conocía bien. Demasiado. Al punto de saber que no tocaría un libro a menos que fuera un manga o historieta. Entonces, ¿Cómo decirle que no pego un ojo en toda la noche por leer una novela rosa de Ladybug?
Más, con esa burlesca risa.
-Está bien. Si tú lo dices, te creó -pero de nuevo, la solemne rigidez de su rostro no tardó en convertirse en una batalla contra las risas, que si o si estallaron-. Es casi una lástima que Jacqueline no pueda reírse así por las inyecciones de bótox.
-¿Se inyectó bótox? -logró abrir los ojos con interés.
Y menos sorpresa de la que espero.
-Hace no mucho sospechó. Lo digo por lo tieso de su engreída sonrisa.
-Para mi siempre se ha visto de plástico barato -dijo, sin contenerse-. ¿Ya te vas a chambear?
-La reunión con producción es a las 11:00 am pero cuanto más pronto me largue de esta mansión, mejor -fue al tocador a revisar que su cabello estuviera en orden-. No soporto a ese hombre y a su hijo, y lo sabes. Y dado que casi nunca puedo hacerte cambiar de opinión, no vas a arreglarte para ir al colegio, ¿O si?
-Lo dicho, dicho está. ¡Hoy faltó! -cubrió sus piernas con la sábana luego de reincorporarse-. Podéis ir en paz que yo voy a echarme una siestecita.
Plácidamente se acabó modo entre los almohadones tremendamente suaves, dispuesta a recuperar las pérdidas horas, si no fuera por esa voz madura que helo inclusive sus dulces sueños
-¿Se puede saber desde cuándo te ordenas tu sola?
-A ti que te importa Ellio... -la punta de su lengua quedó fuera, frente al hombre que entró sin aviso, y al que estaba por decir una grosería-. ¡Ugh! ¡Ah! ¡Estoy agonizando, padre...! Tengo tanto dolor y frío que creo... -tosió fuerte y falsamente- no aguantaré más este martirio llamado enfermedad... más. San Pedro... ¿Eres tú?
Su padre, a lo mucho alzó una ceja por el pésimo dramatismo con el que se hacía la víctima. Ofendido al pensar que con tan poco talento actoral podría convencerlo.
(...)
-¡Llama a mi abogado! -suplico soltando gritos de injusticia al ser cargada y llevada a la limusina-. ¡Conozco mis derechos! ¡Déjenme hacer una llamada!
-Primero hazte cargo de tus responsabilidades -Elliot, quien se plantaba en frente a la enorme reja blanca, cruzó los brazos-. Bernard, asegúrate de que no salte del vehículo en movimiento. De nuevo.
-Como ordene.
-Traidor...
-¿Acaso tú me pagas las vacaciones? -susurro.
-Vendido... -susurro con mala mueca.
Indispuesta a ser sentada en los asientos de piel, aferró sus extremidades a las orillas de la puerta.
-¿Te atreves?
-Como ves que sí.
Así, comenzó el típico forcejeo entre ambos.
-De verdad que cada vez que te veo estás peor -metió el libro de cálculo avanzado a la mochila que colgó a su hombro- Winter. Tu acciones no se coordinan con tu edad. Quizás por eso nadie quiera verte en sus reuniones.
-¡Fíjate que ahí si te equivocas Emile! Si no voy, es porque no me gusta convivir con niños estúpidos e inútiles, dependientes del dinero de sus mamis. Cómo tú... comprenderás.
Bernard aguantó la carcajada para mantener su profesionalismo.
-¿Será por esa fobia que te mandaron a una escuela que no califica entre las diez mejores del país? -ajustó la corbata negra del uniforme- ¿O por que no te aceptaron en ninguna otra?
-A dónde mi nieta vaya, es una decisión que no te corresponde cuestionar -el bastón golpeó secamente el adoquín- ¿Entendiste?
-S-si... abuelo -con actitud de repente taciturna, se disculpó.
-¡Abuelo, dile al desesperante de tu hijo que me permita dormir todo el día! -groseramente señaló a Elliot.
-Qué más quisiera yo copito -suspiro-, pero estás prácticamente con el cinturón puesto.
-¡Eso no es...! -al fijarse bien, cayó en cuenta de si. Estaba en el asiento con la cintura rodeada y la mochila a sus pies-. ¡¿Que ray...?!
Extremadamente desconcertada, alternó la vista entre el chófer que se sacudía las manos.
A veces le daba mello.
-¡Abuelo! -la Éternelle más joven se aferró a su pierna-, no me quiero despedir.
-Oh, mi pequeñita, tus vacaciones se acabaron -palpo su cabecita sin arruinar la pequeña coleta-. La próxima vez iremos al Parque Acuario de París.
-¡Oi que hay disponible una visita nocturna los primeros sábados de cada mes! -brinco a la conversación la Demi recién salida-. Vamos a ese abuelo.
-Claro, claro, lo que sea por mis cuatro niñas.
Claramente excluido, Émile apenas y pudo ocultar la congoja que era presenciar ese trato tan cálido que nunca le fue dado.
-Oh, lo siento abuelo, Edmund y yo posiblemente estaremos ocupados ese día -arrugas para nada comunes en su delicado rostro se ubicaron entre sus cejas-: Elección del menú, la música, flores, etc.
-Descuida, se que debes estar hasta el cuello de labores. Ser famosa te ha de quitar incluso el tiempo de respirar.
-Tengo que confesar que no es fácil ir de casting en casting y llegar a lidiar con estas tres diablillas -anudo el moño mal hecho en el cuello de Demi-. ¡Pero son tan adorables que valen la pena!
-A ver, a ver, a ver -continuó Winter desde la limusina-. No te hagas la sufrida que a parte de estudiar, también debo pagar pensión alimenticia para mantener a una familia que vive en otro continente.
-Nadie te obliga a mantenerlos a distancia -corrigió Éclair con un poco de confusión.
-Mi tía Ángela dice que le pagué todos los años de cuidado que me dió -achicó los hombros. En si no le importaba mandarles dinero pero sí que le molestaba que Miguel se quejaba incesantemente por un día que se atrasara en el depósito-, y encima me chantajea con que a Matías le falta esto o le falta aquello.
-¡A nosotras ni un chocolate nos quieres comprar!
-Que te mantenga el gobierno -le espetó a Desirée-. Porque para que sepas de una vez, que muy difícilmente te comparas con mi Mati.
-¡Que soy Demi!
-¡Legalmente no! ¡Y no le hables así a tu hermanas que tu comportamiento no me tiene muy contento!
-¡El tuyo hace años que tampoco me tiene contento así que cierra esa boca! -balanceo al bastón con intenciones de darle un golpe en la cabeza-. Entonces mis niñas, no las retengo más.
-¡Cuidate abuelo! -despido Jeune-. Winter, hazme espacio.
-¡Sígueme en Instagram abuelo! -Demi corrió persiguiendo a su hermanita-. Jeune, yo quiero junto a Winter.
-Te escribo, aunque también puedes seguirme en mis redes sociales -tomó cariñosamente sus arrugadas manos-. Ven a cenar con nosotros de vez en cuando, ¿Si?
-Mientras no sea la comida mortalmente picante de copito, ahí estaré.
-¡Los chiles en nogada son chiles!
-Éclair... -formuló Elliot con un grado indistinguible de amenidad.
-¡Mira qué tarde es! -exclamó con agudeza al ver su reloj, regalo de Edmund en su aniversario de novios-. Au revoir! Je me tire!
Mando besos al aire apresurandose en subir con un paso refinado para no arrugar su vestido negro.
Calmando un penoso suspiro, Elliot entró. Yendo directo a su oficina donde el trabajo mantendría a su mente ocupada. Emile lo vió retirarse con más atención que sus hermanastras. ¿Qué mínimo no iba a desearle un buen inicio de semana?
En consecuencia volteo a su abuelo que aún seguía ahí con un porte recto. Los azulados ojos de ambos se encontraron.
-¿Qué esperas? ¿Que te lleve de la mano? -formó una mueca de clara inconformidad.
-N-no yo solo... -trastabilló por la dureza de su voz-. Pienso que es mejor que entres abuelo, lo seco del ambiente puede hacerle mal.
-No necesito que tú me lo digas -sin más, se marchó con una mano tras la espalda.
-Lo lamento...
(....)
-¿A mitad del pasillo? -pregunto, ofuscada al recibirlo.
-A mitad del pasillo -aseguro cruzando una pierna sobre la otra-. Nadie me da confianza y como andabas evitando a Elliot, no pude dártela enseguida.
-¡¿Qué cosa?! ¡Déjame ver! -Demi se abalanzó a ojear.
-¡Es mami! -Declaro Jeannine- ¿Y quién es ese señor?
-Es tu papi -lo aclaró Winter-. Me sorprende que no lo reconozcas por el cabello.
-Es que no se parece a papi. ¡Este de aquí -toco el rostro de la foto- está sonriendo! Papi jamás ha sonreído.
-Pues ahí si ni como llevarte la contraria -se hundió más en el respaldo.
Tan felices de ver el rostro de su progenitora a la que ni recuerdan, Éclair y Winter sostuvieron miradas cómplices.
El extravío de un recuerdo tan valioso del que ellas no tenían ni idea de que existiera, olía mal.
Tan mal como a perfume barato.
Pov Winter
Luego de un viajé que parecía eterno y con esas dos que no dejaban de subirse encima, presumiendo lo bonita que es su mami, me alegré por primera vez en mi corta vida de quince años, pisar terrenos escolares.
¿A quién engaño? Estoy tan irritable que siento que golpeare en la nariz al primero que me diga una tontería.
Lastima que Bernad subió la pequeña ventana que conecta la cabina del conductor y ya no pude.
Éclair tampoco se tomó la molestia de empujarme o arrastrarme ya que voluntariamente bajé. Estaba decidida a recuperar mi diar-... ¡Death Note! Y cuando me decido, nada ni nadie ha de cambiar mi mentalidad.
-¡Adiós~, te portas bien! -mando un beso volador que con suerte esquivé-. Je t'aime.
Cerré de un portazo cansada de su empalagosa voz. Si bien que sabe que no lo haré. Mucho menos decirle cuánto la qui... apreció.
La limo se alejó a medida que subía las escaleras y traspasaba a las instalaciones. Vi a los chicos esparcidos por el patio sin hacerles mucho caso. Alix que andaba dando vueltas en su patineta, si lo hizo.
-Hey, lindo pantalón -cargo el skate bajo su brazo, señalando el pans de calaveras que uso, al mimir.
Porque si, Elliot en su enojo ni tiempo de dió de cambiarme, nomás una triste coleta baja alcance. Que no es que me sea diferente venir al cole en pantuflas pero odio la atención.
-¡Buenos días amiga Winter!
Un tic se instaló en mi ceja a la hora que puso un brazo sobre mis hombros.
-Winter, ¿Estás... en pijama? -Desorientado por mis fachas, alzó una de sus rubias cejas.
-No Adrien. Hago cosplay de una chica que se va a dormir -quite el brazo de Nino.
No hay nada más asqueroso que el cálido contacto corporal.
-¡Ah, entonces no estás en pijama! -casi estrelló mi palma contra la cara-. Que bueno saberlo, no conozco a nadie que se atrevan a venir a la escuela así sin esperar alguna burla.
No es que no oiga los murmullos o sienta las miradas de una parte del alumnado. En la estúpida escuela elitista de Sainte-Croix era bastante común y gracias a ello, ha llegado a valerme un sereno pepino lo que piensen de las pantuflas de conejito que Éclair me regaló.
-Chicos y chicas ¿De qué hablan tan temprano? -investigó Alya quien venía con Marinette detrás.
-¡Hola a todos... y bu-buenos...-si no la medio conociera pensaría que algo se le atoro en la garganta cuando intento darle los "buenos días" a Adrien en específico- días a ti... Adrien!
-Hola Marinette -dijo sin problemas.
De aquí veo los corazoncitos flotantes a su alrededor. Ya ni Éclair era tan obvia cuando recién andaba con Edmund. Es más, Edmund era igualito a Marinette a su edad. Ninguno sabe disimular.
-Hablábamos de lo valiente que es Winter al venir así vestida -Alix contestó la pregunta inicial
-No me digas que te caíste de la cama
-Claro que no -toque mi frente oculta por el fleco dónde se formaba un chichón-. Bueno, si.
(...)
-Eso sería todo por hoy -paso al frente del escritorio-. Recuerden mencionarle a sus padres que la próxima semana deben presentarse temprano a la reunión que se dará en la sala de audiovisuales.
Winter dejó caer su frente en el escritorio compartido. Esas tipo de reuniones siempre implican más que todo hablar sobre el comportamiento de los estudiantes frente a sus padres.
Y considerando cuántas veces le habían mandado a la dirección por roncar en clase, o faltar a la misma, inevitablemente imagino las puertas del internado religioso. Pues aunque no se digne a venir en persona, Elliot ha de enterarse.
Jamás deja de enterarse.
-Nathaniel...
-¿Si?
-Mátame y no recibirás responsabilidad legal si dejo una nota...
-Mejor olvida eso, ¿Que te parece si vamos a la heladería que te mencione ahora que no estás bajo arresto -recogió su libreta y colores.
-Siento tener que seguir posponiendo pero ha surgido una emergencia -me pongo de pie.
-¿Irte a cambiar?
-Mucho más importante.
Chloé ya me echó en cara toda burla que se le ocurriera respecto a mi atuendo por lo que solo me queda aguantar algo más. La búsqueda que planeó llevar en solitario. Esperé a que el salón quedará vacío, declinando las invitación de Rose de ir a escuchar su canción más reciente, la de Max de ir a probar la versión beta de un supuesto videojuego en el que trabaja y la de Alya de ir al museo a descifrar jeroglíficos.
Sola y con una escasa cantidad de jóvenes aún en el plantel, sigilosamente ronde por las escaleras dónde supuse que lo perdí. Probé la famosa y cliché frase de que un ladrón ha de regresar a la escena del crimen, acercándome a los escalones pasito a pasito.
Pasados unos cinco minutos, tonta me sentí por tener la vana ilusión de que alguien apareciera. Tarde caí en cuenta de que no calculé que, no necesariamente se la llevaron por accidente. Ya hace dos días y medio de eso, puede que la hayan barrido y tirado a la basura y yo aquí preocupándome inútilmente.
Me largo de aquí a comer helado de yogurt.
-D-disculpa... -Un tenue llamado me detuvo al tercer paso.
Por el rabillo del ojo me fijé en el chico... ¿Si es un chico? Si, no ¿Si? Sus labios rosados y rasgos tan finos como los de Émile son engañosos.
Le costó hablar pero al final lo dijo.
-Creo que... -detrás suyo sacó una libreta negra ¡Mi libreta! - esto es tuyo. ¿Lo es?
-En ese caso, esto te ha de pertenecer -intercambiamos cuadernos con una atmósfera muy tiesa entre ambos.
Es comprensible, esto no es capaz de ponerse más extraño luego de terminar en semejante revoltijo.
-¿Lo has leído? -preocupado por lo que diría, respondió con toda la sinceridad que poseo.
-Para que te digo que no, si, si.
Suspiro en consecuencia al darme la espalda.
-Qué vergüenza. Todavía es muy malo.
-A mi me entretuvo, la verdad -no soy fan del género romántico pero por algo no pegue el ojo en todos la noche-. Adiós pues.
Con la seguridad de ponerla dentro de mi mochila, reanude mi trotar por los lomos de la miseria.
-¡Espera, yo ...! Verás, quisiera...
-¿Tu, que? Dilo -dije con la poca paciencia de la que disponga.
¿Por qué la gente a mi alrededor es tan desesperante?
-Yo quisiera, bueno, escribir sobre ti -escupió al fin, avergonzandose de inmediato-. Lo siento, eso debió ser... raro.
-La neta, la neta... mucho.
Eso no me lo piden muy seguido. Ni me lo piden, es más. Exclusivamente Claudine ha intentado utilizarme en sus fanfics de Wattpad.
-Soy Marc -estreché su mano con mi inexpresivo semblante diario-. Cómo accidentalmente te habrás enterado, escribo un poco. Osea, nada interesante. Así que -aplasto "El Diario de Ladybug" contra su pecho al encogerse-, perdón ¡Me voy!
Salió corriendo sin explicar qué exactamente pretendía escribir de mi. Por estos lares hay puros raros, por lo que no me quedaré a averiguar el propósito que tuviera y salí del plantel. Antes de ir por algo de comer creo que sí debería ponerme ropa de día.
Cómo no había señales de una limusina de tamaño medio por ningún extremo de la calle, llame a su teléfono.
-Berdand. Te ordenó que vengas por mí.
EL NÚMERO AL CUAL USTED ESTÁ LLAMANDO NO SE ENCUENTRA DISPONIBLE.
¡Me lleva la fregada! ¡¿Cuántas veces le he mencionado que no apague su celular porque lo puedo necesitar para ir a la tienda de la esquina?!
Si nos fijamos en la hora, debe estar en camino de recoger a los homúnculos, y si es lunes, ha de ir después con Éclair a llevarla al Spa Lumineux para su tratamiento de dermoabrasión con punta de diamante.
Es tan injusto que todos cuenten con un chófer personal menos yo.
¡Universo, demandó un chófer!
Pero como nada milagroso sucedió me fui a pie por el postre que Jerome me debe por no divulgar, lo que es de por sí notorio.
Vislumbro la fachada estándar a pocos metros pero lo que capturó cada sentido de mi fue esa... súper... chida... e increíblemente asombrosa Moto Guzzi V7 850. Maravillada por su transmisión por cardán y su nítido aspecto neo-retro, note los discretos detalles de personalización en la pintura.
¿La genial persona que conduce este genial vehículo estará allí dentro? ¡No, y yo así de fodonga!
Me tranquilice recordando constantemente que la opinión pública no me afecta. ¡No me afecta! Un tintineo inundó el sitio que se encontraba medio lleno al entrar. Suerte que nadie se molestó en verme y sencillamente avance a la barra, tomándome con un obstáculo más grande.
De pie, recargado ahí, una alta figura revestida de un cuero tan negro como su cabello, sujetaba un casco bajo el brazo. Es evidente que es el dueño de aquella motocicleta. Haciendo como que no veía su ancha espalda, escojo sentarme saltando un banco de distancia. Mis inquietos dedos tocaron reiteradas veces la superficie al igual que mis ojos que no paraban de desviarse a ese varonil perfil.
Por fortuna, Jerome acabó con esta tensión que seguro solo yo percibía tan pronto apareció con una bebida en mano.
-Lamento la demora, aquí tienes... -petrificado al enseguida notarme, recalcó lo de menos-. ¿Esmeralda? ¿En pijama?
-¿Vienes al trabajo a decir obviedades o a atender a los clientes?
Esa entonación tan suave y varonil me hizo fijarme sin esconder el interés en la persona a mi derecha.
-¡Tío!
-¿Cómo qué tío? -guarde silencio al entender que no lo pensé.
-Lamento eso -carraspeo-. Esmeralda, déjame presentarlos. El es mi tío Marshell del que te hable tiene un taller, mecánico especialista en motocicletas. Tío, ella es una conocida que frecuenta el café, Esmeralda -nos presentó-. En un momento vuelvo con ustedes, tengo más órdenes que entregar.
-No se te olvide lo que me prometiste -alce lo suficiente la voz. Encontrando sus grisáceos ojos en mi-. Si tiene alguna queja respecto a mi cara, hablé ahora o calle para siempre.
-Si. No tienes cara de Esmeralda.
-Y usted no tiene cara de que le guste el frappuccino hecha con salsa de fresa, chocolate blanco y salsa de mocha, coronada con crema batida y topping de fresa, pero así son las cosas.
Le contesté con la altanería que hace rabiar a Elliot, sin embargo, no hubo indicios de enojo, ni de nada en específico. A excepción de una ladina sonrisa con el popote aún entre sus labios.
Sigo sin creer que estos dos sean parientes. Son tan opuestos.
-¡Aquí tienes! -depósito el pastel con todo y cubiertos envuelto en una servilleta-. Espero que lo disfrutes y... no... no lo digas. Por favor.
-Quién debería decírselo eres tú, ¿Yo porque? -probé un bocado-. Como que tengo antojo de un caramel macchiato. Gratis.
Abrió la boca en forma de protesta pero su resistencia murió incluso antes de comenzar
-Voy... -obedientemente arrastró los pies a la cocina.
-¿Eres su amiga? -Marshell preguntó.
Decir que soy más bien su extorsionadora sonaría feo. Dejémoslo en...
-Secretaria -su expresión se torció ligeramente por lo que simplifique-. Guardó sus secretos.
-Oh. Es reconfortante oírlo -sorbió de nuevo.
Yo diría que es preocupante que alguien sepa tus secretos. Personalmente.
-Jerome no tiene muchos amigos. Desde que terminó con su novia se ha dedicado especialmente a su trabajo de medio tiempo y a la escuela.
No puedo imaginar porque tronaron.
-Se nota que le falta calle -dije.
-¿Te importaría invitarlo a salir uno de estos días? -dijo. Inesperadamente.
-¿Te importaría darme un aventón en tú Guzzi V7 850?
No ignore su pedido ni que es potencialmente peligroso subirse al transporte de un desconocido, ¡Pero diablos, quiero subirme a esa moto sin importar si trae un casco extra o no!
No sé si considerar el cap un tanto genérico pero como hace ya rato que no les traía más de Winter y su sarcasmo, admito que escribí con ciertas prisas.
Pero bueno, vayamos al asunto.
Lo del principio fue ¿Una pesadilla? ¿Un presagio? ¿O... Algo que no está lejos de hacerse realidad?
¿Que importancia tendrá Marshell en esta historia? ¿Un mero extraña con una espectacular motocicleta?
¿Quien ha salido en pijama de su casa? Yo solo hasta la esquina XD con la suerte de que la calle están vacía. La verdad no me atrevo de nuevo a salir así.
¿Que quieren que pase en el siguiente cap? Díganme y lo haré realidad
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