¿Novios?
La nieve, es increíble como esa cosa que parece tan inofensiva puede hacer tantas cosas.
La nieve fue la que desvió a mi madre del camino y la hizo chocar en mi nacimiento.
La misma nieve fue la que amortiguó mi caída de un quinto piso.
El día que fui diagnosticado con Leucemia estaba nevando como nunca.
Y esa misma nieve hizo que el conductor no pudiera frenar el autobús donde casi muero.
Así que si, odio la nieve más que el invierno en si.
Esa mañana desperté con mucho frío, para mi suerte aún no empezaba las épocas de nevada, pero no tardaban en empezar.
Baje a desayunar con mi familia, Nike se quedaría en casa de la abuela mientras estaba aquí, cosa que aún no sabía por qué.
—¿Quieres que te lleve a la escuela? —preguntó mi padre sonriendo.
—No gracias, Santiago vendrá por mí —conteste apurado pues no tardaría en llegar.
—Uhh a Winter le gusta Santiago —se burlo mi hermana.
La miré, sonreí y le levanté el dedo medio, mi hermano casi se ahoga pues se empezó a reír tan fuerte.
Mi madre me miró molesta pero al poco rato se rió de mi hermana también.
El claxon del auto de Santiago se escuchó, esa era mi señal para salir.
Tome mis cosas y salí apurado, esta vez si tome mi almuerzo.
—Santi —saludé sonriendo.
Él solo puso los ojos en blanco.
—Muévete ya —me dijo fastidiado.
Estaba por darme la vuelta para sentarme de copiloto cuando la mirada de Santiago se perdió en un punto, él solo sonrió y saludó con la mano.
Me giré para ver a quien saludaba, no debí hacerlo.
Ahí estaba toda mi familia amontonada en la ventana de la cocina, incluso vi los pequeños ojos de Charms que apenas y alcanzaba la ventana.
Quería que me tragara la tierra.
Les miré enojado y de inmediato se metieron, solo pude mirar a Santiago con una sonrisa torpe.
—Subirás o que —exclamó riéndose.
—Tienes que ayudarme lo olvidaste —dije algo avergonzado.
Él me miró con esos hermosos ojos brillantes y me dió una sonrisa frustrada, como si tratara de ocultar una gran emoción.
—Date la vuelta —sonrió.
Hice lo que ordenó, me fui al lado del copiloto y me quedé ahí parado.
—Abre la puerta imbecil —gritó desde dentro.
Más tonto no podía ser.
Hice lo que me pidió pero no pasó nada.
—¿Y luego... —comenté confundido.
—Oh si —sonrió.
Santi presionó un botón y por los lados salió un pequeño estribo.
Sonreí, era lo más lindo que habían hecho por mi.
—¿Y bien? —preguntó emocionado.
—Me encanta —sonreí— ahora ya no puedes decir que me odias.
Él puso los ojos en blanco y susurró algo que no entendí.
Gracias al estribo pude subir fácilmente.
Nos dirigimos a la escuela quejándonos de todo, en especial él pues en todo el día se quejó del frío.
Entonces entendí que la debilidad de Santiago era el frío.
El latino llevaba aquí casi siete años y aún no se podía acostumbrarse al clima.
Aunque creía que exageraba pues llevaba casi tres chamarras puestas.
Para sociales por fin se quito una.
—Bien tenemos que empezar con el proyecto, así que basta de distracciones —dijo quitándome la liga con la que estaba jugando.
—Vamos tenemos meses para hacer esto —me queje abrumado.
—Si dejamos esto para el final terminaré reprobando —me sonrío irritado— ahora esta tarde iremos a mi casa para avanzar de acuerdo.
Estaba por decirle que si pero un pensamiento me detuvo.
—¿Aún vives en Skys? —pregunté nervioso.
—Si —contestó arqueando la ceja.
—No podemos ir a tu casa —asegure.
—¿Qué invierno...
—Dije que no —interrumpí gritando.
Todos me miraron pero poco me importó, siempre lo hacían.
Él se quedó serio, pero después lo entendió.
—Bien, será en la tuya —dijo poniendo los ojos en blanco.
Esa idea no me agrado pero todo era mejor que ir de nuevo a ese lugar.
Salimos un poco antes para llegar temprano a mi casa.
Para mí suerte mi madre no estaba pues de seguro había ido por Charms.
Nos sentamos en la mesa del comedor para "empezar" a trabajar.
Y digo empezar por que básicamente Santiago estaba haciendo todo el trabajo, yo solo estaba ahí tirado en la silla sobando mi pierna que me estaba matando.
—Quiero churros —dije de la nada.
—Y yo que trabajes —exclamó medio molesto.
Iba a empezar con una pelea cuando la puerta se abrió, mi hermano entró con el uniforme de su equipo puesto.
—Charmander no te atrevas a poner ese balón en el suelo —exclamó mi madre histérica.
Ella se giró para mirarnos, se acomodó y nos sonrió avergonzada.
—Hola chicos —sonrió nervioso.
—Hola —salude tratando de no reírme.
Mi madre se acercó para saludar a Santiago.
—Hola soy Santiago —se presentó— usted debe ser la hermana de Winter —sonrió.
—Oh no yo soy su madre —dijo tendiéndole la mano.
—Oh perdón, se ve tan joven que pensé que era su hermana —sonrió.
Mi madre soltó una risa nerviosa, de esas que daba cuando mi padre le decía cosas lindas y que por consiguiente siempre terminaban en la cama.
Yo por mi parte no entendía que pasaba, ¿Acaso Santiago trataba de coquetear con mi madre?
Mi hermano llegó corriendo, estaba todo sucio por el entrenamiento.
—¿Eres el novio de mi hermano? —preguntó confundido.
Ahora si deseaba haber muerto en el accidente.
—Muy bien Charms vamos a bañarte —dijo mi madre tomándolo por los hombros para llevárselo —si necesitan algo me dicen.
Ellos se fueron, por primera vez mi color no era blanco si no rojo cual tomate.
—Así que aquí soy tu novio —se burló.
—Solo cállate —dije cubriéndome con mi mano—a todo esto que fue lo qué pasó con mi mamá.
—Así se hace en mi país —guiño el ojo.
Pasó todo el rato burlándose de mí hasta que llegamos a algo más serio.
—¿Cómo les dijiste a tus padre... ya sabes que eres gay? —preguntó nervioso.
Me quede pensando por un momento.
—Yo nunca se los dije —contesté.
—Pero tu hermano... —dijo confundido.
Yo solo suspire.
—Cuando tenía doce descubrí que me gustaban los hombres, un día simplemente le dije a mi mamá que me gustaba un chico de mi salón—empecé a contar— ella simplemente me dió consejos.
—Bien no entiendo, en qué mundo eso no es decirle que eres gay —exclamó arqueando la ceja.
—Bueno yo nunca les dije a mis padres "Soy Gay" sabes, mis hermanos son heteros y nunca tuvieron la necesidad de anunciarlo así que por que tendría que hacerlo yo —explique— ser gay, bi o hetero no es lo que me define como persona, hay cosas más importantes que me definen, como haber sobrevivido cuatro veces a una muerte eminente.
Él sonrió, se había roto esa tensión.
—Mi preferencia sexual es solo eso —sonreí— mis padres nunca me han preguntado si soy gay o no, solo toman por hecho mis gustos al igual que lo hacen con mis hermanos.
—Que bueno que tengas padres tan abiertos —sonrió, una sonrisa triste.
—¿Tus padres lo saben? —pregunté.
—Crees que te lo preguntaría si ya lo supieran —dijo poniendo los ojos en blanco, era su actitud favorita.
—Nunca sabrás como actuarán si nunca se los dices —aconseje.
Nos quedamos en silencio por un rato.
Él se fue más tarde sin antes burlarse de mí.
—Adiós novio —remarcó burlón.
—Te veo mañana Santi —conteste poniendo los ojos en blanco.
El día había sido duro pero aún no acababa, me faltaba sobrevivir a la cena.
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