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Los días de invierno

El día fue bastante aburrido como cualquier otro día aquí, siempre era lo mismo, clases aburridas, profesores insoportables y escapar de los matones de Santiago y sus amigos.

Para el descanso nos dirigimos al comedor, me estaba muriendo de hambre, una vez en la fila Tyler empezó con su intento de ganarse a Sofia Dagda.

Sofia era una de las chicas más lindas de la escuela, ella rompía todos los estándares, era alta, bonita, muy lista, su único defecto... era la hermana gemela de Santiago.

No eran muy parecidos, ella era un sol y él la luna y aunque parecían estar distantes todos sabíamos que ambos estaban conectados.

Siendo nosotros la presa favorita de su hermano ella nunca se fijaría en nosotros, en especial en Tyler.

—Sofia —saludó él pícaro.

—Perry —dijo ella sin mirarle.

—Sabes que será el baile pronto no —le recordó él tratando de hacer su propuesta, la tercera de esta semana.

—Tyler no te hagas esto —pidió ella mirándole— ya lo hablamos si mi hermano me ve contigo te mata, y no quiero tener tu muerte en mis manos —dijo tomando su desayuno.

—Seguiré intentando hasta que digas que si —aseguró él antes de que ella se fuera.

—Adiós Perry —se despidió riendo— Winter —dijo sonriéndome para luego irse.

—Ya ríndete —insistí riendo.

—Eso nunca —exclamó él viéndole— nunca.

Desayunamos y todo siguió igual, como dije un día aburrido.

Por la tarde nos fuimos a la casa de Tyler, quien vivía nada más y nada menos que en Sky, Sky era básicamente el lugar donde los ricos vivían, llamado así por que estaba a la cima de la montaña.

Cuando pequeño siempre quise vivir aquí, sin embargo siendo una familia de seis con un hijo propenso a los desastres me tuve que conformar con una casa bajo la montaña.

Estaba empezando a nevar, algo normal aquí, nada de que preocuparse.

Al llegar a la casa ahí estaba su madre preparando el almuerzo, pellizcando un poco de lo que cocinaba, una escena que extrañaba ver.

—Winter Jones —saludó su madre sonriendo— es un gusto que estés aquí —dijo abrazándome.

—Igual me da gusto verla de nuevo— afirme, siempre me había caído bien.

—Es un gusto que te dejaran venir —expresó sonriente, pues aunque Tyler siempre iba a mi casa yo nunca había regresado a la suya.

—Un milagro —se burló Perry sacando jugo de la nevera.

—Me pregunto por qué será —cuestionó su madre mirándole molesta.

—No me veas así, tu fuiste la que nos dejaste con mi hermano —se excusó él tomando directo del cartón de casi dos litros.

Su madre se lo quitó y besó su frente.

—Voy a trabajar puedo confiar en que nadie saltara de ningún piso —dijo ella mirándonos, ahora nos reíamos de eso pero en ese tiempo mi mamá casi me prohíbe la amistad con Tyler.

—Estaremos bien —le asegure.

Ella sonrió y se fue para dejarnos solo.

Subimos a jugar videojuegos, la única razón por la que estaba ahí es por que me iría de viaje y no podría estar con Tyler para su cumpleaños.

—Creí que sería más divertido —comentó mientras jugábamos videojuegos.

—Lo sé —dije sin mirarle, por tanto tiempo había estado esperando volver.

—Bueno podrías saltar de mi ventana para recordar viejos tiempos —sugirió mirándome divertido.

Lo mire molesto, mi única reacción fue golpearlo con la almohada.

Si bien no era lo que recordaba pero no me puedo quejar, esa tarde se me pasó tan rápido que cuando me di cuenta ya me había quedado dormido.

Por la mañana estaba nevando, hacía bastante frío pero aquí eso no importaba, la escuela seguía.

Nos dispusimos a ir a la parada de autobús sin antes una guerra de bolas de nieve, lo sé algo infantil pero cuando alguien declara la guerra no se puede parar.

Llegamos un poco tarde, para nuestra suerte el autobús escolar siempre tardaba diez minutos.

Al subir aún quedaban varios lugares vacíos, me senté en la ventana para poder ver la nieve pues apesar de todo me gustaba ver esos copos de nieve caer.

Unos minutos después llegó Sofia sonriendo, Tyler se puso en alerta, se acomodó en su lugar y se peinó un poco.

—No sé para que pierdes el tiempo —comenté riendo.

—¡Tu te callas! —exclamó nervioso.

Ella se sentó en el asiento de a lado.

—Sofia —saludó él con una risita nerviosa.

—En serio Tyler —respondió mirándole irritada.

—Oh vamos por que no solo dices que si y me evitas este sufrimiento —dramatizo el castaño sobre actuando.

—¿Winter por que lo sigues dejando hacer esto? —preguntó ella riendo.

—Ya le he dicho que pare —contesté, la chica me sonrió, siempre había sido linda conmigo— pero se niega hacerme caso.

—Lo a hecho pero sabes que, ni él, ni tu idiota hermano pueden parar nuestro amor —afirmó él tan romántico como podría ser.

—Ya ríndete Tyler —pidió ella desviando la mirada a su libro.

—¡Eso nunca! —exclamó él en un susurro.

Todo estaba tranquilo cuando escuché esa voz.

—Invierno —gritó Santiago— no traes a tu guardaespaldas hoy.

—Desaparece Santiago —dijo Tyler molesto.

Santiago lo tomó de la sudadera hasta ponerlo de pie.

—No hay quien te proteja pequeño imbecil —amenazó para acercarlo a él.

—Suéltalo ya —ordenó Sofia, el moreno lo soltó haciéndolo caer en el asiento.

Todo el autobús se quedó en silencio... queríamos huir pero iba a ser imposible sacarlo.

—Muy bien joven Dagda —llamó el conductor— sabes la regla, si creas disturbios en el autobús no viajas —dijo tomándolo del hombro para sacarlo, haciendo latir nuestros corazones de nuevo.

El latino miró con odio a su hermana, se bajó del autobús seguido de sus matones, Bob y Rob.

—Quédense, ustedes si tienen que llegar a la escuela —dijo firme.

Los chicos se miraron inseguros pero tomaron su lugar, estaba claro que al llegar teníamos que salir lo más rápido posible.

—Gracias —le dije, ella solo me sonrió.

Estábamos por irnos cuando Ethan entró a tropezones, era común en él llegar tarde.

El muchacho de carita linda y grandes pectorales pasó a mi lado y me sonrió, le devolví la sonrisa, fue algo común que Tyler sobre actuó.

—También iré preparando tu boda —comentó mientras reía.

—Cállete —le regañe mientras golpeaba su hombro.

El autobús arrancó hasta la siguiente estación que era una antes de la escuela.

—¡Mi proyecto! —exclamó Sofia nerviosa— lo olvide.

—Se la puedes pedir a tu hermano no —solucionó Tyler mirándole.

—Después de esta escena no lo creo —dijo levantándose.

Ella se acercó a la puerta para bajar sin antes ser llamada por Tyler.

—Sofia —la grito él sonriendo, ella volteó confundida— entonces si.

El autobús se armó en vitoreó gritando que le dijera que si.

—Te veo a las ocho —aceptó sonriéndole.

Todos aplaudieron, era un milagro que le dijera que si.

—Me ama —dijo Tyler feliz como nunca.

—Solo dijo que si a un baile —comenté confundido.

—Claro, primero dijo que si al baile y luego dirá que si a la boda —aseguró guiñándome el ojo— tengo un plan de cuarenta fases, voy en el paso dos pero ya estamos avanzando.

Yo solo negué con la cabeza riendo, el camino lo pasamos peleando por cualquier tontería, todo iba bien hasta que alguien gritó.

¡CUIDADO!

Al parecer un coche se había volcado por la nieve, el conductor trató de desviarlo para no chocar.

Grave error.

La nieve hizo derrapar el autobús, el conductor trató de controlarlo pero no pudo, en un par de segundo el autobús salió disparado a las barras de contención que no fueron suficientemente fuertes para detenerlo.

Caímos por un lado de la montaña, a una altura indudablemente mayor que cinco pisos, nuevo récord para mi.

Lo último que vi fue como Tyler me tomaba con fuerza alejándome de la ventana para posteriormente cubrirme con su cuerpo.

Sabía que esta vez mi suerte había terminado.

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