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CAPITULO I

— ¿Tú piensas...— Jin Hwan rio — qué te vas a llevar a mi hijo?

Soo Bin estaba temblando, manteniendo a su hijo detrás de él. Tragó saliva con dificultad, dando un paso hacia atrás — Lo haré.

Jin Hwan soltó una carcajada, aplaudiendo con histeria — Un omega, sin pareja, ¡con un hijo! — Jin Hwan estampó su pie contra el suelo, limpiando lágrimas de sus ojos — ¿Cómo vas a trabajar, hm? — Sonrió burlonamente — ¿Crees que alguien te va a respetar? ¿Crees que algún alfa respetable siquiera te va a mirar?

Soo Bin se negaba a derramar otra lágrima frente a su futuro exmarido. Pasó la lengua por la cortada en su labio — Tú nunca me respetaste — podía escuchar a su hijo gimotear detrás de él — Estaré bien. Estaremos bien.

Jin Hwan resopló — Llévatelo, vas a volver.

Soo Bin negó con la cabeza — No volveré — debería sentirse más seguro, estaba en un juzgado. Pero nada era seguro con ese hombre, ni siquiera en un lugar público — Cuando firme esos papeles, él será mío. Nos iremos.

Una sonrisa ladina se extendió por el rostro del contrario — Hazlo, probablemente ni siquiera es mío; yo nunca produciría un alfa tan débil.

— ¡Tiene dos años! — Soo Bin gruñó.

Jin Hwan le restó importancia — no debería asustarse por cualquier cosa.

— ¡Es mi hijo! — Soo Bin bramó — ¡No me importa lo que le asuste! — Sintió a Sung Hoon temblar y aferrarse más fuerte a su pierna. Respiró profundo cuando sintió un cambio en el aura de Jin Hwan — Ya nos golpeaste lo suficiente, ya no seremos tus juguetes para abusar. Debí dejarte antes.

Jin Hwan cruzó sus brazos — vas a regresar.

Soo Bin se relajó cuando la puerta se abrió, dejando ver a su abogada — Mientras mi hijo respire, nunca volveré contigo.

Soo Bin apresuró a Sung Hoon dentro del pequeño departamento y se estremeció por el frío aire que sentía. Puso su bolso en el suelo antes de quitarse la grande chamarra que llevaba. Se agachó, sonriéndole a su hijo mientras le quitaba su pequeña chamarra — Hace mucho frío, ¿no es así Sung Hoon?

Sung Hoon asintió, levantando los brazos para que su madre pudiera quitarle la chamarra con facilidad y talló sus ojos — Hambre.

— Está bien, precioso — Soo Bin colgó sus chamarras.

El departamento no era nada especial, una habitación y un baño. A Soo Bin no le importaba realmente mientras mantuviera fuera el frío y la lluvia; mientras mantuviera a Sung Hoon a salvo.

Soo Bin tenía un trabajo, la paga no era demasiada, pero era suficiente para alimentar a Sung Hoon y a sí mismo. La manutención había llegado ayer, aliviando a Soo Bin de la renta y la cuenta de la luz por este mes. Habían pasado ya tres meses desde que se había divorciado de Jin Hwan; lograrlo le costó a Soo Bin todo el dinero que había ahorrado, pero había valido la pena.

Soo Bin trabajaba en un kiosco vendiendo joyas, pasaba ahí largas horas y ahora, gracias al frío, se sentían incluso más largas. No ayudaba el hecho de que Sung Hoon tenía que ir con él, hacía mucho frío para mantenerlo fuera pero no había mucho que Soo Bin pudiera hacer al respecto. Necesitaba un niñero, pero no podía pagarles apropiadamente hasta que ahorrara un poco más de dinero.

Sung Hoon era el mejor amigo de Soo Bin, tenía tres años ahora; su cumpleaños había sido hace dos días. Soo Bin pudo comprar un pequeño pastel y Sung Hoon pareció disfrutarlo. Eran bastante similares en cuanto a sus emociones, ambos siendo controlados por los sentimientos. Sung Hoon no hacía amigos, ni siquiera lo intentaba. Era un niño nervioso y Soo Bin sabía el por qué; si pudiera, mataría a Jin Hwan. Su más grande arrepentimiento era haber caído por una sonrisa amable y ojos cafés.

Ser un omega con un alfa abusivo era algo normal, especialmente porque nadie podía decir en qué punto se convertía en abuso. Los alfas eran reconocidos por ser agresivos. Jin Hwan era su primer alfa y Soo Bin era de esas personas incapaces de diferenciar el abuso de la agresividad, pero lo entendió cuando Jin Hwan abofeteó a su hijo tan fuerte que lo arrojó al otro lado de la habitación.
En aquel momento, todo dentro de Soo Bin le decía que matara a aquel hombre, pero los omegas no tenían estómago para la muerte. Las criaturas que dan vida no podían quitarla, pero Soo Bin nunca estuvo tan cerca como en ese momento.

Recordó que cuando empacó y se fue estaba aterrado, no ayudó que siempre había sido un manojo de nervios y sumisión. Soo Bin intentó superar eso, por él y por Sung Hoon. Todo lo que quería era una familia, pero había aprendido que Sung Hoon y él eran suficiente. Eran lo suficientemente felices, no necesitaba nada más.

— Aquí tienes unas galletas por ahora, Sung Hoon — Soo Bin le pasó un pequeño bowl verde — Ve a mirar televisión, mami va a preparar la cena.

Sung Hoon tomó una galleta y se la tendió a Soo Bin, éste se arrodilló — esas son para ti, precioso.

El pequeño negó, acercando más la galleta hacia él — Mami.

Soo Bin tomó la galleta con delicadeza — gracias, Sung Hoon.

Sung Hoon asintió, alejándose de la cocina. Soo Bin sonrío, mirando la galleta antes de darle una mordida. Se estaba muriendo de hambre, así que comenzó con la cena.

Sung Hoon era un niño callado, no muy amigable, pero sí tan amable. No habla mucho y se asusta con facilidad, es un niño de mamá y a Soo Bin no le importaba eso. El pequeño es un alfa y la gente suele burlarse por lo asustadizo que es. Eso normalmente termina en Soo Bin tomando a su hijo en sus brazos y alejándose porque no es justo. No es justo que su hijo tenga que ser de una manera u otra. No era justo que su hijo tuviera que ver cómo su madre era golpeado por una persona a la que se suponía, tenía que admirar. No era justo que esa misma persona lo hiciera sentir inferior, que lo golpeara. La gente no sabía eso y Soo Bin no creía que tuviese por qué explicarles.

Sung Hoon era su mundo.

Soo Bin tomó una olla mientras acariciaba la parte trasera de su cuello. Respiró profundo, tocando la pequeña cicatriz. Jin Hwan lo había mordido y Soo Bin había sido muy feliz pero ahora todo lo que quería era arrancarse la piel. Había estado acudiendo al doctor uno que otro viernes para las sesiones de láser donde la removerían. Era muy doloroso pero cada vez sentía la marca más pequeña y el dolor valía la pena.

Era muy mal visto el removerse una marca, podía imaginar la cara de Jin Hwan si se enterara que lo estaba haciendo. Jin Hwan era un maldito bastardo que amaba dejar su marca en las cosas y Soo Bin estaba harto de eso. Harto de que la gente le preguntara donde estaba su alfa; harto de la gente en general.

— ¡Sung Hoon! — Soo Bin inspeccionó el refrigerador en busca del pollo — Vamos a cenar arroz y pollo, ¿está bien?

Sung Hoon mordisqueo su galleta — sí mami.

— Está bien precioso, te haré saber cuándo esté listo.

Sung Hoon corrió dentro de la cocina, encontrando su pequeño banquito (pues le gustaba ayudar a Soo Bin a cocinar algunas veces) y se sentó ahí. Si no estaba ayudándole a cocinar, simplemente se sentaba ahí y lo observaba. Comió el resto de galleta que tenía en su mano.

— ¿Te vas a quedar conmigo?

El niño asintió — Sí.

Soo Bin se agachó, depositando un beso en la frente de su hijo — Gracias, ¿apagaste la televisión?

— Sí — Sung Hoon se levantó cuando terminó con su comida y usó el banquito para colocar el bowl vacío en el fregadero. Al terminar, tomó nuevamente su banquito y lo llevó a su posición original al mismo tiempo que Soo Bin sacaba el arroz de la alacena.

— Tiene tres años — Soo Bin sonrió, entregándole a una mujer el collar que acababa de comprar.

— Es tan hermoso, luce exactamente como tú.

Su sonrisa se hizo un poco más grande, amaba escuchar eso y esperaba que su bebé solo se pareciera a él — Muchas gracias — Regresó junto a su hijo que estaba sentado en su silla con un juguete para niños en sus manos — ¿Tienes frío, precioso?

— No mami — Sung Hoon frotó su nariz — estoy bien.

— Está bien — Soo Bin besó su frente, su descanso era en diez minutos y entonces podría conseguir algo caliente para ambos. Le sonrió a otro cliente que miraba el kiosco — Hola, por favor hágame saber si necesita ayuda en algo.

El alfa no le sonrió de vuelta, pero asintió. Soo Bin desvió la mirada, cruzando los brazos detrás de su espalda. Dio un salto cuando el cliente habló.

— ¿Es plata de verdad?

— Uh, sí — Soo Bin sonrió con nerviosismo — lo es, esterlina.

El hombre asintió, mordiendo el interior de su mejilla mientras pensaba. Soo Bin y aquel hombre reaccionaron ante el sonido de un lloriqueo — Eh, un segundo; por favor — Trotó hacia su hijo, que tenía lágrimas en los ojos — ¿Qué sucede, cariño? — Tomó al pequeño en sus brazos y lo meció suavemente. Sung Hoon lloró más fuerte, aferrándose a la chaqueta de Soo Bin — Háblame, Sung Hoon.

— Papi.

El cuerpo de Soo Bin se puso rígido. Miró alrededor — ¿Dónde? — Sus ojos se detuvieron en aquel alfa que conocía bien. Estaba entrando en su auto, con un pequeño omega pegado a su brazo. Soo Bin sostuvo más cerca a Sung Hoon, acariciando su espalda — Está bien bebé, mami está aquí. Él no volverá, ¿sí? — Besó la mejilla del pequeño — ¿Está bien, Sung Hoon?

— Sí, mami.

Soo Bin rápidamente se movió lejos del cálido cuerpo detrás de él. Soltó una pequeña risa — lo siento señor — Meció un poco a su hijo — ¿se ha decidido por algo?

El hombre asintió lentamente, sujetando una delgada cadena de plata — ¿Estás bien?

Soo Bin asintió — lo estoy.

— Estás temblando... él está temblando.

Soo Bin ni siquiera lo había notado. Negó con la cabeza — estoy bien, ¿eso es todo?

Aquel hombre presionó sus labios juntos — es todo.

Soo Bin intentó sonreír y sin soltar a su hijo, completó la transacción. Su mano se congeló al notar la marca en la mano del contrario. Mordisqueó su labio — ¿militar?

— Sector tres, Wolf Baring — el hombre tomó su tarjeta de vuelta — ¿tú eres militar?

— No — Acercó más a Sung Hoon a su cuerpo cuando una ráfaga de viento los golpeó. Se ruborizó un poco — mi madre lo era — Arrulló a su hijo, intentando mantenerlo caliente — Sector tres —Soo Bin repitió, — eres un lobo.

El hombre asintió — Lo soy, puro.

Soo Bin entrecerró los ojos, mirándolo, — ¿qué haces aquí, con civiles?

— Choi — el alfa guardó su nueva cadena en su bolsillo — Yeon Jun.

Las mejillas del omega volvieron a ponerse rojas — Soo Bin, este es mi hijo, Sung Hoon.

— Es un placer conocerte Soo Bin... Sung Hoon — Soo Bin sintió al niño tensarse en sus brazos — ¿no tiene frío?

Soo Bin bajó la mirada — él no... sé que no debería estar afuera en el frío — Soltó un suspiro — no puedo costear una niñera en estos momentos.

Yeon Jun asintió — yo no trabajo — se encogió de hombros, mirándolo con seriedad — puedo cuidarlo.

Soo Bin no se movió, ni siquiera parpadeó.

Yeon Jun arregló su largo abrigo — No cocino, ¿y tú?

Soo Bin asintió lentamente, sin notar que clientes se acercaban al kiosco. ¿Qué se supone que debía hacer? Éste era un alfa de una clasificación muy alta y le estaba hablando a él. Yeon Jun no era solamente un militar, estaba marcado como militar y Soo Bin estaba seguro de que debajo de ese abrigo había aún más marcas cubriendo su cuerpo. Probablemente debería estar haciéndole una reverencia al hombre, era un lobo, era extremadamente raro encontrar a un lobo de verdad.

Pero, ¿Yeon Jun estaba ofreciéndose a cuidar a su hijo a cambio de comida?

— No tienes que pagarme, puedes enseñarme a cocinar — Yeon Jun tomó una tarjeta de presentación de su cartera y se la extendió — Llámame.

Hubiera sido más reconfortante si Yeon Jun hubiera mostrado una sonrisa al menos una vez.

— Yo... ¡Yo puedo pagarte! — Soo Bin aclaró — solo que... no mucho.

Yeon Jun negó con la cabeza — no necesito dinero, solo enséñame a cocinar — metió las manos en sus bolsillos — Llámame, a menos que decidas que no quieres — se encogió de hombros mientras caminaba lejos de ahí.

Soo Bin se mantuvo de pie en el mismo sitio, sentía la respiración de Sung Hoon en su oído. El pobrecito se había quedado dormido entre sus brazos. La única cosa que lo movió del lugar en el que estaba fue una mano en su hombro. Se giró rápidamente — ¿sí?

La mujer frente a él sonrió — ¿me preguntaba cuánto sería de estos pendientes?

Soo Bin respiró profundo — sí, sí, claro que sí.

Wolf Baring: Hace referencia a un sector (que sería el tres) donde los lobos están siempre expuestos en su forma animal.
 

Aquí esta el primer capitulo de esta increíble historia! Espero la disfruten mucho!

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