Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

O1.

oliver caminaba por las calles de la ciudad con las manos enterradas en los bolsillos de su chaqueta. la noche era fría, más de lo habitual para la época, y el viento cortante parecía atravesar incluso las capas gruesas de ropa que llevaba puestas. con cada paso, las suelas de sus botas resonaban contra la acera húmeda, un eco solitario en una ciudad que parecía apagada. las luces de los faroles parpadeaban de vez en cuando, como si la electricidad dudara si seguir iluminando su camino.

pensaba en lo lejos que estaba su casa y en lo mucho que deseaba llegar. imaginaba la calidez de una taza de café o té, cualquier cosa que le devolviera la sensación a las manos que ahora estaban entumecidas. mientras avanzaba, no podía evitar insultarse mentalmente una y otra vez.

"idiota", murmuró para sí mismo entre dientes. "podrías haberte comprado un auto hace meses".

y era cierto. tenía los recursos. o, mejor dicho, sus padres los tenían. un auto habría hecho su vida más fácil, sobre todo en momentos como este, cuando el frío parecía calarle hasta los huesos. pero ese era el problema: los recursos no eran suyos, nunca lo habían sido. todo lo que había tenido en su vida había venido de ellos, desde la ropa que vestía hasta el apartamento donde reside actualmente.

por eso se había marchado. necesitaba probar que podía valerse por sí mismo, aunque en el fondo no estuviera seguro de si eso era verdad. había dejado atrás la comodidad de su hogar, la seguridad de tenerlo todo a la mano. y ahora, en noches como esta, cuando el viento helado lo golpeaba sin piedad, se daba cuenta de cuánto había dependido de aquello que tanto había despreciado.

sus pasos se ralentizaron al llegar a un cruce. el semáforo parpadeaba en rojo, pero oliver apenas se fijó en él. su mirada estaba fija en el suelo, donde pequeñas gotas de lluvia de hacía unas horas formaban charcos oscuros. el mundo a su alrededor parecía difuso, como si estuviera atrapado dentro de una burbuja de sus propios pensamientos.

recordaba las palabras de su padre el día que decidió irse: "te vas a dar cuenta de que allá afuera no es tan fácil como crees". y tenía razón, pero no estaba dispuesto a admitirlo. no podía regresar.

se quedó quieto, balanceándose ligeramente sobre sus pies, perdido en el ruido de los coches que pasaban a toda velocidad. el frío hacía que sus mejillas ardieran, pero no era lo único que sentía. había algo más, una especie de vacío que se le había instalado en el pecho desde que se había marchado.

entonces, sin levantar la vista, comenzó a caminar. el semáforo seguía en rojo, pero oliver no lo notó. estaba demasiado concentrado en sus pensamientos, demasiado absorto en la maraña de emociones que lo envolvía.

y luego ocurrió.

el chirrido de unos neumáticos contra el asfalto lo sacó de golpe de su ensimismamiento. levantó la cabeza justo a tiempo para ver las luces de un auto acercándose demasiado rápido. no tuvo tiempo de reaccionar. el impacto lo lanzó hacia atrás, y todo sucedió en un parpadeo.

el mundo pareció detenerse mientras su cuerpo caía al suelo, como si el tiempo se hubiera ralentizado solo para él. el frío del asfalto se sintió más intenso que nunca contra su espalda, y el dolor comenzó a propagarse lentamente, primero como un latigazo en su costado y luego como un ardor que se extendía por todo su cuerpo.

quedó allí, mirando hacia el cielo nocturno, con las luces parpadeantes de los faroles difuminándose en su visión. el sonido de los coches y las voces de las personas que se acercaban a ayudar se mezclaron en un ruido blanco que apenas podía distinguir. mientras parpadeaba lentamente, una única idea cruzó su mente, clara como el cristal:

"tal vez mi padre tenía razón".

lo último que oliver vio antes de perder el conocimiento fue una figura acercándose hacia él, una chica. su rostro estaba borroso bajo la luz parpadeante de la calle, pero sus movimientos eran decididos, urgentes. no supo si dijo algo o si solo lo miró, porque en ese instante, el mundo se desvaneció por completo.

cuando abrió los ojos, la luz blanca y suave del lugar lo hizo parpadear varias veces. lo primero que sintió fue el calor: el contraste con el frío del asfalto era abrumador. estaba recostado en una camilla, en un cuarto de hospital. las paredes blancas y el olor a desinfectante le confirmaron lo evidente. intentó moverse, pero el dolor punzante en su cabeza lo obligó a quedarse quieto.

soltó un quejido, llevándose la mano lentamente hacia las sienes. su cabeza dolía como si alguien le hubiera martillado los pensamientos. intentó recordar lo que había pasado, pero todo estaba fragmentado: las luces del coche, el impacto, y esa chica que había sido lo último que alcanzó a ver antes de cerrar los ojos.

miró sus brazos. tenía algunos raspones cubiertos con vendas, pero nada parecía demasiado grave. sin embargo, el dolor sordo en su costado le recordaba que el impacto no había sido un simple empujón.

trabajar en la empresa de su padre empezaba a parecer una opción razonable. ser independiente era una idea bonita, una meta que había perseguido con obstinación, pero ahora... ahora veía cuán distraído e imprudente podía ser. "quizás no estaba tan preparado para esta independencia como creía", pensó, suspirando.

otro dolor leve en su costado lo hizo quejarse de nuevo, esta vez en voz alta, un sonido que resonó en el silencio del cuarto. giró la cabeza lentamente hacia un lado, buscando algo que lo distrajera de sus pensamientos.

entonces la vio.

había una chica en el sillón junto a la camilla, dormida. su cabello caía desordenado sobre sus hombros, y parecía agotada, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras descansaba en una posición incómoda. oliver la observó por unos segundos, intentando conectar los puntos. nunca la había visto antes.

¿quién era? ¿por qué estaba allí?

se quedó mirándola un momento más, preguntándose si era la misma chica que había visto antes de perder el conocimiento. algo en su presencia, en cómo estaba allí sin razón aparente, despertó una mezcla de curiosidad y agradecimiento en él. sin embargo, no dijo nada. simplemente cerró los ojos por un instante, dejando que el dolor de su cabeza y las preguntas sin respuesta se mezclaran en su mente.

oliver decidió que no podía quedarse ahí más tiempo. con un dolor punzante recorriendo su cuerpo y una mezcla de frustración y orgullo hiriendo su mente, comenzó a quitarse los cables y las vías que lo conectaban al equipo médico. cada movimiento era una batalla contra su propio cuerpo, que protestaba con quejidos y punzadas agudas, pero no le importó.

—maldita sea —murmuró entre dientes mientras tiraba del último cable con un tirón torpe.

con un esfuerzo considerable, se incorporó, tambaleándose al ponerse de pie. el ruido de sus quejas y los movimientos torpes hicieron eco en la habitación, suficiente para que la chica en el sillón despertara de golpe.

ella parpadeó un par de veces, visiblemente confundida, y luego se enderezó mientras buscaba algo en el bolsillo de su chaqueta. finalmente, se colocó unos lentes y lo miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—chico... creo que deberías descansar más —dijo, su tono era suave pero firme, como alguien acostumbrado a lidiar con tercos.

oliver apenas la miró. estaba demasiado ocupado buscando algo. sus ojos recorrían cada rincón de la sala, buscando frenéticamente. ¿dónde demonios estaba su celular? ignoró por completo las palabras de la chica, como si no estuviera allí.

ella lo observaba desde su lugar, arqueando una ceja, claramente desconcertada por la actitud del muchacho. cruzó los brazos, pero no dijo nada más, esperando a ver qué hacía.

oliver revisó la mesita junto a la camilla, el pequeño estante junto a la ventana, incluso el suelo. cada movimiento parecía costarle un esfuerzo monumental, y con cada paso tambaleante, soltaba un leve gruñido de dolor.

—¿buscas algo? —preguntó la chica al fin, rompiendo el incómodo silencio.

— ... mi teléfono… —murmuró oliver finalmente, con la voz áspera, rompiendo al fin el silencio que se había prolongado demasiado.

la chica lo miró por un instante, como si dudara de si debía entregárselo, pero finalmente sacó el dispositivo de su bolso.

—aquí está —dijo, extendiéndoselo.

oliver lo tomó sin mirarla directamente, apenas murmurando un "gracias" que sonó más como una formalidad que como un verdadero agradecimiento. se puso su chaqueta lentamente, con movimientos torpes pero decididos, y comenzó a dirigirse hacia la puerta.

—¿a dónde crees que vas? —preguntó la chica, poniéndose de pie de inmediato.

—a mi casa —respondió él sin detenerse ni voltear, con la misma indiferencia con la que había pronunciado su agradecimiento.

—deberías esperar a que te den de alta —dijo ella, siguiéndolo a pocos pasos. su tono, aunque firme, tenía un deje de preocupación que no podía ocultar— al menos deja que se aseguren de que no tienes nada grave.

oliver se detuvo brevemente, giró apenas el rostro hacia ella y se encogió de hombros, restándole toda importancia a sus palabras.

—estoy bien —replicó con desdén.

reanudó su camino hacia la puerta, tambaleándose ligeramente pero sin querer mostrar debilidad. sin embargo, antes de que pudiera abrirla, sintió una mano suave pero decidida que lo detuvo por el brazo.

—si vas a ignorar al personal médico, al menos deja que yo te lleve a casa —dijo la chica, con los ojos fijos en él. había algo en su tono, una mezcla de determinación y preocupación genuina, que hizo que oliver se quedara inmóvil por un segundo.

se giró lentamente, mirándola con una ceja levantada, como si estuviera evaluando sus intenciones. ella no apartó la mirada, y durante un momento ambos se quedaron en un silencio incómodo, como si estuvieran librando una batalla de voluntades.

—¿por qué harías eso? —preguntó al fin, rompiendo la tensión.

—porque claramente no sabes cuidar de ti mismo —respondió ella sin rodeos, cruzando los brazos y esperando su respuesta.

oliver bufó, rodando los ojos, pero no respondió. sabía que no iba a ganar esa discusión, al menos no sin perder más tiempo del que estaba dispuesto a gastar. con un suspiro pesado, dejó caer los hombros en señal de rendición.

—haz lo que quieras —murmuró.

ella sonrió, apenas un gesto fugaz, y tomó sus cosas antes de guiarlo hacia la salida, asegurándose de que no se tambaleara demasiado en el camino. aunque oliver no lo admitiría, una pequeña parte de él estaba agradecida por no tener que caminar solo hasta su casa.

oliver miró su teléfono mientras caminaban hacia el auto. apenas eran las 5 de la mañana. la tenue luz del amanecer comenzaba a asomarse, bañando las calles desiertas con un resplandor frío y gris. se dio cuenta de que el hospital donde había sido atendido era privado, algo que le resultó extraño, considerando que no había especificado nada de eso.

mientras seguía a la chica, ella rompió el silencio.

—me llamo sonya shneider —dijo con una voz tranquila, volteando a mirarlo por encima del hombro mientras caminaban hacia el estacionamiento.

oliver asintió levemente, manteniendo su paso lento y cauteloso.

—oliver —respondió sin más, sin agregar su apellido. para él, eso era lo de menos. los apellidos venían con historias y significados que prefería dejar fuera de esta conversación.

sonya lo observó de reojo, notando su reticencia, pero no hizo ningún comentario. mientras llegaban al auto, ella le preguntó:

—¿cuál es tu dirección?

oliver dudó por un momento. no estaba acostumbrado a confiar en desconocidos, mucho menos después de todo lo que había vivido. pero tampoco tenía muchas opciones. suspiró y, con algo de cautela, le dio la dirección de su apartamento.

—por ahí está bien.

antes de subir al auto, oliver se tomó un momento para observarlo con detenimiento. miró la parte trasera, asegurándose de que no hubiera nadie más escondido, y luego echó un vistazo rápido a su alrededor, buscando algo que pudiera parecer fuera de lugar. no era paranoia, o al menos eso se decía a sí mismo; era precaución.

satisfecho con lo que vio, abrió la puerta del copiloto y subió al auto. una vez dentro, notó algunos detalles que no esperaba. en el asiento trasero había juguetes y pequeñas cosas que claramente pertenecían a un niño. un peluche desgastado descansaba sobre el asiento, junto a una mochila escolar con dibujos de animales.

frunció el ceño levemente, pero no dijo nada. su mirada volvió a sonya, quien ya estaba abrochándose el cinturón de seguridad. ella no parecía incómoda ni preocupada por su reacción. simplemente arrancó el auto, como si aquel detalle no tuviera nada de especial.

mientras el motor rugía suavemente y el auto comenzaba a avanzar, oliver se recostó en el asiento, cruzando los brazos. el dolor seguía presente, aunque más soportable, pero lo que más ocupaba su mente era la curiosidad. ¿quién era realmente esa chica? ¿y por qué estaba haciendo tanto por él?

oliver se reclinó en el asiento, mirando fijamente las calles vacías mientras el auto avanzaba. el cansancio, la incomodidad y el dolor de la cabeza lo mantenían distante, y ni siquiera intentó mantener una conversación con sonya. su mente seguía dispersa, atrapada en sus propios pensamientos, mientras el paisaje nocturno se desvanecía a medida que avanzaban.

sonya, por su parte, intentó romper el hielo varias veces. al principio, hizo preguntas simples, casuales, como si buscara algo en común o algún tema de conversación que lo hiciera sentirse más cómodo.

—¿y tú qué haces? —le preguntó, buscando algún detalle que pudiera interesarle.

oliver, sin mirarla, simplemente respondió con desinterés.

—trabajo como enfermero. —su tono era plano, como si esas palabras fueran solo un hecho sin mayor importancia.

sonya no se molestó. comprendía que él no tenía ganas de hablar, y no quería presionarlo. sabía lo que era sentirse mal o desconectado, así que optó por mantener la charla ligera y sin presión, en un intento por darle algo de espacio.

el silencio se alargó por unos momentos, y oliver volvió a sumirse en sus pensamientos, observando las luces de la calle que pasaban fugazmente. sin embargo, sonya, con su paciencia habitual, trató de continuar.

—mi hijo es igual de precavido que tú. —comentó de repente, con un tono suave, como si estuviera compartiendo una pequeña anécdota.

oliver no reaccionó de inmediato, pero esas palabras lograron captar su atención. por primera vez, su mirada se desvió hacia ella.

—¿tu hijo? —preguntó, su voz un poco más curiosa.

sonya asintió, una sonrisa leve en sus labios.

—sí, tiene 6 años. es increíblemente precavido para su edad. siempre está observando, evaluando todo a su alrededor, como si pensara antes de actuar. —su tono reflejaba una mezcla de ternura y admiración, pero oliver estaba más interesado en el detalle que en la emoción detrás de la historia.

él frunció el ceño levemente, intrigado. para él, no era común encontrar a alguien que, aparentemente tan joven, ya tuviera un hijo.

—tienes un hijo... —murmuró, como si fuera una constatación más que una pregunta.

sonya notó su interés y asintió nuevamente, sin ofenderse por la sorpresa que parecía sentir oliver.

—sí, mi liam es un buen chico. siempre me ha hecho pensar que tal vez heredó esa actitud de mí. pero, curiosamente, también ha aprendido a ser más abierto, como yo nunca lo fui a su edad.

oliver miró a sonya por un instante, apenas asintiendo ante su comentario sobre su hijo. su mente se empezó a liberar poco a poco de la barrera que había levantado. la conversación, aunque breve, comenzó a sentirse menos pesada.

—increíble —fue lo único que logró decir, antes de seguir mirando la ventana del auto. después de un rato, se sintió un poco más inclinado a hablar—lo más cercano que estuve de convivir con bebés... —comenzó, como si estuviera desenterrando recuerdos olvidados—, fueron mis dos hermanos menores. pero, la verdad, no fue fácil. y eso que siempre tuvimos niñeras.

sonya asintió, como si comprendiera lo que él quería decir.

—sí, no es fácil. a veces es mejor dejarlo a los más cercanos —comentó, mientras tomaba una curva, de vuelta al tema de los niños—yo prefiero que mi madre cuide a mi hijo. no me fío mucho de las niñeras. —dijo sonya con seguridad, casi como si le diera un toque personal a su declaración.

el auto frenó suavemente, y sonya indicó que ya habían llegado. oliver observó el complejo de apartamentos desde la ventana, apenas notando que estaban justo frente a su edificio.

sin esperar más, abrió la puerta del auto y estuvo a punto de irse, pero antes de dar un paso, se detuvo. algo le decía que debía hacer algo más, que no podía simplemente irse sin decir nada.

se volvió hacia sonya, que lo observaba desde el asiento del conductor con una ligera sonrisa, como si estuviera esperando a que dijera algo.

—oye... —comenzó, sin saber muy bien cómo expresar lo que sentía. no era su estilo, pero en ese momento, no quería dejarlo sin más—, gracias. por todo.

sonya asintió sin dudar.

—no me molestó en absoluto ayudarte, oliver. —dijo, su voz suave pero llena de una sinceridad que resonó en él.

antes de que oliver pudiera decir algo más, ella continuó:

—cuídate, ¿de acuerdo? —le dijo, y oliver notó la calidez en sus palabras.

una calidez que nunca antes había sentido.

sin esperar respuesta, sonya arrancó el auto y comenzó a alejarse lentamente. oliver se quedó parado unos segundos frente a su edificio, observando cómo el vehículo se iba alejando hasta perderse en la distancia.

se quedó allí, parado, inmóvil por un momento, reflexionando sobre sus palabras. había algo en ella que despertó una curiosidad inesperada. la forma en que se había comportado, su manera de expresarse y la naturalidad con la que lo había cuidado, todo eso lo hizo sentir una especie de inquietud que no había experimentado antes.

ella no era como las personas que solían aparecer en su vida. había algo más en ella, algo que lo atraía, aunque no podía identificar qué exactamente.

miró por última vez hacia el lugar donde había desaparecido el auto y, sin poder evitarlo, se preguntó qué más había detrás de esa chica.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro