CAPITULO IV
—Es tarde— Yeon Jun se encontraba colocándose las botas de nuevo —¿cuándo es tu siguiente día de trabajo?
Soo Bin se recargo en la pared con cansancio —mañana a las once, salgo de trabajar a las ocho de la noche.
Yeon Jun asintió, amarrando sus agujetas con firmeza —está bien, estaré aquí a las diez y media— se levantó, tomando su abrigo e inclinando la cabeza hacia el omega —gracias por permitirme entrar en tu hogar, te veré mañana.
Soo Bin no se movió sintiéndose exhausto por la falta de sueño —gracias, Yeon Jun.
Solamente se le quedó viendo en silencio.
Soo Bin le sonrió con pereza —realmente aprecio esto— negó suavemente —me estás haciendo un gran favor y estoy en deuda contigo.
—Sé cómo hacer carne, papas y brócoli, con ajo y mantequilla— respondió Yeon Jun, parpadeando —tú me hiciste un favor.
Soo Bin rió, cruzando sus brazos —debería ser capaz de pagarte con algo más que comida.
—No necesito dinero, ya tengo suficiente— Yeon Jun tomó su bolso del suelo —por favor, solo continúa enseñándome a cocinar, eso es todo lo que necesito.
Soo Bin asintió, mordiendo su labio —Está bien Yeon Jun.
El alfa abrió la puerta, saliendo —pon el seguro.
—Siempre lo hago.
—Mañana voy a instalar una alarma de seguridad en la puerta.
Soo Bin abrazó la puerta, negando —¿un sistema de seguridad?
—Sí— Yeon Jun estaba de pie, con los brazos a sus costados —mi responsabilidad es Sung Hoon, si siento que algo es inseguro aquí entonces haré que sea seguro.
El omega cubrió su boca, riéndose —estamos seguros aquí Yeon Jun, está todo bien.
Yeon Jun dio un paso hacia adelante, quedando más cerca de Soo Bin —si puedo abrir esta puerta sin hacer un solo ruido entonces no están a salvo. Pon el seguro— tomó el picaporte y cerró la puerta.
Soo Bin temblaba un poco mientras ponía el seguro en la parte de arriba y después en la de abajo. Tragó con dificultad, dando un pequeño paso hacia atrás, miró con atención el picaporte que se movía primero para un lado y después para el otro, sus ojos se agrandaron cuando los seguros se abrieron sin hacer ningún sonido.
Dio otro paso hacia atrás, sintiendo un nudo en el estómago.
Yeon Jun empujó la puerta sin hacer ruido. Se quedó de pie ahí, respirando el frío aire con los brazos a los lados.
—Mañana instalaré el sistema de seguridad para la puerta.
Soo Bin se abrazó a sí mismo, asintiendo —Bien...
Yeon Jun sujetó la puerta —ve a calentarte, estas temblando— inclinó la cabeza —duerme bien, Soo Bin.
—Mami— Sung Hoon tomó la mitad de su sándwich, mirando el interior —Liugh.
Soo Bin estaba corriendo por toda la casa en busca de sus llaves. Había dormido de más y ya casi eran las diez y media.
—Demonios— maldijo por lo bajo mientras regresaba a la cocina.
Sung Hoon se deslizó fuera de su silla y corrió detrás de Soo Bin a cualquier lado que él lo hacía —Mami.
—¿Si, Sung Hoon? Mamá está buscando algo, dame un minuto.
Sung Hoon hizo un puchero, girando su cabeza a la puerta cuando se escuchó un fuerte golpe. Gimoteó, llamando la atención de Soo Bin que lo cargó rápidamente y lo llevó hacia la habitación, dejándolo en su cama. —Sung Hoon, quédate aquí.
Soo Bin corrió hacia la entrada y suspiró, esperando que tocaran de nuevo.
Un golpe más se escuchó, más fuerte y alto.
Se animó a ver por la mirilla y soltó el aire que estaba conteniendo al ver el rostro inexpresivo de Yeon Jun y no a su exesposo.
Jin Hwan no sabía dónde vivían o dónde trabajaba, debía ser de esa forma porque Soo Bin no quería que supiera nada, quería que hasta se olvidara que tenía un hijo o que se había enlazado con alguien. El haber visto a Jin Hwan cerca de su trabajo fue una molestia porque no vivía cerca... o quizás ahora lo hacía.
Soo Bin tenía que tener cuidado, si Jin Hwan se enteraba de donde trabajaba, dejaría ese empleo y buscaría otro. Si bien había una orden de restricción contra su exesposo, Jin Hwan era manipulador y tenía mucho dinero, una completa mierda que había prometido asfixiarlo hasta matarlo cuando la orden de restricción había sido declarada.
Jin Hwan conocía a muchas personas que podrían hacerlo desaparecer antes de que la orden fuera mencionada.
Soltó una risa nerviosa, abriendo la puerta —Eres tú.
Yeon Jun llevaba puesto el mismo abrigo, cargando su bolso y una caja ¿de herramientas?
—Buenos días, Soo Bin— inclinó la cabeza respetuosamente —¿Cómo estás?
Soo Bin le sonrió, luciendo agotado —Bien Yeon Jun, por favor pasa y quítate el abrigo.
Yeon Jun limpió sus pies en el tapete de la entrada que decía 'Bienvenido' antes de entrar. Dejó caer sus cosas a un lado de la puerta y se sacó los zapatos para después quitarse el abrigo, mirando a su alrededor —¿Por qué...? — bajó la mirada a los pies descalzos de Soo Bin —Vas tarde, Sung Hoon está llorando.
Los ojos de Soo Bin se agrandaron y corrió de vuelta hacia su hijo, que lloraba con miedo en la cama que compartían, lo acercó tanto como pudo a su cuerpo —Mamá está aquí bebé, está bien— murmuró —No era él, cariño.
Sung Hoon se relajó con sus palabras y volteó a ver a Yeon Jun con lágrimas en los ojos cuando entró a la habitación —Lo sé, dormí de más, lo siento— dejó un beso en la frente de su hijo y se levantó —¿Puedes ir con Yeon Jun, Sung Hoon? Mamá está muy apurado.
Sung Hoon asintió y Soo Bin lo bajó de la cama, dejándolo de pie frente al alfa más grande para poder correr a la sala.
Yeon Jun se puso en cuclillas para estar a su altura —Buenos días— levantó sus manos y con ellas secó el rostro del niño hasta que comenzó a quejarse —relájate, no te haré daño. Tú rostro estaba húmedo por las lágrimas.
El niño jugueteó con sus pequeños pies.
—Deberías responder cuando te dicen buenos días. Tu madre elogió tus modales ayer, déjame verlos.
Sung Hoon entrelazó sus propias manos, murmurando un —Buen día.
—Gracias, mi día ha sido bueno— Yeon Jun miró hacia la puerta —tú madre está creando un ambiente incómodo— se levantó de donde estaba —se le hizo tarde, vamos a ayudarle para que no se meta en problemas.
A Sung Hoon pareció gustarle esa idea porque lo siguió.
Yeon Jun tomó a Soo Bin por el brazo cuando se disponía a pasar a su lado por segunda vez —claramente no está donde sigues buscando— recorrió a Soo Bin con la mirada —tienes los zapatos puestos, ¿qué es lo que te falta?
El que Yeon Jun estuviera sujetando su brazo le hacía querer sacudirse, normalmente evitaba el contacto con otra gente —mis llaves.
—Debiste dejarlas en el pantalón que usaste ayer, no vi que las quitaras de ahí.
Soo Bin se dio un golpe mentalmente.
—Sung Hoon, ve y trae los pantalones que tu madre usó ayer— Yeon Jun dejó que el niño corriera, atrayendo a Soo Bin a la mesa —¿Dónde está tu almuerzo?
—N-no tengo, me levanté tarde.
El alfa cambió de dirección, tirando de él hacia la cocina y Soo Bin se lo permitió, sintiendo la atmósfera calmarse significativamente.
—Una naranja— Yeon Jun tomó una del pequeño frutero que había comprado ayer —consigue una bolsa, por favor. Tendremos que comprar una lonchera para ti.
Soo Bin se levantó, mirando a Yeon Jun durante unos segundos antes de moverse. El hombre era rápido, reuniendo algunas galletas Graham, una botella de agua y una naranja en la encimera. Yeon Jun se mantuvo concentrado incluso cuando Sung Hoon volvió —dale los pantalones a tu madre, por favor— pidió mientras alcanzaba dos servilletas y las doblaba.
Soo Bin besó a su hijo, tomando sus pantalones y encontrando las llaves ahí. Con timidez le pasó a Yeon Jun la bolsa, permitiéndole guardar la comida.
Le hizo un nudo a la bolsa y la sostuvo —No es un almuerzo, pero es saludable y te tendrá satisfecho— cargó a Sung Hoon sin ninguna advertencia —Sung Hoon, di adiós.
El labio inferior del niño tembló y estiró ambos brazos para atraer un poco más cerca la cara de Soo Bin. Dio un pequeño beso en sus labios y rozó sus narices juntas. Soo Bin tomó su mano y la besó —Te amo Sung Hoon, sé bueno con Yeon Jun por mí.
—Sí mami— inclinó su cabeza, formando con sus manitas pequeños puños —¿Cuándo vuelves?
—A las ocho, precioso— le dio un último beso antes de girarse hacía Yeon Jun —por favor, por favor, cuídalo con tu vida porque él es la mía.
Yeon Jun asintió con una expresión seria —lo haré... Ahora ve, Sung Hoon está seguro.
Los dos alfas lo acompañaron hasta la puerta, pero Soo Bin fue detenido antes de que pudiera salir —Ese suéter no te mantendrá caliente.
Soo Bin bajó la mirada a su chamarra abierta —Estaré bien.
Yeon Jun bajó a Sung Hoon, permitiéndole aferrarse a la pierna de Soo Bin y se acercó a su propio bolso, sacando de ahí una bufanda gruesa que enredó en el cuello de Soo Bin, subiendo el cierre de su chamarra después —Ahí está.
Soo Bin se sonrojó y solo se movió cuando Yeon Jun abrió la puerta —Sung Hoon, hace frío, aléjate de la puerta.
El niño sacudió su mano con tristeza a modo de despedida, lanzándole un beso a su madre.
—Te amo precioso, mamá estará contigo pronto.
—Adiós mami.
—Adiós bebé. Gracias otra vez, Yeon Jun.
—Ten un buen día— Yeon Jun cerró la puerta, volteando a ver al niño —¿Ya desayunaste?
Sung Hoon soltó un sollozo y dio unos pasos hacia atrás, negando.
Yeon Jun caminó hacia la mesa y apuntó al sándwich mordido que había sobre esta —¿Qué es eso?
Sung Hoon se quedó cerca de la puerta —Desayuno de mami.
El mayor tomó el sándwich, mirando su interior —Mamá no puso nada dentro.
Sung Hoon frunció el ceño —Mami iba tarde.
—Ya veo— le hizo una seña para que se acercara y lentamente lo hizo —sé cómo hacer un sándwich. Te haré uno de queso y puedes comer la mitad de una manzana, ¿está bien?
Sung Hoon se paró en las puntas de sus pies —Sí...
—Te traje un rompecabezas— Yeon Jun caminó de vuelta a la entrada, por su bolso —Es de cien piezas, ¿te gustan los rompecabezas?
Sung Hoon se encogió de hombros.
—No entiendo cuando haces eso — Yeon Jun sacó la caja y la dejó sobre la mesa —si quieres hacer el rompecabezas estará aquí para ti, si no, puedes jugar. Te avisaré cuando la comida esté lista.
Sung Hoon se le quedó viendo mientras se alejaba, después volteó a ver la caja del rompecabezas y a sus propios muñecos en la sala. Empujó la silla y se subió a ella, tomando y sacudiéndola. Intento abrirla, pero frunció el ceño al notar que estaba cerrada.
Bajó de su asiento, sujetando la caja contra su pecho y entró tambaleándose a la cocina.
—¿Si, Sung Hoon? — Yeon Jun no lo estaba mirando, concentrado en el sándwich que preparaba —¿ocurre algo malo?
—No...— murmuró el niño, acercándose más y deteniéndose junto a las largas piernas de Yeon Jun. Sostuvo la caja del rompecabezas con ambas manos, su cabeza ni siquiera se asomaba por la encimera.
Yeon Jun colocó la última pieza de pan, sin voltearlo a ver —¿Qué pasa con el rompecabezas? Necesitas hablar para que te entienda.
Sung Hoon ladeó su cabeza —Abrir...
Yeon Jun por fin lo miró —Modales, por favor.
El niño abrazó la caja de nuevo —Abrir, por favor.
—Lo haré— estiró una de sus manos hacia él —dámelo, por favor.
Sung Hoon se lo entregó, colocando las manos detrás de su espalda cuando Yeon Jun lo tomó. Observó al alfa con detenimiento, viendo como cortaba el pedacito de cinta adhesiva con la ayuda de un cuchillo antes de entregarle la caja de vuelta —iremos a caminar después de que desayunes, ¿ya te bañaste o cepillaste tus dientes?
Sung Hoon miró a la caja y luego a Yeon Jun —no...
—Lavaremos tus dientes y después te bañaré, pero no lavaremos tu cabello. Hace frío y te enfermarás— explicó mientras ponía el sándwich en un sartén caliente. —Entonces volveremos y comeremos el almuerzo, tenemos lo que sobró de ayer. Debo poner algo en la puerta así que mientras yo hago eso tú puedes hacer lo que desees— presionó el sándwich, buscando que el queso se derritiera —después, te enseñaré a amarrar tus zapatos.
Sung Hoon rápidamente miró sus pequeños pies —¿Mi zapato?
—Sí— Yeon Jun se arrodillo, tocando uno de los pies del niño —no sabes cómo hacerlo y es importante que aprendas. Yo te enseñaré.
El pequeño alfa asintió, sonrojado.
—Tu madre volverá a las ocho— Yeon Jun señaló el reloj digital que estaba sobre el horno —cuando ese número cambie a un ocho... ¿sabes contar?
—Sí, mami enseñó.
—Déjame escucharte— Yeon Jun se levantó y giró el sándwich ligeramente tostado —cuenta hasta diez.
Sung Hoon intentó esconderse detrás de la caja que llevaba —uno, dos, tres... cuatro, cinco... seis, siete, ocho— hizo una pequeña pausa —mami viene a las ocho.
—Es correcto— Yeon Jun alcanzó una manzana y la colocó sobre una pequeña tabla para cortar —continua.
Sung Hoon se movió hacia adelante y hacia atrás —ocho, nueve, ¿diez?
—Hasta diez está bien— sacó de un cajón un plato de plástico con la caricatura de un lobo —te enseñaré a contar hasta veinte y después, hasta cien— puso el sándwich en el plato —lo hiciste bien.
El niño mordió su labio con timidez. Se levantó de puntitas, intentando ver por sobre la encimera lo que Yeon Jun estaba haciendo. Cortaba la manzana en rebanadas, colocándolas también en el plato.
Le quitó la caja, provocando que se quejara.
—Nada de eso— Yeon Jun le entregó el plato con el desayuno —te puedo ayudar a hacer el rompecabezas después del desayuno.
Sung Hoon miró su plato.
Yeon Jun tomó la otra mitad de la manzana y le dio una mordida, con la caja del rompecabezas bajo su brazo —Vamos, tu comida se enfriará.
Sung Hoon tardó unos segundos en seguirlo.
—Caminaremos a la tienda para comprarle a tu madre una lonchera— Yeon Jun se detuvo al final de la escalera, esperando a Sung Hoon que bajaba escalón por escalón con lentitud —después iremos al parque y podrás jugar, yo te cuidaré.
Una vez que Sung Hoon llegó al final, miró a su alrededor.
—¿Estás caliente?
Sung Hoon asintió con una bufanda cubriendo su boca, solo permitiendo que sus ojos y parte de su nariz se mostrara.
—Okay, dime si sientes frío— extendió una mano hacia él —toma mi mano mientras caminamos.
El niño levantó una de sus pequeñas manos y la aferró al pulgar de Yeon Jun.
Tomó cerca de diez minutos llegar a la tienda, Yeon Jun le permitió elegir una lonchera para su madre y este eligió una de un color rosa pálido que tenía tres flores azules.
—Ahora iremos al parque, ¿tienes frío?
Sung Hoon lo volteó a ver y negó.
—Bueno, vayamos al parque. Será un viaje un poco más largo así que hazme saber si tus piernas se cansan.
—Sí...— respondió, sonando más bajo por la bufanda.
El trayecto al parque era más largo y Yeon Jun notó que Sung Hoon comenzaba a arrastrar los pies. Se detuvo en un cruce y lo volteó a ver —¿Estás cansado?
El pequeño talló sus ojos, asintiendo.
—Te voy a cargar— advirtió, levantándolo y acomodándolo para que su cabeza estuviera sobre su hombro —ya no falta mucho.
Sung Hoon mantuvo el pulgar en su boca por el resto del camino y lo sacó cuando Yeon Jun lo bajó. Miró alrededor a los niños pequeños jugando.
Dio un paso atrás, intentando refugiarse en las piernas de Yeon Jun mientras se quejaba.
Yeon Jun se agachó a su altura —ve, puedes jugar por treinta minutos— levantó su mano para ver su reloj —comenzando desde ahora.
Sung Hoon negó varias veces, comenzando a llorar mientras se aferraba a su abrigo —¡Mami!
El alfa mayor dejó su bolso en una banca y cargó al niño —¿Por qué estás llorando?
Sung Hoon sorbió su nariz, con un puchero en sus labios. Yeon Jun lo detuvo antes de que pudiera llevar el pulgar a su boca. —Dime Sung Hoon, ¿qué es lo que te angustia?
—No quiero...— miró a los otros niños, sintiéndose mejor de estar por lo alto —quiero mami.
—Entiendo— Yeon Jun se encaminó hacia el montón de arena que había —mamá no está aquí, pero puedo sentarme contigo— dijo antes de tomar asiento en el borde —juega, voy a estar justo a tu lado.
—Quiero mami.
—Lo sé, pero está trabajando. Lo veremos más tarde, ¿recuerdas? —Yeon Jun separó sus piernas, juntando un poco de arena —quizás la próxima semana te llevaré a la playa, hacer un castillo de arena es más fácil ahí.
Sung Hoon limpió su rostro y se dejó caer a su lado, separando sus piernas como Yeon Jun e imitando su acción.
—¿Alguna vez has ido a la playa?
El niño negó, dejando que la arena se deslizara por sus dedos.
—¿Te gustaría ir la siguiente semana? No podrás entrar al agua, pero podrás hacer un castillo.
Sung Hoon mantuvo las manos en la arena —Mami viene.
—Tu madre puede ir con nosotros— Yeon Jun volteó hacia la banca donde había dejado sus cosas, asegurándose de que la lonchera de Soo Bin siguiera ahí. —Recuerda avisarme si sientes frío.
Sung Hoon volvió su atención a la arena —Sí.
—Hola.
—Hola, Yeon Jun— Soo Bin sonrió, acomodando la bufanda que rodeaba su cuello —tuve un momento para llamar, ¿cómo está Sung Hoon?
—Está bien, fuimos a caminar al supermercado y después al parque.
—Oh, ¿jugó? Suele ponerse nervioso alrededor de otros niños.
—No jugó con otros niños, pero me senté con él e hicimos un castillo de arena.
—Oh, eso es maravilloso, muchas gracias por llevarlo.
—¿Comiste?
—Lo hice— Soo Bin se estremeció un poco —te lo agradezco mucho.
—No hay de qué. Sung Hoon está tomando una siesta mientras yo trabajo en el sistema de seguridad.
Soo Bin se rió —encantador. Muchas gracias Yeon Jun, todas esas pequeñas cosas extras son innecesarias pero las aprecio mucho.
—Mi trabajo es asegurarme que tu hijo esté seguro y eso haré.
—Lo sé, gracias.
—Suenas friolento.
Soo Bin mordió su labio —algo, el viento está un poco fuerte, creo que sí necesitaba otro suéter, aunque la bufanda me ha ayudado mucho— presionó la tela contra su nariz —es muy calientita.
—Si el clima lo permite, iré a comprarte otro suéter con Sung Hoon.
—Oh no, no Yeon Jun. Estoy bien, no es necesario.
—Te vas a enfermar, no eres inmune al frío. Este invierno será duro, debes estar protegido. — Yeon Jun se quedó en silencio unos segundos —debería sellar todas las grietas de las ventanas.
Soo Bin se rió —Tan bobo, Yeon Jun.
—Estoy siendo serio, no bobo.
Soo Bin presionó sus labios juntos para contener una risa —Está bien, Yeon Jun.
—Debo terminar antes de que Sung Hoon se despierte, le diré que llamaste.
—Por favor, dale besos de mi parte, abrazos y mucho amor, mi niño precioso...
—Bien Soo Bin, disfruta el resto de tu día. Mantente caliente, me aseguraré de que tu casa tenga una buena temperatura para cuando llegues.
El omega se sonrojó —Oh, gracias Yeon Jun, te veré a las ocho.
—Adiós.
—Adiós...— Soo Bin terminó la llamada y se cruzó de brazos. Sintió cosquillas en su vientre mientras hablaba con Yeon Jun, era algo que ya había sentido con anterioridad.
No ayudaba el estar usando la bufanda de Yeon Jun, respirando su aroma todo el día.
Su aroma era extremadamente cálido y reconfortante, tanto que a Soo Bin no le importaría acostumbrarse a él.
Había sentido ansiedad en cuanto salió de la casa, supuso que Yeon Jun había estado liberando cierto tipo de feromona que lo calmaba a él y a su hijo. Tenía sentido el por qué Sung Hoon no se había asustado.
Yeon Jun era un lobo, los lobos eran cálidos y tenían cualidades protectoras. Les hacía sentir seguros sin que se dieran cuenta y Soo Bin estaba agradecido por eso.
Los alfas liberaban feromonas diferentes a las de los omegas.
Aunque los omegas eran criaturas protectoras, los alfas eran el triple de eso.
Probablemente esa era la única razón por la que aceptó que un alfa cuidara a su hijo. Pero no cualquier alfa, Soo Bin fue bendecido con un raza pura, un lobo; no un alfa mitad-lobo.
No dejaría a un alfa mitad-lobo cerca de su hijo, no por un tiempo. Especialmente porque cada que encendía la tv había uno siendo acusado de abuso o se les retrataba como dioses que no hacían nada malo.
Yeon Jun era protector, estaba instalando un sistema de seguridad en su puerta para mantener a salvo a su hijo. Yeon Jun no sonreía o gritaba, no mostraba ninguna emoción o cambiaba su tono de voz, pero Yeon Jun se sentía como un lugar seguro para Soo Bin y más aún, para Sung Hoon.
Yeon Jun podría ser el ejemplo de cómo debía ser un alfa para su hijo. Podría enseñarle que no todos los alfas tenían que gritar o arrojar cosas, que no todos te golpeaban o te forzaban a ser —lo que un alfa debía ser.
Yeon Jun era la prueba de todo eso.
Soo Bin presionó sus fríos dedos contra su cuello, haciendo que su palma se pusiera en contacto con la marca que había ahí. Al día siguiente tendría otra sesión y después de esa, sólo dos más.
Había desaparecido casi por completo y ahora, gracias a Yeon Jun, faltaba poco para que Sung Hoon y él también desaparecieran. Lejos del desastre que era su pasado.
Soo Bin podía respirar tranquilo hasta entonces.
—Sung Hoon— Yeon Jun atornilló algo en la puerta —¿Cómo estuvo tu siesta?
Sung Hoon se acercó a él, tallando uno de sus ojos mientras sostenía una cobija rosada en su otra mano. Se quedó mirando la pequeña caja que estaba junto a la puerta y después miró a Yeon Jun —¿Mami?
—Aún no, no son las ocho— Yeon Jun se giró hacia él —¿Dormiste bien?
Sung Hoon asintió, su pancita se podía apreciar de esa forma. Presionó el pulgar contra sus labios, parpadeando con lentitud.
—¿Qué es eso? — señaló la manta —no te quedaste dormido con ella.
—Mantita segurita— la presionó contra su mejilla —mami.
—Ya veo— Yeon Jun tomó a Sung Hoon por el rostro con una mano y los ojos del niño crecieron con miedo. El alfa mayor se acercó, dejando un beso en su mejilla —tu madre llamó y me pidió que te diera un beso— acercó al niño a sus brazos —y esto— se levantó unos segundos después, viendo la expresión sorprendida del niño.
—Iremos a la tienda a comprarle un suéter a tu madre, pasará frío si no lo hacemos.
Sung Hoon corrió detrás de Yeon Jun, moviendo su manta —Suéter para mami.
—Sí, para mantenerlo caliente— Yeon Jun prendió la calefacción —tendremos la casa a una buena temperatura para cuando vuelva— caminó hacia la cocina con el niño siguiéndolo —sé cómo hacer ensalada, pero solo hay lechuga, pediré una pizza para la cena, tu madre vendrá muy cansado como para enseñarme a cocinar hoy, ¿está bien?
Sung Hoon jugueteó con la punta de su cobija —Está bien...
—Asegúrate de que esté apretado.
Sung Hoon parecía nervioso incluso si la voz de Yeon Jun era baja. Soo Bin había dicho que le gustaba premiar pequeñas cosas, aunque Sung Hoon no hubiera hecho más que el primer paso.
—Lo estás haciendo bien— el niño lo volteó a ver —necesitas hacer dos círculos ahora, no uno, dos; lo hará más fácil para ti.
Sung Hoon lo hizo, sosteniéndolos con firmeza y volteando a verlo de nuevo como si hubiera hecho algo increíble.
Yeon Jun asintió —Bien, ahora...— ayudó al niño a doblar los dos círculos —mete uno en ese espacio.
Esa parecía ser la parte más difícil.
—Conejito.
Yeon Jun enarcó una ceja —¿Un conejito?
Sung Hoon movió uno de los círculos —conejito en el hoyito.
El alfa mayor entrecerró los ojos —¿Eso es algo qué haces con tu madre?
Sung Hoon asintió —conejito de mami.
—Ya veo, desafortunadamente no me gustan los conejitos, pero si deseas usar el ejemplo de conejitos, puedes hacerlo.
Sung Hoon frunció el ceño.
—Sigue haciéndolo, practicaremos por cinco minutos más y después iremos en busca de un suéter para mamá.
—Suéter para mami— el niño murmuró para sí mismo, intentando hacer un nudo que conservó un solo círculo bien.
—Ese fue un buen intento, pero no mantuviste ambos círculos apretados, o como tú los llamarías, a tus conejitos juntos. Deben permanecer juntos.
Sung Hoon jugueteó con sus pies —Como mami y yo.
—Exactamente— Yeon Jun levantó ambos cordones —de nuevo.
—¡Mami! — Sung Hoon corrió hacia los muslos de Soo Bin.
Soo Bin sonrió, acariciando su cabeza —mi dulce y precioso Sung Hoon.
El niño hacía algunos sonidos, ronroneando por el aroma de su madre.
Soo Bin se sentó en el suelo, atrayendo más cerca a su hijo. Besó su rostro y lamió sus mejillas —Te extrañé mucho.
—Extrañé mami— Sung Hoon estaba llorando, presionando su rostro contra el cuello que era la fuente del aroma de Soo Bin. El omega se relajó por los aromas que le rodeaban.
Olía a pizza y a un alfa. El aroma de Yeon Jun había llenado el departamento más rápido de lo que pensaba.
—Aw bebé, ¿te divertiste? —Soo Bin abrazó a Sung Hoon, sosteniéndolo como a un bebé —¿Te divertiste con Yeon Jun?
—Mm... — Sung Hoon ocultó su rostro en el pecho de Soo Bin —Quiero mami.
—Lo sé, pero hiciste un buen trabajo, fuiste mi niño grande. Gracias Sung Hoon— Soo Bin volteó a ver a Yeon Jun que estaba recargado en la pared de la cocina —Hola Yeon Jun.
—Hola, ¿la casa está a una buena temperatura para ti?
Soo Bin se sonrojó, besando la frente de su hijo —Está muy bien, gracias.
—Sung Hoon y yo fuimos a la tienda— Yeon Jun se acercó a ellos —Sung Hoon, ve a traer el nuevo suéter de tu madre.
El niño le dio un último beso antes de alejarse para ir por la prenda.
Soo Bin se levantó, quitándose la bufanda y se la extendió —Ayudó mucho, gracias.
Yeon Jun se negó a tomarla —No es nada, quédatela.
Soo Bin la presionó contra su mejilla —Pero es tuya...
Yeon Jun ladeó su cabeza —Eres muy parecido a Sung Hoon— tomó la bufanda y la colgó —Instalé el sistema, te enseñaré a usarlo— le ayudó a quitarse la chamarra y también la colgó —Te compramos algo para que uses y siempre estés caliente. También compramos pizza, estoy seguro de que estás cansado así que relájate.
Soo Bin sonrió, sintiéndose de pronto más cansado de lo normal —Gracias, Yeon Jun— se arrodilló cuando Sung Hoon llegó corriendo con una bolsa —¿Para mí, Sung Hoon?
—¡Para mami!
Soo Bin besó a su hijo —estás muy activo, cariño— le hizo algunos cariños —Muchas gracias precioso.
Sung Hoon tomó el brazo de Soo Bin y lo envolvió en su cuerpo. Besó los dedos de su madre con suavidad.
—Sung Hoon, sé que extrañaste a tu madre, pero deja que entre y se siente— aunque no le gustaba esa idea, se movió — Soo Bin, puedes bañarte y después me iré.
Soo Bin soltó un suspiro, feliz —Gracias, Yeon Jun.
El omega meció a Sung Hoon en su regazo con lentitud, no queriendo despertarlo —Gracias por cuidar tan bien de él, Yeon Jun.
Yeon Jun inclinó su cabeza, sentándose frente a Soo Bin —Es mi trabajo— sacó su libreta —Tengo algunas preguntas.
—Yo también— Soo Bin sonrió —Había tantas cosas que me dije a mi mismo que te contaría, discúlpame.
—No hay necesidad de eso, cuéntame.
Soo Bin se acomodó mejor en su asiento —Oh, bueno— acarició el cabello de su hijo —Solo son cosas de Sung Hoon, sus emociones y sus pequeños ataques, como ayudar.
—Es un niño calmado— Yeon Jun escribió algo y Soo Bin miró las marcas en sus manos —Tiene una manta.
—Oh si, de hecho esa es una de las maneras de ayudar, ¿la necesitó hoy?
—No— Yeon Jun escribió algunas cosas con letra pulcra —simplemente la tomó, la llamo "mantita segurita", tu hijo no puede pronunciar algunas palabras.
Soo Bin se rió, cubriendo su boca para no despertarlo —Yeon Jun— intentó calmarse —tiene tres años.
—Entiendo eso, solo estaba razonando por qué dijo "manta de seguridad" de esa forma— explicó —¿Por qué le asusta la gente... los niños?
Soo Bin sujetó un poco más fuerte a Sung Hoon —Yo... he intentado ayudar.
—¿Tiene que ver con tu ex esposo?
Soo Bin se congeló, sintiendo sus ojos arder.
—¿Por qué te pones tan tenso? ¿Te lastimó?
El omega apartó la vista, su respiración se hizo más errática —él nos lastimó, ese hombre es el diablo, nos lastimó... lastimó a Sung Hoon.
La expresión de Yeon Jun no cambió —Tienes una marca en tu cuello ¿la estás eliminando?
Soo Bin se sintió enfermar. Yeon Jun era perfecto, perfecto para Sung Hoon y estaba a punto de perderlo por culpa de una basura de ser humano y una marca de la que se arrepentía todos los días.
—Sí, lo estoy haciendo.
—¿Por qué permitiste que te mordiera?
Soo Bin mordisqueó su labio —me dejé cegar por unos ojos cafés.
—Un error muy común en mitad-lobos.
Soo Bin bajó la mirada, herido por las frías palabras. Sintió las lágrimas hacer su camino por sus mejillas.
Yeon Jun lo tomó por el mentón, Soo Bin intentó alejarse, pero no se lo permitió.
—Un error que no cometerás de nuevo— Yeon Jun secó sus lágrimas con el pulgar —aprendiste tu lección y te convertirás en algo mejor, y ese mitad-lobo se dará cuenta de su error cuando ya sea muy tarde— inconscientemente, Soo Bin se inclinó hacia su roce —mientras esté aquí, no lastimará a Sung Hoon... no te lastimará a ti, lo prometo.
Soo Bin cerró los ojos —No eres mi alfa, esto es innecesario Yeon Jun.
—Ese es el problema con los mitad-lobo — Yeon Jun retiró su mano y el omega intentó seguirla —Hm, no necesito ser tu alfa o su padre para protegerlos. Cualquier lobo real nunca tendría que ponerle la mano encima a su pareja— dejó la mano en su mejilla y le dio un suave apretón —Descansa.
—Ma-mañana trabajo un turno corto, iré a mi cita después— Soo Bin continúo acercándose, incluso cuando Yeon Jun se alejó —Te enseñaré... macarrones con queso.
—Está bien— Yeon Jun sujetó la mano de Soo Bin —Vamos, los llevaré a ambos a la cama.
—Siento mucho haber llorado— se disculpó, agarrando bien al niño para que no cayera.
—¿Cómo puedes disculparte por tus emociones, Soo Bin? ¿Puedes detenerlas?
Soo Bin negó, sintiendo el cansancio golpear su cuerpo —No.
—¿Entonces de que te tienes que disculpar? — Yeon Jun lo llevó hasta la cama y cargó a Sung Hoon para meterlo entre las cobijas —duerme, pondré la alarma de la puerta.
—Sí, muchas gracias— Soo Bin talló sus ojos —me siento tan cansado, lo siento.
Yeon Jun le ayudó a acostarse y se arrodilló a su lado —Sé que te tomará un tiempo, pero trata de entender que yo no soy ese hombre. No necesito tus disculpas, nadie te lastimará si no te disculpas.
Soo Bin asintió —Has hecho mucho por mí, por Sung Hoon, por mi estado de salud mental— soltó una risa que sonó como un llanto —Y solo ha sido un día. Y lo único que puedo hacer es enseñarte a cocinar, pero no tengo comida.
—Sh...— Yeon Jun presionó una mano en su cabeza —duerme tranquilo.
Los ojos de Soo Bin se cerraron. El aroma de Yeon Jun eran tan fuerte y le daba tanta tranquilidad que no podía mantener los ojos Abiertos incluso si lo intentaba.
—Estaré aquí en la mañana— Soo Bin se estremeció cuando quitó su mano —duerme bien.
Yeon Jun quitó el seguro de la puerta de su casa, cerrándola antes de apagar la alarma.
Acomodó sus zapatos a un lado del tapete, quitándose el abrigo después.
Echó los hombros hacia atrás, suspirando por lo cálida que era su casa.
Prendió una luz, iluminando la oscuridad.
Caminó por la gran casa, yendo directamente a la cocina. Se sentó en el único asiento que había en el comedor, sacando su libreta del bolso.
'Sung Hoon'
• Temeroso debido a abuso pasado (necesita ambientes tranquilos.)
• Malas habilidades sociales.
• Ama a su 'mami' (Soo Bin.)
• Se queja con regularidad (sus quejidos son diferentes.)
• Usa una 'mantita segurita' (su pronunciación correcta es 'manta de seguridad')
• Es capaz de amarrar a medias un zapato (a veces necesita estímulos positivos.)
• Disfruta los rompecabezas y el chocolate caliente.
'Soo Bin'
• Temeroso debido a abuso pasado (necesita ambientes tranquilos.)
• Asustadizo, tímido, fuerte.
• Ama a 'Sung Hoon.'
• Se sonroja con frecuencia (es solitario.)
• Muy similar a Sung Hoon en usar manierismos.
• Está cansado con frecuencia (lo más seguro es que por falta de sueño.)
• Disfruta reírse de mi (soy 'bobo'.)
• Planea mudarse a Alaska (donde yo nací.)
Yeon Jun escribió algunas notas más y las releyó. Colocó la libreta de vuelta en su bolso y reunió más cosas que necesitaría el día siguiente.
Apagó la luz de la cocina y fue hacia su habitación. Era un cuarto inmenso, lleno de sábanas y edredones reunidos en el centro de la habitación. Había gastado cerca de siete mil dólares en edredones para ponerlos en el suelo.
Tomó un baño y al salir, permaneció desnudo. Tronó los huesos de su espalda y se fue convirtiendo en su lobo. Sacudió su cuerpo y estiró sus patas traseras.
Se dejó caer en el montón de edredones y bostezó, acariciando con el hocico las mantas durante unos segundos antes de cerrar los ojos.
—Maestro— un alfa inclinó la cabeza con respeto mientras Yeon Jun caminaba a través de la tienda de campaña.
El alfa se sentó frente al criminal de guerra, cruzando una de sus piernas sobre su rodilla. Yeon Jun parpadeo hacía el hombre —quítenle la venda.
Yo Han, su segundo al mando, lo hizo.
Yeon Jun le sostuvo la mirada al hombre —¿para qué militares trabajas?
El hombre no dijo nada.
Yeon Jun separó sus piernas y se inclinó con los codos en sus rodillas —¿Para qué militares trabajas?
Nuevamente el hombre se quedó en silencio.
Yeon Jun se levantó, pasando junto a él para ir a un cofre con suministro
—Mi nombre es Choi Yeon Jun — tomó un par de pinzas —soy el líder del Sector Tres, Wolf Baring— Yeon Jun notó un casi imperceptible estremecimiento en los hombros de aquel sujeto. Caminó de vuelta a la silla, acercándola al hombre golpeado —lo preguntaré una última vez, ¿para qué militares trabajas?
El hombre tragó saliva con dificultad, sin hablar.
Yeon Jun asintió una vez —mi nombre es Choi Yeon Jun soy el líder del Sector Tres, Wolf Baring— alzó las pinzas, haciéndole una seña a Yo Han para que liberara el brazo del hombre. Mientras el otro alfa hacía lo que se le había pedido, Yeon Jun abría y cerraba las pinzas —soy también el líder del Sector de Tortura— el hombre dejó caer su cabeza, temblando. Yeon Jun giró la pinza en su mano —como no deseaste contestar ahora estarás bajó mi cuidado.
Yo Han y otro alfa sostuvieron las manos temblorosas de aquel hombre.
—El primer método de tortura se llama extracción de uñas. Voy a quitar tus uñas, una por una— Yeon Jun habló, arrastrando las palabras —el segundo método se llama rompimiento de huesos— hizo una pausa —estoy seguro de que sabes en qué consiste— tomó una de sus manos, incluso cuando el hombre intentó alejarla —comencemos.
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Espero les guste! Ya estamos muy cerca del comeback :), sigan haciendo stream a los trailers del mv :) Hasta la próxima ^_^
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