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5. Personal Jesus (Depeche Mode)

El ascensor del edificio subía lentamente, emitiendo suaves sonidos metálicos que llenaban un poco el silencio que Charlie y yo teníamos en el interior. Incluso cuando no quería mirarlo, los espejos que recubrían los paneles me mostraban su rostro desde tres ángulos distintos.

Y todos parecían ser buenos.

Entonces me di cuenta que tal vez lo estaba mirando de más. Me regañé mientras bajaba la mirada, posición en la cual mi nariz quedaba al cuello de la chaqueta que me había prestado.

Lugar donde se concentraba todo el aroma de su colonia de mandarinas y me hacía sentir el doble de torpe de lo que ya estaba.

¿Por qué me había tocado nacer doble bi?

Bisexual y bien pendejo.

Era demasiado para mi corazón canceriano y sumando los mil dólares que debíamos conseguir...

¿De dónde quería Loretta que un estudiante universitario y un bailarín sacaran mil dólares en un par de horas?

El solo recordar nuestra ida al cajero más cercano me deprimió.

Yo estaba totalmente desplumado después del último pago del alquiler, también había gastado mucho dinero imprimiendo trabajos y tal vez había comprado productos que vi en infomerciales a las cuatro de la mañana (el Sumo Slicer no había estado tan mal).

Y Charlie estaba en una tan solo un poco mejor que la mía, unos veinte dólares mejor que la mía.

Aun así, se quedó unos cinco minutos rectificando una extraña aplicación en su teléfono donde tenía registrados cada uno de los gastos que hacía junto a un presupuesto definido para cada mes.

A los pocos segundos el ascensor se detuvo en el piso cinco y las puertas se abrieron en un pasillo totalmente oscuro porque éramos las únicas personas del edificio despiertas durante la madrugada del viernes.

El pequeño llavero de Nana, con la llave de la puerta, tintineó mientras lo sacaba de mi pantalón y por un segundo intenté alcanzar mi teléfono para encender la linterna, pero Charlie encendió la suya para iluminar el camino.

Intentando hacer el mínimo ruido, abrí la puerta y el aroma a lavanda del lugar hizo su labor de relajarme lo más que pudo. Mi mano tanteó la rústica pared hasta que sentí el interruptor.

Las pequeñas luces se encendieron de par en par, develando el interior del pequeño apartamento.

El lugar no era el más elegante de todos, con sus baldosas rotas, paredes agrietadas y feo cielo raso de los setenta cuya pintura de seguro tenía plomo, pero de alguna forma yo y Deepak lo habíamos renovado lo suficiente para que ambos pudiéramos llamarlo hogar.

Aunque, en ese momento, el hogar estaba lleno de libros y apuntes por las horribles semanas de exámenes finales de ambos.

—No hagas mucho ruido —susurré mientras ponía la llave sobre la mesa y caminaba hacia la cocina—. Deepak debe estar durmiendo y no hay nada más sagrado en el apartamento que su hora de dormir.

Charlie se adentró en la sala, dando vueltas con las manos metidas en los bolsillos. Parecía como un niño curioso al que llevaron a un nuevo restaurante de comida rápida y que quedaba cautivado con los personajes caricaturescos pintados en las paredes.

Solo que, en este caso, eran las muchas plantas que decoraban cada uno de los espacios del interior lo que habían despertado su interés. Claro, las más fáciles de cuidar para dos universitarios que apenas podían mantenerse a flote.

Cosas de cáncer y libra.

—¿Deepak?

—Mi roomie —respondí mientras ponía algo de café molido en la destartalada cafetera—. Ya sabes, la persona que hace posible que conserve mi riñón cada mes.

Aunque con las amenazas de aumento de alquiler de nuestra casera, la idea no parecía tan mala.

—Si, ya sé lo que es un roomie. —La mirada de Charlie vagaba por las paredes—. Vaya que tienen plantas aquí, huele muy bien... ¿Es lavanda?

Un poco extrañado, asentí.

—Lindo —susurró aun con la mirada en los helechos colgantes—. En mi apartamento no tenemos plantas, mis roomies las matarían con solo mirarlas.

Mordí mi labio para no reír, porque sería extraño.

No quería poner las cosas más raras de lo que ya estaban.

Y de lo mucho más raras que se pondrían una vez despertara a Deepak Srinivasan de su sagrada hora de dormir para preguntarle si me podía prestar dinero para pagar la fianza de Loretta.

Esos dos nunca se habían llevado muy bien y su desconfianza hacia ella no hizo más que aumentar cuando ocurrió lo de la ruptura.

Deepak se convirtió en mi soporte vital, ayudándome a sobrellevar todas las etapas de una ruptura con mucho helado napolitano. Una de mis posibilidades era que me mandara al carajo por despertarlo y no me prestara el dinero, la otra era que también me mandara al carajo y después me prestara el dinero.

El líquido oscuro empezó a bajar hacia la taza de la cafetera, llenando el lugar de ese delicioso aroma que despertó mis sentidos en menos de cinco segundos.

Uno que también Charlie detectó. Cerró los ojos e inhaló el aroma como si fuera algún tipo de droga... aunque a cafeína en realidad lo era.

Y entonces caí en cuenta que Deepak vería a Charlie.

Allí sí me mandaría a la mierda y sin el dinero.

—Charlie —susurré para llamar su atención—. ¿Puedes esperar en mi habitación?

Charlie abrió los ojos y me dio una mirada de confusión.

—Es que a Deepak no le va a gustar que el chico con el que me pusieron el cuerno esté aquí —me sinceré mientras sacaba unas tazas de la alacena.

—Tranquilo, lo entiendo —respondió con las manos en los bolsillos de su pantalón—. ¿Y tu habitación está...?

—La puerta al final del pasillo. —Señalé la dirección con la cabeza—. No hagas mucho ruido por favor.

Charlie obedeció y desapareció por el pasillo.

Aproveché el momento para volver a escuchar la música de mi playlist (con Personal Jesus de Depeche Mode) y escribirles a unos cuantos contactos del pueblo que Loretta y yo teníamos en común, gente en la que confiaba y que sabía que no le iría con el chisme a sus padres.

Y entre esos números vi el nombre de Maeve.

Mi dedo vago un poco sobre abrir su contacto, pero decidí no hacerlo. Ni siquiera sabía cómo reaccionaría si le contaba la situación de Loretta, si le iría con el chisme a sus padres o si me ignoraría.

Debía guardarla como mi última opción.

El flujo del café se detuvo, por lo que serví el líquido en las tazas que había sacado y agregué algo de crema con azúcar. Luego observé la primera puerta del pasillo con el letrero de un cheems que decía doctor en formación que le regalé para su cumpleaños.

Mentalicé que me iba a mandar a la mierda antes de tomar el impulso de abrir su puerta.

El cuarto estaba a total oscuros, siendo la única luz visible la del despertado que descansaba sobre la mesita de noche. Caminé de puntillas hasta llegar a la cama donde había un bulto envuelto en sábanas azules.

Me agaché a la altura de la cama y empecé a tocarle el hombro con cuidado.

—Deepak —susurré lo suficientemente alto como para que me escuchara—. Deepak...

Mi amigo emitió unos gruñidos desde el interior de las sábanas y se removió un poco, por lo que seguí insistiendo hasta que el bulto se dio la vuelta y se quitó las sábanas.

Pero no era mi amigo Deepak.

—¿Ben? —pregunté cuando vi la mata de cabello rubio asomándose.

El chico entrecerró los ojos grises. Su pelo estaba revuelto, una clara señal que su cabeza había estado dando vueltas sobre (o contra) la almohada y no tenía camisa.

—¿Winslow?

—¿¡Winslow!? —exclamó otro bulto que no había visto desde el otro lado de la cama king size.

Estiré el brazo hacia la mesita de noche para alcanzar el interruptor de su lámpara con forma de saturno y lo presioné. Así pude confirmar que el primer bulto era Ben, el guardia de seguridad diurno del edificio.

Y el otro bulto si era mi amigo. Mi amigo sin camisa y con el abundante cabello oscuro igual de despeinado que el de su compañero de cama.

—¿¡Deepak!?

—¿¡Winslow!? —exclamó en un tono claramente fastidiado—. ¿¡Qué mierda haces en mi habitación!?

—Mejor dicho. —Señalé al hombre con la cabeza—. ¿¡Qué hace Ben en tu habitación!?

Había una regla sagrada desde que aceptamos convivir juntos: no traer novias/novios/novies al apartamento bajo ninguna circunstancia.

Él porque no soportaba a Loretta y yo como venganza por no dejarme traer a Loretta.

Y al parecer Deepak no estaba cumpliendo desde Dios sabe cuándo.

—¡Tú y Ben! —exclamé sin poder creérmelo—. ¿¡Por qué no me lo habías dicho!?

A Deepak le gustaba Ben.

Era obvio por la manera en la que lo saludaba, casi al borde de los nervios e incluso me había levantado algunas veces en la mañana y lo escuchaba practicando sus conversaciones frente al espejo o en la cocina mientras preparaba el almuerzo para que terminara diciéndole un rápido buenos días cuando salíamos del complejo de apartamentos.

Por eso me tomó por sorpresa que uno de esos buenos días lo terminara llevando a la cama.

Con cada hora que pasaba, la noche se volvía más y más extraña.

Deepak se pasó una mano por la cara y se sentó sobre el colchón con su típica cara de pocos amigos. Ben, por su parte, me dio una mirada llena de odio antes de volverse a meter en el bulto de sábanas azules que compartían.

Era una imagen que no olvidaría nunca.

—Esto no es lo que parece... —intentó decir.

—No me salgas con que estaba ayudándote a estudiar la anatomía según grey.

Deepak resopló antes de fijar su mirada en mí.

—Win son las dos de la mañana y no quiero tener esa conversación contigo —se quejó mi amigo con ganas de querer matarme—. ¿Qué quieres ahora? ¿Círculo de oración para que pases el examen? ¿Otra vez se metió un murciélago por tu ventana y tienes miedo de sacarlo?

—Eso fue solo una vez... —me defendí, cruzando los brazos sobre mi pecho—. Además, no quería hacerle daño.

—Si no es un murciélago ¿Entonces qué quieres?

Le dediqué una sonrisa.

—Quiero que me prestes dinero para sacar a Loretta de la cárcel.

Deepak al inicio se me quedó mirando sin haber comprendido lo que le había dicho. Luego se dio un par de palmadas en el oído, después de esto se dio un pequeño pellizco para comprobar que estaba despierto.

Y entonces abrió la boca.

—¿¡ME DESPERTASTE A LAS DOS DE LA MAÑANA PARA QUE TE PRESTE DINERO QUE USARÁS PARA SACAR DE LA CÁRCEL A LA MUJER QUE TE ENGAÑÓ HACE OCHO MESES Y QUE TE DEJÓ TAN DESTROZADO QUE NI SIQUIERA TE PODÍAS LEVANTAR DE LA CAMA!?

—En pocas palabras... sí —dije, soltando una pequeña risa para alivianar el ambiente—. Es una larga historia.

Deepak cruzó los brazos sobre su pecho desnudo y frunció el ceño.

—Pues no te pienso prestar ni un céntimo hasta entender con claridad qué es lo que está pasando —declaró con firmeza.

Y entonces empecé a contarle todo lo que había sucedido en la estación de policías, sobre el deplorable estado de Loretta... y por supuesto, sobre Charlie Méndez. El relato pareció ser tan interesante que incluso Ben salió de su capullo de sábanas y se sentó a escucharme atentamente.

Al finalizar, Deepak se me quedó mirando y soltó un suspiro de resignación.

—Entonces el cornudo y el cuerno van a unir fuerzas para sacar a la que jugó con ambos de la cárcel —murmuró mientras estiraba uno poco los brazos.

—Estos casos no los tiene ni la doctora Polo —murmuró Ben con los ojos bien abiertos—. ¿Y en serio creen que van a reunir mil dólares antes de las ocho de la mañana?

—Estamos trabajando en eso. —Le di una mirada de ruego—. Así que, por favor Deepak, si tienes algo de algo de dinero que me puedas prestar sería de mucha utilidad. Loretta prometió que nos iba a devolver el dinero y sabes que ella puede ser de todo, menos mala paga.

Deepak me dio otra mirada de desconfianza, pero Ben se recostó de su hombro mirándolo con sus enormes ojos grises y esto pareció ablandar su corazón. Entre ambos lograron hacer sesenta dólares que les agradecí con mucho gusto.

—Gracias, son mi Jesús Personal en estos momentos —dije mientras guardaba los billetes en mi bolsillo—. Un poco menos

Ben levantó los pulgares en alto antes de desaparecer debajo de las sábanas. Pero antes que poder salir del cuarto, Deepak me agarró del brazo y me dio una mirada de papá regañón.

—Winslow... después de esto, aléjate totalmente de Loretta ¿entiendes? —dijo entre susurros para no despertar a Ben—. No puedes estar por allí resolviendo cada problema de su vida como lo hacían cuando eran niños, nunca va a aprender si no lo hace ella sola.

—Es solo por esta vez, Deep —respondí, zafándome de su agarre—. No puedo dejarla allí sola.

Elevó una ceja y sabía lo que venía: la hora de la sabiduría con Deepak Srinivasan, donde quien más lee y aprende menos se equivoca.

—¿No puedes o no quieres? —cuestionó con su típico tono avispado—. No estoy diciendo que ella merezca haber recibido abuso policial, pero ya no es tu responsabilidad. 

Apreté los labios, porque sabía que en parte tenía razón.

—No es solo mi ex novia —expliqué entre susurros—. También fue mi mejor amiga durante quince años donde me ayudó mucho a encontrarme conmigo mismo y me dio su apoyo incondicional. Repito, solo es por esta vez.

Soltó un suspiro mientras acomodaba la sábana sobre su pecho y se acostaba sobre la cama.

—Espero que sea así —dijo con una mirada seria—. No quiero verte con el corazón roto de nuevo. 

Rápida nota para dejar el collage aesthetic de Deepak junto a unas pequeñas preguntas✨💜

¿Qué les parece la historia hasta el momento? ¿Tienen algún personaje favorito? ¿Ya escucharon la playlist? 

Y el letrero de la habitación de Deepak:

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