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Cosas de hermanos

Mi hermano ni siquiera me miró, no sabía por qué estaba molesto conmigo solo sabía que cundo tuvo la oportunidad se fue.

—Que bueno verte —comenté mirándole.

—Igual —dijo sin mirarme.

—Bueno por que no comemos —ánimo mi madre para bajar la tensión.

Todos nos sentamos en la mesa, todo estaba en silencio.

—¿Y quien quiere hablar de su día? —preguntó mamá para cortar el silencio.

Nadie dijo nada, era obvio que no lo haríamos pero ella se esforzó.

—Charms —sugirió mirando a mi hermanito.

—Yo no quiero —exclamó él recibiendo la mirada asesina de mi madre— me fue bien, la maestra es... extraña.

—¿Cómo? —preguntó mamá sonriendo.

—No lo se habla demasiado —dijo levantando sus hombros.

La comida continuó igual, todos incómodos.

—Muy bien ya no puedo seguir así —gritó Sunshine de golpe— Nike hay algo que quieras decirle a Winter.

—Suns —llamó mi madre para que no empezara.

—No mamá —dijo tomando su papel— ustedes dos tienen problemas y lo resolverán.

—No es tu asunto idiota —le gritó él.

—¡Nike! —exclamó mi madre algo molesta.

—Pues por lo visto tampoco mío —dije mirándole.

—No se para que volví —gritó levantándose de la mesa para salir.

Mamá salió tras de él, yo salí con mi hermana tras de mi.

—¿Por que están enojados? —preguntó sin dejarme si quiera llegar a mi habitación .

—No lo sé pregúntaselo a él —dije cerrándole la puerta en la cara.

Eso no la detuvo pues aún así entró.

—Winter —gritó ella.

—Él se marchó si —respondí con fastidio— cuando más lo necesitaba se fue.

Mi hermana me vio con ojos cristalinos, me tiré en la cama y ella se sentó a mi lado.

—Puedes dejarme a solas —le pedí.

—Wint —dijo triste.

—¡Por favor! —exclamé.

Ella se fue dejándome solo.

No tarde en quedarme dormido pues estaba realmente cansado.

La voz de mi madre me despertó ya era tarde pues casi no había luz en la habitación.

—Wint —me llamó mi madre.

Le mire, ella me sonreía como todo el tiempo.

—Ya son las siete corazón, tienes que prepararte para ir a terapia —dijo con voz cálida mientras acariciaba mi cabello.

—No iré —asegure.

—Sabes que no puedes dejar el tratamiento Wint, llevas un buen avance —ánimo mi madre.

—Mamá parezco una tortuga coja al caminar —exclamé, ella no pudo evitar reírse ante mi comentario— no estoy mejorando y nunca lo haré.

Ella se puso seria, sabía que las lágrimas estaban por salir.

—Si no continuas como dejarás de ser una tortuga —sonrió.

En ese momento las palabras de Santiago llegaron a mi.

—¿Puedes dejar de tratarme como si me fuera a romper? —le pedí, ella mordió su labio inferior, se estaba aguantando las ganas de llorar.

Ella besó mi frente y salió, supe que no estaba bien pues la podía escuchar llorar desde mi habitación.

Trate de dormir pero no podía, no comprendía como Santiago podía ser un idiota y aún así dormir por las noches, claro está no estoy hecho para ser un idiota.

Por alguna extraña razón no podía dejar de pensar en Santiago.

Tome mi ordenador y empecé a buscarle en las redes sociales SANTIAGO DAGDA, muchos resultados hasta que por fin lo encontré.

Sant D.

Comencé a ver sus fotos, no tenía muchas pero en la mayoría salía con su hermana o con sus amigos.

Después de veinte minutos de stalkearlo le envié la solicitud de amistad.

La solicitud no tardó más de un minuto en ser aceptada con ella un mensaje llegó.


Me reí ante sus mensajes, aunque ya no contestó sentí algo dentro de mi, algo que no había sentido en meses.

Mientras seguía stalkeandolo la puerta de mi habitación se abrió, era mi padre.

Papá casi no solía estar en casa pues su trabajo era de tiempo completo dado que las deudas eran amplias, todo debido a mi, apenas estaba terminando de pagar las cuentas del hospital por mi leucemia cuando las nuevas cuentas llegaron.

—Hola campeón —sonrió con alegría.

—Papá me alegra que estés en casa pero para la próxima vez toca —pedí, él sonrió torpe.

—Lo siento —dijo algo nervioso, por alguna razón siempre se ponía nervioso cuando hablaba conmigo— ¿Cómo te fue hoy?

—No estuvo tan mal —le dije, él se sentó frente a mi, mi padre nunca era bueno para hablar con decir que cuando me dio "la platica" termino vomitando en mi alfombra.

—Tu mamá me dijo que ya no quieres ir a terapia —comentó mirándome a los ojos.

—Papá tú y yo sabemos que mi pierna no mejorará —dije dejando a un lado la computadora.

—Winter apenas llevas un año, tu cuerpo se está recuperando y si no continúas tu pierna podría empeorar —explicó mi padre tranquilo.

Le mire pues háblala muy seguro, no quería decirle todo lo que pasaba por mi cabeza pues sabía que lo lastimaría.

—Solo quiero darme un tiempo de acuerdo —le pedí.

Él asintió y me sonrió, se acercó para abrazarme pues es lo que hace cada que me ve.

—Estoy orgulloso de ti —dijo para besar mi frente.

Mi padre estaba por salir cuando una vez más las palabras de Santiago me afectaron.

—Papá —lo llame.

—Mande —dijo el tranquilo.

—¿Por que nunca me dijeron que los causantes del accidente no murieron? —pregunté algo confundido.

Él suspiro y de inmediato se puso pálido, era al único que se lo podía preguntar pues mi madre se hubiera desmoronado al llanto en cuanto se lo preguntara.

Él se sentó a mi lado, se quedó callado por un momento.

—Bueno queríamos protegerte hijo —dijo en un susurro— no has estado bien desde el accidente y verte acomplejado por algo así —suspiro algo desesperado— eres muy joven para tener ese tipo de presión.

Me quede pensando en cada una de las palabras que había dicho, no sabía cómo reaccionar.

—Wint —me llamó mi padre con rostro de preocupación.

Unas lágrimas habían rodado por mis mejillas, las limpié pues no quería que mi padre me viera así, él me tomó del brazo para que parara.

—Está bien llorar hijo —dijo él.

—Solo quiero estar solo —susurre pero él no se movió.

—Nunca es bueno estar a solas en momentos así —contestó abrazándome.

No llore pues no tenía fuerzas para hacerlo, al poco rato me quede dormido.

Desperté por el ruido de mi teléfono, mi padre se había ido ya.

Lo revisé, era un mensaje de Santiago.

Me volví acostar, esta vez con una sonrisa en cara.

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