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Little Charms

Charmander se había quedado en su habitación todo el fin de semana, no era con el único que se había peleado.

A Suns le había reprochado lo de su hijo, a Nike le había dicho que su matrimonio no iba a durar... con mamá y papá bueno no había querido hablar con ellos.

Todos habían salido de la casa excepto yo y claro Charms, así que era mi oportunidad para hablar con él, realmente me preocupaba que le estuviera pasando algo grave.

Si iba hablar directo ni siquiera me abriría la puerta, así que tenía que ser más listo que él.

Me senté en el suelo y con mi bastón tiré una silla para que hiciera ruido, solo me faltaba actuar.

—Charms —grité.

Él pequeño no tardó ni un minuto en llegar, me vió y su carita cambió a una de preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó alterado.

—Me tropecé —le dije— estoy bien solo ayúdame a pararme.

Sin reprochar me ayuda a sentarme en mi cama.

—Llamaré a mamá —dijo preocupado.

—No, estoy bien solo ven aquí —pedi.

Él hizo caso y subió a la cama para sentarse a mi lado, lo abracé de su cintura.

—¿Qué haces? —pregunto confundido.

—Me vas a decir que te pasa y no te soltare hasta que me lo digas —expliqué.

—Me puedo soltar fácilmente —se burló.

—Puedes pero en el forcejeó me vas a lastimar y sabes que en estos momento mi cadera es frágil... sé que no quieres lastimarme.

—Suéltame Winter —ordenó.

—¿Qué tienes? —pregunté.

—¡Suéltame! —exclamó.

Trato de soltarse sin lastimarme pero no lo consiguió, pues me dió un buen golpe.

—¡Charmander! —le grité.

—Suéltame —chillo.

Mi hermanito empezó a llorar desconsoladamente, le estaba pasando algo.

—¿Qué tienes? —pregunté una vez más.

—No lo sé —me gritó.

Mi hermano siguió llorando sin parar lo acosté en mis piernas, acaricie su cabello para que se calmara.

—¿Te ocurre algo? ¿Alguien te hizo daño? —le pregunté cansado— ¿Qué tienes?

—No tiene sentido —susurró.

—¿Qué? —le pregunté.

—Vivir —murmuró— si a final de cuentas puedo morir como Ty.

Suspiré abrumado, lo abracé con fuerza para calmarle.

Se quedó dormido después de llorar, había cargado tanto por meses que cuando la situación se estableció y se dió cuenta de lo ocurrido todo el peso cayó sobre él y no hubo quien le ayudara.

No me quise mover para no despertarle, eso incluyendo que tenía ganas de ir al baño.

Mis padres llegaron un par de horas después, papá entró a la habitación para vernos extrañado.

—¿Todo bien? —preguntó en un susurro.

Negué con la cabeza para mirarle.

—Iré por tu madre —comentó serio.

Mamá subió de inmediato, mientras mi padre llevaba a Charms para acostarlo en su cama.

—¿Qué te dijo? —preguntó aterrado.

—Creo que está deprimido —concluí.

—¿Por qué lo dices? —preguntó mamá preocupada.

—Me dijo que no le veía sentido a vivir, a estado irritado, dejó el campamento y va a entrenar cuando lo obligan —expliqué — no estoy muy seguro pero de lo que leí en los apuntes de Suns es probable que lo esté.

Mi madre asintió, no era nada extraño de sus hijos solo faltaba Charms de tenerla.

—Llamaré a Williams para agendar una cita —sonrió— aún hace descuento familiar.

Asentí, Williams era bueno.

—Pero me gustaría que tu también fueras —agregó— estás mejorando pero con lo de la cirugía...

—Estoy bien —asegure.

—No quisiera que volvieras a recaer —soltó preocupada.

Tome su mano para calmarla y darle una sonrisa.

—No pasará —sonreí.

Aunque mi madre aceptó sabía que volvería a intentarlo después.

Mis padres se pasaron la tarde hablando con Charms, Suns llegó para traerme la cena pues me dolía la cadera del golpe de Charms.

—Como no lo vi —murmuró sentándose a mi lado— yo debí estar para él...

—No te culpes, todos teníamos nuestros problemas —la consolé— estará bien.

Ella se sentó a mi lado y me abrazó, yo no lo necesitaba pero ella si así que la dejé.

Nos quedamos así hasta que me quedé dormido, desperté por la alarma de mi teléfono.

Suns se había quedado dormida a mi lado.

—Llegarás tarde —dijo medio dormida.

—Ya lo sé —suspiré.

Me llevo Nike pues nuestros padres se habían tomado el día libre para llevar a Charms con el psicólogo.

Llegue a la escuela cansado, la segunda semana y ya necesitaba vacaciones.

—Hola inviernito —saludó Louis quien esperaba en la puerta.

—Llegaste temprano —dije sorprendido.

—Bueno quería acompañar a mi amigo favorito a su clase —sonrió.

Me detuve en seco para verle extrañado.

—¿Qué pretendes? —pregunté.

—Ayer te vi con una hermosa señorita y quiero que me la presentes —explicó, ahora tenía sentido.

—No te ayudaré a que le hagas miserable la vida —ataqué.

—Hacía muy feliz a Santiago —me miró para guiñarme un ojo— de muchas maneras.

—Y le rompiste el corazón —concluí.

Él se giró para verme dolido.

—No pasará nada de acuerdo, solo preséntame y haré magia —murmuró.

Suspiré abrumado.

—Pues no te puedo decir que no —bufé.

—Gracia inviernito —contestó para abrazarme.

A pesar de su pose de chico rudo era bastante cariñoso.

Me acompaño al salón para sentarse frente a mi.

—¿No te estás perdiendo una clase? —pregunté confundido.

—No, solo estoy llegando tarde —concluyó con media sonrisa.

Raven tardó un par de minutos para llegar.

—Hola Winter —saludó animada.

—Rae —sonreí— él es mi amigo Louis, Louis ella es Rae —hice mi parte.

—Encantado de conocerte Rae —extendió la mano.

Ella correspondió al saludo algo confundida.

—Me encanta tu cabello —alago.

Y era verdad, tenía una hermosa cabellera en un afro.

—Gracias —dijo insegura— entonces nos vemos en la tarde para que me ayudes.

—Claro —sonreí.

Ni tiempo le dió a Louis de decir algo más cuando se fue a sentar a su lugar.

—Y la magia estuvo...

—Cállate —dijo molesto— tu solo dime donde vas a estar y ahí estaré.

—Bien —acepté, de no ser así me haría un drama enfrente de toda la clase.

Él se fue insultando como solía hacer, igualito a Santiago.

Las clases fueron bastante aburridoras pero no me quedaba de otra, mi día mejoró en la clase con Balder.

—Wint —sonrió para besar mi mejilla a modo de saludo.

—Balder —contesté confundido.

—¿Demasiado gay para ti? —preguntó arqueando la ceja.

—No, solo fue raro —comenté.

—Vale, no lo vuelvo hacer —sonrió tranquilo.

—Hazlo, me gustó —acepté.

Él sonrió, antes de que iniciara la clase recibí un mensaje... tenía razón Charms estaba deprimido.

—¿Todo bien? —preguntó preocupado.

—Si... mi hermano está deprimido —contesté.

—¿Por casarse? —preguntó asombrado.

—No él no, el menor tiene nueve —murmure— estará bien.

Él me dio unas palmaditas en el hombro.

La clase empezó, sin duda esta era la que más se me dificultaba.

Al salir fuimos a una de las mesas fuera de la cafetería mientras esperaba a que llegara Raven.

—¿Cómo estás tú? —me preguntó— ya sabes por lo de la operación.

—Bien, hoy vuelvo a fisioterapia y con esperanza no necesito un transplante de cadera —sonreí.

—Mi abuela tiene uno —recordó mirando al cielo.

—Perfecto, ahora cuando me veas recordarás a tu abuela —bufé molesto.

—Eso nunca —dijo riendo.

Nuestra risa se vió interrumpida por Rae quien llegó con una sonrisa.

—¿Interrumpo? —preguntó incómoda.

—No, te estaba esperando —sonreí— él es Balder estudia Cine, Bal ella es Raven mi compañera de carrera.

Ella saludó con el mismo entusiasmo que a Louis.

—Bueno me voy que llego tarde al trabajo —se despidió.

Beso mi mejilla para irse.

—Empezamos —cambió de tema.

—Si —contesté.

Empezamos a repasar los temas, nunca me había sentido tan inteligente en mi vida.

En un momento recibí el mensaje de Louis.

Le envié mi dirección para que no se perdiera.

—Entonces una agresión es un acto violento —supuso.

—No, recuerda la agresión es un instinto natural y la violencia es un acto con el fin de lastimar a otra persona —expliqué.

Ella suspiró abrumada.

—Mira llévate mi cuaderno y me lo devuelves mañana si tienes dudas —ofrecí.

—Que haría sin ti —dramatizó.

—Para eso estoy —le seguí el juego.

Ella metió las cosas a su mochila.

—No sabía cómo pagarte la ayuda...

—De verdad no tienes que —interrumpí.

—Claro que si —me detuvo— bueno sabía que el dinero no era opción así que te hice galletas, espero te gusten.

Ella sacó una cajita llena de galletas de chispa de chocolate.

—No debiste —dije tomando una de las galletas.

—Es mi forma de pagar —sonrió.

Di una mordida a la galleta, era la mejor galleta que había comido en mi vida.

—Está deliciosa —asegure.

—Mi padre es panadero, me enseñó a preparar galletas tú dime cual es tu favorita y yo te las hago —ofreció.

—Me encantan las galletas —di otra mordida— mis favoritas son de chocolate negro con chispas de chocolate blanco, pero como de todas incluso de avena con pasas.

—¿De verdad? —preguntó incrédula.

—Lo se todo un abuelito —asegure— porque crees que uso bastón.

Ella soltó una pequeña risa, seguimos hablando por un momento sobre su vida, ella venía de europa por eso su acento.

—Por fin te encuentro —llamó Louis sentándose entre los dos.

—¿Le dijiste que viniera? —me preguntó algo molesta.

—Me llevará a casa —me adelanté.

—Así es —sonrió para tomar una de las galletas sin preguntar— están muy ricas.

—Si, pero las hice para él —remarcó quitándole la caja para dármela.

—Es su paga por llevarme —la calmé con una sonrisa.

—Te puedo llevar si quieres —ofreció él mirando a la chica.

—Yo creo que no —negó— nos vemos mañana en clase.

Ella se fue sin más, no había visto tanto desprecio por Louis desde que la maestra de química lo mandó a volar... terminó follando con ella en el estacionamiento.

—Deberías intentarlo con alguien más —aconseje.

—No, aún no me conoce bien —la vió irse— venga que quiero llegar temprano a casa.

Nos fuimos hasta el estacionamiento donde lo vi, el auto de mis sueños.

—¡Tienes un Tesla! —exclamé sorprendió.

—No —contestó levantando la ceja— tengo cinco.

—Presumido —murmuré.

Otro problema se presentó pues el auto era demasiado bajo por lo que me tuvo que ayudar a entrar.

—Pensé que venían por ti —murmuro confundido.

—Problemas en casa —contesté— pero prefiero que me lleves tú a qué venga mi mamá.

—Si quieres puedo ir por ti por las mañanas y regresarte —ofreció.

—¿De verdad? —pregunté incrédulo.

—Santi me pidió que te cuidara y eso haré —sonrió.

—No tienes que...

—Ganare puntos con ella si llevó al inválido a su casa —sonrió.

—Claro eso tenía que ser —reaccioné— entonces hagámoslo, pero llega temprano.

—Ya veremos —sonrió, sabía que no lo haría.

Al llegar una vez más me ayudo a salir, ya veía porque necesitaba el transplante.

Entre a casa para ir directo a ver a Charms, él jugaba con sus legos.

—¡No entres! —exclamó.

—¿Por? —pregunté.

—No quiero levantarlos y no quiero que te caigas —dijo tan lógico que me sentía estupido.

—Bueno te traje galletas —le tendí la caja.

Charms las tomó sin decir más.

—¿Cómo te fue? —pregunté preocupaba.

—Bien —sonrió— pero no quiero hablar de eso ahora.

Asentí, no podía presionarle.

—Bueno me cambiare para ir a terapia, ¿Quieres venir? —dije para que se despejara un poco.

—Ni tú quieres ir —me recordó.

—Buen punto —sonreí.

Me fui pues apenas iniciaba mi día.

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