3. I Love You Like an Alcoholic (Six Steps In)
Me enteré de la infidelidad de la manera más patética posible.
Loretta había dejado caer su teléfono durante una salida a la costa, por lo que lo llevó a una tienda electrónica para reparar la pantalla. Una tarde en la que estaba ocupada con los ensayos de la compañía me pidió que pasara a recogerlo.
El chico de la tienda encendió el teléfono y empezó a enseñarme lo que había sido reparada cuando una notificación apareció en la pantalla.
El contacto estaba guardado como Charlie Méndez 💕.
Y el mensaje decía: ¿Nos vemos en mi apartamento o en el tuyo?
Tanto el chico como yo nos quedamos viendo la pantalla totalmente pasmados.
No sé qué quedó más destrozado ese día, si mi corazón o mi orgullo.
Lo único que sabía del tal Charlie hasta es momento es que habían sido asignado juntos, que era muy popular por ser una de las más importantes promesas de la compañía de ballet y que Loretta estaba muy emocionada de poder trabajar con él.
Tal vez demasiado emocionada.
En un parpadeo regresé al incómodo presente en el que nuestros pasos hacían eco en el silencioso pasillo de los reclusos.
Las celdas constaban de un pequeño cuarto con duros bancos metálicos, un inodoro que parecía estar hecho de plomo y una papelera donde apenas cabía un envoltorio de chicles.
Y no sabía qué era más embarazoso, si la sensación claustrofóbica del lugar o Charlie caminado en silencio a mi lado.
El aroma de su colonia seguía golpeando mi nariz y provocando un persistente rubor en mis mejillas que apenas podía disimular en el oscuro pasillo.
No me dirigió la palabra después del mal chiste del oficial Thomas. Solo cruzó los brazos sobre su pecho y se mantuvo tan sereno como el ambiente nocturno de aquel viernes.
Siempre me imaginé estar delante del chico cuyo rostro no conocía y darle un puñetazo por haber roto mi noviazgo de siete años, pero cuando lo tuve justo a mi lado la idea ya no funcionaba.
Me sacaba al menos ocho centímetros de altura con la espalda recta, sus extremidades eran estilizadas e incluso los movimientos de estas al caminar eran tan gráciles y elegantes que parecían sacados de alguna presentación.
Me recordaba un poco a esas figurillas de ballet de las cajas musicales que coleccionaban mis primas, tan solo faltaban las suaves notas de alguna melodía clásica que lo acompañara.
Aunque probablemente no quedaría con la situación.
Caminar por ese pasillo me hacía pensar en el sonido de una armónica, tal vez en alguna melodía de una película del viejo oeste. Y justo en ese momento empezó a sonar I Love You Like an Alcoholic de Six Steps In desde mi playlist.
Perfecta para la ambientación del lugar.
—Fang, Loretta. —El oficial se detuvo junto a una celda y sus ojos nos buscaron. En sus labios se formó una sonrisa burlona—. Tienes una doble sorpresa.
No había dudas, el oficial Thomas era aries.
Nos detuvimos frente a la celda que estaba a oscuras y por un momento creí que el oficial nos estaba tomando el pelo con otro chiste malo.
Hasta que una figura empezó a emerger entre las sombras.
Como me lo imaginé, era un total desastre.
Su vestido rojo de la "suerte" estaba arrugado y manchado con lo que (al menos esperaba) debía ser barro, sus medias de red negras estaban rotas a la altura de la rodilla y su maquillaje en tonos dorados estaba corrido por las lágrimas.
Y ni hablar de su desastroso cabello, el moretón sobre su mejilla o el torcido piercing en su nariz.
No era la misma Loretta de hace ocho meses y mucho menos la Loretta con la que había pasado casi toda mi niñez y adolescencia.
Fue como tener a una desconocida frente a mí, pero al parecer yo seguía siendo el mismo chico para ella.
Sus ojos se iluminaron cuando se posaron sobre mí con un brillo que no había visto en mucho tiempo. Aceleró el paso, soltando sus tacones en el camino, para llegar hasta mí.
—¡Winnieeeeeeeeee! ¿¡Por qué pareces Draco Malfoy...!? —gimoteó con la cara pegada a los barrotes, pero su gesto se congeló cuando notó al chico a mi lado—. ¿¡Charlie!? ¿¡Qué carajos haces aquí!?
El policía soltó una pequeña risa que intentó cubrir llevando el puño hacia su boca y no sabía si era por mi apodo, por la reacción hacia Charlie o toda la situación en general.
Ignoré al imbécil y me acerqué a ella, tomando sus manos entre las mías.
—¿Qué le hicieron? —le preguntó Charlie al oficial Thomas, con un tono que rompió la imagen de serenidad que tenía hasta el momento—. ¿Por qué está así? ¿Y qué es ese moretón en su rostro?
El oficial elevó una ceja y torció su gesto.
—Que se los cuente ella —soltó con tono serio mientras daba media vuelta—. Tienen diez minutos.
Charlie y yo seguimos al oficial con la mirada hasta que su figura se perdió en la puerta.
—Estos bastardos —masculló Charlie con un tono lleno de veneno.
Tenía toda la razón, pero no era el momento de insultarlo, en especial cuando había tantas celdas vacías a nuestro alrededor y un policía que no parecía tener miedo a llenarlas. Regresé mi atención a ella, intentando verificar con una rápida mirada que no tuviera una herida a parte del moretón.
—¿Estás bien, Loretta? —Me apresuré a quitarme mi sudadera—. Carajo, estás muy fría...
—¿Qué pasó? —interrogó Charlie con un gesto preocupado—. Cuando me llamaste me diste un susto de muerte.
Loretta y yo fruncimos el ceño al mismo tiempo.
—Yo no te llamé —aclaró y me señaló con la cabeza—. Llamé a Winnie.
Charlie frunció el ceño.
—No, estaba en mi ensayo nocturno y el teléfono empezó a sonar —explicó, tan confundido como nosotros—. Cuando lo contesté me dijiste que viniera para acá, que necesitabas ayuda.
La cara de Loretta fue un poema en ese instante.
—No... yo quería llamar a Winnie —repitió con un gesto serio mientras se ponía la sudadera—. ¿Por qué te iba a llamar si rompimos esta mañana?
A.
—Bueno, creo que tiene tanto sentido como llamar a tu otro ex novio —contestó, dándome una mirada de reojo—. ¿Sabes qué? Eso no importa, quiero saber que pasó y por qué estás en encerrada en esta celda.
—¡Por dos! —exclamé, cruzando los brazos—. ¿Y por qué carajo me llamaste?
La mirada de Loretta saltó de Charlie a mí por varios segundos, hasta que soltó un suspiro.
—Es que salí de fiesta yo sola para sentirme como una diosa empoderada, como lo haría cualquier chica después de una RUPTURA. —Dedicó una mirada poco sutil a Charlie—. Me hice amiga de unas chicas en el baño y me uní a ellas para ir a otro bar, pero en el camino unos policías nos detuvieron por estar borrachas en la vía pública.
Mis suposiciones estuvieron tan erradas después de todo. Conocía muy bien a Loretta y sabía lo obstinada que podía llegar a ser cuando alguien intentaba retarla.
Tauro tenía que ser.
—¿Y te encerraron por eso? —preguntó Charlie, aun con los brazos cruzados sobre su pecho—. Creo que solo es una multa ¿no?
Loretta soltó otro suspiro que conocía muy bien.
El típico suspiro de la cagué a lo grande.
—Uno de los policías aprovechó que estábamos borrachas y empezó a manosear a una de las chicas —murmuró mientras se abrazaba a sí misma—. El policía le dijo que se callara y la lanzó contra una pared con excusa de seguirla "cateando".
Nunca esperaba nada de la policía y aun así no dejaban de decepcionarme.
—Son unos bastardos —mascullé, sintiéndome indignado.
Sentí la mirada de Charlie sobre mí.
—Sí, creo que en esto estamos de acuerdo. —Ladeó su cabeza—. Y no me iba a quedar callada ante esa situación.
Charlie abrió los ojos con sorpresa, pero yo me lo esperaba. En nuestros quince años de amistad había conocido cada una de sus facetas y como actuaba ante las injusticias.
Y sumado al alcohol que tenía en la sangre...
—Me tiré encima del policía y lo golpeé —exclamó con cierto orgullo.
—¡Loretta! —exclamé en tono de regaño—. ¡Santo Dios, te pudo haber golpeado de regreso, te pudo haber disparado o-!
—¡Estaba borracha! ¡Sabes bien que cuando bebo se cancela mi sentido común! —Soltó a la defensiva—. Aunque tampoco es que le hiciera un gran daño a ese maldito, tan solo logré arañarle la cara y arrancarle un poco de cabello...
—Ay Dios mío... —Charlie se acercó a los barrotes, su gesto se había suavizado y parecía sumamente preocupado—. ¿Y las otras chicas? ¿No pudieron dar una declaración para que no terminaras aquí?
—Salieron corriendo y me dejaron sola —respondió con un encogimiento de hombros—. No las culpo tampoco, estaban borrachas y asustadas. Fui la distracción perfecta para que escaparan.
—Lorie... —volvió a murmurar Charlie, junto con su mano cerca de la suya.
Sentí una pequeña pizca de celos...
Pero no estaba seguro hacia quien iba dirigida.
—¡Ahhhhhhhhhhhhh! —exclamó antes de dejar caer su cabeza sobre los barrotes—. Me dijeron que podía llamar a alguien y la primera persona que se me vino a la cabeza fue Winnie... de seguro marqué mal en ese estúpido teléfono con disco de marcar y sus números se parecen un poco. Me alegra mucho que me dejaran hacer dos llamadas.
Charlie y yo intercambiamos miradas. Esa era, en definitiva, la situación más absurda en la que ambos podíamos encontrarnos.
—¿Pero por qué a mí? —repetí.
—Porque eres mi mejor amigo.
—Loretta... —Ni siquiera sabía que cara poner ni cómo sentirme—. Corrección, fuimos mejores amigos y también novios hasta que tu tomaste cierta decisión.
Hizo un pequeño puchero, como los que solía hacer cuando las cosas no iban de acuerdo a su organizada lista de pasos que tenía pegada en el espejo de su habitación.
—¡Estoy borracha, ya te dije que no tengo sentido común ahora! —gimoteó sin mirarme—. Necesito salir de aquí. Llevo tanto tiempo parada que me duelen los pies, quiero ir al baño, tengo sueño y me duele al cabezaaaaaaa.
—Loretta... —Charlie chasqueó los dedos para llamar su atención—. ¡Dentro de un par de horas tenemos la audición para el estelar del Lago de los Cisnes! ¡Para el que hemos estado practicando desde hace meses!
Miré con sorpresa a Loretta, que parecía a punto de ponerse a llorar.
—¡Ya lo sé! —Su voz sonaba frágil, el sonido de una copa rompiéndose contra el suelo—. Por eso tienen que sacarme de aquí antes de las ocho de la mañana...
Posé las manos sobre mi cadera. Aquel no sonaba como un problema para mí, sino algo entre ellos dos, las dos sexys personas que habían convertido mi vida en miseria durante los últimos ocho meses.
Sobraba en esa escena, como había sobrado en la vida de la Loretta de ciudad.
Pero...
—Bien... —respondí, resignado—. ¿Quieres que llamemos a Jack y Nicola...?
—¿¡Qué!? —Sus ojos se llenaron de terror—. ¡No! ¿Quieres que se mueran de pena porque su hija prodigio está en una celda? O peor... ¿¡Qué me cuelguen de los pulgares!?
Charlie pareció confundido, pero eso era porque no conocía como eran los padres de Loretta.
Jack y Nicola se pondrían furiosos si se enteraban de lo que había sucedido y lo más probable es que la hicieran regresar al pueblo sin la menor oportunidad de regresar a la ciudad.
Y también me echarían la culpa a mí, por haber dejado que se "descarriara" en la ciudad. Porque siempre me había tocado asumir las responsabilidades de las cosas en la relación.
—Bien ¿entonces qué quiere su majestad que hagamos? —Encogí los hombros—. ¿Contrabandear unas cucharas para que escapes? ¿Distraer a los oficiales con un striptease?
—Winnie...
—¡Perdiste el derecho de llamarme Winnie hace ocho meses!
Loretta me observó con sorpresa, porque nunca antes le había hablado con ese tono. Y una parte de mí quiso sentirse mal por haberle gritado, incluso cuando sabía que estaba en todo mi derecho a hacerlo.
Pero me mantuve firme, con las manos metidas en los bolsillos y la mirada seria.
Ella pareció comprender mi posición y soltó un suspiro.
—¡Está bien...Winslow! —Le dio una mirada a su otro ex—. Charlie, pregunten cuánto es la multa o fianza o lo que sea por lo que me tengan aquí y páguenla. Prometo que les devolveré cada centavo.
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