Epílogo: This Life (Vampire Weekend)
Siempre amé la manera en las que las películas de inicios del dos mil terminaban, con aquel pequeño montaje donde se narraba como había sido la vida de cada uno de los personajes después del evento principal.
En nuestro caso hubiéramos reemplazado la típica canción por This Life de Vampire Weekend (calzaba perfectamente con toda nuestra compleja situación) con imágenes de nosotros en nuestras idealizadas vidas futuras con un pie de foto diciendo diversas cosas de cada uno.
Loretta consiguió su papel como Odette/Odile y salió victoriosa del juicio, Charlie consiguió convertirse en uno de los mejores bailarines del mundo y Winslow consiguió aprobar su examen con una nota altísima.
Todos vivieron felices y comieron perdices.
Pero nuestras vidas no eran una película de domingo y las cosas no se resolvían tan rápido.
Loretta nos regresó cada centavo e incluso pagó la gasolina que Charlie había gastado cuando conducíamos por la ciudad. Todo con su salario de bailarina y algo de dinero que les pidió a sus padres con la excusa de cancelar la deuda de una tarjeta, pero no pudo ocultar que tenía que ir a juicio con un oficial de policía corrupto.
Afortunadamente las historias que subió Maeve sirvieron para que las chicas aparecieran y acordaran declarar en el juicio.
Esto, junto con la ayuda del oficial Thomas sirvió para que el juicio terminara con un veredicto a favor de Loretta y una indemnización por parte de la ciudad tanto para ella como las otras chicas involucradas.
Respecto a la audición, lo hizo espectacular. Pero sus los problemas legales llegaron a oídos del director de la compañía y Loretta fue asignada como suplente en caso de que la bailarina principal tuviera que ausentarse.
En cambio, Charlie sí consiguió el papel de Sigfrido, convirtiéndose en el primer bailarín negro de la compañía en interpretarlo y haciendo valer todo el esfuerzo de aquella loca noche.
La crítica lo aclamó desde su primera presentación, nombrándolo como uno de los bailarines más prometedores de la última década y dándole lo necesario para ser nombrado como bailarín principal.
Y se preguntarán... ¿Qué sucedió conmigo y mi examen final?
Como se esperaba, fracasé.
Pero el profesor se compadeció de mí y me dio las décimas que me faltaban para aprobar la materia a cambio de ser su asistente (sin paga, por supuesto) en un proyecto de investigación.
Así fue como se equilibró mi vida académica.
Y mi vida con la banda...
—¡Cleo no toques eso! —la regañó una muy nerviosa Faiza desde la silla.
Nunca me imaginé que en algún momento estaríamos en las oficinas de una disquera real, a punto de recibir una oferta oficial por parte de un productor musical real.
Pero allí estábamos, frente al escritorio con una placa donde se leía Jack Gallagher y cuya oficina estaba llena de fotos con personas importantes de la industria y lo que parecía ser su primer disco de oro por el álbum de Ashley Preston.
Cuando le conté a los chicos, no se lo creyeron hasta que fui y les enseñé la tarjeta que me había dado Charlie.
Luego de eso hicimos consulta legal con Fonzo, que estaba más que feliz de poder utilizar su título de leyes para negociar lo que nos fueran a ofrecer durante esa tarde.
—Lo siento, es que estoy nerviosa —contestó ella mientras apartaba la mano de una de las fotos, donde estaba el cantante principal de Green Day—. ¡Tiene una foto con Billie Joe Armstrong! ¡Mi ídolo emo!
Fonzo posó una mano sobre el hombro de Cleo y la hizo sentarse en una de las sillas que habían dispuesto para nosotros.
—Oigan, tenemos que vernos serios y no tan desesperados —nos recordó Fonzo, quien parecía todo un hombre de leyes con su barba recortada y su elegante traje con corbata verde—. Lo principal es que tiene que ser a corto plazo para no quedarnos atados, conservar nuestros masters, que las regalías sean al menos de un treinta por cierto y que nos den números claros de la inversión en nosotros.
—¿Crees que nos vayan a ofrecer un E.P o un álbum? —preguntó Faiza, quien intentaba parecer calmada por fuera, pero no paraba de juguetear con su brazalete—. Hice una lista de canciones que podríamos incluir en nuestra primera grabación... pero creo que deberíamos escribir más.
—¿Y qué tal una gira? —agregó la inquieta Cleo con los ojos chispeantes de emoción—. Una nacional o algo así... ¿¡Pueden imaginarnos teniendo nuestro propio autobús con el nombre de Faiza and the Vipers!?
Los cuatro soltamos un suspiro al imaginar todas las posibilidades que estaban a tan solo unas cuantas conversaciones. Cosas a las que nunca habría pensado llegar en algún momento de mi vida, a la gran posibilidad de poder vivir de la música.
—¿En algún momento se imaginaron que llegaríamos tan lejos? —pregunté, intentando controlar toda la emoción en mi voz.
—¿Recuerdan cuando solo éramos los tres, juntándonos después de la escuela para tocar en mi garaje? —Fonzo no podía contener la sonrisa—. Se sienten como tiempos tan lejanos, como si no fuéramos nosotros.
—Tal vez porque no lo éramos aun —contestó Cleo, dándome una mirada—. Necesitábamos a otro cáncer obsesionado con los signos zodiacales y que tocara con la misma pasión que Jimmy Page.
—¿Por qué me dicen estas cosas justo cuando tenemos que ponernos serios? —contesté, intentando contener el sentimentalismo que habían provocado sus palabras en mí.
—Porque de cierta manera todo es gracias a ti —respondió Faiza, con una sonrisa que no había visto en mucho tiempo—. Bueno, a ti y tu novio.
Novio.
Después de cuatro meses, referirme a él con esa palabra se seguía sintiendo un tanto irreal. Incluso cuando yo fui el que le propuso formalizar las cosas durante nuestra quinta cita en una zona costera de la ciudad, mientras caminábamos por la arena blanca de la playa y éramos bañados por la luz del atardecer.
—Ay, mira que hasta se sigue sonrojando cuando lo mencionamos —se burló Cleo, pero de manera tierna—. ¡Viva Charlow!
—¡Que viva! —exclamaron Faiza y Fonzo a la par, intentando contener la risa.
Justo en ese momento, la puerta de la oficina se abrió y Jack Gallagher entró con lo que parecía ser una bandeja de pequeñas empanadas como las que preparaba mi mamá en casa.
Olían delicioso.
—Lo siento por la tardanza, pero mi prometido insistió preparar unas empanadas porque esta es mi primera negociación —respondió mientras nos enseñaba la bandeja y le dio una mirada a Faiza—. Son de pollo al curry y procuramos que fuera halal para ti.
Nuestra vocalista pareció un poco sorprendida y no pudo evitar sonreír mientras alcanzaba una. No muchas personas tenían la consideración de tomarla en cuenta al momento de comer y los cuatro interpretamos eso como una señal de que nos estaban tomando en serio.
—Vaya, que considerado —admitió antes de darle un mordisco—. Mis felicitaciones al chef.
Jack sonrió con clara alegría y siguió repartiendo las empanadas.
—Bien, seré directo con ustedes. Les hemos echado el ojo desde que fueron teloneros de Halston Vibes y nos gusta mucho su propuesta de rock grunge con ritmos modernos —fue lo que dijo antes de sentarse en su gran silla giratoria—. Por lo que procederemos a ofrecerles la grabación de un E.P con las canciones nuevas, acompañado de una pequeña gira promocional. Si las cosas salen bien, podremos estar hablando de la grabación de su primer álbum a futuro.
Cleo, Faiza y yo posamos nuestra mirada en Fonzo, quien apuntó todo lo que dijo en su libreta y asintió.
—Bueno Jack, eso suena bastante bien —admitió mientras acomodaba sus gafas sobre el puente de la nariz—. Así que dime más.
La noche había caído sobre la ciudad. Las luces artificiales volvían a iluminar las aceras de concreto, los letreros neones destellaban en los escaparates de los locales y el frío empezaba a apoderarse del ambiente.
—Ya llegué —anuncié mientras cerraba la puerta y me quitaba la chaqueta de la banda.
El eco del silencio fue mi única respuesta. El departamento estaba totalmente a oscuras, con las cortinas cerradas y el ruido de los autos de la calle de fondo.
Eran las seis de la tarde, por lo que supuse que Deepak debía estar sus prácticas de residencia en el hospital o en alguna salida con Ben, quien se había convertido en su novio oficial desde hace un par de días y no podía estar ni cinco minutos sin mencionarlo.
Solté un suspiro mientras colocaba la chaqueta en el perchero y empezaba a palpar la pared en buscar del interruptor de la luz. Cuando finalmente lo sentí entre mis dedos, capté las sutiles notas de una conocida colonia de mandarina en el aire que eclipsaban totalmente el aroma a lavanda de siempre.
Esbocé una sonrisa mientras encendía las luces.
La mesa del comedor estaba arreglada de manera elegante, con una vajilla de porcelana blanca, un mantel morado con detalles en dorado y finalmente unas copas junto a lo que parecía ser una fina botella de vino que probablemente costara más que mi alquiler mensual.
Y por supuesto, Charlie estaba parado a un lado de la mesa.
A diferencia de la vestimenta de nuestro encuentro, esa vez tenía un estilo mucho más relajado y hogareño. Un delantal blanco sobre una camiseta azul, unos pantalones cortos que le llegaban hasta la rodilla y sus pies metidos en un par de chancletas.
—¿Entonces...? —preguntó expectante.
Tanteé la cabeza de un lado a otro para crear algo de tensión en el ambiente, pero era difícil contenerse ese tipo de noticias.
—¡Firmamos nuestro primer contrato discográfico oficial! —grité a todo pulmón sin poder evitar saltar de la emoción—. ¡Grabaremos seis canciones y luego iremos de gira!
Sin previo aviso, Charlie corrió hacía mí y me envolvió en un reconfortante abrazo que me hizo poner los pies en la tierra después de haber estado flotando de felicidad durante todo el trayecto a casa.
—Sabía que les iría bien —murmuró cerca de mi oreja, su aliento cálido me provocó un cosquilleo por todo el cuerpo—. ¿Entonces ya puedo presumir que mi novio es una estrella del rock?
—¿Acaso no era una estrella del rock incluso antes de firmar el contrato? —pregunté, enterrando mi rostro en el espacio entre su hombro y cuello.
Me atrajo más hacia él, envolviéndome con aquella calidez que se había vuelto tan rutinaria y necesaria en la vida de ambos durante los últimos meses. Del tipo que deseabas tener a tu lado por el resto de tu vida.
—Ahora eres una estrella de rock oficial —contestó entre risas—. Mi estrella de rock.
Me separé un poco y acuné su rostro con ambas manos, acariciando con el pulgar su mejilla.
—Un bailarín principal y una estrella del rock —murmuré cerca de sus labios—. ¿Quién diría que esa combinación funcionaría?
—Nadie, por eso nosotros somos los primeros en intentarlo —contestó, rodeando mi cintura con sus brazos de la misma manera en la que lo hacía durante las noches—. Y creo que estamos haciéndolo bastante bien ¿No?
Con una sola mirada terminé estirándome hasta que sentí la presión de sus labios sobre los míos, acompañados de esa sensación de estar en casa que llenaba mi pecho cada vez que lo hacíamos.
Su aroma, la presión de sus dedos sobre mi cintura, la calidez que desprendía su piel. Todos esos pequeños detalles que ponían a mi corazón a latir como loco, que me daban seguridad y hacían sonar en mi cabeza los más dulces acordes que me podía imaginar.
Al separarnos, no pude evitar dejar caer mi cabeza sobre su pecho y escuchar como sus latidos estaban igual de acelerados que los míos.
Ambos reímos como tontos.
—¿Me preparaste una cena? —pregunté, sintiendo sobre su delantal el aroma a sofrito de vegetales que me recordaban a los de mi casa.
—Algo modesto, teníamos tiempo sin tener una pequeña cena casera —respondió meciéndome un poco entre sus brazos—. Y sentí que este era uno de esos momentos que los ameritaban, especialmente si ahora te la vas a vivir de gira en gira. La botella de vino la envió Maeve con una tarjeta de felicitaciones por la firma del contrato.
Loretta y yo no volvimos a ser los amigos que fuimos en el pasado, pero tampoco nos habíamos convertido en desconocidos. Aun nos felicitábamos durante los cumpleaños o compartía los vídeos de nuestras presentaciones y creo que eso era suficiente para ambos.
En cambio, Maeve se transformó en mi nueva mejor amiga y siempre estábamos al tanto de lo que hacía el otro.
Y así me había enterado que ella y Loretta habían hecho las "paces" y pasaban algo de tiempo de chicas juntas. Si querías llamar tiempo de chicas a salidas a restaurantes, fines de semana en la playa o viajes juntas a Tenerife.
Por más que le había insistido a Loretta que estaban saliendo, ella me lo negaba y decía que solo eran amigas.
Aunque al mismo tiempo no paraba de comentarle en sus fotos con muchos corazones o ponía en la descripción de sus fotos juntas fragmentos de las canciones de Girl In Red.
Sí, solo amigas. Como si sus signos zodiacales no fueran compatibles.
—Charlie, por favor yo pensaba que no me podías enamorar más y cada día te superas a ti mismo. —Aparté mis manos de su rostro y me apresuré a sacar mi teléfono—. Pero creo que esta vez yo te voy a enamorar más.
Charlie elevó la ceja con cierta incredulidad.
—¿Cómo va a ser eso posible?
Busqué rápido entre las grabaciones que habíamos hecho durante la semana hasta que encontré la indicada.
Desde aquella noche loca hace cuatro meses, la línea de extraños al amanecer había quedado atascada en mi cabeza y no estaba seguro de cuál era la mejor manera de utilizarla hasta que se la mostré a Faiza.
A ella le gustó el significado que tenía y las ideas empezaron a surgir.
Trabajamos en ella durante las últimas semanas hasta que de alguna manera logramos hacer una letra completa y cuando se las enseñamos a los demás, pronto nos vimos improvisando hasta que de alguna manera todos nuestros sonidos al azar empezaron a complementarse e hicieron una melodía que me hizo recordar a todo el conjunto de emociones que viví al lado de Charlie durante esas horas conociéndonos.
Le di al botón de play y mi voz fue lo primero que se escuchó, un tanto nerviosa por lo que estaba a punto de soltar porque sabía que terminaría mostrándosela.
Somos Faiza and the Vipers y este será nuestro nuevo single, Strangers At Dawn.
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